Andaba con mi camioneta por el barrio donde ella había puesto su negocio, en el horario donde ya casi no anda gente por la calle. El frío, el covid y el toque de queda, provocan que la calle sea un desierto.
Le mandé un mensaje por whatsapp, directo, sin vueltas “ando cerca, te llevo a tu casa?” Sabía que con el frío ella no iba a querer caminar hasta su casa, pero ademas, sabía muchas cosas más.
A veces, me aprovecho un poco de la diferencia de edad. Pero también tengo muy claro que ella se hace la bebota, para lograr que yo haga cosas que antes no se me hubiera ocurrido.
Subió a la camioneta, con cara de cansada y tiritando de frío. Me quiso dar un beso en la mejilla, pero yo moví mi cara un poco, para que ese beso, quedara estampado en la comisura de sus labios.
Me miró como retándome, pero no pudo. Puse en marcha la camioneta, y me dirigí hasta su casa, en silencio. Hasta que nos detuvo un semáforo. Me miró, y no dejé pasar más tiempo. Le hundí mi lengua en su boca, mientras mis manos buscaban por debajo de su ropa. Rocé sus pechos, pero sin tocarle los pezones, y ella lanzó un gemido, no por mi caricia, sino por imaginar lo que vendría.
Sentí su mano en mi cinturón, y también sentí que me bajaba el cierre. Dejó de besarme y sin demasiados preámbulos, se metió toda mi pija en la boca. Sentí como se iba endureciendo dentro de su boca, y ella apretaba sus labios, como exprimiendo mis jugos.
Mientras la dejaba que me sobara la pija con su boca, por puro gusto, porque me encanta que me chupe la pija, pero además, me gusta el morbo de que este allí, saboreándome, sabiendo del placer que me da, y que no se detenga.
Pero lo justo es justo. Así que le metí la mano por debajo del pantalón, acaricie sus nalgas, y rocé su culo. Con la punta de mis dedos, le recorrí todo el borde de su ogete, avisándole, casi con precisión, que era lo que vendría.
Ya había logrado a los tumbos, estacionar la camioneta. Y ella se sacó el pantalón. Cada tanto, pasaba un auto y alumbraba el interior de la camioneta. Me importa tres carajos, pensé. Sobre todo porque cada vez que pasaba un auto, ella se estremecía más. Parecía que quería que la vieran. Estaba con ganas de exhibirse.
Todavía no podía creer en la suerte que había tenido. Estaba más caliente que nunca, cuando se subió a mis piernas, y apoyó su concha en la punta de mi pija, y lentamente, se dejó caer.
No tengo una pija enorme, pero si bastante gruesa. Su estrechez me calza justo en el grosor de mi pija, y cada milímetro de piel, nos hacia estremecer. Su calentura se traducía en una concha muy lubricada, así que resbalé dentro suyo, o mejor dicho, se dejó caer totalmente. Cruzó sus brazos alrededor de mi cuello, y se prendió a todo mi cuerpo. Se contorsionaba de placer ante cada movimiento, y convulsionó cuando un orgasmo atravesó todo su cuerpo.
Todavía jadeaba cuando la saqué de encima mío, y la di vuelta.
Puso sus manos en el torpedo de la camioneta, mirando para afuera, viendo las luces de algunos autos que pasaban, y se dejaba puertear el ogete.
Mis dedos lo estaban untando con sus propios jugos, y agarré sus caderas con mis dos manos, la atraje hasta mi, con un solo movimiento, hasta que sintiera toda mi pija en su culo. Y la dejé quieta, para que se fuera aclimatando.
No dejaba de murmurar, y de putearme, y de gozar, y de gemir, y empecé a bombearla.
Ella sabe que su culo me enloquece. Sabe perfectamente que me aprieta del modo justo. Y a mi me gusta perforárselo, porque sus gemidos me demuestran lo mucho que goza esa cola.
Me hubiera encantado estar afuera de la camioneta, para verla, agarrada del comando, con la boca abierta, gozando de mi pija, bombeándomela.
Pero todo no se puede. Yo tenía frente a mi el mejor de los espectáculos, todo el esplendor de su culo en mis manos. Y mi orgasmo completándose en mi vientre. Y un rayo que atravesó mi columna vertebral, directamente hasta mis huevos.
Intenté retener el placer lo máximo que pude, pero ella me conoce.
-Llename el culo de leche, papi
Me lo dijo con tono de ruego, pero sonó como si fuera una orden.
Y un torrente de leche solté en un primer estertor, dentro de su culo. Y luego otro, y seguidamente tres más.
Ella salió de encima mío, y me tomé la pija con la mano. La apreté fuerte, y solté un chorro más de leche. El último. Que me dejó sin aliento.
Ella me rodeó el cuello y me besó. También me dijo que la sorpresa había estado hermosa, que gracias por llevarla hasta su casa, que esperaba que ningún vecino la hubiera visto, y que, por cierto, la había dejado más caliente que cuando la había encontrado.
-La próxima, cuatro horas, en un telo lindo.
-Si, señora.
Le mandé un mensaje por whatsapp, directo, sin vueltas “ando cerca, te llevo a tu casa?” Sabía que con el frío ella no iba a querer caminar hasta su casa, pero ademas, sabía muchas cosas más.
A veces, me aprovecho un poco de la diferencia de edad. Pero también tengo muy claro que ella se hace la bebota, para lograr que yo haga cosas que antes no se me hubiera ocurrido.
Subió a la camioneta, con cara de cansada y tiritando de frío. Me quiso dar un beso en la mejilla, pero yo moví mi cara un poco, para que ese beso, quedara estampado en la comisura de sus labios.
Me miró como retándome, pero no pudo. Puse en marcha la camioneta, y me dirigí hasta su casa, en silencio. Hasta que nos detuvo un semáforo. Me miró, y no dejé pasar más tiempo. Le hundí mi lengua en su boca, mientras mis manos buscaban por debajo de su ropa. Rocé sus pechos, pero sin tocarle los pezones, y ella lanzó un gemido, no por mi caricia, sino por imaginar lo que vendría.
Sentí su mano en mi cinturón, y también sentí que me bajaba el cierre. Dejó de besarme y sin demasiados preámbulos, se metió toda mi pija en la boca. Sentí como se iba endureciendo dentro de su boca, y ella apretaba sus labios, como exprimiendo mis jugos.
Mientras la dejaba que me sobara la pija con su boca, por puro gusto, porque me encanta que me chupe la pija, pero además, me gusta el morbo de que este allí, saboreándome, sabiendo del placer que me da, y que no se detenga.
Pero lo justo es justo. Así que le metí la mano por debajo del pantalón, acaricie sus nalgas, y rocé su culo. Con la punta de mis dedos, le recorrí todo el borde de su ogete, avisándole, casi con precisión, que era lo que vendría.
Ya había logrado a los tumbos, estacionar la camioneta. Y ella se sacó el pantalón. Cada tanto, pasaba un auto y alumbraba el interior de la camioneta. Me importa tres carajos, pensé. Sobre todo porque cada vez que pasaba un auto, ella se estremecía más. Parecía que quería que la vieran. Estaba con ganas de exhibirse.
Todavía no podía creer en la suerte que había tenido. Estaba más caliente que nunca, cuando se subió a mis piernas, y apoyó su concha en la punta de mi pija, y lentamente, se dejó caer.
No tengo una pija enorme, pero si bastante gruesa. Su estrechez me calza justo en el grosor de mi pija, y cada milímetro de piel, nos hacia estremecer. Su calentura se traducía en una concha muy lubricada, así que resbalé dentro suyo, o mejor dicho, se dejó caer totalmente. Cruzó sus brazos alrededor de mi cuello, y se prendió a todo mi cuerpo. Se contorsionaba de placer ante cada movimiento, y convulsionó cuando un orgasmo atravesó todo su cuerpo.
Todavía jadeaba cuando la saqué de encima mío, y la di vuelta.
Puso sus manos en el torpedo de la camioneta, mirando para afuera, viendo las luces de algunos autos que pasaban, y se dejaba puertear el ogete.
Mis dedos lo estaban untando con sus propios jugos, y agarré sus caderas con mis dos manos, la atraje hasta mi, con un solo movimiento, hasta que sintiera toda mi pija en su culo. Y la dejé quieta, para que se fuera aclimatando.
No dejaba de murmurar, y de putearme, y de gozar, y de gemir, y empecé a bombearla.
Ella sabe que su culo me enloquece. Sabe perfectamente que me aprieta del modo justo. Y a mi me gusta perforárselo, porque sus gemidos me demuestran lo mucho que goza esa cola.
Me hubiera encantado estar afuera de la camioneta, para verla, agarrada del comando, con la boca abierta, gozando de mi pija, bombeándomela.
Pero todo no se puede. Yo tenía frente a mi el mejor de los espectáculos, todo el esplendor de su culo en mis manos. Y mi orgasmo completándose en mi vientre. Y un rayo que atravesó mi columna vertebral, directamente hasta mis huevos.
Intenté retener el placer lo máximo que pude, pero ella me conoce.
-Llename el culo de leche, papi
Me lo dijo con tono de ruego, pero sonó como si fuera una orden.
Y un torrente de leche solté en un primer estertor, dentro de su culo. Y luego otro, y seguidamente tres más.
Ella salió de encima mío, y me tomé la pija con la mano. La apreté fuerte, y solté un chorro más de leche. El último. Que me dejó sin aliento.
Ella me rodeó el cuello y me besó. También me dijo que la sorpresa había estado hermosa, que gracias por llevarla hasta su casa, que esperaba que ningún vecino la hubiera visto, y que, por cierto, la había dejado más caliente que cuando la había encontrado.
-La próxima, cuatro horas, en un telo lindo.
-Si, señora.
1 comentarios - Sexo Urgente en la Camioneta
pero la vergüenza, según me contó, es que la viera algún vecino cogiendo en la vía pública, con un hombre casado.
Quizas no sea vergüenza, sino pudor.
Gracias por comentar!