Las putas
En ese tiempo la juventud era elástica y la piel tenía lisos los esquemas. Lo doloroso era la pieza con esa cama horrible.Las paredes mal pintadas. La puerta sucia que les aislaba de la realidad y ocultaba el tráfico de carnes y sudores. Ella lo hizo pasar. La luz cegadora de un tubo fluorescente, iluminó su cuerpo moreno. Estaba ligeramente ebria. No era posible vender el alma sin alcohol anestesiándola. Se desnudó sin poses ni maneras seductoras. Se exhibió con la mirada gacha. Mercadería barata. Unos ojos felinos la devoraron, acercándose a ella. Sopesando la firmeza de sus nalgas, con manos callosas y curtidas. Besando torpemente la curva de su cuello que tan poco sabía de amores. Aferrando sus pechos pequeños. Pellizcando sus pezones oscuros y asustados. Vomitando lujuria con cada respiro agitado. Ella inerme. Quieta. Se dejaba. Cobró para eso. Para dejarse. Hacer y deshacer.Excepto para besos en la boca. Las putas no besaban. Eso dijo la madama. Y no tardó en entender el porqué. Él tomó su mano y la obligó a rodear su verga dura y apurada. "Agarrala como si te gustará" Un temblor los recorrió a ambos. Empezaba la danza de la muerte dentro de su vientre. "Tocame"demandó él. Trató de actuar el deseo. De aparentar ganas. Después de todo, él solo olía a cerveza y a cigarrillo. Podría haber sido peor. Lo sabía. Las otras le habían dicho. Lo masturbó torpemente. En su cabeza desfilaron los rostros de sus hijos. A él le importaba sólo el placer. "Arrodillate"."Mírame" Ella fingió no escuchar. Lo feló con los ojos cerrados. Con los labios secos. Y la garganta soportando el aullido de estar a punto deromperse en veinte mil pedazos. "Ponete en cuatro" Y ella se se subió a la cama. Una cortina de cabello renegrido siendo su velo virginal. Trató de cogerla. Ella estaba seca. Su sexo era un desierto sin oasis. Escupió en su mano y la lubricó. Su cuerpo tensionado. Él empujando. Estaba apretada. Le hacia doler la pija. A ella más. El dolor de adentro. El que las putas no contaron nunca. El que rompió todo lo que creyó saber. Sin fuerza para aparentar profesionalismo, largó el sollozo. Un ovillo de carne y hueso en ese antro. Mocos y espasmos. El rímmel corrido. Explicarle como pudo, que era su primera vez cobrando y su primera vez después del infeliz al que su madre la vendió con solo 13 años. El tipo la acarició despacio. No dijo nada. Cuando golpearon la puerta, él se vistió y dejó unos billetes. La transacción había terminado. Esa noche su corazón comenzaría a contabilizar el rosario de otros tantos que la cogerían sin forro y sin cuidado. Se lavó la boca. Limpió el maquillaje corrido. Gastó esos billetes en el whisky barato del prostíbulo.Olvido amargo para Hombres-pija fagocitandola. A ella y a las demás. Muchas noches para ver nacer en su vientre las ganas de no ser nunca más una mujer.
En ese tiempo la juventud era elástica y la piel tenía lisos los esquemas. Lo doloroso era la pieza con esa cama horrible.Las paredes mal pintadas. La puerta sucia que les aislaba de la realidad y ocultaba el tráfico de carnes y sudores. Ella lo hizo pasar. La luz cegadora de un tubo fluorescente, iluminó su cuerpo moreno. Estaba ligeramente ebria. No era posible vender el alma sin alcohol anestesiándola. Se desnudó sin poses ni maneras seductoras. Se exhibió con la mirada gacha. Mercadería barata. Unos ojos felinos la devoraron, acercándose a ella. Sopesando la firmeza de sus nalgas, con manos callosas y curtidas. Besando torpemente la curva de su cuello que tan poco sabía de amores. Aferrando sus pechos pequeños. Pellizcando sus pezones oscuros y asustados. Vomitando lujuria con cada respiro agitado. Ella inerme. Quieta. Se dejaba. Cobró para eso. Para dejarse. Hacer y deshacer.Excepto para besos en la boca. Las putas no besaban. Eso dijo la madama. Y no tardó en entender el porqué. Él tomó su mano y la obligó a rodear su verga dura y apurada. "Agarrala como si te gustará" Un temblor los recorrió a ambos. Empezaba la danza de la muerte dentro de su vientre. "Tocame"demandó él. Trató de actuar el deseo. De aparentar ganas. Después de todo, él solo olía a cerveza y a cigarrillo. Podría haber sido peor. Lo sabía. Las otras le habían dicho. Lo masturbó torpemente. En su cabeza desfilaron los rostros de sus hijos. A él le importaba sólo el placer. "Arrodillate"."Mírame" Ella fingió no escuchar. Lo feló con los ojos cerrados. Con los labios secos. Y la garganta soportando el aullido de estar a punto deromperse en veinte mil pedazos. "Ponete en cuatro" Y ella se se subió a la cama. Una cortina de cabello renegrido siendo su velo virginal. Trató de cogerla. Ella estaba seca. Su sexo era un desierto sin oasis. Escupió en su mano y la lubricó. Su cuerpo tensionado. Él empujando. Estaba apretada. Le hacia doler la pija. A ella más. El dolor de adentro. El que las putas no contaron nunca. El que rompió todo lo que creyó saber. Sin fuerza para aparentar profesionalismo, largó el sollozo. Un ovillo de carne y hueso en ese antro. Mocos y espasmos. El rímmel corrido. Explicarle como pudo, que era su primera vez cobrando y su primera vez después del infeliz al que su madre la vendió con solo 13 años. El tipo la acarició despacio. No dijo nada. Cuando golpearon la puerta, él se vistió y dejó unos billetes. La transacción había terminado. Esa noche su corazón comenzaría a contabilizar el rosario de otros tantos que la cogerían sin forro y sin cuidado. Se lavó la boca. Limpió el maquillaje corrido. Gastó esos billetes en el whisky barato del prostíbulo.Olvido amargo para Hombres-pija fagocitandola. A ella y a las demás. Muchas noches para ver nacer en su vientre las ganas de no ser nunca más una mujer.
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