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Perversos vecinos 2 de 2

CONTINUACION





Hola! Pasá! – me dijo con una sonrisa dándome un beso en la mejilla.


Lo primero que noté fueron como siempre sus enormes tetas que parecían querer escapar, lucía una musculosa demasiado escotada y demasiado cavada bajos los brazos, era evidente que no tenía sostén y se veía incómoda tratando de mantener todo en su lugar, en cada movimiento se bamboleaban peligrosamente, con el riesgo de escapar por el centro o por el costado, por lo que ella a cada minuto debía acomodar todo para que todo estuviera en su lugar.

Lucía unos interminables tacos altos que llamaron mi atención y un cigarrillo recién encendido entre sus largos y afinados dedos.

Me hizo sentar y casi de inmediato me ofreció de beber, frío o caliente según quisiera.

A un costado, no muy distante, estaba Adriano, haciendo dorsales en una barra amurada a la pared, elevándose una y otra vez, apenas me guiño un ojo y le contesté con un sordo ‘hola Adriano’

Mientras Paula estaba en la cocina no puede abstraerme del cuerpo de mi vecino, en su torso completamente desnudo se dibujaban a la perfección un sinfín de músculos que se marcaban una y otra vez con los esfuerzos infringidos, totalmente depilado, bronceado y transpirado en gotas que rodaban como perlas por su delicada piel. Sus piernas semi recogidas tenían un jogging amplio color gris, no pude evitar mirarle su entrepierna recordando las palabras de mi vecina de aquel día, tratando de adivinar en sus formas, cuanto de verdad y cuanto de mentira había.



Paula volvió a mi lado, aún no sabía para que me había llamado, ella tomó la palabra



Amiga seamos honestas… - ese ‘amiga’ no me gustó, puesto que solo éramos vecinas…
Te escucho…
Bueno, con mi esposo… es decir… creo que los tres somos cómplices… ya sabes… lo que pasó en la terraza…


No dije nada, que podía decir?



En ese momento, Adriano dejó de hacer ejercicios y vino hacia donde nosotras estábamos sentadas, demasiado cerca, su sexo estaba demasiado próximo a nuestros rostros, él tenía una sonrisa pintada en el rostro y me miraba fijamente, Paula sin decir nada dio la última pitada a su cigarrillo, lo apagó sobre el cenicero, estiró su mano y empezó a acariciarle la verga a su esposo, me quedé atónita, no salía del desconcierto, poco a poco se empezó a marcar un bulto creciente bajo el jogging, más y más, mis ojos no podían apartarse de su sexo que ya se notaba enorme, el mismo fue que ante mi incrédula mirada calzó sus pulgares en los elásticos de su pantalón y los bajó hasta las rodillas…



Me quedé muda, impresionada, jamás, pero jamás en mi vida me hubiera imaginado que una persona pudiera tener semejante pija, lo juro, era del tamaño de mi antebrazo, no podía dejar de mirarla fijamente, abstraída por la impresión, Paula la acariciaba de punta a punta como si fuera una mascota, su verga se fue irguiendo, y con eso haciéndose más impresionante todavía, ella estaba a pocos centímetros de donde yo estaba, se acercó, la besó y comenzó a chuparla y masturbarla con su mano libre, lentamente, en ese momento me sentía puta, inconscientemente pasé la lengua por mis labios, humedeciéndolos, muerta en deseo, creo que él lo notó puesto que se dibujó una sonrisa en sus labios, fue entonces cuando mi vecina dejando de chupar me dijo



Quieres? hay para ambas…


Seguía sin largar palabra, ella entonces empezó a lamerla a un costado, desde la base, dejando unos quince centímetros libres, Adriano estiró su mano hasta mi nuca y empezó a llevarme hacia ella, me entregué, cerré los ojos y sentí la delicada piel de su glande acariciar mis labios, abrí la boca y con esfuerzo permití su ingreso, se sintió tan rica…

El me mantenía con firmeza y hacía que su verga se incrustara casi hasta mi garganta, Paula lamía el resto, entre ambas le comíamos la enorme pija, había carne de sobra…

El me soltó, y entre las dos le lamíamos su verga de punta a punta, sabía tan rica, estaba tan necesitada, los labios de mi vecina pasaban tan cerca de los míos que me causaban raros escalofríos, su sabor era exquisito, me perdía en placer, Adriano de pronto volvió a tomarme por detrás de mi cabeza y empujó profundo, más profundo, tanto que no pude evitar rechazarlo y empezar a toser atragantada, Paula soltó una carcajada y me dijo


Perversos vecinos 2 de 2


Tranquila, tranquila, es solo saber relajar los músculos de la garganta y aprender a respirar, mira, te enseño…


Aun con los ojos cubiertos en lágrimas pude ver como mi compañera comenzaba a empujar la verga de su esposo, adentro, más adentro, poco a poco fue desapareciendo, su garganta pareció ensancharse, sentí una loca envidia cuando todo desapareció a mi vista y aun le sobraba para estirar la lengua y lamerle los testículos, una y otra vez…

Al fin Paula dejó de hacer esa envidiable garganta profunda y me dijo



Ves? Es fácil!


Entonces ella tomó mi nuca y me llevó nuevamente hacia su esposo, pero su verga volvió a topar con premura en mi garganta, apenas podía respirar, ellos lo comprendieron, y mi vecina entonces masturbó con ritmo la parte del tronco que quedaba afuera, ritmo, ritmo, más ritmo, debía detenerlo, pero no podía, la mano que me apretaba la nuca era una perfecta excusa…

Mis manos estaban como clavadas en las piernas musculadas de Adriano, de pronto comenzaron a contraerse, fue lo primero que sentí, debí retirarme, me daría asco, pero estaba como paralizada, cerré los ojos, su verga se endureció más, se contrajo, al fin…

Un certero disparo de placentero y exquisito semen invadió mi boca, algo fue directo a mi garganta, otra parte recorrió mis muelas, mi lengua, otro disparo, y otro, el placer de ese amargor especial, era tanto que empezó a escapar por mis labios, no podía respirar…



Al fin me zafé para tomar aire, con la boca entreabierta, la leche chorreó por mis labios, por mi pera, había sido demasiado… sentí mi concha hervir, miré a mi vecina, su pecho izquierdo había escapado de la remera, y se pezón resaltaba a mi vista, solo pude apenas mirar, Paula me sorprendió con un terrible beso de lengua que me hizo enloquecer, jamás había besado a una mujer, debí separarla pero solo la dejé hacer, una locura, me besó, me besó y me volvió a besar, pareció querer compartir los restos de semen que aun chorreaban por mi rostro.

Tomó mis manos y las puso en sus pechos, preguntó



Te gustan? Puedo adivinar que siempre te gustaron…


Se acercó solo un poco, fue suficiente, me zambullí entre ellos, eran como dos grandes almohadones en donde cobijarse, suaves, esponjosos, increíbles…

Me gustó lamerlos, acariciarlos, uno, otro, ambos, me sentí una sucia lesbiana pero era más fuerte que yo, placentero, exquisito, sus pezones se elevaban respondiendo a mi lengua ensalivada, estaba perdida, adoré esa perfección, envidiable, era tentador a tomar una siesta en medio de ellos…



Adriano me separó de golpe, quedé con el sentimiento de una beba que se amamanta y es destetada, a un costado, él tomó entre sus manos la remera de Paula y la arrancó rompiéndola al medio, ahora sus pechos completamente desnudos quedaron ante mis ojos, el escupió al medio y empezó a refregar su enorme verga entre ellos, ya había recuperado su rigidez, fui una espectadora de lujo, ella apretaba sus senos envolviendo la boa de su esposo.

Paula giró su cabeza en mi dirección, me miró con ojos perversos, devolví su mirada, me acerqué, abrí mi boca y fui sobre la de ella, nos comimos poco a poco, sedientas, perras, me sentía estallar por dentro, los minutos se prolongaron, los besos y las caricias también…



Mi vecino me tomó del brazo y me hizo parar a su lado, ahora era el quien me besaba profundamente mientras cogía a su esposa entre las tetas, el me rodeó y empezó a apretarme el jean que cubría mis nalgas, mis manos pecadoras se deslizaron por todo su torso aun transpirado y mis dedos ansiosos memorizaron uno por uno sus perfectos músculos, de pronto sentí en mi boca sus jadeos, miré hacia abajo, las tetas, el pecho y el cuello de Paula estaban blancos, cubiertos de esa miel masculina, creo que fue la primera vez en que tome la iniciativa y fui sobre ellos, si me habían gustado antes más me gustaban ahora bañados de semen…



Una de las manos de Adriano se coló cerca de mi ombligo tratando se soltar el botón del jean, notando sus intenciones paré con mi mano la suya y supliqué



No pudo, pará… estoy en mis días…
No importa – respondió el – algo haremos de todas maneras


Traté de detenerlo, pero mi resistencia fue muy débil y poco a poco fui cediendo, soltó el botón, bajó el cierre y tirando y tirando el jean fue cediendo, luego sacó mi bombacha y mis toallas íntimas, solo el hilo del tampón era testigo de mi estado, por el otro lado Paula me desnudaba por arriba, sentí vergüenza mostrar mis pequeñas tetas, más aun con lo que portaba mi vecina, sin embargo ella me devolvió parte de lo que le había regalado sin hacer la menor observación al respecto.

Adriano me levantó como un rey a una princesa entre sus brazos y se encaminó el dormitorio, por detrás nos siguió ella terminando de desnudarse en el camino, su vagina totalmente depilada llamó mi atención, al fin me tiró con fuerza sobre el colchón.

Me acomodó como si nada en cuatro patas, sus manos acariciaron con calor mis glúteos, se sentía tan rico… de pronto se lengua recorrió mis labios, besó mi clítoris, mi esfínter, una y otra vez, una y otra vez, ella era espectadora de todo el cuadro, noté que trató de meterme un dedo en el culo, me contraje por instinto y reclamé



Pará! qué haces?
Tranquila… te va a gustar…
Estás loco? me vas a matar con semejante pija!


Pero como siempre, mi resistencia era débil, mis ‘no’ no eran convincentes, sabía que debía evitarlo pero al mismo tiempo deseaba probarlo, rápidamente Adriano tenía la verga entre sus dedos, apuntando en mi culo, al primer intento solo logró arrancar un grito sordo, el dolor fue desgarrador, Paula se acercó y agregó lubricante y ella misma abrió mis nalgas con sus manos…

Apenas pude rogar temblorosa con un pausado y silencioso ‘no, no, no…’, pero pronto la verga monstruosa de mi vecino volvía a intentar perforarme, mi esfínter poco a poco fue cediendo, mordí con fuerza mi labio inferior con mis dientes superiores, apreté los ojos, lo sentí entrar… por Dios, que hermosa verga…

Adriano empezó a dármela por el culo, que dulce y placentero dolor, ya no podía morder mi labio inferior, en cada embate me arrancaba un gemido, me rompía el culo como en mi vida me lo habían roto…



Paula se acomodó recostada con sus piernas abiertas, su concha estaba cerca de mi rostro, comenzó a acariciarse las tetas mirándome fijamente, el seguía dándome con fuerzas por el culo, entre gemidos pude adivinar sus intenciones, no estaba dispuesta, pregunté entre jadeos…



Qué… ayyy…. esper…. ayyy… esperas…
Vamos nena… nada es gratis… tienes que dar para recibir…
Ayyy… ni lo… ayyy … sueñes…


La mano de mi vecino me tomó por la nuca y empezó a forzarme a bajar, como cuando me hizo chuparle la verga, no quería, pero él tenía demasiada fuerza, poco a poco fui cediendo, Paula tenía un sonrisa puta en su rostro, estaba cada vez más cerca, su aroma a concha nauseabunda inundó mis fosas nasales, traté de forzar la retirada pero no pude, mis labios llegaron a ella, me rendí…

Empecé a besarla, a chupársela, a lamer su clítoris, como podía, su esposo me destrozaba el culo y no podía concentrarme en todo, dejé mis prejuicios de lado e hice de su concha un apetecible manjar, llevé los dedos a mi clítoris y empecé a masturbarme…

Fue mágico, exploté en un orgasmo impresionante, infinito, perfecto… segundos más tarde el sacó la verga de mi culo y baño con leche tibia toda mi espalda, mi cráter y mis labios, para volver a enterrármela profundo en una estocada final…



Aun hirviendo en placer me concentré en seguir chupándole la concha a Paula mirando fijamente esas dos enormes moles de carne que se levantaban frente a mi vista y que ella recorría con sus manos…

Sentí la alarma de mi celular llamar mi atención, era la hora de prepararme para ir a trabajar, tuve que dejar todo en ese momento, maldije, tomé mi jean donde guardaba el aparato y mis prendas que estaban por doquier, la última imagen fue verlos basándose para seguir el juego y pedirme que cerrara la puerta al retirarme…



Pasó el Sábado y no los vi, solo me dejó el recuerdo en mi culo, desgarrado e inflamado que con gustó entregué, hoy Domingo termino de escribir mi historia, no sé cómo seguirá mañana, solo los recuerdo esperando verlos, por ahora espero que se retire mi período y me la paso aplicando una pomada antiinflamatoria en mi pobre culito…





Escríbeme con título ‘PERVERSOS VECINOS’ a dulces.placeres@live.com

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