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Rendido a sus pies

No dejes de pasar por mi mejor post

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No te vas a arrepentir!



Me había casado llegando a los treinta, en esos tiempos yo había retomado mis estudios de arquitectura, Victoria Cortez era una de las tantas profesoras de la institución y yo era el único mayor en una clase de veinteañeros.
Me lleva un par de años de edad, ella tenía a Brandon, un pequeño de algunos años de una noche de fiesta, solo se dio la relación entre nosotros y supe que sería la mujer de mi vida, hermosa, preciosa, perfecta.
Terminaría mis estudios y empezaría mi carrera de arquitecto, mientras ella seguía sus días de docencia en la facultad, poco después llegaría Abril, nuestra primera hija, media hermana de Brandon a quien yo quería como hijo propio y le había dado mi apellido.
Llegando a los cuarenta yo ganaba muy buen dinero, Victoria cursaba su tercer embarazo, Pablo, el nuevo integrante de la familia estaba en camino y eso supondría el fin de sus días de docente.

Fuimos felices, una hermosa familia, Victoria, Brandon, Abril y Pablito, crecimos, pasó el tiempo, los bebes se hicieron niños y los niños adolescentes, un famoso arquitecto, una preciosa mujer, llegaron los cabellos plateados, lentes de aumento, y los primeros controles de salud de cuerpos que ya sentían el paso del tiempo. Con Victoria estábamos en tiempos de reencontrarnos como pareja, y yo me acercaba rápidamente a los sesenta.
Estaba en días de reflexión, en tiempos de mirar en retrospectiva, y ver como habían crecido las semillas que habíamos sembrado tiempo atrás, mis pequeños se preparaban para ser adultos y empezar a recorrer solos los desafíos de la vida, y yo solo lo veía desde el otro extremo, donde para bien o para mal ya había jugado casi todas mis cartas.

Brandon quería ser arquitecto como yo, Abril estaba con sus ganas de modelaje y Pablito, a pesar de ser el menor era quien parecía ser el mas maduro, hacía tiempo que noviaba con una amiga de la infancia, y mi esposa apostaba a que el nos haría abuelos en primero lugar, abuelo... esa palabra que me sonaba tan grande.
Victoria había dejado el castaño de su juventud para transformarse en una rubia muy coqueta, solo para tapar las canas que poblaban su cabeza. El paso de los años era inevitable, y yo era feliz con lo que la vida me había regalado, había sido muy generosa conmigo y ya no pensaba en sobresaltos, solo quería sentarme a ver cada atardecer, descansar en la inmensidad del sol escondiéndose tras la arboleda imponente que daba al poniente.

Pero no todo sería tan fácil...

Como dije, Abril seguía sus estudios de modelaje y era habitual que anduviera de un lado a otro con una amiga, con otra, yo la dejaba hacer sin darle demasiada importancia, pero un día...

Estaba concentrado en mi programa de autocad con uno planos que tenía que entregar mientras escuchaba bandas sonoras de Hans Zimmers como era mi costumbre, pero en la habitación contigua el fuerte parloteo femenino de mi hija con sus amigas me sacaban de sitio, así que fui a solicitarles cordialmente que bajaran el tono, y fue la primera vez que la vi, Abril me presentó a Nadia, quien no despertó mi interés, y también a Regina quien me dijo en forma muy cordial algo así como
Descuide señor, no volveremos a molestar
Me trataba de usted, pero en un segundo devoré a esa chica con la mirada, castaña, cabellos lacios apenas pasando los hombros casi llegando a media espalda, tenía unos ojos naturalmente provocativos, ojos de gata, y una boca llamativa, grandes, con unos labios muy marcados y delgados, el problema es que ella era sencillamente perfecta, un top blanco súper adherido contenía sus pechos enormes, estaba desnuda su cintura escueta, su vientre plano, su sexual ombligo, un short de licra multicolor marcaba las curvas de su impresionante trasero que parecía devorarse todo, sus piernas bronceadas no tenían un defecto, los cuádriceps y las pantorrillas resaltaban dejando notar que ella hacía algún tipo de gimnasia, unas coquetas zapatillas violetas cubrían sus pies de princesa.
No pude evitarlo, era la amiga de mi niña, pero como recorriendo las rutas de un estado en un mapa, mi vista siguió con atención las líneas de su ropa interior, su sostén armado, su tanga diminuta que se perdía por detrás y por delante le dibujaba una vagina regordeta y de generosos labios, Regina era el pecado en forma de mujer.

Con esfuerzo saqué mi vista de su cuerpo para no resultar obvio aunque ellas parecían ya ignorarme y seguir con sus cosas de mujeres, antes de volver a mi trabajo volví a repasarla con la mirada en forma muy sutil, notando ahora los anillos que poblaban sus dedos y las pulseras que adornaban sus muñecas.
Volví a mi notebook, pero ya no podría concentrarme en los planos, ni en la música de Hans Zimmers, pero ya no era por culpa de las chiquillas, era solo porque mi cabeza se había llenado con las formas de la amiga de mi hija.
Traté de quitarla de mi mente, pero el destino jugaría sus cartas, cuando caía la tarde se desató una fuerte tormenta de primavera y Victoria me sugirió que alcanzara a las chicas a sus domicilios.
Y ahí partí, en mi función de chofer improvisado, con mi hija Abril a mi lado, mientras las otras dos fueron al asiento trasero.
Ellas hablaban de sus cosas de mujeres y juventud, se reían, yo estaba totalmente ajeno a sus cosas y la diferencia generacional era abismal, solo había algo en ese viaje que me incomodaba, cada vez que miraba por el espejo retrovisor encontraba los ojos de Regina en ellos, ella buscaba mirarme y empezaba a jugar un juego peligroso, pero una vez mas traté de ignorarla.

De regreso, solo ya con Abril, haciéndome el desentendido hice algunas preguntas como para charlar de cualquier cosa, aun que en verdad yo tenía mas interés del que dejaba notar, así supe que Regina tenía dieciocho recién cumplidos, a pesar que yo lo daba entre veinte y veinticinco, vivía con sus padres y era única hija, también me contó cosas de la otra chica, cosas que por supuesto no me interesaron saber.
Nuevamente traté de olvidara, pero esa noche, le hice el amor a mi mujer, imaginando que se lo hacía a ella.

Días después volvería a cruzarse en mi camino, mi hija necesitaba algunas cosas para su modelaje, algunas prendas que casualmente estaban en casa de Regina, y dado que yo ya sabía donde vivía y me quedaba de camino a mi oficina, solo me dijo que a mi regreso pasara por esas cosas, que ella le avisaba a su amiga y bueno, solo serían cinco minutos
Y así fue, toqué timbre y ella vino con un par de paquetes, estaba de entre casa, ya no tan sensual como la había conocido, con una remera larga y unas calzas comunes, descalza, noté sus uñas pintadas y llegó a mi lado comiendo una manzana sin pelar, algo que nuevamente me sonó sexi, en esos instantes ella me dijo

Señor Mauricio, parece que Abril lo tomó como nuestro servicio de remisse...

Yo le regalé una sonrisa en respuesta y le explique que no era molestia, que estaba de paso y que si ella necesita algo pues podía contar conmigo.
Me pidió una birome, sacó el capuchón con la boca sosteniéndolo con sus dientes, me dio la mazana mordisqueda, tomó mi mano libre y anotó un número en ella, entonces me dijo
Es mi celu, por cualquier cosa...
Con una sonrisa, antes de despedirse se estiró en puntas de pies para regalarme un beso en la mejilla y decirme

Gracias señor Mauricio, es usted un buen hombre!


Rendido a sus pies


Diablos, era una invitación al pecado, ella manejaba la situación, ella jugaba conmigo, se hacía la inocente, pero no lo era, podía notarlo en sus gestos, en sus miradas, en su forma de actuar, en sus palabras, en ese beso regalado. Volví al coche para agendar con rapidez el número ya que la transpiración de mi mano empezaba a jugarme una mala pasada y de esa manera las cosas solo se irían dando.

Tal vez debería haber cerrado ahí esa historia, pero la tentación era demasiado fuerte, tenía su foto en su perfil de whatsapp y no podía dejar de verla, una y otra vez. Le escribí unas líneas con una tonta excusa, ella me respondió, la pelota comenzó a girar y ya nunca se detuvo.
Regina siempre me trataba de usted y eso me enloquecía, empezamos a charlar de cosas banales, ella era la compañera de mi hija y todo podía terminar mal si yo malinterpretaba la situación, así que preferí ir siempre sobre seguro, las mujeres son tan hermosas como peligrosas.
Pero ella siempre iba un paso adelante, hablamos de unas vacaciones y fue cuando me regaló unas fotos en traje de baño, y solo no podía ser tan perfecta, una less animal print tan diminuta que morí en erección al verla, su trasero era terrible, y las diminutas marcas blancas en sus nalgas bronceadas me llevaron a la masturbación, no podía creer que realmente caminara así por la playa, envidié a los hombres que tuvieran la oportunidad de verla en vivo y directo.

En casa nadie sabía nada, obviamente, Abril sin dudas era la puerta de entrada al chimento, pero ella estaba ajena a todo. Las charlas con Regina se tornaron mas y mas sexuales, provocativas y ella jugaba el juego, llegaron sus fotos desnudas, completamente desnudas, descubrí sus preciosos pechos, con unas enormes aureolas oscuras rodeando sus ricos pezones, su vagina completamente depilada, mojada, su esfinter dilatado que solo me hacía poner más y más duro. Llegaron sus audios, sus gemidos, se grababa mientras se masturbaba y luego me dejaba escuchar, y también empecé a recibir sus videos, en su cuarto, tocándose, jugando a mi puta privada, la puta del señor Mauricio.
Y ella también pedía, me pidió fotos de mi verga y me hacía decirle cuanto me calentaba, lo que provocaba en mi y yo no podía resistirlo, empecé a hacer las locuras que jamás imagine hacer me filmaba masturbándome solo para ella y ella estaba en mi mente, le encantaba ver mi verga chorreando semen y saber lo que ella era la culpable. Llegaron las charlas a escondidas, videollamadas clandestinas, solo para ver su sexo, una vez mas.

En un tiempo estaba rendido a sus pies, mi vida estaba pendiente de mi celular, esperando un mensaje, una llamada, una foto, algo, y ese algo nunca era suficiente, toda mi energía se iba en esa mocosa, no podía concentrarme en mi trabajo, mi mujer se había transformado en una mueca de la vida, Victoria ya estaba grande, directamente, no le interesaba coger, ya no se excitaba conmigo y ya no tenía orgasmos, ya no tenía el calor, la sensualidad, el erotismo, el sexo rico y húmedo que tenía Regina.
Me sentí mal por eso, cada noche intentaba que mi mujer me diera lo que Regina me insinuaba, pero fracasaba una y otra vez, definitivamente Victoria disfrutaba leer un libro e irse a dormir, su sexo estaba marchito, entre sus piernas, y en su cabeza.
Lo mas rico que podía pasarme era masturbarme con la amiga de mi hija.
Y sin quererlo me había metido solo en un complicado laberinto al que no le encontraba salida, amaba con todo mi corazón a mi esposa, lejos de mi estaba querer lastimarla, pero Victoria ya era una compañera, y al mismo tiempo esa joven representaba todo el calor, la sensualidad, la provocación de una sexualidad que yo aun deseaba y necesitaba vivir.

Regina me provocaba sin cesar, yo estaba ciego por ella y solo quería llevarla a la cama, pero era una locura, si hasta sus padres eran mucho más jóvenes que un viejo como yo que pisaba los sesenta, mientras ella, aun no cumplía veinte, no podía ver lo ridículo de la situación, ella era eje de mi universo, pero para ella yo solo era un peluche con el que ella se divertía, y no tardaría muchos tiempo en ver la realidad.

Se acercaba mi cumpleaños, y ella me había prometido un rico regalo, asumí que al final seria mía, pero no podía estar mas equivocado.
Su regalo era un video, solo un video.
Esperé a que en casa no hubiera nadie para tener un poco de intimidad, es cómico escribirlo pero fui a sentarme al inodoro, y como si fuera un adolescente mi verga estaba dura de excitación.
Las imágenes me llevaron al cuarto de Regina, lucia su cabello recogido en una sexi cola de caballo, con amplios colgantes que llegaban a sus hombros, un body de red calado que no podía contener semejantes tetas, su vagina como de costumbre, depilada por completo, sus piernas con medias, también de red, de esas de cabaret, ajustándose en sus muslos, zapatos al tono, y por detrás, diablos, solo hilo dental que recién se cerraba a media espalda, que cola de ensueño, solo ver eso estaba excitadícimo. La luz del atardecer entraba por la ventana y hacía resaltar los cobrizos de su piel bronceada, donde las marcas blancas de su sexualidad no pasaban desapercibidas, como me calentaba esto! y realmente me preparé para ver el mejor erotismo de mi vida.

Pero esa sensación mía cambiaría rápidamente, al descubrir que ella no estaba sola, en escena aparecerían dos hombres, jóvenes, bien parecidos, musculosos, con llamativos tatuajes decorando sus cuerpos, noté que los chicos estaban muy bien dotados, depilados, se veían viriles, uno era rubio de ojos claros, de nuca rapada y ojos claros, el otro, de piel mas oscura, cabellos negros engominados, peinado prolijamente, por si fuera poco también noté una cuarta persona en el cuarto que oficiaba de camarógrafo improvisado.
Era todo muy festivo, ella comenzó hablando sobre el regalo de cumpleaños para el señor Mauricio y ellos reían y solo noté que empezarían a tratarla como lo putita que ella era, ya estaban flanqueándola, apretando sus tetas, ella se estiró en puntas de pies y besó fuertemente a uno, al rubio, después giró y fue el turno del moreno, y finalmente mirando a la cámara dijo
Señor Mauricio, los beso ahora porque cuando les chupe la pija ya no querrán besarme...
Que decir, que yo moría en deseo sentado en el inodoro, como un tonto, acariciando mi verga dura con sumo cuidado para retardar la eyaculación.

Los tipos entonces soltaron las tiras del body y solo lo dejaron caer al piso, el cuerpo desnudo y perfecto quedó pintado frente al lente de la cámara, ellos bajaron un poco, solo un poco para prenderse uno a cada pecho, parecía todo calculado, ellos le comían las tetas en una forma muy apetecible, muy rica, ella solo miraba a quien filmaba la escena, acariciando las cabelleras de los machos que estaban por cogerla. Con el correr de los minutos, naturalmente Regina fue tomando temperatura, como una olla de agua que se deja al fuego, empezó a gemir y a perder la concentración. Entonces solo bajaron un poco mas, ella giró quedando de lado a la cámara, uno fue por delante, otro por detrás, uno le comía la conchita, el otro le abría las nalgas para comerle el culito.
Ella gemía y yo solo odiaba a esos tipos por ocupar el lugar que yo siempre había querido ocupar.
El moreno se incorporó, la levantó entre sus brazos, ella como una mona se colgó en su cuello y la dejó bajar hasta metérsela por completo, el rubio por detrás buscó el otro hueco, y así, sostenida en el aire la balanceaban como a un papel penetrándola por ambos lados.
Los gemidos de Regina llenaban mis oídos, ella le pedía a uno entre sílabas cortadas por los jadeos, que no dejara de cogerla, y al otro que le rompiera todo el culo, que se la metan toda, que no se detuvieran.

Ya no pude retenerlo y me sentí venir, casi si tocarme, pero el semen manchó todo mi vientre, mis piernas, el inodoro, el piso. Todo parecía muy bien planificado, ellos funcionaban como engranajes, la verga en el culo le había entrado como nada, y todo era muy perfecto, era evidente que la puesta en escena había tenido muchas prácticas previas pero poco me importó, me conformé con masturbarme al no poder estar en el sitio donde yo deseaba estar.

Seguí observando, ahora era ella quien estaba de rodillas chupando una verga, luego la otra, izquierda derecha, ella hacía su trabajo, lamiendo una, masturbando la otra, los tipos solo se dejaban lamer asegurándose que la cámara captara las mejores tomas a la vez que comentaban jocosamente sobre lo puta que era es mocosa.
En algún punto, ella dejó a ambos y gateó en cuatro patas hacia quien filmaba, la lente siguió a su rostro y en segundos ella también le chupaba la verga a quien tenía la cámara entre sus manos, ella reía, muy puta, y el micrófono captaba los fuertes resoplidos del afortunado que era gratamente torturado.

El rubio la arrancó tomándola de los cabellos y como a una perra la arrastró hasta la cama, ella quedó desparramada, el abrió sus piernas y empezó a cogerla con fuerza, como en una película pornográfica sus sexos completamente depilados eran acariciados por la tenue luz de atardecer que entraba por la ventana. El tipo tenía una buena verga y se la hacía comer toda, ella gemía en cada embate, en una forma muy caliente.
El moreno fue por su boca entonces, y se la tapó con carne, era muy rico, uno por abajo, el otro por la boca, la veía a Regina y me costaba creerlo, era tan bella, era tan puta...
Estaba toda abierta disfrutando, acariciando su clítoris, gimiendo, con sus enorme tetas moviéndose descontroladas, me encontré con una nueva erección entre mis piernas, era un milagro, a mi edad era simplemente imposible, pero ahí estaba, con le verga dura por esa mujer.

Después de un rato el rubio sacó su pija y empezó a eyacular, el semen del joven salió disparado, el pubis, el vientre, los pechos y hasta el rostro de Regina fue alcanzado por la metralla blancuzca mientras ella se retorcía en placer, el moreno hizo lo propio segundos después solo que en sentido inverso, desde su rostro, los disparos pasaron por los pechos, por el vientre y hasta las piernas de mi amor, de mi fantasía imposible.
Regina había quedado toda impregnada por los jugos de esos chicos, su rostro mostraba felicidad, esa felicidad que se percibe después de tener el mejor sexo, tomó unos segundos para degustar un poco de toda esa leche que había plastificado su cuerpo, incluso limpiarse las pestañas porque evidentemente algo de semen había entrado en uno de sus ojos.

Sentía que acabaría nuevamente, en cualquier momento, fue el turno del camarógrafo, se acercó al rostro de la bella Regina y ensayó los mejores primeros planos, donde su cara ocupaba toda la lente, donde ella miraba como desafiando mientras se comía muy golosa la verga de su anfitrión, mierda, por qué era tan puta? por qué hacía esto?
Solo chupaba y chupaba masturbándolo al mismo tiempo, buscando el lógico y esperado final, podía escuchar como el le decía que le llenaría la boca de leche y se la haría tragar toda, y como ella respondía con gestos de entusiasmo y excitación imposibles de disimular.
Los segundos pasaban y sentía mi corazón querer saltar de mi pecho, a medida que ese glande parecía explotar por las pinceladas que ella le daba con la lengua, sus ojos paracían mirar directamente a los míos, de repente el líquido blanco empezó a emanar y ella solo se dedicó a saborearlo, el semen escapó de su boca rodando por una de sus mejillas, Regina solo me mostraba ricamente con su lengua, sus dientes, sus muelas parecían nevadas por el néctar de ese desconocido, se notaba como lo disfrutaba, como le gustaba, yo también me vine por segunda vez...

Aun quedaba bastante por ver, pero la llave sonando en la puerta de ingreso me trajeron a la realidad, la fuerte voz de Victoria saludando en un 'hola mi amor! estás en casa?' hicieron que todo se abortara y le respondiera que estaba a punto de tomar una ducha.
Me limpié rápidamente y abrí el agua para que tomara temperatura, fue cuando el espejo del baño me devolvió la imagen que me negaba a ver, un hombre viejo, casi pelado, con las arrugas de los años transcurridos, lo bellos del pecho eran en su mayoría blancos y una barriga llamativa predominaba en mi cuerpo, mis manos estaban ajadas por el trabajo y casi no podía distinguir los intrincados laberintos de mis huellas dactilares por no tener mis lentes de aumento. Me di cuanta cuan patética era mi vida, soñando llevarme a la cama a una niña que solo jugaba conmigo, me sentí fatal, asumí la situación.

Mientras me bañaba bajo el agua tibia de la ducha, solo repetía una y otra vez la situación que vivía, preso entre un amor marchito y una ilusión de juventud que nunca sucedería.
Al salir del baño, Victoria me esperaba a la mesa con un rico y humeante para compartir una merienda de pareja, sonreí a su lado y mientras ella me contaba algunas cosas de su día, yo solo miraba cobardemente su rostro degastado por los años, tragué saliva, y me juré olvidarme de Regina.

Sin embargo, Regina se había clavado como una espina en mi corazón, dejé de verla, pero no pude dejar de escribirle, y que ella me escribiera, que me regalara sus videos y fotos, y que me enamorara con sus cantos de sirena, prometiéndome un amor que nunca me daría, yo solo le sigo el juego, soy su mendigo, que espera pacientemente que ella vuelva a mi, tan solo para regalarme una foto...
Es curioso, las veinticuatro horas de día estoy pendiente de ella, esperando una migaja, ella en cambio, casi ni se acuerda de mi, sabe jugar las cartas...


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