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Chica de ciudad: Tercer año. Capítulo 11

Chica de ciudad: Tercer año. Capítulo 11

No leíste la primera o la segunda parte de "Chica de ciudad"? En total son 25 capítulos super calientes y te van a encantar! Acá te dejo el link para que entres y te deleites:
PRIMER AÑO. CAPITULO 1
SEGUNDO AÑO. CAPITULO 1


Esta es la historia de Celeste, una pueblerina que a los 20 años sigue viviendo su experiencia como chica de la gran ciudad y se va entrelazando con distintas personas con el sexo como único fin tras un año lleno de fracasos amorosos. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…

CAPITULO 1

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Capítulo 11: Besos de reconciliación
   Mi relación con Tomás estaba en el mejor momento. Habíamos superado la fascinación de vernos todos los días y cuando nos encontrábamos no solo teníamos sexo, sino que también conversábamos y hacíamos otra cosa. La relación avanzaba y se había convertido en algo mucho más que simplemente sexual, podríamos decir que solo faltaba formular la pregunta. El problema es que los dos sabíamos que no podíamos hacer oficial nuestra relación y que mientras menos gente supiera mejor. Por el momento las únicas dos personas que se habían enterado de lo nuestro eran Santiago, el chico que vivía con él y Paulina, mi vecina, quien a su vez había participado de un trío con nosotros. Esa situación de clandestinidad también le ponía un condimento muy especial a lo nuestro, provocando que fuese ya casi reglamentario no contarle a nadie de nosotros dos.
   Es por eso que me había rehusado a hablar con alguna de mis amigas sobre el tema. El noviazgo de Guillermina y Lorenzo había captado toda la atención del grupo, por lo que ni Martina ni Maipi y mucho menos Nicolás y Mateo, prestaban atención a las múltiples señales que a veces se me escapaban en frente de ellos. Distinto era el caso de Vanina y Azul, quienes a pesar de juntarse también con Martina, estaban convencidas de que yo estaba en algo con alguien y que no quería contarles. Yo insistía en que no había nadie en mi vida en ese momento pero Vanina, por sobre las otras dos, no paraba de interrogarme buscando alguna debilidad en mí. Valentín y Lucas que de a poco comenzaban a acercarse nosotras 4 con la idea de volver a formar un grupo, apoyaban la moción de Vanina y de Azul y entre todos trataban de hacerme meter la pata para que yo dijera algo. Sin embargo mi postura era la misma.
   - No estoy saliendo con nadie chicos. Por primera vez en mi vida estoy muy tranquila.
   Pero distinta fue la situación del lado de Tomás. No me enteré hasta mediados de Octubre, casi dos meses después de esa noche del trío, pero él le había contado a Ramiro, uno de sus mejores amigos, todo lo que venía pasando entre él y yo. Obviamente él no me lo confesó, pero a su amigo se le escapó algo un día en el pasillo sin darse cuenta que yo estaba caminando a tan solo un metros de ellos y cuando lo escuché no lo pude creer. Me indigné totalmente y tan solo unas horas después cité a Tomás a mi casa y tuvimos una pelea bien grande que terminó en otra discusión aun mayor cuando él me dijo que me amaba y que quería tener algo serio conmigo.
   - ¡No podemos Tomás! ¡Soy tu profesora! ¡¿Te acordás?!- Le grité sin poder creer a donde nos había llevado esa discusión.
   - ¡No me importa!- Me decía él cegado por la situación.- ¡Yo quiero estar con vos! Me gustás, me gusta como sos, me parecés excelente. ¡No me importa lo demás!
   Discutimos a los gritos, una conversación que se tendría que haber dado de otro modo se dio entre comentarios mal usados y algunos llantos de mi parte totalmente inesperados. No podía creer como todo se había arruinado en tan solo unos segundos, como nuestra relación que venía avanzando bien se desmoronó por un comentario estúpido de Ramiro. En ese momento me di cuenta de la locura que significaba que yo estuviese con él. Era un chico maduro, responsable, con una mentalidad bastante superior a la de los chicos de su edad, sin embargo en algunos momentos no dejaba de ser un nene de 19 años que aun veía algunas cosas como adolecente. Siempre había sido así, pero yo solo lo veía ahora que habíamos discutido de esa manera.
   - Me parece que lo mejor va a ser que no sigamos más juntos.- Le dije cortando todo.

   Después de esa pelea con Tomás comenzó un época horrible que duró un poco más de un mes en la que me sentí horrible. Desde mediados de Octubre hasta mi cumpleaños tuve una depresión bastante grande como si hubiese terminado una relación de amor eterno. No me había sentido así ni cuando había cortado con Gabriel y mucho menos cuando habíamos terminado con Luciano, sin embargo por alguna extraña razón pensar en Tomás me ponía muy mal. Todos se dieron cuenta, Vanina, Azul, Martina, Maipi, Guillermina, los chicos y hasta Santino, que para colmo me veía en el peor momento porque compartía la ayudantía con él en la clase en la que estaba Tomás. Como si fuese poco, por la cabeza de Santino pasó la extraña idea de creer que yo me iba a sentir mejor si él me encaraba.
   Un día a la salida de una clase me invitó a tomar algo y yo que andaba medio bajoneada, acepté. Lo hice viéndolo como un amigo, con la idea de pensar que podíamos ser algo más que simples ayudantes y es por eso que no me rehusé a ir a su casa. Pero después de que me hiciera un café y que conversáramos un rato sobre distintas cuestiones con el fin de despejar mi mente, se acercó a mí y me besó. “¡Pará!” le dije yo despegando mis labios de los suyos y alejándome, pero en vez de detenerse volvió a intentar besarme. Nuevamente me alejé de él que alegó que yo le había tirado muchísimas indirectas y rápidamente me fui de su casa sin poder reaccionar. Desesperada, sola y entre llantos, llamé a la primera persona que se me ocurrió que podía ayudarme en ese momento.

   - Gracias Nico. Sos el más bueno.- Le dije saludando a Nicolás una vez que entré a su casa.
   Él me sentó en su sillón y comenzó a escucharme mientras que yo le confesaba de mi aventura con Tomás, mi noche de alcohol con Facundo y la pelea que había causado mi depresión, así como también lo que acababa de pasarme con Santino. Fue casi una hora en la que hablé yo mayoritariamente, mientras que él me hacía mimos sobre la espalda, me escuchaba con atención y me limpiaba las lágrimas con los puños de su remera. Entonces me di cuenta que él también tenía esa expresión cabizbaja que tenía yo hacía un tiempo y le pregunté qué era lo que pasaba. De entrada me dijo que no era nada y después de insistir se rehusó a contarme, pero al final terminó confesando.
   - Corté con Daniela.- Dijo.
   - ¿Por qué?- Le pregunté yo asombrada, ya que ellos parecían hechos el uno para el otro.
   - Por boludeces. No importa.- Dijo él esquivando el tema.- Hablemos de vos ahora.
   - No Nicolás.- Insistí yo.- Quiero saber que pasó. Contame.- Sin embargo no fue hasta que insistí varias veces que él no me terminó diciendo la verdad.
   - Daniela se enteró de lo nuestro en Navidad el año pasado.- Dijo mirando al piso.- No sé cómo, tampoco me interesa, pero sabía que había pasado algo entre nosotros y yo le terminé diciendo la verdad, no me parecía justo mentirle.
   Un baldazo de agua helada cayó sobre mi espalda mientras que su mano seguía sobre ella. No podía creer que Nicolás había cortado con Daniela así de golpe. Me terminó contando toda la historia, de cómo ella hacía tiempo que opinaba mal de mí, de cómo le había pedido varias veces que no se juntara conmigo y de cómo le había exigido elegir entre ella y yo. Después de mucho insistirle, Daniela le dijo que sabía que algo había pasado entre él y yo y Nicolás le terminó contando nuestra historia a fines del año pasado. Hubiese sido distinto si hubiese sido solo sexo, pero no fue nada más que eso. Después de hacerlo de una manera increíble, él me había dicho que me amaba y yo le había respondido diciéndole que yo también lo amaba, algo de lo cual los dos nos arrepentíamos al día siguiente, pero que en el fondo sabíamos que lo pensábamos.
   Entonces hice algo de lo que sabía que de verdad me iba a arrepentir pero que necesitaba hacerlo desde aquella misma noche y lentamente acerqué mi boca a la suya y lo besé muy suavemente. Nicolás me devolvió el beso casi sin esforzarse, pero tampoco oponiendo resistencia y dejando que nuestros labios se rozaran por varios segundos. Pero de golpe caí en lo que estaba haciendo y me alejé lo más rápido que pude, sin embargo él me dijo que no me alejara y vino a buscar mi boca para besarla y colocó su mano sobre mi rostro dejando bien en claro que él también quería eso.
   Nos seguimos besando de una manera muy extraña, como si ninguno de los dos quisiese estar ahí pero sin dejar de rozar nuestros labios y cada vez con mayor intensidad. La lengua de él se metió en mi boca y acarició la mía y noté como levemente su cuerpo se acercaba al mío que despacito se iba recostando sobre el sillón. Una vez que estuvimos acostados Nicolás se puso más cómodo entre mis piernas y me besó con mucha más pasión mientras que mis manos levantaban su remera y se la sacaban entre caricias y besos. La pasión se encendió tan de golpe que no lo pudimos controlar, parecía como que veníamos controlándonos desde hacía mucho tiempo para no hacer esto.
   Rápidamente nos fuimos desnudando y los besos se extendieron por todas partes. Nicolás besó mis tetas y las lamió hasta ponerme muy duros los pezones, mientras que yo acariciaba con intensidad su cuerpo que se ponía cada vez más firme. Él siguió recorriendo el camino hasta mis piernas y mientras las rozaba con la yema de sus dedos, sus labios humedecían toda mi piel. Comenzó a chuparme muy delicadamente la conchita y yo gozaba cada uno de sus besos, así como también el pasar de su lengua que me hacía vibrar por completo. Una de mis manos se clavó en mis pezones mientras que la otra se colocó sobre su nuca y se enredó en su pelo rubio que tapaba su rostro.
   A medida que intensificaba los movimientos de sus labios y su lengua me provocaba más placer. Leves gemidos de satisfacción iban saliendo de mi boca a medida que la suya humedecía mi conchita. Nicolás era un experto en el asunto y lo hacía de una manera que te dejaba totalmente excitada, moviendo su lengua de lado a lado y de arriba abajo, rozando mi clítoris y besándome toda la zona. Se sentía muy placentero volverlo a tener entre mis piernas y dándome placer de esa manera. Su lengua se volvía cada vez más loca y mi placer amentaba. “¡Mmm sí!” gemía mientras me mordía los labios y gozaba de el trabajo que él estaba haciendo. Una ola de calor inmensa invadió todo mi cuerpo.
   - ¡Sí Nicolás! ¡Sí!- Grité de golpe y me retorcí del placer.
   ¡Me había hecho acabar! Su lengua y sus labios me habían provocado un hermoso orgasmo que me había sorprendido totalmente. Nicolás se levantó de golpe y mientras nos besábamos él se arrodilló en el sillón hasta que su pija bien dura quedó frente a mis ojos. Sin dudarlo me la metí en la boca y comencé a chupársela mientras lo pajeaba muy rápidamente. Mis labios subían y bajaban por todo el tronco de su verga que penetraba mi boca hasta el fondo y mi lengua rozaba su cabeza para darle más placer. Mis ojos miraban hacia arriba y se clavaban en los suyos mientras que él me miraba con fascinación. “Me encanta tu boquita” me dijo agachándose y por unos segundos me desprendí de su pija para besarlo y luego volví a chupársela. El orgasmo que me había provocado me había dejado tan caliente que no podía esperar para cogérmelo.
   De golpe lo empujé contra el respaldar del sillón y me senté sobre él hundiendo su verga adentro de mi conchita que no daba más de lo húmeda que estaba. Mientras que él se acomodaba y colocaba sus manos en mi cintura, yo comencé a cabalgarlo con violencia, saltando sobre sus piernas y franeleando mis tetas sobre su rostro. “¡Ay sí!” exhaló él al sentir el placer que le provocaba mi cuerpo moviéndose de manera acelerada sobre el suyo. Podía sentir como su verga me penetraba hasta lo más profundo de mi cuerpo y me causaba mucho placer verlo gozar de esa manera.
   Después decidí darle la espalda, apoyando mis pies en el suelo e inclinando mi cuerpo hacia el frente, me empecé a mover hacia atrás y hacia adelante por encima de sus piernas mientras que su pija entraba y salía de mi conchita casi por completo. “¡Qué lindo Cele!” dijo él mientras que acariciaba mi espalda y mi cola y me ayudaba a moverme más rápido. De mi boca salían leves gemidos que trataban de contener un grito mucho más violento que no se iba a poder contener por mucho más tiempo.
   Nicolás intentó controlar la situación del asunto con la siguiente pose, pero yo estaba decidida a darle placer y lo obligué a recostarse en el piso mientras que yo me sentaba una vez más sobre su cintura con las rodillas dobladas en el aire. La penetración fue tan profunda que mi boca de abrió al máximo y exhaló un grito bien agudo de placer que se transformó rápidamente en un gemido cuando mi cintura fue dándole movimiento a mi cuerpo. Él, como pudo, llevó sus manos a mi cintura y acompañó cada uno de mis movimientos, mientras que yo intentaba moverme con violencia, pero mi cuerpo no sabía cómo reaccionar. Era tan satisfactorio que por más que mi mente ordenara moverse cada vez más rápido, mi cintura no le respondía. “¡Sí! ¡Sí! ¡Dañe!” gritaba desesperada mientras que agitada me retorcía sobre el cuerpo de Nicolás que gozaba de verme así.
   Entonces un nuevo gemido de placer salió de mi boca y esta vez no lo pude contener. Un segundo orgasmo invadió mi cuerpo y a este le siguió un hermoso chorro caliente que salió de mi cuerpo y mojó el suyo. Una sonrisa se dibujó en mi rostro instantáneamente y él lo celebró diciéndome que le encantaba verme acabar de esa manera. Mi cintura se seguía moviendo, pero de manera mucho más lenta y mis ojos cerrados veían distintas figuras de colores al mismo tiempo que seguía gozando de lo que acababa de pasar.
   Segundos más tarde recordé cual había sido mi propósito y le pregunté a Nicolás como quería acabarme y él me respondió que quería hacerlo adentro de mi cuerpo mientras nos besábamos. Entonces yo me recosté sobre el piso boca arriba y él se colocó entre mis piernas y me penetró bien a fondo para luego recostarse encima de mi cuerpo. Comenzó a cogerme de manera muy intensa, más bien lenta, pero con una penetración tan profunda que toda su pija entraba en mi cuerpo y volvía a provocarme esas olas hermosas de placer. Nuestros labios se tocaban como él quería y lo hacían en un beso bien cálido. La situación volví a ser similar a la del comienzo, mucho más romántica y sensual que como fue cuando yo tomé las riendas del asunto.
   De golpe comenzó a acabar adentro de mi cuerpo y sentí como su lechita calentita llenaba todo mi interior. Una sonrisa se dibujó en mis labios mientras seguían en contacto con los suyos y nuestros ojos se miraron por unos segundos para después volverse a cerrar. Nos quedamos recostados en esa posición un instante, tratando de saborear al máximo de nuestros orgasmos que aun seguían latentes, pero también disfrutando de ese abrazo que queríamos que se haga interminable. Entonces Nicolás me miró, vi en sus ojos la misma expresión que había visto aquella noche de Navidad del año pasado. Estaba a punto de repetir esas palabras. “No lo digas. No lo digas” pensé y me asusté al ver que su boca se abría.
   - Esto hay que repetirlo más seguido.- Dijo entonces y un alivió inmenso calmó mi mente.


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