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Verano inesperado con mi hermana II

La relación entre ambos siguió de la misma manera, ella actuaba totalmente normal conmigo, como si no hubiese pasado nada raro.

Luego de que Micaela partiera para su trabajo, las mañanas y tardes se me hacían eternas. Como estaba bastante aburrido, me levanté de la cama y con cuidado fui tratando de caminar y moverme por cuenta propia.

Obviamente, tuve mucho cuidado… pero quería recuperarme lo más rápido posible. Caminaba unos metros por la casa y volvía a la cama, iba teniendo más confianza de a poco.

Cada tanto recordaba lo que había sucedido la noche anterior, y dentro de mí me preguntaba si se volvería a repetir. Estaba bastante ansioso por eso y con nervios.

Ya cuando mi hermana llegó a casa por la tarde, yo estaba tumbado en mi cama.

- ¡Hola hermanito! ¿Cómo la pasaste hoy?-Me preguntó mientras se abalanzaba sobre mí para darme un beso.
- Un poco aburrido, pero me voy acostumbrando ya.
- Bueno… necesitás algo? Porque tengo poco tiempo, en un rato tengo que salir de nuevo.
- ¿Sesión de fotos nocturna?
- Si… me doy una ducha rápido y salgo.
- ¿No vas a comer nada? En la heladera hay…
- Noo, estoy bastante apurada!-Me interrumpió.

Micaela entró corriendo al baño y tras cerrarse la puerta, escuché el sonido del agua cayendo… tardó bastante poco, no más de 5 o 10 minutos. Admito que en ese momento me pregunté si la podría ver en ropa interior o algo así.

Tras cerrarse el grifo de la ducha, estaba expectante y con algunos nervios para cuando se abriera la puerta del baño.

Finalmente escuché el sonido al abrirse…

- Rafael… ¿te puedo pedir un favor?

Miré hacia allí pero mi hermana aún estaba del lado de adentro del baño. Me extrañé.

- Sí… ¿qué pasa Mica?
- Me olvidé de traerme la ropa al baño… ¿me podés alcanzar una bombacha? Están en el cajón al lado de la cama…

¿Qué? Me quedé unos segundos con la mente en blanco pero enseguida reaccioné… me senté y desde la cama podía abrir el cajón que estaba ahí al lado. Lo abrí haciendo un esfuerzo con mis débiles dedos.

En aquel cajón me encontré con todo tipo de prendas íntimas, de todos los colores posibles y formas y diseños imaginables… me quedé viendo toda esa colección pero no me decidía por ninguna.

- ¿Cualquiera?-Pregunté.
- Sí!… y en el cajón de abajo están los corpiños… alcanzame uno también, porfa.

Elegí al azar una bombacha negra que tenía cintas rosadas en los bordes, lo cerré y abrí el de abajo… lo mismo sucedía con los corpiños. Traté de buscar uno negro entre todos los que había y cuando encontré uno, me puse de pie y fui hasta la puerta del baño para alcanzarle ambas prendas. En ese corto trayecto me empecé a calentar al pensar que mi hermosa hermana estaba desnuda esperando a que le alcance la bombacha. Ella las agarró del otro lado de la puerta.

- ¡Gracias! Perdoname hermanito, entré muy apurada y no me di cuenta.

Regresé a la cama y me quedé allí acostado… traté de no darle mucha importancia a lo sucedido, pero todo cambió nuevamente cuando Micaela salió del baño, solamente en ropa interior con las prendas que yo mismo le había dado.

Inmediatamente abrió el armario y buscó ropa, no quería mirar para no ponerla incómoda pero me era imposible, era más fuerte que yo… apenas la miré fugazmente y la vi poniéndose una remera, luego agarró un jean y cerró el armario. Me quedé mirándola, la veía de perfil… subió una pierna para ponerse el pantalón, luego subió la otra… se subía el jean y cuando llegó arriba, le costaba cada vez más ponérselo… estuvo unos segundos luchando porque no le entraba.

“Tenés una cola demasiado grande para ese jean” fue lo que pensé. En ese esfuerzo, se movió un poco sin querer dándome la espalda y le vi la cola de la mejor manera posible en la que se la podía ver. La bombacha negra que le di se le clavaba de una manera tan estéticamente perfecta en sus enormes cachetes, que se me paró la pija al instante.

Mi hermana por fin pudo subirse el pantalón, y tras abrocharse los botones, miró hacia mí y notó mi erección. Era imposible de disimular a esa altura.

Se me puso tan dura que apuntaba hacia arriba y me molestaba mucho dentro del calzoncillo. Era tan visible que pensé en taparme, pero sería peor.

Mica se quedó mirando unos escasos segundos fijamente a mi bulto, como otras veces. No sé cómo explicarlo, pero tenía una mirada intimidante. No sé si por su extrema belleza, su perfección, sus ojos, o lo que sea, pero cuando me miraba así me sentía muy nervioso y excitado a la vez.

Salió de ese mini trance en el que estaba al quedarse mirando mi erección, y sin decir nada se giró para conectar el secador y proceder a secarse el cabello. Buscó unos zapatos y tras estar lista, me saludó normalmente para volver a sus obligaciones.

A pesar de estar un poco nervioso y avergonzado, tenerla así de parada en frente de ella ya se estaba volviendo una situación cotidiana.

No supe a qué hora llegó a casa esa noche, era tarde y me quedé dormido. Me desperté a primera hora de la mañana, serían más o menos las 5 o 6 pues podía ver el cielo que apenas se aclaraba por la ventana y se escuchaba el canto de los pájaros. El estómago me crujía pidiendo desayunar. Me levanté con cuidado, sujetándome de cualquier objeto para evitar golpes o caídas… miré hacia la cama de arriba, pude ver a Micaela durmiendo, estaba de costado y tapada con la sábana casi en su totalidad.

Me preparé algo abundante para desayunar, y también le dejé el café y las tostadas a mi hermana para cuando se despertara. Me tomaba un montón de tiempo llevar a cabo cualquier cotidianeidad debido a mi estado. Estuve estudiando y siguiendo con mi recuperación física durante el día, aunque estaba ansioso por lo que pudiera pasar en la noche. A cada rato pensaba en ella, en lo que había visto, en su perfecto cuerpo en ropa interior… no me podía sacar el tema de la cabeza, con la esperanza de que se vuelva a repetir la escena del baño. Esta vez ni siquiera intenté masturbarme porque esperaba que lo hiciera ella.

Se me hizo bastante largo y pesado el día, pero finalmente la hora señalada llegó.

- ¿Estás listo? ¿Vamos para la ducha?-Me preguntó Micaela sonriéndome. Lo tomé como un buen indicio de lo que podría suceder en pocos minutos.

Ya de noche, entré primero al baño y me desvestí con cuidado hasta que vino mi hermana. Abrimos la canilla y me metí debajo de la ducha, mi miembro en todo momento estuvo erecto, Micaela no paraba de mirármela.

Sentía el ritmo sanguíneo bastante elevado, estaba muy nervioso pero expectante. Mi hermana repitió la misma rutina. Primero el jabón por el pecho, el abdomen y la espalda… luego fue con cuidado sobre mis muslos. Ya casi lo palpitaba y disfrutaba. Estaba seguro de que se vendría otra masturbación encubierta de parte de ella. Mientras me pasaba el jabón por las piernas, mi pija daba pequeños saltos de excitación que Mica miraba sin parar.

Mi hermana estaba casi pegada a mí, sentía su perfume embriagándome. Dirigió su mano hacia arriba y me enjabonó los testículos, siguió y en un veloz movimiento me lo pasó por todo el largo de mi duro miembro, por arriba y por abajo, esta vez no alcancé a sentir demasiado sus dedos, retiró su mano de allí y tras dejar el jabón a un costado, me pidió que trate de enjuagarme.

¿En serio? ¿Ya había terminado todo?

Traté de mantener las esperanzas e ilusiones, pero las señales no eran las que esperaba. Pude enjuagarme por mi cuenta, pasando mi mano izquierda por mi cuerpo… para cuando ya estuve listo, Micaela cerró el grifo y se procedió al secado habitual.

Ahora con un poco más de práctica me secaba un poco yo y las partes del cuerpo a las que no llegaba, ella me ayudaba… con la ropa lo mismo, ya podía moverme un poco más y no tenía tantos problemas como al principio. Luego de vestirme, mi erección comenzó a bajar de a poco, ya avergonzado.

En ese momento me vine abajo mentalmente… estaba ya con el ánimo muy bajo. Micaela no hizo mención a nada en especial durante todo el rato, sólo sus ya típicas miradas a mi pija parada, pero no más que eso.

Cenamos, ella me hablaba como siempre, trataba de hacerme reír y de que me sienta bien, pero yo estaba con la cabeza en otro lado. Estaba decepcionado conmigo mismo por haber pensado de manera tan sucia en ella, que sólo buscaba ayudarme lo máximo posible en todo lo que pudiera.

Me fui a la cama cabizbajo, avergonzado por dentro al haberme ilusionado con algo tan indecente y obsceno con mi propia hermana mayor. Parece que al final me había hecho toda una película que no era cierta, pero la culpa era ciento por ciento mía. Eso no se puede negar. Toda la situación me había sobrepasado y me afectó.

Ya por la mañana siguiente, tras darle los buenos días a mi hermana, y luego de que se fuera al trabajo, como me había despertado nuevamente con una erección ya a esa altura dolorosa y molesta, me bajé el calzoncillo junto con el pantalón e intenté masturbarme, simplemente para terminar con esa excitación casi permanente. Primero estuve un buen rato con una mano, al ver que ya me dolía, proseguí con la otra, esta vez parece que lo podía lograr, estaba cerca del orgasmo… pero al final tuve que desistir porque me iba a hacer daño. La pesadilla continuaba pero al menos ahora estaba más cerca y pensaba que pronto o en un par de días como mucho podría volver a masturbarme normalmente.

Traté de tranquilizarme, e intenté olvidar todo lo que había pasado con mi hermana, era hora de buscar cosas nuevas para entretenerme.

Como la conexión a internet esa tarde estaba estable, estuve chateando por medio de redes sociales con mi amigo, para mantener el contacto y que me cuente cómo son sus primeros días en la universidad. Él también preguntaba por mi estado de salud y cómo me iba recuperando poco a poco.

Al caer el sol, Micaela llegó a casa… nos saludamos normalmente y me preguntó lo que había hecho durante el día, y yo hice lo mismo con ella. Nos quedamos hablando un rato, yo en la cama y ella en la mesa merendando.

- Bueno hermanito me voy a cambiar… tengo un calor insoportable.

Por más que no quisiera, de sólo escuchar eso ya sentí un escalofrío por el cuerpo. Me quedé en mi posición y traté de no mirar. No quería mirar, porque sabía que me iba a calentar y prefería olvidar todo esto. Simplemente me quedé mirando hacia arriba, con los brazos apoyados detrás de la cabeza, mientras sólo escuchaba como mi hermana abría las puertas del armario.

Pasaban los segundos… y Micaela seguía allí… por el sonido de los botones, creo que se había sacado el jean largo… me la estaba imaginando solamente y ya se me empezaba a poner dura.

Cuando no escuché más nada, miré de reojo para ver si ya había terminado de cambiarse, pero con la muy mala suerte de que justo se volteó y me vió.

Inmediatamente volví a mi posición original, mirando al techo (a la cama de arriba, en realidad) pero Micaela se dio cuenta.

- No hace falta que mires para otro lado, tontito!-Me dijo mientras se reía divertida.

No tuve más remedio que girar mi vista. Que no se diga que no lo había intentado. ¡Que no se diga que quise mirar a mi hermana mayor de manera obscena!

Apenas alcé la vista y le vi durante unos instantes la cola entangada, se estaba poniendo una calza, vi como se la subió hasta llegar a sus caderas… le quedaba muy ajustada. Aunque con esa enorme cola, era normal. Luego siguió con una remera sin mangas, cuando volvió a mirarme.

Sin poder controlarlo, mi miembro ya estaba parado por completo. Ante el mínimo estímulo se me paraba. Si bien tenía un pantalón corto además del calzoncillo, no quería que Mica note mi erección, y me tapé un poco como pude con la sábana y llevando una mano a esa zona. Pero fue peor.

- Ay no me digas que… ¡otra vez!

Efectivamente, lo había notado. Nuevamente la vergüenza me invadió y la sensación de tener la cara roja.

Se acercó hasta la cama al lado mío.

- Tampoco es necesario que te tapes… ya te dije, soy tu hermana!
- Bueno, es que todavía me da un poco de vergüenza…-Respondí como pude, retirando mi mano de allí y dejando en evidencia la enorme erección que se notaba en mi pantalón.
- ¿Por qué se te pone así a cada rato?
- Em… bueno… creo que… recién…-No quería decirlo, la miré y ella se dio cuenta.
- Ay… no me digas… que se te puso así al mirarme?

Afirmé tímidamente moviendo la cabeza.

- Ohh... me hubieras… avisado. Ya sabes que estoy acostumbrada a cambiarme delante de la gente por mi trabajo… no sabía que se te podía parar… quiero decir, que se te podía poner así… por ver a tu hermana.
- Sí… supongo que no es muy normal que digamos, por eso me da tanta vergüenza, pero es mi culpa. No quiero que te sientas mal ni nada por mí.
- Es que como me dijiste que no te molestaba que me cambie acá… si querés a partir de ahora me cambio en el baño, me llevo siempre la ropa y listo. Prefiero cambiarme acá por una cuestión de comodidad, pero podemos arreglarlo.
- No… no me molesta, de verdad. Sólo que… se me para al verte con poca ropa… me gustaría que no fuera así, pero no puedo controlarlo, por lo que te dije el otro día en el baño…
- ¿Intentaste otra vez a…?-Me preguntó Micaela haciéndome el gesto de la paja con su mano.
- Sí… varias veces… pero no pude.-Respondí agachando la cabeza avergonzado.

Nos quedamos unos segundos en silencio. Mi hermana se sentó en la cama al lado mío y miraba sin parar mi erección.

- …La tenés así desde hace dos días ya. Ayer en el baño también estabas así… ¿no te va a hacer mal?
- No sé… espero poder… ya sabes… masturbarme pronto. Pero se está convirtiendo en un problema para mí.
- Ay, me imagino! ¿No te molesta… ahí apretada? ¿Te duele?

Afirmé moviendo la cabeza, ya de tenerla parada me estaba doliendo bajo el pantalón.

Se hizo otro silencio incómodo, mi hermana se quedó pensativa hasta que volvió a hablar:

- ¿Sabés que siempre te quiero ayudar en todo lo que necesites, no?
- …Sí…-Respondí dubitativamente, ya nervioso.
- Bueno… si querés… te puedo “ayudar” como en el baño…

Me quedé callado y sorprendido por completo. No sabía qué decir. Había sido real lo ocurrido, confirmado por ella.

- No hace falta que digas nada, de verdad. Y tampoco que te pongas nervioso. No sería un problema para mí… lo único que quiero es que estés lo mejor posible en este difícil momento.

Me miraba con esos ojazos y yo no podía articular palabras. Simplemente nos miramos y con un gesto ella entendió que podía proceder.

- A ver, dejame ver hermanito… que la tenés tan apretada que te debe estar doliendo un montón.

Ya no había vuelta atrás. Llevé una mano hacia allí, con los dedos estiré el elástico del pantalón junto con el del calzoncillo un poco hacia abajo, cuando inmediatamente saltó como un resorte hacia afuera mi pija.

- ¡Cómo creciste! No sabía que mi hermanito menor… la tiene tan grande!-Me dijo riéndose para no hacerme sentir avergonzado.

Dirigió su mano izquierda para apoyarla en mis muslos, y la derecha hacia a mi miembro… apoyó levemente sus dedos sobre la parte media de mi tronco.

- Bueno… es verdad que ya tenés 18 años… pero igual. Está muy grande, ¿no te parece?
- Creo que ya te das cuenta porque me cuesta tanto disimular cuando se me para en frente tuya, ¿no?
- Sí, ya veo… por eso me sorprendo cuando te veo así… pienso “¿qué tendrá este chico ahí adentro?”

Ambos nos reímos a carcajadas.

- Pero si ya me la viste en el baño…
- Sí… pero antes de eso hacía muchísimo tiempo que no te veía desnudo… por eso me sorprendí cuando te la vi en el baño, y no te dije nada para tratar de no incomodarte o ponerte nervioso!

Fue moviendo sus dedos muy suavemente sobre mi piel, lo hacía sin tocarme fuerte o apretando, sólo apoyaba la yema de sus dedos y me fue tirando la piel hacia abajo, mientras salía a la luz mi glande, completamente húmedo por mi excitación.

Me estaba gustando demasiado, sentir los dedos de mi hermana en mi pija era sublime, no podía creer lo excitante que era… Micaela no tendría mucho trabajo, iba a acabar pronto.

Ninguno decía nada… yo sólo miraba a mi hermana, miraba como abría sus labios concentrada mientras me hacía la paja, sus delicados dedos ahora subieron bien hasta arriba, para bajar nuevamente en un ir y venir muy lento, cada vez que subía se escuchaba el sonido del pliegue de la piel del prepucio cubriendo el glande, y lo mismo cuando bajaba, al estar tan húmedo generaba un leve sonido que era lo único que se escuchaba en la habitación.

Era demasiado caliente, cerré los ojos y le avisé de que estaba por terminar:

- Mica…

Ella se dio cuenta y sentí que apretó un poquito más con sus dedos, como si supiera exactamente lo que tenía que hacer. Con la otra mano me corrió el pantalón y el calzoncillo hacia abajo para no mancharlos, movió sus dedos más rápido y solté un gemido cuando mi cuerpo se puso muy tenso… de mi glande salieron los primeros chorros de semen, pero mi hermana no se detuvo, me siguió pajeando mientras la leche se derramaba por mi pija hacia abajo, volví a abrir los ojos y pude ver los dedos de Micaela llenos de semen aún masturbándome. No pude evitar otro gemido mientras me seguía tocando durante unos segundos después del orgasmo.

Se fue deteniendo lentamente… hasta que retiró sus dedos de mi pija. Estaba manchado con semen en todo mi miembro, los huevos y un poco las piernas. Suspiré. Micaela agarró una toalla vieja que había por ahí y con suma naturalidad me limpió toda la zona. Yo no podía casi ni respirar. Había sido algo muy fuerte para mí.

- ¿Te sentís mejor? Espero que ahora no te moleste por un tiempo.
Moví la cabeza diciendo que sí. Aunque conociéndome, creo que el remedio será peor que la enfermedad. Voy a vivir excitado pensando en Micaela y recordando cómo me hizo la paja.

Ella ahora se limpiaba los dedos que tenía enchastrados con semen… yo miraba atónito aún lo que ocurría. No me lo creía. Cuando terminó, me dio un beso en la frente.

- Bueno hermanito ya sabes que si te vuelve a pasar… no tengas miedo o vergüenza, y avisame así te puedo “ayudar” en lo que necesites, si? Dale un beso a tu hermana.

Se acercó y le dí un beso en la mejilla.

Como soy yo, de pensar y darle vueltas a todo, estuve el resto del día pensando y repasando en mi mente lo que había ocurrido. ¿Cómo actúo ahora delante de ella? ¿O sigue todo normal?

Mi hermana tomaba todo con una naturalidad pasmosa, asique trataré de actuar de la misma manera.

Supongo que esto lo hacía por querer ayudarme, pero me sentía un poco mal o culpable porque yo pensaba en ella de manera sexual y obscena, quizás aprovechándome de la situación o de su buena voluntad.

Pero me era imposible resistirme. Por más que fuera mi hermana… cómo resistirse a su cara angelical, a su mirada penetrante, a su cuerpo infernal? Imposible. Micaela puede derretir a cualquiera. Inclusive a su propio hermano menor.

En fin, las cosas siguieron en su curso normal. Había llegado el fin de semana, el sábado por la noche yo ya estaba tirado en la cama gracias a mi complicada vida actual, en la que poco podía hacer. Mi hermana se había bañado y se estaba preparando para salir. Se peinaba y arreglaba como ella sabía, en frente del espejo a metros de mí.

Otra cosa que creo olvidé decir, es que Micaela hace un tiempo que rompió relación con quien era su novio los últimos años… estuvo de bajo ánimo hace unos meses pero ahora la notaba ya recuperada de la ruptura. No sabía si estaba saliendo con alguien nuevo, quiero decir… las chicas como mi hermana siempre tienen a alguien alrededor o para elegir, pero al menos hasta este momento no conocía a nadie oficial ni noté cosas raras.

Por eso aquella noche, como la vi arreglarse tanto, le pregunté con quién iba a salir. Se giró a mí mientras se ponía una pulsera y me respondió:

- Con mis amigas… ¿con quién más?
- Bueno… es que pensé que... quizás…

No dije más nada cuando mi hermana ya me había entendido.

- Ja, no hermanito… por ahora no.

Luego de que ella se fuera, la verdad es que no tenía mucho por hacer, por no decir nada. Intenté dormirme pero no tenía demasiado sueño… me quedé dando vueltas en la cama. Encendí la notebook, y me puse a estudiar y resolver cosas de la universidad un bendito sábado a la noche.

Serían las 3 o 4 de la mañana cuando escuché la puerta principal abrirse. Dejé mis cosas a un lado y saludé a Mica que había llegado a casa… se le notaba que había bebido porque estaba un poco mareada.

Le pregunté qué habían hecho, a dónde habían ido y cosas así sólo para charlar antes de dormir. ¡No piensen mal, no la quería investigar!

Entre eso, nos quedamos hablando más tiempo… una cosa llevaba a la otra, y salió el tema de su ex novio, me confesó que ahora se encontraba muy bien, feliz, y que por un tiempo no quería volver a empezar una relación seria con una nueva persona.

Fue una de las pocas veces que habló del tema conmigo, quizás por estar algo desinhibida debido al alcohol esa noche. Después de su ruptura, hablar de eso la incomodaba, y por más que siempre tuvimos una relación muy unida, yo no me quería meter mucho, pero me interesaba por ser mi hermana.

En fin, ya era bastante tarde cuando nos atacó el sueño, nos dimos un beso en la mejilla y al final nos dormimos.

La siguiente escena fue algo que quedaría en mi memoria por mucho tiempo.

Aún estaba dormido, y me desperté porque escuché ruidos en la cama de arriba… seguramente era mi hermana que ya se había despertado.

Por el sol que entraba por la ventana, supuse que era mediodía ya. Sin embargo, me quedé acostado, ya que quería dormir un rato más. En ese momento, veo los pies de Micaela, que empezaba a bajar los 3 escalones que separaban mi cama de la suya.

Fue bajando lentamente, primer escalón… ya le veía los muslos… se ve que estaba con poca ropa. Apoyó el primer pie en el segundo escalón, pude ver que estaba en bombacha. Como yo estaba debajo de ella, en ese pequeño instante en el que sus piernas se separaron un poquito mientras bajaba las escaleras, mi posición me dejó ver su entrepierna de una manera muy clara. Casi me da un ataque ahí mismo. Se le marcaban los labios de la concha en la bombachita blanca que tenía puesta. Pero de una forma escandalosa. Podía advertirse que mi hermana tenía los labios bien grandes y se notaba la rajita en el medio, marcándose todo en la tela.

Fue tan fuerte, evidente y morboso lo que había visto durante ese mínimo instante, que me dio como un ‘shock’ en todo el cuerpo. Sentí el corazón a mil y se me paró la pija en pocos segundos. Micaela terminó de bajar las escaleras, me miró –aún con cara de dormida- y se percató de que yo la estaba mirando… no sólo mirando, sino que me quedé viéndole la conchita marcada en la bombacha, estaba hipnotizado. Traté de esquivar la vista hacia otro lado, pero fue demasiado tarde. Ya me había visto.

- Ay, discúlpame hermanito… pensé que estabas durmiendo.

No pude responder nada porque no sabía qué decir. Estaba rojo de vergüenza. Mi hermana estaba sólo en ropa interior, y si bien ya la había visto de esa forma en anteriores ocasiones, esta vez fue demasiado evidente lo que había sucedido y ella se dio cuenta… por eso se disculpó.

Se giró y fue caminando hacia el baño, dándome otra sublime visión, esta vez de su largo cabello dorado sobre su espalda, su cola y sus piernas… no podía estar tan buena.

Pasaron un par de minutos en los que no sabía cómo reaccionar ante lo sucedido, quería disculparme también ante ella por mis miradas obscenas, pero no sabía cómo decirlo, mientras mi pija intentaba hacer estallar el calzoncillo estirándolo al máximo por su erección.

Cuando salió del baño, enseguida aproveché para hablarle:

- Mica… no hace falta que te disculpes.

Mi hermana se acercó más a mí, y me sonrió.

- Gracias. ¿No es para tanto, cierto?
- Cierto.

Micaela llevó su mirada a mi entrepierna.

- ¿Ya se te paró por verme?-Me preguntó con una sonrisa.
- …Sí-Respondí tímidamente tratando de esgrimir una leve sonrisa y contener los nervios.

Se sentó a mi lado en la cama, como en la anterior ocasión.

- Creo que eso no se te va a bajar, ¿no? ¿Vos que decís?

No hacía falta que le diga nada. Era imposible que se me baje la erección después de verle los enormes labios de la concha tan marcados en la bombacha. Me miró a los ojos y me preguntó:

- ¿Querés… que te “ayude”?

No abrí la boca, simplemente moví mi cabeza diciendo que sí, ya mi pija se movía sola de lo caliente que estaba.

Delicadamente, Mica me bajó un poco el calzoncillo con sus manos.

Yo sólo me quedé mirando a mi hermana. ¿Me iba a pajear así? ¿En ropa interior? Ella se dio cuenta de que le estaba mirando las tetas.

- ¿No te molesta que me quede así, no? Hace mucho calor.

Por supuesto, dije que no moviendo la cabeza. Allí estaba mi bellísima hermana, en corpiño y bombacha haciéndome la paja.

Comenzó poniendo sus dedos sobre mi tronco, su primera acción fue bajar la piel hasta que mi glande estuviera descubierto. Una vez que logró eso, con sus dedos subía y bajaba pajeándome con lentitud.

- Sos muy tímido… pero veo que saliste bastante pajerito, ¿no te parece?

Micaela definitivamente quería hacerme sufrir. Me puse muy serio y avergonzado, lo notó en mi mirada.

- Lo digo en broma, es para que te rías, tontito.

Traté de sonreír levemente.

- ¿O no tengo razón? Mirás a tu hermana y enseguida se te para.

Las cosas que me decía me calentaban más y más. Dejó de tocarme solamente con los dedos, abrió la palma de su mano y la cerró alrededor de mi pija. Me miró con esos ojazos verdes intimidantes, riéndose mientras me pajeaba ahora con su mano completa.

Ya no iba a aguantar mucho más, en los últimos compases antes de venirme, me quedé mirándole las tetas a Micaela, cómo se las apretaba el corpiño… era un infierno de mujer. Quería aguantar lo máximo posible para disfrutar más tiempo de su paja, pero era imposible. Me hacía sufrir de tanta excitación. De repente sentí su mano apretando un poco más fuerte mi pija, fue demasiado. Me puse tenso, me dolía todo el cuerpo pero no importaba, cerré los ojos y con mis dedos agarré fuerte la sábana de la cama, al mismo tiempo que no pude evitar gemir como nunca me había pasado.

- ¡OHHHHHHH!

La zorra de mi hermana me seguía apretando y pajeando mientras expulsaba una enorme cantidad de semen, que bajaba y se escurría desde mi glande, pasando por la mano de Micaela, mis huevos y piernas. Estaba todo transpirado y agitado tras el tremendo orgasmo que me había sacado. Me quedé exhausto mirándola, ella siguió moviendo su mano hasta que salió la última pequeña gotita de leche, y me apretó en la punta para que salga.

Retiró su mano de mi pija repleta de semen, y nos miramos unos segundos, ella me sonrió y yo hice lo mismo.

Estaba todo enchastrado, su mano con la que me había pajeado, también.

- Creo que no vamos a poder limpiar todo esto…-Dijo mi hermana mirándome.

Nos reímos con vergüenza los dos. Ella se limpió un poco la mano y se vistió… me dijo que sería mejor que me pegue una ducha y así lo hicimos. Durante el baño no dijimos ni una palabra sobre lo que había pasado, sólo algunas sonrisas cómplices por parte de ella.

Continuará…

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