Hinchada y henchida, el cuerpo recién desatado. La lujuria en el perfume. Aquellos roces habían hecho de ella un canto, un aullido, un grito de guerra ante la apertura ancestral de su sexo.
Lo blanco y lo rosado, lo dorado de los chupones en el cuello, en la espalda. Dos sopapos, ritmicos, enérgicos. La marca, una frambuesa dorada. Timbres, durezas, órdenes. Arriba, abajo, más delicado, salvaje. La mina del lápiz rojo. La abertura, los golpes marcando un compás en la pared. La boca seca. El rio encomendado, caudaloso para su comunión con lo erecto. Combustión. Piernas que se agitan y yacen desvalidas después del último estertor. La embestida a la niña blanca, agrietada.
3 comentarios - Erótica y tonta