No puedo darles su nombre real, por lo que la llamaremos simplemente Natalia. Ella tiene 41 años, y trabaja en el centro médico de mi colonia. Es usual que la vea, por lo menos unas 2 veces por semana. Yo tengo que acudir a unas consultas con el psicólogo de ahí. Pues bien, cada que ingreso la saludo y a su compañera (que no es tan bien parecida como ella).
Me tomó casi cuatro semanas concretar una amistad solida y la suficiente confianza como para que ella aceptara tener una salida conmigo. Natalia es divertida y un poco despistada. Durante nuestra cita, charlamos sobre cualquier ocurrencia, nada en concreto. Temas dispersos. El único tema esencial fue cuando tocamos nuestra diferencia de edad. Reímos. No percatamos de la situación y nos dio un poco de pena. Ella con 41 años y yo con 23.
Seguimos platicando, la conversación avanzó con cierta naturalidad, ocasionalmente ella desviaba el tema con algo vago y algunas otras veces lo hacía yo. Luego de casi 2 horas nos decidimos, fue al reciproco y que salió a flote solo. Nuestra propia naturaleza e instinto nos decía que teníamos que tener sexo ese día. ¿Saben a lo que me refiero no? No es tipo de cosas que se hablan directamente, sino que simplemente se dan. Es una comunicación no verbal, y aún así ambas partes se logran entender.
Fuimos a su casa, un lugar un poco retirado. Yo iba con miedo, para ser honesto con ustedes. Era la primera vez que iba a tener con una mujer mayor. Había tenido experiencias sólo con chicas de mi edad o que rondaran unos dos - tres años menor que yo. lo primero que pensé fue que debía ser una mujer casada, pero inmediatamente abandoné la idea pues era ilógico que una mujer casada llevara a un chico a coger a su casa. Me equivoqué. Natalia era una mujer casada. Tan pronto como entré a su casa vi fotografías dónde salía con su esposo, y también con su hija. Tan pronto como entramos ella me tranquilizó, me dijo que su esposo no estaría en casa hasta las siete de la noche que era cuando salía de trabajar. Eso no me tranquilizó ni un poco.
Natalia entonces me ofreció agua, café y refresco. Yo rechacé todo. Tomé asiento en los sillones de su sala, quizá debía tomar asiento en el punto exacto donde su esposo se echaba a descansar. Ella tiró su bolso de mano a lado de uno de los sofás y luego sin previo aviso comenzó a desabrochar los botones de su camisa (de su uniforme del centro médico). Cuando terminó por quitárselo, sus pechos sólo quedaron cubiertos por un brassier negro. Me sonrió nerviosamente, yo hice lo mismo todavía más nervioso. Volteé hacia la entrada de su casa esperando que no entrara su esposo con algún arma. No entró. Natalia se acercó a mí y se hincó, se colocó entre mis piernas y puso sus pechos (todavía con el brassier) encima de mi miembro (todavía dentro del pantalón). Entonces me dijo que quería verlo, me imploró que lo sacara. Yo le dije que me ayudara un poco más pues todavía no estaba a tope. Natalia entonces se quitó el brassier y fue cuando pude ver sus perfectas, blancas y rosadas tetas. Natalia jugó un poco con ellas y luego de notar una erección en mí, uso su boca para chuparmela por encima del pantalón. Sentí la calidez de su boca en mi miembro. No lo soporté más. Con cierta complicación me quité el pantalón, ella me ayudó un poco. Le pedí que si quería chuparla lo hiciera lento, y que siguiera cada instrucción que le dijera. Esto pareció gustarle, me comentó vulgarmente que ese día ella era mi puta y que la tratara como se me viniera en gana. Total, le permití chuparmela, y ella comenzó. Le sujeté de su cabello con cierta fuerza. Ocasionalmente le daba una pequeña palmada o un golpecito en su cara con mi propio pene erecto. Esto me parecia divertido y excitante. Mientras Natalia me seguía haciendo sexo oral yo miraba las fotografía donde salía con esposo. Cada vez le permitía que me la chupara más rápido hasta el punto en que me puse de pie y le pedí que lamiera mis testiculos también. Ella se alternaba, lamía mis testiculos unos veinte segundos y luego mi pene otros veinte. En dos ocasiones Natalia se sintió asfixiada al tener mi pene mi dentro de su boca. Pude notar su cara un poco roja y los ojos llorosos. Decidí detenerme.
Luego le pedí que se quitara la falda y se pusiera en cuatro sobre el sofá, sin quitarte el calzón. Eso lo quería hacer yo. Y así se hizo. Ella siguió cada petición mía, hizo caso a todo porque ese día ella era totalmente mía. Era mi puta personal. Me acerqué por detrás y antes de penetrarla le di un par de nalgadas lo bastante fuerte como para dejarle mi marca personal. Mi huella.
Entonces, sin avisarle, me deslicé dentro de ella. Natalia soltó un pequeño gemido y noté como su mano derecha apretaba la tela del sofá. La penetré decenas de veces, por ratos me detenía y le pedía me chupara los testículos de nuevo, luego la volvía a poner cuatro o en misionero y me la seguía cogiendo. Sólo en una ocasión me senté en e sofá y ella se sentí sobre mi. La realidad es que todo el acto fue poco más de 1 hora, algo torpe y lento, pero a fin de cuentas bastante excitante. Me había cogido a una mujer casada en su propia casa. Al final de todo, le pregunté que si podía eyacular en su cara, ella me dijo que no. Era lo único a lo que se negó, me dijo que prefería que terminara en sus tetas o dentro de boca. Yo le dije que estaba de acuerdo, pero al final sin avisarle terminé en su rostro. Y además de eso le pedí que limpiara el resto de semen de mi pene con su boca. Así lo hizo.
3 comentarios - Me follé a la recepcionista del centro médico
Estuve pensando si contestarte o no porque se nota que no puedes vivir sabiendo que hay gente que folla más que tú. Seguramente eres un hombre cincuentón patético que la única forma de conseguir sexo es pagando una puta. Ninguna mujer debe hacerte caso. No pierdas tiempo respondiendo, no te respondé más.