Es cierto que a pesar de mi mala fortuna con el accidente que había sufrido, todas estas nuevas experiencias que estaba viviendo con mi hermana mayor me tenían bastante contento.
Con el paso de los días me animaba a moverme y caminar por más tiempo, a veces con la ayuda de Micaela, otras veces yo solo, pero veía muy buenos progresos. Si bien los dolores en todo el cuerpo permanecían, todo parecía ir en la dirección correcta.
Luego de la escena en mi cama en la que Micaela me hizo una paja memorable, las miradas entre ambos eran más frecuentes, y por más que no decíamos nada, era como que disfrutábamos en secreto de las cosas prohibidas que hacíamos.
Ahora, cada vez que mi hermana se encontraba cerca, o cambiándose, estaba siempre nervioso y a la expectativa de que pudiera suceder algo.
Pasé un nuevo día en el silencio de la casa, ese silencio ya agotador y desgastante, los días se me hacían eternos, pero no había alternativas.
Miré por la ventana y se podía ver el cielo plomizo, bastante oscuro… hasta que comenzó a llover con intensidad. Dejé la ventana abierta para que entre algo de aire fresco, luego de tantos días calurosos, era bienvenida la lluvia.
Llovió toda la tarde, era casi de noche cuando mi hermana llegó a casa. Se acercó hasta la cama a saludarme, estaba toda mojada por la lluvia.
- Ay, me agarró el agua hermanito, estoy hecha un desastre!
Tenía el cabello bastante húmedo, y toda la ropa empapada.
- No es para tanto… además, si vos sos un desastre… ¿qué queda para las demás chicas?-Dije haciendo alusión a su indescriptible belleza.
- Ohhh, que tierno.-Me respondió sonriendo.
Mi hermana se colocó frente al espejo, y en mi interior ya sabía lo que se venía. Me mantuve expectante, mirándola desde la cama.
Primero se quitó los zapatos, dejándolos tirados a un costado. Se sacó la remera que tenía, toda mojada por la lluvia, igual que el jean. Desabrochó sus botones, y comenzó a bajárselo… yo mientras tanto no me quería perder detalles. Se sacó por completo el jean mientras levantaba primero una pierna, y luego la otra para quitárselo… desde ahí podía verle la cola, las piernas, casi todo.
La verdad es que ya estaba un poco excitado viéndola así, para qué mentir… mi hermana tenía un conjunto de ropa interior combinado, de color rosa, o fucsia más bien… me seguía sorprendiendo todo, cómo el corpiño le apretaba y destacaba sus tetas, cómo usaba bombachitas tan ajustadas que se le metían en la cola y me dejaban ver esos enormes y redondos cachetes al descubierto…
Casi que no me había dado cuenta, y ya estaba con la pija parada otra vez.
De pronto, Micaela se acerca hacia la cama, pero se dirige al cajón en donde guarda su ropa interior. Nos miramos… y ella alzó la vista para verme la erección fugazmente. Luego se giró y se agachó ligeramente para abrir el cajón de sus bombachas… estaba al lado mío, no podía perder esta oportunidad de mirarla.
Me regaló una visión sublime de sus piernas, de su cola… al haberse inclinado un poco, la bombacha rosa que tenía puesta se le clavó aún más entre sus firmes cachetes, le cubría la raya y nada más. Lo que debe ser meterla ahí, pensé.
Cuando se dio la vuelta ya con las prendas que había elegido… me volvió a mirar la erección bajo mi pantalón. Rogaba porque me haga otra paja como ella sabe hacer.
Yo no me animaba a decirle nada, ya les comenté que soy bastante tímido, por eso siempre esperaba a que fuera Mica la que me diga algo o tomara la iniciativa, cuando por fin sucedió:
- ¿Otra vez necesitas… mi ayuda?-Me preguntó sonriendo.
Esa era la excusa de ella para poder pajearme, para poder seguir con toda esta morbosidad prohibida del incesto. A esa altura estaba bastante seguro de que le gustaba hacerme la paja, y que no lo hacía “sólo por mí y mi bienestar”. Yo simplemente la tenía que tener parada para que ella me diga algo y le den ganas de pajearme.
No alcancé a responderle, que ella misma se sentó en mi cama, al lado mío, y dejó la ropa que había escogido a un costado por un momento.
Me bajó el pantalón junto con el calzoncillo como otras veces, mientras me miraba con esos ojos verdes, como disfrutando de la travesura que estaba por hacer.
Se acercó un poco a mi pija, y con su mano derecha envolviendo mi tronco, comenzó a masturbarme. Esta vez movía de manera más enérgica su mano y su brazo… le gustaba tocarme la punta, en la zona del glande, se centraba en esa parte mientras salían las primeras gotitas de líquido pre seminal de mi pija.
Mi hermana me pasaba uno de sus dedos por la punta, para llevar esa humedad que me iba saliendo, hacia el resto del glande, y poder así humedecer más la zona…
Como estaba moviendo el brazo de manera más rápida, debido al movimiento noté que la tira del corpiño se le estaba bajando del hombro… me quedé atento mirando eso, hasta que se le bajó un poco más, y la tira ya estaba suelta en su brazo derecho.
Micaela me estaba pajeando demasiado rápido, ya se escuchaba otra vez el ruido causado por la humedad de la piel de mi prepucio al subir y bajar del glande. Mi hermana parecía no darse cuenta, pero la tira del corpiño se le bajó bastante, a tal punto que una de sus tetas estaba por salirse.
Tendría que aguantar un poco más, cerré los ojos un momento para concentrarme en no acabar… deseaba por favor que siguiera moviendo el brazo así, porque se le estaba por bajar el corpiño.
Cuando volví a abrir los ojos, miré otra vez a sus pechos… mi hermana seguía pajeándome intensamente, hasta que finalmente una parte del corpiño se le deslizó otro poco hacia abajo. ¡Se le veía el pezón, por dios!
- Ohhhhhhhhhhhhhh.
No pude evitar gemir, le vi el pezón a mi hermana mientras me pajeaba, la sangre me corría al máximo por el cuerpo.
Al escuchar mi tremendo gemido, Mica alzó su vista y me miró… notó que le estaba mirando las tetas de forma descarada, dirigió su mirada hacia abajo para mirarse ella misma, y se dio cuenta de que tenía un pezón afuera del corpiño.
- Ay hermanito… me hubieras avisado que tengo una teta afuera…
No sabía qué decir, miré para otro lado avergonzado. Micaela me volvió a mirar y me sonrió a la vez que me dijo:
- Yo creo que no me dijiste nada porque te gusta mirarme, ¿o no?
Le devolví la sonrisa diciéndole que sí.
- No tengas vergüenza… podes mirar, no me molesta.
Traté de volver a mirarle las tetas, era tanta la excitación y la calentura que me provocaba la diosa de mi hermana, que aguantar el orgasmo era un suplicio. Pensé que se iba a acomodar el corpiño, pero ante mi completo asombro, no lo hizo… dejó esa teta al aire para que yo se la vea mientras me pajeaba!
No podía dejar de mirarle el pezón, era tan perfecto, bien redondito, de un color rosa fuerte. Cómo podía tener semejantes tetas…
Por un momento, bajó el ritmo de la paja, ahora me tocaba la pija de manera más lenta. Se inclinó un poco hacía mí y me habló en voz baja, casi susurrando:
- ¿Te gusta mirarme, pervertido?
Me miraba a los ojos para hablarme, mientras me seguía pajeando. Le tuve que decir que sí.
- ¿Se te para la pija al mirarme, no? Estás muy pajero.
Gemí al escuchar eso, ya estaba por acabar, me hablaba con un tono muy suave y sensual, me quería calentar aún más diciendo esas palabras, estaba al límite ya. Para colmo seguía con la teta al aire.
- ¿Querés que te cuente un secreto?-Me preguntó mientras me apretaba más fuerte la pija.
La miré con cara de sufrimiento, me tenía demasiado excitado. Le respondí afirmativamente.
- Pero tiene que quedar entre nosotros… ¿me lo prometés?
Moví la cabeza asintiendo. Estaba muy intrigado por lo que me fuera a contar.
- Me gusta mucho que me mires… y ver como se te para… es más… cuando me voy a cambiar… dejo la bombacha mojada.
- Ohhhhhhhhhhhh.
Escuché eso de la boca de mi hermana y no lo soporté más, me vine irremediablemente. Micaela esta vez dejó su mano quieta apretando el tronco de mi pija, mientras estaba concentrada en ver cómo me salía toda la leche.
Si ella se calentaba tanto como yo, no me quería ni imaginar las pajas que se debía hacer en el baño cuando estaba sola.
Suspiré aliviado después de la tortura a la que me había sometido la zorrita caliente de mi hermana.
El semen estaba por todos lados, con sus tremendas pajas me hacía brotar enormes cantidades. Nos miramos por un momento… estábamos los dos con la cara colorada. Micaela soltó mi miembro que ahora comenzaba a bajarse, con la mano repleta de mi semen caliente.
Miró para todos lados buscando algo para limpiarme, pero no encontró nada, ni una toalla.
- Ay, ¿con qué te limpio todo esto?
Se quedó mirándome pensativa… y esbozó una sonrisa.
- Ya sé, mirá para otro lado hermanito.
- ¿Qué?-Le pregunté porque no sabía a lo que se refería.
- Eso… cerrá los ojos un ratito, hasta que yo te diga.
- Está bien.
Lo hice, cerré los ojos un par de segundos… escuché que Micaela se había bajado de la cama, hasta que me dijo que los podía abrir ya. Una vez que lo hice… me sorprendió mucho lo que vi.
Se había arrodillado en el suelo, al lado de la cama… y tenía su bombacha en la mano, la que traía puesta!
Ante mi asombro, la llevó hasta mi entrepierna y me pasó esa bombachita rosa por toda la pija, alrededor, abajo, arriba… me la pasó bien por la punta, y hasta por los huevos, asegurándose de limpiar todo el semen derramado.
- ¿Qué? No te rías tontito, es lo único que se me ocurrió.
Los dos nos reíamos… a todo esto, ella seguía con el pezón descubierto, cuando prosiguió ahora a limpiarse los restos de semen de su mano con la bombacha.
Si continuaba con esto, creo que me iba a calentar otra vez. Mi hermana estaba sin bombacha a metros de mí, no le podía ver nada porque se había bajado de la cama, y al estar arrodillada en el suelo, no podía ver sus piernas… y ni me quería imaginar lo que debía ser verle la concha.
Una vez que terminó de limpiar todo… me mostró la bombacha, la tela había quedado llena de leche. Nos reímos al mismo tiempo por su ocurrencia.
- Ahora volvetela a poner.-Le dije en broma.
- ¡Ay, no seas asqueroso! Cerrá los ojos que me voy a levantar para ir al baño.
- ¿Estás segura?... ¿Cómo sabés si voy a cerrar los ojos… o voy a estar espiando un poquito?
- ¡Me querés ver desnuda, pervertido! Entonces date vuelta o algo.
- No… te vas a tener que poner la bombacha sucia para que no te vea desnuda.
Yo lo seguía diciendo en broma… ¡pero la calentona de mi hermana lo iba a hacer!
- Ay… mirá la chanchada que me haces hacer hermanito!
Se acomodó un poco mejor, y sin que yo pudiera ver, se fue poniendo la bombacha, subiéndola por sus piernas hasta sus caderas. Se acomodó el corpiño y se puso de pie.
No pensé que lo haría de verdad. A pesar del reciente orgasmo, ya se me estaba por parar otra vez la pija… ahora podía ver a mi hermana con la bombacha rosa repleta de leche, estaba toda manchada. De solo pensar en que mi semen estaría tocando y ensuciando su concha… me volvía a calentar.
Yo sólo miraba atentamente, cada segundo que ella me regalaba en estas situaciones era especial. Micaela me habló:
- Bueno… suficiente por hoy, ¿no te parece? Me voy a bañar… estoy toda sucia.
Tras decir eso, se dio vuelta y caminó hacia el baño, dejándome ver como movía las piernas a cada paso, y la bombachita rosa llena de semen metida en su enorme cola.
Estaba descubriendo que mi hermana, además de estar buenísima, era una putita caliente, y encima morbosa.
Aquella escena terminó, pero las horas pasaron, y si bien trataba de controlarme, me la pasaba constantemente pensando en todas estas situaciones con mi hermana mayor.
Ya que ella me confesara que se calienta cuando la miro, era un gran paso adelante para mi confianza.
Unos días transcurrieron de manera normal, es decir, sin que nuevas situaciones íntimas ocurriesen. Mica estaba más pendiente de su trabajo y más tiempo fuera de casa porque tenía que hacer varias sesiones nuevas de fotos.
Uno de esos días en particular, estaba yo sólo en casa ya, en mi cama durante la tarde, un poco aburrido y con muchas ganas de volver a disfrutar de las pajas de Micaela… todavía no podía creer que le había visto una teta… mejor dicho, ella me había dejado vérsela. Volvía a imaginarme todo, su cuerpo, su cara, sus labios, su mano masturbándome, su mirada cuando me saca la leche, su cola entangada… trataba de imaginarme su conchita mojando la bombacha como ella me dijo. Se me paraba la pija todo el tiempo.
Estaba obsesionado con ella. No era para menos. Estaba teniendo muchísima suerte de disfrutar de una chica tan linda y caliente de manera íntima… que fuera mi propia hermana mayor sólo le agregaba más morbo en lo prohibido del asunto. Me sentía mal a veces por eso, pero no podía resistirme.
Me levanté con cuidado de la cama y fui hasta un mueble que estaba cerca de la puerta principal de la casa, donde guardábamos cosas como revistas, libros, etc. Busqué una de las tantas revistas en donde mi hermana salía. Ella las coleccionaba allí. Para ser sinceros, quería encontrar una en la que Mica salía en ropa interior. Por suerte, la localicé y me la llevé a la cama para volver a acostarme y ver la revista.
Parecía ser una edición especial de un catálogo de ropa interior… no es que yo me interesara demasiado en esas cosas, pero con una hermana modelo, uno termina aprendiendo definiciones y conociendo ese mundo.
Las fotos no eran sugerentes o comprometedoras, pero mi hermana es tan linda, que te deja pensando en cosas sucias en vez de detenerte a mirar la ropa.
Salía en varias páginas, junto a otras chicas. Ropa interior de todo tipo, colores y diseños… lo que sí creí notar, es que a Micaela la aprovechaban para mostrar la parte de atrás de las prendas, porque era casi la única que salía de espaldas. No eran tontos los productores, mostrando sus tangas en la perfecta cola de mi hermana.
Me masturbé durante unos minutos viendo todo eso, luego de varias semanas podía mover mucho mejor mis manos y dedos, pero el dolor persistía aún. Cada tanto me detenía, esperaba, y volvía a tocarme.
Estaba concentrado en esa tarea, cuando escuché a Mica llegar a casa. Me subí el calzoncillo solamente, aunque se notaba perfectamente la erección. No me dio tiempo a esconder la revista, pero pensé que con todo lo que había sucedido entre ambos, no sería un problema que me viera. Simplemente la dejé en la mesita de luz.
Tras saludarme, y mirarme con una de sus miradas particulares por mi erección a la vista, se dispuso a sacarse la ropa que tenía puesta para cambiarse. Había traído una bolsa con diferentes prendas de vestir que tenía que probarse.
- Mirá toda la ropa que me dieron para que me pruebe… -Me dijo mientras me mostraba el interior de la bolsa.
- ¿Para qué?-Pregunté extrañado.
- Son diferentes prendas con las que mañana tengo que hacer fotos… para agilizar tiempo tengo que descartar las que no me van, la ropa que no es de mi talle. ¿Me ayudás?
- …¿Cómo?
- Dándome tu opinión, no pongas esa cara que no es nada difícil!
No entendía muy bien todavía a lo que se refería, pero bueno. Frente al espejo, como siempre, se quitó todo excepto la ropa interior. Desde luego, aproveché la oportunidad para mirarla.
Comenzó poniéndose una camisa, me preguntó cómo le quedaba y yo le daba mi punto de vista. De todas maneras era un poco absurdo, por más que le dijera que le quedaba un poco grande, ella volvía a mirarse al espejo y sacaba sus propias conclusiones.
Siguió probándose prendas de este tipo, luego continuó con otras como calzas, chupines, y cosas así de las que algunas yo no conocía el nombre. Lo mejor de todo era verla cambiándose en frente mío y poder mirarla en ropa interior como ya me había acostumbrado. Eso me tenía expectante, y si bien intentaba concentrarme lo máximo posible en sus preguntas, no podía obviar la calentura que me generaba por exponerse de esa manera.
En una de esas, se pone una calza de estilo deportiva, con tela fina, y cuando se la subió por completo, se le marcaba absolutamente todo.
- Ay, esta me queda muy ajustada, ¿no te parece?
- Mmm… yo creo que te queda muy bien…-Le dije eso porque le quedaba increíblemente bien, pero es verdad que estaba muy ajustada. Se le marcaba mucho la cola y las piernas, quizás demasiado evidente.
- No sé, la siento bastante apretada.
Se dio la vuelta para mirarse en el espejo cómo le quedaba la parte de atrás.
- Aparte se me nota la bombacha abajo.
Se la sacó, ver el momento en que la calza bajaba y quedaba a la vista su enorme cola…
Por el amor de dios. Poder ver eso era un privilegio. Y ahora creo que se venía el turno de probarse la ropa interior. Rogaba porque así fuera.
Primero vino hasta el mueble que estaba al lado de la cama, y tras acomodar algunas cosas, vio la revista allí en la mesita.
- ¿Qué andabas haciendo con esa revista?-Me preguntó riéndose mientras regresaba al espejo.
- …Nada…-Alcancé a responder con cierta timidez.
- ¿Seguro? Yo creo que la estabas mirando… y se te paró por verme en esa revista, ¿o no?
Alzó la vista hacia mí, y le respondí que sí moviendo la cabeza.
- ¿No preferís una imagen real?-Me preguntó mirando su propio cuerpo.
No dije nada, pero era obvio. Estaba atento a lo que podía suceder. Ya tenía la pija muy dura bajo el calzoncillo, y ella lo sabía perfectamente. Era una diosa de la sensualidad.
- Ahora voy a continuar con la ropa interior hermanito… ¿te animás a darme tu opinión?
Volví a mover la cabeza asintiendo, esta chica me iba a causar un infarto. Me alegré muchísimo internamente cuando me dijo eso.
- Bueno… mirá para otro lado que me tengo que desnudar. ¡No hagas trampa!
Le hice caso, esta vez no era para bromear. Me giré hacia el costado donde estaba la pared, y además cerré los ojos. Una vez que mi hermana se había cambiado de ropa interior, me avisó de que ya podía mirar.
El primer conjunto constaba de un corpiño con encajes y alguna que otra transparencia menor, lo mismo que la parte de abajo. Era de color negro. Micaela se miró en el espejo, y luego me preguntó:
- ¿Te gusta cómo me queda?
Yo no sabía a dónde mirar, si a las tetas, a la entrepierna, lo que podía ver de su espalda y su cola… era casi imposible que algo no le quedara bien. Le dije que sí y creo que ella estaba conforme con ese conjunto.
Luego prosiguió con los demás… había prendas de diferentes colores, estilos y diseños, ante ese desfile en mi casa yo ya estaba más que caliente, ella se daba cuenta pero me hacía todo esto a propósito.
Sacó de la bolsa el último conjunto de ropa interior que debía probarse. Tras decirme que me diera vuelta y cierre los ojos, se puso ambas prendas y volví a mirar.
Esta vez era un conjunto de color blanco, con un diseño más bien simple. Tenía corazoncitos de color violeta como detalle. Lo primero que noté, era que el corpiño le apretaba un poco las tetas, claro que se veía tremendamente sensual.
Mi hermana se miró al espejo y habló:
- Mmm… creo que este no es mi talle… la bombacha me queda chica y muy ajustada. ¿Vos que pensás?
Se giró un poco para mostrarme, poniéndose de frente a mí. Le miré esa zona con algo de vergüenza.
Es verdad que se notaba demasiado que le quedaba ceñida, otra vez se le notaban los labios de la concha marcadísimos en la bombacha, no podía aguantarme al ver eso, la pija me dio un par de saltos propios de la tremenda excitación que me generaba.
Ya estaba obsesionado con poder verle la concha, se le notaba que la tenía bien grande, o los labios gruesos, me enloquecía verle eso. En la tela se marcaba al detalle los labios grandes y la rajita en el medio, yo simplemente me quedé atento viéndola.
- Sí… te queda un poco ajustada.-Alcancé a decir sin dejar de mirarle la vagina.
- ¿Y atrás? ¿Se me ve mucho? Siento que me aprieta bastante.
Mi hermana se dio vuelta y se puso de espaldas a mí, directamente para mostrarme su tremenda cola.
No pude soportar más y tuve que sacarme el calzoncillo, esto era demasiado. La bombachita se le metía tanto entre los cachetes que no le tapaba casi nada, era como una tanga, pero se notaba que no le entraba en esa enorme cola.
Mientras se la miraba, me toqué la pija pajeándome muy despacio, tenía el glande completamente húmedo.
Era una bendición que Micaela me muestre la cola de esta manera, pero un sufrimiento al mismo tiempo. Me daban ganas de cojerla. Seguí mirando, me hubiera encantado que se incline un poco para tratar de verle la conchita marcada debajo de la cola, pero no pudo ser.
- Si… te queda bastante chica, no te tapa casi nada…
Apenas dije eso, mi hermana volvió a girarse… se iba a mirar al espejo nuevamente, pero se quedó sorprendida al ver mi pija ya descubierta, completamente parada y húmeda.
Sin sacarse ese conjunto de ropa interior, se dispuso a acomodar la ropa que se había probado… una vez que terminó, cuando pasó al lado mío, sin mediar palabras, se sentó en la cama para darme “mi tratamiento.”
Lo diferente de esta ocasión, es que comenzó llevando una mano a su cara, y con la sensualidad que la caracteriza, lamió con su lengua la punta de sus dedos, para luego ponerla sobre mi pija y masturbarme.
- Así se desliza mejor.
Me dijo tras sonreírme. ¿Me daba clases de sexo? Agradecí interiormente mientras ya sentía los dedos de Micaela deslizarse de forma muy excitante sobre mi glande y mi tronco, esto era nuevo para mí…
- ¿Te gusta que te haga la paja?
Me preguntó así sin más, mirándome con sus ojazos. Era la primera vez que lo decía abiertamente, y lo hacía para encenderme. Mi hermana era tan morbosa que me hablaba de forma sucia para calentarme. Le daba igual que sea su hermano menor.
Obviamente, alcancé a decirle que sí en voz baja. No me animaba a más, porque evidentemente quería decirle que me encantaba, que era en lo único que pensaba durante todo el día.
Mientras me pajeaba a un ritmo lento, ya estaba la zona un poco seca, cuando se acercó hacia mi pija, y juntando los labios, dejó caer un poco de saliva sobre la punta de mi glande.
- Ohhhhhhhhhh.-No pude aguantar el gemido al verla haciendo eso.
Su saliva embardunó toda mi pija por completo, y ahora me pajeaba con toda su mano alrededor de mi tronco, se escuchaba el ruido de la paja, subiendo y bajando con su mano, repleta de humedad, deslizándose por completo… y yo aguantando como podía, con cara de sufrimiento.
Bajó el ritmo de la paja, tocándome con los dedos, y me miró para hacerme una pregunta.
- ¿Qué te calienta de mí cuando me ves cambiándome?
Mi hermana y sus preguntas… en ese momento estaba demasiado concentrado en no acabar, mientras sus delicados dedos llenos de saliva me tocaban la pija.
- Dale… respondeme, no tengas vergüenza hermanito.
Me intimidaba mucho con esa mirada penetrante, con mi timidez no me animaba a decirle a mi hermana mayor que me calentaba absolutamente todo de ella, sus ojos, sus labios, sus tetas, su espalda, su cola, sus piernas… todavía me avergonzaba bastante decirle cosas subidas de tono.
Mi enyesado brazo izquierdo estaba muy cerca de sus piernas, al estar ella sentada en la cama a mi lado… iba a responder finalmente a su pregunta, cuando de pronto Micaela retira su mano de mi pija, y la lleva hacia la mía, me hace levantar mi mano izquierda y la apoya encima de uno de sus muslos.
- Bueno… si te da tanta vergüenza… tocame con la mano las partes que te gustan de mi cuerpo… ¿así te es más fácil?
Al principio pensé que era una broma… ¡pero lo decía de verdad! ¡¿Que la toque?! Traté de contenerme y ni me inmuté exteriormente, pero estaba muy nervioso ya. No sé hasta dónde iba a llegar esto, o si mi hermana simplemente estaba jugando conmigo.
Puf. Ahora con mi mano sobre una de sus rodillas, la moví un poco hacia arriba, muy lentamente, mirándola a ella por si me decía algo y tuviera que detenerme… pero sólo me sonreía para animarme.
Con mis dedos y lo poco de mi mano que quedaba sin yeso, le estaba tocando la parte de arriba del muslo… su piel era muy suave, estaba calentita.
Me detuve a medio muslo, no quería subir más con mi mano porque Micaela estaba en ropa interior, pensé que sería desubicado si la seguía subiendo.
- ¿Te gustan mis piernas?-Me preguntó.
Le dije que sí con la cabeza, y la miré… no sabía si animarme, pero lo hice… levanté mi mano y la apoyé en su espalda. La moví hasta llegar arriba, pasando el cabello y sin querer la tira del corpiño. Como tenía vía libre, la pasé por uno de sus hombros, y bajé un poquito… mi hermana ya no me pajeaba, se acercó y derramó saliva sobre mis huevos, para luego tocármelos, me los apretaba….
Yo bajé con mis dedos hasta llegar ya a sus pechos… muy despacio, los fui bajando hasta que ya le estaba tocando una teta… Mica no me dijo nada, continué un poco más hasta que con la mano entera se la estaba tocando, por encima del corpiño. Se sentía muy firme y pesada, se me hacía bastante extraño… además el corpiño le estaba apretando demasiado las tetas, casi que podía sentir su pezón debajo. Era increíble.
Estaba embobado con eso, cuando otra pregunta me sacó del trance:
- ¿Te calienta verme las tetas… no? ¿Qué más?
La calentona de mi hermana sabía que si me seguía pajeando mientras la tocara, no iba a durar ni tres segundos. Por eso simplemente me tocaba las bolas, a veces me las agarraba y apretaba, mientras me miraba a los ojos y me hacía esas preguntas en un tono muy sensual y provocador.
Le di un ligero apretón a una de sus tetas, estaba tremenda. Todavía no me podía creer lo que estaba pasando. Bajé un poco hacia su abdomen, me quedé ahí unos segundos, sin saber si continuar o no, si animarme a más… y me dije a mí mismo que tenía que aprovechar esta situación… no todos los días podría tocar a una chica, y que encima estuviera buenísima como mi hermana. Era como un sueño.
Me arriesgué y pasé mi mano desde su abdomen hacia atrás, otra vez a su espalda… pero en esta ocasión fui para abajo, hasta llegar al elástico de su bombacha.
Como mi hermana estaba sentada, no podía bajar más de ahí con mi mano, pero era para hacerle saber que me calentaba mucho su cola… Micaela me miró y se mordió los labios, sonriéndome.
Movió sus piernas y se arrodilló en la cama, se acercó un poco más a mi posición… mi mano seguía ahí, ella con sus miradas me incitaba a que la baje, a que le toque la cola bien tocada.
Esto era mucho más de lo que pudiera imaginar, tener a mi hermosa hermana mayor arrodillada en mi cama, en ropa interior, dejándome que le toque la cola… fui bajando pausadamente mis dedos y mi mano… lo primero que sentí fue la tela de la bombacha, Micaela se mordía los labios cuando bajé un poco más, hasta sentirle los cachetes de la cola.
La piel en esa zona estaba demasiado suave, era muy excitante, estaba calentita… abrí bien la mano y le apoyé la palma abierta sobre su raya, tocando ambas nalgas, y la bombacha metida en el medio. Le sentía la cola muy firme, redonda, perfecta… tocar a otra chica normal después de esto iba a ser un bajón muy grande.
- ¿Te gusta verle la cola a tu hermana?
Suspiré, Micaela me preguntó eso y me tocó la pija, casi me vengo, ella notó mi cara de sufrimiento por soportar el orgasmo, cuando siguió con sus preguntas para calentarme:
- Dale… respondeme pervertido.
- Sí…
- Sí ¿qué?
- ¡Sí… me gusta mucho verte la cola Mica!
Se lo dije como me salió, noté que mi hermana gimió, apreté mi mano en su cola para sentirla bien, se la pasé por todo el cachete para manosearla toda, ella no me decía nada, cerró los ojos y gemía levemente. Aproveché para tocarle bien la cola, le pasaba toda la mano por sus enormes nalgas y metía mis dedos en su raya, tocándole la bombacha que la tenía bien clavada. Estaba tan caliente, su piel, ella, yo, que estábamos por cometer una locura, pero no importaba. Esto era sublime.
Sólo puedo decir que le pasé mis dedos bien pasados por toda la raya, se los debí haber pasado por encima del agujerito de la cola, pero no lo podía notar por la tela de la bombacha que le cubría esa zona. Demasiado morboso y prohibido, sólo me envalentonaba más y más, y parecía que a ella también, hasta que recuperó la cordura.
Se movió un poco y se puso bien de frente a mí, aún arrodillada en la cama con las piernas ligeramente separadas, mostrándome los labios de la concha bien marcados en esa bombacha blanca con corazoncitos violetas.
Yo aún tenía mi mano sobre ella, aunque ahora sobre el costado de su cola, en su muslo…
- ¿Y qué más te gusta verme?-Me preguntó, mirándose ella misma a su entrepierna.
Si bien estaba demasiado caliente, como nunca en mi vida para decir verdad, y bastante lanzado para lo que soy yo, ante una oportunidad única… esto quizás era ir demasiado lejos… tocarle la concha a mi hermana mayor era algo muy fuerte. ¡Por dios, no me animaba!
Estuve titubeando, cuando ella con sus ojazos verdes clavados en mí, me animó a que la toque.
No daba más ya, Micaela me derretía con sus encantos. Me animé de a poco, acerqué mi mano y la fui moviendo sobre su piel, tocándole las partes internas de sus muslos, mis dedos estaban extremadamente cerca de su conchita. Más me acercaba a esa zona, más caliente sentía su piel. Mi pija estaba al borde de explotar, apuntando al techo… Micaela no me la tocaba porque si me ponía un dedo encima, tendría el orgasmo al instante.
La miré a la cara y ella se volvía a morder los labios, tenía las mejillas un poco rojizas. Subí otro poquito más, y mis dedos de los costados tocaban levemente sus muslos, mientras que con el dedo del medio hice contacto con la tela de la bombacha.
No puedo explicar tanta adrenalina y excitación, estaba por venirme sin siquiera tocarme, esto sobrepasaba todo… apoyé un poco más mi dedo sobre esa bombacha abultada, se sentía muy suave… lo hundí otro poco y ya le sentí bien los labios de la concha. Se notaba que eran gruesos. La tela estaba húmeda, apoyé el resto de los dedos sobre toda la concha y a mi hermana se le escapó un gemido que no pudo contener.
- ¡Ahhhhh…! ¿Te gusta mirarme ahí, no?
No me animaba a responderle, moví mis dedos y se los pasé desde atrás hacia delante a lo largo de sus labios, tocándole toda la vagina sobre la tela. Podía sentir su rajita en el medio, y el clítoris un poco hinchado, todo se le marcaba.
- ¡Dale… confesalo cochino! ¿Te gusta mirarme la concha?
Mi hermana estaba muy puta ya, cuando escuché que dijo esa palabra tuve que suspirar y gemir, estaba muy al límite. Contesté entre gemidos:
- …No me puedo aguantar Mica… es que se te marca mucho en la bombacha…
- Mmm… pero qué hermanito tan pajero tengo… ¿nunca le viste la concha a una chica?
Moví mi cabeza diciéndole que no. Micaela me miró a los ojos y puso cara de apenada.
- Oh… ¿Te gustaría… ver la mía?
¡¿Qué?! Puse cara de sorpresa ante ella, y le pregunté como pude:
- ¿Co... cómo?
- Eso… ya que nunca se la viste a una chica… ¿te gustaría que me baje un poquito la bombacha… y te muestre mi concha?
Mi cara de asombro aumentó… no sabía qué decir ni cómo… solo me limite a decirle un escueto “sí”, temblando por dentro, y por fuera también.
Retiré apenas mi mano de su entrepierna, sólo la bajé un poco, para que ella pudiera bajarse la bombacha. Allí estaba mi tremenda hermana mayor, arrodillada en mi cama y a punto de mostrarme su conchita. Si todo esto era un sueño, no quería despertarme nunca.
Observé atentamente este momento que me quedaría grabado a fuego en la memoria… Mica agarró el elástico de su bombacha con ambas manos, y fue tirando hacia abajo… lo hacía lento… bajaba de a poco, se le veía el pubis, completamente depilado… aún más abajo… más… mi hermana me miraba con la boca abierta, mordiéndose los labios, la notaba completamente excitada.
- Ay, mojé toda la bombachita.-Dijo Micaela sonriéndome mientras se la seguía bajando.
Lo había notado cuando la toqué, la muy zorra estaba toda mojadita, pude ver la mancha de humedad que le había dejado en el interior de la bombacha.
Lo primero que le vi fue el clítoris, hinchadísimo… bajó un poquito más… hasta que por fin todo quedó a la vista. Los labios estaban muy rosados, tenían un color rosa intenso… y eran bastante gruesos, grandes. Meter esa concha en la bombacha no era tan fácil, con razón se le re marcaba siempre. En ese momento tenía los labios cerrados, juntos… pero se notaba que de la rajita en el medio le salía un líquido medio blanco o transparente. Le estaba viendo la concha mojada a la diosa de mi hermana… era tremendamente caliente y morboso. Insuperable.
- ¿Y… te gusta?
Me preguntó mirándome con su cara angelical… yo no podía mirar otra cosa más que su entrepierna, le respondí que sí moviendo la cabeza. ¿Si me gustaba? Por dios. Mi hermana tenía una concha divina. Y me la estaba mostrando. Estábamos cruzando por mucho la barrera de lo prohibido.
Por un momento, se me cruzó por la cabeza mover mi mano hacia allí y volver a tocarle la conchita, esta vez estaba completamente desnuda y sin la tela de la bombacha en el medio… pero obviamente me contuve.
Estuve unos segundos más viéndosela… cuando Micaela me pregunta:
- ¿Te gustaría verme algo más?
Se reía y creo que lo decía en broma, porque ya le había visto todo el cuerpo desnudo… excepto por algo. Tenía ganas de decírselo… pero no me animaba.
- En serio… pedime algo más si me querés ver…
¿Qué hago ahora? Tenía algo en mi mente, y no me aguantaba… mi hermana estaba en concha, excitada y dispuesta a hacer cosas sucias y prohibidas… la situación lo ameritaba, pero era muy arriesgado.
- Bueno… me gustaría que… te des vuelta.-Le pedí con bastante vergüenza.
- Ay, ¿querés verme la cola, no?
No alcancé a responder nada, que Micaela se giró hasta darse vuelta por completo… seguía arrodillada en la cama, pero ahora de espaldas a mí, mostrándome la cola y con la bombacha aún en los muslos.
Con el movimiento, y cambio de posición, se había acercado más a mí… su pierna derecha tocaba mi izquierda, con el añadido de que mi pija parada estaba muy cerca de su cola y sus muslos.
Mi objetivo no era sólo verle la cola desnuda… quería algo más, pero era muy fuerte como para pedírselo…
Micaela se pasaba la palma de su mano por uno de los cachetes de su cola, mientras llevaba su otro brazo hacia atrás, para agarrarme la pija… creo que ya quería terminar con esto porque me empezó a pajear… ante mi calentura, no me resistí, junté coraje y finalmente se lo dije:
- Mica… quiero pedirte algo más…
Ella no me respondió con palabras, solo gimió levemente, en un gesto que tomé como afirmativo.
- …Me gustaría que te la abras un poquito.-Me animé a decirle.
Mi hermana volteó su cara hacia mí:
- Ay… ¿querés que me abra los cachetes? ¿No te estarás pasando?
Seguramente tenía razón, me estaba pasando con lo que le pedía, pero gran parte de la culpa la tenía ella por calentarme de esta manera. Me quedé callado por unos segundos, un poco avergonzado.
- Dale contestame… ¿qué querés verme pervertido?
- Es que… quiero verte bien ahí… quiero verte el agujerito de la cola Mica…
- Mmm… cochino… ¿vos escuchás lo que decís? ¿Te estás dando cuenta de la chanchada que le estás diciendo a tu hermana? Pendejo pajero.
Continuará…
Con el paso de los días me animaba a moverme y caminar por más tiempo, a veces con la ayuda de Micaela, otras veces yo solo, pero veía muy buenos progresos. Si bien los dolores en todo el cuerpo permanecían, todo parecía ir en la dirección correcta.
Luego de la escena en mi cama en la que Micaela me hizo una paja memorable, las miradas entre ambos eran más frecuentes, y por más que no decíamos nada, era como que disfrutábamos en secreto de las cosas prohibidas que hacíamos.
Ahora, cada vez que mi hermana se encontraba cerca, o cambiándose, estaba siempre nervioso y a la expectativa de que pudiera suceder algo.
Pasé un nuevo día en el silencio de la casa, ese silencio ya agotador y desgastante, los días se me hacían eternos, pero no había alternativas.
Miré por la ventana y se podía ver el cielo plomizo, bastante oscuro… hasta que comenzó a llover con intensidad. Dejé la ventana abierta para que entre algo de aire fresco, luego de tantos días calurosos, era bienvenida la lluvia.
Llovió toda la tarde, era casi de noche cuando mi hermana llegó a casa. Se acercó hasta la cama a saludarme, estaba toda mojada por la lluvia.
- Ay, me agarró el agua hermanito, estoy hecha un desastre!
Tenía el cabello bastante húmedo, y toda la ropa empapada.
- No es para tanto… además, si vos sos un desastre… ¿qué queda para las demás chicas?-Dije haciendo alusión a su indescriptible belleza.
- Ohhh, que tierno.-Me respondió sonriendo.
Mi hermana se colocó frente al espejo, y en mi interior ya sabía lo que se venía. Me mantuve expectante, mirándola desde la cama.
Primero se quitó los zapatos, dejándolos tirados a un costado. Se sacó la remera que tenía, toda mojada por la lluvia, igual que el jean. Desabrochó sus botones, y comenzó a bajárselo… yo mientras tanto no me quería perder detalles. Se sacó por completo el jean mientras levantaba primero una pierna, y luego la otra para quitárselo… desde ahí podía verle la cola, las piernas, casi todo.
La verdad es que ya estaba un poco excitado viéndola así, para qué mentir… mi hermana tenía un conjunto de ropa interior combinado, de color rosa, o fucsia más bien… me seguía sorprendiendo todo, cómo el corpiño le apretaba y destacaba sus tetas, cómo usaba bombachitas tan ajustadas que se le metían en la cola y me dejaban ver esos enormes y redondos cachetes al descubierto…
Casi que no me había dado cuenta, y ya estaba con la pija parada otra vez.
De pronto, Micaela se acerca hacia la cama, pero se dirige al cajón en donde guarda su ropa interior. Nos miramos… y ella alzó la vista para verme la erección fugazmente. Luego se giró y se agachó ligeramente para abrir el cajón de sus bombachas… estaba al lado mío, no podía perder esta oportunidad de mirarla.
Me regaló una visión sublime de sus piernas, de su cola… al haberse inclinado un poco, la bombacha rosa que tenía puesta se le clavó aún más entre sus firmes cachetes, le cubría la raya y nada más. Lo que debe ser meterla ahí, pensé.
Cuando se dio la vuelta ya con las prendas que había elegido… me volvió a mirar la erección bajo mi pantalón. Rogaba porque me haga otra paja como ella sabe hacer.
Yo no me animaba a decirle nada, ya les comenté que soy bastante tímido, por eso siempre esperaba a que fuera Mica la que me diga algo o tomara la iniciativa, cuando por fin sucedió:
- ¿Otra vez necesitas… mi ayuda?-Me preguntó sonriendo.
Esa era la excusa de ella para poder pajearme, para poder seguir con toda esta morbosidad prohibida del incesto. A esa altura estaba bastante seguro de que le gustaba hacerme la paja, y que no lo hacía “sólo por mí y mi bienestar”. Yo simplemente la tenía que tener parada para que ella me diga algo y le den ganas de pajearme.
No alcancé a responderle, que ella misma se sentó en mi cama, al lado mío, y dejó la ropa que había escogido a un costado por un momento.
Me bajó el pantalón junto con el calzoncillo como otras veces, mientras me miraba con esos ojos verdes, como disfrutando de la travesura que estaba por hacer.
Se acercó un poco a mi pija, y con su mano derecha envolviendo mi tronco, comenzó a masturbarme. Esta vez movía de manera más enérgica su mano y su brazo… le gustaba tocarme la punta, en la zona del glande, se centraba en esa parte mientras salían las primeras gotitas de líquido pre seminal de mi pija.
Mi hermana me pasaba uno de sus dedos por la punta, para llevar esa humedad que me iba saliendo, hacia el resto del glande, y poder así humedecer más la zona…
Como estaba moviendo el brazo de manera más rápida, debido al movimiento noté que la tira del corpiño se le estaba bajando del hombro… me quedé atento mirando eso, hasta que se le bajó un poco más, y la tira ya estaba suelta en su brazo derecho.
Micaela me estaba pajeando demasiado rápido, ya se escuchaba otra vez el ruido causado por la humedad de la piel de mi prepucio al subir y bajar del glande. Mi hermana parecía no darse cuenta, pero la tira del corpiño se le bajó bastante, a tal punto que una de sus tetas estaba por salirse.
Tendría que aguantar un poco más, cerré los ojos un momento para concentrarme en no acabar… deseaba por favor que siguiera moviendo el brazo así, porque se le estaba por bajar el corpiño.
Cuando volví a abrir los ojos, miré otra vez a sus pechos… mi hermana seguía pajeándome intensamente, hasta que finalmente una parte del corpiño se le deslizó otro poco hacia abajo. ¡Se le veía el pezón, por dios!
- Ohhhhhhhhhhhhhh.
No pude evitar gemir, le vi el pezón a mi hermana mientras me pajeaba, la sangre me corría al máximo por el cuerpo.
Al escuchar mi tremendo gemido, Mica alzó su vista y me miró… notó que le estaba mirando las tetas de forma descarada, dirigió su mirada hacia abajo para mirarse ella misma, y se dio cuenta de que tenía un pezón afuera del corpiño.
- Ay hermanito… me hubieras avisado que tengo una teta afuera…
No sabía qué decir, miré para otro lado avergonzado. Micaela me volvió a mirar y me sonrió a la vez que me dijo:
- Yo creo que no me dijiste nada porque te gusta mirarme, ¿o no?
Le devolví la sonrisa diciéndole que sí.
- No tengas vergüenza… podes mirar, no me molesta.
Traté de volver a mirarle las tetas, era tanta la excitación y la calentura que me provocaba la diosa de mi hermana, que aguantar el orgasmo era un suplicio. Pensé que se iba a acomodar el corpiño, pero ante mi completo asombro, no lo hizo… dejó esa teta al aire para que yo se la vea mientras me pajeaba!
No podía dejar de mirarle el pezón, era tan perfecto, bien redondito, de un color rosa fuerte. Cómo podía tener semejantes tetas…
Por un momento, bajó el ritmo de la paja, ahora me tocaba la pija de manera más lenta. Se inclinó un poco hacía mí y me habló en voz baja, casi susurrando:
- ¿Te gusta mirarme, pervertido?
Me miraba a los ojos para hablarme, mientras me seguía pajeando. Le tuve que decir que sí.
- ¿Se te para la pija al mirarme, no? Estás muy pajero.
Gemí al escuchar eso, ya estaba por acabar, me hablaba con un tono muy suave y sensual, me quería calentar aún más diciendo esas palabras, estaba al límite ya. Para colmo seguía con la teta al aire.
- ¿Querés que te cuente un secreto?-Me preguntó mientras me apretaba más fuerte la pija.
La miré con cara de sufrimiento, me tenía demasiado excitado. Le respondí afirmativamente.
- Pero tiene que quedar entre nosotros… ¿me lo prometés?
Moví la cabeza asintiendo. Estaba muy intrigado por lo que me fuera a contar.
- Me gusta mucho que me mires… y ver como se te para… es más… cuando me voy a cambiar… dejo la bombacha mojada.
- Ohhhhhhhhhhhh.
Escuché eso de la boca de mi hermana y no lo soporté más, me vine irremediablemente. Micaela esta vez dejó su mano quieta apretando el tronco de mi pija, mientras estaba concentrada en ver cómo me salía toda la leche.
Si ella se calentaba tanto como yo, no me quería ni imaginar las pajas que se debía hacer en el baño cuando estaba sola.
Suspiré aliviado después de la tortura a la que me había sometido la zorrita caliente de mi hermana.
El semen estaba por todos lados, con sus tremendas pajas me hacía brotar enormes cantidades. Nos miramos por un momento… estábamos los dos con la cara colorada. Micaela soltó mi miembro que ahora comenzaba a bajarse, con la mano repleta de mi semen caliente.
Miró para todos lados buscando algo para limpiarme, pero no encontró nada, ni una toalla.
- Ay, ¿con qué te limpio todo esto?
Se quedó mirándome pensativa… y esbozó una sonrisa.
- Ya sé, mirá para otro lado hermanito.
- ¿Qué?-Le pregunté porque no sabía a lo que se refería.
- Eso… cerrá los ojos un ratito, hasta que yo te diga.
- Está bien.
Lo hice, cerré los ojos un par de segundos… escuché que Micaela se había bajado de la cama, hasta que me dijo que los podía abrir ya. Una vez que lo hice… me sorprendió mucho lo que vi.
Se había arrodillado en el suelo, al lado de la cama… y tenía su bombacha en la mano, la que traía puesta!
Ante mi asombro, la llevó hasta mi entrepierna y me pasó esa bombachita rosa por toda la pija, alrededor, abajo, arriba… me la pasó bien por la punta, y hasta por los huevos, asegurándose de limpiar todo el semen derramado.
- ¿Qué? No te rías tontito, es lo único que se me ocurrió.
Los dos nos reíamos… a todo esto, ella seguía con el pezón descubierto, cuando prosiguió ahora a limpiarse los restos de semen de su mano con la bombacha.
Si continuaba con esto, creo que me iba a calentar otra vez. Mi hermana estaba sin bombacha a metros de mí, no le podía ver nada porque se había bajado de la cama, y al estar arrodillada en el suelo, no podía ver sus piernas… y ni me quería imaginar lo que debía ser verle la concha.
Una vez que terminó de limpiar todo… me mostró la bombacha, la tela había quedado llena de leche. Nos reímos al mismo tiempo por su ocurrencia.
- Ahora volvetela a poner.-Le dije en broma.
- ¡Ay, no seas asqueroso! Cerrá los ojos que me voy a levantar para ir al baño.
- ¿Estás segura?... ¿Cómo sabés si voy a cerrar los ojos… o voy a estar espiando un poquito?
- ¡Me querés ver desnuda, pervertido! Entonces date vuelta o algo.
- No… te vas a tener que poner la bombacha sucia para que no te vea desnuda.
Yo lo seguía diciendo en broma… ¡pero la calentona de mi hermana lo iba a hacer!
- Ay… mirá la chanchada que me haces hacer hermanito!
Se acomodó un poco mejor, y sin que yo pudiera ver, se fue poniendo la bombacha, subiéndola por sus piernas hasta sus caderas. Se acomodó el corpiño y se puso de pie.
No pensé que lo haría de verdad. A pesar del reciente orgasmo, ya se me estaba por parar otra vez la pija… ahora podía ver a mi hermana con la bombacha rosa repleta de leche, estaba toda manchada. De solo pensar en que mi semen estaría tocando y ensuciando su concha… me volvía a calentar.
Yo sólo miraba atentamente, cada segundo que ella me regalaba en estas situaciones era especial. Micaela me habló:
- Bueno… suficiente por hoy, ¿no te parece? Me voy a bañar… estoy toda sucia.
Tras decir eso, se dio vuelta y caminó hacia el baño, dejándome ver como movía las piernas a cada paso, y la bombachita rosa llena de semen metida en su enorme cola.
Estaba descubriendo que mi hermana, además de estar buenísima, era una putita caliente, y encima morbosa.
Aquella escena terminó, pero las horas pasaron, y si bien trataba de controlarme, me la pasaba constantemente pensando en todas estas situaciones con mi hermana mayor.
Ya que ella me confesara que se calienta cuando la miro, era un gran paso adelante para mi confianza.
Unos días transcurrieron de manera normal, es decir, sin que nuevas situaciones íntimas ocurriesen. Mica estaba más pendiente de su trabajo y más tiempo fuera de casa porque tenía que hacer varias sesiones nuevas de fotos.
Uno de esos días en particular, estaba yo sólo en casa ya, en mi cama durante la tarde, un poco aburrido y con muchas ganas de volver a disfrutar de las pajas de Micaela… todavía no podía creer que le había visto una teta… mejor dicho, ella me había dejado vérsela. Volvía a imaginarme todo, su cuerpo, su cara, sus labios, su mano masturbándome, su mirada cuando me saca la leche, su cola entangada… trataba de imaginarme su conchita mojando la bombacha como ella me dijo. Se me paraba la pija todo el tiempo.
Estaba obsesionado con ella. No era para menos. Estaba teniendo muchísima suerte de disfrutar de una chica tan linda y caliente de manera íntima… que fuera mi propia hermana mayor sólo le agregaba más morbo en lo prohibido del asunto. Me sentía mal a veces por eso, pero no podía resistirme.
Me levanté con cuidado de la cama y fui hasta un mueble que estaba cerca de la puerta principal de la casa, donde guardábamos cosas como revistas, libros, etc. Busqué una de las tantas revistas en donde mi hermana salía. Ella las coleccionaba allí. Para ser sinceros, quería encontrar una en la que Mica salía en ropa interior. Por suerte, la localicé y me la llevé a la cama para volver a acostarme y ver la revista.
Parecía ser una edición especial de un catálogo de ropa interior… no es que yo me interesara demasiado en esas cosas, pero con una hermana modelo, uno termina aprendiendo definiciones y conociendo ese mundo.
Las fotos no eran sugerentes o comprometedoras, pero mi hermana es tan linda, que te deja pensando en cosas sucias en vez de detenerte a mirar la ropa.
Salía en varias páginas, junto a otras chicas. Ropa interior de todo tipo, colores y diseños… lo que sí creí notar, es que a Micaela la aprovechaban para mostrar la parte de atrás de las prendas, porque era casi la única que salía de espaldas. No eran tontos los productores, mostrando sus tangas en la perfecta cola de mi hermana.
Me masturbé durante unos minutos viendo todo eso, luego de varias semanas podía mover mucho mejor mis manos y dedos, pero el dolor persistía aún. Cada tanto me detenía, esperaba, y volvía a tocarme.
Estaba concentrado en esa tarea, cuando escuché a Mica llegar a casa. Me subí el calzoncillo solamente, aunque se notaba perfectamente la erección. No me dio tiempo a esconder la revista, pero pensé que con todo lo que había sucedido entre ambos, no sería un problema que me viera. Simplemente la dejé en la mesita de luz.
Tras saludarme, y mirarme con una de sus miradas particulares por mi erección a la vista, se dispuso a sacarse la ropa que tenía puesta para cambiarse. Había traído una bolsa con diferentes prendas de vestir que tenía que probarse.
- Mirá toda la ropa que me dieron para que me pruebe… -Me dijo mientras me mostraba el interior de la bolsa.
- ¿Para qué?-Pregunté extrañado.
- Son diferentes prendas con las que mañana tengo que hacer fotos… para agilizar tiempo tengo que descartar las que no me van, la ropa que no es de mi talle. ¿Me ayudás?
- …¿Cómo?
- Dándome tu opinión, no pongas esa cara que no es nada difícil!
No entendía muy bien todavía a lo que se refería, pero bueno. Frente al espejo, como siempre, se quitó todo excepto la ropa interior. Desde luego, aproveché la oportunidad para mirarla.
Comenzó poniéndose una camisa, me preguntó cómo le quedaba y yo le daba mi punto de vista. De todas maneras era un poco absurdo, por más que le dijera que le quedaba un poco grande, ella volvía a mirarse al espejo y sacaba sus propias conclusiones.
Siguió probándose prendas de este tipo, luego continuó con otras como calzas, chupines, y cosas así de las que algunas yo no conocía el nombre. Lo mejor de todo era verla cambiándose en frente mío y poder mirarla en ropa interior como ya me había acostumbrado. Eso me tenía expectante, y si bien intentaba concentrarme lo máximo posible en sus preguntas, no podía obviar la calentura que me generaba por exponerse de esa manera.
En una de esas, se pone una calza de estilo deportiva, con tela fina, y cuando se la subió por completo, se le marcaba absolutamente todo.
- Ay, esta me queda muy ajustada, ¿no te parece?
- Mmm… yo creo que te queda muy bien…-Le dije eso porque le quedaba increíblemente bien, pero es verdad que estaba muy ajustada. Se le marcaba mucho la cola y las piernas, quizás demasiado evidente.
- No sé, la siento bastante apretada.
Se dio la vuelta para mirarse en el espejo cómo le quedaba la parte de atrás.
- Aparte se me nota la bombacha abajo.
Se la sacó, ver el momento en que la calza bajaba y quedaba a la vista su enorme cola…
Por el amor de dios. Poder ver eso era un privilegio. Y ahora creo que se venía el turno de probarse la ropa interior. Rogaba porque así fuera.
Primero vino hasta el mueble que estaba al lado de la cama, y tras acomodar algunas cosas, vio la revista allí en la mesita.
- ¿Qué andabas haciendo con esa revista?-Me preguntó riéndose mientras regresaba al espejo.
- …Nada…-Alcancé a responder con cierta timidez.
- ¿Seguro? Yo creo que la estabas mirando… y se te paró por verme en esa revista, ¿o no?
Alzó la vista hacia mí, y le respondí que sí moviendo la cabeza.
- ¿No preferís una imagen real?-Me preguntó mirando su propio cuerpo.
No dije nada, pero era obvio. Estaba atento a lo que podía suceder. Ya tenía la pija muy dura bajo el calzoncillo, y ella lo sabía perfectamente. Era una diosa de la sensualidad.
- Ahora voy a continuar con la ropa interior hermanito… ¿te animás a darme tu opinión?
Volví a mover la cabeza asintiendo, esta chica me iba a causar un infarto. Me alegré muchísimo internamente cuando me dijo eso.
- Bueno… mirá para otro lado que me tengo que desnudar. ¡No hagas trampa!
Le hice caso, esta vez no era para bromear. Me giré hacia el costado donde estaba la pared, y además cerré los ojos. Una vez que mi hermana se había cambiado de ropa interior, me avisó de que ya podía mirar.
El primer conjunto constaba de un corpiño con encajes y alguna que otra transparencia menor, lo mismo que la parte de abajo. Era de color negro. Micaela se miró en el espejo, y luego me preguntó:
- ¿Te gusta cómo me queda?
Yo no sabía a dónde mirar, si a las tetas, a la entrepierna, lo que podía ver de su espalda y su cola… era casi imposible que algo no le quedara bien. Le dije que sí y creo que ella estaba conforme con ese conjunto.
Luego prosiguió con los demás… había prendas de diferentes colores, estilos y diseños, ante ese desfile en mi casa yo ya estaba más que caliente, ella se daba cuenta pero me hacía todo esto a propósito.
Sacó de la bolsa el último conjunto de ropa interior que debía probarse. Tras decirme que me diera vuelta y cierre los ojos, se puso ambas prendas y volví a mirar.
Esta vez era un conjunto de color blanco, con un diseño más bien simple. Tenía corazoncitos de color violeta como detalle. Lo primero que noté, era que el corpiño le apretaba un poco las tetas, claro que se veía tremendamente sensual.
Mi hermana se miró al espejo y habló:
- Mmm… creo que este no es mi talle… la bombacha me queda chica y muy ajustada. ¿Vos que pensás?
Se giró un poco para mostrarme, poniéndose de frente a mí. Le miré esa zona con algo de vergüenza.
Es verdad que se notaba demasiado que le quedaba ceñida, otra vez se le notaban los labios de la concha marcadísimos en la bombacha, no podía aguantarme al ver eso, la pija me dio un par de saltos propios de la tremenda excitación que me generaba.
Ya estaba obsesionado con poder verle la concha, se le notaba que la tenía bien grande, o los labios gruesos, me enloquecía verle eso. En la tela se marcaba al detalle los labios grandes y la rajita en el medio, yo simplemente me quedé atento viéndola.
- Sí… te queda un poco ajustada.-Alcancé a decir sin dejar de mirarle la vagina.
- ¿Y atrás? ¿Se me ve mucho? Siento que me aprieta bastante.
Mi hermana se dio vuelta y se puso de espaldas a mí, directamente para mostrarme su tremenda cola.
No pude soportar más y tuve que sacarme el calzoncillo, esto era demasiado. La bombachita se le metía tanto entre los cachetes que no le tapaba casi nada, era como una tanga, pero se notaba que no le entraba en esa enorme cola.
Mientras se la miraba, me toqué la pija pajeándome muy despacio, tenía el glande completamente húmedo.
Era una bendición que Micaela me muestre la cola de esta manera, pero un sufrimiento al mismo tiempo. Me daban ganas de cojerla. Seguí mirando, me hubiera encantado que se incline un poco para tratar de verle la conchita marcada debajo de la cola, pero no pudo ser.
- Si… te queda bastante chica, no te tapa casi nada…
Apenas dije eso, mi hermana volvió a girarse… se iba a mirar al espejo nuevamente, pero se quedó sorprendida al ver mi pija ya descubierta, completamente parada y húmeda.
Sin sacarse ese conjunto de ropa interior, se dispuso a acomodar la ropa que se había probado… una vez que terminó, cuando pasó al lado mío, sin mediar palabras, se sentó en la cama para darme “mi tratamiento.”
Lo diferente de esta ocasión, es que comenzó llevando una mano a su cara, y con la sensualidad que la caracteriza, lamió con su lengua la punta de sus dedos, para luego ponerla sobre mi pija y masturbarme.
- Así se desliza mejor.
Me dijo tras sonreírme. ¿Me daba clases de sexo? Agradecí interiormente mientras ya sentía los dedos de Micaela deslizarse de forma muy excitante sobre mi glande y mi tronco, esto era nuevo para mí…
- ¿Te gusta que te haga la paja?
Me preguntó así sin más, mirándome con sus ojazos. Era la primera vez que lo decía abiertamente, y lo hacía para encenderme. Mi hermana era tan morbosa que me hablaba de forma sucia para calentarme. Le daba igual que sea su hermano menor.
Obviamente, alcancé a decirle que sí en voz baja. No me animaba a más, porque evidentemente quería decirle que me encantaba, que era en lo único que pensaba durante todo el día.
Mientras me pajeaba a un ritmo lento, ya estaba la zona un poco seca, cuando se acercó hacia mi pija, y juntando los labios, dejó caer un poco de saliva sobre la punta de mi glande.
- Ohhhhhhhhhh.-No pude aguantar el gemido al verla haciendo eso.
Su saliva embardunó toda mi pija por completo, y ahora me pajeaba con toda su mano alrededor de mi tronco, se escuchaba el ruido de la paja, subiendo y bajando con su mano, repleta de humedad, deslizándose por completo… y yo aguantando como podía, con cara de sufrimiento.
Bajó el ritmo de la paja, tocándome con los dedos, y me miró para hacerme una pregunta.
- ¿Qué te calienta de mí cuando me ves cambiándome?
Mi hermana y sus preguntas… en ese momento estaba demasiado concentrado en no acabar, mientras sus delicados dedos llenos de saliva me tocaban la pija.
- Dale… respondeme, no tengas vergüenza hermanito.
Me intimidaba mucho con esa mirada penetrante, con mi timidez no me animaba a decirle a mi hermana mayor que me calentaba absolutamente todo de ella, sus ojos, sus labios, sus tetas, su espalda, su cola, sus piernas… todavía me avergonzaba bastante decirle cosas subidas de tono.
Mi enyesado brazo izquierdo estaba muy cerca de sus piernas, al estar ella sentada en la cama a mi lado… iba a responder finalmente a su pregunta, cuando de pronto Micaela retira su mano de mi pija, y la lleva hacia la mía, me hace levantar mi mano izquierda y la apoya encima de uno de sus muslos.
- Bueno… si te da tanta vergüenza… tocame con la mano las partes que te gustan de mi cuerpo… ¿así te es más fácil?
Al principio pensé que era una broma… ¡pero lo decía de verdad! ¡¿Que la toque?! Traté de contenerme y ni me inmuté exteriormente, pero estaba muy nervioso ya. No sé hasta dónde iba a llegar esto, o si mi hermana simplemente estaba jugando conmigo.
Puf. Ahora con mi mano sobre una de sus rodillas, la moví un poco hacia arriba, muy lentamente, mirándola a ella por si me decía algo y tuviera que detenerme… pero sólo me sonreía para animarme.
Con mis dedos y lo poco de mi mano que quedaba sin yeso, le estaba tocando la parte de arriba del muslo… su piel era muy suave, estaba calentita.
Me detuve a medio muslo, no quería subir más con mi mano porque Micaela estaba en ropa interior, pensé que sería desubicado si la seguía subiendo.
- ¿Te gustan mis piernas?-Me preguntó.
Le dije que sí con la cabeza, y la miré… no sabía si animarme, pero lo hice… levanté mi mano y la apoyé en su espalda. La moví hasta llegar arriba, pasando el cabello y sin querer la tira del corpiño. Como tenía vía libre, la pasé por uno de sus hombros, y bajé un poquito… mi hermana ya no me pajeaba, se acercó y derramó saliva sobre mis huevos, para luego tocármelos, me los apretaba….
Yo bajé con mis dedos hasta llegar ya a sus pechos… muy despacio, los fui bajando hasta que ya le estaba tocando una teta… Mica no me dijo nada, continué un poco más hasta que con la mano entera se la estaba tocando, por encima del corpiño. Se sentía muy firme y pesada, se me hacía bastante extraño… además el corpiño le estaba apretando demasiado las tetas, casi que podía sentir su pezón debajo. Era increíble.
Estaba embobado con eso, cuando otra pregunta me sacó del trance:
- ¿Te calienta verme las tetas… no? ¿Qué más?
La calentona de mi hermana sabía que si me seguía pajeando mientras la tocara, no iba a durar ni tres segundos. Por eso simplemente me tocaba las bolas, a veces me las agarraba y apretaba, mientras me miraba a los ojos y me hacía esas preguntas en un tono muy sensual y provocador.
Le di un ligero apretón a una de sus tetas, estaba tremenda. Todavía no me podía creer lo que estaba pasando. Bajé un poco hacia su abdomen, me quedé ahí unos segundos, sin saber si continuar o no, si animarme a más… y me dije a mí mismo que tenía que aprovechar esta situación… no todos los días podría tocar a una chica, y que encima estuviera buenísima como mi hermana. Era como un sueño.
Me arriesgué y pasé mi mano desde su abdomen hacia atrás, otra vez a su espalda… pero en esta ocasión fui para abajo, hasta llegar al elástico de su bombacha.
Como mi hermana estaba sentada, no podía bajar más de ahí con mi mano, pero era para hacerle saber que me calentaba mucho su cola… Micaela me miró y se mordió los labios, sonriéndome.
Movió sus piernas y se arrodilló en la cama, se acercó un poco más a mi posición… mi mano seguía ahí, ella con sus miradas me incitaba a que la baje, a que le toque la cola bien tocada.
Esto era mucho más de lo que pudiera imaginar, tener a mi hermosa hermana mayor arrodillada en mi cama, en ropa interior, dejándome que le toque la cola… fui bajando pausadamente mis dedos y mi mano… lo primero que sentí fue la tela de la bombacha, Micaela se mordía los labios cuando bajé un poco más, hasta sentirle los cachetes de la cola.
La piel en esa zona estaba demasiado suave, era muy excitante, estaba calentita… abrí bien la mano y le apoyé la palma abierta sobre su raya, tocando ambas nalgas, y la bombacha metida en el medio. Le sentía la cola muy firme, redonda, perfecta… tocar a otra chica normal después de esto iba a ser un bajón muy grande.
- ¿Te gusta verle la cola a tu hermana?
Suspiré, Micaela me preguntó eso y me tocó la pija, casi me vengo, ella notó mi cara de sufrimiento por soportar el orgasmo, cuando siguió con sus preguntas para calentarme:
- Dale… respondeme pervertido.
- Sí…
- Sí ¿qué?
- ¡Sí… me gusta mucho verte la cola Mica!
Se lo dije como me salió, noté que mi hermana gimió, apreté mi mano en su cola para sentirla bien, se la pasé por todo el cachete para manosearla toda, ella no me decía nada, cerró los ojos y gemía levemente. Aproveché para tocarle bien la cola, le pasaba toda la mano por sus enormes nalgas y metía mis dedos en su raya, tocándole la bombacha que la tenía bien clavada. Estaba tan caliente, su piel, ella, yo, que estábamos por cometer una locura, pero no importaba. Esto era sublime.
Sólo puedo decir que le pasé mis dedos bien pasados por toda la raya, se los debí haber pasado por encima del agujerito de la cola, pero no lo podía notar por la tela de la bombacha que le cubría esa zona. Demasiado morboso y prohibido, sólo me envalentonaba más y más, y parecía que a ella también, hasta que recuperó la cordura.
Se movió un poco y se puso bien de frente a mí, aún arrodillada en la cama con las piernas ligeramente separadas, mostrándome los labios de la concha bien marcados en esa bombacha blanca con corazoncitos violetas.
Yo aún tenía mi mano sobre ella, aunque ahora sobre el costado de su cola, en su muslo…
- ¿Y qué más te gusta verme?-Me preguntó, mirándose ella misma a su entrepierna.
Si bien estaba demasiado caliente, como nunca en mi vida para decir verdad, y bastante lanzado para lo que soy yo, ante una oportunidad única… esto quizás era ir demasiado lejos… tocarle la concha a mi hermana mayor era algo muy fuerte. ¡Por dios, no me animaba!
Estuve titubeando, cuando ella con sus ojazos verdes clavados en mí, me animó a que la toque.
No daba más ya, Micaela me derretía con sus encantos. Me animé de a poco, acerqué mi mano y la fui moviendo sobre su piel, tocándole las partes internas de sus muslos, mis dedos estaban extremadamente cerca de su conchita. Más me acercaba a esa zona, más caliente sentía su piel. Mi pija estaba al borde de explotar, apuntando al techo… Micaela no me la tocaba porque si me ponía un dedo encima, tendría el orgasmo al instante.
La miré a la cara y ella se volvía a morder los labios, tenía las mejillas un poco rojizas. Subí otro poquito más, y mis dedos de los costados tocaban levemente sus muslos, mientras que con el dedo del medio hice contacto con la tela de la bombacha.
No puedo explicar tanta adrenalina y excitación, estaba por venirme sin siquiera tocarme, esto sobrepasaba todo… apoyé un poco más mi dedo sobre esa bombacha abultada, se sentía muy suave… lo hundí otro poco y ya le sentí bien los labios de la concha. Se notaba que eran gruesos. La tela estaba húmeda, apoyé el resto de los dedos sobre toda la concha y a mi hermana se le escapó un gemido que no pudo contener.
- ¡Ahhhhh…! ¿Te gusta mirarme ahí, no?
No me animaba a responderle, moví mis dedos y se los pasé desde atrás hacia delante a lo largo de sus labios, tocándole toda la vagina sobre la tela. Podía sentir su rajita en el medio, y el clítoris un poco hinchado, todo se le marcaba.
- ¡Dale… confesalo cochino! ¿Te gusta mirarme la concha?
Mi hermana estaba muy puta ya, cuando escuché que dijo esa palabra tuve que suspirar y gemir, estaba muy al límite. Contesté entre gemidos:
- …No me puedo aguantar Mica… es que se te marca mucho en la bombacha…
- Mmm… pero qué hermanito tan pajero tengo… ¿nunca le viste la concha a una chica?
Moví mi cabeza diciéndole que no. Micaela me miró a los ojos y puso cara de apenada.
- Oh… ¿Te gustaría… ver la mía?
¡¿Qué?! Puse cara de sorpresa ante ella, y le pregunté como pude:
- ¿Co... cómo?
- Eso… ya que nunca se la viste a una chica… ¿te gustaría que me baje un poquito la bombacha… y te muestre mi concha?
Mi cara de asombro aumentó… no sabía qué decir ni cómo… solo me limite a decirle un escueto “sí”, temblando por dentro, y por fuera también.
Retiré apenas mi mano de su entrepierna, sólo la bajé un poco, para que ella pudiera bajarse la bombacha. Allí estaba mi tremenda hermana mayor, arrodillada en mi cama y a punto de mostrarme su conchita. Si todo esto era un sueño, no quería despertarme nunca.
Observé atentamente este momento que me quedaría grabado a fuego en la memoria… Mica agarró el elástico de su bombacha con ambas manos, y fue tirando hacia abajo… lo hacía lento… bajaba de a poco, se le veía el pubis, completamente depilado… aún más abajo… más… mi hermana me miraba con la boca abierta, mordiéndose los labios, la notaba completamente excitada.
- Ay, mojé toda la bombachita.-Dijo Micaela sonriéndome mientras se la seguía bajando.
Lo había notado cuando la toqué, la muy zorra estaba toda mojadita, pude ver la mancha de humedad que le había dejado en el interior de la bombacha.
Lo primero que le vi fue el clítoris, hinchadísimo… bajó un poquito más… hasta que por fin todo quedó a la vista. Los labios estaban muy rosados, tenían un color rosa intenso… y eran bastante gruesos, grandes. Meter esa concha en la bombacha no era tan fácil, con razón se le re marcaba siempre. En ese momento tenía los labios cerrados, juntos… pero se notaba que de la rajita en el medio le salía un líquido medio blanco o transparente. Le estaba viendo la concha mojada a la diosa de mi hermana… era tremendamente caliente y morboso. Insuperable.
- ¿Y… te gusta?
Me preguntó mirándome con su cara angelical… yo no podía mirar otra cosa más que su entrepierna, le respondí que sí moviendo la cabeza. ¿Si me gustaba? Por dios. Mi hermana tenía una concha divina. Y me la estaba mostrando. Estábamos cruzando por mucho la barrera de lo prohibido.
Por un momento, se me cruzó por la cabeza mover mi mano hacia allí y volver a tocarle la conchita, esta vez estaba completamente desnuda y sin la tela de la bombacha en el medio… pero obviamente me contuve.
Estuve unos segundos más viéndosela… cuando Micaela me pregunta:
- ¿Te gustaría verme algo más?
Se reía y creo que lo decía en broma, porque ya le había visto todo el cuerpo desnudo… excepto por algo. Tenía ganas de decírselo… pero no me animaba.
- En serio… pedime algo más si me querés ver…
¿Qué hago ahora? Tenía algo en mi mente, y no me aguantaba… mi hermana estaba en concha, excitada y dispuesta a hacer cosas sucias y prohibidas… la situación lo ameritaba, pero era muy arriesgado.
- Bueno… me gustaría que… te des vuelta.-Le pedí con bastante vergüenza.
- Ay, ¿querés verme la cola, no?
No alcancé a responder nada, que Micaela se giró hasta darse vuelta por completo… seguía arrodillada en la cama, pero ahora de espaldas a mí, mostrándome la cola y con la bombacha aún en los muslos.
Con el movimiento, y cambio de posición, se había acercado más a mí… su pierna derecha tocaba mi izquierda, con el añadido de que mi pija parada estaba muy cerca de su cola y sus muslos.
Mi objetivo no era sólo verle la cola desnuda… quería algo más, pero era muy fuerte como para pedírselo…
Micaela se pasaba la palma de su mano por uno de los cachetes de su cola, mientras llevaba su otro brazo hacia atrás, para agarrarme la pija… creo que ya quería terminar con esto porque me empezó a pajear… ante mi calentura, no me resistí, junté coraje y finalmente se lo dije:
- Mica… quiero pedirte algo más…
Ella no me respondió con palabras, solo gimió levemente, en un gesto que tomé como afirmativo.
- …Me gustaría que te la abras un poquito.-Me animé a decirle.
Mi hermana volteó su cara hacia mí:
- Ay… ¿querés que me abra los cachetes? ¿No te estarás pasando?
Seguramente tenía razón, me estaba pasando con lo que le pedía, pero gran parte de la culpa la tenía ella por calentarme de esta manera. Me quedé callado por unos segundos, un poco avergonzado.
- Dale contestame… ¿qué querés verme pervertido?
- Es que… quiero verte bien ahí… quiero verte el agujerito de la cola Mica…
- Mmm… cochino… ¿vos escuchás lo que decís? ¿Te estás dando cuenta de la chanchada que le estás diciendo a tu hermana? Pendejo pajero.
Continuará…
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