Pedí las empanadas y 40 minutos mas tarde las trajeron. A las nueve en punto –como lo habíamos acordado- sonó el portero nuevamente. “Alberto”, respondió a mi pregunta de quien era. Bajé a abrirle. Me sorprendí al verlo. Vestido con camisa y jean se lo notaba producido y con perfume estaba distinto a su habitual vestimenta de trabajo. Se dio cuenta, y apenas estuvimos solos en el ascensor me dijo: “Fachero Albertito no?” Yo como siempre me reí nervioso y respondí, “si te queda bien esa pilcha” y cambié inmediatamente de tema, haciendo referencia a que era demasiado dos botellas de vino que traía en la bolsa que me había dado. -Por ahí la noche se hace larga. -me respondió. Por ser el menú empanadas y para no hacer tanto quilombo, decidí que comiéramos directamente en la mesa del living y compartiéramos el sillón grande frente a la tv. De mi nerviosismo inicial me dejé llevar por la charla, el vino y las empanadas y realmente empecé a disfrutar el haberlo invitado. Hablamos de todo un poco mientras cenábamos, la vida, las relaciones familiares y también temas mas triviales o algo ocasional que aparecía en la tv que estaba prendida y obviamente cada tanto Alberto disparaba alguna indirecta que ya a esa altura y disfrutando del vino y su presencia me divertían. Así se nos fue un buen rato y la primer botella de vino. Abrí la segunda y al poco tiempo estábamos recontra satisfechos y algo más alegres. Alberto dijo: ”Permiso no doy más, que buenas estaban las empanadas. -Y se relajó en el respaldo del sillón y se aflojó el cinturón y desabrochó el botón del jean-. Tomé ese gesto como algo natural y lo cargué diciéndole que había echado panza. -Pancita sexy… para empujar mejor –dijo volviendo a la carga. Esta vez reí yo con una carcajada y respondí que no sabía que era para eso la famosa pancita. Mientras aguardábamos que comenzara el partido, seguimos charlando, tomando algo de vino y Alberto empezó a hacer zapping con el control remoto. Pero las cosas no son tan previsibles como seguramente, las están imaginando. En lo de mis tíos no había Venus ni ningún canal porno. Pero si enganchó una de esas películas soft porno que no son explicitas, pero sugieren bastante y obviamente la dejó. A toque volvieron las bromas y los comentarios sobre lo que sucedía en la película. Y la cosa fue levantando paulatinamente el tono. A cada rato Alberto se acariciaba el bulto que crecía notoriamente. Yo trataba de disimular pero mi mirada iba continuamente hacia su pantalón. No era joda, se le estaba parando mal. Yo trataba de ser discreto con la mirada pero no lo logré porque en un momento me dijo: Viste como se me puso no?... estoy que no aguanto mas, hace rato que no me echo un buen polvo. -Si ya veo -respondí casi sin pensar lo que decía- -Y te gusta lo que ves?... quizá hoy te decidís –me dijo mirándome de esa manera especial. Traté de zafar como pude, conservando la calma dije: -A lo que me decidí es a levantar esto y tomar café. Acto seguido levante las empanadas que habían quedado y fui a la cocina. Mientras servía el café, me preguntó si me servía un poco más de vino. Le respondí que si, pero que ya llevaba el café también. Le pedí que se fijara si había empezado el partido –para bajar los decibeles de la película- pero después de una breve pausa me respondió que todavía no había empezado. -Dale apurate, veni no sabes lo que te estas perdiendo –me dijo entusiasmado -Ya voy –respondí y salí rumbo al living con las tazas de café. Cuando volví al living no podía creer lo que vi. Alberto se había bajado los pantalones y el slip hasta la rodilla y se acariciaba la verga placenteramente. Apoyé las tazas en la mesa y me senté sin decir una palabra, porque no se me ocurría nada que decir, pero no podía dejar de mirar su verga que ya se estaba parando. -Mirá como la agarra de la cabeza a la mina y se la hace tragar toda, estoy seguro que el tipo esta al re palo. –dijo con naturalidad y entusiasmo refiriéndose a la película e inmediatamente agregó: -El de la película te digo… la mía todavía no está al palo. –Haciéndome notar que era consciente que yo no sacaba la vista de su verga. -Como me puso esta película che… te dije que venía necesitado, no te vas a enojar si me clavo una buena paja no? Además podes seguir mirándomela, en una de esas esta noche se me da… –y me miró sonriendo mientras se acomodaba aún más y comenzaba a pajearse despacio desde la base de la verga hasta la cabeza. No… -dije sin mucha convicción pero no podía dejar de mirar como ese pedazo de carne crecía y crecía con cada caricia. Estas seguro? –me preguntó al tiempo que me la mostraba, pajeándola despacio, tentándome con sus movimiento y su tono de voz… -Mirá que se esta empezando a poner durita, además no tiene nada de malo… nadie se enteraría o acaso no podemos guardar un secreto de amigos… Cada palabra resonaba en mi cabeza mientras miraba como se iba poniendo mas dura, mas colorada, mas cabezona. Sentía que mi cabeza iba a explotar, tenía una mezcla de deseos y vergüenza, reprimiendo por tabú mis irrefrenables ganas de agarrarle la pija. Su voz parecía adivinar cada unos de mis pensamientos. -Dale… se te nota en la mirada que te morís de ganas… te estas privando de algo que queres hacer por una pavada… dale no seas tonto… tocala nada mas… Me agarro la mano y envolvió su verga con mi palma apoyando la de él encima y cubriendo mi mano empezó a hacer que lo pajee, marcando el ritmo. Lo dejé hacer fue una sensación maravillosa, sentir el calor de esa verga en mi mano… por primera vez le estaba tocando la verga a un macho, es mas no solo se la tocaba, lo estaba pajeando. Notó mi entusiasmo y retiró su mano. Yo seguí el movimiento casi automáticamente, disfrutando cada ir y venir a los largo del tronco, acariciando con la yema de mis dedos la cabeza de su verga. Con un movimiento hábil saco una de sus piernas del pantalón y la subíó al sillón. En ningún momento le solté la verga pero igualmente logro ponerse más cómodo, de costado con un pie sobre el sillón y el otro en el suelo y yo quedé como hipnotizado pajeándolo ligeramente inclinado y acodado sobre su rodilla. -Viste que no era tan difícil… ah… que lindo, me gusta. Notas lo dura que se está poniendo, te gusta? -Si- respondí y lo miré a la cara. Tenía esa sonrisa particular, de placer y después volví a concentrarme en su verga. -Bueno, si te gusta hacele muchos mimos, así se pone bien dura. La vas a tener para vos cada vez que quieras sabes... Se notaba que había empezado a gozar… se relajó a un más. Después de un par de minutos sin decir nada apoyó su mano en mi cabeza y empezó a guiarla hacia su verga. Traté de ofrecer resistencia y dije un tímido “no…” -Ningún no… un besito nada más, abrís un poquito la boca y le das un besito en la cabecita. –y volvió a ejercer presión con su mano. Está vez obedecí, me dejé guiar y llegué a estar a un centímetro de esa cabeza roja, excitante. -Vamos… -insistió él- abrí un poquito la boca nada mas. Lo hice, separé mis labios y me acerqué. Por el mismo movimiento de pajearlo, la cabeza de su verga entró a mi boca. Sentí el calor de su pija en mis labios que se relajaron. Él lo advirtió y rápidamente movió la pelvis y me metió media pija en la boca. Lo hice sin que me lo pidiera, empecé a lamerla, a jugar con mi lengua en su cabeza, a sentir el enorme placer de chuparle la pija a Alberto. Sentí que suspiraba, lo miré y vi en su rostro una mezcla de placer y sonrisa triunfal. Volví a su verga. -Si así bebe… que bien me la chupas, sabía que cuando la probaras te iba a gustar. Abrí bien la boquita que te la mando hasta el fondo… ah… así, como te la tragas. Mmmm si… me costó pero que bien te la comes ahora, como un buen putito… me gusta mucho hacértela chupar sabes… Cada palabra de Alberto resonaba en mi cabeza y potenciaba el placer de chupársela, de hacerlo gozar. Con cada expresión y cada pedido sacaba mi lado mas pasivo. Se la chupé con ganas, siguiendo sus pedidos lamí sus bolas, su tronco y su cabeza sucesivamente. Llegué a ahogarme varias veces de cómo me metía su verga dura hasta la garganta. Así estuvimos un buen rato, hasta que me dijo que fuéramos a la cama. Lo guié hasta el dormitorio. Me dijo que me sacara la ropa y el hizo lo mismo. Sacó de un bolsillo del jean una caja de preservativos y la puso sobre la mesa de luz. Se acomodó con las piernas separadas, sentado con la espalda en el respaldo y me dijo: Ponete en cuatro cruzado a mi y seguí chupándomela. Lo hice. Escuche que abría la caja de preservativos. Al minuto sentí que me acariciaba la cola y un instante después el frío del gel que empezó a ponerme. Jugó con un dedo. -Despacio… -pedí con su pija en la boca. -Shh no te preocupes, vos seguí chupando y dejame esto a mi. –me respondió. Me lubrico un buen rato y yo me devoré una y otra vez su verga que estaba terriblemente al palo. -Ahora acostate de costado -me dijo. Se puso un forro y se acostó detrás de mí en “cucharita”. -Abrite los cachetes –me indicó y lo hice. Comenzó a frotarme su verga por la raya , hasta que en un momento se detuvo en mi orificio. -Que lindo culo que tenes… ahora ponelo flojito, relajate… así muy bien. Hizo presión y pude sentir como se deslizaba su pija dentro mío. -Muy bien, ahí te puse la cabeza… ahora cuando vos quieras, despacito sacá la colita y empujala hacia mi, así te entra toda. Sentía una mezcla de nervios y placer que hacía que mis piernas temblaran. Tenía muchas ganas de sentir su verga dentro mío. -Tranquilo… no pasa nada… te voy a coger nada mas. Algo que siempre quisiste no? Si- respondí con voz temblorosa de placer. Respire hondo y empecé a arquear mi cuerpo empujando con mi cola hacia Alberto. Pero él no solo se quedó firme sino que también empujó hacia adelante y pude sentir como termina de entrarme toda su verga. Suspiré de placer.. -Muy bien, ya la tenes toda adentro… te gusta no... que queres que haga ahora? -Que me cojas... –dije y al escucharme, sentí más placer todavía del que ya sentía teniendo su pija metida en mi cola. -Entonces te voy a coger… así… te gusta? –y comenzó a moverse despacio, sentí como su pija dura empezaba a entrar y salir. No podía creer que por fin me estuviera cogiendo, eso con lo que había fantaseado cientos de veces estaba siendo real. Su voz volvía a retumbar en mi cabeza, me alentaba y me hacía estallar de placer con cada palabra. -Que bien… que buen orto me estoy cogiendo… si… como te gusta la pija, resultaste un flor de puto… que mas queres… pedimelo… -Que me cojas… que me cojas mucho…. –respondí -No así no… más… pedimelo como me gusta a mi… - Dámela toda… quiero toda tu pija adentro mío… -No… pedime más.. – me decía mientras se afirmaba de mi cintura y comenzaba a bombearme con mas vigor. -Alberto… rompeme el culo –me escuche decir y fue la frase esperada. -Si putito… te lo voy a romper, porque te gusta mucho que te coja … no es cierto? -Si… si… -sentía cada vez más placer porque lo notaba a él cada vez mas caliente. Me cogió así un rato. Después me hizo poner en cuatro al bode de la cama y el parado detrás mío me la volvió a meter, esta vez sin tanta delicadeza. Sentí que estaba por acabar por la manera en que me bombeaba. -Que buen puto resultaste, ahora te voy a dar toda la leche… y cada vez que quiera voy a venir y te voy a coger… - y con dos o tres bombazos mas, me acabó. Quedamos exhaustos de placer. Esa fue la primera, de las muchas veces que me cogió Alberto… el sereno
4 comentarios - Una fantasía cumplida
van 10