You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

Leo (I)

 
En un momento de gran calentura, Leo hace una publicación en redes sociales que le traerá grandes beneficios y algunos problemas. 
 
Martes 7:00 pm, Leo acaba de llegar de trabajar, bosteza ya que recién despertó pues casi inmediatamente que subió al autobús, se quedó dormido.
Saluda a su hermana que está en la sala viendo la Tv y sube las escaleras rumbo a su habitación. ¡Dios! No soporta los zapatos y justamente ese día, paso la mayoría del tiempo yendo de piso en piso entregando o recogiendo documentos.
Entra a su cuarto y se despoja del saco, se desabrocha el pantalón y avienta los zapatos de un movimiento, quedando sus pies casi descalzos sobre la alfombra. Cierra los ojos, disfrutando esa sensación tan placentera de por fin estar totalmente cómodo.
 
Leo tiene 24 años, trabaja en una pequeña empresa petrolera en el área del Archivo. A pesar de que no es su área, ya que él estudio Derecho, sin embargo, como la empresa ha tenido muchas demandas en sus años de existencia, lo contrataron para apoyarlos en las frecuentes auditorias y que, como especialista en el tema, también se encargara que la mayor parte de sus registros legales estuvieran completos y en regla. Era un trabajo fácil y aunque no aportaba mucha experiencia a su campo real, la paga era buena además que no perdía la esperanza de en un futuro, ser movido al área Legal de la empresa.
 
En menos de 5 minutos, los pantalones fueron sustituidos por un pants y camisa y corbata por una sola playera, con esta comodidad se recostó un momento, cerro los ojos y repaso un momento lo que paso ese día.
 
La vestimenta formal no era cosa de todos los días, más bien solo en momentos como aquellos donde tenían reuniones con personas externas, alguien posiblemente del gobierno a quién tuviera que atender o algún cliente potencial. Ese día en concreto, la visitante fue una mujer de nombre Violeta, 1.70 m, delgada, senos medianos, cintura muy marcada y caderas generosas qué gracias a los tacones y a una falda bastante pegada a su cuerpo, le hacía lucir una curvilínea figura muy sensual. Llevaba el cabello amarrado con una cola de caballo, de color negro y no muy largo, quizás hasta la altura de los hombros, junto a un fleco que le cubría parte de la frente, sus ojos eran muy lindos color miel que, junto a sus lentes, le daban la apariencia de una mujer ejecutiva en toda regla.
 
Leo tuvo que atenderla por unas horas en la mañana, ya que iba a la empresa con el fin de solicitar algunos documentos para poder examinarlos o en su defecto, poder cerciorarse de que en efecto no se contaba con ellos. Por lo cual Leo y otra persona, la asistieron personalmente todo el tiempo, tiempo en que no pudo dejar de notar su belleza y su sensual anatomía.
 
“Tendrá unos 32 años” – pensó Leo.
 
Ya que, a pesar de la cordialidad y el buen trato, aquella era una situación de trabajo donde tenia que comportarse de manera profesional, no preguntando nada de forma personal o tomándose libertades de ese tipo. Por lo que algunas cosas solo las intuyo de acuerdo a su aspecto. Si bien, se veía joven y bella, lo que más le llamaba la atención a Leo fue su culo.
 
Y es que todo hay que decirlo, Leo era un gran admirador de culos. Le encantaban de todas formas, ya fueran pequeños o grandes, muy carnosos o apenas redondos, pero eso sí, que tuvieran buena forma, que se notaran firmes y no caídos, ni tampoco se vieran tan desproporcionados desentonando con el resto del cuerpo de la mujer. No podría mencionar que tipo de culos eran sus favoritos, sin embargo, lo que si sabia es que ver a una mujer en leggins o pantalones ejecutivos, que remarcaran y resaltaran sus nalgas era su perdición.
 
Violeta con la falda y los tacones, hacia que su culo luciera bastante firme, con forma de corazón, que, aunque no fuera la mejor combinación para Leo, él como todo un experto en culos, sabia que lo que escondiera la falda tenia que ser carnoso, redondito y suave. Así que con esa idea y una punzada en la verga cada que la veía, logro cumplir su cometido sin levantar sospechas de lo que su mente pervertida imaginaba.
 
Pero ya estaba en su cuarto, y no había más razón para contenerse así que metió la mano en su pantalón y lentamente fue tocando su verga para empezar a ponerla dura pensando en el recuerdo de ese culo. Lo cual no tomo mucho tiempo ya que una de las fantasías de Leo siempre fue coger con una secretaría, de hecho, Violeta encajaba dentro del clásico estereotipo que siempre había imaginado. Una secretaría sexy, con un culo coqueto y que se menea de forma sensual que lo haría perder el control al verla entrara su oficina, saltando casi inmediatamente encima de ella para besarla de forma sensual en la boca, por todo el cuello mientras una mano trata de entrar en su blusa y agarrar sus tetas, mientras que su entrepierna se arrima de forma descarada para que note su erección y su deseo de cogerla.
 
De hecho, aquel trabajo también lo había aceptado por que algunas de sus compañeras eran muy hermosas, con buen cuerpo y mejor culo. Por lo que además de trabajar, podía alimentar su pervertida mente imaginando como se cogería a una y a otra.
 
La verga no tardo mucho en endurecerse casi al máximo, pues, aunque alimentaba su mente con el recuerdo de aquellos cuerpos, aquellos culos que había visto en el día, lo cierto es que desde hace un mes no cogía y aunque la calentura le obligaba a masturbarse, pocas veces lograba desahogarse.
 
Todo es tu culpa Esme – dijo sujetando fuertemente su verga.
 
Esmeralda era una follamiga que conoció en su ultimo semestre de universidad. Tenia la misma edad, 1.65 m, pelo lacio y negro casi hasta media espalda que hacia contraste con su blanca piel. Unas tetas grandes que siempre ocultaba y hacia pasar por más pequeñas, delgada y con un culo delicioso, gordo y bien redondo, su mejor arma para atraer hombres. Leo no fue la excepción y desde que ambos acordaron llevar aquella relación de sexo constante, siempre quiso enterrársela hasta los huevos y dejarle reventado el culo, partírselo en dos.
 
“Ya te dije que me da miedo”, “es que me va a doler mucho”, “no quiero andar caminando raro y que todos se den cuenta”, eran algunas de las cosas que Esme siempre le decía, por lo que las penetraciones siempre eran vaginales y aunque coger es coger y dejaba satisfecho a Leo, esta idea muy difícilmente se le iría de la cabeza mientras se siguieran viendo.
 
“Te prometo que en cuanto vuelva, lo empezamos intentar de a poquito”, fue una de las ultimas cosas que le dijo antes de irse a pasar una temporada a la casa de sus padres en Chile. Momento en que empezó la abstinencia de Leo.
 
Porque aunque le diera placer imaginarse taladrando culos mientras se jalaba la verga, no era ni remotamente igual a sentirse adentro de una concha, sentir ese calor y la humedad, ver la cara de placer de la otra persona conforme la vas metiendo más adentro para después, empezar a bombear lento y rápido sintiendo como la verga se va llenando de jugos hasta que sus músculos vaginales te aprietan tanto como si quisieran exprimirte hasta la ultima gota de leche, señal que han alcanzado un orgasmo.
 
No, sus manos eran poca cosa comparado a aquello.
 
Por lo menos podrías presentarme alguna amiga – menciono Leo.
 
Si, ¿y arriesgarme a que una puta me veng aa quitar a mi cogelon amigo? – respondió Esme – Claro que no, yo sé como son las putas y si las coges bien (que es tu caso) van a querer verga a cada rato y ya no vas a venir a verme.
Para empeorar las cosas, Esme solía mandarle a veces algún video tocándose o alguna foto, siempre con alguna frase como “Ya sé que quisieras estar aquí adentro”, “mi conchita te extraña” o “cuando vuelva voy a estar tan estrecha, que apenas la metas te vas a venir muy rico”, torturando a Leo.
 
Y hoy, precisamente hoy que tenia la calentura, hoy que vio culitos en la oficina y tuvo que conformarse con acomodarse la verga en el pantalón, hoy que su fantasía de cogerse una secretaria sexy fue puesta en la mesa al ver a Violeta, hoy que tenía ganas acumuladas de coger, no había nadie.
 
“Pero ¿y si no fuera así? – pensó.
 
Aunque fuera un pervertido, aunque se la pasara viendo culos en la calle, en la oficina o en redes sociales, aunque tuviera mil y una fantasías con las mujeres culonas que conocía, el jamás pasaba esa raya. La que separa la ficción de la realidad, la que le dice que no puede ir por la vida proponiéndole tener sexo a cualquier culo rico que se le pase por la vista. Porque a el le gustaba ser tranquilo, no meterse en problemas ni dar de que hablar a la gente.
 
Su mano machaba su verga de arriba abajo, intentando concentrarse solo en su placer y eyacular algo para estar en paz un par de días más, pero entre más lo hacía, más insatisfecho estaba, más añoraba coger con una mujer real, más pensaba en que hubiera pasado si alguna vez, se hubiera acercado a alguna compañera o conocida y le hubiera aventado piropos, alguno que otro chiste y sutilmente, proponerle una cogida sin compromisos.
 
Durante 15 minutos paso todo esto en su cabeza y su verga no logro alcanzar su máxima erección, pero la calentura de Leo no bajaba y el deseo de coger fue tanto que tomo su teléfono, le saco una foto a su verga y la posteo en su perfil de Facebook con la leyenda “Cómo quisiera un buen culito para que me desleche”.
 
Soltó el teléfono y continúo recordando a diversas mujeres que había conocido, algunas en el gimnasio, en cursos o incluso en una noche de fiesta, algunas que tenia catalogadas como buenos culitos en su memoria. Los huevos le dolían, necesitaba en serio sacar tan siquiera una descarga de leche para que mañana, no diera un espectáculo por la oficina con la verga bien dura marcada en su pantalón.
 
Comenzó a pensar en eso y la calentura se fue bajando al igual que su erección.
 
“¿Pero que he hecho?” – pensó de repente.
 
¿Cómo había podido subir una foto de su verga a Facebook? ¿Estaba loco? Ahí se encontraban sus amigos y amigas de la prepa, de la universidad, alguna profesora con quien llego a tener muy buena comunicación, muy pocas chicas de quienes había conseguido el tan ansiado followdespués de haber participado en alguna de sus dinámicas, esas chicas que,aunque todos morbosean y se tocan pensando en ellas, tienen una comunidad de seguidores que no dudarían en reportar cualquier cuenta o perfil que se meta con su “diosa”. Y también estaban algunos compañeros de trabajo, por suerte, a quien no tenía era a familiares.
 
En eso estaba cuando le entro un mensaje por Messenger.
 
¿En serio eres tú? – decía el mensaje.
 
Era de una chica de la universidad, Brenda con quien curso algunas materias y como el clásico trabajo en equipo, necesitaban tener un medio de comunicación por lo cual se agregaron y aunque se saludaban cuando se encontraban por los pasillos o en alguna fiesta, la verdad es que su comunicación siempre fue estrictamente por la escuela.
 
Con los nervios y el corazón latiéndole fuerte, pensó que decir.
 
No, creo que alguien se metió a mi perfily publico eso – respondió.
 
¡Ya!, es que se me hizo raro, ¿acaso no tellegan los me gusta? Jiji – dijo Brenda.
Leo no había notado cuanto tiempo había pasado desde que publico la foto, pero no le había parecido tanto, por lo que, al entrar a la publicación, vio que tenia más de 50 likes y me encorazona,y aunque no tenía ningún comentario, esto le hizo sonrojarse.
 
Ahorita ya la quito – dijo a Brenda.
 
Mmm no lo sé, está teniendo mucho éxito, igual deberías de dejarla un rato más – respondió
 
¿Ah sí? – pregunto Leo.
 
Si, igual y en una de esas, alguna chica se la cree y te manda mensaje, está muy bien, linda la verdad jiji – dijo Brenda.
 
¿Linda cómo? – le intrigo a Leo.
 
Pues sí, se ve grande y gordita, aunque parece que no esta parada del todo, además que va depilada y eso se agradece, como chica te digo, que así llaman más la atención que con vello por doquier –contesto.
 
En esto estuvieron unos minutos hasta que le entro un mensaje de Whatsapp.
 
No te puedo ayudar con mi culito, pero tengo una boquita que quizás te pueda servir.
 
La verga de repente se le tenso y dio un brinco, era Danae.

0 comentarios - Leo (I)