Desde hace tiempo quería escribir algo sobre mis experiencias sexuales y por fin me animé. Aquí les comparto cómo fue mi primera vez con papá, espero les guste. 😊
En ese entonces, yo tenía 16 años y mi papá 37 años.
Mis padres ya estaban separados, pero seguían y siguen viviendo en la misma casa (en habitaciones separadas), así que yo podía convivir con ambos, sin resentir la ausencia de alguno.
No recuerdo el momento exacto en que me di cuenta de que él ya no me veía solo con amor paternal, su mirada empezó a ser más curiosa e invasiva sobre mi cuerpo.
Al principio creí que yo lo estaba malinterpretando, pero en cuanto fui consciente de su actitud me sentí intranquila y asustada. Aunque con el pasar de los meses también sentí curiosidad y tentación al descubrir que yo le atraía sexualmente a mi papá.
Al ser tetona y algo culona fue relativamente fácil comprender la atracción instintiva que mi papá estaba sintiendo por mí.
Físicamente me desarrollé rápido, sobre todo del busto. Desde mis 13 años fui la más chichona del salón, desde la secundaria y hasta la universidad; también de mi familia lo soy.
Uso brasier de talla 36-GG, más o menos 145cm de pechuga, que resaltan a primera vista y aunque alguna vez me avergonzaron, actualmente las cuido mucho y adoro tenerlas de este tamaño.
Saber que le atraía mi cuerpo me dio otra perspectiva de su persona y me gustó lo que analicé. Papá es un hombre maduro, llenito (no obeso), fornido de brazos y espalda, más alto que yo por 13cm, castaño, de facciones masculinas y ojos color miel, que yo heredé, aunque los suyos reflejan más experiencia.
Así que empecé a usar minifaldas, vestidos provocativos, escotes pronunciados y apretados. Me vestía para darme gusto, pero también me interesaba atraer la atención de papá y lo conseguí. Me encantaron sus primeras reacciones al verme con falditas que revelaban más de lo que deberían y escotes a punto de reventar por estar aguantando el peso de mis tetas.
Eso provocó que, a veces, mi papá soltara frases con doble sentido y se mantuvo así por un tiempo, sólo de morboso, sin intentar manosearme, ni por accidente. No estaba segura si en algún momento se atrevería a tocarme de más, pero mi padre en ese aspecto es impulsivo y lo aprendí bien desde la primera vez que me hizo suya.
Lo que iba a ser un día común, se convirtió en la fecha que fui desvirgada salvajemente por papá y desde entonces no ha dejado de excederse con mi cuerpo; sabe que nadie va a impedírselo, ni siquiera yo. Ha hecho de mí una hembrita complaciente para él y me encanta serlo.
-❤-
Ese día creo que era jueves, yo estaba de vacaciones y tenía el plan de hacer nada. Después de mi rutina y otras actividades simples, me dediqué a ver series y películas, hasta la hora en que mis padres regresaban de trabajar. Generalmente, después de las cinco de la tarde, a veces llegaba primero mi mamá y otras veces mi papá.
En cuanto recibí un mensaje de mi mamá, diciendo que llegaría pronto, subí a ducharme; esa noche elegí un camisón rosa, cortito y escotado y me puse unas bragas de encaje, también me pinté los labios y fue todo. No necesitaba más, ya sabía lo que a papá le llamaba la atención de mi físico y no tenía reparo en demostrarlo.
Cerca de las seis de la tarde llegó mi mamá y las dos comenzamos a cenar, platicando de varios temas, como normalmente lo hacemos. Cuando terminamos, mi mamá subió a su habitación y yo me quedé lavando los trastes. Casi a los diez minutos escuché el portón automático abriéndose, supe enseguida que mi papá se estaba estacionando.
Continué lavando sin problema, hasta que entró a la cocina y me saludó con un besito en la mejilla como siempre, pero lo sentí diferente esa vez. Le regresé el saludo y seguí con lo mío, viendo de reojo que estaba curioseando en el refrigerador, después se acercó a la estufa, en donde estaba su porción de la cena. Al ver que no se sirvió nada, giré mi cara para verlo, sonrojándome cuando hicimos contacto visual.
Es cierto que yo quería captar su atención, pero no dejaba de sentir pudor. No había sentido esa tensión sexual con nadie y tampoco había tenido novio, nada que pudiera usar como referencia para saber cómo actuar y disimular mi pena.
— ¿No vas a comer? —le pregunté, intentando ignorar la tensión entre los dos y no sentirme intimidada.
No recuerdo con exactitud todas las palabras que me dijo ese día, pero sí las que tuvieron mayor impacto en mí, por ser la primera vez que lo escuché hablarme de forma tan depravada.
— Se me antoja algo más rico —respondió, acercándose por un lado. Miró mi escote y posó su mano derecha en mi espalda baja— Una buena carnita fresca —dejé de lavar los platos e intenté alejarme un paso.
Por un momento pensé en irme y refugiarme en mi habitación. Me asustó la idea de pasar a un nivel mayor de perversión, sin darme tiempo a asimilarlo. Como sea, no pude escapar. Se colocó detrás de mí y apretujó mis senos con ambas manos; me sobresalté e intenté apartarlo, pero jaloneó molesto mi cabello y chistó en mi oído como advertencia. De nuevo apretó mis pechos y su fuerza en las manos me hizo entender una amenaza implícita si me resistía. No quería hacerlo enojar más; mi miedo me dijo que la mejor opción era dejarlo manosearme un poco, inocentemente creí que no me haría nada más ese día.
Me acarició por encima de la tela y delineó con sus dedos el borde de mi escote, luego repitió la acción por dentro de mi brasier y casi rozó mis pezones. Comencé a temblar nerviosa cuando intentó sostener todo el volumen de mis pechos entre sus manos.
— No caben, mi tetona —se burló por no poder cubrirlas por completo y las elevó para dejarlas caer; yo agaché mi cara, avergonzada de ver mis tetas rebotando en sus manos— Estas ubres me están pidiendo que las ordeñe —sus palabras me pusieron más nerviosa y de repente bajó los tirantes de mi camisón y mi brasier, restregando su entrepierna en mi trasero— Disfruto mucho que te exhibas delante de mí, preciosa, pero enseñar las tetas y el culo frente a papá es peligroso, no soy de piedra. Me gusta lo que ofreces y va a ser mío primero —me advirtió, besando mi nuca—Una hembra de carnita joven y virgen para estrenarla —volvió a burlarse, frotando una mano sobre mi vulva, acción que me hizo apretar las piernas y jadear inquieta— ¿Querías provocarme, chichona? Pues ahora servirás como depósito para mi leche —indicó, jaloneando fuerte mi cabello con su otra mano para intimidarme y yo asentí, insegura y asustada.
No estaba convencida de querer hacerlo así. Había imaginado cómo me trataría al hacerme suya, pero empecé a entender que mi fantasía era más tierna de lo que papá me tenía preparado.
Me quitó el camisón de un tirón y me hizo girar para quedar frente a frente. Sus ojos y sus manos se posaron en mis tetas, apretándolas y rebotándolas para que se salieran de mi brasier; uno de mis pezones se asomó y mi papá lo apretó, antes de lamerlo como si saboreara un chocolate. Yo sólo pude jadear, inquieta y a la expectativa de sus acciones.
Se entretuvo rebotando mis ubres hasta que se salieron por completo para deleite de mi papá; me quitó el brasier y hundió su rostro en medio, antes de besuquearlas por todo su volumen. Al mismo tiempo, bajó mis bragas, manoseó mi cuerpo de arriba abajo y de lado a lado; me sentí vulnerable, pero no luché contra él. Debía asumir las consecuencias de haber provocado a papá.
Como hombre que gusta de una mujer, está en todo su derecho de ver y disfrutar mi cuerpo a su antojo; a nivel instintivo como macho, exige una hembra a su gusto que se someta a él para ser preñada y al ser mi padre puede ejercer su autoridad para hacerme cumplir mi deber. Deber que adquirí desde que papi me detectó como una mujer atractiva para saciarlo, una hembra ideal para fertilizar su esperma y, siendo su hija, adolescente y virgen, vio en mí un afrodisiaco prohibido.
— Vas a ir entendiendo cuál es tu lugar y tus obligaciones como mi hembra —no sabía todo lo que implicaba, pero anticipé que deseaba completa obediencia de mi parte. Sin soltar mis pechos, me guío hacia atrás para acorralarme en una esquina, juntó mis senos para unir ambos pezones y los lengüeteó al mismo tiempo, haciéndome gemir ansiosa—¡Críame con tus ricas mamilotas! —exigió caprichoso, chupando y succionando mis pezones, hambriento de teta grande; casi enloqueció— ¡Magnificas tetotas-Chichotas ricas! ¡DAME TETA MAMI! —gritó sin preocupación, lo que me hizo angustiar por un momento; no éramos los únicos en casa, pero eso no lo detuvo y yo no lo detendría, había conseguido excitarme y empecé a lubricar— Estas perfecta para que papi se desleche.
Mientras me ordeñaba las ubres, comenzó a apretujar mis glúteos, jugueteando sus dedos sobre mis entradas. Yo estaba extasiada por la seguridad que él mostraba al tocarme, como sintiéndose dueño de mi cuerpo. Mis gemidos empezaron a ser más ruidosos, gracias a su insistente lengua en mis pezones y sus caricias en mi vulva.
Poco a poco, me animé a abrazarlo y a acariciar su rostro para mostrar lo receptiva que estaba ante sus demandas de placer. Tan receptiva que gimoteé de gusto cuando clavó de golpe dos dedos en mi vagina, sentí un ligero ardor, pero me agradó cuando jugueteó sus dedos dentro de mí.
— Ya estás mojada, mi amor —dijo con ternura y dejó de saborear mis senos para besarme.
Eso me derritió, el beso de papá fue perfecto, exploró mi boca durante unos minutos, hasta dejarme sin aliento. Luego descendió por mi cuerpo haciendo un camino de besos en mi vientre, mi pubis y mis muslos. Desabotonó su camisa, se puso en cuclillas y elevó una de mis piernas sobre su hombro, quise moverme para evitarlo porque papá empezó a acercar su cara y yo sabía lo que iba hacer, pero me dio pena y me tapé los ojos, esperando su siguiente acción. Sin importarle mi conflicto, besuqueó mi vulva, ocasionándome un temblor en las piernas.
— Quieres que papi te ensarte, ¿Cierto? —en cuanto dijo eso, abrió mis labios vaginales y deslizó su lengua entre ellos varias veces, adentrándola en mi cavidad— Sabes a hembrita en celo, exquisita —afirmó, lengüeteando rápido mi entrada; yo apenas podía sostenerme de las encimeras y empecé a gemir más alto cuando su lengua rozó mi clítoris— Es el coñito más joven que he tenido para mí, quiero meterte hasta los huevos.
— Los recibiré —quise intentar usar el mismo lenguaje morboso que él— Lléname con tu lechita, papá —dije provocativa, aguantándome la vergüenza de hablarle así.
Al escuchar eso dejó de atenderme, se levantó y jaló mi cabello, manipulándome brusco para arrodillarme ante él. Abrió su bragueta y bajó un poco su pantalón para liberar su erección; una verga gruesa, de 17cm de largo, que me encanta, aunque a veces duele… duele muy rico. 😍
— Primero muéstrame respeto, tetona, saluda con un beso y haz que sirva para algo útil esa boquita —ordenó, manoseando su miembro enfrente de mi cara sonrojada.
No sabía la manera correcta de hacerlo, pero obedecí, besé la punta de su pene y comencé a estimularlo con mis manos para familiarizarme con cada parte, lo masturbé unos minutos y al escucharlo jadear me animé a ofrecerle mi boca. Lamí, chupé y succioné su longitud, su glande y sus testículos varias veces; sabía amargo y salado, lo sentí endurecerse e intenté deslizar todo su miembro dentro de mi boca, aunque no pude engullirlo por completo. Entonces papá me reprendió, dándome instrucciones y posicionó mi cabeza de forma adecuada para lograr metérmela hasta la garganta, primero lo hizo despacio dos veces y luego repitió la acción con mucha fuerza, asustándome cuando llenó de golpe mi boca y obstruyó mi faringe unos segundos. Poco le importó que yo no tuviera experiencia y, tomándome de la cabeza, forzó toda su verga en mi garganta, ahogándome con feroces embestidas mientras mi saliva y mis lágrimas escurrían. Me sentí algo violentada, pero nada pude hacer para detenerlo, sólo seguir chupándosela a papi y rendirme ante su dominación.
Cuando ya estaba acostumbrándome a sentir su falo jodiendo velozmente mi boca, papá interrumpió el acto y volvió a jalarme del cabello, levantándome para acorralarme en la esquina, en donde recargó mi espalda sobre la encimera. Se inclinó un momento para besarme, antes de abrir y sostener mis piernas en alto, formando una V.
— Papi va a preñarte, preciosa. La verga de papá quiere vagina, quiere culo —anunció y yo asentí, sonrojada por sus palabras y por estar haciendo contacto visual. Elevó más mis piernas y frotó su pene duro entre mis labios vaginales, antes de presionar la punta en mi entrada— ¡Un coñito tan apretado y virgen se revienta ASI! —gritó, embistiéndome fuerte y yo chillé de dolor al ser ensartada de golpe. Pero no entró completo en los primeros intentos, entonces papi se emocionó y tomó más impulso para penetrarme; cuando quise detenerlo apartó mi manos— ¡QUE HOYO MÁS RICO! ¡PARA ROMPERLO Y VIOLARLO! ¡TOMA! —se desquitó y me clavó con brutalidad hasta topar con mi cérvix. Volví a chillar adolorida y me mostró sus dedos manchados con sangre de mi himen roto—Sangrita virgen, me encanta. ¡COÑO SABROSO-APRETADO-RICO-NUEVO! —vociferó extasiado, sacando todo su miembro para introducirlo con fuerza varias veces, desvirgándome cruelmente para su propio placer.
— Papi, espera… ¡Me duele-duele! —reproché, lagrimeando y con quejidos llorosos, pero sólo se burló y, sin dejar que me acostumbrara a su verga, siguió ensartándome, sosteniendo mis muslos en alto— ¡Bestia!
— ¡DELICIOSO AGUJERO! —ignoró mi queja y me penetró con más saña, observando orgulloso como su falo se hundía en mi cavidad— Sólo tienes una opción, chichona, abrirte más para papi —se mofó, sabiendo que tenía razón; no se iba a detener, ya había perforado mi coñito y quería destrozarlo— A taladrarte, puta tetona —anunció, ansioso por disciplinar a su hembra.
Mis gemidos agudos resonaron alto, me dolía, pero también había algo rico en esa fricción y el morbo me ganó. Mientras entraba y salía a su gusto, mis tetas rebotaban en círculos, hipnotizando los ojitos de papá, quien no dudo en estrujarlas y criarse con ellas.
Medio acostada sobre la encimera, con mi trasero y mis piernas sostenidas en el aire, me sometió a recibirlo. Cada vez se escuchaba más el sonido húmedo y viscoso de nuestros fluidos y mi sangre mezclándose en mi interior, haciendo más fácil que su falo gordo entrara a profundidad en mi vagina.
— ¿A quién le perteneces, tetona? —enseguida entendí lo que él quería escuchar. Era suya.
— A ti, papi —sonrió ante mi respuesta y aceleró el ritmo, haciéndome gritar por él— ¡AUCH-PAPI-PAPI-AY-AH!
Aunque me dolía, aprecié la intimidad que se creó entre los dos y ver gestos de placer que no le conocía hizo que todo se sintiera correcto para mí. Mientras más fuerte me penetraba, más deseaba obtener su aprobación y servirle como él quería. Un hombre dominando mujer, macho sometiendo hembra, papá abusando de hija.
En eso estábamos cuando, de repente, alcancé a ver que se asomó mi mamá por la puerta, en completo shock. Sentí que mi estómago se hundió por el susto de verla ahí, pero es tan extraña la perversión del ser humano; porque en lo único que pensé fue en papi, no quería que nada arruinara su excitación. Papá no lo supo, él estaba de espaldas a la puerta, ignorando todo lo que no tuviera que ver conmigo.
Ante la mirada de mi mamá, besé a papá y abrí más las piernas, provocándole jadeos roncos al creer que lo estaba incitando a ser más rudo y así lo hizo, con mis gemidos agudos de fondo. La vi irse resignada y regresé mi atención al caballero que parecía querer atravesar mi útero, lo me ofreció un dolor placentero. Volví a besarlo y acaricié su rostro, admirándolo, dispuesta a consentirlo más.
— Así, bien abierta y venerando a tu macho —dijo excitado, haciendo movimientos circulares con su pene y estimulando mi clítoris con su mano.
Esa fricción me provocó gemidos ansiosos, fue abrumador y placentero. Papá detuvo las penetraciones al ver que yo estaba a punto de tener un orgasmo y sólo bastó un minuto de caricias en mi clítoris para perderme. Gemí fuerte y me estremecí como nunca, crispando mis dedos mientras mis piernas temblaban y mi coño se mojaba con mi propio fluido. Era mi primer orgasmo provocado por un hombre.
Me sentí tan feliz, que no me importó ser follada como una puta. Apretando mi cuello, me acostó sobre el piso frio y rápidamente colocó mis piernas sobre sus hombros y me ensartó sin cuidado; como si estuviera haciendo flexiones continuó abusándome mientras yo deslizaba mis manos por su cara y entre su pelo. Pronto se sobre excitó y reclamó en voz alta su dominio sobre mi cuerpo.
— ¡OH-CARAJO- SI! ¡AGUJEROS Y TETAS! —gritó, taladrándome sin piedad hasta donde topaba mi cérvix. Aguanté su brutalidad, gimiendo y chillando por el abuso— HEMBRA HERMOSA, OBEDIENTE Y SUMISA, FERTIL PARA PREÑARLA
Aprovechó mi flexibilidad para doblarme, levantando mi cadera y cintura del piso, mis rodillas casi tocaron mis hombros, lo que me obligó a soportar parte de su peso. Algo incómodo para mí, pero papá lo disfrutó mucho, dando violentas embestidas hasta que se corrió dentro de mí, entre sus jadeos roncos y mis quejidos alterados por sentir su lechita fluyendo en mi cavidad, directo a estrenar mi útero. Sin sacar su pene, buscó mis labios para ahondar en mi boca durante casi un minuto.
— Por tu culpa, te he preñado, ahora disfruta mi semilla —dijo con burla. Eso me preocupó, pero entendí que su instinto se lo exigió así, marcar bien a su hembrita. Sonreí y lo abracé con cariño, correspondiendo a sus besos— ¿Te gusta que papi te folle, que te use como depósito de leche?
— Me gusta… Gracias por darme lechita, papá —dije sinceramente, moviendo mi pelvis para apreciar su falo y su semen contenido en mí, adoré la sensación calientita y más por tratarse de él.
De algún modo agarró fuerzas 10 minutos después y, con la primera corrida aun dentro de mí, volvió a taladrarme ahí mismo, durante menos tiempo, pero con el mismo vigor y eyaculando de nuevo en mi interior. Cuando abandonó mi cavidad se escurrió su semen entre mis glúteos, el cual recolectó y esparció por mi cara.
— Increíble sexo —suspiró cansado, mirando mi pecho— Tetas tan bonitas —halagó y lengüeteó mis pezones, al tiempo que introdujo dos dedos en mi vagina para revolver el caldito de nuestros fluidos y me hizo saborearlo. Luego se levantó y mientras cerraba su pantalón me observó con cierta superioridad— Así se deja una hembra como tú después de usarla —sin decir más, se desentendió de mí.
Salió de la cocina, dejándome tirada en el piso, con las piernas abiertas y temblando por sentirme usada y abusada. Mi coñito quedó dilatado, rozado y aun expulsando la semilla de papá, que me tenía inquieta. Estuve un rato así en lo que me tranquilizaba, antes de ir a bañarme, aunque no sirvió de mucho, porque en la madrugada volvió a hacerme suya, siendo más severo conmigo.
Me despertó a las cinco de la mañana, ni para ir al colegio me levantaba a esa hora, pero mi papá ya podía darse un gusto antes de ir a trabajar. Recuerdo que me desperté cuando él empezó a quitarme el camisón y no le importó que yo estuviera medio dormida, enseguida me quitó las bragas e intento acomodarse sobre mí. Quise empujarlo a un lado, no me agradó que me despertara así, pero cometí un error y no tardó en corregirme. Tironeó mi cabello y me acomodó a lo ancho de la cama, dejando por fuera mis glúteos y mis piernas.
Ignorando mis quejas, se sentó a horcajadas sobre mi abdomen y apretó mis senos, aún sensibles y con los pezones irritados. Colocó su pene entre ellos y dejé de resistirme cuando lo escuché gemir mientras bombeaba entre mis tetas.
Minutos después se levantó y volvió a tirar de mi cabello, girándome para quedar de espaldas a él, con mi pecho recargado en la cama y mis rodillas en el suelo. Lloriqueé cuando me somató dos fuertes nalgadas en cada glúteo y, sin soltar mi pelo, apretó mi cuello con la otra mano.
— ¡No quiero desplantes, chichona! Yo decido cómo y cuándo te ensarto, y mientras me divierto preñándote, tu obligación es abrir las piernas, gemir como perra y recibir toda la semilla que te dé. No serás más que una funda y un par de tetas a mi disposición —sentenció, dando otro jalón a mi cabello y asentí intimidada por lo dijo.
Sin más por decir, elevó mi cadera para facilitar su acceso a mi abertura. No intenté llevarle la contra, su regaño fue suficiente para entender mi lugar en esa situación; cerré mis ojos y esperé por papá. Restregó su pene entre mis glúteos y presionó mi entrada vaginal, atravesándola cruelmente; enseguida resonaron mis gemidos llorosos y sus burlas de triunfo. Mientras su erección iba creciendo en mi cavidad, comenzó a embestirme y de nuevo reclamó en alto su dominio sobre mí.
—¡COÑITO TAN RICO, HECHO PARA MÍ! ¡PARA REVENTARLO-VIOLARLO! —recitó extasiado, penetrándome sin pausas y sin atenciones para mí.
Me dolió menos que la primera vez, pero aún dolió y a pesar de las ya brutales embestidas me obligó a mover mi cadera, atrás y adelante para intensificar la penetración; me estaba enseñando a disculparme por hacerlo enojar y a ser una mejor hembra para él. Completamente dócil mientras me taladraba ferozmente, manoseándome por todos lados y jalando mi cabello mantenerme sometida.
—A papá le gusta echártelos adentro —dijo entre jadeos. Apoyó sus manos sobre mi espalda para erguirse, recargando en mí todo su peso mientras me follaba, hasta que papi eyaculó una buena cantidad, lo que me hizo gemir de gusto, aunque preocupada— Listo, bonita —me dio una nalgada y salió lentamente, recolectando su semen para esparcirlo en mis glúteos— Cada vez que terminé de usarte me darás las gracias; después podrás encargarte de lo que resulte.
— Gracias por educarme, papi —dije de manera sumisa, al tiempo que jugueteó sus dedos en mi vagina, rozando mi clítoris levemente. Deseaba sentir mi orgasmo, pero no me lo concedió, ambos sabíamos que no me lo gané.
— Si te portas mejor, haré que me la mojes con tu agüita de hembra —se levantó, apoyándose en mi cadera y, sólo por ser cabrón, me empujó con su pie para que me cayera de la cama— Te veo más tarde, preciosa —se despidió, usando su voz paternal y no ese tono degenerado que usa cuando me está follando.
Después de que se fue, acaricié mi coño recién violado, aun caliente y palpitando, con su leche escurriendo. Me levanté como pude y me acosté, reflexionando sobre lo que hicimos y asumiendo que no había paso en retroceso. En apenas diez horas, papi ya me había preñado tres veces y yo no sabía que apenas era una muestra de lo que haría conmigo más adelante.
-❤-
Luego de esa primera vez, los encuentros con papá se volvieron parte de mi rutina y aun seguimos haciéndolo y me encanta.
En cuanto a mi mamá, nunca me ha recriminado nada, ni ha mencionado el tema, simplemente se retira cuando papá está rondando cerca de mí de forma sugerente. Creo que entendió que no seré yo quien lo acuse, mientras papi así lo quiera seguiré complaciéndolo.
He aprendido a satisfacerlo cómo a él le gusta, siguiendo siempre sus reglas impuestas para disfrutar nuestra perversión. Reglas que siempre lo favorecen a él, dándole toda la ventaja para aprovecharse de mí. Cuando se trata de atender a papi mi posición queda clara, su personalidad dominante y lo dócil que soy con él es una combinación perfecta cada vez que lo hacemos.
- Papá es primero. Como su hembra, sirvo y obedezco para satisfacerlo en cualquier momento que él desee, sin importar las circunstancias o lo ocupada que este. No debo cuestionarlo, quejarme, ni sugerir algo diferente de lo que papi exige, sólo estar dispuesta a atenderlo en el instante que quiera usarme. Cuando papá quiere sexo, dejo todo para dedicarme a él.
- Debo mostrar sumisión durante todo el acto. Siempre entendiendo que su placer es más importante y que puede someterme a su voluntad. Tan fuerte como quiera follarme y si llega a dolerme será porque papi así lo quiere, mi deber es motivarlo a seguir clavándome y nunca interrumpirlo en medio de su éxtasis. Además, él puede dirigirse a mí como quiera, pero yo debo mantener un tono servicial y sólo puedo llamarlo “papá” o “papi”.
- Sólo él tiene derecho a elegir qué agujero taladrar. Uno por uno o mezclarlos a su antojo, en las posiciones y velocidad que más le complazca; tiene libertad absoluta de hacer y escoger todo a su gusto. Cuando quiere partir mi culo me lo anticipa para que yo misma me preparé y papá no pierda tiempo en dilatarme, sólo puedo usar dos dedos y el resto lo parte él, aunque a veces cambia de opinión y de un momento a otro ya está reventando mi culito.
- Papi es un semental. No hay restricciones para él si quiere correrse dentro de mí, al terminar de follar, el resto es mi responsabilidad; fue así desde la primera vez, tal como empezó, papá siguió llenándome con su leche casi todos los días, sin ningún remordimiento, ni tregua para regularizar algún anticonceptivo. Y aunque le gusta usar todas mis cavidades, él prefiere mi coñito para dejarme preñada, es la mejor forma de mostrar dominación sobre mí y es parte del morbo.
-Debo ganarme mis orgasmos. Mi obligación es garantizar el máximo placer de papá, mínimo 15 veces durante el mes, mientras que él no está obligado a nada. Todos los esfuerzos siempre están enfocados en el placer de papi y me gusta que así sea; claro que disfruto mis orgasmos, pero incluso me emociona más cuando él está a punto de correrse. Escucharlo jadear desesperado, sentir su rica verga chocando en mi útero, el calor de su lechita llenándome, todo mientras veo su cara de satisfacción, relajado y feliz, hace que valga la pena darle ese gusto a mi semental.
- En presencia de papá, mis escotes deben ser generosos y sólo puedo usar faldas o vestidos; ropa fácil para todo lo que quiera hacerme cuando él lo desee. Vistiendo así he provocado que hasta mi abuelo y mis tíos reaccionen por instinto, a veces metiendo mano y un poco más cuando se lo han propuesto. También debo ir depilada, conservando un triangulito de bellos en mi pubis, bien recortado.
- Castigo y disciplina. Cualquier desplante o rechazo de mi parte será corregido por papá, de la forma que crea conveniente, aun cuando yo sienta que no cometí un error; él sabe cuándo es momento de darme una lección. Generalmente, abusándome más de lo ya lo hace, con juguetes para experimentar conmigo durante horas seguidas.
Esto es apenas un resumen de lo papá me ha hecho. Lo nuestro fue muy predecible por todo lo que hubo antes, aunque resultó más salvaje de lo que yo imaginé, pero no lo querría de otra forma. Por todo lo que papi dedica para mí, lo mínimo que merece es su fantasía como la imaginó, él dominando y yo rendida a sus órdenes.
Espero les haya gustado lo que compartí, quizá, más adelante contaré otras experiencias que he tenido.
Les dejo unas fotitos. 😙😋
En ese entonces, yo tenía 16 años y mi papá 37 años.
Mis padres ya estaban separados, pero seguían y siguen viviendo en la misma casa (en habitaciones separadas), así que yo podía convivir con ambos, sin resentir la ausencia de alguno.
No recuerdo el momento exacto en que me di cuenta de que él ya no me veía solo con amor paternal, su mirada empezó a ser más curiosa e invasiva sobre mi cuerpo.
Al principio creí que yo lo estaba malinterpretando, pero en cuanto fui consciente de su actitud me sentí intranquila y asustada. Aunque con el pasar de los meses también sentí curiosidad y tentación al descubrir que yo le atraía sexualmente a mi papá.
Al ser tetona y algo culona fue relativamente fácil comprender la atracción instintiva que mi papá estaba sintiendo por mí.
Físicamente me desarrollé rápido, sobre todo del busto. Desde mis 13 años fui la más chichona del salón, desde la secundaria y hasta la universidad; también de mi familia lo soy.
Uso brasier de talla 36-GG, más o menos 145cm de pechuga, que resaltan a primera vista y aunque alguna vez me avergonzaron, actualmente las cuido mucho y adoro tenerlas de este tamaño.
Saber que le atraía mi cuerpo me dio otra perspectiva de su persona y me gustó lo que analicé. Papá es un hombre maduro, llenito (no obeso), fornido de brazos y espalda, más alto que yo por 13cm, castaño, de facciones masculinas y ojos color miel, que yo heredé, aunque los suyos reflejan más experiencia.
Así que empecé a usar minifaldas, vestidos provocativos, escotes pronunciados y apretados. Me vestía para darme gusto, pero también me interesaba atraer la atención de papá y lo conseguí. Me encantaron sus primeras reacciones al verme con falditas que revelaban más de lo que deberían y escotes a punto de reventar por estar aguantando el peso de mis tetas.
Eso provocó que, a veces, mi papá soltara frases con doble sentido y se mantuvo así por un tiempo, sólo de morboso, sin intentar manosearme, ni por accidente. No estaba segura si en algún momento se atrevería a tocarme de más, pero mi padre en ese aspecto es impulsivo y lo aprendí bien desde la primera vez que me hizo suya.
Lo que iba a ser un día común, se convirtió en la fecha que fui desvirgada salvajemente por papá y desde entonces no ha dejado de excederse con mi cuerpo; sabe que nadie va a impedírselo, ni siquiera yo. Ha hecho de mí una hembrita complaciente para él y me encanta serlo.
-❤-
Ese día creo que era jueves, yo estaba de vacaciones y tenía el plan de hacer nada. Después de mi rutina y otras actividades simples, me dediqué a ver series y películas, hasta la hora en que mis padres regresaban de trabajar. Generalmente, después de las cinco de la tarde, a veces llegaba primero mi mamá y otras veces mi papá.
En cuanto recibí un mensaje de mi mamá, diciendo que llegaría pronto, subí a ducharme; esa noche elegí un camisón rosa, cortito y escotado y me puse unas bragas de encaje, también me pinté los labios y fue todo. No necesitaba más, ya sabía lo que a papá le llamaba la atención de mi físico y no tenía reparo en demostrarlo.
Cerca de las seis de la tarde llegó mi mamá y las dos comenzamos a cenar, platicando de varios temas, como normalmente lo hacemos. Cuando terminamos, mi mamá subió a su habitación y yo me quedé lavando los trastes. Casi a los diez minutos escuché el portón automático abriéndose, supe enseguida que mi papá se estaba estacionando.
Continué lavando sin problema, hasta que entró a la cocina y me saludó con un besito en la mejilla como siempre, pero lo sentí diferente esa vez. Le regresé el saludo y seguí con lo mío, viendo de reojo que estaba curioseando en el refrigerador, después se acercó a la estufa, en donde estaba su porción de la cena. Al ver que no se sirvió nada, giré mi cara para verlo, sonrojándome cuando hicimos contacto visual.
Es cierto que yo quería captar su atención, pero no dejaba de sentir pudor. No había sentido esa tensión sexual con nadie y tampoco había tenido novio, nada que pudiera usar como referencia para saber cómo actuar y disimular mi pena.
— ¿No vas a comer? —le pregunté, intentando ignorar la tensión entre los dos y no sentirme intimidada.
No recuerdo con exactitud todas las palabras que me dijo ese día, pero sí las que tuvieron mayor impacto en mí, por ser la primera vez que lo escuché hablarme de forma tan depravada.
— Se me antoja algo más rico —respondió, acercándose por un lado. Miró mi escote y posó su mano derecha en mi espalda baja— Una buena carnita fresca —dejé de lavar los platos e intenté alejarme un paso.
Por un momento pensé en irme y refugiarme en mi habitación. Me asustó la idea de pasar a un nivel mayor de perversión, sin darme tiempo a asimilarlo. Como sea, no pude escapar. Se colocó detrás de mí y apretujó mis senos con ambas manos; me sobresalté e intenté apartarlo, pero jaloneó molesto mi cabello y chistó en mi oído como advertencia. De nuevo apretó mis pechos y su fuerza en las manos me hizo entender una amenaza implícita si me resistía. No quería hacerlo enojar más; mi miedo me dijo que la mejor opción era dejarlo manosearme un poco, inocentemente creí que no me haría nada más ese día.
Me acarició por encima de la tela y delineó con sus dedos el borde de mi escote, luego repitió la acción por dentro de mi brasier y casi rozó mis pezones. Comencé a temblar nerviosa cuando intentó sostener todo el volumen de mis pechos entre sus manos.
— No caben, mi tetona —se burló por no poder cubrirlas por completo y las elevó para dejarlas caer; yo agaché mi cara, avergonzada de ver mis tetas rebotando en sus manos— Estas ubres me están pidiendo que las ordeñe —sus palabras me pusieron más nerviosa y de repente bajó los tirantes de mi camisón y mi brasier, restregando su entrepierna en mi trasero— Disfruto mucho que te exhibas delante de mí, preciosa, pero enseñar las tetas y el culo frente a papá es peligroso, no soy de piedra. Me gusta lo que ofreces y va a ser mío primero —me advirtió, besando mi nuca—Una hembra de carnita joven y virgen para estrenarla —volvió a burlarse, frotando una mano sobre mi vulva, acción que me hizo apretar las piernas y jadear inquieta— ¿Querías provocarme, chichona? Pues ahora servirás como depósito para mi leche —indicó, jaloneando fuerte mi cabello con su otra mano para intimidarme y yo asentí, insegura y asustada.
No estaba convencida de querer hacerlo así. Había imaginado cómo me trataría al hacerme suya, pero empecé a entender que mi fantasía era más tierna de lo que papá me tenía preparado.
Me quitó el camisón de un tirón y me hizo girar para quedar frente a frente. Sus ojos y sus manos se posaron en mis tetas, apretándolas y rebotándolas para que se salieran de mi brasier; uno de mis pezones se asomó y mi papá lo apretó, antes de lamerlo como si saboreara un chocolate. Yo sólo pude jadear, inquieta y a la expectativa de sus acciones.
Se entretuvo rebotando mis ubres hasta que se salieron por completo para deleite de mi papá; me quitó el brasier y hundió su rostro en medio, antes de besuquearlas por todo su volumen. Al mismo tiempo, bajó mis bragas, manoseó mi cuerpo de arriba abajo y de lado a lado; me sentí vulnerable, pero no luché contra él. Debía asumir las consecuencias de haber provocado a papá.
Como hombre que gusta de una mujer, está en todo su derecho de ver y disfrutar mi cuerpo a su antojo; a nivel instintivo como macho, exige una hembra a su gusto que se someta a él para ser preñada y al ser mi padre puede ejercer su autoridad para hacerme cumplir mi deber. Deber que adquirí desde que papi me detectó como una mujer atractiva para saciarlo, una hembra ideal para fertilizar su esperma y, siendo su hija, adolescente y virgen, vio en mí un afrodisiaco prohibido.
— Vas a ir entendiendo cuál es tu lugar y tus obligaciones como mi hembra —no sabía todo lo que implicaba, pero anticipé que deseaba completa obediencia de mi parte. Sin soltar mis pechos, me guío hacia atrás para acorralarme en una esquina, juntó mis senos para unir ambos pezones y los lengüeteó al mismo tiempo, haciéndome gemir ansiosa—¡Críame con tus ricas mamilotas! —exigió caprichoso, chupando y succionando mis pezones, hambriento de teta grande; casi enloqueció— ¡Magnificas tetotas-Chichotas ricas! ¡DAME TETA MAMI! —gritó sin preocupación, lo que me hizo angustiar por un momento; no éramos los únicos en casa, pero eso no lo detuvo y yo no lo detendría, había conseguido excitarme y empecé a lubricar— Estas perfecta para que papi se desleche.
Mientras me ordeñaba las ubres, comenzó a apretujar mis glúteos, jugueteando sus dedos sobre mis entradas. Yo estaba extasiada por la seguridad que él mostraba al tocarme, como sintiéndose dueño de mi cuerpo. Mis gemidos empezaron a ser más ruidosos, gracias a su insistente lengua en mis pezones y sus caricias en mi vulva.
Poco a poco, me animé a abrazarlo y a acariciar su rostro para mostrar lo receptiva que estaba ante sus demandas de placer. Tan receptiva que gimoteé de gusto cuando clavó de golpe dos dedos en mi vagina, sentí un ligero ardor, pero me agradó cuando jugueteó sus dedos dentro de mí.
— Ya estás mojada, mi amor —dijo con ternura y dejó de saborear mis senos para besarme.
Eso me derritió, el beso de papá fue perfecto, exploró mi boca durante unos minutos, hasta dejarme sin aliento. Luego descendió por mi cuerpo haciendo un camino de besos en mi vientre, mi pubis y mis muslos. Desabotonó su camisa, se puso en cuclillas y elevó una de mis piernas sobre su hombro, quise moverme para evitarlo porque papá empezó a acercar su cara y yo sabía lo que iba hacer, pero me dio pena y me tapé los ojos, esperando su siguiente acción. Sin importarle mi conflicto, besuqueó mi vulva, ocasionándome un temblor en las piernas.
— Quieres que papi te ensarte, ¿Cierto? —en cuanto dijo eso, abrió mis labios vaginales y deslizó su lengua entre ellos varias veces, adentrándola en mi cavidad— Sabes a hembrita en celo, exquisita —afirmó, lengüeteando rápido mi entrada; yo apenas podía sostenerme de las encimeras y empecé a gemir más alto cuando su lengua rozó mi clítoris— Es el coñito más joven que he tenido para mí, quiero meterte hasta los huevos.
— Los recibiré —quise intentar usar el mismo lenguaje morboso que él— Lléname con tu lechita, papá —dije provocativa, aguantándome la vergüenza de hablarle así.
Al escuchar eso dejó de atenderme, se levantó y jaló mi cabello, manipulándome brusco para arrodillarme ante él. Abrió su bragueta y bajó un poco su pantalón para liberar su erección; una verga gruesa, de 17cm de largo, que me encanta, aunque a veces duele… duele muy rico. 😍
— Primero muéstrame respeto, tetona, saluda con un beso y haz que sirva para algo útil esa boquita —ordenó, manoseando su miembro enfrente de mi cara sonrojada.
No sabía la manera correcta de hacerlo, pero obedecí, besé la punta de su pene y comencé a estimularlo con mis manos para familiarizarme con cada parte, lo masturbé unos minutos y al escucharlo jadear me animé a ofrecerle mi boca. Lamí, chupé y succioné su longitud, su glande y sus testículos varias veces; sabía amargo y salado, lo sentí endurecerse e intenté deslizar todo su miembro dentro de mi boca, aunque no pude engullirlo por completo. Entonces papá me reprendió, dándome instrucciones y posicionó mi cabeza de forma adecuada para lograr metérmela hasta la garganta, primero lo hizo despacio dos veces y luego repitió la acción con mucha fuerza, asustándome cuando llenó de golpe mi boca y obstruyó mi faringe unos segundos. Poco le importó que yo no tuviera experiencia y, tomándome de la cabeza, forzó toda su verga en mi garganta, ahogándome con feroces embestidas mientras mi saliva y mis lágrimas escurrían. Me sentí algo violentada, pero nada pude hacer para detenerlo, sólo seguir chupándosela a papi y rendirme ante su dominación.
Cuando ya estaba acostumbrándome a sentir su falo jodiendo velozmente mi boca, papá interrumpió el acto y volvió a jalarme del cabello, levantándome para acorralarme en la esquina, en donde recargó mi espalda sobre la encimera. Se inclinó un momento para besarme, antes de abrir y sostener mis piernas en alto, formando una V.
— Papi va a preñarte, preciosa. La verga de papá quiere vagina, quiere culo —anunció y yo asentí, sonrojada por sus palabras y por estar haciendo contacto visual. Elevó más mis piernas y frotó su pene duro entre mis labios vaginales, antes de presionar la punta en mi entrada— ¡Un coñito tan apretado y virgen se revienta ASI! —gritó, embistiéndome fuerte y yo chillé de dolor al ser ensartada de golpe. Pero no entró completo en los primeros intentos, entonces papi se emocionó y tomó más impulso para penetrarme; cuando quise detenerlo apartó mi manos— ¡QUE HOYO MÁS RICO! ¡PARA ROMPERLO Y VIOLARLO! ¡TOMA! —se desquitó y me clavó con brutalidad hasta topar con mi cérvix. Volví a chillar adolorida y me mostró sus dedos manchados con sangre de mi himen roto—Sangrita virgen, me encanta. ¡COÑO SABROSO-APRETADO-RICO-NUEVO! —vociferó extasiado, sacando todo su miembro para introducirlo con fuerza varias veces, desvirgándome cruelmente para su propio placer.
— Papi, espera… ¡Me duele-duele! —reproché, lagrimeando y con quejidos llorosos, pero sólo se burló y, sin dejar que me acostumbrara a su verga, siguió ensartándome, sosteniendo mis muslos en alto— ¡Bestia!
— ¡DELICIOSO AGUJERO! —ignoró mi queja y me penetró con más saña, observando orgulloso como su falo se hundía en mi cavidad— Sólo tienes una opción, chichona, abrirte más para papi —se mofó, sabiendo que tenía razón; no se iba a detener, ya había perforado mi coñito y quería destrozarlo— A taladrarte, puta tetona —anunció, ansioso por disciplinar a su hembra.
Mis gemidos agudos resonaron alto, me dolía, pero también había algo rico en esa fricción y el morbo me ganó. Mientras entraba y salía a su gusto, mis tetas rebotaban en círculos, hipnotizando los ojitos de papá, quien no dudo en estrujarlas y criarse con ellas.
Medio acostada sobre la encimera, con mi trasero y mis piernas sostenidas en el aire, me sometió a recibirlo. Cada vez se escuchaba más el sonido húmedo y viscoso de nuestros fluidos y mi sangre mezclándose en mi interior, haciendo más fácil que su falo gordo entrara a profundidad en mi vagina.
— ¿A quién le perteneces, tetona? —enseguida entendí lo que él quería escuchar. Era suya.
— A ti, papi —sonrió ante mi respuesta y aceleró el ritmo, haciéndome gritar por él— ¡AUCH-PAPI-PAPI-AY-AH!
Aunque me dolía, aprecié la intimidad que se creó entre los dos y ver gestos de placer que no le conocía hizo que todo se sintiera correcto para mí. Mientras más fuerte me penetraba, más deseaba obtener su aprobación y servirle como él quería. Un hombre dominando mujer, macho sometiendo hembra, papá abusando de hija.
En eso estábamos cuando, de repente, alcancé a ver que se asomó mi mamá por la puerta, en completo shock. Sentí que mi estómago se hundió por el susto de verla ahí, pero es tan extraña la perversión del ser humano; porque en lo único que pensé fue en papi, no quería que nada arruinara su excitación. Papá no lo supo, él estaba de espaldas a la puerta, ignorando todo lo que no tuviera que ver conmigo.
Ante la mirada de mi mamá, besé a papá y abrí más las piernas, provocándole jadeos roncos al creer que lo estaba incitando a ser más rudo y así lo hizo, con mis gemidos agudos de fondo. La vi irse resignada y regresé mi atención al caballero que parecía querer atravesar mi útero, lo me ofreció un dolor placentero. Volví a besarlo y acaricié su rostro, admirándolo, dispuesta a consentirlo más.
— Así, bien abierta y venerando a tu macho —dijo excitado, haciendo movimientos circulares con su pene y estimulando mi clítoris con su mano.
Esa fricción me provocó gemidos ansiosos, fue abrumador y placentero. Papá detuvo las penetraciones al ver que yo estaba a punto de tener un orgasmo y sólo bastó un minuto de caricias en mi clítoris para perderme. Gemí fuerte y me estremecí como nunca, crispando mis dedos mientras mis piernas temblaban y mi coño se mojaba con mi propio fluido. Era mi primer orgasmo provocado por un hombre.
Me sentí tan feliz, que no me importó ser follada como una puta. Apretando mi cuello, me acostó sobre el piso frio y rápidamente colocó mis piernas sobre sus hombros y me ensartó sin cuidado; como si estuviera haciendo flexiones continuó abusándome mientras yo deslizaba mis manos por su cara y entre su pelo. Pronto se sobre excitó y reclamó en voz alta su dominio sobre mi cuerpo.
— ¡OH-CARAJO- SI! ¡AGUJEROS Y TETAS! —gritó, taladrándome sin piedad hasta donde topaba mi cérvix. Aguanté su brutalidad, gimiendo y chillando por el abuso— HEMBRA HERMOSA, OBEDIENTE Y SUMISA, FERTIL PARA PREÑARLA
Aprovechó mi flexibilidad para doblarme, levantando mi cadera y cintura del piso, mis rodillas casi tocaron mis hombros, lo que me obligó a soportar parte de su peso. Algo incómodo para mí, pero papá lo disfrutó mucho, dando violentas embestidas hasta que se corrió dentro de mí, entre sus jadeos roncos y mis quejidos alterados por sentir su lechita fluyendo en mi cavidad, directo a estrenar mi útero. Sin sacar su pene, buscó mis labios para ahondar en mi boca durante casi un minuto.
— Por tu culpa, te he preñado, ahora disfruta mi semilla —dijo con burla. Eso me preocupó, pero entendí que su instinto se lo exigió así, marcar bien a su hembrita. Sonreí y lo abracé con cariño, correspondiendo a sus besos— ¿Te gusta que papi te folle, que te use como depósito de leche?
— Me gusta… Gracias por darme lechita, papá —dije sinceramente, moviendo mi pelvis para apreciar su falo y su semen contenido en mí, adoré la sensación calientita y más por tratarse de él.
De algún modo agarró fuerzas 10 minutos después y, con la primera corrida aun dentro de mí, volvió a taladrarme ahí mismo, durante menos tiempo, pero con el mismo vigor y eyaculando de nuevo en mi interior. Cuando abandonó mi cavidad se escurrió su semen entre mis glúteos, el cual recolectó y esparció por mi cara.
— Increíble sexo —suspiró cansado, mirando mi pecho— Tetas tan bonitas —halagó y lengüeteó mis pezones, al tiempo que introdujo dos dedos en mi vagina para revolver el caldito de nuestros fluidos y me hizo saborearlo. Luego se levantó y mientras cerraba su pantalón me observó con cierta superioridad— Así se deja una hembra como tú después de usarla —sin decir más, se desentendió de mí.
Salió de la cocina, dejándome tirada en el piso, con las piernas abiertas y temblando por sentirme usada y abusada. Mi coñito quedó dilatado, rozado y aun expulsando la semilla de papá, que me tenía inquieta. Estuve un rato así en lo que me tranquilizaba, antes de ir a bañarme, aunque no sirvió de mucho, porque en la madrugada volvió a hacerme suya, siendo más severo conmigo.
Me despertó a las cinco de la mañana, ni para ir al colegio me levantaba a esa hora, pero mi papá ya podía darse un gusto antes de ir a trabajar. Recuerdo que me desperté cuando él empezó a quitarme el camisón y no le importó que yo estuviera medio dormida, enseguida me quitó las bragas e intento acomodarse sobre mí. Quise empujarlo a un lado, no me agradó que me despertara así, pero cometí un error y no tardó en corregirme. Tironeó mi cabello y me acomodó a lo ancho de la cama, dejando por fuera mis glúteos y mis piernas.
Ignorando mis quejas, se sentó a horcajadas sobre mi abdomen y apretó mis senos, aún sensibles y con los pezones irritados. Colocó su pene entre ellos y dejé de resistirme cuando lo escuché gemir mientras bombeaba entre mis tetas.
Minutos después se levantó y volvió a tirar de mi cabello, girándome para quedar de espaldas a él, con mi pecho recargado en la cama y mis rodillas en el suelo. Lloriqueé cuando me somató dos fuertes nalgadas en cada glúteo y, sin soltar mi pelo, apretó mi cuello con la otra mano.
— ¡No quiero desplantes, chichona! Yo decido cómo y cuándo te ensarto, y mientras me divierto preñándote, tu obligación es abrir las piernas, gemir como perra y recibir toda la semilla que te dé. No serás más que una funda y un par de tetas a mi disposición —sentenció, dando otro jalón a mi cabello y asentí intimidada por lo dijo.
Sin más por decir, elevó mi cadera para facilitar su acceso a mi abertura. No intenté llevarle la contra, su regaño fue suficiente para entender mi lugar en esa situación; cerré mis ojos y esperé por papá. Restregó su pene entre mis glúteos y presionó mi entrada vaginal, atravesándola cruelmente; enseguida resonaron mis gemidos llorosos y sus burlas de triunfo. Mientras su erección iba creciendo en mi cavidad, comenzó a embestirme y de nuevo reclamó en alto su dominio sobre mí.
—¡COÑITO TAN RICO, HECHO PARA MÍ! ¡PARA REVENTARLO-VIOLARLO! —recitó extasiado, penetrándome sin pausas y sin atenciones para mí.
Me dolió menos que la primera vez, pero aún dolió y a pesar de las ya brutales embestidas me obligó a mover mi cadera, atrás y adelante para intensificar la penetración; me estaba enseñando a disculparme por hacerlo enojar y a ser una mejor hembra para él. Completamente dócil mientras me taladraba ferozmente, manoseándome por todos lados y jalando mi cabello mantenerme sometida.
—A papá le gusta echártelos adentro —dijo entre jadeos. Apoyó sus manos sobre mi espalda para erguirse, recargando en mí todo su peso mientras me follaba, hasta que papi eyaculó una buena cantidad, lo que me hizo gemir de gusto, aunque preocupada— Listo, bonita —me dio una nalgada y salió lentamente, recolectando su semen para esparcirlo en mis glúteos— Cada vez que terminé de usarte me darás las gracias; después podrás encargarte de lo que resulte.
— Gracias por educarme, papi —dije de manera sumisa, al tiempo que jugueteó sus dedos en mi vagina, rozando mi clítoris levemente. Deseaba sentir mi orgasmo, pero no me lo concedió, ambos sabíamos que no me lo gané.
— Si te portas mejor, haré que me la mojes con tu agüita de hembra —se levantó, apoyándose en mi cadera y, sólo por ser cabrón, me empujó con su pie para que me cayera de la cama— Te veo más tarde, preciosa —se despidió, usando su voz paternal y no ese tono degenerado que usa cuando me está follando.
Después de que se fue, acaricié mi coño recién violado, aun caliente y palpitando, con su leche escurriendo. Me levanté como pude y me acosté, reflexionando sobre lo que hicimos y asumiendo que no había paso en retroceso. En apenas diez horas, papi ya me había preñado tres veces y yo no sabía que apenas era una muestra de lo que haría conmigo más adelante.
-❤-
Luego de esa primera vez, los encuentros con papá se volvieron parte de mi rutina y aun seguimos haciéndolo y me encanta.
En cuanto a mi mamá, nunca me ha recriminado nada, ni ha mencionado el tema, simplemente se retira cuando papá está rondando cerca de mí de forma sugerente. Creo que entendió que no seré yo quien lo acuse, mientras papi así lo quiera seguiré complaciéndolo.
He aprendido a satisfacerlo cómo a él le gusta, siguiendo siempre sus reglas impuestas para disfrutar nuestra perversión. Reglas que siempre lo favorecen a él, dándole toda la ventaja para aprovecharse de mí. Cuando se trata de atender a papi mi posición queda clara, su personalidad dominante y lo dócil que soy con él es una combinación perfecta cada vez que lo hacemos.
- Papá es primero. Como su hembra, sirvo y obedezco para satisfacerlo en cualquier momento que él desee, sin importar las circunstancias o lo ocupada que este. No debo cuestionarlo, quejarme, ni sugerir algo diferente de lo que papi exige, sólo estar dispuesta a atenderlo en el instante que quiera usarme. Cuando papá quiere sexo, dejo todo para dedicarme a él.
- Debo mostrar sumisión durante todo el acto. Siempre entendiendo que su placer es más importante y que puede someterme a su voluntad. Tan fuerte como quiera follarme y si llega a dolerme será porque papi así lo quiere, mi deber es motivarlo a seguir clavándome y nunca interrumpirlo en medio de su éxtasis. Además, él puede dirigirse a mí como quiera, pero yo debo mantener un tono servicial y sólo puedo llamarlo “papá” o “papi”.
- Sólo él tiene derecho a elegir qué agujero taladrar. Uno por uno o mezclarlos a su antojo, en las posiciones y velocidad que más le complazca; tiene libertad absoluta de hacer y escoger todo a su gusto. Cuando quiere partir mi culo me lo anticipa para que yo misma me preparé y papá no pierda tiempo en dilatarme, sólo puedo usar dos dedos y el resto lo parte él, aunque a veces cambia de opinión y de un momento a otro ya está reventando mi culito.
- Papi es un semental. No hay restricciones para él si quiere correrse dentro de mí, al terminar de follar, el resto es mi responsabilidad; fue así desde la primera vez, tal como empezó, papá siguió llenándome con su leche casi todos los días, sin ningún remordimiento, ni tregua para regularizar algún anticonceptivo. Y aunque le gusta usar todas mis cavidades, él prefiere mi coñito para dejarme preñada, es la mejor forma de mostrar dominación sobre mí y es parte del morbo.
-Debo ganarme mis orgasmos. Mi obligación es garantizar el máximo placer de papá, mínimo 15 veces durante el mes, mientras que él no está obligado a nada. Todos los esfuerzos siempre están enfocados en el placer de papi y me gusta que así sea; claro que disfruto mis orgasmos, pero incluso me emociona más cuando él está a punto de correrse. Escucharlo jadear desesperado, sentir su rica verga chocando en mi útero, el calor de su lechita llenándome, todo mientras veo su cara de satisfacción, relajado y feliz, hace que valga la pena darle ese gusto a mi semental.
- En presencia de papá, mis escotes deben ser generosos y sólo puedo usar faldas o vestidos; ropa fácil para todo lo que quiera hacerme cuando él lo desee. Vistiendo así he provocado que hasta mi abuelo y mis tíos reaccionen por instinto, a veces metiendo mano y un poco más cuando se lo han propuesto. También debo ir depilada, conservando un triangulito de bellos en mi pubis, bien recortado.
- Castigo y disciplina. Cualquier desplante o rechazo de mi parte será corregido por papá, de la forma que crea conveniente, aun cuando yo sienta que no cometí un error; él sabe cuándo es momento de darme una lección. Generalmente, abusándome más de lo ya lo hace, con juguetes para experimentar conmigo durante horas seguidas.
Esto es apenas un resumen de lo papá me ha hecho. Lo nuestro fue muy predecible por todo lo que hubo antes, aunque resultó más salvaje de lo que yo imaginé, pero no lo querría de otra forma. Por todo lo que papi dedica para mí, lo mínimo que merece es su fantasía como la imaginó, él dominando y yo rendida a sus órdenes.
Espero les haya gustado lo que compartí, quizá, más adelante contaré otras experiencias que he tenido.
Les dejo unas fotitos. 😙😋
21 comentarios - Papá me convirtió en su hembra