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Penelope 2 de 3

La mañana del Sábado sería un tanto aburrida, todas las mujeres se habían levantado, todas menos Penélope, traté de ser cordial y charlar con ellas como un caballero, traté de mostrarme normal, como si esa joven solo fuera una más entre tantas.

Recién apareció a la hora del almuerzo, no hablamos casi nada, pero nuestras miradas y nuestros gestos decían más que mil palabras, a pesar de los continuos parloteos de las mujeres todos mis sentidos estaban centrados en la calma de sus ojos, en su mirada, en su respiración, en su dulzura.



Por la tarde, las mujeres fueron a dormir una siesta, en cambio yo tomé un libro que tenía a medio leer y fui al costado de la piscina, con mis gafas de aumento me senté bajo una sombrilla de paja para cubrirme del sol, quería concentrarme en la lectura y solo en la lectura.

El problema fue que Lara y Penélope habían decidido nadar un rato, ambas llegaron poco tiempo después justo donde yo estaba, cubiertas por una bata de baño, miré ansioso la escena, sin poder disimular, Penélope no tardó en desnudar su cuerpo y quedarse con un minúsculo traje de baño, un sostén plateado brillante contenía sus esferas perfectas que amenazaban escaparte al menor descuido, la tanga negra era un triángulo pequeño que justo tapaba su sexo y por detrás el triángulo era aún más pequeño que el del frente, exhibiendo unos glúteos desnudos más que perfectos.

Aún miraba como bobo cuando ella se zambulló de cabeza para perderse de mi vista.



Volví con gran esfuerzo a la lectura mientras las chicas hacían bullicios en el agua, cada tanto Lara se divertía tirándome agua con sus manos cosa que me hacía enojar y a ella le provocaban carcajadas, pasaban los años pero en el fondo seguía siendo una chiquilina.

En eso. Penélope salió de la pileta como sale un cocodrilo de un pantano para recostarse al borde a tomar sol, a dos metros de donde estaba sentado. Levanté la vista por sobre el libro, la veía casi desnuda desde donde estaba, con su portentoso culo apuntando al cielo, soltando las tiras de su sostén para broncear pareja su espalda, con millones de gotas cubriendo su piel, en eso giró su cabeza hacia donde yo estaba para sorprenderme mirándola como un estúpido y decir



Facundo, me pone bronceador en la espalda?


Lara estalló en carcajadas diciendo



Papá! Límpiate la baba…


Entonces las dos rieron, me sentí más estúpido todavía, comprendí que lo habían planeado y que solo se burlaban con la inocencia de este pobre viejo, me molesté, y más se rieron, nunca me gustó ser centro de burlas y menos de dos mocosas, así que me levanté y las dejé solas.

Fui al lago a nadar un rato en soledad, necesitaba agua bien fría para calmar mi calentura, mi calentura por sentirme humillado y mi calentura sexual.



Cuando el sol ya no quemaba y empezaba a decaer por el horizonte, volví con las mujeres quienes merendaban, Rosa me invitó a acompañarlas pero aún me sentía molesto por lo que solo acepté un tanto distante unos panes con mermelada de naranja, los dulces de abuela eran demasiados tentadores y como acostumbraba a hacer opté por ir a andar en bicicleta.

Salí a rodear el lago por los pequeños caminos que se abrían entre los árboles, solo se escuchaba el incesante cotorreo de las loras que anidaban en las alturas, respiraba tratando de llenar mis pulmones con naturaleza, se acercaba el fin de las vacaciones y el retorno a la jungla de cemento.



Después de diez minutos la calma fue interrumpida por los gritos de Penélope



Facundo! Facundo!


Al oírla, paré y giré, la joven venía a prudente distancia en otra bicicleta clamando por que me detuviera.



Penelope 2 de 3

No pude solo que volver a embriagarme con su figura, tenía un top blanco cortito sin hombros, apretado, dibujando sus tetas perfectas, marcando sus pezones, como siempre su vientre desnudo con su cintura avispada, unas calzas negras con corte que simulaban ser un pantalón con cierre dorado al costado, pero que inevitablemente se adhería pecaminosamente a su silueta, unas botas negras media caña, más propias de equitación que de ciclismo, esa mocosa sencillamente me quitaba la respiración, su cuerpo era un intrincado y perfecto camino de curvas y contra curvas el cual estaba dispuesto a transitar, pero algo se mi orgullo seguía herido, entonces ella tomó el diálogo un tanto agitada



Facundo, por qué me evades?
Evadirte? yo no te evado, pero no me gusta que se burlen de mi…
De acuerdo, si tanto te molestó te pido disculpas…
Penélope, tengo más de cincuenta, no me gusta ser el payaso de la fiesta…
Ok, ok! Perdón, perdón! fue solo un juego, apenas tengo veinte… - sentenció como haciendo un contrapunto con mis palabras.


Seguimos pedaleando unos minutos en silencio, uno a la par del otro, como meditando las siguientes palabras, ella volvió a la carga



Te parezco bonita?
Vamos… volvemos al juego? es necesaria esa pregunta? – contesté secamente adivinando que jugaba conmigo
De verdad Facundo! Sé que soy bonita, pero quiero saber si para tus ojos soy bonita…
Vaya pregunta… debería arrancarme los ojos para no mirarte, eres la criatura más perfecta que sin duda Dios ha puesto sobre la tierra!


Ella rio por mi cumplido y seguimos un poco más hasta parar a descansar sobre un fresco y verde césped a la orilla del lago, dejamos las bicicletas a un lado y comprendimos que estábamos absolutamente solos en ese punto del universo, el sol estaba casi en el horizonte, en ese lugar donde se ve gigante y uno casi puede mirarlo cara a cara sin dañarse la vista, las cotorras del atardecer comenzaban a callarse y daban lugar a los primeros violines de los grillos que habitaban el lugar, no sabía qué hacer, no quería pasar por un degenerado pero tampoco quedar como un estúpido que dejó pasar la oportunidad, pregunté entonces a Penélope que observaba en silencio como bajaba el sol



Por qué hacemos esto?
Esto? qué es esto? – respondió buscando que sea directo con la pregunta
Esto, desde ayer que jugamos al gato y al ratón en un juego de mutua seducción… si fueras más grande, o si yo tuviera algunos años menos…
Es que así están bien las cosas… - dijo ella ahogando luego sus palabras
Te parece? soy un viejo para ti, hay tantos jóvenes dando vueltas, musculosos, bien parecidos, viriles…
Bahhh…. – solo sentenció como despreciando el contenido de mis palabras
Qué significa precisamente ese ‘bah’?


Hizo un silencio, como tomando impulso para arrancar



La verdad Facundo, los chicos de mi edad me tienen cansada, son inmaduros, son superficiales, tiene la cabeza hueca, son predecibles, solo quieren cogerme y listo…
En cambio los de mi edad… - dije animándola a continuar
Los de tu edad son diferentes, son interesantes, vivieron la vida, afrontaron problemas, saben tratar a una mujer, saben hacerme mujer…
Y tuviste muchos ‘de mi edad’?
Solo un par… - sentenció demostrando que no deseaba ahondar en más detalles


CONTINUARA



Si eres mayor de edad me gustaría saber tu opinión sobre este relato con título ‘PENELOPE’ a dulces.placeres@live.com

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