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Picardía en el super

Picardía en el super
pete
Tenía el papel con su número guardado en mi carpeta. Ni siquiera lo había agendado en mi celu. Pasaron los días y dejé de verla en clases, me extrañaba que haya desaparecido de repente, hasta que un día haciendo compras con mi mujer, nos cruzamos en el supermercado.Ella también estaba con el que interpreto,sería su marido pero no nos hablamos, solo intercambiamos miradas cómplices. Recuerdo que mi mujer me hablaba de los productos que debíamos comprar, de cuál era más barato y cuál más caro. Comparaba precios, marcas etc etc. Pero yo ya no podía concentrarme en semejantes pequeñeces, mi atención estaba puesta en mi compañerita, que recorría las góndolas y cada tanto me miraba de reojo. Intenté llevar a mi mujer hacia donde iba ella para no perderla de vista. Su calza apretada de Spandex me había dejado hipnotizado, era impresionante ver ese culo marcado y esas piernas largas ir y venir. Arriba llevaba puesta una remera deportiva ajustada que resaltaba sus tetas, y parecía que no tenía puesto nada abajo porque los pezones duros sobresalían de la tela. Seguimos con ese juego de idas y venidas y miradas hasta que en un momento le dijo algo a su marido al oído, me miró y comenzó a caminar hacia la salida. No podía quedarme con la duda si aquella mirada era una invitación a algo, a no se que, en un mercado lleno de gente y con nuestras parejas encima. Decidí quitarme la duda así que le dije a mi mujer - Me siento un poco descompuesto, ahora vuelvo - , -¿Otra vez?- me respondió y no terminó de decir la frase que yo ya estaba detrás de mi presa. Como esa vez en el pasillo del instituto la buscaba entre la gente que entraba y salía hasta que la vi dirigirse hacia en el estacionamiento. Corrí y de repente me encontré con ella detrás de una columna. - ¿Dónde está tu auto? - me preguntó - Allá, allá - Me agarró de la mano y me llevó sin decir más palabras -¿qué haces?- le dije, -¿estás loca?-, -Si, loca por que me cojas toda- Y nos metimos en el asiento trasero. Rápidamente comenzamos a besarnos descontroladamente. Yo quería ver esas tetas que tanto me enloquecían, quería manosear ese orto precioso. Ella me bajó el pantalón y me la empezó a chupar, hacía muchos años que no sentía una lengua de esa manera en la cabeza de mi pija, subía y bajaba. -¡Que rica pija tenes hijo de puta! - me dijo, y eso me calentó más, se me puso durísima, roja, mojada, ya no daba más, quería largarle toda la leche en la boca. Mientras me la chupaba yo sentía sus tetas duras, eran muy grandes y mi otra mano acariciaba su culo por debajo de su calza. Empecé a buscarle el agujero del orto con mi dedo y cuando se lo empecé a meter se retorció de placer. Me miró y me dijo - Quiero que me hagas el culo, pero acá no, quiero disfrutarte todo - y ahí mismo se dio cuenta que le iba a largar toda la leche. - si, damela amor. damela - Y en ese instante me hizo acabar como hacía rato no acababa, con tanto placer, con tanta calentura. Sus manos desbordaban de semen y me dijo - ¿cómo podés acabar tanto? ¡Que rico papi! - Sacó de su bolso una toallita y me limpió la pija de una manera que hasta me provocó ternura. Nos quedamos unos minutos abrazados asi como estabamos y caímos en la cuenta de que nuestras parejas estarían esperándonos. Nos acomodamos la ropa y volvimos a entrar al supermercado, cada uno por su camino y no volveríamos a vernos hasta esa noche a a salida del instituto Al entrar al auto con mi mujer me dijo - Hay un olor raro acá adentro-, - No se, yo no siento nada- contesté. Y es que yo solo podía sentir el sabor de los besos de mi compañerita de clase.

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