El temor y el recuerdo del placer
Retomando la historia anterior de mi iniciación con Fito, les comento que durante un buen tiempo sentía vergüenza de lo que había sucedido y no quise verlo más a pesar de su insistencia. Creo que él estaba temeroso que yo le contara a mis padres lo que había sucedido; en oportunidad de mi cumpleaños fue a la casa de mis padres y me llevó un disco de pasta de regalo; yo lo recibí avergonzado y disimulé ante mis padres. Pasado un tiempo volvió a contactarme para que nos viéramos, yo me resistía pero reconozco que recurrentemente me invadía el deseo de volver a sentir el placer que me había provocado. Una noche me crucé con él y me invitó que lo acompañara a su trabajo, pues trabajaba como telefonista nocturno y yo accedí, cuando recibió el turno quedamos solos en todo el edificio no había nadie, estuvimos charlando y me explicó en qué consistía su trabajo, la habitación estaba en penumbras apenas iluminada por las lucecitas de la central telefónica. Fito deslizó sus silla hasta la mía y comenzó a acariciarme las piernas mientras me besaba los lóbulos de las orejas y el calor de su aliento en mis oídos y nuca me hicieron erizar la piel y el recuerdo del gozado placer estalló en mi mente y supe que ya no había retorno, que nuevamente me iba a entregar a sus caricias. Me quito la camisa y comenzó a besarme las tetillas y sus manos velludas me rozaban suavemente el torso, yo me encendí de deseos y terminé accediendo a su pedido de que me desnudara mientras él también lo hacía. Cuando estuvimos desnudos pude ver por primera vez su grueso miembro erecto, yo estaba sentado y él se acercó de pie quedando su pene cerca de mi cara y lo acercó a mis labios y no me resistí. Tímidamente le di un beso y el me pidió que lo colocara en mi boca ylo acariciara con mi lengua, tenía un rico aroma y no dudé en hacerlo torpemente al principio pero con creciente placer comencé a lamerle el glande y comer su grueso pene, lo cual le arrancó gemidos de placer y me encantó hacerlo. Al tiempo y para mi desencanto me pidió que nos acostáramos en el piso poniéndome boca arriba me levantó las piernas y las puso sobre sus hombros, me lubricó el ano y comenzó el juego que me encendía rozándome con su glande mi palpitante cola y muy suavemente, muy despacio comenzó a introducirme su dura verga y yo sentía y disfrutaba centímetro a centímetro como me iba abriendo la cola. Comenzó un lento vaivén que me llevó a las estrellas, mientras yo gemía de placer por ese ardor candente que me invadía todo el cuerpo; así estuvimos hasta que lentamente me la sacó provocándome un frustrante vacío, se acostó boca arriba y me pidió que me sentara sobre su pene y que me lo introdujera yo mismo, a lo que gustoso asentí. La sensación de morbo y placer que sentí al asir con mis propias manos su verga hinchada y ubicarla en la entrada de mi ya dilatado ano y comenzar descender muy suavemente hasta introducirla toda en mi fogosa y anhelante cola, sentir su pelvis me volvió a poner en las nubes y comencé a cabalgar en su pija que se me enterraba en las entrañas provocándome gemidos de placer. En ese momento entendí que había descubierto mi lado femenino de disfrutar de una hermosa, caliente y gruesa verga penetrándome, Fito me dijo que ya no aguantaba más y por segunda vez me inundaba con su leche mientras yo también acababa sobre su vientre y me dejé caer sobre su pecho. Cuando comencé a deslizarme fuera de su ya flácido pene mi cola seguía palpitando del placer recibido y pude sentir como se escurría su semen en mis nalgas y no resistí la tentación de tocarme la cola y esparcir la pegajosa leche caliente entre mis piernas y nalgas.
Quedamos charlando luego de higienizarnos, Fito me decía que le encantaba estar conmigo que le provocaba mucho placer haberme desvirgado la cola. Esa charla lo volvió a poner erecto y comenzamos nuevamente todo el juego de seducción y caricias que tanto me encendía. Estábamos sentados uno frete al otro y no resistí el deseo de masajear su hermosa verga; la tomé entre mis manos y comencé a acariciarla, se sentía deliciosa con sus gruesas venas y ese glande rosado ya lubricado brillaba como incitándome a besarlo. Me deslicé de la silla y me arrodillé entre sus piernas y comencé a lamerlo suavemente disfrutando el sabor de las gotitas que le iban brotando, Fito no soportó y me introdujo su pija hasta el fondo de mi garganta lo cual me provocó arcadas, pero también placer de sentir el vaivén de la piel de su verga en mi boca y mi lengua sedienta tuvo su premio pues Fito descargó todo su semen en mi boca y fue tanto su volumen que se me escurrió entre los labios. Saboreé infinitamente su semen tragándolo todo. Este fue el comienzo de una relación que se prolongó por mucho tiempo y Fito fue el primer hombre en hacerme suya (pues así me sentía con mi descubierto lado femenino); tengo hermosos recuerdos de esa iniciación con Fito y cada tanto anhelo poder revivirlo lo cual ya no es posible con él. Los años me descubrieron como bisexual, pues siento mucho placer también con las mujeres, me encanta comerme un coño y mi fantasía era estar con una mujer y un travesti para disfrutar del morboso placer de comer y ser comido, penetrar y ser penetrado. Ya les contaré otras andanzas, espero que estas historias les hayan gustado y si ello fue así dejen sus comentarios.
Retomando la historia anterior de mi iniciación con Fito, les comento que durante un buen tiempo sentía vergüenza de lo que había sucedido y no quise verlo más a pesar de su insistencia. Creo que él estaba temeroso que yo le contara a mis padres lo que había sucedido; en oportunidad de mi cumpleaños fue a la casa de mis padres y me llevó un disco de pasta de regalo; yo lo recibí avergonzado y disimulé ante mis padres. Pasado un tiempo volvió a contactarme para que nos viéramos, yo me resistía pero reconozco que recurrentemente me invadía el deseo de volver a sentir el placer que me había provocado. Una noche me crucé con él y me invitó que lo acompañara a su trabajo, pues trabajaba como telefonista nocturno y yo accedí, cuando recibió el turno quedamos solos en todo el edificio no había nadie, estuvimos charlando y me explicó en qué consistía su trabajo, la habitación estaba en penumbras apenas iluminada por las lucecitas de la central telefónica. Fito deslizó sus silla hasta la mía y comenzó a acariciarme las piernas mientras me besaba los lóbulos de las orejas y el calor de su aliento en mis oídos y nuca me hicieron erizar la piel y el recuerdo del gozado placer estalló en mi mente y supe que ya no había retorno, que nuevamente me iba a entregar a sus caricias. Me quito la camisa y comenzó a besarme las tetillas y sus manos velludas me rozaban suavemente el torso, yo me encendí de deseos y terminé accediendo a su pedido de que me desnudara mientras él también lo hacía. Cuando estuvimos desnudos pude ver por primera vez su grueso miembro erecto, yo estaba sentado y él se acercó de pie quedando su pene cerca de mi cara y lo acercó a mis labios y no me resistí. Tímidamente le di un beso y el me pidió que lo colocara en mi boca ylo acariciara con mi lengua, tenía un rico aroma y no dudé en hacerlo torpemente al principio pero con creciente placer comencé a lamerle el glande y comer su grueso pene, lo cual le arrancó gemidos de placer y me encantó hacerlo. Al tiempo y para mi desencanto me pidió que nos acostáramos en el piso poniéndome boca arriba me levantó las piernas y las puso sobre sus hombros, me lubricó el ano y comenzó el juego que me encendía rozándome con su glande mi palpitante cola y muy suavemente, muy despacio comenzó a introducirme su dura verga y yo sentía y disfrutaba centímetro a centímetro como me iba abriendo la cola. Comenzó un lento vaivén que me llevó a las estrellas, mientras yo gemía de placer por ese ardor candente que me invadía todo el cuerpo; así estuvimos hasta que lentamente me la sacó provocándome un frustrante vacío, se acostó boca arriba y me pidió que me sentara sobre su pene y que me lo introdujera yo mismo, a lo que gustoso asentí. La sensación de morbo y placer que sentí al asir con mis propias manos su verga hinchada y ubicarla en la entrada de mi ya dilatado ano y comenzar descender muy suavemente hasta introducirla toda en mi fogosa y anhelante cola, sentir su pelvis me volvió a poner en las nubes y comencé a cabalgar en su pija que se me enterraba en las entrañas provocándome gemidos de placer. En ese momento entendí que había descubierto mi lado femenino de disfrutar de una hermosa, caliente y gruesa verga penetrándome, Fito me dijo que ya no aguantaba más y por segunda vez me inundaba con su leche mientras yo también acababa sobre su vientre y me dejé caer sobre su pecho. Cuando comencé a deslizarme fuera de su ya flácido pene mi cola seguía palpitando del placer recibido y pude sentir como se escurría su semen en mis nalgas y no resistí la tentación de tocarme la cola y esparcir la pegajosa leche caliente entre mis piernas y nalgas.
Quedamos charlando luego de higienizarnos, Fito me decía que le encantaba estar conmigo que le provocaba mucho placer haberme desvirgado la cola. Esa charla lo volvió a poner erecto y comenzamos nuevamente todo el juego de seducción y caricias que tanto me encendía. Estábamos sentados uno frete al otro y no resistí el deseo de masajear su hermosa verga; la tomé entre mis manos y comencé a acariciarla, se sentía deliciosa con sus gruesas venas y ese glande rosado ya lubricado brillaba como incitándome a besarlo. Me deslicé de la silla y me arrodillé entre sus piernas y comencé a lamerlo suavemente disfrutando el sabor de las gotitas que le iban brotando, Fito no soportó y me introdujo su pija hasta el fondo de mi garganta lo cual me provocó arcadas, pero también placer de sentir el vaivén de la piel de su verga en mi boca y mi lengua sedienta tuvo su premio pues Fito descargó todo su semen en mi boca y fue tanto su volumen que se me escurrió entre los labios. Saboreé infinitamente su semen tragándolo todo. Este fue el comienzo de una relación que se prolongó por mucho tiempo y Fito fue el primer hombre en hacerme suya (pues así me sentía con mi descubierto lado femenino); tengo hermosos recuerdos de esa iniciación con Fito y cada tanto anhelo poder revivirlo lo cual ya no es posible con él. Los años me descubrieron como bisexual, pues siento mucho placer también con las mujeres, me encanta comerme un coño y mi fantasía era estar con una mujer y un travesti para disfrutar del morboso placer de comer y ser comido, penetrar y ser penetrado. Ya les contaré otras andanzas, espero que estas historias les hayan gustado y si ello fue así dejen sus comentarios.
0 comentarios - Descubriendo la otra cara del placer II