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Chica de ciudad: Tercer año. Capítulo 7

Chica de ciudad: Tercer año. Capítulo 7

No leíste la primera o la segunda parte de "Chica de ciudad"? En total son 25 capítulos super calientes y te van a encantar! Acá te dejo el link para que entres y te deleites:
PRIMER AÑO. CAPITULO 1
SEGUNDO AÑO. CAPITULO 1


Esta es la historia de Celeste, una pueblerina que a los 20 años sigue viviendo su experiencia como chica de la gran ciudad y se va entrelazando con distintas personas con el sexo como único fin tras un año lleno de fracasos amorosos. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…

CAPITULO 1

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Capítulo 7: Alumno ejemplar
   La noche con Tomás terminó de manera impensada. Tras una buena sesión de sexo bien caliente que terminó con él acabando sobre mi cola, me fui a bañar y como era bien tarde decidí aceptar su propuesta de quedarme a dormir. Seguimos hablando un rato hasta que terminamos quedándonos dormidos los dos en cucharita como si fuésemos una pareja. La mañana siguiente fue algo distinta, se notaba un poco seca la situación y como que ninguno de los dos sabía que hacer o que decir, sin embargo pudimos sobrepasarlo con una buena carcajada al darnos cuenta que el otro pensaba lo mismo.
   Entonces empezamos a salir con Tomás, obviamente no podíamos hacerlo público por lo que la primera regla fue no decirle a nadie, ni siquiera a su mejor amigo, algo que él aceptó. Nos cruzábamos en la facultad y nos veíamos en el salón cuando yo era su profesora y todo parecía normal, sin embargo cuando nos encontrábamos en la cama la situación se volvía muy distinta. A medida que pasaban nuestros encuentros Tomás se mostraba más como era él a la hora del sexo, un chico violento, zarpado, agresivo y dominante, alguien a quien le gustaba dirigir y quien quería que yo estuviese a su merced. El jueguito de la profe y el alumno se repetía cada vez más seguido y se había convertido en una fantasía recurrente en la que él tenía que demostrarme lo buen alumno que era y lo mucho que quería aprobar dándome placer.
   Guille, Maipi y Marti se daban cuenta de que algo en mi había cambiado, estaba mucho más alegre, energética y de muy buen humor, algo que ellas enseguida asociaron con sexo por más que yo se los negué rotundamente. Además de su energía sexual y de nuestro juego de alumno/profesora, el hecho de que nadie supiera de mi aventura con Tomás lo hacía aun más excitante. Para él yo era la mujer con poder a la cual él sometía y dominaba sexualmente, para mí él era el pendejito prohibido que se convertía en una bestia sexual cada vez que nos encontrábamos. Él era tabú ante mis ojos.

   A principios de Junio la cosa se empezó a tornar aun más caliente cuando nos encontramos de sorpresa en un pasillo de la facultad. Él estaba volviendo de la biblioteca con algunos libros para estudiar y yo iba corriendo porque llegaba tarde a una clase. Casi nos chocamos cuando yo doblé en una esquina de un pasillo vacío y él esbozó un comentario irónico para los pocos que aun caminaban por el otro pasillo. “¿Está apurada profe?” me dijo tratándome de usted como lo hacía cada vez que había alguien más viéndonos. “No me provoques nene” le dije yo sonriendo y pegándome a él que rápidamente se alejó de mi para que nadie sospechara. Habían pasado cuatro días desde la última vez que nos habíamos podido ver y los dos estábamos muy calientes. Sin decirle nada miré a la puerta de un baño que estaba cerca y él enseguida entró y nos encerramos en el último cubículo para que le chupara la pija hasta llenar mi boca de semen.
   Otra vez nos encontramos los dos solos en el salón tras terminar la clase. Él se había quedado copiando algunas cosas del pizarrón mientras que yo seguía ordenando unas entregas que el resto de los chicos habían hecho y cuando me di cuenta, estábamos los dos solos. Tomás automáticamente fue a cerrar la puerta del salón y se vino al escritorio a tocarme y yo me dejé hasta que vi pasar a alguien que por suerte para nosotros, no miró hacia adentro. Sin embargo él me llevó hasta una de las paredes, alejándonos de la puerta y me siguió tocando hasta dejarme tan caliente que solo pude volver a pensar una vez que lo hicimos esa misma noche en mi casa.
   Cada vez nos arriesgábamos más para poder estar juntos, dejábamos de vernos con amigos, faltábamos a clases y mentíamos a los demás sobre lo que hacíamos para pasar un buen rato juntos. También sacábamos ideas con el propósito de hacer cosas distintas. En menos de un mes probamos haciéndolo en el living, en el baño, en la cocina, sobre la mesa, contra la pared, en una silla y hasta en el ascensor de su edificio. A su vez teníamos una lista de otras cosas que teníamos ganas de hacer y que dé a poquito íbamos tachando. Hacerlo en un baño público (le hice un pete en la facultad), hacerlo al aire libre (probamos en la terraza de mi edificio) y coger en un auto (él volvió un fin de semana de su pueblo con el auto de su padre). Pero la lista se hacía cada vez más grande y eso a nosotros nos fascinaba. Sacábamos ideas de experiencias de otras personas, como cuando Mateo me contó a mí y a las chicas que lo había hecho en un colectivo de media distancia o cuando Nicolás nos habló de la vez que tuvo sexo con Daniela en un probador de ropa. De a poco íbamos cumpliendo todas nuestras fantasías.
   El viernes 16 después de una tarde de estudio con las chicas, me fui a mi casa, me bañé y arreglé con Tomás para que viniera cuanto antes porque tenía muchas ganas de hacerlo con él. Para esa ocasión había planeado cumplir otra fantasía, una que él marcaba constantemente pero que nunca se había animado a admitir. Apenas llegó a mi casa se encontró con una imagen poco común. Yo tenía puesto dos botas de tiro alto de cuero, una pollera negra bien ajustada y cortita, una camisa blanca que estaba abrochada hasta el pecho y hacía denotar el corpiño blanco de encaje que estaba abajo y unos lentes falsos que había usado una vez para una fiesta de disfraces.
   - ¡Llega tarde alumno!- Le dije tratando de no gritar tanto.- ¡Entre y siéntese!
   Tomás pasó a mi casa mirándome con cara de baboso, pero con una marcada expresión de sorpresa que se fue acentuando a medida que entraba al comedor de mi departamento y veía el panorama. La mesa se encontraba en el rincón del comedor a diferencia de donde solía estar siempre y solo había una silla en medio del lugar con un pizarrón que me habían regalado unos tíos míos hacía unos cuantos años. Al lado de la silla y del pizarrón había tirado un colchón con unas sábanas que llamarón aun más la atención de Tomás, quien siguió caminado sin entender muy bien lo que pasaba y se sentó en silencio.
   - ¡La próxima vez espero que llegue temprano alumno! – Dije parándome frente a él y al lado del pizarrón y agarrando el fibrón que había ahí para empezar a escribir.- Esta clase se llama “Cómo darle placer a una mujer” y es la parte teórica y práctica. ¿Me escuchó?- Le dije hablándole como una profesora malvada e inclinando mi cuerpo hacia adelante para que pudiera apreciar mi corpiño.
   - ¡Si profesora!- Respondió él enseguida entendiendo hacia donde iba el juego.
   - Muy bien alumno. Espero que aprenda rápido. Punto número uno: Cómo tocar a una mujer.- Decía mientras escribía en el pizarrón las palabras claves para no extenderme mucho.- Usted tiene que tocarle todo el cuerpo, ¿me entendió? Empieza acariciándole la espalda, los brazos, la cintura, con mucha delicadeza…- El me miraba fascinado, apreciando como yo me tocaba cada parte del cuerpo que le iba diciendo.- Después tiene que seguir por el cuello, combinando las manos con algunos besos bien calientes y porque no el pecho. ¡Pero no solo las tetas, alumno! Tiene que tocarla en todos lados, para que ella se caliente mucho y después pueda disfrutar a pleno del sexo. ¿Entendió?
   - ¡Sí profesora!- Asintió él de forma seria pero empezando a babearse un poquito al ver como yo pasaba mis dedos por encima de mis tetas y después seguía hasta mi cuello.
   - Después de eso, puede jugar un poco con las tetas. ¡Pero tenga cuidado alumno! Las tetas son muy delicadas, no las tiene que apretar de manera violenta.- Comencé diciéndole mientras me desabrochaba lentamente los pocos botones de la camisa que aun tenía abiertos.- Tiene que tocarlas de manera muy suave y divertirse un poquito con los pezones.
   Me desabroché del todo la camina y me la saqué de manera muy sensual, mientras que él miraba fascinado como ese corpiño me agrandaba las lolas. Empecé por tocarme por encima de él, en forma de círculos y levantándolas un poco, pero lentamente fui llevando una mano hacia mi espalda y me desabroché el corpiño y lo dejé al lado de la camisa. Me adelanté un poco hasta quedar a un metro de la silla de Tomás que me miraba fascinado y me seguí tocando de forma muy sube las tetas que se me iban poniendo duritas a medida que seguía el juego.
   - Profe, ¿Le puedo hacer una pregunta?- Me dijo él y el hecho de que siguiera el juego me encantó.
   - Pregunte alumno.- Le respondí yo mientras me seguía masajeando.
   - ¿Las tetas se pueden chupar?- Dijo él con una voz casi infantil que me encantó.
   - ¡Obvio alumno!- Le dije yo enseguida.- ¡Siempre hay que chuparlas un poquito!- Y me acerqué un poco más hasta quedar a medio metro de distancia.
   - ¿Y cómo se chupan, profe?- Preguntó él esbozando una sonrisa algo perversa.
   - ¡Así!- Le respondí yo y me adelanté aun más hasta quedar frente a él y le metí una de mis tetas de prepo en la boca.
   Tomás se sorprendió ante la brusquedad de mi movimiento, pero enseguida comenzó a chuparme la teta mientras que sus manos tocaban mi cuerpo. “Cuidado con las manos, alumno” le dijo yo haciéndome la severa y él seguida las volvió a apoyar sobre sus piernas, mientras que con su lengua seguía lamiendo mi pezón. Después le di de probar la otra teta y él la chupó tan bien como lo había hecho con la primera. Se sentía muy bien tener el dominio total de la situación y sobre todo jugar ese papel de agresiva que me salía muy bien.
   - ¡Veo que va aprendiendo, alumno!- Le dije volviendo a alejarme un poco de él y acariciándome los pezones que estaban todos mojados.- Vamos a pasar a la segunda lección.
   Él me miraba fascinado, sin poder terminar de entender como las cosas se habían dado. Lo había agarrado tan de sorpresa que no le había dado tiempo a pensar y mientras sucedía la situación, iba cayendo en lo que estábamos viviendo. Su cara de seriedad intentando disimular la alegría que tenía en ese momento lo hacía mucho más lindo de lo que era, algo que me calentaba aún más.
   - “Lección dos: Acariciar una concha”.- Iba diciendo a medida que escribía en el pizarrón.- Este tema también tiene parte práctica alumno, asique más le vale lucirse bien.- Volví a pararme frente a él y me fui bajando suavemente el cierre de la pollera.- La concha también es una parte muy delicada, por lo que hay que mojarla muy bien antes de hacer cualquier cosa. Unos cuantos besos húmedos sirven para empezar, pero después tiene que usar muy bien la lengua y los dedos y sobre todo saber encontrar el clítoris y estimularlo con ambas partes.
   Me bajé la pollera hasta quedarme con una tanguita negra bien diminuta que tenía y me paré frente a él una vez más. Levanté mi pierna izquierda y la apoyé sobre su muslo, clavándole el taco y él emitió una mueca de dolor que a mí me excitó un poco más. “Vea y aprenda alumno” le dije mientras corría suavemente la tanga hacia un costado y comenzaba a pasar mis dedos por mi conchita. Suavemente me fui tocando hacia adelante y hacia atrás, acariciándome como a mí me gustaba hacerlo y dándome placer frente a sus ojos. Para volverlo aun más loco cerré los ojos, tiré la cabeza hacia atrás y muy suavemente empecé a lanzar gemidos de placer que penetraban sus oídos y explotaban en su cerebro. Cada dedo que movía comenzaba a mojarse un poquito más y Tomás miraba fascinado.
   - Pruebe usted alumno.- Le dije y corría la mano apoyándola en mi pierna.
   Él enseguida levantó una de sus manos y me acarició muy delicadamente la conchita humedeciéndose los dedos y prosiguió con el trabajo que yo había empezado. Lentamente fue abriéndose camino entre mis labios y de a poco su mano comenzó a moverse más rápido. Sentía como cada uno de sus dedos pasaba por mi piel y me iba levantando más la temperatura. Miraba muy compenetrado el trabajo que estaba haciendo, como prestando atención a cada uno de sus detalles y movía con mucha precisión su cuerpo para no cometer ningún error. Su dedo índice comenzó a entrar en mi conchita y cuando lo hizo volví a cerrar los ojos y a tirar la cabeza hacia atrás dedicándome a disfrutar del trabajo de Tomás. Su dedo gordo por el contrario siguió subiendo hasta encontrarse con mi clítoris y cuando lo hizo sentí un cosquilleo que me hizo temblar.
   - ¡Muy bien alumno!- Dije yo felicitándolo sin mover mi cuerpo y dejando que él siguiera tocándome.- Ahora va a rendir el examen oral. A ver cómo le va.
   Él me miró entusiasmado y sacó su mano de mi cuerpo y acercó su cabeza hasta que pude sentir su respiración caliente sobre mi piel. Se fue acomodando hasta que su lengua pudo hacer contacto con mi conchita y después de pasarla suavemente por mis labios, se ayudó con la mano para abrirlos y así comenzar a chupármela.
   - ¡Veo que estudió alumno!- Dije yo llevando mis manos a mis tetas.
   Tomás movía su lengua de manera descontrolada por sobre mi conchita, mojándome aun más de lo que ya estaba. Veía como su cabeza se acomodaba entre mi pierna que estaba apoyada en el piso y la que tenía sobre su muslo y se retorcía de lado a lado para poder abrirse lugar entre mis labios. Una de mis manos descendió hasta su nuca y con fuerza hundí aun más su cabeza en mi cuerpo y sentí como su nariz y sus cachetes se pegaban a mi piel. Era una situación completamente excitante.
   - ¡Muy bien alumno! ¡Definitivamente va a aprobar su examen oral!- Dije yo mientras seguía gozando de lo que él hacía sobre mi cuerpo.- Una última pregunta.
   Dejándome llevar por la calentura del momento, apoyé las dos piernas en el piso y me di vuelta dándole la espalda. Agaché mi pecho y levanté la cola quedando esta a centímetros de la cara de Tomás que la miraba con deseo. “¡Mmm que cosa más linda!” dijo él apoyando sus manos en mis cachetes y abriéndome aun más la cola. Sin que yo tuviera que decirle algo él acercó su boca y nuevamente pasó su lengua sobre mi piel, pero esta vez lo hizo sobre mi culito. Movía su lengua bien rápido, hacia adelante y hacia atrás, como intentando abrírmela con ella. Toda la saliva que salía de su boca iba a parar a mi cuerpo que se mojaba más y más y que se calentaba con cada segundo que pasaba. Tomás me estaba haciendo agua la cola.
   Entonces no pude contener más el acto y la excitación se apoderó de mí. Me di vuelta y rápidamente comencé a sacarle la ropa y en tan solo unos segundos él estaba totalmente desnudo frente a mis ojos. Me arrodillé delante de su cuerpo y comencé a chuparle la pija que estaba completamente dura de una forma muy violenta, pajeándolo y lamiéndosela como loca. Pero no tardé mucho tiempo en volver a levantarme, pasar una pierna por cada lado de su cuerpo y sentarme despacito en sus piernas, haciendo que esa verga bien dura entrara en mi conchita totalmente mojada.
   Empecé a cogerlo con total violencia, el acto de la profe sexy me había calentado muchísimo y Tomás pasando sus manos y su lengua por todos lados me habían vuelto aun más loca. Él estaba totalmente sorprendido de mi actitud, pero le fascinaba como yo me comportaba, se veía en sus ojos y lo sentía en sus manos que se aferraban fuertemente a mi cola. Los dos estábamos completamente fuera de nosotros y solo queríamos sacarnos la calentura que habíamos acumulado en esa previa bien larga.    Mientras cabalgaba su pija dura le acariciaba el pecho y lo besaba por todos lados, disfrutando de su cuerpo al máximo. Ese peche hermoso que se marcaba de una manera increíble. Esa mirada penetrante que me encantaba. Esos brazos firmes que se agarraban de mi cola con fuerza. Ese dedito atrevido que dibujaba círculos sobre mi culito. Todo era excitante.
   - ¡Sí! ¡Sí! ¡Tomás, sí!- Grité mientras sentía un hermoso orgasmo llenar mi cuerpo y mojar toda mi conchita a medida que seguía cabalgando a mi alumno totalmente sacada.
   De golpe me levanté y me arrodillé frente a él mientras que con las manos le abría las piernas. “Última pregunta alumno. ¿Quiere darme toda la lechita en la boca?” le dije tomando fuertemente su pija con mi mano y comenzándolo a pajear para dejarlo bien satisfecho. “¡Sí!” alcanzó a decir él y segundos más tarde largó todo su semen blanco, espeso y caliente de la cabeza de su verga y este fue a parar a mi boca y mi pera, manchándome toda la piel de blanco. Una sonrisa se dibujó en mi rostro tras tragarme todo lo que pude y mientras juntaba lo que quedaba con un dedo y después me lo limpiaba con la lengua. Tomás seguía con una mirada de fascinación increíble, sorprendido de lo que acababa de pasar.
   - ¡Si duda, sos el mejor alumno!- Le dije y después me reí.


SIGUIENTE


OTRAS HISTORIAS:
LA CASA DE LAS BRUJAS. CAPÍTULO 1
EL PROFESOR PARTICULAR (FANTASÍA)
CASTIGADA (HISTORIA CORTA)

3 comentarios - Chica de ciudad: Tercer año. Capítulo 7

Hernann27 +1
van puntos para otra enorme obra!!
HistoriasDe
Muchas gracias!!
daros82 +1
excelente la 3er temporada 🙂
HistoriasDe +1
Gracias!!
juanp4288 +1
Unas ganas de tener una profe así jajajajaja
HistoriasDe
Jajaja gracias por comentar!