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Desvirgando a Andrea

La historia es larga, pero la voy a hacer corta. La escribo porque es una deuda con quienes leen mis relatos y porque escribo para soltar mis demonios.
Cualquiera que haya tenido una pareja en su adolescencia sabe de la calentura de las hormonas, de los besos intensos y de los manoseos por arriba y por abajo de la ropa. La búsqueda de escondites y refugios para hacer todas las cosas que el mundo de los adultos nos prohibía.
Mi versión arranca a los meses de novios. En mi habitación pasábamos las tardes en que se suponía que salíamos a pasear y tomar algo, conociéndonos con la boca y con las manos. Una tarde estábamos masturbándonos mutuamente dentro de mi cama pero vestidos, como hacíamos muchas veces. Esa tarde me sentía más atrevido y le pedí si podía sacarme el pantalón que me daba calor. Ella asintió entre gemidos. Al cabo de un minuto le pregunté si me dejaba bajar un poco su jean para tocarla mejor. Asintió otra vez. Le bajé el pantalón y su bombachita despacio hasta casi las rodillas y levanté su remera, poniéndome yo arriba de ella. Aproveché la situación para besarla y frotar mi pene por su pubis hasta su ombligo. Ella temblaba de los nervios y yo de la excitación.
La besaba y me movía arriba y abajo, presionando con el tronco del pene su monte de venus.
Un minuto después de esa tortura me pidió tímidamente que me pusiera "algo". Yo comprendí y rápido busqué un preservativo y me lo puse. La terminé de desvestir y volví a ponerme arriba suyo abriendo sus piernas con suavidad. Me tomó un rato ponerme en una posición cómoda para los dos. La inexperiencia y los nervios nos complicaban todo.
Finalmente pude meterla suave pero hasta el fondo, gracias a la lubricación que se había generado con mi saliva y sus jugos. Andre gimió un poco de dolor. La saqué para mirar y vi un solo hilito de sangre, así que volví a meterla. Unos segundos después estábamos disfrutando los dos. 
Fue un largo rato de coger con suavidad hasta que fuimos subiendo el ritmo. La penetraba duro pero sin lastimarla. Cuando acabé me empujó enseguida y miró el forro. Cuando vio todo mi semen dentro se quedó tranquila.
Después me confesó que tenía miedo de quedar embarazada la primera vez. Me hizo prometer que "eso" no se iba a hacer una costumbre... Obviamente le mentí. 

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