Hola, a continuación voy a contarles unaanectoda que me sucedió no hace mucho tiempo.
Soy un tipo común, de 55 años, trabajo enotra ciudad diferente a la mía y viajo todos los días. Por el malditoestacionamiento medido (por una cuestión de costos por dejar el auto paradodurante ocho horas), busqué un lugar fuera del circuito del estacionamiento,tratando de buscar algún árbol que le diera sombra al auto, más en época deverano, donde el sol calienta mucho. Todos los días, entre las 11 y las 12 delmediodía, salía de la oficina para dar una “vuelta”, como escusa, pero locierto era que iba hasta el auto a fumarme un cigarrillo y distenderme de laoficina.
El lugar elegido, es a la entrada de unacasa, donde a la mañana, cada vez que estacionaba, estaba una “señora” de edadparecida a la mía, o eso creía yo. De vernos todos los días, comencé asaludarla con el típico “buenos días”. Siempre llegaba con tiempo para caminarlas cuatro cuadras que me separaban desde el estacionamiento hasta la oficina,pero no con el tiempo suficiente como para poder entablar una conversación conella.
Ella, Eva, una mujer de pelo rubio que le llega hasta los hombros, de buencuerpo, ni gorda ni flaca, rellenita, buenas tetas, un culo que se vé firme, senota que hace algo de ejercicios, y por sobre todo muy simpática, siempre laveía con unas calzas ajustadas o un buzo, con remera, algo pegadas al cuerpo,lo que le hacía resaltar más sus hermosas tetas y ni hablar de su cola. Siemprebarriendo, regando o limpiando el frente de su casa.
Como todo hombre, ya estaba mirando a la“señora”, con otros ojos. Miraba su culo ( me pescó dos veces), y se le notaba comosu cola se tragaba la (no sé como se llaman) bombacha tipo tanga. Cada vez eramás la tentación de mirarla y deleitar mis ojos con ese panorama tan temprano.
Un día, por tema de tráfico en la ruta, se mehizo muy tarde, llegaba tarde al trabajo, estaciono y ella ya no estaba comosiempre. Del apuro, me olvido de subir el vidrio de la ventanilla del lado delconductor. Como todos los días, tipo 12 me voy a caminar y a fumar uncigarrillo al auto. Grande fue mi sorpresa, verla a ella parada al lado delauto. Nunca la había visto a esa hora, solo a la mañana temprano. Hasta llegarhasta donde estaba el auto, fui pensando en sacarle algún tema de conversaciónpara entrar en confianza con ella.
Cuando llego me dice:
Eva: buen día, llegó tarde hoy y se olvidó laventanilla abierta, así que hice de guardían toda la mañana.
Yo: huyyy, que decuidado, la verdad por eltráfico hoy se me complicó la llegada. Me extrañó no verla temprano. Leagradezco su preocupación.
Eva: terminé de regar y me fui a tomar unosmates. Ví por la ventana que ud. llegó, se bajó y se fue tan rápido que noalcancé a avisarle lo de los vidrios. Cuando salí, ya iba casi por la esquina.
Yo: nuevamente le agradezco, espero no hayasido un inconveniente el tener que cuidarme el auto.
Mientras abría el auto y sacaba uncigarrillo, aproveché para estirar la conversación. Solo estuvimos hablando decosas triviales, el laburo, los viajes, la ruta hasta que empezé a preguntarlepor ella.
Me contó que era separada, que tenía un hijoy dos nietos de 5 y 3 años, que “vivía sola”, durante la semana generalmenteestaba sola y que su hijo la llamaba todos los días, pero que se veían solo losfines de semana. Para esto, yo arranqué con el segundo cigarrillo, y ella mepide uno, “ya que estamos me fumo un cigarrito y me voy a cocinar”.
Seguimos la charla hasta terminar elcigarrillo y después cada uno seguimos con nuestras obligaciones. Al momento dedespedirnos, cada uno con su barbijo por el tema de la pandemia, ella en lugarde estirar el brazo para despedirnos con el típico golpe de puños, se baja elbarbijo y dice “nada puños, un buen beso para sellar este encuentro”. Me bajoel barbijo y nos damos un beso en la mejilla, tirando casi a la comisura de loslabios. Ese momento de acercamiento, de rozar su piel con mis labios y sentirel aroma de perfume, el cual me quedó impreganado, me volvió loco, me descolocó su actitud delbeso y me fui hasta la oficina tramando los pasos a seguir. Por supuesto, esteepisodio, cambió nuestra relación. Ya no solo eran los “buenos días”habituales, ya trataba de llegar más temprano para poder hablar con ella.
Con el paso de los días, ya la notaba a lamañana con otro ánimo. Un día, de muchísimo calor, creo que llegó a los 40º,cuando estaciono el auto ya deberían estar por los 25º, nos saludamos y me dice“si tenés mucho calor cuando vengas por el cigarrillo, avísame y fumamos dentrode casa con el aire prendido”, a lo que por supuesto no rechazé semejanteoferta. No por el calor, sino por ver hasta donde podría llegar con ella. Tipo12, me voy a fumar mi cigarrillo y ella estaba esperando en la puerta. “Venípasá, hace un calor de locos, vení que está fresquito acá adentro”. Mientrasprendía el cigarrillo, veo que está con un vestido blanco, no muy ajustado, quele llegaba por encima de las rodillas, con un escote no muy pronunciado, peropor los que sobresalían sus hermosas tetas. Cuando se da vuelta para entrar enla casa la sigo, le miro el culo y no veo que no se le marca la ropa interior.Esto me puso un poco caliente. Entramos a la casa y tiene el living comunicadocon la cocina comedor, y sobre el fondo, pegado a la cocina, una puertaventana, que comunica con el patio. Me ofrece algo fresco para tomar y se vapara el fondo. El vestido se traslucía todo, pude verla casi desnuda a travésdel vestido. Cuando vuelve con el vaso de agua, noto que sus pezones estánduros, esto hizo que se me ponga la pija “morcillona”. Le digo “parece que acáestá muy fresco” señalándole los pezones. Ella se ruboriza un poco y me dice“solo por frio se pueden poner así?” Se arrima estirando el brazo paraalcanzarme el vaso, la tomo de la mano y la tiro para traerla más a mi lado, ymirándola a los ojos, le digo “si no es por el frio vamos a tener que haceralgo para bajar esa dureza” y le doy un beso al que ella responde. Me abrazopor el cuello y comienza a comerme la boca, nuestras lenguas empezaron a intercambiarsaliva, comenzé a besarle y a lamerle la oreja, bajé a su cuello, le dabapequeños mordiscos que le sacaban uno que otro suspiro, su respiracióncomenzaba a agitarse, le bajo el bretel del vestido y dejo al descubierto esepar de tetas que estaban sin corpiño y que me estaban matando. Le comienzo acomer las tetas, mientras le chupaba una, le apretaba el pezón de la otra, estohacía que ella gimiera cada vez más fuerte. Ella estiraba la mano y me sobabala pija por arriba del pantalón. Esa escena me puso a mil. Busqué su concha, yestaba muy mojada, la arrimé a la mesada de la cocina, la subí y empezé acomerle la concha mientras sobaba sus tetas. Esa concha rosadita, con unoslabios bien carnosos, despedían jugos a más no poder. Ella me suplicó que no sela chupe más, que estaba por acabar. No le hice caso, seguí con mi lenguarecorriendo cada centímetro de su concha, su clítoris estaba cada vez más duroy cada vez más grande, para evitar que acabar, empezé a besale el lado internode los muslos y de tanto en tanto le lamía el clítoris, lo que provocaba quediera saltos, la recosté sobre la mesada, le levanté las piernas y comenzé acomerle el culo. Al principio ella me decía que no, que no le lamiera el culo,pero estaba tan rico, con algunos pelos decorando ese hermoso ojete, que no mepude contener, le lamia desde el culo hasta el clítoris un par de veces hastaque no aguantó más, comenzó a contraer las piernas, a contorsionar su cuerpo,al tiempo que largaba chorros de jugo blanco por la concha. Seguí chupándoselame corría el jugo de su acabada por la pera, me agarró de los pelos, me sacó desu entrepierna y me empezó a comer laboca.
Esto no puede quedar sí, me dijo mientras meapretaba la pija, se bajó de la mesada, me sacó los pantalones y el calzoncillode un solo tirón, se arrodilló y me empezó a chupar la pija, yo ya estaba apunto caramelo, no se si podía aguantar mucho, se dedicó a chuparme los huevos,recorría el tronco de la pija con la lengua hasta que llegaba a la cabeza y conun solo movimiento se la tragó toda. Se la sacaba, me la escupía y se la volvíaa tragar entera. Me avisé que no duraría mucho más, que estaba por acabar y medijo “damela toda, hace tanto que no tengo el sabor de la leche en mi boca, quequiero que me la des toda”. Creo que no teminó la frase, cuando empezé a largarchorros de leche llenándole la boca, hacía tiempo que no acababa de esa forma.Ella se dedicó a limpiarme la pija con su boca hasta dejarla bien limpia. Selevantó me comió la boca, sentía la saliva media espesa y el sabor de mi pijaen su beso. Esto me volvió a calentar, no había terminado de bajarse mi pija,que ya estaba de nuevo para seguir.
Cuando miro el reloj, habían pasado ya unahora y media desde que había salido, así que me fui al baño para lavarme unpoco y volver al trabajo. Cuando salgo, ella ya se había puesto el vestido, meacompañó a la puerta, y antes de salir, me dá vuelto me besa y me dice “que serepita, hace 5 años que no sentía lo que me hicistes sentir vos”.
Hasta acá llegué, el próximo encuentro esotro capítulo, si tiene buena repercusión este relato, subo la segunda parte..
Gracias a todos
10 comentarios - el primer encuentro
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Que siga..!