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Club sorpresa II

El placer era enorme, varios de los observadores empezaron a eyacular viendo a la anfitriona de rodillas chupar mi pija, sacando la cola y denotando el par de nalgas redondas separadas por esa delgada tanga negra que resaltaba su tono de piel clara, combinado con ese tatuaje simétrico en su espalda. Mi vista era sus tetas, que a pesar que no eran muy grandes, eran simétricas y bellas, con sus pezones rosados. La humedad conjunta entre los fluidos de su boca y los evacuados por mí erección, generaban una sensación única de lubricación y sensibilidad del contacto de sus labios y su lengua. Se sentía ala vez delicioso la recepción de todas esas sensaciones mezcladas con la percepción de las caricias de las yemas de sus dedos y sus manos en mis testículos y la entrepierna.

Quería tocarla, seguramente debía estar mojada y caliente, pero parte delas normas que me dijeron era que la persona que está recibiendo el dinero y dando placer debe soportar los antojos hasta hacer tener orgasmo a todos los presentes. La chica es una diosa para la felación, recorría su lengua empezando por la punta de mi pene, mientras hacía un recorrido circundante a mayor profundidad, hasta llegar a la base y luego regresarse en sentido contrario.

No logré retardar más mi semen y eyaculé en su boca, disfrutando las maravillas que hacía con su boca en mí verga, a la vez que intercambiaba mi mirada entre lo que hacía ella y una chica que estaba desde el otro punto observando y masturbándose con su mediana falda alzada en su abdomen, su braga de encaje color gris girada a un lado, pronunciándosele los labios rosados de la vulva cuando introducía sus dedos constantemente y con un ritmo erótico mordisqueándose los labios. Intuía querer tener dentro suyo mi verga húmeda. Su mirada la delataba, veía mi escena, me enfocaba a los ojos, pero luego se perdía su mirada con el iris distraído como buscando esconderse en los párpados.

La chica que me lo mamaba parecía estar preparada para mi eyaculación súbita, ya que no reaccionó con retirar su boca cuando tensioné mi cuerpo anunciando que me vendía, si no que más bien bordeó el grande de mi pene y espero que terminara de expulsar todo mi semen. Incluso, me succionó como tratando de sacar la última gota de semen y se tragó todo. Pensé que me dejaría descansar y pasaría al siguiente, pero continuó pasando su lengua por mi pene, dando besos seguidos, lo que no me dejaba bajar la erección.

Ella continuó con otro chico que tenía al lado, al parecer ya estaba en el paso de hacerles tener un orgasmo a todos. Me perdí entre el agotamiento después de un orgasmo y las miradas de muchos sobre la chica celebre. Volví a reaccionar y a estar más consciente cuando llegó el turno de hacer tener un orgasmo a otra chica dentro del grupo. Esta vez fue algo diferente. La anfitriona tenía su pericia lésbica, porque emanaba un deseo perverso particular sobre la chica que tenía con las piernas abiertas sobre el sofá. Además, esta escena fue bastante peculiar por la exhalación de los gemidos emitidos por la chica que recibía la descarga de besuqueos en su parte intima. Inicialmente estuvo siendo olfateada por encima de su tanga de transparencias con bordes de encaje. Luego babeó esas transparencias, que poco a poco fueron filtrando y enlazando esa humedad con el generado por su deseo. La chica expuesta era una trigueña de largas piernas torneadas, como mandadas a diseñar. Al quitar su tanga, quedó al descubierto su concha depilada que brillaba de la humedad. Le entreabrió sus piernas y le subió una para internar su cara en esa deliciosa panocha. Sin embargo, decidió mejor acomodarla en el plumón que estaba en el suelo, de perrito con sus rodillas bien separadas, instalándose por debajo de sus piernas, como queriéndonos brindar un mejor espectáculo, ya que no solo veíamos el gran trasero y parte dela vulva de la chica, sino además a ella de frente, con sus tetas al aire.

Cuando empezábamos a disfrutar de ese binomio lésbico, se sintió un estropicio del lado contiguo de la casa donde nos encontrábamos. Seguidamente se sintió un despliegue de vehículos motorizados. Todos interrumpimos nuestra distracción placentera para lograr ubicar nuestra ropa y cambiarnos. Al asomarnos por la ventana vemos que eran jóvenes manifestantes que corrían huyendo de la policía antidisturbios. Lastimosamente, los policías lograron divisarnos y dieron señal de intervenirnos. Rápidamente decidimos huir a la par de los otros jóvenes que venían siendo perseguidos, para evitar cualquier confusión o tener que dar explicaciones de lo que estábamos haciendo sabiendo que de igual forma estábamos violando la norma de las restricciones por la cuarentena. En adelante, todo pasó muy rápido y fue muy confuso. Recuerdo correr y esquivar paredes de muchas casas, hasta llegar a la vivienda de uno de los manifestantes, que nos brindó refugio. A pesar que logramos confundir a la policía y resguardarnos, continuamente se veía la presencia policial intentando ubicar a los manifestantes. Al parecer habían generado perturbaciones en los entes oficiales del municipio.

Ya con los ánimos mucho más calmados y entrada la madrugada, empecé a desesperarme por llegar a casa antes que mi esposa descubriera que no me encontraba en la vivienda. Los dos carros en los que nos logramos movilizar estaban en un parqueadero bastante retirados de donde estábamos y exponernos air por allá era arriesgarnos a ser capturados, ya que aún había mucha confusión, principalmente por donde se encontraban los carros. Intentamos solicitar un Uber o algún servicio de transporte que prestan estas plataformas digitales, pero no fue posible. Estaba desesperado no sabía que explicación darle a mi esposa por salir sin haberle dicho nada, no sabía qué inventar, qué excusas darle.

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