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La gitana II

-Tranquilízate que estamos solo los dos aquí.

-Estoy tranquilo, solo que me sorprende tus predicciones- le dije

-Quieres que te siga leyendo tu mano o te leo la verga?

-Haz lo que mejor sepas hacer- le contesté con seguridad.

En esos momentos rodó la mesa, se arrodilló en frente mío y me dijo queme la sacara. Me bajé el jeans y  antes de bajarme el bóxer, ella metió su mano y empezó a acariciármelo. Mi miembro apenas comenzaba a  ponerse duro y ahí fue cuando ella lo sacó y empezó a recorrerlo con la punta de sus dedos y sus uñas que  no eran muy largas, pero si sobresalían. -Tienes un futuro lleno de muchas sorpresas y locura, vívelas con  pasión- me hablaba mientras endurecía cada vez más mi erección. Sus ojos hermosos concentraron su  mirada junto a los míos seduciéndome en su atrevida forma de adivinar el futuro. Ella seguía  expresándome  infinidades de predicciones como retahílas aprendidas de horóscopo. Indudablemente la  joven había estado preparándose para este tipo de situaciones relacionadas con astrología.

Repentinamente acercó mucho más su cara bien cuidada hacia mis testículos, tanto así que su nariz  olfateaba mis pelotas. Lo hizo de manera lenta y delicada. En ese momento sacó su lengua y  paulatinamente recorrió desde mis testículos hasta al extremo de mi verga, que ya también estaba al límite  de su endurecimiento. Los movimientos de mi erección palpaban sus labios, lo que le causó una sonrisa  hermosa llena de mucha picardía. Me plasmó un enorme beso en la base de mi pija dejando la huella de  sus  labios productos de su labial, se levantó y se desprendió de su falda y sentó en su silla.

Emprendió una sensual seducción abriendo sus piernas y dejándome ver su tanga. La tanga de la gitana  era  de algodón, blanca con estampados fluorescentes; primera vez que veía un tipo de pantíe así. El  estampado iluminaba bajo los reflejos de la poca luz que cubría el lugar. Yo simplemente observaba sus  movimientos e insinuaciones. Me provocaba correr a bajársela y clavarle mi pija erecta. Cuando intenté  acercarme, me hizo señal de detención con su mano y me dijo: tú servicio está pago hasta aquí. Así que, si  deseas que te cumpla mis recientes predicciones, debes cancelar por adelantado mis servicios. Me mostró  una tabla de precios y a pesar que era una cantidad alta para mis fondos, me permití deleitarme con ese  gusto y descargar las ansias por esa bella gitana. De una gaveta sacó un datafono y debité de mi tarjeta de  crédito la suma acordada.

Me condujo de la mano y me incorporó detrás de las cortinas oscuras que había tomado mi atención un  momento atrás. Se trataba de una habitación bien adecuada, con una cama enrome y con closet enorme y  con cabina de baño traslucido. Me acomodó en la cama y se abalanzó sobre mí, para dejarme totalmente  desnudo. Se quitó las sandalias que llevaba puestas, se puso de pie en la cama y en medio mío se desató  el  nudo de la camisa dejando ver sus protuberantes senos naturales, bien firmes y con sus pezones  rosados. Se sentía orgullosa de ellos, me los frotó por mi cuerpo, se untó aceite en sus pechos y frotaba  delicadamente en mi pija. Disfrutaba al máximo la sensible piel de sus tetas que se resbalaban con mi tiesa  verga.

Posteriormente de colocó aceite sobre sus nalgas y empapó toda su tanga que comenzó a traslucirse su  delicada concha calva. Se dispuso en posición contraria a mí instalando su trasero en mi verga y  permitiéndose manosear su agrandado culo. Mis manos recorrían sus nalgas y su lomo, fue una vista  espectacular, mientras ella frotaba su culo y su concha con mi pija. Hasta que me pasó un preservativo que  me puse rápidamente, corrió su tanga se empezó a enterrar centímetro a centímetro mi verga rígida.  Cuando se la enterró completamente, empezó a cabalgar mientras yo con mis manos le mantenía corrida la  tanga para que no interrumpiera su galopaje, pero atrevidamente aprovechaba para apretarle su nalga  derecha y encuñar mi dedo en su orto. Para ella fue normal, al parecer le gustó y aceleró su ritmo para  hacerme acabar. Efectivamente lo logró prontamente, seguí disfrutando hasta que comenzaba a disminuir  la  fuerza de mi erección. Tan solo me dijo “Qué rico”. Me ofreció más tiempo y otra partida, pero no  accedí,  ya había disfrutado el placer de sus predicciones.

Tomé un baño, me cambié, salí de la habitación y ahí estaba mi compañero con una sonrisa que denotaba  felicidad. Al parecer también había tenido una gran faena. En camino me contó mucho más de los servicios  de este lugar. Espero pronto contarles la que considero la mejor experiencia en esta cita de roles.

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