Desde ese día en que por primera vez descubrí el enorme placer que los " grandes " se daban a escondidas , tuve como pasatiempo estudiar la movida que tenían para encontrar la mejor manera de pasar desapercibido y escabullirme en las habitaciones o dentro de los muebles enormes y vetustos de la casa de mi abuela donde yo por mi edad y contextura entraba con facilidad, los habia investigado todos para saber cual de ellos me dejaba espiar al detalle y por sobre todo oir, oler el aire que se ponía espeso y olía fantástico.
Muy quieto sentía las convulsiones y escalofrios que me sacudían al mismo ritmo que mis victimas se frotaban desnudos y tan metídos en su éxtasis que nunca imaginaban al espectador curioso y adicto a esa visión tremenda y terriblemente poderosa de los genitales masculinos henchídos y sudados, surcados por un rio venas azules que se deformaban a la presión con cada empúje.
Mi padre viúdo con treinta años estaba en la plenitud sexúal de un alfa al estilo años 70's , hombres al natural, peludos, machazos; de ésos que tenían por misión complacer a las hembras y competir entre ellos contandosé luego las proézas sexuales. Gendarme de profesión tenía un par de amigos que se ofrecían a cuidarme mientras él estaba léjos o en guardia nocturna, usando la casa para dar rienda suelta a su lujuría muy creídos de que " el sobrinito " dormía inocente y ajéno a sus actividades ; " esas cósas de pecádo y prohibidas".
Yo tenía una maestría en hacerles creer que rezába y dormía tempráno como una criatura sumísa y obediente que no daba problemas. Mientras que "mi demónio interior" esperaba paciente y agazapado el momento exácto para hacerme de la acción y poder ver lo que me obsesionaba.
En la casa vieja y enorme de mi abuela, la habitación del fondo pegada al baño fué donde mi tio Josecito con 21 añitos trajo a "vivir" a su mujercita; una habitación enorme que era usada como cocina, comedor y dormitorio, tenían todo ahi dentro y los primeros dos meses de convivencia casi ni se los veía por la casa, para mi exquisito deleite mi joven tio se servía de cojer a su hembra muchas veces al dia, sobretodo a la hora de la siesta cuando mi abuela dormía la siesta.
Me ocultaba en el pasillo y entre las wcelocías de la cortinas de la puerta podía ver a pleno la cama de mi tio en el lado opuesto. El pendéjo empalado con una verga casi virgen toda babeada buscando la raja de la vagína toda mojada a tientas... podía sentir todo el vigor de su verga deslizandose entre los plieges de la vulva que cedía con esfuerzo al empuje de esa fresa de carne ardiente.
Yo era pequeño como mi cuerpo para entender lo que pasaba, pero no podía dejar de verlo, procurarlo. Sentirme lleno de un placer exquisito de ver , sentir y contagiarme de esa intensidad furiosa y caliente que era ver a un hombre adulto usando su verga...
Muy quieto sentía las convulsiones y escalofrios que me sacudían al mismo ritmo que mis victimas se frotaban desnudos y tan metídos en su éxtasis que nunca imaginaban al espectador curioso y adicto a esa visión tremenda y terriblemente poderosa de los genitales masculinos henchídos y sudados, surcados por un rio venas azules que se deformaban a la presión con cada empúje.
Mi padre viúdo con treinta años estaba en la plenitud sexúal de un alfa al estilo años 70's , hombres al natural, peludos, machazos; de ésos que tenían por misión complacer a las hembras y competir entre ellos contandosé luego las proézas sexuales. Gendarme de profesión tenía un par de amigos que se ofrecían a cuidarme mientras él estaba léjos o en guardia nocturna, usando la casa para dar rienda suelta a su lujuría muy creídos de que " el sobrinito " dormía inocente y ajéno a sus actividades ; " esas cósas de pecádo y prohibidas".
Yo tenía una maestría en hacerles creer que rezába y dormía tempráno como una criatura sumísa y obediente que no daba problemas. Mientras que "mi demónio interior" esperaba paciente y agazapado el momento exácto para hacerme de la acción y poder ver lo que me obsesionaba.
En la casa vieja y enorme de mi abuela, la habitación del fondo pegada al baño fué donde mi tio Josecito con 21 añitos trajo a "vivir" a su mujercita; una habitación enorme que era usada como cocina, comedor y dormitorio, tenían todo ahi dentro y los primeros dos meses de convivencia casi ni se los veía por la casa, para mi exquisito deleite mi joven tio se servía de cojer a su hembra muchas veces al dia, sobretodo a la hora de la siesta cuando mi abuela dormía la siesta.
Me ocultaba en el pasillo y entre las wcelocías de la cortinas de la puerta podía ver a pleno la cama de mi tio en el lado opuesto. El pendéjo empalado con una verga casi virgen toda babeada buscando la raja de la vagína toda mojada a tientas... podía sentir todo el vigor de su verga deslizandose entre los plieges de la vulva que cedía con esfuerzo al empuje de esa fresa de carne ardiente.
Yo era pequeño como mi cuerpo para entender lo que pasaba, pero no podía dejar de verlo, procurarlo. Sentirme lleno de un placer exquisito de ver , sentir y contagiarme de esa intensidad furiosa y caliente que era ver a un hombre adulto usando su verga...
0 comentarios - El casamiento del Tio Jose