Hola me llamo Luis y me gustaría compartir una experiencia que ha abierto mis horizontes en relación al sexo y, sobretodo, lo absurdo de la carga que llevamos muchos con nuestros prejuicios.
Me crié en un ambiente bastante conservador, hablar de sexo en casa mientras crecía era tabú. Por el comportamiento público de mis padres, e incluso en privado en casa, bien podría parecer que yo había nacido por generación espontanea, en lugar de la manera tradicional. Las muestras de cariño tampoco eran abundantes, aunque también hay que decir que nunca me faltó de nada.
Como resultado de esta educación, me convertí en una persona no muy diferente de mis padres. Mis relaciones siempre han sido largas, incluyendo "cortejos" de meses. Mis relaciones sexuales completas apenas llegan a la docena y con sólo tres mujeres.
La mayor parte de esas relaciones sexuales han sido con mi última novia. Si soy sincero, creo que la única razón por la que estaba con ella era por que me daba sexo. No me gustaba especialmente a nivel físico, ni su forma de ser y me parecía bastante aburrida.
Hace cuatro meses me surgió una oportunidad de trabajo en otra ciudad donde tenía unos familiares y decidí tomarla. Consistía en administrar la red de una nueva empresa, en realidad, consistía en estar en una habitación no demasiado grande ni muy bien iluminada, mirando monitores y realizar una serie de tareas a horas fijas. Era aburridísimo, no tenía relación con nadie más de la empresa, a excepción de un supervisor que pasaba de vez en cuando. Lo poco específico de las preguntas que hacía me hicieron llegar a la conclusión de que no tenía mucha idea.
Más o menos a las dos semanas de este tedio, llegó el supervisor con el aviso de que iba a tener un compañero, bueno, una compañera que llegaría al día siguiente. Pasado un día, a poco minutos de incorporarme al puesto de trabajo, apareció el supervisor junto con una chica joven:
- Luis, le presento a Laura. Será su compañera a partir de hoy. Confío en que la pondrá pronto al día, ya que se turnaran en los días festivos, ya que queremos ampliar nuestros horarios de actividad.- Dijo el supervisor.
-Claro, puede confiar en ello-contesté.
Dando un paso adelante, ofrecí mi mano, que fue estrechada por la nueva compañera.
La visión me impresionó, bastante maquillaje, pero sin ser llamativo; morena, con el pelo recogido en una cola de caballo; traje de chaqueta que ensalzaba una figura con una cintura estrecha y abundante pecho; gafas que enmarcaban unos impresionantes ojos
.
Me quedé en silencio un momento, pero me salvó de parecer gilipollas una sonrisa franca al acordarme de una película en la que un personaje introducía en las frases lo que veía que le impresionaba, y pensé que diría en este momento "Buenas tetas...digo...buenos días". Finalmente dije:
- Bienvenida a mis dominios. Pasa, siéntate en esa silla y en seguida empezaré a explicarte en que consiste el trabajo. Son bastantes tareas, pero no son muy complicadas.
-Gracias.- Dijo Laura, alargando de una manera muy sexy la primera "a".
Se acerco a la silla que indiqué y con las piernas muy juntas se sentó dejando al respaldo a su costado, y girando luego sobre su trasero para dejar el respaldo de la silla a su espalda. Un trasero redondo o prominente.
El supervisor hizo una despedida cordial y se despidió, dejándome a solas con Laura. Comencé a explicarle a Laura las tareas, que iba apuntando en un pequeño cuaderno que había traido. Me miraba muy atentamente y con los ojos muy abiertos, lo que me hizo desconcentrarme y perder el hilo de lo que le estaba contando un par de veces.
Al terminar la jornada laboral decidimos salir a tomar una copa juntos y pasamos un muy buen rato charlando y bromeando.
A Laura se le daba bastante bien la programación, por lo que desarrolló algunos programas que nos liberaron de las rutinas habituales, que pasaron a desarrollarse de manera automática, dejandonos la mayor parte del tiempo sin nada que hacer, excepto la muy poco frecuente aparición de algún problema puntual. Todo esto a espaldas del supervisor, por supuesto, que se pasaba de vez en cuando obligándonos a hacer ver que trabajábamos muy duramente. Laura bromeaba diciendo que podríamos ponernos a aporrear el teclado sin sentido, como hacen en las pelis cuando alguien se pone delante de un ordenador, y no se daría cuenta de que no estábamos haciendo nada.
Aprovechábamos todo el tiempo libre para hablar y bromear. De vez en cuando Laura ponía su cabeza sobre mi hombro cuando le señalaba algo en algún monitor y ella estaba a mi espalda. Por las noches, al salir de trabajo, quedábamos todos los días para tomar algo. Poco a poco fueron aumentando sus comentarios sobre como estaba soltera y como todos los chicos que conocía eran aburridos. Yo también le comenté que actualmente mantenía una relación a distancia con novia, relación en la que no tenía demasiadas esperanzas.
Un mes tras la llegada de Laura, recibí una llamada durante el trabajo, era mi novia, diciéndome que había conocido a un chico, que por favor comprendiera y que nuestra relación había terminado. Colgué y, la verdad, me sentí bastante liberado, siempre he sido bastante cobarde, y me alegré que me dieran lo que yo también quería. Laura me preguntó quien era y se lo conté. Tras decirme que lo sentía y contestarle que, en realidad, no había nada que sentir, sonrió y con la mirada fija en el monitor, sin mirarme, dijo "bueno, ya estamos los dos libres".
Esa noche Laura se mostró más insinuante, me pasaba la mano por el pecho cuando reímos tomando algo y me agarraba la mano al preguntarme si realmente estaba bien. Yo la solía llevar en coche a casa, ya que iba al trabajo en transporte público. En el coche, a medio camino, me dijo:
- Oye, Luis, llevamos ya algún tiempo trabajando juntos y nos lo pasamos muy bien juntos.
-Si, es bastante divertido, ¿no?
- Quería decirte que me encuentro bastante cómoda contigo, me pareces muy divertido, de trato fácil...y bastante atractivo.
-Uh, oh. Bueno...gracias.
- Quería saber si ahora que estás libre, podríamos...
Paré el coche, la miré y rápidamente me lancé a besarla en la boca. Ella respondió con su lengua y abrazándome a la altura del cuello. tras un par de minutos, dijo:
-Aparca en ese descampado.
Arranqué el coche a toda prisa y me desplacé a toda prisa al lugar a pocos metros que había señalado ella. Cuando paré, dijo:
-No quería darte una impresión equivocada. No puedo follar hoy...
Asumí que estaría con el periodo.
-...pero puedo hacerte una buena paja. Se me da bastante bien, vas a alucinar. Si quieres, claro.
-No te preocupes. Claro que estaría bien.
Laura sonrió abiertamente. Rápidamente se puso a frotarse las manos y dijo:
-¡Pues venga! ¡Abajo esos pantalones!
Apoyándome en el respaldo, me levanté un poco y me bajé los pantalones, eché todo lo que pude el asiento hacia atrás. Laura se inclinó hacia mi, sonriéndome y agarrando mi polla, dijo:
- Ya verás, te va encantar. Te va a dejar tan satisfecho como un polvo.
Empezó despacio, alternando el ritmo y rozándome el capullo con el pulgar, cuando me oía jadear, paraba y sujetaba con fuerza la base con dos dedos. Yo le decía lo expertas que eran sus manos y ella asentía. Diez minutos depués dijo:
-Ya estás bastante calentito. ¿Alguna vez te has corrido con un dedo en el culo? Es muchísimo mejor.
Me sorprendió un poco.
- No se. No soy mucho de experimentar.
-Venga, no seas tan estirado.
-¿Y si me duele?
-Joder, tio, no te va a doler, se lo que hago. Estamos tú y yo solos, nadie lo va saber, y ya te digo yo que te va a merecer la pena. Confía en mi. Vengaaaa...
- Uffff, está bien. Creo que ahora mismo aceptaría cualquier cosa.
-¡Bien!¡No te arrepentirás!¿Tienes preservativos?
- En la guantera.
Laura abrió la guantera y sacó uno. Sin abrirlo aún se escupió en dos dedos y los acercó a la entrada de mi ano, empezando a masajearla. Un rato después, mientras me masturbaba con la otra mano, me soltó, rompió el preservativo y lo introdujo en el dedo medio de la mano que estaba utilizando para masajearme el ano. Dijo:
-No te preocupes, no voy a meterlo mucho. Solo quiero llegar a la próstata.
- Lo que quieras, pero yo no doy mucho más.
Laura rió y empezó a introducir el dedo, mientras yo bufaba.
-Tranquilo, tranquilo, un poco más. Ya está la yema...un poco más...hasta ahí...
Yo no se donde estaba dando, pero de repente estaba mucho más excitado y cada vez que movía la mano que tenía en el pene, yo me sentía volar.
- Oye,¿tienes kleenex o algo?
-Si...bufff...en la guantera también...
Laura dejó el dedo en ano, y con la mano que utilizaba para manejarme la polla, volvió a abrir la guantera, cogió el paquete y me lo dio.
-Toma, yo voy a tener ocupadas las dos manos. Estate atento para taparte o te vas a poner perdido.
Cogí un pañuelo del paquete, sin creer mucho en lo que decía, ya que nunca había "disparado" muy lejos. Laura fue acelerando el ritmo de las dos manos que llevaban un ritmo acompasado. Viendo llegar el clímax, coloqué el pañuelo en la parte inferior de la polla para que goteara hacia él.
- Ya me corro, ya...
Laura me miró con una sonrisa de medio lado y aceleró aún mas el ritmo. No duré ni diez segundos más.
-Ufff...ya...yaaaaa...
-Vamos, ahí.- Rió Laura.
Salieron dos chorros con tanta fuerza que se dirigieron a mi cara, no me dio tiempo a apartarme y me dieron en el lado izquierdo de la cara, mientras desplazaba el pañuelo para ponerlo en la punta de la polla. salía con tanta fuerza que notaba los golpes en la palma de la mano a través del pañuelo. Laura reía, mientras iba aflojando el ritmo hasta parar. unos segundos después sacó el dedo del culo. Se quitó el preservativo del dedo y lo tiró por la ventana. Cogió el paquete de kleenex y sacó uno, mientras aun trataba de recuperar la compostura empezó a limpiarme la mejilla con el pañuelo.
-Mira que te he avisado.
-Ya...bufff...no me lo esperaba.
-¿Te ha gustado?
-Muchísimo, no esperaba que una paja podía ser tan satisfactoria.
Estuvimos un rato hablando y bromeando, para finalmente arrancar el coche y dejarla en casa y yo volver a la casa de los familiares donde me alojaba.
Al día siguiente, cuando llegué, Laura ya estaba en la sala. Me guiñó un ojo mientras me decía " Buenos Días". "Buenos días" le contesté con una sonrisa cómplice.
A media mañana, sin que tuviéramos mucho trabajo, Laura me dijo:
- Se me ha ocurrido como mejorar lo de ayer.
-Ah, ¿si? ¿con más trucos?
-Si...y que sea aquí.
-¿Lo dices en serio?-dije con sorpresa.
-Si. En el cuarto del servidor. Si viene el supervisor tenemos excusa para estar ahí dentro y nos daría tiempo a prepararnos y disimular al oír la puerta.
La verdad es que desde que lo dijo hasta que lo asimilé tardaron varios segundos, pero menos pasaron desde que lo asimile hasta tener una erección de caballo.
- Si lo dices en serio, vamos.
Hizo un gesto de asentir y se levantó como un resorte yendo hacia la sala del servidor. Me levanté y la seguí. Cerramos la puerta. Ella metió la mano en su bolsillo y sacó tres condones.
- Ni de coña me vas a meter tres dedos.
-Tres, no, pero dos si te quiero meter. El otro es para evitar que lo pongas todo perdido otra vez. ¿Me dejas? Por favor. Por favor, por favor...- dijo poniendo cara de cordero en el matadero.
Resoplé mirando al techo.
-Está bien. Ayer mereció la pena.
Empezó como el día anterior, pero yo estando de pie y ella masajeando la entrada de mi culo desde el principio. Pasó varios minutos con un solo dedo cuando finalmente lo introdujo y según fue aumentando el perímetro de mi ojete, iba trabajando introducir el segundo. Cuando finalmente consiguió introducir los dos empezó un movimiento alterno, como si estuviera imitando con sus dos dedos las piernas de un hombre caminando. El orgasmo fue espectacular.
Durante la semana lo hicimos un par de veces más, siendo interrumpido por el supervisor en una de ellas. Afortunadamente todo fue según lo previsto y nos dio tiempo a recomponernos sin que nos pillara.
El fin de semana salimos juntos y volviendo a casa me volvió a dirigir al descampado, yo vivía con familiares, pero ella vivía sola, así que no sabía porque no íbamos a su casa, pero tampoco quería presionarla. Le dije:
-Bueno, hoy ya si que podemos follar ya, ¿no?- dije de la manera más casual que pude.
-Mira, no puedo aún.
-Si que te dura el periodo, ¿no?
-No es la regla...Luis, me gustas mucho. Hay una razón por la que no puedo aún. Te prometo que te lo explicaré todo pronto, por favor, se paciente.
-Bueno, eso no es un gran sacrificio. He esperado por mujeres bastante peores que tú.
Ella sonrió y me dio un profundo beso con lengua.
Seguimos con la misma rutina, incluso consiguió convencerme para meterme tres dedos. A la cuarta semana del comienzo de nuestro juego, me dijo el lunes muy seria:
-Luis, te voy a explicar todo, el sábado en una cena en mi casa. No vamos a tener nuestros juegos esta semana. te pido por favor, que aunque te cueste, no te masturbes esta semana y trataré de compensarte el sábado. ¿Lo prometes?
Estaba intrigado, pero el sábado terminaría el suspense. Le hice la promesa y la cumplí.
LLegó el sábado y fui a su casa, me recibió con un vestido de noche muy ajustado que realzaba sus impresionantes formas, me dio dos besos y me dijo que me lo explicaría después de la cena. Terminamos los postres, se limpió las comisuras de los labios con la servilleta, y dijo:
-Ven, acompáñame al sofá. Te lo contaré todo.
Nos sentamos.
-Luis, voy a cambiar de trabajo.
-¿Y eso es todo? ¿Te vas y ya está? Pensaba que me ibas a explicar otra cosa.
-No, no me voy de la ciudad, y me gustaría seguir viéndote, si todavía quieres, después de lo que te voy a contar.
-Bien, adelante.
Se quedó mirando al suelo unos segundos, luego me miró mordiéndose el labio inferior y se lanzó a besarme en la boca. Yo llevaba una semana sin correrme, y ese estímulo hizo que me empalmara como si no hubiera un mañana. Laura paró y se separó de mi. Miró a mi entrepierna, y dijo:
-Vaya si se te ha puesto una tienda de campaña, ¿eh?- dijo riendo.
-Ya ves.
Laura cambió rápidamente a un rostro serio y dijo:
-Luis, lo que quería contarte es esto.
Agarró mi mano derecha, la dirigió a su entrepierna y...noté el bulto. Me quedé callado con los ojos completamente abiertos, tardando en reaccionar. Cuando al fin lo conseguí, me acurruqué sobre mi mismo, echándome las manos a la cara y exclamando:
-¡Ay, Dios!¡Ay, Dios!¡Ay, Dios mio!
-Luis, por favor, no te pongas así. Me gustaste desde que te vi. No es algo que vaya contando y cuando se presentó la ocasión no supe decírtelo...Se que yo también te gusté desde el principio.
-¡Debiste contármelo!
-¿Hubiéramos tenido esta relación si te lo hubiese contado?
-No-respondí con sinceridad.
-¡Ay, Dios mio! ¿Puedo verlo al menos para asegurarme de que no es una broma cruel?
Laura me miró fijamente, se levantó y se sacó el vestido por la cabeza, quedándose en bragas y sujetador. Se bajó las bragas y ahí estaba.
-¡Ay, Dios mio! ¡Si encima es más grande que la mía!
-Por favor, Luis, no mucho más, y además sirve para lo que sirve. Si es suficiente y funciona, el tamaño no es tan importante.
-¡Jooooder!
-Mira, Luis, no tienes que tener miedo, soy la misma persona con la que has estado los últimos meses, es solo...que tengo esto. Me voy del trabajo, tampoco es que tuviéramos relación con nadie más que ese capullo. Así que, aunque nunca te traicionaría, no podría aunque quisiera. Nadie se va enterar. ¿De verdad es tan importante? ¿De verdad cambia todos los buenos ratos que hemos tenido y la relación que tenemos?
Me quedé mirándola, se sentó, la miré a la cara y veía una tia buenísima, miraba abajo y veía "eso", pero ni así se me quitaba la primera impresión.
-Luis, deberías ser sincero contigo mismo y darte cuenta de que a pesar del shock mira como tienes la entrepierna.
Miré hacia abajo y vi mis pantalones levantados por lo que todavía era una erección de caballo. Me quedé pensativo y me dije "A la mierda" y me lancé a besarla en la boca. Estuvimos comiéndonos a besos durante unos minutos, hasta que Laura me apartó y con una sonrisa dijo:
-Ven, vamos a la cama.
Se levantó , me agarró de la mano haciéndome levantarme y me dirigió al dormitorio. una vez allí, se desabrochó el sujetador dejándome ver ese magnífico par de tetas que tenía, que le habían hecho o lo que fuera, ya me daba igual. A continuación empezó a desvestirme mientras me decía:
-Notarás alguna diferencia con respecto a lo que estás acostumbrado. Es un agujero más pequeño al fin y al cabo. Pero será igual de satisfactorio. Puedes hacerlo sin preservativo, me he limpiado bien con un enema, tenía la esperanza de que aceptarías.
Besándonos se sentó en la cama, me pasó un bote de vaselina, y levantó las piernas. Me miró y dijo:
-Adelante.
Yo no quería pensar mucho en lo que estaba haciendo, pero casi robóticamente cogí vaselina y me dirigí a su ojete, aplicándola con suavidad.
-No seas muy bruto, ¿vale?. Con cuidado.
Dirigí mi polla al orificio y con dificultad fui introduciéndola poco a poco. Laura bufaba mientras yo continuaba lentamente, hasta que conseguí introducirla del todo. Laura me dijo:
-Vale, espera un momento- dijo hiperventilando como si estuviera de parto.
Pasados un par de minuto dijo:
-Vale, ya está. Adelante.
Empecé a bombear con suavidad, agarrando sus piernas en alto.
-Cuando te vayas a correr, para. ¿Vale?. Creéme, merecerá la pena.
Así lo hice cinco o seis veces, hasta que dije:
-Ya no puedo más. Llevo una semana aguantando.
-Vale. Para entonces. Tengo una propuesta. ¿Quieres probar el otro lado? Has ido dilatando el culo poco a poco, estás preparado y será mejor aún que las pajas que te he hecho.
Me quedé paralizado. Me parecía un salto excesivo. Una voz en mi interior me decía "Esa línea no la cruces. Esta no es la educación que te han dado. Te convertirás en homosexual" y otra decía "Que cojones de homosexual. Esta persona ya te ha hecho pajas, metido dedos en el culo y ahora tienes tu polla en el suyo. Poco salto es ya. Seas lo que seas, ya lo eres. ¿Acaso importa?". Ganó la segunda voz por K.O.
Asentí con la cabeza y dije "Confío en ti". Saqué la polla, Laura se levantó, me guió a tumbarme al borde de la cama y me subió las piernas. Cogió un preservativo y se lo puso, cogió la vaselina y me la aplicó.
-¿Estás listo-preguntó.
-Tanto como voy a estarlo-repliqué en un tono inseguro.
Laura dirigió su polla a su culo y noté como iba apretando el glande contra la entrada. Alternaba la mirada entre la introducción de su polla y mi cara, que mostraba la misma expresión que si me estuvieran clavando astillas de bambú bajo las uñas.
-Tranquilo...tranquilo...debes relajarte-decía Laura.
Yo sólo bufaba como un animal salvaje, con los dientes apretados, dejando escapar el aire entre los huecos.
-Ya, ya ha entrado el glande. Tranquilo, ya ha pasado lo más difícil. Voy poco...a...poco.
-Ah,ah.
-Vamos por la mitad. Tranquilo, en seguida pasará el dolor.
-Laura, duele mucho...ufff...ah
-Tranquiiiiilo. Ya está toda dentro.
Se quedó inmóvil y se inclinó sobre mi, dándome un morreo. nos quedamos así durante dos o tres minutos. Laura preguntó:
-¿Ya estás mejor?
-S...si...ya va pasando el dolor...ya estoy mejor.
-Bien, voy moviéndome poco a poco. Si te duele mucho lo dices y paro.
-Bien...bien...venga...dale.
Laura empezó a moverse, muy lentamente durante mucho rato. Mi polla no bajaba ni cuando me dolía más. Es más, cada vez estaba más gorda, sentía que me iba a reventar. Goteaba como un grifo mal cerrado. Finalmente empezó a moverse más rápidamente y cogió mi polla y empezó a pajearla.
-Buf, buf. Laura, yo no voy a aguantar mucho.
-Bien...yo tampoco. Yo también me he pegado la semana de abstinencia.
-Bien...bien...vamos juntos...entonces...
-Si...si...yo...ya llego.
-Y....y yo...¡Y yoooooooo!
-Ah, ah, ah....
Mientras me corría notaba las contracciones de la polla de Laura en mi culo. Fue el orgasmo más intenso de mi vida.
Laura cayó derrumbada sobre mí. Besándonos. Al final, nos miramos y sonreímos, para terminar en una carcajada:
-No ha estado tan mal, ¿eh?
-Dejemoslo en que si-dije en tono jocoso, lo que provocó que volviéramos a carcajearnos.
Noté como la polla de Laura se iba desinflando hasta salirse. Nos quedamos abrazados en silencio unos minutos cuando noté que algo me empezaba a golpear en la pierna. era la "cosa" de Laura que volvía a levantarse. La mía, en un movimiento espejo, comenzó a hacer lo mismo. Laura, con la cabeza sobre mi pecho, la giró y la vió. Me miró y dijo:
-¿Quieres probar otra cosa?
-¿Qué más nos queda?
-¡Un 69!-dijo riendo.
-Lo que quieras, ya de perdidos al río- contesté riéndome yo también.
Nos levantamos y fuimos al bidé a lavarnos las pollas, mientras lo hacíamos, Laura se giró a observarme y con una sonrisa burlona, me dio un golpe con el codo, exclamando:
-¡Anda! ¡Y te lo querías perder!
-Ya...-dije con un sonrisa y encojiéndome de hombros.
Volvimos a la cama y nos pusimos en posición. Era una visión un poco aterradora tener esa polla a unos centímetro de mi cara. Laura ya había empezado a chupar la mía. Al ver que no empezaba, Laura se sacó mi polla de la boca y dijo:
- No hace falta que lo hagas si no quieres.
La miré y con determinación me la metí en la boca. Una vez dentro, cerré los ojos y empecé a chupar. Poco a poco, fui soltándome y empecé a sacarla, a pasar la lengua por debajo del capullo y en general a repetir a lo que veía que reaccionaba su polla. Por otra parte Laura estaba haciendo un excelente trabajo con la mía, incluso traté de imitar algunas cosas que hacía que me gustaban. Al rato, noté que llegaba el clímax y avisé:
-Laura, yo ya me corro.
-Tranquilo, puedes hacerlo en mi boca, quiero probar tu leche- al decir eso, no pude evitar explotar en cuanto se la volvió a meter en la boca.
-Ufff, yo también me voy a correr ya. Probar tu leche me ha puesto al borde. Suéltala que ya me la termino yo.
-¡Y una mierda!. Yo te devuelvo el favor.
Me la metí en la boca y empecé a jugar con la lengua sobre su capullo. La note explotar y las convulsiones que daba su pene fue una sensación curiosa. Tragué sin soltarla. No me disgustó el sabor, era ligeramente salado. Cuando su polla se quedó quieta y Laura me pidió parar, la fui sacando de mi boca poco a poco.
Laura se giró y nos besamos. Hablamos un rato de lo genial que había sido y nos dormimos abrazados.
Ni que decir tiene, que seguimos juntos, felices y sin complejos. ¿A quién le importa?
Me crié en un ambiente bastante conservador, hablar de sexo en casa mientras crecía era tabú. Por el comportamiento público de mis padres, e incluso en privado en casa, bien podría parecer que yo había nacido por generación espontanea, en lugar de la manera tradicional. Las muestras de cariño tampoco eran abundantes, aunque también hay que decir que nunca me faltó de nada.
Como resultado de esta educación, me convertí en una persona no muy diferente de mis padres. Mis relaciones siempre han sido largas, incluyendo "cortejos" de meses. Mis relaciones sexuales completas apenas llegan a la docena y con sólo tres mujeres.
La mayor parte de esas relaciones sexuales han sido con mi última novia. Si soy sincero, creo que la única razón por la que estaba con ella era por que me daba sexo. No me gustaba especialmente a nivel físico, ni su forma de ser y me parecía bastante aburrida.
Hace cuatro meses me surgió una oportunidad de trabajo en otra ciudad donde tenía unos familiares y decidí tomarla. Consistía en administrar la red de una nueva empresa, en realidad, consistía en estar en una habitación no demasiado grande ni muy bien iluminada, mirando monitores y realizar una serie de tareas a horas fijas. Era aburridísimo, no tenía relación con nadie más de la empresa, a excepción de un supervisor que pasaba de vez en cuando. Lo poco específico de las preguntas que hacía me hicieron llegar a la conclusión de que no tenía mucha idea.
Más o menos a las dos semanas de este tedio, llegó el supervisor con el aviso de que iba a tener un compañero, bueno, una compañera que llegaría al día siguiente. Pasado un día, a poco minutos de incorporarme al puesto de trabajo, apareció el supervisor junto con una chica joven:
- Luis, le presento a Laura. Será su compañera a partir de hoy. Confío en que la pondrá pronto al día, ya que se turnaran en los días festivos, ya que queremos ampliar nuestros horarios de actividad.- Dijo el supervisor.
-Claro, puede confiar en ello-contesté.
Dando un paso adelante, ofrecí mi mano, que fue estrechada por la nueva compañera.
La visión me impresionó, bastante maquillaje, pero sin ser llamativo; morena, con el pelo recogido en una cola de caballo; traje de chaqueta que ensalzaba una figura con una cintura estrecha y abundante pecho; gafas que enmarcaban unos impresionantes ojos
.
Me quedé en silencio un momento, pero me salvó de parecer gilipollas una sonrisa franca al acordarme de una película en la que un personaje introducía en las frases lo que veía que le impresionaba, y pensé que diría en este momento "Buenas tetas...digo...buenos días". Finalmente dije:
- Bienvenida a mis dominios. Pasa, siéntate en esa silla y en seguida empezaré a explicarte en que consiste el trabajo. Son bastantes tareas, pero no son muy complicadas.
-Gracias.- Dijo Laura, alargando de una manera muy sexy la primera "a".
Se acerco a la silla que indiqué y con las piernas muy juntas se sentó dejando al respaldo a su costado, y girando luego sobre su trasero para dejar el respaldo de la silla a su espalda. Un trasero redondo o prominente.
El supervisor hizo una despedida cordial y se despidió, dejándome a solas con Laura. Comencé a explicarle a Laura las tareas, que iba apuntando en un pequeño cuaderno que había traido. Me miraba muy atentamente y con los ojos muy abiertos, lo que me hizo desconcentrarme y perder el hilo de lo que le estaba contando un par de veces.
Al terminar la jornada laboral decidimos salir a tomar una copa juntos y pasamos un muy buen rato charlando y bromeando.
A Laura se le daba bastante bien la programación, por lo que desarrolló algunos programas que nos liberaron de las rutinas habituales, que pasaron a desarrollarse de manera automática, dejandonos la mayor parte del tiempo sin nada que hacer, excepto la muy poco frecuente aparición de algún problema puntual. Todo esto a espaldas del supervisor, por supuesto, que se pasaba de vez en cuando obligándonos a hacer ver que trabajábamos muy duramente. Laura bromeaba diciendo que podríamos ponernos a aporrear el teclado sin sentido, como hacen en las pelis cuando alguien se pone delante de un ordenador, y no se daría cuenta de que no estábamos haciendo nada.
Aprovechábamos todo el tiempo libre para hablar y bromear. De vez en cuando Laura ponía su cabeza sobre mi hombro cuando le señalaba algo en algún monitor y ella estaba a mi espalda. Por las noches, al salir de trabajo, quedábamos todos los días para tomar algo. Poco a poco fueron aumentando sus comentarios sobre como estaba soltera y como todos los chicos que conocía eran aburridos. Yo también le comenté que actualmente mantenía una relación a distancia con novia, relación en la que no tenía demasiadas esperanzas.
Un mes tras la llegada de Laura, recibí una llamada durante el trabajo, era mi novia, diciéndome que había conocido a un chico, que por favor comprendiera y que nuestra relación había terminado. Colgué y, la verdad, me sentí bastante liberado, siempre he sido bastante cobarde, y me alegré que me dieran lo que yo también quería. Laura me preguntó quien era y se lo conté. Tras decirme que lo sentía y contestarle que, en realidad, no había nada que sentir, sonrió y con la mirada fija en el monitor, sin mirarme, dijo "bueno, ya estamos los dos libres".
Esa noche Laura se mostró más insinuante, me pasaba la mano por el pecho cuando reímos tomando algo y me agarraba la mano al preguntarme si realmente estaba bien. Yo la solía llevar en coche a casa, ya que iba al trabajo en transporte público. En el coche, a medio camino, me dijo:
- Oye, Luis, llevamos ya algún tiempo trabajando juntos y nos lo pasamos muy bien juntos.
-Si, es bastante divertido, ¿no?
- Quería decirte que me encuentro bastante cómoda contigo, me pareces muy divertido, de trato fácil...y bastante atractivo.
-Uh, oh. Bueno...gracias.
- Quería saber si ahora que estás libre, podríamos...
Paré el coche, la miré y rápidamente me lancé a besarla en la boca. Ella respondió con su lengua y abrazándome a la altura del cuello. tras un par de minutos, dijo:
-Aparca en ese descampado.
Arranqué el coche a toda prisa y me desplacé a toda prisa al lugar a pocos metros que había señalado ella. Cuando paré, dijo:
-No quería darte una impresión equivocada. No puedo follar hoy...
Asumí que estaría con el periodo.
-...pero puedo hacerte una buena paja. Se me da bastante bien, vas a alucinar. Si quieres, claro.
-No te preocupes. Claro que estaría bien.
Laura sonrió abiertamente. Rápidamente se puso a frotarse las manos y dijo:
-¡Pues venga! ¡Abajo esos pantalones!
Apoyándome en el respaldo, me levanté un poco y me bajé los pantalones, eché todo lo que pude el asiento hacia atrás. Laura se inclinó hacia mi, sonriéndome y agarrando mi polla, dijo:
- Ya verás, te va encantar. Te va a dejar tan satisfecho como un polvo.
Empezó despacio, alternando el ritmo y rozándome el capullo con el pulgar, cuando me oía jadear, paraba y sujetaba con fuerza la base con dos dedos. Yo le decía lo expertas que eran sus manos y ella asentía. Diez minutos depués dijo:
-Ya estás bastante calentito. ¿Alguna vez te has corrido con un dedo en el culo? Es muchísimo mejor.
Me sorprendió un poco.
- No se. No soy mucho de experimentar.
-Venga, no seas tan estirado.
-¿Y si me duele?
-Joder, tio, no te va a doler, se lo que hago. Estamos tú y yo solos, nadie lo va saber, y ya te digo yo que te va a merecer la pena. Confía en mi. Vengaaaa...
- Uffff, está bien. Creo que ahora mismo aceptaría cualquier cosa.
-¡Bien!¡No te arrepentirás!¿Tienes preservativos?
- En la guantera.
Laura abrió la guantera y sacó uno. Sin abrirlo aún se escupió en dos dedos y los acercó a la entrada de mi ano, empezando a masajearla. Un rato después, mientras me masturbaba con la otra mano, me soltó, rompió el preservativo y lo introdujo en el dedo medio de la mano que estaba utilizando para masajearme el ano. Dijo:
-No te preocupes, no voy a meterlo mucho. Solo quiero llegar a la próstata.
- Lo que quieras, pero yo no doy mucho más.
Laura rió y empezó a introducir el dedo, mientras yo bufaba.
-Tranquilo, tranquilo, un poco más. Ya está la yema...un poco más...hasta ahí...
Yo no se donde estaba dando, pero de repente estaba mucho más excitado y cada vez que movía la mano que tenía en el pene, yo me sentía volar.
- Oye,¿tienes kleenex o algo?
-Si...bufff...en la guantera también...
Laura dejó el dedo en ano, y con la mano que utilizaba para manejarme la polla, volvió a abrir la guantera, cogió el paquete y me lo dio.
-Toma, yo voy a tener ocupadas las dos manos. Estate atento para taparte o te vas a poner perdido.
Cogí un pañuelo del paquete, sin creer mucho en lo que decía, ya que nunca había "disparado" muy lejos. Laura fue acelerando el ritmo de las dos manos que llevaban un ritmo acompasado. Viendo llegar el clímax, coloqué el pañuelo en la parte inferior de la polla para que goteara hacia él.
- Ya me corro, ya...
Laura me miró con una sonrisa de medio lado y aceleró aún mas el ritmo. No duré ni diez segundos más.
-Ufff...ya...yaaaaa...
-Vamos, ahí.- Rió Laura.
Salieron dos chorros con tanta fuerza que se dirigieron a mi cara, no me dio tiempo a apartarme y me dieron en el lado izquierdo de la cara, mientras desplazaba el pañuelo para ponerlo en la punta de la polla. salía con tanta fuerza que notaba los golpes en la palma de la mano a través del pañuelo. Laura reía, mientras iba aflojando el ritmo hasta parar. unos segundos después sacó el dedo del culo. Se quitó el preservativo del dedo y lo tiró por la ventana. Cogió el paquete de kleenex y sacó uno, mientras aun trataba de recuperar la compostura empezó a limpiarme la mejilla con el pañuelo.
-Mira que te he avisado.
-Ya...bufff...no me lo esperaba.
-¿Te ha gustado?
-Muchísimo, no esperaba que una paja podía ser tan satisfactoria.
Estuvimos un rato hablando y bromeando, para finalmente arrancar el coche y dejarla en casa y yo volver a la casa de los familiares donde me alojaba.
Al día siguiente, cuando llegué, Laura ya estaba en la sala. Me guiñó un ojo mientras me decía " Buenos Días". "Buenos días" le contesté con una sonrisa cómplice.
A media mañana, sin que tuviéramos mucho trabajo, Laura me dijo:
- Se me ha ocurrido como mejorar lo de ayer.
-Ah, ¿si? ¿con más trucos?
-Si...y que sea aquí.
-¿Lo dices en serio?-dije con sorpresa.
-Si. En el cuarto del servidor. Si viene el supervisor tenemos excusa para estar ahí dentro y nos daría tiempo a prepararnos y disimular al oír la puerta.
La verdad es que desde que lo dijo hasta que lo asimilé tardaron varios segundos, pero menos pasaron desde que lo asimile hasta tener una erección de caballo.
- Si lo dices en serio, vamos.
Hizo un gesto de asentir y se levantó como un resorte yendo hacia la sala del servidor. Me levanté y la seguí. Cerramos la puerta. Ella metió la mano en su bolsillo y sacó tres condones.
- Ni de coña me vas a meter tres dedos.
-Tres, no, pero dos si te quiero meter. El otro es para evitar que lo pongas todo perdido otra vez. ¿Me dejas? Por favor. Por favor, por favor...- dijo poniendo cara de cordero en el matadero.
Resoplé mirando al techo.
-Está bien. Ayer mereció la pena.
Empezó como el día anterior, pero yo estando de pie y ella masajeando la entrada de mi culo desde el principio. Pasó varios minutos con un solo dedo cuando finalmente lo introdujo y según fue aumentando el perímetro de mi ojete, iba trabajando introducir el segundo. Cuando finalmente consiguió introducir los dos empezó un movimiento alterno, como si estuviera imitando con sus dos dedos las piernas de un hombre caminando. El orgasmo fue espectacular.
Durante la semana lo hicimos un par de veces más, siendo interrumpido por el supervisor en una de ellas. Afortunadamente todo fue según lo previsto y nos dio tiempo a recomponernos sin que nos pillara.
El fin de semana salimos juntos y volviendo a casa me volvió a dirigir al descampado, yo vivía con familiares, pero ella vivía sola, así que no sabía porque no íbamos a su casa, pero tampoco quería presionarla. Le dije:
-Bueno, hoy ya si que podemos follar ya, ¿no?- dije de la manera más casual que pude.
-Mira, no puedo aún.
-Si que te dura el periodo, ¿no?
-No es la regla...Luis, me gustas mucho. Hay una razón por la que no puedo aún. Te prometo que te lo explicaré todo pronto, por favor, se paciente.
-Bueno, eso no es un gran sacrificio. He esperado por mujeres bastante peores que tú.
Ella sonrió y me dio un profundo beso con lengua.
Seguimos con la misma rutina, incluso consiguió convencerme para meterme tres dedos. A la cuarta semana del comienzo de nuestro juego, me dijo el lunes muy seria:
-Luis, te voy a explicar todo, el sábado en una cena en mi casa. No vamos a tener nuestros juegos esta semana. te pido por favor, que aunque te cueste, no te masturbes esta semana y trataré de compensarte el sábado. ¿Lo prometes?
Estaba intrigado, pero el sábado terminaría el suspense. Le hice la promesa y la cumplí.
LLegó el sábado y fui a su casa, me recibió con un vestido de noche muy ajustado que realzaba sus impresionantes formas, me dio dos besos y me dijo que me lo explicaría después de la cena. Terminamos los postres, se limpió las comisuras de los labios con la servilleta, y dijo:
-Ven, acompáñame al sofá. Te lo contaré todo.
Nos sentamos.
-Luis, voy a cambiar de trabajo.
-¿Y eso es todo? ¿Te vas y ya está? Pensaba que me ibas a explicar otra cosa.
-No, no me voy de la ciudad, y me gustaría seguir viéndote, si todavía quieres, después de lo que te voy a contar.
-Bien, adelante.
Se quedó mirando al suelo unos segundos, luego me miró mordiéndose el labio inferior y se lanzó a besarme en la boca. Yo llevaba una semana sin correrme, y ese estímulo hizo que me empalmara como si no hubiera un mañana. Laura paró y se separó de mi. Miró a mi entrepierna, y dijo:
-Vaya si se te ha puesto una tienda de campaña, ¿eh?- dijo riendo.
-Ya ves.
Laura cambió rápidamente a un rostro serio y dijo:
-Luis, lo que quería contarte es esto.
Agarró mi mano derecha, la dirigió a su entrepierna y...noté el bulto. Me quedé callado con los ojos completamente abiertos, tardando en reaccionar. Cuando al fin lo conseguí, me acurruqué sobre mi mismo, echándome las manos a la cara y exclamando:
-¡Ay, Dios!¡Ay, Dios!¡Ay, Dios mio!
-Luis, por favor, no te pongas así. Me gustaste desde que te vi. No es algo que vaya contando y cuando se presentó la ocasión no supe decírtelo...Se que yo también te gusté desde el principio.
-¡Debiste contármelo!
-¿Hubiéramos tenido esta relación si te lo hubiese contado?
-No-respondí con sinceridad.
-¡Ay, Dios mio! ¿Puedo verlo al menos para asegurarme de que no es una broma cruel?
Laura me miró fijamente, se levantó y se sacó el vestido por la cabeza, quedándose en bragas y sujetador. Se bajó las bragas y ahí estaba.
-¡Ay, Dios mio! ¡Si encima es más grande que la mía!
-Por favor, Luis, no mucho más, y además sirve para lo que sirve. Si es suficiente y funciona, el tamaño no es tan importante.
-¡Jooooder!
-Mira, Luis, no tienes que tener miedo, soy la misma persona con la que has estado los últimos meses, es solo...que tengo esto. Me voy del trabajo, tampoco es que tuviéramos relación con nadie más que ese capullo. Así que, aunque nunca te traicionaría, no podría aunque quisiera. Nadie se va enterar. ¿De verdad es tan importante? ¿De verdad cambia todos los buenos ratos que hemos tenido y la relación que tenemos?
Me quedé mirándola, se sentó, la miré a la cara y veía una tia buenísima, miraba abajo y veía "eso", pero ni así se me quitaba la primera impresión.
-Luis, deberías ser sincero contigo mismo y darte cuenta de que a pesar del shock mira como tienes la entrepierna.
Miré hacia abajo y vi mis pantalones levantados por lo que todavía era una erección de caballo. Me quedé pensativo y me dije "A la mierda" y me lancé a besarla en la boca. Estuvimos comiéndonos a besos durante unos minutos, hasta que Laura me apartó y con una sonrisa dijo:
-Ven, vamos a la cama.
Se levantó , me agarró de la mano haciéndome levantarme y me dirigió al dormitorio. una vez allí, se desabrochó el sujetador dejándome ver ese magnífico par de tetas que tenía, que le habían hecho o lo que fuera, ya me daba igual. A continuación empezó a desvestirme mientras me decía:
-Notarás alguna diferencia con respecto a lo que estás acostumbrado. Es un agujero más pequeño al fin y al cabo. Pero será igual de satisfactorio. Puedes hacerlo sin preservativo, me he limpiado bien con un enema, tenía la esperanza de que aceptarías.
Besándonos se sentó en la cama, me pasó un bote de vaselina, y levantó las piernas. Me miró y dijo:
-Adelante.
Yo no quería pensar mucho en lo que estaba haciendo, pero casi robóticamente cogí vaselina y me dirigí a su ojete, aplicándola con suavidad.
-No seas muy bruto, ¿vale?. Con cuidado.
Dirigí mi polla al orificio y con dificultad fui introduciéndola poco a poco. Laura bufaba mientras yo continuaba lentamente, hasta que conseguí introducirla del todo. Laura me dijo:
-Vale, espera un momento- dijo hiperventilando como si estuviera de parto.
Pasados un par de minuto dijo:
-Vale, ya está. Adelante.
Empecé a bombear con suavidad, agarrando sus piernas en alto.
-Cuando te vayas a correr, para. ¿Vale?. Creéme, merecerá la pena.
Así lo hice cinco o seis veces, hasta que dije:
-Ya no puedo más. Llevo una semana aguantando.
-Vale. Para entonces. Tengo una propuesta. ¿Quieres probar el otro lado? Has ido dilatando el culo poco a poco, estás preparado y será mejor aún que las pajas que te he hecho.
Me quedé paralizado. Me parecía un salto excesivo. Una voz en mi interior me decía "Esa línea no la cruces. Esta no es la educación que te han dado. Te convertirás en homosexual" y otra decía "Que cojones de homosexual. Esta persona ya te ha hecho pajas, metido dedos en el culo y ahora tienes tu polla en el suyo. Poco salto es ya. Seas lo que seas, ya lo eres. ¿Acaso importa?". Ganó la segunda voz por K.O.
Asentí con la cabeza y dije "Confío en ti". Saqué la polla, Laura se levantó, me guió a tumbarme al borde de la cama y me subió las piernas. Cogió un preservativo y se lo puso, cogió la vaselina y me la aplicó.
-¿Estás listo-preguntó.
-Tanto como voy a estarlo-repliqué en un tono inseguro.
Laura dirigió su polla a su culo y noté como iba apretando el glande contra la entrada. Alternaba la mirada entre la introducción de su polla y mi cara, que mostraba la misma expresión que si me estuvieran clavando astillas de bambú bajo las uñas.
-Tranquilo...tranquilo...debes relajarte-decía Laura.
Yo sólo bufaba como un animal salvaje, con los dientes apretados, dejando escapar el aire entre los huecos.
-Ya, ya ha entrado el glande. Tranquilo, ya ha pasado lo más difícil. Voy poco...a...poco.
-Ah,ah.
-Vamos por la mitad. Tranquilo, en seguida pasará el dolor.
-Laura, duele mucho...ufff...ah
-Tranquiiiiilo. Ya está toda dentro.
Se quedó inmóvil y se inclinó sobre mi, dándome un morreo. nos quedamos así durante dos o tres minutos. Laura preguntó:
-¿Ya estás mejor?
-S...si...ya va pasando el dolor...ya estoy mejor.
-Bien, voy moviéndome poco a poco. Si te duele mucho lo dices y paro.
-Bien...bien...venga...dale.
Laura empezó a moverse, muy lentamente durante mucho rato. Mi polla no bajaba ni cuando me dolía más. Es más, cada vez estaba más gorda, sentía que me iba a reventar. Goteaba como un grifo mal cerrado. Finalmente empezó a moverse más rápidamente y cogió mi polla y empezó a pajearla.
-Buf, buf. Laura, yo no voy a aguantar mucho.
-Bien...yo tampoco. Yo también me he pegado la semana de abstinencia.
-Bien...bien...vamos juntos...entonces...
-Si...si...yo...ya llego.
-Y....y yo...¡Y yoooooooo!
-Ah, ah, ah....
Mientras me corría notaba las contracciones de la polla de Laura en mi culo. Fue el orgasmo más intenso de mi vida.
Laura cayó derrumbada sobre mí. Besándonos. Al final, nos miramos y sonreímos, para terminar en una carcajada:
-No ha estado tan mal, ¿eh?
-Dejemoslo en que si-dije en tono jocoso, lo que provocó que volviéramos a carcajearnos.
Noté como la polla de Laura se iba desinflando hasta salirse. Nos quedamos abrazados en silencio unos minutos cuando noté que algo me empezaba a golpear en la pierna. era la "cosa" de Laura que volvía a levantarse. La mía, en un movimiento espejo, comenzó a hacer lo mismo. Laura, con la cabeza sobre mi pecho, la giró y la vió. Me miró y dijo:
-¿Quieres probar otra cosa?
-¿Qué más nos queda?
-¡Un 69!-dijo riendo.
-Lo que quieras, ya de perdidos al río- contesté riéndome yo también.
Nos levantamos y fuimos al bidé a lavarnos las pollas, mientras lo hacíamos, Laura se giró a observarme y con una sonrisa burlona, me dio un golpe con el codo, exclamando:
-¡Anda! ¡Y te lo querías perder!
-Ya...-dije con un sonrisa y encojiéndome de hombros.
Volvimos a la cama y nos pusimos en posición. Era una visión un poco aterradora tener esa polla a unos centímetro de mi cara. Laura ya había empezado a chupar la mía. Al ver que no empezaba, Laura se sacó mi polla de la boca y dijo:
- No hace falta que lo hagas si no quieres.
La miré y con determinación me la metí en la boca. Una vez dentro, cerré los ojos y empecé a chupar. Poco a poco, fui soltándome y empecé a sacarla, a pasar la lengua por debajo del capullo y en general a repetir a lo que veía que reaccionaba su polla. Por otra parte Laura estaba haciendo un excelente trabajo con la mía, incluso traté de imitar algunas cosas que hacía que me gustaban. Al rato, noté que llegaba el clímax y avisé:
-Laura, yo ya me corro.
-Tranquilo, puedes hacerlo en mi boca, quiero probar tu leche- al decir eso, no pude evitar explotar en cuanto se la volvió a meter en la boca.
-Ufff, yo también me voy a correr ya. Probar tu leche me ha puesto al borde. Suéltala que ya me la termino yo.
-¡Y una mierda!. Yo te devuelvo el favor.
Me la metí en la boca y empecé a jugar con la lengua sobre su capullo. La note explotar y las convulsiones que daba su pene fue una sensación curiosa. Tragué sin soltarla. No me disgustó el sabor, era ligeramente salado. Cuando su polla se quedó quieta y Laura me pidió parar, la fui sacando de mi boca poco a poco.
Laura se giró y nos besamos. Hablamos un rato de lo genial que había sido y nos dormimos abrazados.
Ni que decir tiene, que seguimos juntos, felices y sin complejos. ¿A quién le importa?
7 comentarios - Mi compañera de trabajo es trans!