Mi primer anal (real)

Tengo relaciones desde muy joven, nunca tuve demasiados tapujos ni miedos a la hora de coger pero me daba terror la idea de entregar la cola. Toda mi adolescencia repetí cuando me lo ofrecían que "fue hecho para sacar cosas, no para meterlas"

Mi grupo de amigas, perversas desde chicas, habían probado el anal. Algunas incluso eran vírgenes de concha y no de culo. Pero mi única experiencia mínimamente cercana al anal terminó muy mal para el chabón, con resultados ligeramente… marrones (para los morbosos, voy a dar más datos en mí Twitter)

Sin embargo, a los 17 tenía un novio. En ese momento no era infiel, pero él tenía ciertas amigas conocidas por cogerse a todo lo que pareciera hombre. Teniendo miedo de perder a mi hombre, decidí consultarlo con mi mejor amiga Martina, experta en hombres.

"Mirá Cali" empezó, mientras sacaba un pucho del paquete que escondía en su mochila del colegio. "Te lo vengo diciendo hace meses, si no cogen bien el se va a buscar a otra". Yo desesperada, no sabía qué tenían esas trolas que yo no pudiera darle. "Entregale el culo y lo vas a tener contento por meses" concluyó Martu dándole una pitada al lucky strike mentolado.

Acordamos con Joaquín que el viernes iría a dormir a su casa, donde solíamos coger ya que había más intimidad que en la mía. Mi madre estaba demasiado ocupada como para notar que su hija hizo tres días de dieta líquida, y junto al lavaje improvisado que Marti me hizo la tarde previa al encuentro, me aseguré de que no se me escaparía ninguna sorpresa desagradable.

Me vi obligada a rechazar la cena de mi entonces suegra, por miedo a arruinar el plan perfecto. Acabada la sobremesa, acompañada de un partido de Boca cuyos goles festejé abrazada a mi suegro (éramos los únicos bosteros en una casa de racinguistas), Joaco me abrazo por la cintura y, con una sutil caricia, me obligó a mentir. "fua, estoy agotada" fingí frente a mis suegros y me despedí para subir al cuarto.

Martina me había prestado un conjunto sexy porque yo en ese momento no tenía ninguno. Sin embargo, aunque seamos del mismo tamaño en cuanto a culo, yo siempre tuve más busto por lo que mis pomelos estaban reventando dentro del corpiño verde agua. Me desvesti en silencio, agradeciendo mentalmente a Martu por salvar mi relación, y únicamente con la ropa interior me acosté en la cama esperando a mi chico

Joaquín entró al cuarto, cerró con llave y se tiró arriba mío como desesperado. Con mi mejor cara de perra, susurré a su oído "hoy te doy la colita". Su pija no era muy gorda, pero Martu me dijo que se sienten el doble de grandes cuando están en la cola, por lo que empecé a chuparla con ganas intentando dejarla lo más lubricada posible

Se ve que notó mis esfuerzos porque me miró, con una mirada de apoyo, y dijo "tengo la crema hinds de mamá, si me ayuda con la paja seguro ayuda con esto. Si no, voy a la cocina y busco manteca". La sola idea de imaginar a mi novio pasándome una barra de manteca fría por el anillo de atrás me repugnaba, por lo que preferí la crema humectante. Sin embargo hay un factor que no tuve en cuenta: la crema absorbe muy rápido

Los dedos de mi novio ya estaban jugando con mi ano cuando la crema dejo de hacer efecto por lo que debi resignar mí dignidad en pos de un buen anal. Joaquín corrió a la cocina en busca de un pan de manteca, que empezó a untar con suavidad por las paredes de mi culo. Otro poco colocó en su pija, cubierta por el condón, dando unos masajes, y metió el glande

Como la mayoría de mi público són hombres heterosexuales, no va a entender la sensación entre placentera y trágica que implica el sexo anal en una mujer. Cuando el agujero se relajó lo suficiente, masajes con manteca mediante, el dolor empezó a desaparecer y descubrí que no era tan malo. Joaco me agarraba firmemente de las nalgas y sonreía, feliz de ser el primero en usar mí puerta trasera

Nunca fui muy adicta al gemido exagerado, así que para estimularlo sólo soltaba unos tímidos "ahh" y "mmm" que parecían bastar. Cada tanto, mi puta interna me llevaba a decir "rompele el culo a tu novia" o "te gusta hacerme la cola?" Pero sacando eso, fue un polvo silencioso. Lógicamente en un agujero tan estrecho, la esperanza de durar más de 15min era poca, por lo que sin previo aviso acabó dentro del preservativo en mi culo.

Cuando finalizó, sacó con cuidado su pija del recién abierto orificio. Hizo un nudo al condón y se dirigió al baño a tirarlo mientras yo me ponía mí ropa interior nuevamente. Un dolor punzante me invadió y venía de mí culo, pero no me molesté. Estaba tan enojada por no haber acabado que no le preste atención.

Cuando Joaquín me abrazaba esa noche, tomé dos decisiones que mantengo hasta el día de hoy:
Primero, nunca dejar al hombre acabar antes que yo. Segundo, meterme todo lo posible en el culo para tenerlo dilatado. En ese entonces no tenía dildos, y los dedos no me servían, entonces empecé a frecuentar amigos con los que nunca había estado antes. Si entregaba el culo a otros para estar mejor para Joaco, no era infidelidad, pensé. Lástima que le terminé agarrando el gusto a eso de estar con otros.

En resumen, mi primer anal se baso en manteca y me llevó a ser la perra insaciable e infiel que soy hoy. Espero que les haya gustado mi relato, es una celebración por los cien seguidores en Twitter donde estoy más activa y respondo más que acá. Si les gustan esta clase de relatos, tal vez haga un par exclusivos para allá.

Les gustó mí primer anal? Que opinan? Los leo, gracias por el apoyo

Cali 😉