Ellis, Aisha
Estoy en el hospital Saint Memorial, pregunto por mi hijo, me han llamado diciéndome que lo traían aquí, que había sufrido un accidente compitiendo con unos amigos en un circuito muy peligroso en la montaña.
Por fin lo veo, está intubado y hablo con el doctor, él me da la terrible noticia, no va a poder caminar.
Cuando vuelve en sí, lo abrazo, lo beso, ambos lloramos, ¡está vivo!
Su novia también viene a verle, es buena chica, llora cuando se saludan, ya fuera le comento la terrible noticia, llora más, se derrumba. Me dice que le quiere mucho y que no lo dejará. La consuelo, no es momento para hablar de ese tema.
Pasan seis meses, Theo no acepta su nueva situación, discute conmigo, discute con su novia, discute con los que tratan de ayudarle.
Un año más tarde explota, rompe con su novia, me saca de quicio, no hace nada en todo el día, se le ve cabizbajo. Intento hablar con él, pero no me quiere, rehúye hablar.
Esta noche le he preparado un baño, eso le relaja y le ayuda a dormir. El único inconveniente es que tengo que ayudarle a meterse en la bañera con el agua lista y luego aclararlo, secarlo y ayudarle a salir. Todo un poco aparatoso, pero bueno.
Se que no le gusta que lo vea desnudo, por eso trato de hacerlo lo más natural posible tapándolo cuando puedo con una toalla. Cuando está metido dentro con cuatro dedos de espuma, por fin hablamos.
— ¡Gracias mamá! Últimamente no te las doy.
— Gracias hijo, es cierto, últimamente no me las das.
— Creo que tengo que cambiar, ¡lo haré mamá!
— Eso está bien hijo.
Él echó un poco más de agua caliente.
— El otro día me encontré a Brooke comprando, me preguntó por ti.
Theo no tuerce el gesto, aún le duele hablar de ella.
— Creo que deberías llamarla.
Insisto sin obtener respuesta.
— No quiero hablar de eso mamá —me dice.
— No se hijo, ella parecía querer verte.
Sigue sin mirarme.
— Ya sé que me meto donde no me llama, pero te quería Theo, ¿por qué rompisteis?
— ¡De verdad quieres que te lo diga mamá! —protesta alterado.
— Son cosas vuestras, no tengo porqué saberlo.
— Bien, pues te lo diré, lo dejamos porque no se me levanta mamá, nunca podré hacerlo con ella, ¿entiendes?
Rompe a llorar, le consuelo arrodillada en la bañera junto a su cabeza.
— El doctor dijo que nunca se sabe, hay gente que pasado un tiempo tras la lesión sienten en esa parte.
Le digo para mantener la esperanza.
— Creo que no es mi caso mamá —se lamenta.
Le froto la espalda y se relaja, luego le sigo frotando el resto del cuerpo, hoy no le importa que lo haga, le froto las piernas y voy subiendo, sé que no siente nada, pero hay que lavarse.
Echamos el agua fuera y lo aclaro, ahora está desnudo completamente, cuando siento que necesito hacer pis al levantarme, no aguanto más. Así que se lo digo y lo hago, me bajo las braguitas y me subo la falda discretamente, me siento en la taza y el pipí cae con fuerza, luego me seco con un poco de papel mientras mis bragas están a mitad de mis muslos, lo tiro, me las subo y dejo caer los pliegues de la falda.
Entonces descubro a Theo mirándome.
— ¡Me estabas espiando! —le sonrío.
— ¡No no! —contesta poniéndose colorado.
Me acerco risueña dispuesta a hacerle cosquillas y entonces lo veo, creo que él ni se había dado cuenta aún, lo mira y sorprendidos ambos nos miramos.
Su pene se ha puesto erecto, tiene una buena erección diría yo. No sé qué decir y él tampoco, finalmente se pone colorado y lo admite.
— Perdona mamá, ¡no sé que me ha pasado!
— No hay nada que perdonar Theo, ¡mira, ahí está tu erección! —exclamo sonriente.
Vemos que empieza a bajársele entonces no lo pienso se la cojo y comienzo a movérsela.
— ¡Pero mamá, qué haces! —me grita intentando apartar mi mano avergonzado, casi ni se atreve a tocarme.
— Tenemos que ver si esto se mantiene Theo, vamos, ¡hazlo tú! —le ordeno.
La suelto, Theo lo intenta, pero veo como me mira de reojo, se avergüenza de que lo vea hacerlo.
— ¡Vamos Theo, ha sido el principio, ahora cuando estés en tu cama inténtalo, piensa en algo que te excite! ¿Lo harás?
— Bueno, lo intentaré mamá.
No hablamos más, le ayudo a salir, lo visto y se va a dormir.
2
Desde lo de anoche no hemos vuelto a hablar del asunto, hoy en la cena saco el tema y Theo me rehúye de nuevo la conversación.
— Vamos Theo, ¡no pasa nada hombre! Soy tu madre, puedes confiar en mí.
— Lo se mamá, pero aún me da vergüenza, no sé por qué se puso dura anoche y no he conseguido repetirlo.
— Bueno no importa Theo, ya volverá, quien sabe, ¿te preparo el baño?
— Está bien mamá.
De nuevo en la bañera, le froto la espalda y repito el ritual de ayer lavándolo, Theo se relaja y me deja que lo acaricie, llego incluso a rozar con la manopla su miembro, pero este no despierta.
Entonces recuerdo, pis me viene a la mente.
Voy al váter y me bajo las braguitas, hago un poco de pipí, me levanto y me limpio, lo hago disimuladamente, pero me tomo mi tiempo, miro a Theo y él me mira, entonces me subo las bragas muy despacio, las ajusto a mi culo y me dejo caer la falda.
Me acerco a Theo y ambos miramos abajo. Hoy no ha surtido efecto.
Me niego a rendirme, me pongo delante de Theo y me levanto la falda, me nuestro desnuda ante él, me giro y lo vuelvo a mirar. Permanecemos en silencio.
— Sabes Theo, a veces me masturbo, no puedo evitarlo, desde tu accidente no salgo con hombres, no te sientas culpable, no lo necesito, cuando me toco me doy mucho placer.
Le digo con la falda levantada delante suyo.
— Vamos mamá, ¡me da mucha vergüenza!
— ¿Tú ya no recuerdas lo que se siente al meneártela Theo? ¿Tú lo hacías verdad? ¿Pensabas en Brooke?
Le atosigo a preguntas mientras le muestro mis muslos desnudos y metiéndome las braguitas en la raja de mi culito me giro para que me vea.
— Guardo un buen culo aún de mi juventud, siempre lo tuve bonito, ¿no crees? —le pregunto.
— ¡Mamá, esto no me ayuda mucho!
— Bueno hijo, ¡al menos tenía que intentarlo! ¿No? —protesto.
Tiro el agua y lo aclaro, lo seco y le ayudo a salir y a vestirse. Vamos a su cuarto y se acuesta. Me siento en su cama y entonces noto que se está fijando en mis pezones. Se me ha n puesto duros y manchada por el agua, no me he dado cuenta de que mi camiseta se ha pegado a uno de ellos y se transparenta un poco.
Entonces meto la mano entre las sábanas y, ¡ahí está de nuevo! Theo tiene una media erección, no lo dudo, le meto las manos en los calzoncillos y a flor de piel se la muevo. Tiro de la sábana y se la saco, Theo la mira asombrado y me mira a mí.
Tomo su mano y la poso sobre mi pecho mojado por el agua, no llevo sujetador, para dormir me lo quito y sólo llevo la camiseta.
— Mira qué duro mi pezón, te imaginas que soy Brooke y estoy aquí contigo, ¿eh?
Le insinúo y sigo masturbándolo. Me levanto la camiseta y me la saco por los hombros, sin perder un segundo empuño su pene y sigo moviéndolo.
— ¿Puedo? —me pregunta Theo refiriéndose a mis pechos.
— ¡Claro, tengo una idea mejor!
Me inclino y le pongo uno en la boca.
— ¡Chúpamelos Theo, como cuando eras bebé y mamabas de estos pechos, vamos no te avergüences hijo!
Siento como lo hace, es una sensación extraña pero placentera, sigo meneándosela, su erección es cada vez mayor, está realmente tiesa.
Siento que se estremece, al menos su torso lo hace, su pene empieza a soltar andanadas de semen que sube y vuelve a caer manchando mi mano, su pelvis, los muslos y su barriga.
Nos quedamos anonadados mirando el espectáculo, se la estrujo y tomando una toalla lo limpio.
— ¡Qué has sentido! —le pregunto emocionada.
— No sé mamá, no ha sido un orgasmo exactamente, pero: ¡me ha gustado! —concluye sonriente.
Le doy las buenas noches y me voy a mi cama.
La noche aún no ha acabado para mí, me acaricio mi sexo, estoy tan excitada y caliente que me deleito largo rato aproximándome al orgasmo y retrasándolo hasta que me corro por todo lo alto.
------------------ o --------------
SieteMadres Desesperadas cuenta la historia de siete madres que por distintas razones mantendrán sexo por y a veces con sus hijos. Lo que habéis leído aquí son dos de los cuatro capítulos que se dedican a cada una de ellas, hasta hacer un total de 28 de los que consta la novela...
Estoy en el hospital Saint Memorial, pregunto por mi hijo, me han llamado diciéndome que lo traían aquí, que había sufrido un accidente compitiendo con unos amigos en un circuito muy peligroso en la montaña.
Por fin lo veo, está intubado y hablo con el doctor, él me da la terrible noticia, no va a poder caminar.
Cuando vuelve en sí, lo abrazo, lo beso, ambos lloramos, ¡está vivo!
Su novia también viene a verle, es buena chica, llora cuando se saludan, ya fuera le comento la terrible noticia, llora más, se derrumba. Me dice que le quiere mucho y que no lo dejará. La consuelo, no es momento para hablar de ese tema.
Pasan seis meses, Theo no acepta su nueva situación, discute conmigo, discute con su novia, discute con los que tratan de ayudarle.
Un año más tarde explota, rompe con su novia, me saca de quicio, no hace nada en todo el día, se le ve cabizbajo. Intento hablar con él, pero no me quiere, rehúye hablar.
Esta noche le he preparado un baño, eso le relaja y le ayuda a dormir. El único inconveniente es que tengo que ayudarle a meterse en la bañera con el agua lista y luego aclararlo, secarlo y ayudarle a salir. Todo un poco aparatoso, pero bueno.
Se que no le gusta que lo vea desnudo, por eso trato de hacerlo lo más natural posible tapándolo cuando puedo con una toalla. Cuando está metido dentro con cuatro dedos de espuma, por fin hablamos.
— ¡Gracias mamá! Últimamente no te las doy.
— Gracias hijo, es cierto, últimamente no me las das.
— Creo que tengo que cambiar, ¡lo haré mamá!
— Eso está bien hijo.
Él echó un poco más de agua caliente.
— El otro día me encontré a Brooke comprando, me preguntó por ti.
Theo no tuerce el gesto, aún le duele hablar de ella.
— Creo que deberías llamarla.
Insisto sin obtener respuesta.
— No quiero hablar de eso mamá —me dice.
— No se hijo, ella parecía querer verte.
Sigue sin mirarme.
— Ya sé que me meto donde no me llama, pero te quería Theo, ¿por qué rompisteis?
— ¡De verdad quieres que te lo diga mamá! —protesta alterado.
— Son cosas vuestras, no tengo porqué saberlo.
— Bien, pues te lo diré, lo dejamos porque no se me levanta mamá, nunca podré hacerlo con ella, ¿entiendes?
Rompe a llorar, le consuelo arrodillada en la bañera junto a su cabeza.
— El doctor dijo que nunca se sabe, hay gente que pasado un tiempo tras la lesión sienten en esa parte.
Le digo para mantener la esperanza.
— Creo que no es mi caso mamá —se lamenta.
Le froto la espalda y se relaja, luego le sigo frotando el resto del cuerpo, hoy no le importa que lo haga, le froto las piernas y voy subiendo, sé que no siente nada, pero hay que lavarse.
Echamos el agua fuera y lo aclaro, ahora está desnudo completamente, cuando siento que necesito hacer pis al levantarme, no aguanto más. Así que se lo digo y lo hago, me bajo las braguitas y me subo la falda discretamente, me siento en la taza y el pipí cae con fuerza, luego me seco con un poco de papel mientras mis bragas están a mitad de mis muslos, lo tiro, me las subo y dejo caer los pliegues de la falda.
Entonces descubro a Theo mirándome.
— ¡Me estabas espiando! —le sonrío.
— ¡No no! —contesta poniéndose colorado.
Me acerco risueña dispuesta a hacerle cosquillas y entonces lo veo, creo que él ni se había dado cuenta aún, lo mira y sorprendidos ambos nos miramos.
Su pene se ha puesto erecto, tiene una buena erección diría yo. No sé qué decir y él tampoco, finalmente se pone colorado y lo admite.
— Perdona mamá, ¡no sé que me ha pasado!
— No hay nada que perdonar Theo, ¡mira, ahí está tu erección! —exclamo sonriente.
Vemos que empieza a bajársele entonces no lo pienso se la cojo y comienzo a movérsela.
— ¡Pero mamá, qué haces! —me grita intentando apartar mi mano avergonzado, casi ni se atreve a tocarme.
— Tenemos que ver si esto se mantiene Theo, vamos, ¡hazlo tú! —le ordeno.
La suelto, Theo lo intenta, pero veo como me mira de reojo, se avergüenza de que lo vea hacerlo.
— ¡Vamos Theo, ha sido el principio, ahora cuando estés en tu cama inténtalo, piensa en algo que te excite! ¿Lo harás?
— Bueno, lo intentaré mamá.
No hablamos más, le ayudo a salir, lo visto y se va a dormir.
2
Desde lo de anoche no hemos vuelto a hablar del asunto, hoy en la cena saco el tema y Theo me rehúye de nuevo la conversación.
— Vamos Theo, ¡no pasa nada hombre! Soy tu madre, puedes confiar en mí.
— Lo se mamá, pero aún me da vergüenza, no sé por qué se puso dura anoche y no he conseguido repetirlo.
— Bueno no importa Theo, ya volverá, quien sabe, ¿te preparo el baño?
— Está bien mamá.
De nuevo en la bañera, le froto la espalda y repito el ritual de ayer lavándolo, Theo se relaja y me deja que lo acaricie, llego incluso a rozar con la manopla su miembro, pero este no despierta.
Entonces recuerdo, pis me viene a la mente.
Voy al váter y me bajo las braguitas, hago un poco de pipí, me levanto y me limpio, lo hago disimuladamente, pero me tomo mi tiempo, miro a Theo y él me mira, entonces me subo las bragas muy despacio, las ajusto a mi culo y me dejo caer la falda.
Me acerco a Theo y ambos miramos abajo. Hoy no ha surtido efecto.
Me niego a rendirme, me pongo delante de Theo y me levanto la falda, me nuestro desnuda ante él, me giro y lo vuelvo a mirar. Permanecemos en silencio.
— Sabes Theo, a veces me masturbo, no puedo evitarlo, desde tu accidente no salgo con hombres, no te sientas culpable, no lo necesito, cuando me toco me doy mucho placer.
Le digo con la falda levantada delante suyo.
— Vamos mamá, ¡me da mucha vergüenza!
— ¿Tú ya no recuerdas lo que se siente al meneártela Theo? ¿Tú lo hacías verdad? ¿Pensabas en Brooke?
Le atosigo a preguntas mientras le muestro mis muslos desnudos y metiéndome las braguitas en la raja de mi culito me giro para que me vea.
— Guardo un buen culo aún de mi juventud, siempre lo tuve bonito, ¿no crees? —le pregunto.
— ¡Mamá, esto no me ayuda mucho!
— Bueno hijo, ¡al menos tenía que intentarlo! ¿No? —protesto.
Tiro el agua y lo aclaro, lo seco y le ayudo a salir y a vestirse. Vamos a su cuarto y se acuesta. Me siento en su cama y entonces noto que se está fijando en mis pezones. Se me ha n puesto duros y manchada por el agua, no me he dado cuenta de que mi camiseta se ha pegado a uno de ellos y se transparenta un poco.
Entonces meto la mano entre las sábanas y, ¡ahí está de nuevo! Theo tiene una media erección, no lo dudo, le meto las manos en los calzoncillos y a flor de piel se la muevo. Tiro de la sábana y se la saco, Theo la mira asombrado y me mira a mí.
Tomo su mano y la poso sobre mi pecho mojado por el agua, no llevo sujetador, para dormir me lo quito y sólo llevo la camiseta.
— Mira qué duro mi pezón, te imaginas que soy Brooke y estoy aquí contigo, ¿eh?
Le insinúo y sigo masturbándolo. Me levanto la camiseta y me la saco por los hombros, sin perder un segundo empuño su pene y sigo moviéndolo.
— ¿Puedo? —me pregunta Theo refiriéndose a mis pechos.
— ¡Claro, tengo una idea mejor!
Me inclino y le pongo uno en la boca.
— ¡Chúpamelos Theo, como cuando eras bebé y mamabas de estos pechos, vamos no te avergüences hijo!
Siento como lo hace, es una sensación extraña pero placentera, sigo meneándosela, su erección es cada vez mayor, está realmente tiesa.
Siento que se estremece, al menos su torso lo hace, su pene empieza a soltar andanadas de semen que sube y vuelve a caer manchando mi mano, su pelvis, los muslos y su barriga.
Nos quedamos anonadados mirando el espectáculo, se la estrujo y tomando una toalla lo limpio.
— ¡Qué has sentido! —le pregunto emocionada.
— No sé mamá, no ha sido un orgasmo exactamente, pero: ¡me ha gustado! —concluye sonriente.
Le doy las buenas noches y me voy a mi cama.
La noche aún no ha acabado para mí, me acaricio mi sexo, estoy tan excitada y caliente que me deleito largo rato aproximándome al orgasmo y retrasándolo hasta que me corro por todo lo alto.
------------------ o --------------
SieteMadres Desesperadas cuenta la historia de siete madres que por distintas razones mantendrán sexo por y a veces con sus hijos. Lo que habéis leído aquí son dos de los cuatro capítulos que se dedican a cada una de ellas, hasta hacer un total de 28 de los que consta la novela...
1 comentarios - Siete madres desesperadas