Mi esposa vende lencería de segunda mano. Es un gran problema ayudarla, acomodar todos esos sostenes e imaginar las grandes tetas que se adornarán con ellos. Me he cogido ya algunas veces los maniquíes, en el local nunca faltan las muchachas destapadas y coquetas que intentan que se les haga un buen precio. Mi verga esta siempre venosa y escurriendo sobre todo por las milfs que van. Pero yo disimulo serenidad e indiferencia. Hasta que...
Mi cuñado, que también se dedica al negocio, decidió inyectar una inversión en su esposa, operándole todo lo que pudo, dejando una barbi tetona y nalgona paseándose en las reuniones familiares. Esta nueva bimbo, sospecho que intentando convencer a mi esposa de tunearse también, le recomendó una clienta interesada en los sostenes de talla gigante. Gema, una masajista que de hecho masajea mujeres operadas. Ella misma tiene una cintura de avispa y un trasero tan grande que me hace salivar. Sus pechos son dos grandes melones. Su rostro lleno de botox y maquillaje no es tan lindo, pero tampoco desagradabe, es el rostro de una cougar.
No se porque mi esposa me hace ir a salivar. En una ocasión finalmente nos dejó solos, acudíamos a la casa de Gema con una carga de sostenes para que ella seleccionara. Revisaba los sostenes que renvendería a sus tetonas clientas y yo acomodaba los que escogía o no, dejándolos uno dentro del otro bien parados, formando una torre y presionando con mis manos para darles forma. De pronto rompió el silencio:
-¿Que piensas mientras haces eso?
No pude ni pensar mi respuesta, me sentí en confianza y le dije:
- La verdad, me imagino los cuerpos de las mujeres que los usarían, no se por que me trae mi esposa a sufrir...
-Yo no se como no se da cuenta de que estas todo excitado, por eso pregunté.
Metí mi mano en mi pantalón y me acomodé el pene para disimular y para excitarla.
De pronto sonó un ruido y disimulamos. Ya que mi esposa podía llegar en cualquier momento y los hijos de Gema tambien estaban en la casa. Cuando vimos que no pasaba nada me atrevi a volverla a ver de pies a cabeza, con sus tacones bajo esas piernas morenas y largas que se coronan bajo unas caderas exageradamente grandes. Hizo como que se media un sosten color carne y luego, mirando que nadie viniera, abrió su escote y rebeló un erecto pezón moreno, que acarició mirandome seriamente. Antes que pudiera cerrarlo nuevamente, tomé su brazo para evitarlo y lamí ese mismo pezón, oliendo su perfume embriagante y disfrutando un contenido gemido como de jovencita, mientras miraba preocupada alrededor. Lo chupe y lo solté mirándola con ansiedad. Cogérmela ahí era imposible. Metió su mano en mi pantalón y me acarició el pene, yo apreté su trasero con fuerza y sin decir nada nos volvimos a separar y volvimos a nuestras actividades.
Mis orejas estaban calientes, mi boca intentaba mantener el sabor a carne y mi memoria registraba con detalle la imagen exquisita de lo que pasó.
Mi esposa estaba volviendo de su llamada y continuó la platica.
-¿Gema, me permite pasar a su baño? - dije con una fingida voz tímida.
-Si, es por ahí mira - caminó meneando el culo y llamándome al pasillo para señalarme en donde debía de dar la vuelta, mientras lo hacía se pasó a un punto ciego del pasillo y se quitó hábilmente la tanga por debajo del vestido para darmela. Eso me puso el pene todavía mas duro. -Imagina que soy yo y ponlo en la ducha - me dijo mientras me acariciaba el pene nuevamente y después volvió al espacio de selección de sostenes.
Llegue al baño y senti lo que esperaba, una tanga color verde obscuro con encajes ligeramente mojada, con un intenso aroma a vagina perfumada, tomé un poco del moquito blanco y lo unté en mi pene, abrazándolo suavemente con la tanga despues de haber la sorbido y saboreado, cerrando los ojos, recordando esa gran teta que acababa de probar. E imaginando el resto de su cuerpo hecho literalmente a mano. Me masturbé lubricándome con la crema corporal que estaba en su tocador. Por ratos aspiraba profundamente el aroma de su vagina y de su culo en la tanga. Me masturbé tan fuerte que exprimí todo el semen que pude de mi y dejé una pequeña alberca de blanco semen en la tela. Consciente ya de haberme tardado, me volví a masturbar y terminé dentro de la ducha, en su cortina, formando un corazón con mi dedo y colocando cuidadosamente su tanga, que albergaba semen fresco, en una esquina.
Al llegar del baño fingí tener una llamada telefonica y seguí acomodando sostenes, teniendo especial cuidado por los que ella escogía para ella (otros eran para revender.). Nos despedimos y cuando nos volvimos a ver meses después, entre nuestras nuevas travesuras me dijo:
-Me tomé el corazon y me lubriqué con el poquito semen que quedó fresco en la ducha pero tranquilo por que tomo la píldora.
La tomé de la cintura y la empiné sobre la ropa, bajé su tanga y metí sin problemas mi pene por su vagina húmeda. Mientras acariciaba sus pechos ella gemía con voz de jovencita.
Mi cuñado, que también se dedica al negocio, decidió inyectar una inversión en su esposa, operándole todo lo que pudo, dejando una barbi tetona y nalgona paseándose en las reuniones familiares. Esta nueva bimbo, sospecho que intentando convencer a mi esposa de tunearse también, le recomendó una clienta interesada en los sostenes de talla gigante. Gema, una masajista que de hecho masajea mujeres operadas. Ella misma tiene una cintura de avispa y un trasero tan grande que me hace salivar. Sus pechos son dos grandes melones. Su rostro lleno de botox y maquillaje no es tan lindo, pero tampoco desagradabe, es el rostro de una cougar.
No se porque mi esposa me hace ir a salivar. En una ocasión finalmente nos dejó solos, acudíamos a la casa de Gema con una carga de sostenes para que ella seleccionara. Revisaba los sostenes que renvendería a sus tetonas clientas y yo acomodaba los que escogía o no, dejándolos uno dentro del otro bien parados, formando una torre y presionando con mis manos para darles forma. De pronto rompió el silencio:
-¿Que piensas mientras haces eso?
No pude ni pensar mi respuesta, me sentí en confianza y le dije:
- La verdad, me imagino los cuerpos de las mujeres que los usarían, no se por que me trae mi esposa a sufrir...
-Yo no se como no se da cuenta de que estas todo excitado, por eso pregunté.
Metí mi mano en mi pantalón y me acomodé el pene para disimular y para excitarla.
De pronto sonó un ruido y disimulamos. Ya que mi esposa podía llegar en cualquier momento y los hijos de Gema tambien estaban en la casa. Cuando vimos que no pasaba nada me atrevi a volverla a ver de pies a cabeza, con sus tacones bajo esas piernas morenas y largas que se coronan bajo unas caderas exageradamente grandes. Hizo como que se media un sosten color carne y luego, mirando que nadie viniera, abrió su escote y rebeló un erecto pezón moreno, que acarició mirandome seriamente. Antes que pudiera cerrarlo nuevamente, tomé su brazo para evitarlo y lamí ese mismo pezón, oliendo su perfume embriagante y disfrutando un contenido gemido como de jovencita, mientras miraba preocupada alrededor. Lo chupe y lo solté mirándola con ansiedad. Cogérmela ahí era imposible. Metió su mano en mi pantalón y me acarició el pene, yo apreté su trasero con fuerza y sin decir nada nos volvimos a separar y volvimos a nuestras actividades.
Mis orejas estaban calientes, mi boca intentaba mantener el sabor a carne y mi memoria registraba con detalle la imagen exquisita de lo que pasó.
Mi esposa estaba volviendo de su llamada y continuó la platica.
-¿Gema, me permite pasar a su baño? - dije con una fingida voz tímida.
-Si, es por ahí mira - caminó meneando el culo y llamándome al pasillo para señalarme en donde debía de dar la vuelta, mientras lo hacía se pasó a un punto ciego del pasillo y se quitó hábilmente la tanga por debajo del vestido para darmela. Eso me puso el pene todavía mas duro. -Imagina que soy yo y ponlo en la ducha - me dijo mientras me acariciaba el pene nuevamente y después volvió al espacio de selección de sostenes.
Llegue al baño y senti lo que esperaba, una tanga color verde obscuro con encajes ligeramente mojada, con un intenso aroma a vagina perfumada, tomé un poco del moquito blanco y lo unté en mi pene, abrazándolo suavemente con la tanga despues de haber la sorbido y saboreado, cerrando los ojos, recordando esa gran teta que acababa de probar. E imaginando el resto de su cuerpo hecho literalmente a mano. Me masturbé lubricándome con la crema corporal que estaba en su tocador. Por ratos aspiraba profundamente el aroma de su vagina y de su culo en la tanga. Me masturbé tan fuerte que exprimí todo el semen que pude de mi y dejé una pequeña alberca de blanco semen en la tela. Consciente ya de haberme tardado, me volví a masturbar y terminé dentro de la ducha, en su cortina, formando un corazón con mi dedo y colocando cuidadosamente su tanga, que albergaba semen fresco, en una esquina.
Al llegar del baño fingí tener una llamada telefonica y seguí acomodando sostenes, teniendo especial cuidado por los que ella escogía para ella (otros eran para revender.). Nos despedimos y cuando nos volvimos a ver meses después, entre nuestras nuevas travesuras me dijo:
-Me tomé el corazon y me lubriqué con el poquito semen que quedó fresco en la ducha pero tranquilo por que tomo la píldora.
La tomé de la cintura y la empiné sobre la ropa, bajé su tanga y metí sin problemas mi pene por su vagina húmeda. Mientras acariciaba sus pechos ella gemía con voz de jovencita.
1 comentarios - Gema, la masajista operada.