Encuentro
Elhombre no se puede decir que hubiera tenido un buen día. Por la mañana, antesde salir de casa, había discutido con su mujer, al llegar al trabajo discutiócon su jefa y al recoger sus hijos del colegio discutió con ellos. No se puede decirque su día hubiera sido perfecto, más bien su día había sido una verdaderamierda. Me voy a dar una vuelta, dijo sin más explicaciones cerrando la puertatras de sí. Al cabo de caminar un rato decidió que era un buen momento paraechar un trago y entró en un local pequeño pero bien decorado. La barra, enforma de U, no era muy grande pero apenas había gente, se sentó en el taburetemás alejado de la puerta pero desde allí visualizaba todo lo que pasaba. Alhombre le gustaba tener todo bajo control, era una obsesión suya desde quetenía uso de razón, y el ver todo lo que ocurría en ese pequeño bar le dabaseguridad. Una cerveza, le dijo alcamarero, éste se la sirvió acompañada de unas aceitunas. Mientras la bebía apequeños sorbos, pensaba en todo lo que había conseguido en la vida. Tenía doshijos que le había dado su bella esposa, un trabajo con un buen sueldo, unabonita casa y un coche que no podía permitirse todo el mundo, podría decirseque tenía todo lo que cualquiera podría desear, sin embargo, no era feliz. No sabíaexactamente la razón de sentirse así.Llevaba tiempo dándole vueltas, auto psicoanalizándose y no encontraba motivoalguno para no serlo. Pero no lo era. Había conseguido todas esas cosas congran esfuerzo y trabajo y cada logro le reportaba una felicidad intensa perofugaz, que apenas saboreaba.
¿Tiene fuego? oyó de repente. Sorprendido levantóla mirada y se encontró con una mujer no demasiado alta pero de estupendo tipo.Llevaba puesto unos vaqueros ajustados y una escotada blusa blanca que hizo quesu vista se posara entre sus bien proporcionadas tetas ¿tiene fuego? volvió a repetir, ¿eh? no, no, lo siento no fumo,pero seguro que el camarero tiene, respondió él, aún preguntándose de dóndehabía salido aquella preciosa mujer de piel morena, ojos verde turquesa quecontrastaban a la perfección con sumelena lisa y larga. Da igual déjelo nose moleste, solo era una excusa para empezar hablar con Vd. su miradaperdida y melancólica me ha parecido irresistible.
La cuenta por favor.
Elhombre no se puede decir que hubiera tenido un buen día. Por la mañana, antesde salir de casa, había discutido con su mujer, al llegar al trabajo discutiócon su jefa y al recoger sus hijos del colegio discutió con ellos. No se puede decirque su día hubiera sido perfecto, más bien su día había sido una verdaderamierda. Me voy a dar una vuelta, dijo sin más explicaciones cerrando la puertatras de sí. Al cabo de caminar un rato decidió que era un buen momento paraechar un trago y entró en un local pequeño pero bien decorado. La barra, enforma de U, no era muy grande pero apenas había gente, se sentó en el taburetemás alejado de la puerta pero desde allí visualizaba todo lo que pasaba. Alhombre le gustaba tener todo bajo control, era una obsesión suya desde quetenía uso de razón, y el ver todo lo que ocurría en ese pequeño bar le dabaseguridad. Una cerveza, le dijo alcamarero, éste se la sirvió acompañada de unas aceitunas. Mientras la bebía apequeños sorbos, pensaba en todo lo que había conseguido en la vida. Tenía doshijos que le había dado su bella esposa, un trabajo con un buen sueldo, unabonita casa y un coche que no podía permitirse todo el mundo, podría decirseque tenía todo lo que cualquiera podría desear, sin embargo, no era feliz. No sabíaexactamente la razón de sentirse así.Llevaba tiempo dándole vueltas, auto psicoanalizándose y no encontraba motivoalguno para no serlo. Pero no lo era. Había conseguido todas esas cosas congran esfuerzo y trabajo y cada logro le reportaba una felicidad intensa perofugaz, que apenas saboreaba.
¿Tiene fuego? oyó de repente. Sorprendido levantóla mirada y se encontró con una mujer no demasiado alta pero de estupendo tipo.Llevaba puesto unos vaqueros ajustados y una escotada blusa blanca que hizo quesu vista se posara entre sus bien proporcionadas tetas ¿tiene fuego? volvió a repetir, ¿eh? no, no, lo siento no fumo,pero seguro que el camarero tiene, respondió él, aún preguntándose de dóndehabía salido aquella preciosa mujer de piel morena, ojos verde turquesa quecontrastaban a la perfección con sumelena lisa y larga. Da igual déjelo nose moleste, solo era una excusa para empezar hablar con Vd. su miradaperdida y melancólica me ha parecido irresistible.
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