Esta confesión la hago, porque el anonimato me libera un poco de la culpa que siento. Tratare de seguir un orden para que se comprenda mejor .
Estoy de novio con Brenda hace aproximadamente seis años. Nuestra relacion funcionaba igual que la de cualquier pareja amiga, casi parecía que nos copiábamos unos a los otros de los problemas y las diversiones, netflix, asado entre amigos.
Una tarde en la costa nuestra relacion cambio, cada uno empezó a ocupar otro papel en la intimidad. Eso nos hacia sentir distintos, incomodos al principio pero después, felices de tener un secreto que nadie conocía, como los superhéroes.
Fueron muchas las situaciones vividas pero en esta confesión trata de una puntual: la llegada de Diego, un amigo del pasado.
Escribo su nombre y mi cuerpo reacciona como si pensara que pueda entrar a la habitación y acercarse a leer esto. Me pongo nervioso y no quiero seguir por un miedo real, a que tome cuerpo, aunque me repito una y otra vez que se subió a un avión hace dos semanas, para regresar al pais en el que vive. Sin embargo antes de verlo partir, si se los quiero contar, tengo que verlo volver y quedarse, en mi vida y mi departamento, una semana entera. De eso trata esta historia.
El primer signo de oscuridad y tormenta ocurrió el día que atendí en el teléfono la llamada de un numero que figuraba desconocido. Curioso y un poco aburrido, presione el circulo verde que brillaba en pantalla y escuche la voz -apenas unos segundos tarde en reconocerla- de quien fuera mi mejor amigo en la adolescencia.
-Que haces Marianito, como andas tanto tiempo- escuche, y aun paralizado por la situación conteste - Bien bien, cuanto tiempo si, y vos??-. La conversación en si misma fue estúpida y se resume en que regresaba al pais, una semana, por una cuestión legal de su titulo universitario. Algunos reciben un disparo y continúan caminando unos pasos, como si fueran a ir solas al medico, sonriendo. Eso hacia yo. Me tragaba preguntas, miedos y temblores, para mantener una conversación normal, con un antiguo amigo a quien temía y amaba a partes iguales. Su personalidad expansiva y desenvuelta, su cuerpo entrenado y su belleza de fabrica lo convertían en algo a cuya sombra era difícil desplegar las propias alas. Ahora Diego estaba regresando y quedamos en tomar algo el miércoles, un día después de su llegada.
Llegue primero, ansioso y con ropa que parecía elegida como si se tratara de una cita. Es cierto que el llego tarde, impecable, a pesar de que siempre parecía ponerse la primera remera que encontraba. Es del todo cierto que hablaba y se reía, preguntaba por mi, interesado por llenar de datos todo este tiempo sin vernos y finalmente como si fuera una casualidad el peor de mis temores llego: me pregunto si tenia novia.
Cualquiera puede pensar que debiera de haber mentido, haberlo negado, pero desde el momento que Diego había entrado por la puerta del bar yo ya no podía mentirle, o desobedecerlo. Su magnetismo y su fuerza se desprendían de el dominándome en forma muy sutil. Así que ahí estaba, ,contándole de Brenda, de nuestros tres años de novios, y si bien me detuve en el umbral, sin decirle lo nuevo que estaba pasando, Diego tiene el olfato que tienen los animales que se comen a los mas débiles, y sin dudarlo dijo -La quiero conocer- y aunque pidiera las cosas con amabilidad y sonrisas el siempre lo estaba exigiendo.
Arreglamos para el día después. Hice tiempo para volver a casa, pensando una y otra vez en que iba a decirle a Brenda, excitado y asustado porque entendía que esto podía ser la humillación mas grande que me ocurriera. Llegue y serví la comida china que había comprado. Ella estaba con el teléfono en el sillón, descalza. Le alcance su plato y con eso se concentro en mi, me reclamo - que tarde no??- pero le agarre los pies y los masajee suave. Empecé a contarle mientras ella comía, de Diego, de la secundaria, de nuestra relacion de mejores amigos, pero también de la angustia que me provocaba su personalidad. Mi novia me miraba tranquila y comía interesada, no interrumpía, no decía nada pero cuando creyó que había terminado de hablar, me sacó un pie de las manos y subiendo hasta mi boca intento meterlo. La mire medio extrañado pero igual abri la boca y ella enterró su dedo gordo entre mis labios. - Vos te dabas cuenta como me apretabas los pies mientras me contabas??- pregunto. Como tenia sus dedos en la boca conteste sonidos.
- Vos tenes una sola dueña- empezaba a excitarme , a besar mas dedos, a intentar meter mas pie, ella seguía - la única que tiene poder sobre vos soy yo-. Trate de besar sus rodillas, avanzar hasta la costura de la calza en el pubis, pero me freno - vos le queres chupar la concha propietaria??- y yo la abrace en forma infantil de la cintura y enterré mi cara contra su ropa.
-Espérame en la pieza- dijo y se fue caminando al baño. Entre al cuarto y me desnude, ella llego desnuda de la cintura para abajo, encima llevaba el buzo deportivo que usaba, cuando se sacaba la ropa de secretaria. Babeaba mirando como ese pubis depilado y las piernas se movían por el cuarto, acomodando una ropa sobre una silla o sacando un almohadón hasta que se recostó ,en la cama y propuso un juego: una pregunta un permiso jugas??.
Hubiera ladrado para mostrarle obediencia pero conteste que si, que jugaba siempre y a todo y ella se rio contenta .
-Le viste la pija a tu amigo. Como es- pregunto brutal, y casi sin pensar le conteste -son dos preguntas, si la vi, es gigante-. Se rio y me dijo -que obediente-, se puso de espaldas y suspiro - Me podes acariciar la cola- dijo.
Pase la mano por todo el territorio que quería tocar. La cola y una parte importante de los muslos quedaban ahora bajo mi potestad y mientras iba apretando suave, amasando la carne y separándola, entibiándola. La cola de Brenda parecía hecha a propósito, con medidas muy precisas. Ella se iba calentando, pregunto como distraída si alguna vez se la había chupado a mi amigo y como vacile en contestarle, giro y detuvo la caricia -contame...-.
-Nada, es una tonteria- le adelante.- En Bariloche el se quedo dormido y yo... - vacile- yo le espié la pija-. Brenda regreso a su posición y con voz sensual pidió que le metiera un dedo en la cola. Sin vacilar, agarre la crema del cajón y recogí un poco con el dedo, lo acerque a su cola y apoyando muy suave, encima del agujerito, aplaste la crema con el dedo. Sin demasiada presión, lo metí de a poco aunque sus gemidos pedían mayor velocidad.
-No se la chupaste??. MMM mentiroso...- subía apenas la cadera y se empujaba contra mi dedo. - No, no, te lo juro, tenia ganas pero no me anime …
- Tenias ganas pijita... y no querías mas??- Inspirado por la situación, agregue un segundo dedo y le sople al oído: - Quería que me la metiera en el culo-. Ella levantaba las caderas y las movía en redondo como si estuviera conmigo en ese hotel de Bariloche. Me arrastre hasta apoyar mis labios en su concha, estaba pegajosa y salada, escuche que me insultaba y la sentí acabar. Hundí la lengua y ella se quedo un rato mas encima de mi cara.
-Tengo una ultima pregunta, si la respondes te dejo acabar-. Mi pija es pequeña, depilada parecía mas chica, aun así estaba dura y quería acabar.
- Vos queres que tu amigo me coja??- La excitación y la angustia me atraparon por partes iguales. Mi pija seguía parada y mi respiración también. No sabia bien que contestar y le dije eso
- La verdad es que no lo se-.
Ella me acerco a su cuerpo, agarro la pija y me hablo suave, que ella amaba a su perrito con pijita. Acabe entre sus dedos, sin ninguna posibilidad de resistirme.
Esa noche tarde en dormir, preocupado por algo indefinido. Faltaba apenas unas horas para juntarnos a comer con Diego.
Estoy de novio con Brenda hace aproximadamente seis años. Nuestra relacion funcionaba igual que la de cualquier pareja amiga, casi parecía que nos copiábamos unos a los otros de los problemas y las diversiones, netflix, asado entre amigos.
Una tarde en la costa nuestra relacion cambio, cada uno empezó a ocupar otro papel en la intimidad. Eso nos hacia sentir distintos, incomodos al principio pero después, felices de tener un secreto que nadie conocía, como los superhéroes.
Fueron muchas las situaciones vividas pero en esta confesión trata de una puntual: la llegada de Diego, un amigo del pasado.
Escribo su nombre y mi cuerpo reacciona como si pensara que pueda entrar a la habitación y acercarse a leer esto. Me pongo nervioso y no quiero seguir por un miedo real, a que tome cuerpo, aunque me repito una y otra vez que se subió a un avión hace dos semanas, para regresar al pais en el que vive. Sin embargo antes de verlo partir, si se los quiero contar, tengo que verlo volver y quedarse, en mi vida y mi departamento, una semana entera. De eso trata esta historia.
El primer signo de oscuridad y tormenta ocurrió el día que atendí en el teléfono la llamada de un numero que figuraba desconocido. Curioso y un poco aburrido, presione el circulo verde que brillaba en pantalla y escuche la voz -apenas unos segundos tarde en reconocerla- de quien fuera mi mejor amigo en la adolescencia.
-Que haces Marianito, como andas tanto tiempo- escuche, y aun paralizado por la situación conteste - Bien bien, cuanto tiempo si, y vos??-. La conversación en si misma fue estúpida y se resume en que regresaba al pais, una semana, por una cuestión legal de su titulo universitario. Algunos reciben un disparo y continúan caminando unos pasos, como si fueran a ir solas al medico, sonriendo. Eso hacia yo. Me tragaba preguntas, miedos y temblores, para mantener una conversación normal, con un antiguo amigo a quien temía y amaba a partes iguales. Su personalidad expansiva y desenvuelta, su cuerpo entrenado y su belleza de fabrica lo convertían en algo a cuya sombra era difícil desplegar las propias alas. Ahora Diego estaba regresando y quedamos en tomar algo el miércoles, un día después de su llegada.
Llegue primero, ansioso y con ropa que parecía elegida como si se tratara de una cita. Es cierto que el llego tarde, impecable, a pesar de que siempre parecía ponerse la primera remera que encontraba. Es del todo cierto que hablaba y se reía, preguntaba por mi, interesado por llenar de datos todo este tiempo sin vernos y finalmente como si fuera una casualidad el peor de mis temores llego: me pregunto si tenia novia.
Cualquiera puede pensar que debiera de haber mentido, haberlo negado, pero desde el momento que Diego había entrado por la puerta del bar yo ya no podía mentirle, o desobedecerlo. Su magnetismo y su fuerza se desprendían de el dominándome en forma muy sutil. Así que ahí estaba, ,contándole de Brenda, de nuestros tres años de novios, y si bien me detuve en el umbral, sin decirle lo nuevo que estaba pasando, Diego tiene el olfato que tienen los animales que se comen a los mas débiles, y sin dudarlo dijo -La quiero conocer- y aunque pidiera las cosas con amabilidad y sonrisas el siempre lo estaba exigiendo.
Arreglamos para el día después. Hice tiempo para volver a casa, pensando una y otra vez en que iba a decirle a Brenda, excitado y asustado porque entendía que esto podía ser la humillación mas grande que me ocurriera. Llegue y serví la comida china que había comprado. Ella estaba con el teléfono en el sillón, descalza. Le alcance su plato y con eso se concentro en mi, me reclamo - que tarde no??- pero le agarre los pies y los masajee suave. Empecé a contarle mientras ella comía, de Diego, de la secundaria, de nuestra relacion de mejores amigos, pero también de la angustia que me provocaba su personalidad. Mi novia me miraba tranquila y comía interesada, no interrumpía, no decía nada pero cuando creyó que había terminado de hablar, me sacó un pie de las manos y subiendo hasta mi boca intento meterlo. La mire medio extrañado pero igual abri la boca y ella enterró su dedo gordo entre mis labios. - Vos te dabas cuenta como me apretabas los pies mientras me contabas??- pregunto. Como tenia sus dedos en la boca conteste sonidos.
- Vos tenes una sola dueña- empezaba a excitarme , a besar mas dedos, a intentar meter mas pie, ella seguía - la única que tiene poder sobre vos soy yo-. Trate de besar sus rodillas, avanzar hasta la costura de la calza en el pubis, pero me freno - vos le queres chupar la concha propietaria??- y yo la abrace en forma infantil de la cintura y enterré mi cara contra su ropa.
-Espérame en la pieza- dijo y se fue caminando al baño. Entre al cuarto y me desnude, ella llego desnuda de la cintura para abajo, encima llevaba el buzo deportivo que usaba, cuando se sacaba la ropa de secretaria. Babeaba mirando como ese pubis depilado y las piernas se movían por el cuarto, acomodando una ropa sobre una silla o sacando un almohadón hasta que se recostó ,en la cama y propuso un juego: una pregunta un permiso jugas??.
Hubiera ladrado para mostrarle obediencia pero conteste que si, que jugaba siempre y a todo y ella se rio contenta .
-Le viste la pija a tu amigo. Como es- pregunto brutal, y casi sin pensar le conteste -son dos preguntas, si la vi, es gigante-. Se rio y me dijo -que obediente-, se puso de espaldas y suspiro - Me podes acariciar la cola- dijo.
Pase la mano por todo el territorio que quería tocar. La cola y una parte importante de los muslos quedaban ahora bajo mi potestad y mientras iba apretando suave, amasando la carne y separándola, entibiándola. La cola de Brenda parecía hecha a propósito, con medidas muy precisas. Ella se iba calentando, pregunto como distraída si alguna vez se la había chupado a mi amigo y como vacile en contestarle, giro y detuvo la caricia -contame...-.
-Nada, es una tonteria- le adelante.- En Bariloche el se quedo dormido y yo... - vacile- yo le espié la pija-. Brenda regreso a su posición y con voz sensual pidió que le metiera un dedo en la cola. Sin vacilar, agarre la crema del cajón y recogí un poco con el dedo, lo acerque a su cola y apoyando muy suave, encima del agujerito, aplaste la crema con el dedo. Sin demasiada presión, lo metí de a poco aunque sus gemidos pedían mayor velocidad.
-No se la chupaste??. MMM mentiroso...- subía apenas la cadera y se empujaba contra mi dedo. - No, no, te lo juro, tenia ganas pero no me anime …
- Tenias ganas pijita... y no querías mas??- Inspirado por la situación, agregue un segundo dedo y le sople al oído: - Quería que me la metiera en el culo-. Ella levantaba las caderas y las movía en redondo como si estuviera conmigo en ese hotel de Bariloche. Me arrastre hasta apoyar mis labios en su concha, estaba pegajosa y salada, escuche que me insultaba y la sentí acabar. Hundí la lengua y ella se quedo un rato mas encima de mi cara.
-Tengo una ultima pregunta, si la respondes te dejo acabar-. Mi pija es pequeña, depilada parecía mas chica, aun así estaba dura y quería acabar.
- Vos queres que tu amigo me coja??- La excitación y la angustia me atraparon por partes iguales. Mi pija seguía parada y mi respiración también. No sabia bien que contestar y le dije eso
- La verdad es que no lo se-.
Ella me acerco a su cuerpo, agarro la pija y me hablo suave, que ella amaba a su perrito con pijita. Acabe entre sus dedos, sin ninguna posibilidad de resistirme.
Esa noche tarde en dormir, preocupado por algo indefinido. Faltaba apenas unas horas para juntarnos a comer con Diego.
3 comentarios - El amigo de la adolescencia. Parte 1.