Este relato es corto y es más una confesión. Trabajo en un edificio muy grande de una empresa muy prestigiosa. Como se imaginan, todo el personal que labora ahí es muy profesional y preparado. Las mujeres son en mayoría muy atractivas, los espacios son muy grandes etc, etc.
Aún así, el tedio existe, y las mujeres que se visten provocativamente en la oficina también. Y desde luego también las que dejan todo a la imaginación aún siendo bellas. Los escotes de las pieles blancas, las morenas de grandes caderas y vestidos ajustados, las milfs de piernas elegantes y pechos enormes... El gimnasio de la compañía dentro del edificio es además una razón para verlas de ves en cuando usando jeans o salidas de la regadera con los pezones erizados. Si no fueran departamentos diferentes pensaría que el reclutador es un sujeto de buen gusto con las mujeres. No falta ni siquiera la enfermera cachonda.
Un día simplemente no pude aguantar, compre un estuche de crema humectante de bolsillo en la farmacia y me metí con el al baño para hacerme una chaqueta bien rica: "splish splish" sonaba mi entrepierna mientras miraba porno en el móvil. Así se me iba media hora diaria de placer. Hasta que un día mientras hacía lo mío, comencé a escuchar una respiración agitada a mi lado. Era obvio que el sujeto del otro retrete se estaba haciendo una muy intensa. Así que en ves de asquearme, aproveche y yo tambien subí la intensidad "splish splish"- "ah ah ah " - "fap fap fap" sonaba. Terminé en la pared del baño y cayó semen en mi pantalón mientras veía "Ultimo metro" de Tinto Brass. Desde luego que salir del baño era un poco vergonzoso, sin embargo parecía haber un código de honor que permitía que nadie saliera de su retrete al oír que el de al lado había salido, se había lavado las manos y había salido del baño.
Con el tiempo se hizo obvio aunque nadie decía nada, que el baño de la empresa se había vuelto la central de la masturbación, poco a poco, se comenzaron a escuchar gemidos de videos muy bajos hasta que se dejó de tener verguenza y se escuchaba claramente que veían los depravados de los otros retretes. Tal vez en un intento de dejar de escuchar a los otros hombres que se masturbaban. El efecto era excitante. Gemidos femeninos de al menos dos generos de porno diferentes para inspiración de todos, a veces sonaba algúna música de videojuego o un dialogo de escena erótica.
Seguramente alguno le confío a las mujeres lo que sucedía, y el baño se volvío mucho más erótico. A mi me sucedió tener una junta con una sensual mujer que viste casi siempre holgado, pero su voz y movimientos son tan sensuales, que la sala de juntas en la que estabamos los dos se llenó de calor. Las puertas son todas de cristal y es imposible realizar ningún avance, pero saliendo de la junta, sin quedar de acuerdo, nos fuimos por direcciones distintas para encontrarnos a la puerta del baño, en donde nos miramos en silencio antes de entrar. La mirada de complicidad que me lanzó me dejó claro que ella sabía lo que yo iba a hacer, pero no sabía si ella lo haría. Tal vez por casualidad salimos 20 minutos después, al mismo tiempo. Pero creo que ella se avergonzó por que me sonrió y se fue rapidamente...
Otra mamacita que estaba muy bien parece haber aprendido un poco mis horarios y una de cada tres veces se iba conmigo al baño. No cogermela nunca puede sonar patético, pero la aventura erótica de caminar mirando su trasero, para después entrar al elegante baño de gemidos, echarme crema en la mano, mirar en el celular cualquier tipo de cuerpo de mujer que se me antojase, para después eyacular, limpiarme y salir para volver a ver esos ojos igualmente apaciguados por lo que fuera que ella habia hecho en el baño era una experiencia que en ningún lado se tendrá. Quizás por esta razón, nadie decía nada. Ni he sabido que se diga hasta ahora, pero todos sabemos.
Lástima que la pandemia cortó por el momento toda posibilidad de que aquello progresara...
Han estado en un lugar de trabajo así?
Aún así, el tedio existe, y las mujeres que se visten provocativamente en la oficina también. Y desde luego también las que dejan todo a la imaginación aún siendo bellas. Los escotes de las pieles blancas, las morenas de grandes caderas y vestidos ajustados, las milfs de piernas elegantes y pechos enormes... El gimnasio de la compañía dentro del edificio es además una razón para verlas de ves en cuando usando jeans o salidas de la regadera con los pezones erizados. Si no fueran departamentos diferentes pensaría que el reclutador es un sujeto de buen gusto con las mujeres. No falta ni siquiera la enfermera cachonda.
Un día simplemente no pude aguantar, compre un estuche de crema humectante de bolsillo en la farmacia y me metí con el al baño para hacerme una chaqueta bien rica: "splish splish" sonaba mi entrepierna mientras miraba porno en el móvil. Así se me iba media hora diaria de placer. Hasta que un día mientras hacía lo mío, comencé a escuchar una respiración agitada a mi lado. Era obvio que el sujeto del otro retrete se estaba haciendo una muy intensa. Así que en ves de asquearme, aproveche y yo tambien subí la intensidad "splish splish"- "ah ah ah " - "fap fap fap" sonaba. Terminé en la pared del baño y cayó semen en mi pantalón mientras veía "Ultimo metro" de Tinto Brass. Desde luego que salir del baño era un poco vergonzoso, sin embargo parecía haber un código de honor que permitía que nadie saliera de su retrete al oír que el de al lado había salido, se había lavado las manos y había salido del baño.
Con el tiempo se hizo obvio aunque nadie decía nada, que el baño de la empresa se había vuelto la central de la masturbación, poco a poco, se comenzaron a escuchar gemidos de videos muy bajos hasta que se dejó de tener verguenza y se escuchaba claramente que veían los depravados de los otros retretes. Tal vez en un intento de dejar de escuchar a los otros hombres que se masturbaban. El efecto era excitante. Gemidos femeninos de al menos dos generos de porno diferentes para inspiración de todos, a veces sonaba algúna música de videojuego o un dialogo de escena erótica.
Seguramente alguno le confío a las mujeres lo que sucedía, y el baño se volvío mucho más erótico. A mi me sucedió tener una junta con una sensual mujer que viste casi siempre holgado, pero su voz y movimientos son tan sensuales, que la sala de juntas en la que estabamos los dos se llenó de calor. Las puertas son todas de cristal y es imposible realizar ningún avance, pero saliendo de la junta, sin quedar de acuerdo, nos fuimos por direcciones distintas para encontrarnos a la puerta del baño, en donde nos miramos en silencio antes de entrar. La mirada de complicidad que me lanzó me dejó claro que ella sabía lo que yo iba a hacer, pero no sabía si ella lo haría. Tal vez por casualidad salimos 20 minutos después, al mismo tiempo. Pero creo que ella se avergonzó por que me sonrió y se fue rapidamente...
Otra mamacita que estaba muy bien parece haber aprendido un poco mis horarios y una de cada tres veces se iba conmigo al baño. No cogermela nunca puede sonar patético, pero la aventura erótica de caminar mirando su trasero, para después entrar al elegante baño de gemidos, echarme crema en la mano, mirar en el celular cualquier tipo de cuerpo de mujer que se me antojase, para después eyacular, limpiarme y salir para volver a ver esos ojos igualmente apaciguados por lo que fuera que ella habia hecho en el baño era una experiencia que en ningún lado se tendrá. Quizás por esta razón, nadie decía nada. Ni he sabido que se diga hasta ahora, pero todos sabemos.
Lástima que la pandemia cortó por el momento toda posibilidad de que aquello progresara...
Han estado en un lugar de trabajo así?
0 comentarios - La corporación de la perversión