Como todos saben, estamos en cuarentena. En mi caso me agarro en una situación muy particular, ya que justo una semana antes mi hermana Se había mudado conmigo. Les explico. Yo vivo en un departamento de tres ambientes, propiedad de mis padres, ellos tienen varias casas y cuando me independice, para darme una mano, me dejaron vivir en una de sus propiedades por un alquiler más que accesible. Eventualmente ya no aceptaron mi dinero, así que básicamente me dieron una casa. Es un departamento P.H. de tres ambientes, ubicado en un barrio periférico del conurbano bonaerense (Argentina). La verdad es que no podría pedir más, me sobra espacio, estoy bastante alejado de la zona céntrica y como trabajo desde mi casa, casi que no salgo de mi barrio.
La cuestión es que mi hermana que se llama Laura y tiene dos años menos que yo (ah, por cierto, mi nombre es Alejandro y tengo 28 años) se quedó sin lugar para vivir por motivos que voy a explicar a continuación, y dada mi situación de privilegio, mis viejos me pidieron que le hiciera un lugar hasta que ella pudiera encontrar otro lugar para vivir. Por supuesto que no me pude negar. El tema es que Laura estaba en pareja desde hacía como diez años con el mismo tipo, mi cuñado digamos. Y hacia como cuatro o cinco que se había ido a vivir con él. No sé qué paso, ella nunca nos quiso decir realmente, pero el invierno pasado tuvieron una pelea muy fuerte y se separaron de un día para otro. Laura se mudó a un departamento en el centro, ya que trabajaba a pocas cuadras de ahí y le quedaba bien. Sé que ganaba bastante, porque tenía un nivel de vida muy bueno, pero con esto de la cuarentena, perdió el trabajo y ya no pudo bancar el alquiler. Como mis viejos tenían el resto de las casas alquiladas, y eran casas grandes, no departamentos, no podían ofrecerle nada a ella, entonces me pidieron que le hiciera un lugar. Más o menos le acomode una pieza que tenía como gimnasio y bueno, se mudó acá.
Los primeros días todo empezó bien, ella respetaba mis espacios. Aunque el departamento era tan suyo como mío, en los hechos ella era la invitada, pedía permiso hasta para abrir la heladera, re ubicada. Le tenía que estar diciendo que se sirviera y dejara de pedir permiso para todo. Todo iba bien, pero de apoco empecé a darme cuenta de que ya no era lo mismo, ya no podía estar en pelotas si tenía calor, o hacerme la paja en el sillón del living, ni siquiera podía ver la tele en el cuarto sin cuidar el volumen, porque invitada o no, ahora había otra persona viviendo conmigo y cierto respeto tenía que haber. El tema es que el hecho de convivir con otra persona empezó a notarse. Tuve que ceder ciertas cosas, por ejemplo el televisor. Yo tengo un Smart de 28 pulgadas que hasta ese momento lo tenía en el cuarto, que es donde más tiempo pasaba. En la casa no había otro televisor, y mi hermana me dijo que ella no tenía uno donde vivía, de hecho me dijo que no me hiciera problema, que lo dejara en mi cuarto, pero a mí no me salía ser tan egoísta, así que una tarde lo traje al living, para que ella también pudiera ver. No sabía que estaba tan acostumbrado a dormirme viendo la tele… Y así algunos hábitos empezaron a cambiar. Me cuidaba mucho de respetar su espacio, estábamos “atrapados” acá y no sabíamos (todavía no lo sabemos) cuanto más íbamos a tener que estar juntos, así que mejor generar las condiciones para llevarnos bien. Me encontré con que ahora tenía que ponerme algo encima para ir de mi pieza al baño y había ciertos videos y películas, que ahora solo podía ver cuando Laura estaba durmiendo. Y encima tenía que tener cuidado de que el volumen estuviese lo suficientemente bajo como para que ella no lo sintiera.
Me sorprendí mucho una mañana cuando estaba mirando la tele y tomándome un café y Laura salió de su cuarto en tanga y corpiño, dijo “hola”, siguió para el baño, oí el ruido del agua corriendo, como se lavaba la cara y cepillaba los dientes, salió y entro a su cuarto. Pero enseguida volvió a salir igual que como estaba y se sentó en el sofá al lado mío como si nada.
-Queda café?
Sí, pero capaz que se enfrió, fíjate.
-OK.
O sea, me llamo la atención, ya que en general las minas son pudorosas con eso. Se levantó y fue hasta la cocina, espere que me diera la espalda y la chequee solo por instinto. Sabía que Laura estaba en forma, pero no pasábamos un verano juntos desde que éramos chicos, y hacia mil años que no la veía en maya ni nada. Eso hacía que la cosa fuera todavía menos difícil de ignorar: tenía las curvas re marcadas y su cuerpo era bastante. A todo esto, creo que es momento de que cuente un poco como es ella. Laura es una morocha de pelo ondulado, no llega a tener rulos, no sé si me explico. Sin llegar a ser una enana ,es bastante bajita. Tiene ojos grandes, siempre considere que no era nada fea de cara. El pelo le pasa a penas por debajo de los hombros, es muy risueña, “copada” decimos en Argentina, siempre está contenta. Es delgada y ahora me estoy enterando que tiene una cola más que decente y las tetas de un tamaño mucho mayor al que jamás dio la impresión viéndola vestida. Como si fuera poco, la ropa interior que usa es de esa medio transparente, se llega a translucir un poco su piel y alcanza para hacerme una idea muy precisa de cómo debe ser, lo que no se ve… Mientras camina hacia la cocina noto qué femenina es al andar, parece que un glúteo le pidiera permiso al otro antes de dar un paso. La miro hasta que se para frente a la mesada y queda de perfil, entonces vuelvo mi vista al televisor.
-Qué mirás?
(Me hago el desentendido)
-No te jode no?
¿Qué cosa?
-Esto.
Yo que sé, está bien supongo.
-Sabes lo que pasa, yo estoy acostumbrada a andar cómoda, es algo que no puedo cambiar, los primeros días trate de acostumbrarme, pero no puedo. Espero que no sea un problema para vos.
No, está bien.
-Vos también eh, hace como si yo no estuviera. Lo último que quiero encima que me das una mano, es incomodarte en tu propia casa.
La casa es de los dos.
-No, es tu casa.
Es de los dos, ya sabes.
-Es tu casa Ale, y yo vine a invadirte. A penas se termine todo esto, quédate tranquilo que me voy.
Te podes quedar todo lo que necesites. Además estas sin laburo…
-No te preocupes por eso, ni bien salgamos de esto, yo consigo trabajo fácil.
Pero va a estar jodida la cosa ahora...
-Yo consigo enseguida, quédate tranquilo.
(Me llamó la atención tanta seguridad de su parte)
Bueno joya. Pero relájate, te podes quedar todo lo que quieras. Y bueno, vamos viendo de hacer lo mejor para que los dos estemos cómodos.
-Gracias che. Te re agradezco. Lo mismo para vos, hace como si no estuviera acá. Mira que yo no tengo drama con nada. Además estoy acostumbrada a vivir con hombres, se cómo son…
¿Lo decís por mi ex cuñado?
-Claro…
-O sea, te re agradezco lo de la tele, porque si no me muero de embole. Pero vos también, hace tu vida como hacías antes, no cambies nada por mí. En serio te digo, yo no me asusto ni me voy a sorprender por nada.
Ok, ok.
Así fueron pasando los días, y luego de esa charla empecé a relajarme un poco más, obvio que no podía estar en pelotas mas allá de lo que me hubiera dicho… pero ya no me vestía para ir al baño más que con un boxer. Primero nos cruzamos una vez, después dos, y al final, salvo que hubiera mucho frio, pasaba el día en calzones viendo la tele y ella también. Después se convirtió simplemente en lo normal. Pero, pero, pero… uno tiene necesidades. Y sin poder ver a ninguna de mis amigas (ni tampoco ir de putas) empecé a acumular calentura.
Me pajeaba en el cuarto bien tarde, cosa de que ella estuviera dormida y no fuera a oír un gemido o el rebote de mis bolas al sacudírmela. Cuestión que empecé a extrañar la tele, podía ver videítos en el cel, pero no era lo mismo ni por asomo. Así que una madrugada, no aguante más y con el calzoncillo puesto, pero la verga a punto de estallar, me fui al living, me senté en el sillón, puse la tele en “mute” y pendrive de por medio, me dispuse a ver unos buenos videos de porno casero, que son mis preferidos. Con mucho cuidado saque la verga y empecé a tocarme. La calentura, más el nerviosismo que me generaba estar a una puerta de distancia de mi hermana, que podía llegar a levantarse para ir al baño o buscar algo en la cocina, hicieron que acabara enseguida, y termine con toda la leche encima. Me levante todo doblado con la pija en la mano, para no dejar caer nada, y fui al baño a lavarme. Me sentí re aliviado, literalmente me había sacado un peso de encima. Pero ese alivio no me iba a durar mucho.
Dadas las circunstancias: el encierro, el poco espacio, y más que nada el aburrimiento, como muchas otras personas, Laura decidió hacer algo de ejercicio para mantenerse en forma. Así que una hora al día, combinábamos y le dejaba el living, para que pudiera hacer lugar y hacer alguna clase de gimnasia viendo YouTube en la tele. Yo me iba al cuarto, o me quedaba viciando con el cel a un costado. Para hacer gimnasia Laura se ponía calzas y top, pero esto no terminaba de disimular su silueta, y el movimiento hacia que sus tetas y esa cola que ahora yo sabía que ella tenía, pasaran menos desapercibidas todavía. Me empecé a dar cuenta de que en diferentes momentos del día, la recordaba haciendo gimnasia, pero había algo peor: cuando conversábamos y nos hacíamos bromas y cada tanto nos dábamos algún empujón o medio que jugábamos de manos, se me paraba. Primero fue una vez y no lo asocie a ella, pero después fue todas las veces y no pude sino darme cuenta. Tenía que taparme disimuladamente, y con alguna excusa irme al baño o a mi cuarto.
Un día pensé “ya fue”, demasiado había cedido para que ella se sintiera cómoda, pero no dejaba de ser una “intrusa”. Así que se me ocurrió poner una porno en la tele grande, y bueno, si se enojaba la sacaba. Así que eso hice, pero primero, le tuve que avisar, no pude evitarlo, me parecía muy zarpado mandarme así de una.
Che Lau, espero que no te joda, si te jode decime, pero tengo muchas ganas de ver una porno.
-Ok, no hay problema.
Si queres anda a tu pieza y te aviso cuando termine.
-No es necesario, mira tranquilo, yo sigo en con mis cosas.
¿En serio no te jode?
-Para nada, mira tranquilo.
Puse algo que había bajado de xvideos, bastante normal diría, pero bueno, teniendo en cuenta que mi hermana estaba ahí a pocos centímetros, “normal” no dejaba de ser fuerte. Era un video de esos donde ni siquiera hay dialogo, van de una a los papeles… Y enseguida una tremenda morocha se estaba metiendo una verga gigante en la boca. Mi hermana como si nada. En un momento dejo de hacer lo que estaba haciendo, se sentó al lado mío, y se puso a ver el video.
La morocha en cuestión tenía unas gomas hermosas, y como para decir algo, acote:
Tremendas tetas…
Laura se quedó callada, no sabía si le había molestado el comentario, si le había parecido estúpido o si iba a levantarse e irse, pero lejos de eso, hablo:
-Te parece tetona? No son gran cosa.
Su comentario me sorprendió.
¿Que decís? Tremendas tetas tiene.
-Las hay más grandes…
Con que las tenga así alcanza para ponérmela dura de solo verla.
-Bueno…
Se levantó un poco incomoda y se fue. Mi comentario había estado de más.
Otra tarde estábamos re podridos los dos, ya habíamos estado horas con el teléfono cada uno, ya habíamos visto películas en Netflix ya estábamos podridos de todo. Así que se me ocurrió hacer algo diferente.
Che, salen unas birras?
-Dale! Estaría bueno.
Para relajarse un poco viste, ya estoy re podrido de estar encerrado.
-Mal, banca que te doy plata.
Naaaaa, deja que las compro yo.
-Pasa que yo tomo Stella nada más, las otras no me gustan, son muy amargas. Decime lo que salen, y yo te las pago, no pasa nada, en serio.
¡Ay ella, la chetita! Dejate de joder, bancame que ahora voy hasta el chino y vengo.
Bueno, fui al chino, por suerte no había cola, me traje unas cuantas latas bien heladas. Ese día el clima acompañaba y con la tele prendida pero sin darle mucha bola, empezamos a tomar y a ponernos al día un poco con nuestras vidas, porque hasta el comienzo de la cuarentena, no solíamos vernos salvo en algún cumpleaños o alguna reunión familiar.
La cerveza fue haciendo efecto en los dos… ambos en ropa interior y pasadas un par de latas, ya había quedado atrás cualquier inhibición.
-¿Che, y contame, como te bancas el encierro?
¿Y no me ves?
-No boludo, digo, hace un montón que no vemos a nadie… Vos estas de novio?
No ahora no.
-¿Pero tenes algo con alguien, digo, normalmente?
No, la verdad que hace rato que no.
-¿Ah, y como te aguantas? Digo, porque Uds son bastante calentones (riendo)
No me aguanto.
-¿Pero que, te haces la paja?
Eso también… (respondí con un poco de vergüenza)
-Ah pero entonces tenes algo…
No, te dije que no.
(Era surrealista estar alegre en el sofá, con mi hermana a pocos centímetros en ropa interior, preguntándome si me pajeaba…)
-No entiendo, no te aguantas, no tenes novia, no tenes nada, como es la cosa, explícame porque no entiendo.
Voy de putas. Ahí está. ¿Lo dije, eso querías oír?
-Jajaja, me imaginaba! Yo te veía cara de putañero a vos, de eso y de pajero, que bueno, es más o menos lo mismo.
(Eso me hizo ruido, así que pregunte)
Y como sabes vos que cara tienen los putañeros?
(Volvió a sonreír, lo que hizo imposible esta vez no percatarme de la enorme belleza de mi hermana, hizo una cara y supongo que el alcohol la llevo a hablar)
-¿Ale, viste que a mi mal no me va no?
Se.
-Vos fuiste una vez a mi departamento. A mí no me faltaba nada, y tenía todo lo mejor, hasta ahora claro.
Sí.
-Nunca te preguntaste porque me pelee con Maxi?
(Maxi era mi cuñado)
Yo que sé, cosa tuya.
-Pensa: Trabajo en el centro, de secretaria, nadie conoce el nombre de la empresa, cambio el horario seguido, cuando no tengo ganas no voy, pero trabajo en semana santa y varios feriados, nunca nadie vio un recibo de sueldo…
No entiendo nada, y eso que tiene?
-Que soy puta.
(De verdad que me quede helado)
Me estas jodiendo.
(se ríe)
-No, tarado, en serio. Soy puta.
(Me quedé mudo…)
-Ay dios! ¡Que bien se siente contárselo a alguien! No te puedo explicar!
No, me estas jodiendo.
-No tarado, ¿queres ver?
¿Qué cosa?
-Para…
-Mira, por esto me pelee con Maxi:
(Me da su celular, y en la pantalla veo una foto de ella en tangas pero con las tetas al aire… me quede pasmado.)
-Anda pasándolas.
¿Esta sos vos? (Era evidente que era ella, pero no podía salir de mi asombro. Foto tras foto, una más caliente que la otra, mi hermana en tetas, con una cara de puta que fue imposible evitar que se me parara la verga ahí mismo)
-Claro que soy yo. ¿Viste que no era tan santita como creías? (riendo)
Noooooo, te vas al carajo. No te puedo creer…
¿Maxi sabia?
-No bobo, como va a saber!? Bueno, ahora sabe, por eso nos peleamos. Un día me descuide, me olvide de borrar estas fotos, y él las vió. Ahora ya está (Vuelve a reír y toma un trago de cerveza).
¿Y que te dijo?
-Me quería matar, casi me caga a palos. Me re puteo. Pero bueh, ya fue. Igual ya no iba más lo nuestro, me aburría Ni para coger servía el idiota ese.
¿Y estas fotos están publicadas en un sitio web?
-Así no, están con mi cara difuminada. Estas son las originales.
Te zarpas Laura, de verdad que no te la puedo creer.
(vuelve a reír y hace un gesto como de creída)
-¿Viste? Vos te pensabas que eras el loquito de la familia… Che, tapate eso que se te nota.
(A todo eso, mi pija estaba que estallaba, pero era tal la conmoción que no me había dado cuenta. Morí de vergüenza, era imposible no notar el tronco y la cabeza de mi verga queriendo romper la tela de mi boxer y mostrar toda su fuerza)
Perdoname boluda! ¡No, que vergüenza...! Me quiero morir. (quería que la tierra me tragara)
-Está bien (sonriendo) no te imaginas lo acostumbrada a ver porongas que estoy.
(No pude evitar pasar de la vergüenza a la risa)
Jajajaja, te zarpas!
No, en serio que no me lo hubiera imaginado jamás...
-Bueno, ahora sabes. ¿Viste? Por eso me doy cuenta cuando veo a un pajerito como vos, te saco la ficha enseguida. Son todos iguales.
¿Mira si un día nos cruzábamos?
-No, ahí la que se muere soy yo.
¿Nunca te cruzaste un conocido?
-Sí, me paso. Por eso me tuve que cambiar de departamento un par de veces. Es una mierda. Bueno, ahora sabes porque necesitaba que me ayudes. Con esto del virus y la cuarentena, no tengo forma de ganar un peso, tengo unos ahorros, pero no sabemos cuánto más va a durar esto, y en algún momento la guita se me va acabar.
Claro…
A todo esto, se había hecho tarde, yo no terminaba de salir de mi asombro y no podía creer que ella siguiera hablándome de esto con la mayor normalidad del mundo. Entonces en un momento se paró y me dijo:
-Bueno… ya es tarde, y si sigo tomando voy a terminar mal. Mejor por hoy paramos acá ¿dale?
Pero antes de que pudiera responderle…
-Y hace algo con esto (me da dos palmaditas en la pija, por arriba del bóxer, sonriendo) que parece que estás cargadito y si no, no vas a poder dormir. Hasta mañana.
Me moría, en mis veintiocho años nunca había sentido semejante excitación. Pensé que no llegaba al baño. Entre, la saque, me pegue dos sacudones, y llene la pileta de leche. Acabe tan fuerte, que me quede exhalando intensamente varios segundos.
Me fui a acostar, pero no paraba de imaginar a mi hermana, la misma que había crecido conmigo, a la que conocía desde chica, pero ahora mayor, arrodillada, chupando pijas, siendo cogida de mil y un formas por sus clientes. ¿Le harían el culo? ¿Se dejaría? ¿O seria de las que no lo entregan? Me imaginaba todas las cosas que yo le había hecho a decenas de putas en mi vida, siendo hechas a Laura por montones de tipos, viejos, humillándola, sometiéndola, poniéndola en todo tipo de posiciones de sometimiento y realizando pedidos denigrantes, y ella accediendo por la plata… Me la imaginaba con la boca llena de leche, así como yo había dejado a tantas, por unos pesos más. Encima ahora había conocido sus tetas, en fotos, pero las había visto, no necesitaba imaginarlas, sabia como eran. Esa noche no dormí, me debo haber hecho como diez pajas Hasta quedar completamente vacío.
A la mañana siguiente, bueno... en realidad me desperté a las cinco de la tarde. Cuando me levante ella estaba en el living haciendo ejercicios.
-Se despertó el señor? (con una enorme sonrisa en su boca)
Le hice un gesto de “no me hables que estoy destruido”.
-Pudiste dormir?
Le respondí con un sonido gutural.
Entre al baño y mientras meaba, sentí que paro la música y se detuvo.
Salí, y me dirigí al living. Ella estaba de pie, esperándome.
-Tomamos mucho anoche.
Más o menos, no tanto (dije con voz cansada)
-Quería hablar con vos. Anoche te solté una bomba, era algo que me pesaba mucho y nunca se lo había dicho a nadie. Te pido perdón, tal vez no fue el momento. Justo en esta situación, que nos tenemos que seguir viendo todos los días. Quiero pedirte disculpas, estar ebria no es una excusa, yo quería hacerlo. Hace mucho que necesitaba contárselo a alguien, pero no tenía a quien, nadie que lo hubiera podido digerir. Y salió anoche, no lo planee, pero tampoco hice nada por evitarlo.
(Siguió…)
Nunca me anime a decírselo a nadie, con las chicas hablamos, pero ellas también son putas (hablo de mis compañeras ¿entendes?) y eso no alcanza porque todas estamos en la misma, pero no podía decírselo a Maxi obviamente, a mis amigas y mucho menos a nadie en la familia.
(No sabía que decirle, me quede en silencio, así que continuó)
-No sé cómo pedirte perdón, te solté una bomba y ahora tenemos que convivir vaya a saber hasta cuándo. Estoy dispuesta a hacer lo que sea necesario para que me perdones, pero creo que debemos hablar para que esta situación no sea peor de lo que ya es. No sé, poner las cosas en claro, quizás establecer alguna regla, lo que vos digas lo hare. Pero vamos a tener que seguir viéndonos las caras, así que algo hay que hacer para que ninguno de los dos este incómodo.
Hasta que por fin pude hablar yo:
No te preocupes, no estoy enojado. Si estoy sorprendido, sorprendidísimo, todavía no caigo. Pero más allá de eso, no siento otra cosa. Relajate. No tengo motivo para enojarme, es tu vida y vos haces la tuya. ¿A mí que me jode? Si a la que se cojen sos vos… (ambos reímos) Además, creeme: si hay alguien que no se va a asustar de una puta, ese soy yo.
-Lo decis en serio?
Si, o sea, te repito, no termino de salir de mi asombro, ni en mil años me hubiera imaginado que vos eras una puta. Pero bueno, lo voy a ir digiriendo, supongo. Y fuera de eso, yo he conocido montones de minas que laburan, con algunas de ellas llegue a establecer un vínculo incluso. Sé que es un laburo, distinto, pero un laburo al fin. Todas tienen hermanos, hijos, familia. Son personas, como cualquier otra.
-Gracias Ale, no sabes lo que esto significa para mí.
Relajate, ya te dije. .. Eso sí, ahora me vas a tener que contar anécdotas eh (guiñándole el ojo)
Sonríe aliviada, me agradece nuevamente y me responde
-Dale, pero otro día ok?
Si, dale.
-Gracias (me abraza)
Noto el aroma que resulta de la mezcla entre el perfume que usa y su piel. Empiezo a sentir como se va formando nuevamente una erección, ella no me suelta y es obvio que siente mi erección, no puede no hacerlo, aun así sigue abrazándome fuerte.
Perdón…
Continúa abrazandome sin emitir palabra.
-Gracias… (ignora conscientemente mi pene parado que presiona su vientre, me besa la mejilla y entonces sí, rompe el abrazo y se dirige al baño. Yo quedo en una situación imposible de evitar, me voy al cuarto y hago lo único que puedo hacer…)
Los días pasan, intentamos volver a la normalidad. No tocamos el tema, pero el tema está. Se siente incluso en silencio. De todos modos, nuestra relación sigue siendo como antes, con un poquito de vergüenza de parte de ambos, pero buena. A mi vergüenza se sumó un nuevo sentimiento: la culpa. Siento CULPA, porque ya no puedo hacerme el distraído, cada noche me toco pensando en ella. Imaginándola con sus clientes, recorriendo las infinitas situaciones que se pueden haber dado y se DEBEN HABER DADO. Recreando mis propias experiencias con prostitutas pero en la carne de Laura y sus clientes. Por momentos me doy asco… Pero no consigo pensar en otra cosa, y mucho menos dejar de tocarme. Por lo demás, la dinámica de la convivencia permanece inalterable, andamos en ropa interior los dos, compartimos al menos una comida al día. Vemos tele juntos, nos reímos, pero eso sí, no hemos vuelto a tomar alcohol, ni tampoco a tocar el tema.
Mi imaginación empieza a volar con los días, creo que era cuestión de tiempo, ahora cuando la pienso, ya no está con sus clientes, ahora está conmigo, el cliente soy yo. El morbo me consume y no puedo sacarme la idea de la cabeza: “y si le digo tal cosa… responderá que si o me mandara a la mierda? Se enojará, ¿o no le dará mayor importancia?”
La excitación empezó a ganarle la batalla a la culpa. Una mañana ya no pude más y decidí que algo iba a pasar, no sabía bien qué, pero algo iba a pasar.
Me levante más temprano que de costumbre, para estar antes que ella lo hiciera. Me prepare el café, me senté en el sofá, puse porno en el televisor, me baje solo lo suficiente el calzón, y la saque. Empecé a tocarme, pero muy lentamente, casi sin ganas. Porque no quería acabar, el plan era que ella me viera, y así fue…
Se abrió su puerta, y claramente me vio, no podía no hacerlo.
-Bueno! (dijo, como queriendo decir que no podía creer lo que estaba viendo)
Siguió camino hacia el baño, estuvo un momento, salió, se dirigió a la cocina, y se hizo algo para desayunar. Luego claramente incomoda, pero sin decir nada, se sentó en la punta del sofá y comió su desayuno, mientras revisaba su celular. En todo momento yo seguí pajeándome sin disimulo, con las gambas abiertas y la verga bien expuesta. Sabía que aunque no la mirara de frente, le era imposible no verla. El frenesí me consumía, alcance un climax que ni siquiera sabía que existía, continué hasta acabar, ahí, a centímetros de ella. Cada chorro de leche, era un orgasmo que no podía compararse con ninguno que hubiera sentido jamás, no silencie los fuertes gemidos que el placer me provoco. Me quede tirado en el sofá unos cuantos segundos, completamente relajado, con la pija y la panza enchastradas de leche, sabiendo que ella me estaba viendo. Cuando el placer acabo de irse, finalmente me incorpore y fui al baño a lavarme. Al volver, me senté nuevamente a su lado.
Perdon…
-Está bien, es tu casa. (dijo con voz ciertamente incomoda)
Tenía que hacerlo, no podía más…
-Lo sé.
Perdon Lau. Desde que viniste me venía aguantando, es decir, claro, me tocaba en el baño, o en el cuarto, pero no era lo mismo, me sentía invadido, ya antes de lo del otro día no podía más y después tuvimos esa conversación…
-Sí, ya se.
Perdoname, en serio…
-No te preocupes, en realidad sabía que esto iba a pasar antes o después, ustedes no pueden evitarlo. Yo misma a veces tengo unas ganas de que me pongan contra la pared y me re cojan, con todo esto del encierro… De todas formas, como te dije antes, estoy acostumbrada. Lo veo siempre.
Sí, pero soy yo…
-Soy una puta Alejandro, no me voy a morir porque te hagas una paja al lado mío. Si, sos mi hermano, pero sos hombre, tenes necesidades y no puedo ser tan egoísta de pedirte que te contengas en tu propia casa. Cuando te quieras hacer una paja te la haces y listo. Si no tengo ganas de estar cerca, me levanto y me voy. Punto. No me pidas más perdón.
Ok.
Si ella lo tomaba tan bien, no iba a ser yo el que le pusiera un alto a la situación. Lejos de eso, lo convertí en una rutina, cada mañana, me levantaba antes que ella, y me aseguraba de no acabar hasta que ella se sentara a mi lado, o al menos pasara dos veces cerca mío. A veces se iba a desayunar al cuarto, y esperaba un rato antes de salir, de manera de que yo ya hubiera acabado. Pero con que ella lo supiera, con que me viera al ir y venir del baño, era suficiente para acabar como si estuviera poseído. Después me lavaba y pasaba el resto del día con relativa normalidad. Continuaba observándola cuando hacia sus clases de gimnasia, ver como se le sacudían las tetas era un espectáculo imposible de despreciar. Poco a poco, volvimos a la normalidad, una normalidad que ahora incluía a Laura presente por las mañanas cuando me masturbaba, situación que ya estaba aceptada por ambos.
Sin embargo una nueva imagen se había adueñado de mi mente: la imagen de Laura bañándose tras su sesión de ejercicios. La tenía a metros, podía oír el sonido del agua de la ducha caer, sabía que ahí estaba ella, desnuda, con esas tetas perfectas (y por cierto, cien por cien naturales) que había podido ver una vez en fotos. Moría por tocarlas, anhelaba sentir su piel. Sus miradas por las mañanas ahora no eran suficientes, quería sentirla y que me sintiera. Quería saber si tenía pelo o estaba depilada, la intriga me consumía. La culpa era cada vez menor, la excitación la eclipsaba.
Así que una tarde volví a proponer una noche de cervezas, y ella acepto. Esa noche aproveche a hacerle preguntas sobre su laburo, y contarle mis propias experiencias. Para mi sorpresa, accedió sin problemas, me di cuenta de que eso también la hacía sentirse liberada, yo me había convertido en la única persona que conocía su secreto, el único al que podía contarle lo que ella hacía y sacárselo de adentro. Las cosas que había hecho, lo que había visto… Yo no paraba de asombrarme, ya no solo porque era mi hermana menor, si no porque esa línea de trabajo se presta para las situaciones más morbosas que uno pueda imaginar. Aun así nada, absolutamente nada de lo que me conto, impidió que mi calentura creciera minuto a minuto. Hablamos de las fantasías que le habían pedido, de las suyas propias, empezamos a compartir el uno con el otro, las cosas más alocadas que habíamos hecho, volvió a sorprenderme más que antes… el alcohol seguía fluyendo y barriendo con toda inhibición que pudiéramos tener, que a esas alturas ya quedaban pocas. En una me anime y me tire un lance:
Boluda, hagamos algo.
-Que (riendo)
Nadie se va a enterar jamás de lo que paso acá durante esta cuarentena. ¿Verdad?
-Claro…
Necesito ver lo que vieron tus clientes, no podes negármelo.
-Si queres verme las tetas no tengo problema.
(Moría por verle las tetas, pero dadas las circunstancias, fui por más)
Yo quiero ver todo.
-No, todo no. Las lolas está bien, pero hasta ahí.
Bueno, está bien. (Por ningún motivo iba a perderme ese espectáculo)
En menos de un segundo y con la mayor naturalidad del mundo, Laura se sacó el corpiño enfrente mío y se quedó parada ahí. Las tetas se sacudieron un momento hasta detenerse, dejando ver su bella forma de dos gotas de agua, con pezones oscuros que las hacían lucir todavía más.
Ay dios. (Me dejo sin aliento)
-Es lo que esperabas?
Es mucho más…
¿Te puedo tocar?
-No se boludo, es mucho…
¿Dale, soy yo, que tiene?
-Dejate de joder, eso sería irse al carajo. Queres tocar a tu hermana? Porque seguimos siendo hermanos viste, la cuarentena no cambia eso.
Dejamelas tocar porfis, no podes dejarme con la intriga. (Trate de hacerme el idiota, como si fuera un asunto de curiosidad y no de la calentura que me estaba consumiendo)
-Intriga de qué?
Intriga de saber cómo se sienten, si son suaves, si pesan o son livianas, intriga de todo…
-Sos re pajero. ¿Son livianas nene, ves? (se levanta las tetas con sus manos y las deja caer nuevamente)
Ay boluda por favor, déjame tocarte una aunque sea.
(Dudo por un momento y luego asintió)
-Bueno dale, así no me hinchas más. (Con tono impaciente, como quien quiere terminar con la situacion) ¡Pero ni me acerques eso eh, porque te mato! (a estas alturas mi verga no podía más y estaba dura como una roca, estado que ningún pedazo de tela iba a ocultar)
Extendí mi brazo y fue entonces que toque el cielo, su piel era la encarnacion del aroma del perfume que usaba, su teta era sorprendentemente liviana, suave, me genero algo que ninguna teta que hubiera tocado antes había causado en mí. La levante, igual que lo había hecho ella, pero esta vez con gran lentitud y suavemente la apreté hasta hundir la yema de los dedos en ella. No eran las más grandes que había visto, pero en ese momento se sentían como si fueran gigantes. Sin pedir permiso, también tome su otro seno y apreté delicadamente. No podía más, esto me superaba. Todo era una sola cosa: su aroma, su cuerpo, su sonrisa, sus tetas. No supe cómo, pero cuando me di cuenta la había abrazado y sus precioso par de tetas había quedado atrapado contra mi pecho desnudo. Mientras tanto me encontraba oliendo su cuello en un estado de puro frenesí.
-¿Para, que haces?
Cuando reaccione, Laura estaba apartándome con sus manos apoyadas en mi pecho y dando un paso atrás. Se volvió hacia el costado, tomo una lata de cerveza de la mesita del living, se sentó y bebió un sorbo. Yo estaba ahí parado, parecía que en cualquier momento mi ropa interior iba a explotar, dejando entrever mi verga erecta. Pero se puso nuevamente el corpiño y me dijo: -Ya está Alejandro, sentate.
Para…
-Ya hice lo que me pediste, cortala.
Ok. Hagamos algo.
-Qué cosa?
Bañemonos juntos, como cuando eramos chicos, te acordas?
-Vos estás loco?
¿No queres?
-Cómo voy a querer bañarme con vos, sos mi hermano boludo.
Dale Lau, va a ser re loco. La libertad total. Acordate que esto queda entre vos y yo para siempre. ¿Cuál es?
Mira para abajo y ve mi bóxer a punto de reventar.
-Que pajero que sos…
¿Entonces? ¿Nos bañamos?
De repente la actitud de Laura cambio bruscamente, fue como si se rescatara de un segundo a otro y volviéramos el tiempo atrás, al último día antes de empezar la cuarentena, cuando nada de esto había pasado.
-Para Alejandro, ya te estas yendo a la mierda, es cualquiera esto boludo. Somos hermanos.
Se levantó de apuro, y se fue en dirección a su cuarto. Ademas fue como si me leyera la mente:
-Y no me sigas…
Había sido mi primer impulso, seguirla e insistir hasta que accediera. Estaba seguro que se iba a rendir e iba a conseguir lo que quería. Si me dejaba entrar a su cuarto, poco a poco iba a ir llevando la situación a un punto sin retorno. Pero me corto menos diez, estaba claro que ella conocía a los hombres.
Esa noche no me quedo otra que clavarme una en la pieza, recurriendo a mi imaginación. Ahora era menos lo que necesitaba imaginar, ahora era más bien recordar, lo que había visto, lo que había tocado, lo que había sentido. Ahora más que nunca, estaba lejos de rendirme, muy lejos.
Me di cuenta de que no iba a ser tan fácil ni tan rápido como había creído, pero no importaba. Tenía el tiempo a mi favor, estábamos encerrados juntos. Lo que hice fue dejar que se disipara el ambiente, olvidar el asunto (en apariencia) por un tiempo. Tenía que asegurar su confianza y a la vez hacer pasar como si nada hubiera pasado, no podía cambiar demasiado mi actitud. Así que lo que hice fue bajar un cambio, hacer como si no me importara. Así que con gran esfuerzo, deje de tocarme enfrente de ella, seguía andando en bóxer, pero no pasaba de ahí. Fue como volver un poco a los primeros días de convivencia. Retomamos los temas de conversación típicos y más “normales” si se quiere. Pronto estábamos como si nunca hubiera pasado nada. Pero en mi interior, tenía la idea fija. … ella iba a ser mía.
Entonces se me ocurrió una idea, tenía que lograr involucrarla en algún tipo de juego o ejercicio en pareja, que requiriera contacto físico, ahí iba a poder dirigir la situación hacia donde quería. Pero necesitaba ser muy cuidadoso, ya me había dicho que no muy claro estando semi borracha, ahora la respuesta podía ser todavía peor. Necesitaba irla llevando, hacer que una cosa siguiera a la otra.
Una tarde, cuando terminaba su rutina de ejercicios, le dije que estaría bueno hacer algo también, para no perder el estado. Le pedí que me diera una mano, me dijo que si y me pregunto que tenía pensado. Yo tenía un par de guantes de box que me había comprado hace mil años y que nunca había usado, le dije que podíamos mirar algún tutorial en YouTube y copiar algún set de movimientos, de forma de hacer algo físico, pero que estuviera copado. Me dijo que estaba bien, que era una buena idea, porque así ella también cambiaba y no hacia siempre lo mismo. Me dijo que en ese momento estaba muy cansada y no tenía ganas, pero que al día siguiente, podíamos intentarlo. Mi plan estaba en marcha. Por la noche me dedique a buscar en la red algún videíto copado, como para engancharla. Al otro día, cuando llego el momento, ya tenía medio memorizado lo que íbamos a hacer, era bastante tranqui y fácil de copiar. Trate de mantenerme bien serio tanto como pudiera, y así empezamos a practicar unos combos de golpes y esquives. Como suele pasar cuando uno intenta algo nuevo, uno de los dos se empieza a reír, y contagia al otro. Eso fue lo que paso, en este caso fue ella, y en cinco minutos ya habíamos dejado de entrenar y estábamos jugando a pelear. Ella no podía alcanzarme la mayoría de las veces por su estatura, así que empezó a “hacer trampa” y tratar de patearme.
Ah sí eh?!
Ahí fue cuando la abrace en medio de la risa de ambos y la lance al suelo.
-Soltame!
¡Ni ahí, ahora báncatela, enana tramposa!
-No vale, vos sos más fuerte.
¿Ah viste? Entonces para que empezaste… No valía patear.
-Jajajaja, soltame!
¡No te suelto nada pendeja, ahora me las vas a pagar!
-Jajajaja, en serio, soltame. Prometo que no te hago nada.
¿Me lo prometes en serio?
-Si si.
La solté, se quitó los guantes, y enseguida se lanzó encima mío haciéndome cosquillas.
¡Para hija de puta!
-Jajajajaja. (se moría de risa, la estaba pasando bien, me hizo recordar cuando éramos chicos)
La abrace y pude controlar sus brazos, no paraba de reírse.
Sos una mentirosa, hiciste trampa otra vez.
Respondió con un gesto como diciendo “que me importa” y una sonrisa pilla. Entonces volví a sentir su aroma, ese tan suyo que no podía sacarme de la cabeza. La solté, nos levantamos del piso y nos sentamos, recuperando el aliento.
Al final siempre terminamos igual, ¿te acordas cuando éramos chicos?
-Sí, siempre me cagabas a palos…
Para algo soy el mayor.
-“El mayor”, dice… no te olvides como terminaste la última vez.
Como me voy a olvidar… Ese día casi me dejas impotente, hija de puta…
-“El mayor” se quedó tirado media hora en el piso, agarrándose los huevos, jaja.
Esa vez te fuiste al carajo, estábamos jugando.
-Vos estabas jugando, yo no.
Sí, me di cuenta de eso cuando me los pusiste en la garganta.
-Y bueno, vos me provocaste, además ya éramos grandes.
¡No éramos grandes!
-Me acuerdo porque estaba preparándome para mi fiesta. Siempre me cargabas y me pegabas. Además cuando pasaba me dabas palmadas en la cola y eso me hacía sentir re incomoda, ya no era una nena. Una amiga me dijo “si te lo vuelve a hacer, metele un manotazo en el medio de los huevos, vas a ver que tu hermano no te jode más”. Y tenía razón, no me jodiste nunca más después de eso…
Te zarpaste esa vez boluda, esa me la debes todavía…
-No te debo nada, y pórtate bien porque te doy otra, mira que estos me conocen… (me agarro por encima del bóxer e hizo un movimiento como que me los sacudía. Era sorprendente como podía hacer algo así con semejante naturalidad sin ninguna connotación sexual, al menos para ella, porque yo ya la tenía dura de nuevo.)
Che, necesitaría un ratito solo, me dejas.
-Si ya veo… vos hace lo tuyo que yo me voy a duchar.
Dale.
Laura se metió al baño, y yo me quede ahí como estaba. Me pregunto si sabría que cada segundo de esa paja pensaba en ella y no paraba de imaginar el agua cayendo sobre sus tetas y su cuerpo mojado. Supongo que sí.
De repente se abre la puerta y ella sale corriendo y cubriéndose solo con sus manos.
-Ay! ¡Me olvide la toalla!
Y así como entro al cuarto, salió, estaba vez tapándose a las apuradas con la toalla. Pero esa imagen basto para revolucionar mi cabeza de nuevo, si antes estaba caliente, ahora no podía más. Empecé a sentir la leche que subía y enseguida los bombazos, uno, dos, tres, y quede liviano sobre el sofá. Si o si tenía que esperar a que ella saliera para lavarme, así que me iba a asegurar de que me viera. Me quede con la pija a medio parar y la cabeza hacia atrás en el sillón, en un estado entre relajación y expectativa. Cuando salió, sé que me miro, pude sentirlo. Pero no dijo nada, solo que ya tenía el baño para mí. Entonces fui y me lave. Igual, estoy seguro que lo hizo a propósito.
Pasaron un par de días más y me di cuenta de que cada vez que iba a bañarse, mi hermana se olvidaba la toalla estando yo en el living (paso obligado del baño a su pieza) pero ya no se tapaba con tanto esmero digamos, pasaba rápido y eso era todo. Es como si no le importase que la viera o incluso como si lo deseara.
No podía estar seguro de si era una cosa o la otra, lo único cierto es que eso me dio pie para volver a relajarme completamente. De todas formas, iba a seguir siendo inteligente, necesitaba ir de a poco. Una tarde, decidí poner una película porno de esas donde un tipo muy potente le da con fuerza a alguna flaquita tan frágil que parece que la fuera a romper. Así que conecte el pendrive con el material elegido y en breves minutos había un negro musculoso bombeando a una rubiecita con una cara de trola que no podía más.
¿No te jode no? (pregunte, para estar seguro)
-No, todo bien. Mira tranquilo.
Y agrego:
-Además hace tanto que no veo una, que ya me da nostalgia (riéndose)
Hice como que también me causaba gracia y forcé una pequeña risa.
Mientras en la película el negro metía y sacaba la verga del cuerpo de la rubia, pude darme cuenta de que Laura también estaba mirando.
-Está dotado el muchacho…
Es un animal.
-Y ella es muy linda.
Sí.
-Es tremenda su verga…
Parece que alguien está necesitada…
-Si boludo, no doy más, desde que empezó esto que no me cogen. (No puedo explicar lo que me excito oírla hablar asi) Moriría por cambiar de lugar con ella, tener un negro bien fuerte que me rompa toda…
¿Te van los negros?
-No particularmente, pero con la calentura que tengo no le hago asco a nada. Además mira la pija que tiene, dios… (Esto era nuevo, Laura estaba claramente excitada, nunca la había visto así)
Te habrán tocado tipos dotados en tu laburo…
-Sí, quisiera tener uno ahora acá. Te juro que yo le pagaría a él.
Muchas veces te toco atender a un pijudo?
-Sí, siempre te viene alguno.
A todo esto, ella tenía la típica cara de deseo que ellas tienen justo antes de coger, los ojitos entrecerrados, la mirada relajada, su cuerpo tenido en el sofá, la vista en la pantalla. Yo seguí haciendo preguntas:
Y te gustan más, obvio.
(Ella respondió sin separar sus ojos del televisor, dirigiéndome su atención solo en segundo plano)
-No, duele.
¿En serio?
-Sí, pero ahora no me importa. Que me revienten, muero por tener una pija adentro y que me cojan toda. (Laura no tenía idea de lo que me estaba haciendo al decir esas palabras. Entonces miro despacio hacia donde ella estaba y noto que con poco disimulo, estaba frotándose la bombacha. ¡Mi hermana menor, la puta confesa, estaba tocándose a escasos centímetros de mí! Esta vez no iba a disculparme… Me deje caer sobre el respaldo del sofá, y comencé a acariciarme la pija por sobre la tela del calzon.
Me encanta cuando se cogen a una mina así toda chiquita que parece que se va a partir.
-A mí también…
Siguió…
-Lo que daría por sentarme cinco minutos arriba de una pija, que no haga nada, que se quede quieto y me deje sentarme encima suyo y moverme. Ay….
Boluda, te la llega a meter un negro así y te mata. Te rompe toda.
-Que me rompa toda, hoy me re dejo. (Estalle por dentro al oír eso)
Muy sutilmente, se comenzaron a oír gentiles gemidos. Era Laura. Me di cuenta de que esto había escalado, sabía que acabábamos de cruzar una línea.
¿Cuánto pagarías porque te cojan ahora mismo?
-Lo que sea.
¿Cuánto es lo que sea?
-Lo que me pida.
¿Y si te piden el culo?
-Se lo doy (respondió entre sus gemidos)
Un negro así te lastima toda.
-Que me haga mierda, que me parta en dos, es lo que quiero…
¿En serio se lo darías a un tipo así?
-Si… que me coja toda.
Pero te puede lastimar en serio.
-Que me la meta toda, y me choque fuerte los huevos mientras me coje… (casi susurrando, mientras frota sus labios, que ahora se notan claramente, al tener la tanga encajada muy adentro)
Se la chuparias?
-Obvio, se la como toda…
Entonces pare de hacer preguntas un momento, volví la cabeza hacia el frente, cerré mis ojos y la saque. Sabía que a esta altura ella no me iba a decir nada, ¿que podía decirme? La tenia durísima, no podía más, así que empecé a pajearme casi al lado de ella. Mientras en la pantalla, el negro seguía dándole bomba ala rubiecita, cambiando de pose de vez en cuando.
Sabía que ella me miraba, era imposible que no lo hiciera. Estaba demasiado excitada. Ella quería esto. Y no dijo una palabra.
¿Y si no tuvieras que pagarle?
-Ay, me encantaría…
¿Aunque no sea negro?
-Aunque no sea negro…
¿Y si el tipo te gusta?
-Se la trago toda, me encanta.
Yo no podía más, empecé a pajearme frenéticamente.
-Me re dejo, que me haga lo que quiera. Si me coge bien cogida, está todo bien.
-Que termine esta cuarentena, no puedo más…
Por un segundo nos miramos, mientras ambos nos tocábamos, en extremos opuestos del sofá, con los gemidos de la rubia que era penetrada por el negro en la película. Volvi mi vista a la televisión. Pero ella me hablo a mí:
-Así como la tenes vos, estaría perfecto…
¿Te parece?
-Sí, es perfecta, ni muy grande ni muy chica. Son las mejores.
Si yo no fuera tu hermano, si fuera cualquier otro, que estuviese acá en mi lugar, ¿me la chuparías?
-Si no fueras mi hermano, ya me tenías arriba tuyo, sentada sobre esa poronga hermosa que tenés, subiendo y bajando hasta que me llenes toda. Ah, y te chupaba bien esos huevos redondos tuyos…
¿En serio decis?
-Sí, muero por una pija así enterrada bien adentro.
Me voltee en su dirección, elevando mi pierna izquierda por encima del sofá y apoyándola en el respaldo, dejando así mi verga plenamente expuesta a sus ojos, la suelto para que ella pueda verla entera.
¿Te conformarías con una como esta?
-Conformarme? Te daría mi sueldo de un año… Mira cómo se te marca esa vena, por dios…
¿Y que harías?
-Que haría? Primero te la chupo toda, para ponerte loquito.
¿Pero yo ya estoy loquito, no me ves?
(se muerde el labio)
¿Me la chuparias como a un cliente?
-Mejor. Lo haría como lo hago con mis clientes vips.
Como se la chupas a un vip? (me responde con una mirada provocadora)
Me incorporo y doy dos pasos hasta estar pegado a ella, de pie, con el amigo todo duro, la cabeza bien expuesta, a escasos centímetros de su delicada boquita.
¿Como seria? Así como estoy yo, ¿o de otra forma?
-Así…
Lo veía en sus ojos, en el estado en que estaba, no iba a ser capaz de rescatarse como la otra vez, la tenía en mi poder.
Segura que se la chuparías si el chabón la tuviera así como la tengo yo?
-Si… Muy segura.
Y te dejarías coger?
-Me re dejaría.
Te dejarías coger?
-Sí, me dejaría coger toda.
Asi con la ropa puesta?
-Como el me pida.
-Tenes los huevos re hinchados Ale…
Viste?
-Si…
Ah, entonces no te dejarías si el tipo tiene los huevos hinchados.
-Si me dejo, que me coja toda.
¿Y si te pide el culo?
-Qué problema hay? Se lo doy.
Ya las palabras sobraban. Ella sabía que yo también estaba entregado. Tomo mis huevos con su delicada mano, los levanto y comenzó a pajearme con su otra manito. Ya no podía seguir provocándola. Me entregue por completo y la deje guiar. Cerré mis ojos y acaricie su suave cabecita. Y cuando creí que no se podía sentir mayor placer, sentí la humedad de sus labios apretados en la punta de mi verga. No pude evitar que se me escapara un gemido.
Ajjjjjjjjjj. Para porque te violo.
-Haceme lo que quieras, respondió en un susurro, para volver a meterse la cabeza de mi pija en la boca y esta vez, tragarla hasta la base. Me empezó a mamar la verga con una fiereza pero a la vez una suavidad que formaban una combinación que jamás antes había conocido. No cabía dudas, mi hermana era una profesional, una puta, pero una profesional al fin de cuentas.
Ay boluda!
No pude aguantar nada, la leche empezó a brotar, y pronto mi hermana tuvo la boca rebalsando en espesa leche mía. Como buena puta que era, abrió su boca y me la mostro antes de tragarla. Para hacerme saber que le gusto con una sonrisa.
-Te gusto?
Respondí con un gesto, no podía hablar.
-Ahora vamos al cuarto y me coges.
Me tomo de la mano y me llevo a su cuarto, yo completamente desnudo y con la verga a medio parar. Todavía grande, pero ya medio blanda. Ella aún conservaba puesta su ropa interior. Prendi la luz pero me ordeno apagarla.
-No, dejala asi.
Bueno.
Se quitó la ropa, y volví a ver como ese par de tetas rebotaba cuando el corpiño era removido. Parecían más grandes que la vez anterior. Estaba oscuro, pero aun así pude apreciar ese pelo en su pubis, tan finalmente cuidado. No había vuelto a entrar a esa pieza desde que ella se había instalado, había aromas muy delicados, muy de mujer, perfumes, el olor de cremas y algunos maquillajes. Esa mezcla de olores inconfundibles de donde duerme una chica. Pude también apreciar que había muchos cambios, pequeños detalles que ella había modificado. Era como entrar a un lugar distinto. Me quedo corto, ¡era como entrar en otra dimensión! ¡Tenía a una puta profesional viviendo conmigo! Más que eso, había entrado a la habitación privada de una puta, y resulta que esa puta, ¡era mi propia hermana!
-Veni. (Dijo calmadamente)
Me acerque a ella, y en medio de la oscuridad, nos besamos en la boca. Ahora entendía, la oscuridad ayudaba a hacer que aquello no fuera tan pecaminoso, al menos por un momento, al menos hasta permitirnos hacer eso que estaba prohibido. Podíamos pretender ser otros, pretender que no nos conocíamos, o que yo era tan solo otro cliente, o ella, tan solo una puta más por la que estaba pagando, o lo que fuese. Cualquier cosa, menos lo que en verdad éramos: hermano y hermana.
Mientras la besaba, volví a tocar ese seno que tan loco me había vuelto todos los días pasados. De verdad parecía más grande que la otra vez. Sus pezones estaban bien duros. Su boca era… solo puedo pensar en una palabra: magia. Su boca era magia. La multitud de sensaciones que estaba experimentando, jamás las había conocido antes, no sé si porque era ella, o porque ella era mi hermana, o porque su cuerpo era especial, o que se yo. Pero estaba a otro nivel. Mientras con una mano la sostenía de la cintura, esa marcada cintura de mujer, con la otra solté su exquisita teta, y dirigí la mano más hacia abajo, hasta su pelvis. Fue ahí que encontré el cielo. El pelo de su pubis no era como el mío, era delicado como todo en ella, era más suave, distinto. Seguí bajando, y entonces pude sentir sus labios, estaban empapados, literalmente empapados. Tenía los labios muy gruesos, sentía placer solo por tocarlos. Comencé a frotárselos, entonces su boca dejo la mía, y su mentón se apoyó en mi hombro. Comenzó a gemir con mayor intensidad y a pronunciar un “si” entre gemido y gemido. Seguí masturbándola, y los gemidos fueron cada vez más fuertes y más seguidos unos de otros. Entonces tuvo el primer orgasmo, y luego el segundo y el tercero. Seguí hasta sacarle dos más. Todavía no la había penetrado, retire mi mano, y separándome lo suficiente para que ella me viera, me lamí los dos. Tal vez no me crean si les digo que tenía sabor dulce, pero lo juro, era así. Ella tomo mi mano y lamio mis dedos que todavía conservaban algo de su propio flujo. Eso me calentó muchísimo. Volvimos a besarnos, esta vez más apasionadamente. Ella me agarro la pija y comenzó a pajearme despacio, para pronto decir en voz susurrante pero firme:
-Metemela.
Ok-
Se dio vuelta y se subió a la cama, se puso en pose perrito e insistió.
-Metemela.
Me subí de rodillas en la cama de una plaza, la tomé de la cintura, de repente parecía tan chica de cuerpo… y así sin más, hice lo que me pedía. Se la metí completa. Ella estaba tan mojada que no hubo resistencia, su concha la dejo pasar con total facilidad. Aun así pude sentir cada milímetro de su ser. Ambos gemimos. Me moví hacia atrás, casi hasta sacarla, y volví a empujar hacia adelante, con más fuerza. Empecé a ponerla y sacarla, mi hermana gemía sin parar. El sonido de mi pelvis y mis bolas chocando contra su cuerpo era muy fuerte. Afortunadamente no había nadie que pudiera oírnos, y podíamos dar rienda suelta al placer sin necesidad de contenernos en absoluto. Las tetas de Laura se sacudían igual que cualquier otro par de tetas, pero diferente a todas porque eran suyas. La tenía tomada de la cintura y dándole vergazos sin medir la fuerza. Podía oír los gemidos cada vez más sentidos de mi hermana, la tome del pelo y jale sin demasiada fuerza hacia atrás, suficiente para poder ver su cara, observar el gesto de satisfacción y deseo a la vez. Tire un poco más fuerte y esbozo un leve gemido, entendí que tenía permiso, así que tire con suficiente fuerza para hacerla doler, gimió mas fuerte, pero no se quejó. Ahora la tenía agarrada del pelo con una mano y de la cintura con la otra. Mi verga estaba experimentando todo tipo de sensaciones que no conocía hasta el momento y mi mente, mi mente simplemente estaba en otro lado…
Lau, no puedo más… (Estaba a punto de acabar otra vez)
-Si Ale, dame la leche.
¿Qué?
-Dale la leche a la hermanita.
Mi hermana termino de pronunciar esas palabras y de nuevo potentes chorros de semen brotaron de mi miembro, pero esta vez dentro de su cálido cuerpo. Gemí con tal fuerza que eran más gritos que gemidos. No importaba, nadie podía oírme. Solo ella. Laura también acabo, me di cuenta de que la intensidad de mis movimientos y gemidos la excitaban más. Cuando vacié todo lo que tenía adentro de mi hermana, deje caer mi torso sobre el de ella y la abrace con mi cabeza sobre su espalda.
-Ya vengo, me voy a lavar.
Bueno.
Me deje caer sobre un costado, ella se incorporó y salio de la habitación. Yo me quede descansando, sumido en el más absoluto placer. Me agarro un poco de sueño, la experiencia había sido tan intensa. Comenzaba a dormirme, pero de pronto algo me despertó. Tenía la pija toda enchastrada, mi hermana estaba en el baño, pero bueno, ¿ahora que más daba? Me levante y fui también a lavarme. Ella estaba frente al espejo.
-Que haces?
Me voy a lavar.
Me coloque detrás de ella, la mire a los ojos a través del espejo y le dije:
Sos tan linda.
Se sonrojo. Si, después de terminar de coger y recibir mi leche adentro, ella se sonrojo.
-Gracias.
La tomé como si no fuera ella, como si fuera alguna de mis ex novias, y le comí la boca sin pedirle ningún permiso. Ella respondió el beso. Después nos abrazamos, ella dejo caer su cabeza sobre mi hombro. Minuto después, la separo para volver a mirarse en el espejo.
-Estamos re locos…
Sí. Pero me encanta.
Ella se rio.
Amo tus tetas.
Las agarré como si me pertenecieran, de nuevo, sin pedir ningún permiso, y comencé a apretarlas, moverlas, jugar con ellas, eran preciosas. Ella comenzó a reírse otra vez.
-Me haces cosquillas!
Sos muy linda…
-Ay, gracias… (dijo acompañando sus palabras de un tono y con un gesto que demostraban ternura hacia mi)
Volví a besarla, ella reafirmo su consentimiento permitiéndolo y envolviendo mi espalda con sus brazos. Ya la tenía dura de nuevo. Me dice al oído:
-Ame como me cogiste…
Es que sos hermosa, me encantas.
-A mí me encantas vos, creciste re bien… Me encanta como la tenes, es re linda.
¿Que es lo que te gusta?
-Todo. Es linda. Me gusta cómo se te marca la vena. Me gusta el gusto que tiene, su sabor. Me gusta el color. Me gustan tus huevos, como te crecieron… Ame como me chocaban cuando me cogías.
Volvimos a fundirnos en un beso, mientras ella acariciaba mi miembro para luego ir cerrando su manito y empezar a masturbarme. Solita se puso de rodillas y me la empezó a chupar.
Si hubiera sido tu cliente, ¿lo habrías disfrutado?
-Sí, estoy segura de que cualquiera de las chicas te hubiera disfrutado.
Pero no yo digo cualquiera, digo vos. ¿Me hubieras disfrutado?
-Sí. Me hubieras vuelto loca.
Así continuamos hablando un poco más, y a los pocos minutos volvimos a la cama, a coger y hablar hasta agotar la última gota de energía que nos quedaba. Varias horas más tarde, ya habiendo terminado de aceptar la nueva realidad que empezamos a vivir, nos dedicamos unas últimas palabras antes de dormirnos en los brazos del otro.
-Ale, ¿no nos estaremos yendo un poco al carajo?
El carajo ya quedo muy atrás Laura.
En este momento ella aun duerme. Por supuesto que no se llama Laura, ni yo Alejandro.
La cuestión es que mi hermana que se llama Laura y tiene dos años menos que yo (ah, por cierto, mi nombre es Alejandro y tengo 28 años) se quedó sin lugar para vivir por motivos que voy a explicar a continuación, y dada mi situación de privilegio, mis viejos me pidieron que le hiciera un lugar hasta que ella pudiera encontrar otro lugar para vivir. Por supuesto que no me pude negar. El tema es que Laura estaba en pareja desde hacía como diez años con el mismo tipo, mi cuñado digamos. Y hacia como cuatro o cinco que se había ido a vivir con él. No sé qué paso, ella nunca nos quiso decir realmente, pero el invierno pasado tuvieron una pelea muy fuerte y se separaron de un día para otro. Laura se mudó a un departamento en el centro, ya que trabajaba a pocas cuadras de ahí y le quedaba bien. Sé que ganaba bastante, porque tenía un nivel de vida muy bueno, pero con esto de la cuarentena, perdió el trabajo y ya no pudo bancar el alquiler. Como mis viejos tenían el resto de las casas alquiladas, y eran casas grandes, no departamentos, no podían ofrecerle nada a ella, entonces me pidieron que le hiciera un lugar. Más o menos le acomode una pieza que tenía como gimnasio y bueno, se mudó acá.
Los primeros días todo empezó bien, ella respetaba mis espacios. Aunque el departamento era tan suyo como mío, en los hechos ella era la invitada, pedía permiso hasta para abrir la heladera, re ubicada. Le tenía que estar diciendo que se sirviera y dejara de pedir permiso para todo. Todo iba bien, pero de apoco empecé a darme cuenta de que ya no era lo mismo, ya no podía estar en pelotas si tenía calor, o hacerme la paja en el sillón del living, ni siquiera podía ver la tele en el cuarto sin cuidar el volumen, porque invitada o no, ahora había otra persona viviendo conmigo y cierto respeto tenía que haber. El tema es que el hecho de convivir con otra persona empezó a notarse. Tuve que ceder ciertas cosas, por ejemplo el televisor. Yo tengo un Smart de 28 pulgadas que hasta ese momento lo tenía en el cuarto, que es donde más tiempo pasaba. En la casa no había otro televisor, y mi hermana me dijo que ella no tenía uno donde vivía, de hecho me dijo que no me hiciera problema, que lo dejara en mi cuarto, pero a mí no me salía ser tan egoísta, así que una tarde lo traje al living, para que ella también pudiera ver. No sabía que estaba tan acostumbrado a dormirme viendo la tele… Y así algunos hábitos empezaron a cambiar. Me cuidaba mucho de respetar su espacio, estábamos “atrapados” acá y no sabíamos (todavía no lo sabemos) cuanto más íbamos a tener que estar juntos, así que mejor generar las condiciones para llevarnos bien. Me encontré con que ahora tenía que ponerme algo encima para ir de mi pieza al baño y había ciertos videos y películas, que ahora solo podía ver cuando Laura estaba durmiendo. Y encima tenía que tener cuidado de que el volumen estuviese lo suficientemente bajo como para que ella no lo sintiera.
Me sorprendí mucho una mañana cuando estaba mirando la tele y tomándome un café y Laura salió de su cuarto en tanga y corpiño, dijo “hola”, siguió para el baño, oí el ruido del agua corriendo, como se lavaba la cara y cepillaba los dientes, salió y entro a su cuarto. Pero enseguida volvió a salir igual que como estaba y se sentó en el sofá al lado mío como si nada.
-Queda café?
Sí, pero capaz que se enfrió, fíjate.
-OK.
O sea, me llamo la atención, ya que en general las minas son pudorosas con eso. Se levantó y fue hasta la cocina, espere que me diera la espalda y la chequee solo por instinto. Sabía que Laura estaba en forma, pero no pasábamos un verano juntos desde que éramos chicos, y hacia mil años que no la veía en maya ni nada. Eso hacía que la cosa fuera todavía menos difícil de ignorar: tenía las curvas re marcadas y su cuerpo era bastante. A todo esto, creo que es momento de que cuente un poco como es ella. Laura es una morocha de pelo ondulado, no llega a tener rulos, no sé si me explico. Sin llegar a ser una enana ,es bastante bajita. Tiene ojos grandes, siempre considere que no era nada fea de cara. El pelo le pasa a penas por debajo de los hombros, es muy risueña, “copada” decimos en Argentina, siempre está contenta. Es delgada y ahora me estoy enterando que tiene una cola más que decente y las tetas de un tamaño mucho mayor al que jamás dio la impresión viéndola vestida. Como si fuera poco, la ropa interior que usa es de esa medio transparente, se llega a translucir un poco su piel y alcanza para hacerme una idea muy precisa de cómo debe ser, lo que no se ve… Mientras camina hacia la cocina noto qué femenina es al andar, parece que un glúteo le pidiera permiso al otro antes de dar un paso. La miro hasta que se para frente a la mesada y queda de perfil, entonces vuelvo mi vista al televisor.
-Qué mirás?
(Me hago el desentendido)
-No te jode no?
¿Qué cosa?
-Esto.
Yo que sé, está bien supongo.
-Sabes lo que pasa, yo estoy acostumbrada a andar cómoda, es algo que no puedo cambiar, los primeros días trate de acostumbrarme, pero no puedo. Espero que no sea un problema para vos.
No, está bien.
-Vos también eh, hace como si yo no estuviera. Lo último que quiero encima que me das una mano, es incomodarte en tu propia casa.
La casa es de los dos.
-No, es tu casa.
Es de los dos, ya sabes.
-Es tu casa Ale, y yo vine a invadirte. A penas se termine todo esto, quédate tranquilo que me voy.
Te podes quedar todo lo que necesites. Además estas sin laburo…
-No te preocupes por eso, ni bien salgamos de esto, yo consigo trabajo fácil.
Pero va a estar jodida la cosa ahora...
-Yo consigo enseguida, quédate tranquilo.
(Me llamó la atención tanta seguridad de su parte)
Bueno joya. Pero relájate, te podes quedar todo lo que quieras. Y bueno, vamos viendo de hacer lo mejor para que los dos estemos cómodos.
-Gracias che. Te re agradezco. Lo mismo para vos, hace como si no estuviera acá. Mira que yo no tengo drama con nada. Además estoy acostumbrada a vivir con hombres, se cómo son…
¿Lo decís por mi ex cuñado?
-Claro…
-O sea, te re agradezco lo de la tele, porque si no me muero de embole. Pero vos también, hace tu vida como hacías antes, no cambies nada por mí. En serio te digo, yo no me asusto ni me voy a sorprender por nada.
Ok, ok.
Así fueron pasando los días, y luego de esa charla empecé a relajarme un poco más, obvio que no podía estar en pelotas mas allá de lo que me hubiera dicho… pero ya no me vestía para ir al baño más que con un boxer. Primero nos cruzamos una vez, después dos, y al final, salvo que hubiera mucho frio, pasaba el día en calzones viendo la tele y ella también. Después se convirtió simplemente en lo normal. Pero, pero, pero… uno tiene necesidades. Y sin poder ver a ninguna de mis amigas (ni tampoco ir de putas) empecé a acumular calentura.
Me pajeaba en el cuarto bien tarde, cosa de que ella estuviera dormida y no fuera a oír un gemido o el rebote de mis bolas al sacudírmela. Cuestión que empecé a extrañar la tele, podía ver videítos en el cel, pero no era lo mismo ni por asomo. Así que una madrugada, no aguante más y con el calzoncillo puesto, pero la verga a punto de estallar, me fui al living, me senté en el sillón, puse la tele en “mute” y pendrive de por medio, me dispuse a ver unos buenos videos de porno casero, que son mis preferidos. Con mucho cuidado saque la verga y empecé a tocarme. La calentura, más el nerviosismo que me generaba estar a una puerta de distancia de mi hermana, que podía llegar a levantarse para ir al baño o buscar algo en la cocina, hicieron que acabara enseguida, y termine con toda la leche encima. Me levante todo doblado con la pija en la mano, para no dejar caer nada, y fui al baño a lavarme. Me sentí re aliviado, literalmente me había sacado un peso de encima. Pero ese alivio no me iba a durar mucho.
Dadas las circunstancias: el encierro, el poco espacio, y más que nada el aburrimiento, como muchas otras personas, Laura decidió hacer algo de ejercicio para mantenerse en forma. Así que una hora al día, combinábamos y le dejaba el living, para que pudiera hacer lugar y hacer alguna clase de gimnasia viendo YouTube en la tele. Yo me iba al cuarto, o me quedaba viciando con el cel a un costado. Para hacer gimnasia Laura se ponía calzas y top, pero esto no terminaba de disimular su silueta, y el movimiento hacia que sus tetas y esa cola que ahora yo sabía que ella tenía, pasaran menos desapercibidas todavía. Me empecé a dar cuenta de que en diferentes momentos del día, la recordaba haciendo gimnasia, pero había algo peor: cuando conversábamos y nos hacíamos bromas y cada tanto nos dábamos algún empujón o medio que jugábamos de manos, se me paraba. Primero fue una vez y no lo asocie a ella, pero después fue todas las veces y no pude sino darme cuenta. Tenía que taparme disimuladamente, y con alguna excusa irme al baño o a mi cuarto.
Un día pensé “ya fue”, demasiado había cedido para que ella se sintiera cómoda, pero no dejaba de ser una “intrusa”. Así que se me ocurrió poner una porno en la tele grande, y bueno, si se enojaba la sacaba. Así que eso hice, pero primero, le tuve que avisar, no pude evitarlo, me parecía muy zarpado mandarme así de una.
Che Lau, espero que no te joda, si te jode decime, pero tengo muchas ganas de ver una porno.
-Ok, no hay problema.
Si queres anda a tu pieza y te aviso cuando termine.
-No es necesario, mira tranquilo, yo sigo en con mis cosas.
¿En serio no te jode?
-Para nada, mira tranquilo.
Puse algo que había bajado de xvideos, bastante normal diría, pero bueno, teniendo en cuenta que mi hermana estaba ahí a pocos centímetros, “normal” no dejaba de ser fuerte. Era un video de esos donde ni siquiera hay dialogo, van de una a los papeles… Y enseguida una tremenda morocha se estaba metiendo una verga gigante en la boca. Mi hermana como si nada. En un momento dejo de hacer lo que estaba haciendo, se sentó al lado mío, y se puso a ver el video.
La morocha en cuestión tenía unas gomas hermosas, y como para decir algo, acote:
Tremendas tetas…
Laura se quedó callada, no sabía si le había molestado el comentario, si le había parecido estúpido o si iba a levantarse e irse, pero lejos de eso, hablo:
-Te parece tetona? No son gran cosa.
Su comentario me sorprendió.
¿Que decís? Tremendas tetas tiene.
-Las hay más grandes…
Con que las tenga así alcanza para ponérmela dura de solo verla.
-Bueno…
Se levantó un poco incomoda y se fue. Mi comentario había estado de más.
Otra tarde estábamos re podridos los dos, ya habíamos estado horas con el teléfono cada uno, ya habíamos visto películas en Netflix ya estábamos podridos de todo. Así que se me ocurrió hacer algo diferente.
Che, salen unas birras?
-Dale! Estaría bueno.
Para relajarse un poco viste, ya estoy re podrido de estar encerrado.
-Mal, banca que te doy plata.
Naaaaa, deja que las compro yo.
-Pasa que yo tomo Stella nada más, las otras no me gustan, son muy amargas. Decime lo que salen, y yo te las pago, no pasa nada, en serio.
¡Ay ella, la chetita! Dejate de joder, bancame que ahora voy hasta el chino y vengo.
Bueno, fui al chino, por suerte no había cola, me traje unas cuantas latas bien heladas. Ese día el clima acompañaba y con la tele prendida pero sin darle mucha bola, empezamos a tomar y a ponernos al día un poco con nuestras vidas, porque hasta el comienzo de la cuarentena, no solíamos vernos salvo en algún cumpleaños o alguna reunión familiar.
La cerveza fue haciendo efecto en los dos… ambos en ropa interior y pasadas un par de latas, ya había quedado atrás cualquier inhibición.
-¿Che, y contame, como te bancas el encierro?
¿Y no me ves?
-No boludo, digo, hace un montón que no vemos a nadie… Vos estas de novio?
No ahora no.
-¿Pero tenes algo con alguien, digo, normalmente?
No, la verdad que hace rato que no.
-¿Ah, y como te aguantas? Digo, porque Uds son bastante calentones (riendo)
No me aguanto.
-¿Pero que, te haces la paja?
Eso también… (respondí con un poco de vergüenza)
-Ah pero entonces tenes algo…
No, te dije que no.
(Era surrealista estar alegre en el sofá, con mi hermana a pocos centímetros en ropa interior, preguntándome si me pajeaba…)
-No entiendo, no te aguantas, no tenes novia, no tenes nada, como es la cosa, explícame porque no entiendo.
Voy de putas. Ahí está. ¿Lo dije, eso querías oír?
-Jajaja, me imaginaba! Yo te veía cara de putañero a vos, de eso y de pajero, que bueno, es más o menos lo mismo.
(Eso me hizo ruido, así que pregunte)
Y como sabes vos que cara tienen los putañeros?
(Volvió a sonreír, lo que hizo imposible esta vez no percatarme de la enorme belleza de mi hermana, hizo una cara y supongo que el alcohol la llevo a hablar)
-¿Ale, viste que a mi mal no me va no?
Se.
-Vos fuiste una vez a mi departamento. A mí no me faltaba nada, y tenía todo lo mejor, hasta ahora claro.
Sí.
-Nunca te preguntaste porque me pelee con Maxi?
(Maxi era mi cuñado)
Yo que sé, cosa tuya.
-Pensa: Trabajo en el centro, de secretaria, nadie conoce el nombre de la empresa, cambio el horario seguido, cuando no tengo ganas no voy, pero trabajo en semana santa y varios feriados, nunca nadie vio un recibo de sueldo…
No entiendo nada, y eso que tiene?
-Que soy puta.
(De verdad que me quede helado)
Me estas jodiendo.
(se ríe)
-No, tarado, en serio. Soy puta.
(Me quedé mudo…)
-Ay dios! ¡Que bien se siente contárselo a alguien! No te puedo explicar!
No, me estas jodiendo.
-No tarado, ¿queres ver?
¿Qué cosa?
-Para…
-Mira, por esto me pelee con Maxi:
(Me da su celular, y en la pantalla veo una foto de ella en tangas pero con las tetas al aire… me quede pasmado.)
-Anda pasándolas.
¿Esta sos vos? (Era evidente que era ella, pero no podía salir de mi asombro. Foto tras foto, una más caliente que la otra, mi hermana en tetas, con una cara de puta que fue imposible evitar que se me parara la verga ahí mismo)
-Claro que soy yo. ¿Viste que no era tan santita como creías? (riendo)
Noooooo, te vas al carajo. No te puedo creer…
¿Maxi sabia?
-No bobo, como va a saber!? Bueno, ahora sabe, por eso nos peleamos. Un día me descuide, me olvide de borrar estas fotos, y él las vió. Ahora ya está (Vuelve a reír y toma un trago de cerveza).
¿Y que te dijo?
-Me quería matar, casi me caga a palos. Me re puteo. Pero bueh, ya fue. Igual ya no iba más lo nuestro, me aburría Ni para coger servía el idiota ese.
¿Y estas fotos están publicadas en un sitio web?
-Así no, están con mi cara difuminada. Estas son las originales.
Te zarpas Laura, de verdad que no te la puedo creer.
(vuelve a reír y hace un gesto como de creída)
-¿Viste? Vos te pensabas que eras el loquito de la familia… Che, tapate eso que se te nota.
(A todo eso, mi pija estaba que estallaba, pero era tal la conmoción que no me había dado cuenta. Morí de vergüenza, era imposible no notar el tronco y la cabeza de mi verga queriendo romper la tela de mi boxer y mostrar toda su fuerza)
Perdoname boluda! ¡No, que vergüenza...! Me quiero morir. (quería que la tierra me tragara)
-Está bien (sonriendo) no te imaginas lo acostumbrada a ver porongas que estoy.
(No pude evitar pasar de la vergüenza a la risa)
Jajajaja, te zarpas!
No, en serio que no me lo hubiera imaginado jamás...
-Bueno, ahora sabes. ¿Viste? Por eso me doy cuenta cuando veo a un pajerito como vos, te saco la ficha enseguida. Son todos iguales.
¿Mira si un día nos cruzábamos?
-No, ahí la que se muere soy yo.
¿Nunca te cruzaste un conocido?
-Sí, me paso. Por eso me tuve que cambiar de departamento un par de veces. Es una mierda. Bueno, ahora sabes porque necesitaba que me ayudes. Con esto del virus y la cuarentena, no tengo forma de ganar un peso, tengo unos ahorros, pero no sabemos cuánto más va a durar esto, y en algún momento la guita se me va acabar.
Claro…
A todo esto, se había hecho tarde, yo no terminaba de salir de mi asombro y no podía creer que ella siguiera hablándome de esto con la mayor normalidad del mundo. Entonces en un momento se paró y me dijo:
-Bueno… ya es tarde, y si sigo tomando voy a terminar mal. Mejor por hoy paramos acá ¿dale?
Pero antes de que pudiera responderle…
-Y hace algo con esto (me da dos palmaditas en la pija, por arriba del bóxer, sonriendo) que parece que estás cargadito y si no, no vas a poder dormir. Hasta mañana.
Me moría, en mis veintiocho años nunca había sentido semejante excitación. Pensé que no llegaba al baño. Entre, la saque, me pegue dos sacudones, y llene la pileta de leche. Acabe tan fuerte, que me quede exhalando intensamente varios segundos.
Me fui a acostar, pero no paraba de imaginar a mi hermana, la misma que había crecido conmigo, a la que conocía desde chica, pero ahora mayor, arrodillada, chupando pijas, siendo cogida de mil y un formas por sus clientes. ¿Le harían el culo? ¿Se dejaría? ¿O seria de las que no lo entregan? Me imaginaba todas las cosas que yo le había hecho a decenas de putas en mi vida, siendo hechas a Laura por montones de tipos, viejos, humillándola, sometiéndola, poniéndola en todo tipo de posiciones de sometimiento y realizando pedidos denigrantes, y ella accediendo por la plata… Me la imaginaba con la boca llena de leche, así como yo había dejado a tantas, por unos pesos más. Encima ahora había conocido sus tetas, en fotos, pero las había visto, no necesitaba imaginarlas, sabia como eran. Esa noche no dormí, me debo haber hecho como diez pajas Hasta quedar completamente vacío.
A la mañana siguiente, bueno... en realidad me desperté a las cinco de la tarde. Cuando me levante ella estaba en el living haciendo ejercicios.
-Se despertó el señor? (con una enorme sonrisa en su boca)
Le hice un gesto de “no me hables que estoy destruido”.
-Pudiste dormir?
Le respondí con un sonido gutural.
Entre al baño y mientras meaba, sentí que paro la música y se detuvo.
Salí, y me dirigí al living. Ella estaba de pie, esperándome.
-Tomamos mucho anoche.
Más o menos, no tanto (dije con voz cansada)
-Quería hablar con vos. Anoche te solté una bomba, era algo que me pesaba mucho y nunca se lo había dicho a nadie. Te pido perdón, tal vez no fue el momento. Justo en esta situación, que nos tenemos que seguir viendo todos los días. Quiero pedirte disculpas, estar ebria no es una excusa, yo quería hacerlo. Hace mucho que necesitaba contárselo a alguien, pero no tenía a quien, nadie que lo hubiera podido digerir. Y salió anoche, no lo planee, pero tampoco hice nada por evitarlo.
(Siguió…)
Nunca me anime a decírselo a nadie, con las chicas hablamos, pero ellas también son putas (hablo de mis compañeras ¿entendes?) y eso no alcanza porque todas estamos en la misma, pero no podía decírselo a Maxi obviamente, a mis amigas y mucho menos a nadie en la familia.
(No sabía que decirle, me quede en silencio, así que continuó)
-No sé cómo pedirte perdón, te solté una bomba y ahora tenemos que convivir vaya a saber hasta cuándo. Estoy dispuesta a hacer lo que sea necesario para que me perdones, pero creo que debemos hablar para que esta situación no sea peor de lo que ya es. No sé, poner las cosas en claro, quizás establecer alguna regla, lo que vos digas lo hare. Pero vamos a tener que seguir viéndonos las caras, así que algo hay que hacer para que ninguno de los dos este incómodo.
Hasta que por fin pude hablar yo:
No te preocupes, no estoy enojado. Si estoy sorprendido, sorprendidísimo, todavía no caigo. Pero más allá de eso, no siento otra cosa. Relajate. No tengo motivo para enojarme, es tu vida y vos haces la tuya. ¿A mí que me jode? Si a la que se cojen sos vos… (ambos reímos) Además, creeme: si hay alguien que no se va a asustar de una puta, ese soy yo.
-Lo decis en serio?
Si, o sea, te repito, no termino de salir de mi asombro, ni en mil años me hubiera imaginado que vos eras una puta. Pero bueno, lo voy a ir digiriendo, supongo. Y fuera de eso, yo he conocido montones de minas que laburan, con algunas de ellas llegue a establecer un vínculo incluso. Sé que es un laburo, distinto, pero un laburo al fin. Todas tienen hermanos, hijos, familia. Son personas, como cualquier otra.
-Gracias Ale, no sabes lo que esto significa para mí.
Relajate, ya te dije. .. Eso sí, ahora me vas a tener que contar anécdotas eh (guiñándole el ojo)
Sonríe aliviada, me agradece nuevamente y me responde
-Dale, pero otro día ok?
Si, dale.
-Gracias (me abraza)
Noto el aroma que resulta de la mezcla entre el perfume que usa y su piel. Empiezo a sentir como se va formando nuevamente una erección, ella no me suelta y es obvio que siente mi erección, no puede no hacerlo, aun así sigue abrazándome fuerte.
Perdón…
Continúa abrazandome sin emitir palabra.
-Gracias… (ignora conscientemente mi pene parado que presiona su vientre, me besa la mejilla y entonces sí, rompe el abrazo y se dirige al baño. Yo quedo en una situación imposible de evitar, me voy al cuarto y hago lo único que puedo hacer…)
Los días pasan, intentamos volver a la normalidad. No tocamos el tema, pero el tema está. Se siente incluso en silencio. De todos modos, nuestra relación sigue siendo como antes, con un poquito de vergüenza de parte de ambos, pero buena. A mi vergüenza se sumó un nuevo sentimiento: la culpa. Siento CULPA, porque ya no puedo hacerme el distraído, cada noche me toco pensando en ella. Imaginándola con sus clientes, recorriendo las infinitas situaciones que se pueden haber dado y se DEBEN HABER DADO. Recreando mis propias experiencias con prostitutas pero en la carne de Laura y sus clientes. Por momentos me doy asco… Pero no consigo pensar en otra cosa, y mucho menos dejar de tocarme. Por lo demás, la dinámica de la convivencia permanece inalterable, andamos en ropa interior los dos, compartimos al menos una comida al día. Vemos tele juntos, nos reímos, pero eso sí, no hemos vuelto a tomar alcohol, ni tampoco a tocar el tema.
Mi imaginación empieza a volar con los días, creo que era cuestión de tiempo, ahora cuando la pienso, ya no está con sus clientes, ahora está conmigo, el cliente soy yo. El morbo me consume y no puedo sacarme la idea de la cabeza: “y si le digo tal cosa… responderá que si o me mandara a la mierda? Se enojará, ¿o no le dará mayor importancia?”
La excitación empezó a ganarle la batalla a la culpa. Una mañana ya no pude más y decidí que algo iba a pasar, no sabía bien qué, pero algo iba a pasar.
Me levante más temprano que de costumbre, para estar antes que ella lo hiciera. Me prepare el café, me senté en el sofá, puse porno en el televisor, me baje solo lo suficiente el calzón, y la saque. Empecé a tocarme, pero muy lentamente, casi sin ganas. Porque no quería acabar, el plan era que ella me viera, y así fue…
Se abrió su puerta, y claramente me vio, no podía no hacerlo.
-Bueno! (dijo, como queriendo decir que no podía creer lo que estaba viendo)
Siguió camino hacia el baño, estuvo un momento, salió, se dirigió a la cocina, y se hizo algo para desayunar. Luego claramente incomoda, pero sin decir nada, se sentó en la punta del sofá y comió su desayuno, mientras revisaba su celular. En todo momento yo seguí pajeándome sin disimulo, con las gambas abiertas y la verga bien expuesta. Sabía que aunque no la mirara de frente, le era imposible no verla. El frenesí me consumía, alcance un climax que ni siquiera sabía que existía, continué hasta acabar, ahí, a centímetros de ella. Cada chorro de leche, era un orgasmo que no podía compararse con ninguno que hubiera sentido jamás, no silencie los fuertes gemidos que el placer me provoco. Me quede tirado en el sofá unos cuantos segundos, completamente relajado, con la pija y la panza enchastradas de leche, sabiendo que ella me estaba viendo. Cuando el placer acabo de irse, finalmente me incorpore y fui al baño a lavarme. Al volver, me senté nuevamente a su lado.
Perdon…
-Está bien, es tu casa. (dijo con voz ciertamente incomoda)
Tenía que hacerlo, no podía más…
-Lo sé.
Perdon Lau. Desde que viniste me venía aguantando, es decir, claro, me tocaba en el baño, o en el cuarto, pero no era lo mismo, me sentía invadido, ya antes de lo del otro día no podía más y después tuvimos esa conversación…
-Sí, ya se.
Perdoname, en serio…
-No te preocupes, en realidad sabía que esto iba a pasar antes o después, ustedes no pueden evitarlo. Yo misma a veces tengo unas ganas de que me pongan contra la pared y me re cojan, con todo esto del encierro… De todas formas, como te dije antes, estoy acostumbrada. Lo veo siempre.
Sí, pero soy yo…
-Soy una puta Alejandro, no me voy a morir porque te hagas una paja al lado mío. Si, sos mi hermano, pero sos hombre, tenes necesidades y no puedo ser tan egoísta de pedirte que te contengas en tu propia casa. Cuando te quieras hacer una paja te la haces y listo. Si no tengo ganas de estar cerca, me levanto y me voy. Punto. No me pidas más perdón.
Ok.
Si ella lo tomaba tan bien, no iba a ser yo el que le pusiera un alto a la situación. Lejos de eso, lo convertí en una rutina, cada mañana, me levantaba antes que ella, y me aseguraba de no acabar hasta que ella se sentara a mi lado, o al menos pasara dos veces cerca mío. A veces se iba a desayunar al cuarto, y esperaba un rato antes de salir, de manera de que yo ya hubiera acabado. Pero con que ella lo supiera, con que me viera al ir y venir del baño, era suficiente para acabar como si estuviera poseído. Después me lavaba y pasaba el resto del día con relativa normalidad. Continuaba observándola cuando hacia sus clases de gimnasia, ver como se le sacudían las tetas era un espectáculo imposible de despreciar. Poco a poco, volvimos a la normalidad, una normalidad que ahora incluía a Laura presente por las mañanas cuando me masturbaba, situación que ya estaba aceptada por ambos.
Sin embargo una nueva imagen se había adueñado de mi mente: la imagen de Laura bañándose tras su sesión de ejercicios. La tenía a metros, podía oír el sonido del agua de la ducha caer, sabía que ahí estaba ella, desnuda, con esas tetas perfectas (y por cierto, cien por cien naturales) que había podido ver una vez en fotos. Moría por tocarlas, anhelaba sentir su piel. Sus miradas por las mañanas ahora no eran suficientes, quería sentirla y que me sintiera. Quería saber si tenía pelo o estaba depilada, la intriga me consumía. La culpa era cada vez menor, la excitación la eclipsaba.
Así que una tarde volví a proponer una noche de cervezas, y ella acepto. Esa noche aproveche a hacerle preguntas sobre su laburo, y contarle mis propias experiencias. Para mi sorpresa, accedió sin problemas, me di cuenta de que eso también la hacía sentirse liberada, yo me había convertido en la única persona que conocía su secreto, el único al que podía contarle lo que ella hacía y sacárselo de adentro. Las cosas que había hecho, lo que había visto… Yo no paraba de asombrarme, ya no solo porque era mi hermana menor, si no porque esa línea de trabajo se presta para las situaciones más morbosas que uno pueda imaginar. Aun así nada, absolutamente nada de lo que me conto, impidió que mi calentura creciera minuto a minuto. Hablamos de las fantasías que le habían pedido, de las suyas propias, empezamos a compartir el uno con el otro, las cosas más alocadas que habíamos hecho, volvió a sorprenderme más que antes… el alcohol seguía fluyendo y barriendo con toda inhibición que pudiéramos tener, que a esas alturas ya quedaban pocas. En una me anime y me tire un lance:
Boluda, hagamos algo.
-Que (riendo)
Nadie se va a enterar jamás de lo que paso acá durante esta cuarentena. ¿Verdad?
-Claro…
Necesito ver lo que vieron tus clientes, no podes negármelo.
-Si queres verme las tetas no tengo problema.
(Moría por verle las tetas, pero dadas las circunstancias, fui por más)
Yo quiero ver todo.
-No, todo no. Las lolas está bien, pero hasta ahí.
Bueno, está bien. (Por ningún motivo iba a perderme ese espectáculo)
En menos de un segundo y con la mayor naturalidad del mundo, Laura se sacó el corpiño enfrente mío y se quedó parada ahí. Las tetas se sacudieron un momento hasta detenerse, dejando ver su bella forma de dos gotas de agua, con pezones oscuros que las hacían lucir todavía más.
Ay dios. (Me dejo sin aliento)
-Es lo que esperabas?
Es mucho más…
¿Te puedo tocar?
-No se boludo, es mucho…
¿Dale, soy yo, que tiene?
-Dejate de joder, eso sería irse al carajo. Queres tocar a tu hermana? Porque seguimos siendo hermanos viste, la cuarentena no cambia eso.
Dejamelas tocar porfis, no podes dejarme con la intriga. (Trate de hacerme el idiota, como si fuera un asunto de curiosidad y no de la calentura que me estaba consumiendo)
-Intriga de qué?
Intriga de saber cómo se sienten, si son suaves, si pesan o son livianas, intriga de todo…
-Sos re pajero. ¿Son livianas nene, ves? (se levanta las tetas con sus manos y las deja caer nuevamente)
Ay boluda por favor, déjame tocarte una aunque sea.
(Dudo por un momento y luego asintió)
-Bueno dale, así no me hinchas más. (Con tono impaciente, como quien quiere terminar con la situacion) ¡Pero ni me acerques eso eh, porque te mato! (a estas alturas mi verga no podía más y estaba dura como una roca, estado que ningún pedazo de tela iba a ocultar)
Extendí mi brazo y fue entonces que toque el cielo, su piel era la encarnacion del aroma del perfume que usaba, su teta era sorprendentemente liviana, suave, me genero algo que ninguna teta que hubiera tocado antes había causado en mí. La levante, igual que lo había hecho ella, pero esta vez con gran lentitud y suavemente la apreté hasta hundir la yema de los dedos en ella. No eran las más grandes que había visto, pero en ese momento se sentían como si fueran gigantes. Sin pedir permiso, también tome su otro seno y apreté delicadamente. No podía más, esto me superaba. Todo era una sola cosa: su aroma, su cuerpo, su sonrisa, sus tetas. No supe cómo, pero cuando me di cuenta la había abrazado y sus precioso par de tetas había quedado atrapado contra mi pecho desnudo. Mientras tanto me encontraba oliendo su cuello en un estado de puro frenesí.
-¿Para, que haces?
Cuando reaccione, Laura estaba apartándome con sus manos apoyadas en mi pecho y dando un paso atrás. Se volvió hacia el costado, tomo una lata de cerveza de la mesita del living, se sentó y bebió un sorbo. Yo estaba ahí parado, parecía que en cualquier momento mi ropa interior iba a explotar, dejando entrever mi verga erecta. Pero se puso nuevamente el corpiño y me dijo: -Ya está Alejandro, sentate.
Para…
-Ya hice lo que me pediste, cortala.
Ok. Hagamos algo.
-Qué cosa?
Bañemonos juntos, como cuando eramos chicos, te acordas?
-Vos estás loco?
¿No queres?
-Cómo voy a querer bañarme con vos, sos mi hermano boludo.
Dale Lau, va a ser re loco. La libertad total. Acordate que esto queda entre vos y yo para siempre. ¿Cuál es?
Mira para abajo y ve mi bóxer a punto de reventar.
-Que pajero que sos…
¿Entonces? ¿Nos bañamos?
De repente la actitud de Laura cambio bruscamente, fue como si se rescatara de un segundo a otro y volviéramos el tiempo atrás, al último día antes de empezar la cuarentena, cuando nada de esto había pasado.
-Para Alejandro, ya te estas yendo a la mierda, es cualquiera esto boludo. Somos hermanos.
Se levantó de apuro, y se fue en dirección a su cuarto. Ademas fue como si me leyera la mente:
-Y no me sigas…
Había sido mi primer impulso, seguirla e insistir hasta que accediera. Estaba seguro que se iba a rendir e iba a conseguir lo que quería. Si me dejaba entrar a su cuarto, poco a poco iba a ir llevando la situación a un punto sin retorno. Pero me corto menos diez, estaba claro que ella conocía a los hombres.
Esa noche no me quedo otra que clavarme una en la pieza, recurriendo a mi imaginación. Ahora era menos lo que necesitaba imaginar, ahora era más bien recordar, lo que había visto, lo que había tocado, lo que había sentido. Ahora más que nunca, estaba lejos de rendirme, muy lejos.
Me di cuenta de que no iba a ser tan fácil ni tan rápido como había creído, pero no importaba. Tenía el tiempo a mi favor, estábamos encerrados juntos. Lo que hice fue dejar que se disipara el ambiente, olvidar el asunto (en apariencia) por un tiempo. Tenía que asegurar su confianza y a la vez hacer pasar como si nada hubiera pasado, no podía cambiar demasiado mi actitud. Así que lo que hice fue bajar un cambio, hacer como si no me importara. Así que con gran esfuerzo, deje de tocarme enfrente de ella, seguía andando en bóxer, pero no pasaba de ahí. Fue como volver un poco a los primeros días de convivencia. Retomamos los temas de conversación típicos y más “normales” si se quiere. Pronto estábamos como si nunca hubiera pasado nada. Pero en mi interior, tenía la idea fija. … ella iba a ser mía.
Entonces se me ocurrió una idea, tenía que lograr involucrarla en algún tipo de juego o ejercicio en pareja, que requiriera contacto físico, ahí iba a poder dirigir la situación hacia donde quería. Pero necesitaba ser muy cuidadoso, ya me había dicho que no muy claro estando semi borracha, ahora la respuesta podía ser todavía peor. Necesitaba irla llevando, hacer que una cosa siguiera a la otra.
Una tarde, cuando terminaba su rutina de ejercicios, le dije que estaría bueno hacer algo también, para no perder el estado. Le pedí que me diera una mano, me dijo que si y me pregunto que tenía pensado. Yo tenía un par de guantes de box que me había comprado hace mil años y que nunca había usado, le dije que podíamos mirar algún tutorial en YouTube y copiar algún set de movimientos, de forma de hacer algo físico, pero que estuviera copado. Me dijo que estaba bien, que era una buena idea, porque así ella también cambiaba y no hacia siempre lo mismo. Me dijo que en ese momento estaba muy cansada y no tenía ganas, pero que al día siguiente, podíamos intentarlo. Mi plan estaba en marcha. Por la noche me dedique a buscar en la red algún videíto copado, como para engancharla. Al otro día, cuando llego el momento, ya tenía medio memorizado lo que íbamos a hacer, era bastante tranqui y fácil de copiar. Trate de mantenerme bien serio tanto como pudiera, y así empezamos a practicar unos combos de golpes y esquives. Como suele pasar cuando uno intenta algo nuevo, uno de los dos se empieza a reír, y contagia al otro. Eso fue lo que paso, en este caso fue ella, y en cinco minutos ya habíamos dejado de entrenar y estábamos jugando a pelear. Ella no podía alcanzarme la mayoría de las veces por su estatura, así que empezó a “hacer trampa” y tratar de patearme.
Ah sí eh?!
Ahí fue cuando la abrace en medio de la risa de ambos y la lance al suelo.
-Soltame!
¡Ni ahí, ahora báncatela, enana tramposa!
-No vale, vos sos más fuerte.
¿Ah viste? Entonces para que empezaste… No valía patear.
-Jajajaja, soltame!
¡No te suelto nada pendeja, ahora me las vas a pagar!
-Jajajaja, en serio, soltame. Prometo que no te hago nada.
¿Me lo prometes en serio?
-Si si.
La solté, se quitó los guantes, y enseguida se lanzó encima mío haciéndome cosquillas.
¡Para hija de puta!
-Jajajajaja. (se moría de risa, la estaba pasando bien, me hizo recordar cuando éramos chicos)
La abrace y pude controlar sus brazos, no paraba de reírse.
Sos una mentirosa, hiciste trampa otra vez.
Respondió con un gesto como diciendo “que me importa” y una sonrisa pilla. Entonces volví a sentir su aroma, ese tan suyo que no podía sacarme de la cabeza. La solté, nos levantamos del piso y nos sentamos, recuperando el aliento.
Al final siempre terminamos igual, ¿te acordas cuando éramos chicos?
-Sí, siempre me cagabas a palos…
Para algo soy el mayor.
-“El mayor”, dice… no te olvides como terminaste la última vez.
Como me voy a olvidar… Ese día casi me dejas impotente, hija de puta…
-“El mayor” se quedó tirado media hora en el piso, agarrándose los huevos, jaja.
Esa vez te fuiste al carajo, estábamos jugando.
-Vos estabas jugando, yo no.
Sí, me di cuenta de eso cuando me los pusiste en la garganta.
-Y bueno, vos me provocaste, además ya éramos grandes.
¡No éramos grandes!
-Me acuerdo porque estaba preparándome para mi fiesta. Siempre me cargabas y me pegabas. Además cuando pasaba me dabas palmadas en la cola y eso me hacía sentir re incomoda, ya no era una nena. Una amiga me dijo “si te lo vuelve a hacer, metele un manotazo en el medio de los huevos, vas a ver que tu hermano no te jode más”. Y tenía razón, no me jodiste nunca más después de eso…
Te zarpaste esa vez boluda, esa me la debes todavía…
-No te debo nada, y pórtate bien porque te doy otra, mira que estos me conocen… (me agarro por encima del bóxer e hizo un movimiento como que me los sacudía. Era sorprendente como podía hacer algo así con semejante naturalidad sin ninguna connotación sexual, al menos para ella, porque yo ya la tenía dura de nuevo.)
Che, necesitaría un ratito solo, me dejas.
-Si ya veo… vos hace lo tuyo que yo me voy a duchar.
Dale.
Laura se metió al baño, y yo me quede ahí como estaba. Me pregunto si sabría que cada segundo de esa paja pensaba en ella y no paraba de imaginar el agua cayendo sobre sus tetas y su cuerpo mojado. Supongo que sí.
De repente se abre la puerta y ella sale corriendo y cubriéndose solo con sus manos.
-Ay! ¡Me olvide la toalla!
Y así como entro al cuarto, salió, estaba vez tapándose a las apuradas con la toalla. Pero esa imagen basto para revolucionar mi cabeza de nuevo, si antes estaba caliente, ahora no podía más. Empecé a sentir la leche que subía y enseguida los bombazos, uno, dos, tres, y quede liviano sobre el sofá. Si o si tenía que esperar a que ella saliera para lavarme, así que me iba a asegurar de que me viera. Me quede con la pija a medio parar y la cabeza hacia atrás en el sillón, en un estado entre relajación y expectativa. Cuando salió, sé que me miro, pude sentirlo. Pero no dijo nada, solo que ya tenía el baño para mí. Entonces fui y me lave. Igual, estoy seguro que lo hizo a propósito.
Pasaron un par de días más y me di cuenta de que cada vez que iba a bañarse, mi hermana se olvidaba la toalla estando yo en el living (paso obligado del baño a su pieza) pero ya no se tapaba con tanto esmero digamos, pasaba rápido y eso era todo. Es como si no le importase que la viera o incluso como si lo deseara.
No podía estar seguro de si era una cosa o la otra, lo único cierto es que eso me dio pie para volver a relajarme completamente. De todas formas, iba a seguir siendo inteligente, necesitaba ir de a poco. Una tarde, decidí poner una película porno de esas donde un tipo muy potente le da con fuerza a alguna flaquita tan frágil que parece que la fuera a romper. Así que conecte el pendrive con el material elegido y en breves minutos había un negro musculoso bombeando a una rubiecita con una cara de trola que no podía más.
¿No te jode no? (pregunte, para estar seguro)
-No, todo bien. Mira tranquilo.
Y agrego:
-Además hace tanto que no veo una, que ya me da nostalgia (riéndose)
Hice como que también me causaba gracia y forcé una pequeña risa.
Mientras en la película el negro metía y sacaba la verga del cuerpo de la rubia, pude darme cuenta de que Laura también estaba mirando.
-Está dotado el muchacho…
Es un animal.
-Y ella es muy linda.
Sí.
-Es tremenda su verga…
Parece que alguien está necesitada…
-Si boludo, no doy más, desde que empezó esto que no me cogen. (No puedo explicar lo que me excito oírla hablar asi) Moriría por cambiar de lugar con ella, tener un negro bien fuerte que me rompa toda…
¿Te van los negros?
-No particularmente, pero con la calentura que tengo no le hago asco a nada. Además mira la pija que tiene, dios… (Esto era nuevo, Laura estaba claramente excitada, nunca la había visto así)
Te habrán tocado tipos dotados en tu laburo…
-Sí, quisiera tener uno ahora acá. Te juro que yo le pagaría a él.
Muchas veces te toco atender a un pijudo?
-Sí, siempre te viene alguno.
A todo esto, ella tenía la típica cara de deseo que ellas tienen justo antes de coger, los ojitos entrecerrados, la mirada relajada, su cuerpo tenido en el sofá, la vista en la pantalla. Yo seguí haciendo preguntas:
Y te gustan más, obvio.
(Ella respondió sin separar sus ojos del televisor, dirigiéndome su atención solo en segundo plano)
-No, duele.
¿En serio?
-Sí, pero ahora no me importa. Que me revienten, muero por tener una pija adentro y que me cojan toda. (Laura no tenía idea de lo que me estaba haciendo al decir esas palabras. Entonces miro despacio hacia donde ella estaba y noto que con poco disimulo, estaba frotándose la bombacha. ¡Mi hermana menor, la puta confesa, estaba tocándose a escasos centímetros de mí! Esta vez no iba a disculparme… Me deje caer sobre el respaldo del sofá, y comencé a acariciarme la pija por sobre la tela del calzon.
Me encanta cuando se cogen a una mina así toda chiquita que parece que se va a partir.
-A mí también…
Siguió…
-Lo que daría por sentarme cinco minutos arriba de una pija, que no haga nada, que se quede quieto y me deje sentarme encima suyo y moverme. Ay….
Boluda, te la llega a meter un negro así y te mata. Te rompe toda.
-Que me rompa toda, hoy me re dejo. (Estalle por dentro al oír eso)
Muy sutilmente, se comenzaron a oír gentiles gemidos. Era Laura. Me di cuenta de que esto había escalado, sabía que acabábamos de cruzar una línea.
¿Cuánto pagarías porque te cojan ahora mismo?
-Lo que sea.
¿Cuánto es lo que sea?
-Lo que me pida.
¿Y si te piden el culo?
-Se lo doy (respondió entre sus gemidos)
Un negro así te lastima toda.
-Que me haga mierda, que me parta en dos, es lo que quiero…
¿En serio se lo darías a un tipo así?
-Si… que me coja toda.
Pero te puede lastimar en serio.
-Que me la meta toda, y me choque fuerte los huevos mientras me coje… (casi susurrando, mientras frota sus labios, que ahora se notan claramente, al tener la tanga encajada muy adentro)
Se la chuparias?
-Obvio, se la como toda…
Entonces pare de hacer preguntas un momento, volví la cabeza hacia el frente, cerré mis ojos y la saque. Sabía que a esta altura ella no me iba a decir nada, ¿que podía decirme? La tenia durísima, no podía más, así que empecé a pajearme casi al lado de ella. Mientras en la pantalla, el negro seguía dándole bomba ala rubiecita, cambiando de pose de vez en cuando.
Sabía que ella me miraba, era imposible que no lo hiciera. Estaba demasiado excitada. Ella quería esto. Y no dijo una palabra.
¿Y si no tuvieras que pagarle?
-Ay, me encantaría…
¿Aunque no sea negro?
-Aunque no sea negro…
¿Y si el tipo te gusta?
-Se la trago toda, me encanta.
Yo no podía más, empecé a pajearme frenéticamente.
-Me re dejo, que me haga lo que quiera. Si me coge bien cogida, está todo bien.
-Que termine esta cuarentena, no puedo más…
Por un segundo nos miramos, mientras ambos nos tocábamos, en extremos opuestos del sofá, con los gemidos de la rubia que era penetrada por el negro en la película. Volvi mi vista a la televisión. Pero ella me hablo a mí:
-Así como la tenes vos, estaría perfecto…
¿Te parece?
-Sí, es perfecta, ni muy grande ni muy chica. Son las mejores.
Si yo no fuera tu hermano, si fuera cualquier otro, que estuviese acá en mi lugar, ¿me la chuparías?
-Si no fueras mi hermano, ya me tenías arriba tuyo, sentada sobre esa poronga hermosa que tenés, subiendo y bajando hasta que me llenes toda. Ah, y te chupaba bien esos huevos redondos tuyos…
¿En serio decis?
-Sí, muero por una pija así enterrada bien adentro.
Me voltee en su dirección, elevando mi pierna izquierda por encima del sofá y apoyándola en el respaldo, dejando así mi verga plenamente expuesta a sus ojos, la suelto para que ella pueda verla entera.
¿Te conformarías con una como esta?
-Conformarme? Te daría mi sueldo de un año… Mira cómo se te marca esa vena, por dios…
¿Y que harías?
-Que haría? Primero te la chupo toda, para ponerte loquito.
¿Pero yo ya estoy loquito, no me ves?
(se muerde el labio)
¿Me la chuparias como a un cliente?
-Mejor. Lo haría como lo hago con mis clientes vips.
Como se la chupas a un vip? (me responde con una mirada provocadora)
Me incorporo y doy dos pasos hasta estar pegado a ella, de pie, con el amigo todo duro, la cabeza bien expuesta, a escasos centímetros de su delicada boquita.
¿Como seria? Así como estoy yo, ¿o de otra forma?
-Así…
Lo veía en sus ojos, en el estado en que estaba, no iba a ser capaz de rescatarse como la otra vez, la tenía en mi poder.
Segura que se la chuparías si el chabón la tuviera así como la tengo yo?
-Si… Muy segura.
Y te dejarías coger?
-Me re dejaría.
Te dejarías coger?
-Sí, me dejaría coger toda.
Asi con la ropa puesta?
-Como el me pida.
-Tenes los huevos re hinchados Ale…
Viste?
-Si…
Ah, entonces no te dejarías si el tipo tiene los huevos hinchados.
-Si me dejo, que me coja toda.
¿Y si te pide el culo?
-Qué problema hay? Se lo doy.
Ya las palabras sobraban. Ella sabía que yo también estaba entregado. Tomo mis huevos con su delicada mano, los levanto y comenzó a pajearme con su otra manito. Ya no podía seguir provocándola. Me entregue por completo y la deje guiar. Cerré mis ojos y acaricie su suave cabecita. Y cuando creí que no se podía sentir mayor placer, sentí la humedad de sus labios apretados en la punta de mi verga. No pude evitar que se me escapara un gemido.
Ajjjjjjjjjj. Para porque te violo.
-Haceme lo que quieras, respondió en un susurro, para volver a meterse la cabeza de mi pija en la boca y esta vez, tragarla hasta la base. Me empezó a mamar la verga con una fiereza pero a la vez una suavidad que formaban una combinación que jamás antes había conocido. No cabía dudas, mi hermana era una profesional, una puta, pero una profesional al fin de cuentas.
Ay boluda!
No pude aguantar nada, la leche empezó a brotar, y pronto mi hermana tuvo la boca rebalsando en espesa leche mía. Como buena puta que era, abrió su boca y me la mostro antes de tragarla. Para hacerme saber que le gusto con una sonrisa.
-Te gusto?
Respondí con un gesto, no podía hablar.
-Ahora vamos al cuarto y me coges.
Me tomo de la mano y me llevo a su cuarto, yo completamente desnudo y con la verga a medio parar. Todavía grande, pero ya medio blanda. Ella aún conservaba puesta su ropa interior. Prendi la luz pero me ordeno apagarla.
-No, dejala asi.
Bueno.
Se quitó la ropa, y volví a ver como ese par de tetas rebotaba cuando el corpiño era removido. Parecían más grandes que la vez anterior. Estaba oscuro, pero aun así pude apreciar ese pelo en su pubis, tan finalmente cuidado. No había vuelto a entrar a esa pieza desde que ella se había instalado, había aromas muy delicados, muy de mujer, perfumes, el olor de cremas y algunos maquillajes. Esa mezcla de olores inconfundibles de donde duerme una chica. Pude también apreciar que había muchos cambios, pequeños detalles que ella había modificado. Era como entrar a un lugar distinto. Me quedo corto, ¡era como entrar en otra dimensión! ¡Tenía a una puta profesional viviendo conmigo! Más que eso, había entrado a la habitación privada de una puta, y resulta que esa puta, ¡era mi propia hermana!
-Veni. (Dijo calmadamente)
Me acerque a ella, y en medio de la oscuridad, nos besamos en la boca. Ahora entendía, la oscuridad ayudaba a hacer que aquello no fuera tan pecaminoso, al menos por un momento, al menos hasta permitirnos hacer eso que estaba prohibido. Podíamos pretender ser otros, pretender que no nos conocíamos, o que yo era tan solo otro cliente, o ella, tan solo una puta más por la que estaba pagando, o lo que fuese. Cualquier cosa, menos lo que en verdad éramos: hermano y hermana.
Mientras la besaba, volví a tocar ese seno que tan loco me había vuelto todos los días pasados. De verdad parecía más grande que la otra vez. Sus pezones estaban bien duros. Su boca era… solo puedo pensar en una palabra: magia. Su boca era magia. La multitud de sensaciones que estaba experimentando, jamás las había conocido antes, no sé si porque era ella, o porque ella era mi hermana, o porque su cuerpo era especial, o que se yo. Pero estaba a otro nivel. Mientras con una mano la sostenía de la cintura, esa marcada cintura de mujer, con la otra solté su exquisita teta, y dirigí la mano más hacia abajo, hasta su pelvis. Fue ahí que encontré el cielo. El pelo de su pubis no era como el mío, era delicado como todo en ella, era más suave, distinto. Seguí bajando, y entonces pude sentir sus labios, estaban empapados, literalmente empapados. Tenía los labios muy gruesos, sentía placer solo por tocarlos. Comencé a frotárselos, entonces su boca dejo la mía, y su mentón se apoyó en mi hombro. Comenzó a gemir con mayor intensidad y a pronunciar un “si” entre gemido y gemido. Seguí masturbándola, y los gemidos fueron cada vez más fuertes y más seguidos unos de otros. Entonces tuvo el primer orgasmo, y luego el segundo y el tercero. Seguí hasta sacarle dos más. Todavía no la había penetrado, retire mi mano, y separándome lo suficiente para que ella me viera, me lamí los dos. Tal vez no me crean si les digo que tenía sabor dulce, pero lo juro, era así. Ella tomo mi mano y lamio mis dedos que todavía conservaban algo de su propio flujo. Eso me calentó muchísimo. Volvimos a besarnos, esta vez más apasionadamente. Ella me agarro la pija y comenzó a pajearme despacio, para pronto decir en voz susurrante pero firme:
-Metemela.
Ok-
Se dio vuelta y se subió a la cama, se puso en pose perrito e insistió.
-Metemela.
Me subí de rodillas en la cama de una plaza, la tomé de la cintura, de repente parecía tan chica de cuerpo… y así sin más, hice lo que me pedía. Se la metí completa. Ella estaba tan mojada que no hubo resistencia, su concha la dejo pasar con total facilidad. Aun así pude sentir cada milímetro de su ser. Ambos gemimos. Me moví hacia atrás, casi hasta sacarla, y volví a empujar hacia adelante, con más fuerza. Empecé a ponerla y sacarla, mi hermana gemía sin parar. El sonido de mi pelvis y mis bolas chocando contra su cuerpo era muy fuerte. Afortunadamente no había nadie que pudiera oírnos, y podíamos dar rienda suelta al placer sin necesidad de contenernos en absoluto. Las tetas de Laura se sacudían igual que cualquier otro par de tetas, pero diferente a todas porque eran suyas. La tenía tomada de la cintura y dándole vergazos sin medir la fuerza. Podía oír los gemidos cada vez más sentidos de mi hermana, la tome del pelo y jale sin demasiada fuerza hacia atrás, suficiente para poder ver su cara, observar el gesto de satisfacción y deseo a la vez. Tire un poco más fuerte y esbozo un leve gemido, entendí que tenía permiso, así que tire con suficiente fuerza para hacerla doler, gimió mas fuerte, pero no se quejó. Ahora la tenía agarrada del pelo con una mano y de la cintura con la otra. Mi verga estaba experimentando todo tipo de sensaciones que no conocía hasta el momento y mi mente, mi mente simplemente estaba en otro lado…
Lau, no puedo más… (Estaba a punto de acabar otra vez)
-Si Ale, dame la leche.
¿Qué?
-Dale la leche a la hermanita.
Mi hermana termino de pronunciar esas palabras y de nuevo potentes chorros de semen brotaron de mi miembro, pero esta vez dentro de su cálido cuerpo. Gemí con tal fuerza que eran más gritos que gemidos. No importaba, nadie podía oírme. Solo ella. Laura también acabo, me di cuenta de que la intensidad de mis movimientos y gemidos la excitaban más. Cuando vacié todo lo que tenía adentro de mi hermana, deje caer mi torso sobre el de ella y la abrace con mi cabeza sobre su espalda.
-Ya vengo, me voy a lavar.
Bueno.
Me deje caer sobre un costado, ella se incorporó y salio de la habitación. Yo me quede descansando, sumido en el más absoluto placer. Me agarro un poco de sueño, la experiencia había sido tan intensa. Comenzaba a dormirme, pero de pronto algo me despertó. Tenía la pija toda enchastrada, mi hermana estaba en el baño, pero bueno, ¿ahora que más daba? Me levante y fui también a lavarme. Ella estaba frente al espejo.
-Que haces?
Me voy a lavar.
Me coloque detrás de ella, la mire a los ojos a través del espejo y le dije:
Sos tan linda.
Se sonrojo. Si, después de terminar de coger y recibir mi leche adentro, ella se sonrojo.
-Gracias.
La tomé como si no fuera ella, como si fuera alguna de mis ex novias, y le comí la boca sin pedirle ningún permiso. Ella respondió el beso. Después nos abrazamos, ella dejo caer su cabeza sobre mi hombro. Minuto después, la separo para volver a mirarse en el espejo.
-Estamos re locos…
Sí. Pero me encanta.
Ella se rio.
Amo tus tetas.
Las agarré como si me pertenecieran, de nuevo, sin pedir ningún permiso, y comencé a apretarlas, moverlas, jugar con ellas, eran preciosas. Ella comenzó a reírse otra vez.
-Me haces cosquillas!
Sos muy linda…
-Ay, gracias… (dijo acompañando sus palabras de un tono y con un gesto que demostraban ternura hacia mi)
Volví a besarla, ella reafirmo su consentimiento permitiéndolo y envolviendo mi espalda con sus brazos. Ya la tenía dura de nuevo. Me dice al oído:
-Ame como me cogiste…
Es que sos hermosa, me encantas.
-A mí me encantas vos, creciste re bien… Me encanta como la tenes, es re linda.
¿Que es lo que te gusta?
-Todo. Es linda. Me gusta cómo se te marca la vena. Me gusta el gusto que tiene, su sabor. Me gusta el color. Me gustan tus huevos, como te crecieron… Ame como me chocaban cuando me cogías.
Volvimos a fundirnos en un beso, mientras ella acariciaba mi miembro para luego ir cerrando su manito y empezar a masturbarme. Solita se puso de rodillas y me la empezó a chupar.
Si hubiera sido tu cliente, ¿lo habrías disfrutado?
-Sí, estoy segura de que cualquiera de las chicas te hubiera disfrutado.
Pero no yo digo cualquiera, digo vos. ¿Me hubieras disfrutado?
-Sí. Me hubieras vuelto loca.
Así continuamos hablando un poco más, y a los pocos minutos volvimos a la cama, a coger y hablar hasta agotar la última gota de energía que nos quedaba. Varias horas más tarde, ya habiendo terminado de aceptar la nueva realidad que empezamos a vivir, nos dedicamos unas últimas palabras antes de dormirnos en los brazos del otro.
-Ale, ¿no nos estaremos yendo un poco al carajo?
El carajo ya quedo muy atrás Laura.
En este momento ella aun duerme. Por supuesto que no se llama Laura, ni yo Alejandro.
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