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La casa en la playa, parte 4

Para mis 4 queridos lectores:
Acá van los capítulos 10 a 12 de "La casa en la playa". Para aquellos que arrancan por acá, les pido disculpas porque el relato es laargo. El relato, continuación de "Las vías", está ambientado en la década del 70 en una muy conocida playa de la provincia de Buenos Aires. Los personajes y la historia son 100% ficticios. Espero que les guste.
10.- El secreto de Ezequiel

Ezequiel se llenó otro vasito de Tres Plumas, lo bebió de un sorbo y comenzó a contar su secreto.
-Un viernes, hace ya bastante, mi vieja estaba en Córdoba cuidando a mi abuela que estaba enferma y mi viejo iba a llegar tarde del laburo porque tenía una reunión con los compañeros. Tranquilo porque tenía toda la casa para mi hasta la noche, lo llamé a Norbi y nos pusimos a coger en mi dormitorio. Yo estaba en perrito en el borde de la cama y Norbi parado detrás me la estaba dando con todo. Pero mi viejo cambió planes, llegó temprano y nos descubrió. -
Los primos casi se caen de la silla. ¡Qué cagada grande! Eze concentrado y mirando todo el tiempo el vaso, prosiguió.
-Nosotros confiados que no había nadie nos quejábamos y gozábamos como si no existiera el mundo. Cuando mi viejo entró a casa, ya desde la cocina escuchó nuestros quejidos, vino despacito a mi pieza, que tenía la puerta abierta de par en par, a ver qué pasaba, asomó la cabeza y vio cómo Norbi me estaba rompiendo el culo y cómo yo lo gozaba como puta, pero nosotros, que estábamos de espaldas a la puerta, ni lo vimos. Además, con la calentura que teníamos, aunque hubiésemos estado de frente no nos hubiéramos dado cuenta. Mi viejo, discreto, se retiró despacito y nos dejó cogiendo. Salió de casa y se fue para la Avenida Mitre, compró la quinta de La Razón y se metió en el bar de Piaggio a tomar café y leer el diario. Volvió a casa con unas empanadas a una hora prudente. Ya Norbi se había ido y yo estaba en la cocina mirando tele.  No me dijo nada, me saludó como si nada, se puso su jogging viejo y su buzo y cenamos tranquilamente hablando de cualquier cosa. Me fui a acostar antes de las 10 y él se quedó un rato ordenando la cocina. Yo estaba ya en slip en mi pieza cuando él golpeó y entro a mi cuarto.  Se sentó en mi cama y me pidió que me sentara a su lado porque tenía que hablar algo importante conmigo. -Hace un rato te vi Eze-, me dijo. El corazón me dio un salto en el pecho, pero me hice el boludo y le pregunté inocentemente -¿qué viste? -. -No te hagas el tonto hijo, vi lo que estabas haciendo en pelotas en la cama con Norbi, ¿hace falta que te dé más detalles? - Hundí la cara entre las manos y me puse a llorar, el mundo se me venía abajo, mi vergüenza era total, me moría de tristeza, de angustia, ¿cómo iba a hacer para mirarlo de nuevo a la cara?, ¿qué iban a decir mi vieja, mi hermana?, ¡mi abuela! Pero mi viejo, en lugar de enojarse y decirme de todo, me inclinó sobre su pecho y me comenzó a acariciar lacabeza. -,- Ya Eze-, me decía, -tranquilo, no llores, si sos homosexual, lo sos, no es tu culpa, cada uno es como es-. Yo alcé la cabeza, mis ojos ya estaban rojos, lo miré y sin dejar de llorar le dije -sí, pero vos y mami ahora me van a despreciar, ahora van a pensar que tienen la desgracia de tener un hijo puto! Mi viejo sacó su pañuelo, me secó los ojos y me lo dio para que me sonara la nariz. Entonces me dijo que él me quería antes de saberlo y que ahora que lo sabía me iba a querer igual, o más porque ahora sabía que tenía que protegerme más que antes, que me amaba porque era su hijo y porque era una buena persona y que no le importaba si era puto o si era Juan Cogedor, que lo importante era lo que tenía en el corazón y no lo que hacía en la cama. Me fui tranquilizando. Le pregunté si entonces no se iba a enojar, me dijo que no, para nada, que me comprendía y me aceptaba como era. Quedaba mi vieja, que era súper católica y tradicional, pero elviejo mee tranquilizó diciéndome que por él jamás se enteraría, que era algo que quedaba para siempre guardado entre él y yo, pero que no volviera a ser tan pelotudo de volver a coger en casa y que me cuidara mucho porque en la base de la felicidad del puto está la discreción, no sea que la vieja se enterara por otro lado. Lo abracé de vuelta y le di las gracias por aceptarme y le dije que nunca me hubiera imaginado que él, tan varonil como era, fuera a comprenderme y quererme siendo yo un puto. Mi viejo se quedó callado. Pasaron varios minutos de silencio, yo lo miraba de reojo porque no entendía qué pasaba, él estaba como petrificado, pero sus ojos reflejaban que estaba pensando mil cosas, no dejaban de moverse. Al fin comenzó a decirme -Eze, no todo es lo que parece, la homosexualidad existió siempre, sólo que ahora hay más libertad para vivirla. Cuando yo tenía tu edad, el descubrirse homosexual podía llevarte al suicidio, y una familia que descubría un hijo homosexual se convertía en la vergüenza del barrio, hasta te echaban de la Iglesia. Si la moral de mi tiempo no hubiera sido tan rigurosa, tal vez vos nunca hubieras nacido.. 
Me quedé pensando, sus palabras iban madurando de a poco en mi cerebro, ¿cómo?, entonces mi viejo no se hubiera casado, entonces..., nooo, mi viejo era gay también? Me incorporé casi de un salto, él se quedó con la cabeza gacha sentado en la cama. -Pero, ¿cómo?, vos estás casado, vos con mami..., ¿cómo puede ser?, -Si, yo con mami también, sinó vos y tu hermana no estarían aquí, pero a pesar de eso, soy puto-. Yo no lo podía creer, era demasiado, mi viejo, un machote que mi vieja celaba todo el tiempo porque las chirusas del barrio lo miraban de arriba a abajo, el que me había engendrado, ¡no!, ¡él no podía ser puto! ¡Pero, si nos cagábamos de risa con mi hermana cuando nos quedábamos en vela leyendo y por ahí empezábamos a sentir los gemidos de mi vieja y los ruidos de la cama!, ¡No!, -le dije, mejor dicho le grité-, ¡vos no podés ser puto!, me lo decís para darme confianza, ¡para que me sienta menos mal! Mi viejo, medio que se amoscó, y sin mirarme, me retrucó. -Yo te acepté, pero estoy viendo que te cuesta más a vos comprenderme a mí, que lo que a mí me cuesta comprenderte a vos- Se levantó de la cama y encaró para la puerta.
Entonces fui y lo abracé, él tardó un rato en rodearme con los brazos, pero al fin lo hizo y nos quedamos los dos abrazados largo rato, en silencio, mi cabeza sobre su pecho y él acariciándomela despacito. De pronto algo extraño, empecé a sentir sobre mi vientre la pija de mi viejo que se iba parando y cada vez hacía más presión sobre mi panza. Mi viejo me soltó y se sentó rápidamente, pero el jogging es de lo más botón que hay cuando tenés una erección, no cabía duda, a mi viejo se le había puesto dura. 
Jonathan y Matías estaban petrificados, los dos con los codos en la mesa, la cara entre las manos, sus copitas vacías delante, los ojos como huevo frito y las bocas abiertas de asombro. Ezequiel se sirvió otro poco de Tres Plumas y continuó la historia.
Volví a sentarme a su lado. Le pedí disculpas y le pedí también que entendiera que era muy fuerte para cualquiera enterarse de golpe que su padre era gay, que ni me imaginaba que un hombre casado y con hijos pudiera ser puto, que siempre lo había visto tan varonil que ni borracho se me iba a pasar por la imaginación que él lo fuera, pero que yo también lo aceptaba y que, en el fondo, hasta me alegraba un poco porque iba a ser más fácil entendernos.  Mi viejo me besó en la frente sonriendo y me dijo que entonces era hora que tuviéramos la famosa charla de hombre a hombre que siempre una vez el padre tiene con su hijo pero que esta iba a ser de padre a hijo, pero no de hombre a hombre sino de, bueno, ya me imaginaba. Comenzó entonces una larga charla llena de datos y consejos sobre homosexualidad, bisexualidad, maricas, largos de pija, enfermedades venéreas, formas de cuidarse, lugares discretos, hoteles que aceptan putos, forros, lubricantes, cómo cuidarme el agujerito y todo un largo compendio con lo que "un puto debe saber".
A veces mi viejo me ponía una mano sobre la pierna, pero en seguida la retiraba nervioso y la volvía a poner entre sus piernas, para que sus brazos taparan su entrepierna. Estuvimos como una hora charlando de sexo hasta que se incorporó y me dijo que contara con él para lo que quisiera saber y que nunca nunca me olvidara que hetero o gay él me quería de la misma manera. Lo volví a abrazar y de nuevo sentí los cabezazos de su pija dura contra mi vientre, pero ni él ni yo dijimos nada. Me dio un beso en la frente y con un "que descanses" se fue a su dormitorio, que estaba frente al mío.
Me metí en la cama, pero tenía la cabeza llena de humo tóxico, no podía dormir ni en pedo. Que mi viejo me haya visto mientras me rompían el culo era muy fuerte, mucho más que si sólo se hubiera enterado. Una cosa es que le confieses a tu viejo que sos puto y otra que tu viejo te vea chillando como una puta mientras un tipo te la está metiendo, no les parece?, -los dos primos asintieron-, que mi viejo me comprendiera y me aceptara era algo inmenso, pero que mi viejo fuera puto aún no entraba en mi cabeza. Claro, ahora me cerraba un poco, su buen porte, cómo cuidaba siempre su cuerpo, el futbol con sus amigos a pesar de sus cuarenta largos, la pileta climatizada de Independiente dos veces por semana, lo feliz que venía de sus viajes a Miami (y yo creía que era porque le gustaba la playa, jajaaa). Pero bueno, al menos ya sabía que tenía un compinche en mi viejo y no un enemigo que cuando se enterara me iba a dar una patada en el culo y me iba a rajar de casa. Pero, además, y eso me tenía a mal traer, ¡se le había parado!, el roce de mi cuerpo lo había excitado y, francamente, por más frases moralizantes que me repetía, la verdad es que no me había disgustado. Me decía que no, que eso era incesto, que era mi viejo, que me olvidara, que seguro se le paró por los nervios. Pero me venía a la mente el cuerpo de mi viejo, musculoso, velludo, bien puesto por todos lados, aunque ahí me percaté que jamás lo había visto en bolas y eso me excitaba aún más. De nuevo volvía la palabra incesto. Pero la calentura enseguida agregaba razones a mi cerebro. Primero pensé que a mi gata se la cogía un hijo de la primera cría y tenía gatitos. Después pensé que la hermana de mi vieja estaba casada con el primo hermano, lo que provocó un escándalo familiar, pero se casaron igual y mis primos andaban por ahí lo más bien. Después razoné que el tabú del   incesto se había creado para evitar la consanguinidad que podía llevar a hijos malformados, pero que yo nunca iba a quedar embarazado, aunque mi viejo me llenara de leche los 30 días del mes. Con esto me convencí que no estaba tan mal que mi viejo se calentara y que yo también me calentara. 
Ezequiel hizo silencio y se quedó mirando su vaso vacío. Los otros dos al unísono le espetaron un "¿yyyy?, dale, ¡seguí contando!". Ezequiel se llenó el vaso, tomó un traguito y siguió.
-Claro, pensarlo es fácil, pero animarse, no. Daba vueltas en la cama, cerraba los ojos tratando de dormir, nada, mi deseo me mantenía despierto, y como en una clase de yoga, no podía dejar de ser consciente de mi genitalidad, sentía mi culo, sentía mis bolas, mi pija, no podía olvidarme de esas partes de mi cuerpo, el solo roce de las sábanas en mis pezones ya me ponía nervioso. No sé cuánto tiempo pasó, pero no fue poco, hasta que me grité bastaaaa, me levanté, me quité el slip y completamente desnudo y temblando de nervios encaré para la pieza de mi viejo. Abrí la puerta despacio y sentí su ronquido suave. Mi viejo siempre dormía en pelotas, eso lo sabíamos por mi vieja que siempre lo retaba porque si se tenía que internar por algo, ni siquiera tenía un pijama en el ropero. Estaba durmiendo de costado, al borde casi de la cama, tapado sólo con la sábana. Me arrimé despacito y le levanté la sábana a la altura de su pubis, wow, qué pedazo de verga!, ahí me di cuenta de quien había heredado mi instrumento, pero la de él estaba acompañada con unas bolas impresionantes, grandes, peludas. Me arrodillé en el piso y llevé mi cara a su pija, quería sentir su olor. Mmm, ¡qué rico era sentir ese olor a macho!, la agarré con dos deditos y me llevé la cabecita dormida a mi boca, mmmmm, ¡qué gusto delicioso tenía esa pija!, sólo chupaba el glande, dándole lengüetazos como si fuera un helado, tenía al mismo tiempo miedo y deseo que se despertara, pero seguía roncando despacito. De a poco fui animándome más, metiéndome ya decididamente la verga en la boca y subiendo y bajando ese tronco inmenso. De a poco comenzó a reaccionar, a endurecerse, y ensancharse, wow menos mal que soy de boca grande, me olvidé de todo y comencé a chupar lo más a fondo que podía, con los ojos cerrados y olvidado de lo especial de la situación, éramos yo y esa pija lo único que contaba. De pronto sentí la mano de mi viejo que me acariciaba la cabeza, abrí los ojos y lo miré, sin dejar de chupársela: me estaba mirando con una sonrisa dulce y me dijo, vení, Eze, vení. Me hizo lugar a su lado y de costado nos abrazamos, pasó una mano por debajo de mi cabeza y la otra por sobre mi espalda. Recosté mi cabeza sobre su pecho y apretado a su cuerpo sentí su tibieza, me sentía protegido como cuando era chiquito y dormíamos juntos la siesta, entre sus brazos me sentía feliz, cuidado, a salvo de toda maldad. Yo, con un poco de vergüenza, apenas lo besaba despacito en el pecho,-Date vuelta-, me dijo luego de un rato, me volvió a abrazar, pero ahora sentía su verga apoyada en mis nalgas, comenzó a besarme el cuello y la espalda, despacito, con besos chiquitos, suaves, apoyando apenas los labios, yo cerré los ojos y me dediqué a sentir solamente, a recibir los mensajes de mi cuerpo, su mano derecha acariciaba suave mi costado, mi pancita, bajaba a mi verga, subía a mis pezones, pero siempre despacito, acariciando. Se acomodó un poco hasta que pude sentir en mi puertita el calor de su cabeza, mmmm, que momento! Él se tomó la pija con una mano y la comenzó a frotar por mi rajita, comencé a sentir como se mojaba mi culito con su preseminal que se notaba súper abundante. Yo estaba tan caliente que cuando me dio el primer pujoncito no sentí dolor para nada, y miren que la verga de mi viejo es grande sin joda. Ahí paró y continuó con sus caricias, sus besos, sus palabras dulces en mi oído y, casi sin que yo me diera cuenta, me la seguía metiendo un poquito cada vez, yo no sentía dolor, sólo el calor divino de su palo en mí. Yo quería mostrarle que era capaz de bancarme toda su verga, que podía hacerlo gozar más que cualquier otro puto que se hubiera cogido, entonces me animé a decirle, -dale Pa, metémela toda, yo me la banco- y él me respondió con una voz dulcísima; -chiquitín hace rato que la tenés toda adentro-. Sus 25 cm de carne bien gorda estaban dentro mío, no sé cómo hizo, pero no me dolió, en realidad no sé si era él que me la metía o si era mi culo que la chupaba para adentro. Entonces me volcó hasta ponerme boca abajo y me empezó a bombear, despacito, despacito, arriba y abajo, entrando y saliendo de mi culito, mientras me besaba suavecito el cuello. Yo estaba en las nubes, pero no en esos cúmulus nimbus de pasión desenfrenada y tormentosa como cuando me cogía Norbi, sino en nubes blancas, acolchadas, flotantes, su pija era como un barrilete que me llevaba para arriba y me hacía flotar entre las nubes, cada palabra bella que me decía al oído era como los papelitos que le mandábamos por el hilo a los barriletes. No sé cuánto duró esto, media hora, más, pero yo quería que fuera eterno. A veces me tenía boca abajo, a veces me ponía de costado, a veces me subía la pierna y me cruzaba la suya, nunca de frente, nunca en perrito. Después me dijo que era porque le daba un poco de vergüenza mirarme a los ojos mientras me cogía, porque tenía miedo de ver una expresión de morbo en mis ojos y porque no quería tentarse a besarme en la boca. Al final, me dijo, -Eze, ya no puedo aguantarla más, voy a acabar-. Me quedé en silencio, me costaba bajar de la nube, pero recuperando conciencia le pedí que me la regalara dentro. Me acomodó algunas almohadas debajo para subir mi culito, me la clavó de nuevo y ahora sí comenzó un mete y saca fuerte, intenso. La sacaba casi toda y me la metía duro hasta al fondo. Yo sentía la punta casi en la garganta y su raíz más gruesa me abría aún más el culo, cada golpe de su pubis en mis nalgas me zamarreaba. Me sentía como un gorrioncito al que se lo estaba cogiendo un águila, como una gacela que un tigre había apartado de la manada pero que antes de devorarla le estaba rompiendo el culo con su pinga dura, ¡felina, animal! Cada golpe de pija me volvía a subir a las nubes, pero ahora a los cúmulus, hasta que en un golpe final tremendo mientras sentía su verga empujado el fondo de mi recto, comencé a sentir su leche tibia volcándose en mí. Fue demasiado, comencé a quejarme mientras mi verga acababa, sus últimas contracciones arrancaron las mías y saqué mi leche sobre las sábanas sin siquiera tocarme.
Nos quedamos quietos, recuperando aliento, me la fue sacando despacito y se acostó a mi lado. Yo inmediatamente me puse de costado y lo volví a abrazar. Los dos seguimos en silencio y sin darnos cuenta nos quedamos dormidos. 
-Matías y Jony estaban más que excitados, manoseándose por debajo de la mesa sin dejar de mirar con ojos gigantes a Ezequiel que, sin levantar la mirada de la mesa, siguió contando. -
A la mañana me desperté entre sus brazos, su pija aún dormida impresionaba y a pesar de la situación tan especial, me salió el orgullo de puto que había podido aguantar en el culo todo ese pedazo. Me fui a la cocina, preparé el mate y lo fui a despertar, ya vestido. Los dos desayunamos como si tal cosa, sin siquiera hablar de lo de la noche. Terminado, se levantó y me dijo -vení, ahora te voy a mostrar mis tesoros-. Me llevó al altillo, un lugar al que mi vieja ni en pedo iba por las arañas y entre trastos viejos sacó un cajoncito con llave. Adentro había docenas de revistas de sexo gay a todo color y en todas las posiciones imaginables, varios lubricantes gringos y dos o tres consoladores. Yo no sabía por dónde empezar a mirar, si por las de sexo con negros, las de sexo en grupo, las de solo oral, pero lo que más me excitaba la curiosidad eran los consoladores. No se me había ocurrido la posibilidad que mi viejo se la comiera también. Al fin me animé a preguntarle por los consoladores y me respondió lacónicamente "a veces los uso".
Me dijo dónde guardaba la llave y me recomendó mil veces que si sacaba una revista la escondiera a prueba de todo, que nunca la dejara descuidada y que la volviera a guardar enseguida. Le pregunté por los consoladores, me dijo que si quería usarlos que primero los lubricara y que después de usarlos los lavara bien con mucha agua y jabón, que tuviera mucho cuidado porque si los íbamos a compartir, debíamos protegernos el uno al otro. 
El resto del día cada uno se dedicó a sus cosas, y se imaginan que ni me acordé de Norbi. Luego de la cena, comencé a ponerme nervioso, pero no le dije nada. ¿Habría sido sólo la locura de una noche? Cuando llegó el momento de irnos a dormir, fuimos juntos a los dormitorios, que en casa están uno frente al otro, con el baño en el medio. Ahí mi viejo se paró, me tomó de los hombros y mirándome fijo me dijo "Eze, lo que pasó anoche fue maravilloso, fue la más bella noche de mi vida, pero sabelo, nunca, nunca, te voy a pedir que lo hagamos de nuevo", yo temblando le contesté "viejo, para mí también lo de anoche fue inmenso, primero tu comprensión y después lo que hicimos, nunca me sentí tan feliz en mi vida como cuando me hiciste tuyo. Pero yo sí quiero, yo necesito volver a sentirte, necesito sentir tu cuerpo dentro del mío y que me regales de nuevo todo lo que me diste anoche". Mi viejo se quedó pensativo. Después me miró serio y me dijo solamente "Está bien". A partir de esa noche me instalé en su cama y esas dos semanas hasta que volvió mi vieja, cada noche me partió el culo, me regaló su semen todas las veces que quise (es un semental tremendo mi viejo) y me dormí abrazado a su cuerpo. Me hizo inmensamente feliz y sellamos una amistad como nunca habíamos tenido. A él le puedo contar mis cositas y él me escucha, a veces se ríe, a veces me reta, a veces se excita y siempre me aconseja.
Jony se apuró a preguntarle - ¿Y te sigue cogiendo? - A veces, respondió Eze. - Cuando estoy depre o me siento mal o estoy angustiado, o tengo miedo por algo, lo llamo al laburo, él se pega una escapada y nos vemos en un telo por capital. En esas dos horas me levanta la autoestima y me hace recuperar la confianza, pareciera como que su semen es la mejor medicina.
Bueno, ya saben ahora por qué sé tanto de estas cosas, porque tengo un maestro al que quiero como si fuera mi viejo.



11.- La segunda noche
Los tres se levantaron de la mesa para comenzar a juntas las cosas.
-Wow, que increíble-, acotó Matías. - ¿Y tu viejo sabe lo que estamos haciendo acá? -,
- Él sabe que vinimos los tres solos, no le dije más, pero como le conté todo lo que hicimos en la costa de Sarandí, apenas le dije que venía con vos a San Clemente, se dio cuenta. Él sabe de ustedes y ustedes son las únicas personas en el mundo que saben esto. No me fallen, por favor.
-Perdón?, ¿qué hicieron ustedes dos en la costa?, hay algo que me perdí?, preguntó Jonathan medio molesto.
Ahí los dos amigos se dieron cuenta que no le habían dado a conocer la verdad de la milanesa y Jony seguía creyendo en el teatro que vivió la noche anterior. Eze y Mati se rieron con ganas y le contaron todo, con lujo de detalles morbosos.
Jony, enojado como se enoja un hincha del rojo cuando un hincha de Racing lo carga, no pudo decir otra cosa que "son una manga de hijos de puta, me estuvieron gozando todo el tiempo, guachos de mierda".
Eze, con cara fingidamente compungida, se arrimó a él y diciéndole -mmm, pobre Jony, perdoname pero ahora te voy a seguir gozando-, se arrodilló entre sus piernas y comenzó a lamerle la pija por arriba del slip. El enojo desapareció como por ensalmo, y se fue convirtiendo en placer con el trabajo de Eze. Cuando el slip todo mojado ya reventaba por la erección de Jony, se lo bajó, y tomándole la pija con una mano comenzó a chuparla duro, primero arriba y abajo por el tronco, luego lamiendo de costado, luego pelando el glande y lengüeteando a full la cabecita que le regalaba un rico y abundante preseminal. Luego engulléndola completa y besando con sus labios los renegridos, abundantes y brillosos pendejos del pubis de Jony. Volviendo despacio al glande, apretando fuerte sus labios sobre el tronco y volviendo a engullir hasta el fondo. Con su habilidad, si quería podía hacerlo acabar en un par de minutos, pero no deseaba esa leche en su boca sino en su culo.
Matías miraba embelesado. Se quitó el slip y se puso junto a su primo, ofreciendo su verga dura a Eze mientras le decía - esta noche querías ser la putita?, dale, acá tenés otra más, chupala también. Eze quería sin duda ser la putita, así que se sacó de la boca la pija de Jony y comenzó a trabajar la de Mati mientras pajeaba despacito a Jony. Comenzó a alternar un rato cada pija, pajeando y chupando, besando las cuatro bolas, desesperándose de placer, acariciándose las mejillas con las dos pijas mojadas, muerto de placer y deseo por los dos primos que no dejaban de quejarse. Le daba pena dejar una pija, pero la otra lo entusiasmaba también, entonces decidió intentar con las dos juntas. No fue fácil en esa posición, pero logro meterse los dos glandes en la boca y disfrutar esas dos cabezas calientes haciendo un entra y sale muy cortito. Después ya en la cama buscaría la posición justa para tragarse los dos trozos bien tragados.
Mati y Jony estaban a mil. Eze, de rodillas chupando estaba a diez mil, todo estaba listo para que lo penetraran, los primos ya estaban arreglando cómo subir a Eze a la mesa y comenzar a darle, pero esto no estaba en los planes de Ezequiel que había imaginado otra cosa. Dejó de chupar y les dijo:
-Esperen, esperen, me tengo que preparar para ustedes. - Se incorporó y encaminándose a la pieza, les pidió que aguantaran hasta que los llamara. Los primos intrigados y sin dejar de pajearse lo vieron entrar al dormitorio. A los pocos minutos llegó el llamado y los dos primos, expectantes, entraron al dormitorio. Eze estaba en el centro de la cama, sonriendo sensual, boca abajo, pero inclinado hacia el lado de la puerta. Se había puesto una tanga roja de encaje y un corpiñito del que caía un tul rojo que le llegaba a la cintura. Su culito, engalanado con esa tanga tan delicada, era de una belleza digna de Play Boy, si fuera que en Play Boy aceptaran putos. A Jonathan se le desorbitaron los ojos, vaya a saber qué fantasía guardaba dentro para que saltara como un tigre a la cama y comenzara a besar desesperado el culito de Ezequiel, lo besaba y lo mordía, lo apretaba, lo fregaba contra su mejilla, lo lamía, estaba fuera de sí. Ezequiel sonreía y ronroneaba con cada caricia, no podía haber mejor halago para un putito que recibir semejante tributo a la belleza de su culo. Jony comenzó a pasar su lengua por el hilo de la tanga, le recorría toda la raya y luego subía por la espalda para terminar en el cuello y morderle el lóbulo de la oreja. Su pija mojada dejaba brillantes rastros de pre-seminal sobre el hilo y el triangulito que tapaba el comienzo de la raya. Lo dio vuelta, Ezequiel en un cuidado gesto de fingido pudor cruzó sus brazos sobre sus pechos para taparse. Su pija apenas erecta asomaba por arriba de la tanga, sus bolas se insinuaban entre los rojos encajes. Jony arrodillado a su lado le acariciaba el bulto y se lo lamía por encima de la tela, su pija no se ponía dura porque no era necesario, porque en ese momento Ezequiel no tenía pija, su palo se había convertido en clítoris y su culito en chochita mojada. Al fin con un gemido descruzó los brazos y Jony se arrojó sobre las mini tacitas de su corpiño para besarle y morderle los pezones. Luego se recostó sobre él y sus bocas se unieron en un beso profundo, mojado, caliente, interminable, sólo interrumpido para mordisquear el cuello y escuchar que entre quejidos Eze le pedía que se la metiera ya, que le hiciera el amor, que lo llenara de leche. Jony lo escuchaba sin dejar de besarle el cuello y recorrer con sus manos sus costados, aún lo quería más caliente. Le ofreció pija a sus labios que de inmediato engulleron la calentísima carne y mojaron bien el palito para lo que vendría. Corto fue, las ganas de Jony de chuparle las tetitas eran muy grandes y hacia ellas fue, acariciando, mordiendo y sorbiendo desesperado, hasta conseguir que los quejidos de Eze se convirtieran casi en agudo gritito de mujer. Eso esperaba, ya había conseguido la transformación que su morbo soñaba desde quién sabe cuándo. Lo puso al fin a Eze de rodillas con la cara sobre el colchón, al borde de la cama, y corriéndole el hilo de la tanga, le clavó la pija en una sola embestida y le empezó a dar un mete y saca furioso.
 Matías no tardó mucho en ponerle la pija en los labios para que Eze tuviera su boca ocupada, y con sus piernas abiertas y la cabeza de su amigo entre ellas comenzó a subir y bajar su cadera para cogerlo duro también por la boca. Al rato le dice a su primo -¿cambiamos? - Pusieron a Ezequiel patitas al aire y mientras Matu se lo cogía con todo, Jony se la metía en la boca hasta el fondo. Los dos primos eran dos faunos desatados y Ezequiel una máquina de quejidos, entregándose todo, total, para que le hicieran lo que quisieran.
Matías se puso a innovar y apoyando las piernas de Eze sobre sus hombros le dijo a Jony que lo levantara por los hombros. Eze quedó en el aire pero el mete y saca siguió intenso. Lo dieron vuelta, y quedó parado en el piso, chupando a Jony y comiendo a Mati, con sus tules rojos flotando y su tanguita ya empapada con su propio preseminal.
Matías bajó su ritmo y lo hizo acostar boca abajo. Se la puso nuevamente y le preguntó al oído casi susurrando, te animás a las dos pijas juntas? Eze con un hilo de voz apenas desde su nube de placer, háganme lo que quieran, rómpanme el culo, pártanme en cuatro, soy de ustedes, toda!
Matu le quitó la lencería y luego se acomodó de espaldas en el borde de la cama, con los pies en el piso. Lo puso a Eze encima de él, boca arriba también y se la clavó. El ortito de Eze, quedaba bien visible para Jonathan que luego de un rato de ver la pija de su primo entrando y saliendo de ese anito, se arrimó y apoyó su glande en el borde entre la pija de su primo y el perineo de Eze y comenzó a empujar. El ahhh de Ezequiel fue tremendo, con ojos desorbitados decía sigan, sigan, metanmela toda las dos siii. Costaba, pero entraba. El anito de Ezequiel se iba dilatando y a cada momento Ezequiel y los primos la sentían más confortable. La sensación en el culito era impresionante, orgásmica, total y en las pijas sentir esa doble presión, del esfínter y de la compañera, eran tan morboso que los dos primos también estaban al borde del orgasmo. La leche de Ezequiel saltó por el aire, abundante como nunca y la contracción de su culo hizo acabar entre gritos a los primos, con la doble descarga de leche en el culito de Eze. Quedaron extenuados, pero reían de felicidad, de euforia, de orgullo, los tres por igual, nadie había sometido a nadie, los tres dieron y recibieron el placer que deseaban, intenso, pleno, inolvidable.
Desarmaron la posición y se tiraron en la cama. Eze en el medio, boca abajo y los primos uno a cada lado.
-Wow, que impresionante-, fue el comentario de Mati-, a ver cómo te quedó el ortito?
-Feliz me quedó primos, feliz como nunca-, contestó Ezequiel con una sonrisa ya relajada.
Mati le abrió las nalgas con las dos manos para ver el agujerito que, algo enrojecido, aún seguía dilatado varios centímetros.
-Mirá que no lo controlo del todo- advirtió Ezequiel, no sea que te comas un pedito, nene!
Mati cerró rápido y poniéndose de costado le preguntó:
- ¿Te alcanzó por esta noche? -
- ¿Tenés más leche para darme?, Mati lo pensó, se acarició los huevos y le respondió que había un par de cargas más si aún quería guerra.
-Mmm, sé que me corresponden, pero se las regalo a Jony, yo me voy a dormir, dijo Eze ya entornando los ojos.
Los primos se miraron, y mientras comenzaban a escuchar los ronquidos suaves de Eze, decidieron irse a la cocina. Volvieron a prender el horno para calentarse. La verdad, caminar en bolas no era muy cómodo, así que entraron de nuevo a la pieza donde ya Eze roncaba plácidamente de costado, con un hilo de leche saliéndole de entre las nalgas. Buscaron un par de buzos y los slips para que las bolas no anduvieran a los saltos y regresaron a la cocina.
Se sentaron a la mesa, frente a frente y se sonrieron. -Qué increíble-, dijeron los dos casi al unísono. Jony entonces se soltó:
-La verdad Mati, me molestó un poco que me hayan traído engañado y más me molestó que vos te hayas dejado romper el culo por Eze, pero, qué querés que te diga, lo que pasamos juntos los tres estas dos noches fue impresionante, lo de hoy ni en pedo me lo hubiera imaginado, verlo a Eze con ropa de mina me puso loco, era mi sueño, era lo que me gustaba de las minas pero con un macho adentro, no lo podía creer.
Y después, la locura que se te ocurrió de metérsela los dos juntos, al principio me dio miedo, si se lastimaba, ¿qué íbamos a hacer?, pero salió bárbaro, gocé como loco. Y Eze estuvo como una puta total, ¡¡¡cómo coge ese pibe, por favor!!!-
Mati lo miraba sonriendo como una Gioconda. Esperó a que Jony largara todo y después le preguntó: -Y lo de anoche?, ¿no me decís nada?
Jonathan dejó de sonreír, se le fue el brillo de los ojos y dejó de mirar a Matías.
-Yo me creía macho, pensaba que te iba a dar el culo por obligación, para que no te quedaras caliente y terminaras buscando a otro. - Hizo un silencio, bajó la vista. -Hasta anoche. No sólo me rompieron el culo, sino que me dieron vuelta la cabeza. Al principio me costó, pero después que me solté no lo pude seguir negando, gocé, si, gocé igual que vos, me la comí toda y me enloquecí sintiendo tu pija adentro, y ni hablar cuando Ezequiel me ensartó sus 20 cm, fue lo máximo. No sé Mati, hoy lo pensaba, no sé qué me gusta más, si ponértela o que me la pongas. Por eso cuando Eze nos invitó a que me la dieras, me entusiasmó la idea- culminó Jony con un hilo de voz y la cabeza gacha.
Matías se incorporó, ahora él parecía el mayor, fue al encuentro de su primo, lo levantó de la silla y lo abrazó.
Mirándolo a los ojos, le dijo "te quiero primo", y los dos con los ojos húmedos se besaron profundamente. Jony con la voz entrecortada le pidió -Dámela, Matu, dámela ahora por favor, cogeme primo, por favor-. Matías lo tomó de la mano. -vení-, le dijo mientras lo llevaba a la otra habitación. Lo desvistió, abrió las sábanas y lo hizo acostar. Se acostó junto a él y cubrió a ambos con la sábana y la frazada. Se abrazaron y se comenzaron a besar suavemente. Se sentía hermoso en esa cama calentita, el roce de los dos cuerpos, las manos rústicas acariciando suavemente la espalda y las nalgas, las respiraciones tibias, todo era cálido y suave.
Lo puso boca abajo y lo ensalivó despacito, entre caricias. Se subió al fin encima, y despacito, muy despacito se la fue metiendo. Jony estaba cerradito, y se quejaba un poquito de dolor, pero las caricias de Mati compensaban cualquier dolor. Al fin terminó de entrar y Mati se quedó quietito besándole la oreja, con todo su cuerpo apoyado sobre Jonathan. Empezó un mete y saca muy suave, moviendo solamente la cadera, para que no se perdiera el contacto de los cuerpos. Ninguno de los dos hablaba, sólo sentían, la carne tibia de Matías penetraba suavemente en Jony, su esfínter le devolvía su tibieza y la abrazaba con una presión que era casi como un beso inmenso. Jony sentía entrar en él la carne tibia de su primo, que era como una caricia suavemente eléctrica que llenaba su cuerpo de sensaciones delicadas que lo relajaban y, a pesar de lo físico del acto, lo iba alejando de su cuerpo. Mati también, se sentía ligero, inmaterial, como que en la cama sólo quedaba la dulce energía que se comunicaban sus sexos y sobre ellos flotando los corazones de los dos chicos.
-Te quiero primo, le susurró Matías en la oreja a Jony.
-Te quiero Matu, le respondió el primo también en un susurro.
Los dos subieron a la montaña, los dos disfrutaron del edén del orgasmo, y los dos despacio bajaron a la tierra.
La sábana enchastrada con el semen de Jony y la cama angosta no les dejaba mucho lugar para hacerse mimos, por lo que volvieron, esta vez en bolas, a la cocina, tomados de la mano. Jony, sin saber por qué ni cómo, comenzó a menear ligeramente su culito al caminar, se preguntó si se estaba volviendo afeminado, pero la tibieza de la mano de Matías lo hizo olvidar de sus pensamientos negativos y meneando el culo sin culpa llegó a la mesa de la cocina. Se volvieron a abrazar y se besaron despacito, sólo con los labios, las manos de Mati en las nalgas de Jony y los brazos de Joni en el cuello de Mati, algo impensable una semana antes.
Se quedaron un rato más en la cocina, Mati sentado en una silla y Jony sentado sobre sus piernas, frente a frente. Conversaron sobre lo intenso y bello que acababan de vivir, Jony le comentó lo maravilloso que fue sentir su semen dentro, tan distinto de lo de la noche anterior, y lo bello que fue acabar también a pura sensación y le agradeció que esta noche le hubiera enseñado otra cosa distinta a coger: hacer el amor. Mati, con las manos en la cintura de su primo, lo escuchaba sonriendo, el papel de marido no le sentaba del todo. ¿O sería así entre hombres? A veces deseas ser la masilla suave que tu macho modela a su gusto y a veces el alfarero que toma la arcilla tibia del cuerpo y el corazón de tu chico para modelarlo con caricias y placer. Poco sabía aún y poco entendía lo que estaba viviendo, el tiempo y la relación con esos dos entrañables amigos se lo enseñaría.
Al fin el sueño los fue venciendo, regresaron al dormitorio donde Eze roncaba plácido, lo corrieron a un costado de la cama y se durmieron abrazados.
 
12.- En la lagunita con Lucas

El despertador los sacó de la cama a las 8. Había que prepararse rápido porque en una hora llegaba Lucas. Había que bañarse, lavarse bien el culo para eliminar los olores a cogida y sacar las sábanas de las dos camas que tenían una baranda a garcha que delataba. Mientras los primos se bañaban juntos (qué mimosos estaban esa mañana), Eze puso la ropa de cama en el lavarropas. Tomaron unos mates rápidos y armaron las mochilas con un segundo short, un par de remeras y los toallones para tirarse en la arena. Por las dudas, termo, yerba y azúcar.

A eso de las 9:15 Lucas tocó la puerta. Bermuda de jean recortado con tijera y buzo negro. Venía con dos mochilas. El contenido de una lo repartieron entre las 4 mochilas restantes para que nadie cargara más de una. Pero..., ¿dónde estaba la parrilla para hacer los choris? Lucas sonriendo con suficiencia les dijo que no se hicieran problemas, que ya verían cómo se resolvía todo.
Caminaron hasta la playa conversando tranquilamente. Encararon para el lado de Las Toninas. El día algo fresco a esa hora, auguraba un mediodía y una tarde de calor.
 Cuando terminaron de pasar la última calle del pueblo, comenzaron a aparecer las dunas semi-pobladas por matorrales bajos y tamariscos achaparrados. Luego de un buen rato de caminar por esa playa vacía de humanos, pero rica en gaviotas y almejas, Lucas encaró hacia dentro de las dunas. Caminaron otro buen rato subiendo y bajando dunas bajas hasta que divisaron el desierto a unos pocos cientos de metros: una zona de dunas más altas, de arena mucho más amarilla, completamente peladas de vegetación. No fue poco trabajo subir la primera para divisar un valle amarillo también pelado y un poco más allá la siguiente duna a subir.
Lucas subió más rápido y los esperó en la cima. Cuando llegaron a la cúspide pudieron ver una bella laguna, bajita, de aguas quietas, completamente transparentes, que reflejaban el sol matinal. La laguna estaba rodeada de dunas por tres de sus lados. No era muy grande, tal vez 200 metros por 50. En el último lado se veía una playita pequeña, cortada por una barrera de tamariscos, y un poco más allá un bosquecito también de tamariscos.
Wow!, exclamaron los porteños, el lugar valía la pena.
Costearon la duna hasta llegar a la playita. Detrás de la barrera de tamariscos, hasta llegar al bosquecito, había un espacio de arena de no más de 20 metros, con algunos restos de fogatas. Mati enseguida pensó en su refugio de las vías, violado (y ensuciado) por otros usuarios inesperados, pero miró por todos lados y no vio nada raro.
Lucas se metió entre los arbolitos y regresó con una parrilla envuelta en diarios y una bolsa que contenía fósforos, sal, un repasador, cuchillos, tenedores, una tablita, y todo lo necesario para hacer un asado.
¿Cómo?, preguntó Jony, - todo eso lo tenías guardado acá?, no tenés miedo que te lo roben? Lucas, sonriendo le dijo que casi nadie venía allí, porque estaba lejos de la playa y del pueblo y porque los turistas en verano no se iban a quemar los pies en la arena hirviendo de las dunas. Y que si venía alguien, que se metiera a hurgar entre los matorrales, era casi imposible.
Había que meterse al agua y para eso había que ponerse los shorts. Había que sacarse pantaloncito y slip y quedar en bolas. Los tres porteños lo hacían con un poco de vergüenza frente a Lucas que, con todo desparpajo, se paseaba en bolas de un lugar a otro buscando su ropa y sus ojotas. Los amigos no podían dejar de mirarlo con disimulo, cosa que pudo advertir Lucas. El lugareño tenía tremenda pija, oscura y gruesísima, su culito, paradito y carnoso, estaba igual de bronceado que su espalda, lo que aseguraba que era su costumbre tomar sol en bolas, por delante y por detrás.
Una vez cambiado Lucas juntó leña, prendió fuego y llenó la pava, que también estaba en la bolsa, la llenó con agua de la laguna y la puso al fuego para preparar unos mates.
Jony y Mati, amantes del agua, enseguida decidieron irse corriendo a la laguna. Eze se quedó.
Acomodó su toallón sobre la arena y antes de proceder le preguntó a Lucas: - tenés problemas si tomo sol en bolas?, me encantó como te queda el culo sin la raya del slip. - Lucas estaba acomodando los leños en cuclillas, lo miró sonriendo y le dijo que no tenía el menor problema. Eze entonces se bajó despacito el short, mientras Lucas lo seguía mirando disimulado, pero pudo ver cómo saltaban de adentro del short los 25 cm del porteñito portentoso.
Eze se acostó boca abajo sobre el toallón con la cabeza sobre las manos, Lucas seguía con sus brasas y los preparativos del mate, pero de reojo miraba cuanto podía el bello poto de Ezequiel y pensaba con envidia en la enorme tranca, que había visto apenas unos segundos, pero lo dejó fascinado. De fondo se escuchaban las risas y chapoteos de los primos en la lagunita. Por idea de Mati los dos shorts habían quedado en la playa, al borde del agua, tapados con las ojotas para que no se volaran.
Luego de un rato, Eze continuó con su plan.
-Lucas, me pasás bronceador? El lugareño sonriendo complacido se puso de rodillas a su lado y comenzó suavemente a pasarle bronceador por los hombros, su mano grande y ruda bajaba por las costillas y se arrimaba a la cintura, Eze no podía evitar un suave ronroneo que, él esperaba, no fuera demasiado delator pero lo era, ya que la pija de Lucas comenzó a abultar debajo de su short.
Cuando llegó a la zona de los dos huequitos sobre la cintura, Lucas, que ya se imaginaba todo, pero quería ser precavido hasta último momento, le preguntó: -Sigo?
Eze, también precavido, le dijo -sí, dale, total somos hombres-.
Lucas comenzó a acariciar con la crema las nalgas de Eze, que ya no podía resistir mucho. Hasta ese momento había mantenido su cara hacia abajo sobre la toalla, pero entonces miró a su costado. Cuando vio la erección en el short de Lucas, sonrió satisfecho y comenzó la fase 2.
Con cada caricia de Lucas en sus nalgas, Eze levantaba un poquito el culito y se quejaba despacito. Para terminar de confirmar, Lucas suavecito pasó su mano encremada desde el perineo hacia arriba, tocando y encremando el esfínter de Eze que, con los ojos cerrados, no pudo evitar un ahhhh de placer. Ya era demasiado hasta para el más cauto de los diplomáticos.
Se hizo el silencio. Las manos abandonaron las nalgas de Eze que estaba expectante con su culito palpitando.
El primer empujón de Lucas le hizo entrar todo el glande. Lucas se había lubricado la pija con bronceador y la calentura de Ezequiel había hecho su parte para que Lucas pudiera penetrar fácilmente al putito porteño.
-¿Esto querías, Ezequiel?
-Mirá que sos lerdo, Lucas, que esperabas?, ¿que me meara por vos?
-Hay que ser precavidos con los de porteños, Eze, ¿te gusta mi pija?
-Siii, pero metela entera, no me tengas así sólo con un pedacito.
-Te la bancás?, mirá que es gruesa y te puede lastimar
-Me la banco, Luqui, dámela sin miedo.
Lucas, caliente pero pisando terreno desconocido, se acordó de los primos.
-Pero, ¿y si vienen tus amigos?
-Descuidá son tan putos como yo, lo único que puede pasar es que nos tengas que coger a los tres.
-¿A los tres?, y bueno, desde el verano que no la pongo, así que leche tengo de sobra.
-O que alguno te rompa el culo a vos, ¿eso te va?
-Mmm, eso me va mejor aún, pero estoy cerradito.
Lucas, imaginándose la fiesta que se venía, le dio otra estocada a Ezequiel. En serio era gruesa y dolía, pero el chico sabía manejar su esfínter y lo fue relajando para que no ofreciera resistencia a la magnífica pija que lo perforaba. Además, no entendía aún por qué ni como, cuando se calentaba, y eso era casi siempre que se la metían, su recto lubricaba mejor que concha femenina. En poco rato ya Lucas lo cabalgaba a full y los dos se quejaban felices y ardientes, mientras daban y recibían placer. Ezequiel meneaba sus nalgas y las levantaba, Lucas lo clavaba entero, le mordía las orejas, le sacaba la pija para frotársela por el ano dilatado y por las nalgas y se la volvía a meter de una, ya sin esfuerzo. El sol de media mañana lo iluminaba todo, el cielo de celeste brillante los cubría, la brisa suave soplaba entre los árboles, no podía haber lugar más maravilloso para disfrutar del cuerpo de un chico ardiente, para soñar por un ratito que eran libres y podían gozarse sin miedo y sin ocultarse, fuera del armario, de cara al sol, cuerpo con cuerpo, viriles, deliciosos, llenos de semen para regalarse mutuamente.
Entretanto en la laguna los primos ya habían pasado de los juegos infantiles a los toqueteos, dos putos bañándose en bolas no podían durar demasiado sin que la tocada hecha en broma y la apoyada jocosa se fueran convirtiendo de juego de muchachos a juego erótico, pero, con Lucas detrás de los arbustos, debían disimular, así que hacían planes para "perderse" un rato en el montecito y comerse mutuamente. Salieron del agua armando los planes, pero ya antes de ponerse los shorts comenzaron a escuchar desde detrás del cerco de tamariscos los quejidos tan conocidos y agudos de Eze y entrecortadamente la voz gruesa y susurrante de Lucas que no entendían del todo pero que claramente decía palabras como "putito", "cométela toda", "pija"..
La sospecha de Ezequiel (confirmada por las insinuaciones de las que los primos no fueron conscientes) se había cumplido y Lucas también era uno de los suyos. Se acercaron despacio y pudieron ver a los dos chicos cogiendo boca abajo en la loneta. El culo de Lucas era de una belleza increíble, de un color que excitaba, aún así, cogiendo, no se tensaba ni se marcaban sus músculos, era un culo digno de revista porno.
Cuando al fin Lucas vio a los dos primos en bolas y con las pijas semiduras mirándolos, paró el mete y saca.
-Eze, ya nos vieron.
Ezequiel, con esa sonrisa de felicidad que siempre tenía cuando se lo empernaban, miró a los primos, con la mirada les hizo entender un "vieron?, yo les dije" y dirigiéndose a Lucas:
- No te hagas problemas, amorcito, son mis amigos y me conocen, sigamos
-Pero....
Matías enseguida lo tranquilizó con un beso en las nalgas y Jony con uno en la boca.
-Seguí Luquitas, nosotros hacemos lo nuestro.
Pusieron una toalla al lado de Eze y Matías se tendíó de rodillas dejando su culo paradito. Jony se lo chupó un buen rato, lo hizo acostar y se la metió tranquilo. Algún ay de dolorcito, pero ya poca cosa.
Eze y Mati se tomaron de la mano, se miraban a los ojos y juntaban sus bocas. Sobre ellos Lucas y Jonathan sonreían machosamente con los brazos extendidos y las pijas clavadas bien profundo en los culitos de sus amigos. Empezaron el mete saca primero cada uno por su cuenta, pero luego de un rato, Jony se detuvo y se acopló al ritmo de Lucas, así los ayes y los mmm de los pasivos se comenzaron a sentir al unísono.
Lucas entendió enseguida y cuando Jony apretaba a fondo, él también, cuando Lucas giraba su verga dentro de Eze, Jony también, cogían sincronizados, se miraban sonriendo exultantes por lo que estaban haciendo y su trabajo y su entusiasmo se transmitían a Eze y Matí que se sentían las putas más felices del mundo.
Jony al fin no pudo más y se vació dentro de Matías entre estertores, en realidad la cogida había sido bien larga, pero Lucas era súper aguantador, digno partner para un Eze que se aguantaba todo, hasta dos pijas juntas.
Mati había dejado en la toalla una buena mancha de líquido preseminal, pero no había acabado y lo necesitaba. Allí estaban a su lado, aún subiendo y bajando rítmicamente las increíbles nalgas de Lucas.
Matías se ubicó detrás de él y comenzó a acariciarlo: las nalgas, los muslos, el perineo. Al ver que sus trabajos eran recibidos con agrado, se fue haciendo más impertinente y fue buscando las caras internas de los glúteos y despacito el asterisquito tibio. Mierda que estaba cerrado!, pero temblaba de calentura con cada roce. Matu comenzó a lengüetear y a puertear de a poco con los dedos. Lucas bajaba su ritmo y se quedaba quieto de a ratos para que Matías pudiera trabajarlo mejor. Jony muy servicial, e imaginando que Eze había venido preparado, urgueteó en su mochila, encontró la vaselina y se la alcanzó a Matu. Como el momento ya llegaba, Lucas se recostó sobre la espalda de Ezequiel y esperó lo que hace tantos meses deseaba, una buena pija en su culito. Mati, ya experto en agujeros chicos para pijas grandes, empezó el mete y saca súper cortito y despacito para que su glande fuera dilatando y mojando el canal de Lucas. Un poquito adentro y de nuevo toda afuera, así, en una docena de pujaditas y sacadas, pudo vencer la resistencia de ese anito desacostumbrado hasta que con un "plop" cedió de golpe y su pija casi se zambulló dentro del recto de Lucas. El ahhh de Lucas se debe haber escuchado hasta en Mar de Ajó, ¡cuánto necesitaba volver a sentir una pija caliente dentro suyo!, era deliciosa, incomparable a cualquier otro gozo. Casi se olvidó que lo estaba cogiendo a Eze, era tan grande su placer por atrás que todos sus sentidos se concentraron en su anito, en ese entra y sale caliente, eléctrico, que le arrancaba lágrimas de felicidad, lloraba sobre la espalda de Eze mientras le decía a Mati "no me la saques nunca Mati, llename todo, partime al medio, cogeme, cogeme, asi, más por favor amigo, quiero mi culo lleno de tu pija, siempre, siempre". Su recto lubricaba soberanamente por lo que la cogida era totalmente placentera para Mati, que sentía el chapoteo de los juguitos con cada pujada. Eze, tranquilo, aprovechaba para jugar con su esfinter, cerrándolo y abriéndolo para hacerle una pajita con su culito a la pija de Lucas para que no se olvidara de él del todo y que disfrutara más del sanguchito.
Matías no tardó mucho en acabar, las largas caricias que la pija de Jony habían hecho en su próstata mientras lo cogía había acortado mucho su tiempo de aguante como activo, así que en 5 minutos, con una fuerte pujada final, le llenó el culito de leche a ese lugareño bello de nalgas perfectas. Lucas, con los ojos cerrados recibió la carga completamente recostado sobre la espalda de Eze que volviendo la cabeza le dijo "acabaste vos también Lucas?".
-Si, Eze, era demasiado rico para poder aguantar.
-Querés sacármela?
-Nooo, todavía no me conocés, hasta que no te eche otro no te la saco.
-Mmmm-, dijo Eze sonriendo, - qué macho vine a encontrar en San Clemente!, seguí todo lo que quieras, mi culo quiere pija siempre Luqui, seguí hasta la noche si querés.
Y Luqui siguió.
Mati y Jony fueron a lavarse a la laguna. Cuando regresaron, Ezequiel estaba patitas arriba y Lucas sosteniéndole las piernas le estaba dando un mete saca infernal.
El fuego que había comenzado a preparar Lucas por supuesto se había hecho pura ceniza y alguna braza.
Los primos, se volvieron a calzar los shorts, arrimaron ramas secas y abanicando con un cartón lograron reavivar el fuego. Pusieron la pava y se recostaron sobre los tamariscos cerca del fuego. Mientras conversaban veían a 20 metros de ellos a Lucas que se había acostado boca arriba y Ezequiel le estaba cabalgando la pija mejor que Leguizamo.
Prepararon el mate y se pusieron a tomar mate con cuernitos de grasa que Lucas había traído de la mejor panadería de San Clemente, junto con unas tortitas negras que se veían suculentas. Matearon largo, sin dejar de mirar a sus amigos que seguían el mete y saca, a veces en una pose, a veces en otra. Ahora estaba Lucas parado y Eze con los hombros apoyados sobre la loneta y el culo en alto. Lucas, entre las piernas, se la metía por arriba con una fuerza tal que los primos no entendían cómo Eze se la bancaba. Esa noche seguro deberían pasarle alguna crema para el dolor de hombros y cuello.
Terminada la pava se decidieron a tomar sol, en bolas por supuesto. Enseguida se quedaron dormidos. A la media hora los despertaron los quejidos de Eze y Lucas. Lucas estaba parado, con Eze ensartado colgado de su cuello, la leche de Eze corría por el pecho de Lucas y la leche que Lucas acababa de regar bien dentro de Eze se escurría por sus muslos. Los dos estaban exultantes, casi riendo.
Lucas depositó suavemente a Ezequiel en el suelo y los dos se unieron en un primer beso. Del culito de Eze chorreaba el semen abundantísimo que había recibido, pero no blanco del todo, salía apenas apenas rosa, signo de que la hora y media de culeada dura que le había dado Lucas le había paspado un poco el esfinter.
Mati se lo comentó preocupado, se imaginaba que deberían llevarlo al médico para que lo revisara, Eze se separó de Lucas y con fingido enojo le dijo
-Rompe, paga.
Lucas y los demás chicos se miraron entre ellos sin entender. Eze, con las manos en jarra, lo miró directo a Lucas y le espetó
-Vos me lo rompiste, vos me lo arreglás.
-Y que querés que haga Eze, te llevo a la clínica? Yo pago la consulta, no hay problemas. O mejor, te llevo de la enfermera que me lo curó a mí una vez.
Eze se puso a reir ante el desconcierto de sus amigos. Se acostó nuevamente sobre el toallón, levantó sus piernas y se las agarró, dejando bien a la vista el ortito lleno de restos de jugos, leche y algo de sangre.
-Lucas, andá a mi mochila y traé la crema que está en el pote que dice "BA" (broken ass, jeje), lavame bien con agua fría y después untame con bastante de esa crema. Con eso esta noche ya lo tengo como nuevo. Por ahora, no sufran chicas, no me van a poder coger (a menos que me hagan calentar mucho).- concluyó sonriendo pícaramente.
Lucas pagó con el tratamiento y luego le dio un extra dándole una mamadita con la excusa de limpiarle también la pija pero en realidad se moría de ganas por chupar esa verga inmensa.
(continuará)


 

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