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El repiqueteo que sentía en mi pecho, mientras observaba a mi hermana sin que ella se diera cuenta, se aceleraba igual que el ritmo de los tambores que sonaban en la radio de su habitación.
A través de un ínfimo espacio irrumpía, sin permiso, aunque solo con la vista, a la intimidad de Romina, mi hermana. Que ahora se miraba al espejo, de frente y estaba a punto de probarse unas prendas que acaba de sacar de su placard.
Era el invisible espectador, de un show personal, de cambio de ropa, prenda a prenda...
Primero un vestido corto, luego otro. Todo se lo probaba sobre la malla. Aunque no dejaba de ser excitante igual, verla mover, espontáneamente, los brazos y el cuerpo cada vez que se agachaba o se estiraba para sacarse o ponerse algo...
Al final, cuando creí que todo iba a terminar, llegó lo mejor. O lo peor...
De vuelta, tras probarse el último vestido y quedar nuevamente solo con la malla, sus manos desataron el cordón que en su espalda sostenía la parte superior y se quedó en tetas. La piel marcaba la diferencia de tono que el sol le había dejado
Ella se las miró, se las agarró. Se las tapó y destapó. Probó poses... Traté de enfriar el calor que me quemaba la pija, envolviéndola con mi mano
Después, sin darme tiempo a reponerme de lo haberle visto los pechos, se sacó la parte de abajo de la bikini... Estaba completamente desnuda... a tres o cuatro metros de mí. Creo que en un impulso que logré controlar, casi me meto en la habitación. Ella siguió, sin saber lo que me generaba, probandose una serie de tanguitas de distintos colores.
No pude evitar pensar lo hermosa que se veía así, desnuda. Lo excitante que era verla, subiéndose a pleno, cada bombachita... Obserbándose atenta al espejo, calzandosela más a fondo, dando una vuelta a ver cómo le marcaba la cola... y así con cada una que tenía.
La situación también parecía gustarle a ella. Se hacía caras y gestos al espejo. Con algunas se sacó fotos. Parecía estarse excitando...
Finalmente, se quedó puesta una blanca, bien chiquita, que apenas le llegaba a calzar, casi forzada, y volvió a sentarse en la silla, frente al espejo. Abrió sus piernas. Y las cerró nuevamente. ¿Que iba a hacer...? -Me muero si empieza a tocarse...- pensaba en ese instante. Mi corazón aceleró el ritmo aún más.
Volvió a abrir las piernas, pero esta vez, corrió la tela que la cubría y se acarició con suavidad, por encima, los cortos pelos que llevaba.
¡No lo podía creer! La estaba viendo... estaba viendo la parte más prohibida de su cuerpo...
Enseguida comenzó a explorarse un poco más y buscó con ambas manos separar sus labios. Se miraba alternadamente entre la vista del espejo y la mirada directa entre sus piernas.
Apoyando un dedo en la ranura, empezó a hacer un movimiento lento, como buscando algo con el tacto. Hasta que finalmente, un dedo, con la yema brillante se liberó de su interior. Jugó un poco con ese líquido, se lo esparció entre los dedos, finalmente lo olió y después lo usó para suavizar la presión del roce al acariciarse el clítoris.
A esta altura, sus ojos se cerraban por momentos. Sus mejillas se sonrojaban. Y sus manos se acariciaban tanto como yo me recorría el largo de la pija.
Mirándose a los ojos, se metió medio dedo adentro. Y después, apretándo los labios, haciendo fuerza, logró llevarlo hasta el fondo. La sensación parecía gustarle porque dejó esa mano ahí dormida y empezó a acariciarse con la otra.
Sus piernas temblaban... las mías también.
¿¡Qué carajo estaba haciendo!? ¡Era mi hermana la que estaba espiando! ¿Por qué sentía esa calentura tan fuerte? ¿Por qué no podía dejar de apretarme la pija con desesperación? ¿Por qué deseaba ser yo el que metiera sus dedos en ella...? Qué digo, dedos... La pija, deseaba estar metiéndole. Quería ser yo el que lograra ponerle la cara como la estaba poniendo. Quería sentir el calor de su cuerpo encima mío al estremecerse, como lo estaba haciendo en ese momento. Queria que fuera ella la que sintiera esa leche, que se me escapó, a chorros incontenibles mientras la espiaba, en la puerta de su habitación...
Gracia por leer. Por motivos ocupacionales esta semana voy a subir un fragmento cada día.(ya está subido, abajo el link). Mañana se sabrá cuál es el secreto que guardamos...
Abajo vos podes puntuar mi labor de 1 a 10. Dejarme un comentario, bueno o malo, o seguirme. Subo historias, grátis, constantemente
Continúa acá:
http://www.poringa.net/posts/relatos/3896640/El-primer-secreto-con-mi-hermana-4.html
Primera y segunda parte
http://www.poringa.net/posts/relatos/3893443/El-primer-secreto-con-mi-hermana-1.html
https://poringa.net/posts/relatos/3894536/El-primer-secreto-con-mi-hermana-2.html
Otras historias:
https://poringa.net/posts/relatos/3873512/Otra-noche-de-cuernos-La-cunadita.html
https://poringa.net/posts/relatos/3804312/La-extrana-relacion-entre-mi-mujer-y-su-hermana-VIII.html
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El repiqueteo que sentía en mi pecho, mientras observaba a mi hermana sin que ella se diera cuenta, se aceleraba igual que el ritmo de los tambores que sonaban en la radio de su habitación.
A través de un ínfimo espacio irrumpía, sin permiso, aunque solo con la vista, a la intimidad de Romina, mi hermana. Que ahora se miraba al espejo, de frente y estaba a punto de probarse unas prendas que acaba de sacar de su placard.
Era el invisible espectador, de un show personal, de cambio de ropa, prenda a prenda...
Primero un vestido corto, luego otro. Todo se lo probaba sobre la malla. Aunque no dejaba de ser excitante igual, verla mover, espontáneamente, los brazos y el cuerpo cada vez que se agachaba o se estiraba para sacarse o ponerse algo...
Al final, cuando creí que todo iba a terminar, llegó lo mejor. O lo peor...
De vuelta, tras probarse el último vestido y quedar nuevamente solo con la malla, sus manos desataron el cordón que en su espalda sostenía la parte superior y se quedó en tetas. La piel marcaba la diferencia de tono que el sol le había dejado
Ella se las miró, se las agarró. Se las tapó y destapó. Probó poses... Traté de enfriar el calor que me quemaba la pija, envolviéndola con mi mano
Después, sin darme tiempo a reponerme de lo haberle visto los pechos, se sacó la parte de abajo de la bikini... Estaba completamente desnuda... a tres o cuatro metros de mí. Creo que en un impulso que logré controlar, casi me meto en la habitación. Ella siguió, sin saber lo que me generaba, probandose una serie de tanguitas de distintos colores.
No pude evitar pensar lo hermosa que se veía así, desnuda. Lo excitante que era verla, subiéndose a pleno, cada bombachita... Obserbándose atenta al espejo, calzandosela más a fondo, dando una vuelta a ver cómo le marcaba la cola... y así con cada una que tenía.
La situación también parecía gustarle a ella. Se hacía caras y gestos al espejo. Con algunas se sacó fotos. Parecía estarse excitando...
Finalmente, se quedó puesta una blanca, bien chiquita, que apenas le llegaba a calzar, casi forzada, y volvió a sentarse en la silla, frente al espejo. Abrió sus piernas. Y las cerró nuevamente. ¿Que iba a hacer...? -Me muero si empieza a tocarse...- pensaba en ese instante. Mi corazón aceleró el ritmo aún más.
Volvió a abrir las piernas, pero esta vez, corrió la tela que la cubría y se acarició con suavidad, por encima, los cortos pelos que llevaba.
¡No lo podía creer! La estaba viendo... estaba viendo la parte más prohibida de su cuerpo...
Enseguida comenzó a explorarse un poco más y buscó con ambas manos separar sus labios. Se miraba alternadamente entre la vista del espejo y la mirada directa entre sus piernas.
Apoyando un dedo en la ranura, empezó a hacer un movimiento lento, como buscando algo con el tacto. Hasta que finalmente, un dedo, con la yema brillante se liberó de su interior. Jugó un poco con ese líquido, se lo esparció entre los dedos, finalmente lo olió y después lo usó para suavizar la presión del roce al acariciarse el clítoris.
A esta altura, sus ojos se cerraban por momentos. Sus mejillas se sonrojaban. Y sus manos se acariciaban tanto como yo me recorría el largo de la pija.
Mirándose a los ojos, se metió medio dedo adentro. Y después, apretándo los labios, haciendo fuerza, logró llevarlo hasta el fondo. La sensación parecía gustarle porque dejó esa mano ahí dormida y empezó a acariciarse con la otra.
Sus piernas temblaban... las mías también.
¿¡Qué carajo estaba haciendo!? ¡Era mi hermana la que estaba espiando! ¿Por qué sentía esa calentura tan fuerte? ¿Por qué no podía dejar de apretarme la pija con desesperación? ¿Por qué deseaba ser yo el que metiera sus dedos en ella...? Qué digo, dedos... La pija, deseaba estar metiéndole. Quería ser yo el que lograra ponerle la cara como la estaba poniendo. Quería sentir el calor de su cuerpo encima mío al estremecerse, como lo estaba haciendo en ese momento. Queria que fuera ella la que sintiera esa leche, que se me escapó, a chorros incontenibles mientras la espiaba, en la puerta de su habitación...
Gracia por leer. Por motivos ocupacionales esta semana voy a subir un fragmento cada día.(ya está subido, abajo el link). Mañana se sabrá cuál es el secreto que guardamos...
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Primera y segunda parte
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Otras historias:
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