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Otra fantasia de mi maridito

—No te pongas nada debajo—, le pedí por teléfono antes de nuestra salida al cine. Ella es morocha, ojos verdes, grandes pechos y una líbido deliciosamente perversa. Nuestra relación, de hecho, era 80 % sexo. Aceptó mi propuesta, la pasé a buscar y se subió al auto con esa sonrisa cómplice que le hacía brillar los ojos. Entramos a la sala, a ver una peli en la que actuaba Cameron Díaz cuyo nombre no recuerdo y no tiene importancia. Era invierno y por ende, nuestros abrigos descansaban en los regazos de ambos. Al correr la película comencé a deslizar una de mis manos por debajo de su saco y hasta su pollera... no fue difícil sortear ese obstáculo y llegar a su deliciosa y depilada conchita. Mis dedos empezaron su faena, jugar con su clítoris, meterlos primero uno, luego dos y alternando, llegar a sus puntos de placer. El juego era que no se note lo que hacíamos pero ella de a poco fue abriendo las piernas y sus labios se despegaron mientras sus ojos se cerraban... llegó su primer orgasmo. Con mis dedos mojados por sus jugos era más fácil seguir dándole placer. Ella no se contuvo y por debajo de mi abrigo llegó a mi pantalón, bajó el cierre, y sacó mi pija que ya hervía de calentura. Comenzó a subir y bajar con su mano procurando que no se notase lo que hacía.. a lo lejos una chica en la misma fila de asientos ya estaba más pendiente de nuestros movimientos que de lo que pasaba en la pantalla. Aceleré el ritmo de mis caricias y me regaló otro orgasmo más intenso que el anterior mientras apretaba fuerte mi verga. Deje que se relajara y acomodara su ropa al tiempo que yo lamía mis dedos disfrutando de su nectar, se acerca a mi oído y me susurra —sos un hijo de puta—. Terminó la peli y el viaje a mi casa fue con ella chupandome la pija con toda intensidad y con su lengua llevándome al cielo. Tuve que parar a un costado de la calle cuando estaba por acabar o perdía el control del auto. Largos y densos chorros de leche caliente llegaron a su garganta y no salieron. Me miró de vuelta con esa sonrisa morbosa y me dijo — no sabes la noche que te espera

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