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Después de un instante de silencio, Romina me miró y me dijo, mientras se incorporaba en la cama: "¿Llegaste bien?".
Por lo visto había decidido no hacer alusión a la extraña situación de que yo, su hermano, la estuviera mirando dormida, con la marca de la pija dura abajo del pantalón.
Yo, igual, seguía estático por el hecho de haber sido descubierto.
Ella bostezó, se sentó en la cama y con la palma golpeó el espacio a su lado, para indicarme que me sentara ahí.
La habitación, así a oscuras, apenas iluminada por la luz de la luna que entraba por la ventana, me llevó a pensar que quizá ella no había notado mi erección...
Pero enseguida me dijo mirando mi entrepierna:
- Y mirá que garchaste lindo con Tati esta semana, y así y todo seguís bastante excitado...
No sabía qué decir. No esperaba un comentario tan directo.
- Bueno. Vos también resultante tremenda zorra, con Pedro, también...- me salió decirle, pero me arrepentí en el momento.
- ¡Ay! Me dolió eso que dijiste... Sí, la pasé bien con Pedro, pero no sé si vos no la pasaste mejor con Tati...
El tono en el que lo dijo denotaba cierto rencor. Tal vez celos. No sé si se daba cuenta que, de alguna manera, dejaba en evidencia que nos había estado espiando el otro día.
- ¿Qué pasa? ¿Estás celosa de mí?- decidí preguntar directamente.
- Más vale.- me sorprendió ella con su respuesta. - sos mi hermano. Más bien que sí. Me hace ruido que estés con una amiga mía.
Al decirlo me corrió la mirada de la cara. Miraba hacia abajo y hacía, con una mano, unos dibujos imaginarios sobre sus rodillas.
- ¿Solo por eso?¿Porque era tu amiga estabas celosa?
Ella movió los labios como para decir algo pero finalmente no dijo nada. Yo decidí avanzar un poco más.
- A mí me mató verte con Pedro. Me puso muy nervioso, creo que por eso estuve con Tati, nada más...
Ella me miró de nuevo. No terminaba de entender si en su cara había confusión o indignación.
- ¿De qué estás hablando?¿A vos qué te molesta Pedro? Pedro no es tu amigo.- me dijo con un poco de enojo.
- No. -le respondí inmediatamente- vos eras la que me generabas celos...
Ella se quedó en silencio.
- No entiendo. ¿Celos por mí, decís? Pero... yo soy tu hermana...
- ¡Y qué!- me la jugué. - Me dió celos. ¿O acaso me vas a decir que todo lo que pasa entre nosotros es normal?
- ¿Entre nosotros?-dijo ella, poniendo cara de sorprendida.- ¿Cómo entre nosotros?
En este punto la cabeza me daba vueltas para todos lados. Sentía el vértigo de estar cayendo en picada hacia algún lugar en donde no sabía si tendría contención o si me iba a hacer mierda contra el suelo.
- Pará Romi.- la apuré- hablemos claro. A vos también te genera algo esta situación. Algo te pasa, no lo podes negar...
- ¿De qué hablas?- se hizo la desentendida.
- ¿De qué hablo? ¡Dale! Ya sé que me espias. Que te gusta verme desnudo y que lo hacés cuando traigo a alguien a casa, también...
La cara de ella cambió drásticamente. Se sintió descubierta. Pero se puso a la defensiva.
- Eso... Eso... Fué sin querer. Además habrá pasado alguna vez. No es que lo haga todo el tiempo...
- Dale Romi. ¿Y lo de la otra noche?¿Qué me vas a decir?¿Que fué sin querer?
- ¿Cuál noche?- me dijo, con una mirada confusa y temerosa.
- Esa noche que nos juntamos a ver las películas de terror y terminamos frotándonos hasta acabar juntos en el sillón de la sala...
La cara se le desarmaba. Parecía incrédula y asustada.
- Eso... ¿Pasó en serio?- dijo lentamente, como recordándolo repentinamente.- ¿Pasó de verdad...?
- Sí. Romi. Pasó de verdad.
Ella se tomó la frente. Miró para todos lados y finalmente, con los ojos vidriosos, dijo:
- Perdoname...Perdoname. No sé qué me pasó. Debo haber estado muy borracha...
- No, Romi. No. Yo también tuve la culpa. No te pongas así. Me encantó lo que pasó.
Ella largó un pequeño llanto en ese momento, pero enseguida me sonrió, nerviosa, y me dijo: "¿En serio?".
Su cara estaba tan hermosa en ese instante a. Esa sonrisa en medio de sus lágrimas, me conmovió.
Me moría de ganas de besarla y abrazarla.
Pero me contuve. Tenía dudas aún.
Con una mano le acaricié el hombro y el cuello. Ella recostó su mejilla sobre mi mano. Me miraba a la cara. Sonreía. Bajaba los ojos. Me daba un beso en la mano, mientras le acariciaba el rostro.
Me acerqué un poco más a ella. Nos reímos. Fuerte. Apoyé mi frente en su hombro. Sentí el calor de su cuerpo. Sentí ese aroma de su piel que me enloquecía. Y le besé el cuello. Ella se dejó.
A cada beso lo premiaba con un leve gemido. Después, apoyó su mano en mi muslo, sosteniéndose.
Giré su cara con mi mano y busqué su boca. Ella me apretó la mano en la pierna. Sentí el aire que salía de su naríz y me llené de el. Sentí sus labios, suaves, tibios. Los presioné con los míos hasta sentir la puntita de su lengua, mordida entre sus dientes. Ella me apoyó una mano en el pecho. Y me dijo:
- No. Pará. No dá. Somos hermanos. ¿Qué hacemos...?
Se notaba que todo eso se lo decía a ella misma. Tratándose de convencer.
A la vez seguía acariciándome la pierna con una mano y el pecho con la otra.
Entendí que no podía forzar la situación. Lo mejor era seguir hasta donde nos sintieramos cómodos.
Probé ir deslizando mi mano, desde su rostro hasta sus pechos. Ella no se opuso. Le levanté la remera y los dejé así, completamente exhibidos. Después empecé a tocar uno. Ella me confesó:- siento que me arden los pezones. Los siento calientes. Siento una electricidad en todo el cuerpo...
Yo seguí acariciándoselos y ella me dejaba. Le gustaba. Lentamente su mano se acercaba a mi entrepierna, que ya marcaba lo dura que tenía la poronga. Con sus dedos ya me tocaba la cabeza.
Después apoyó su mano abierta sobre la pija. Cómo queriendo agarrarla a través de la tela. La ví mordiéndose la lengua.
"La tenés re dura..." me dijo.
Yo bajé el cierre de mi pantalón, para animarla a seguir jugando. Ella desabrochó el botón. Y liberó la poronga, que salió lentamente, como un animal de su cueva. Romina la rodeó con la mano. Y la apretó. "¿Te molesta?" me preguntó. Le hice que no con la cabeza y ella me dijo: "está húmeda y caliente...", después se olió la mano y me dijo: "hijo de puta, que olor a pija tan rico..."
Con las dos manos empezó a jugar con el miembro. Me lo recorría con las yemas, me bajaba la piel estirándola hasta el límite, me lo apretaba con fuerza...
Yo, mientras tanto, fuí bajando una mano por su vientre hasta lograr meterla por debajo de su bombacha.
Ella separó un poco las piernas para mí. Llegué a su sexo. También caliente. También húmedo. Muy húmedo. Ella me vió llevarme los dedos a la boca para saborearlo, abrió grandes los ojos y soltó un resoplido.
Nos acariciamos así, con las manos cruzadas. Buscándonos la mirada. Improvisando un juego. Un nuevo juego que volvíamos a compartir.
Cada tanto alguno perdía la capacidad de mantener la vista fija y se estremecía o temblaba.
Su mano acariciaba mi pija de una manera tan tierna y caliente... No logro entender por qué el corazón me latía tan fuerte cada vez que mis dedos llegaban a su concha y se hundían en ella.
El calor nos ganaba. Ninguno cedía. Éramos concientes del placer que le estábamos generando al otro. La velocidad de nuestros dedos aumentaba.
Nuestras caras se acercaban cada vez más hasta que mi frente quedó apoyada sobre la suya.
El aire sofocante que expelíamos era todo lo que respirabamos (y lo que queríamos respirar).
Podía sentir el palpitar de su corazón agitado, mezclándose con el mío.
Una gota de sudor cayó de mi sien, rodó por su mejilla y bordeó la comisura de su boca.
En un momento nuestros labios se rozaron sin querer. No intentamos besarnos, pero esa sensación me hizo perder el control...
Los primeros dos chorros de semen escaparon abruptamente hasta sus piernas, el resto se volcó, acumulándose alrededor de su mano.
Ella, al sentir el caliente líquido resbalando por sus muslos como una caricia y también el resto que, de a poco, fue cubriendole la mano con la que seguía tocandome, tampoco logró contenerse.
Un escalofrío la recorrió entera, electrificado cada poro de su cuerpo.
Con las bocas aún separadas por un espacio milimétrico, la respiración agitada recobrándose de a poco, los cuerpos empezando a bajar el calor que los llevo a cometer esa locura, escuché a Romi decir: "Me encantó. Gracias por este regalito..."
Gracias por leer. La historia continúa... Abajo el link de para seguir leyendo.
Abajo vos podes:
Puntuar mi labor de 1 a 10.
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La historia sigue acá:
http://www.poringa.net/posts/relatos/3910649/El-primer-secreto-con-mi-hermana-10-Final.html
Esta historia comienza acá:
https://poringa.net/posts/relatos/3893443/El-primer-secreto-con-mi-hermana-1.html
El capitulo anterior:
https://poringa.net/posts/relatos/3908162/El-primer-secreto-con-mi-hermana-8.html
Otras historias:
https://poringa.net/posts/relatos/3569143/Mi-mujer-me-cuenta-su-infidelidad.html
https://poringa.net/posts/relatos/3558234/Dulce-Egoista.html
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https://poringa.net/martinfcd/posts
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Después de un instante de silencio, Romina me miró y me dijo, mientras se incorporaba en la cama: "¿Llegaste bien?".
Por lo visto había decidido no hacer alusión a la extraña situación de que yo, su hermano, la estuviera mirando dormida, con la marca de la pija dura abajo del pantalón.
Yo, igual, seguía estático por el hecho de haber sido descubierto.
Ella bostezó, se sentó en la cama y con la palma golpeó el espacio a su lado, para indicarme que me sentara ahí.
La habitación, así a oscuras, apenas iluminada por la luz de la luna que entraba por la ventana, me llevó a pensar que quizá ella no había notado mi erección...
Pero enseguida me dijo mirando mi entrepierna:
- Y mirá que garchaste lindo con Tati esta semana, y así y todo seguís bastante excitado...
No sabía qué decir. No esperaba un comentario tan directo.
- Bueno. Vos también resultante tremenda zorra, con Pedro, también...- me salió decirle, pero me arrepentí en el momento.
- ¡Ay! Me dolió eso que dijiste... Sí, la pasé bien con Pedro, pero no sé si vos no la pasaste mejor con Tati...
El tono en el que lo dijo denotaba cierto rencor. Tal vez celos. No sé si se daba cuenta que, de alguna manera, dejaba en evidencia que nos había estado espiando el otro día.
- ¿Qué pasa? ¿Estás celosa de mí?- decidí preguntar directamente.
- Más vale.- me sorprendió ella con su respuesta. - sos mi hermano. Más bien que sí. Me hace ruido que estés con una amiga mía.
Al decirlo me corrió la mirada de la cara. Miraba hacia abajo y hacía, con una mano, unos dibujos imaginarios sobre sus rodillas.
- ¿Solo por eso?¿Porque era tu amiga estabas celosa?
Ella movió los labios como para decir algo pero finalmente no dijo nada. Yo decidí avanzar un poco más.
- A mí me mató verte con Pedro. Me puso muy nervioso, creo que por eso estuve con Tati, nada más...
Ella me miró de nuevo. No terminaba de entender si en su cara había confusión o indignación.
- ¿De qué estás hablando?¿A vos qué te molesta Pedro? Pedro no es tu amigo.- me dijo con un poco de enojo.
- No. -le respondí inmediatamente- vos eras la que me generabas celos...
Ella se quedó en silencio.
- No entiendo. ¿Celos por mí, decís? Pero... yo soy tu hermana...
- ¡Y qué!- me la jugué. - Me dió celos. ¿O acaso me vas a decir que todo lo que pasa entre nosotros es normal?
- ¿Entre nosotros?-dijo ella, poniendo cara de sorprendida.- ¿Cómo entre nosotros?
En este punto la cabeza me daba vueltas para todos lados. Sentía el vértigo de estar cayendo en picada hacia algún lugar en donde no sabía si tendría contención o si me iba a hacer mierda contra el suelo.
- Pará Romi.- la apuré- hablemos claro. A vos también te genera algo esta situación. Algo te pasa, no lo podes negar...
- ¿De qué hablas?- se hizo la desentendida.
- ¿De qué hablo? ¡Dale! Ya sé que me espias. Que te gusta verme desnudo y que lo hacés cuando traigo a alguien a casa, también...
La cara de ella cambió drásticamente. Se sintió descubierta. Pero se puso a la defensiva.
- Eso... Eso... Fué sin querer. Además habrá pasado alguna vez. No es que lo haga todo el tiempo...
- Dale Romi. ¿Y lo de la otra noche?¿Qué me vas a decir?¿Que fué sin querer?
- ¿Cuál noche?- me dijo, con una mirada confusa y temerosa.
- Esa noche que nos juntamos a ver las películas de terror y terminamos frotándonos hasta acabar juntos en el sillón de la sala...
La cara se le desarmaba. Parecía incrédula y asustada.
- Eso... ¿Pasó en serio?- dijo lentamente, como recordándolo repentinamente.- ¿Pasó de verdad...?
- Sí. Romi. Pasó de verdad.
Ella se tomó la frente. Miró para todos lados y finalmente, con los ojos vidriosos, dijo:
- Perdoname...Perdoname. No sé qué me pasó. Debo haber estado muy borracha...
- No, Romi. No. Yo también tuve la culpa. No te pongas así. Me encantó lo que pasó.
Ella largó un pequeño llanto en ese momento, pero enseguida me sonrió, nerviosa, y me dijo: "¿En serio?".
Su cara estaba tan hermosa en ese instante a. Esa sonrisa en medio de sus lágrimas, me conmovió.
Me moría de ganas de besarla y abrazarla.
Pero me contuve. Tenía dudas aún.
Con una mano le acaricié el hombro y el cuello. Ella recostó su mejilla sobre mi mano. Me miraba a la cara. Sonreía. Bajaba los ojos. Me daba un beso en la mano, mientras le acariciaba el rostro.
Me acerqué un poco más a ella. Nos reímos. Fuerte. Apoyé mi frente en su hombro. Sentí el calor de su cuerpo. Sentí ese aroma de su piel que me enloquecía. Y le besé el cuello. Ella se dejó.
A cada beso lo premiaba con un leve gemido. Después, apoyó su mano en mi muslo, sosteniéndose.
Giré su cara con mi mano y busqué su boca. Ella me apretó la mano en la pierna. Sentí el aire que salía de su naríz y me llené de el. Sentí sus labios, suaves, tibios. Los presioné con los míos hasta sentir la puntita de su lengua, mordida entre sus dientes. Ella me apoyó una mano en el pecho. Y me dijo:
- No. Pará. No dá. Somos hermanos. ¿Qué hacemos...?
Se notaba que todo eso se lo decía a ella misma. Tratándose de convencer.
A la vez seguía acariciándome la pierna con una mano y el pecho con la otra.
Entendí que no podía forzar la situación. Lo mejor era seguir hasta donde nos sintieramos cómodos.
Probé ir deslizando mi mano, desde su rostro hasta sus pechos. Ella no se opuso. Le levanté la remera y los dejé así, completamente exhibidos. Después empecé a tocar uno. Ella me confesó:- siento que me arden los pezones. Los siento calientes. Siento una electricidad en todo el cuerpo...
Yo seguí acariciándoselos y ella me dejaba. Le gustaba. Lentamente su mano se acercaba a mi entrepierna, que ya marcaba lo dura que tenía la poronga. Con sus dedos ya me tocaba la cabeza.
Después apoyó su mano abierta sobre la pija. Cómo queriendo agarrarla a través de la tela. La ví mordiéndose la lengua.
"La tenés re dura..." me dijo.
Yo bajé el cierre de mi pantalón, para animarla a seguir jugando. Ella desabrochó el botón. Y liberó la poronga, que salió lentamente, como un animal de su cueva. Romina la rodeó con la mano. Y la apretó. "¿Te molesta?" me preguntó. Le hice que no con la cabeza y ella me dijo: "está húmeda y caliente...", después se olió la mano y me dijo: "hijo de puta, que olor a pija tan rico..."
Con las dos manos empezó a jugar con el miembro. Me lo recorría con las yemas, me bajaba la piel estirándola hasta el límite, me lo apretaba con fuerza...
Yo, mientras tanto, fuí bajando una mano por su vientre hasta lograr meterla por debajo de su bombacha.
Ella separó un poco las piernas para mí. Llegué a su sexo. También caliente. También húmedo. Muy húmedo. Ella me vió llevarme los dedos a la boca para saborearlo, abrió grandes los ojos y soltó un resoplido.
Nos acariciamos así, con las manos cruzadas. Buscándonos la mirada. Improvisando un juego. Un nuevo juego que volvíamos a compartir.
Cada tanto alguno perdía la capacidad de mantener la vista fija y se estremecía o temblaba.
Su mano acariciaba mi pija de una manera tan tierna y caliente... No logro entender por qué el corazón me latía tan fuerte cada vez que mis dedos llegaban a su concha y se hundían en ella.
El calor nos ganaba. Ninguno cedía. Éramos concientes del placer que le estábamos generando al otro. La velocidad de nuestros dedos aumentaba.
Nuestras caras se acercaban cada vez más hasta que mi frente quedó apoyada sobre la suya.
El aire sofocante que expelíamos era todo lo que respirabamos (y lo que queríamos respirar).
Podía sentir el palpitar de su corazón agitado, mezclándose con el mío.
Una gota de sudor cayó de mi sien, rodó por su mejilla y bordeó la comisura de su boca.
En un momento nuestros labios se rozaron sin querer. No intentamos besarnos, pero esa sensación me hizo perder el control...
Los primeros dos chorros de semen escaparon abruptamente hasta sus piernas, el resto se volcó, acumulándose alrededor de su mano.
Ella, al sentir el caliente líquido resbalando por sus muslos como una caricia y también el resto que, de a poco, fue cubriendole la mano con la que seguía tocandome, tampoco logró contenerse.
Un escalofrío la recorrió entera, electrificado cada poro de su cuerpo.
Con las bocas aún separadas por un espacio milimétrico, la respiración agitada recobrándose de a poco, los cuerpos empezando a bajar el calor que los llevo a cometer esa locura, escuché a Romi decir: "Me encantó. Gracias por este regalito..."
Gracias por leer. La historia continúa... Abajo el link de para seguir leyendo.
Abajo vos podes:
Puntuar mi labor de 1 a 10.
Dejarme un comentario, bueno o malo.
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13 comentarios - El primer secreto con mi hermana. (9)
Jajaja muy bueno el relato ... Van puntos...
10👍