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Mi jefe, mi dueño Parte 1

Como todos los relatos estan basados en mis fantasías.   
Estaba sola con 10 hombres y sacan de su cartera plata, sin darme tiempo de decir nada me llevan al escritorio y en el camino me van quitando la ropa, todas las manos empiezan a recorrer mi cuerpo, amasan mis pechos y retuercen mis pezones, otras bajan y meten sus dentro de mi concha, siento caricias por todas partes, todos con sus pijas enormes al aire, me ponen boca abajo con el escritorio de apoyo, me atan las manos y me vendan los ojos, me abren las nalgas y siento de golpe como entra a mi concha una pija, doy un grito por el dolor, de inmediato me tapan la boca, empieza a moverse poco a poco, los demas miran como soy cojida y esperan su turno, el ritmo empieza a ser más acelerado, termino dentro de mí, al salir su lugar lo ocupa otro y antes de que diga algo otro se pone enfrente de mí y mete su pene en mi boca, me cojen por ambas partes frenéticamente, así hasta pasar todos, algunos repitieron, incluso haciendome doble vaginal, me llenaron de semen, por lo menos recibi la leche de 40 personas. Al terminar quede con mi jefe a solas q había visto todo, el cual había sido mi proxeneta, mi entregador. Me dió una dirección, pidió q no falte.

Al dia siguiente fui a la dirección que me dió, llegue y ya estaban 20 personas entre 50 y 60 años, me dijeron que me desnudara y que se me ocurriera gritar en ningún momento, me acostaron boca arriba sobre un cama, me ataron y vendaron los ojos y y empezaron meter sus dedos en mi concha y a jalarme los pezones, todos me fueron cojiendo por la concha a la vez q me metían consoladores por ahí, fueron varias rondas por lo que se ya que en un momento me quedé dormida en las que incluso me cojian no con sus pijas pero si con otras cosas, incluso llegue a tener dos a tres pijas a la vez. Nuevamente llena de semen y dolorida, sin fuerzas. Todos se fueron y mi jefe se acercó a hablarme al oído: 

-Vas a obedecer en todo lo que te digan y vas a hacer lo que te ordenen entendiste?

 Asustada, moví la cabeza asintiendo. Comenzó a acariciarme los pechos con ambas manos y luego las bajó hasta mis nalgas, una regresó a mis pechos y la otra la metia por en medio de mis piernas, mientras él me decía al oído:

 -Que buena que estás puta

 Yo estaba sin fuerzas, cansada y dolorida, más que el día anterior, él comenzó a acariciar mi clítoris y a buscar con un dedo mi vagina, me quitó las manos de encima y me ordenó hincarme, lo hice y entonces él se paró delante de mí y ordenó: 

-¡Abre la boca!

Él se bajó el pantalón y puso su pene delante de mi boca, me ordenó:

 -Chúpalo putita

Y empecé a hacerlo; él me tomó del cabello y me hizo moverme adelante y atrás, obligandome a mamarle su miembro como a él le gustaba.

-Sí puta que bien chupas

Unos minutos después, me hizo levantarme de nuevo y me arrojó sobre la cama; caí boca abajo y rápidamente me volteó. Sin consideración empezó a meterme su pija en mi pobre conchita, hice un gran esfuerzo para no gritar y al parecer él se dio cuenta, porque se inclinó sobre mí, aplastándome con su peso y me colocó una mano en la boca, impidiéndome emitir sonido alguno. Comenzó a entrar y salir de mí sin piedad, provocándome un intenso dolor al ser ultrajada de esa manera. Él me decía al oído: 

-Muévete puta, se muy bien que te gusta

Él seguía entrando y saliendo de mí sin piedad, abusando de mí como lo habían hecho anteriormente y el dia anterior, entrando y saliendo y pellizcándome los pezones.

-Eres una puta caliente, siempre te me has antojado y ahora eres mía y lo estás gozando, ¿verdad perra?

Él seguía entrando y saliendo de mi concha, gozando con mi dolor; además me lamía, me mordía y me pellizcaba los pechos. Unos minutos después, que a mí me parecieron horas, él se vino dentro de mí; descargó chorros de semen dentro de mi vagina ultra violada sin importarle lo que yo sintiera; yo intenté que la sacara, pero él me tenía prácticamente aplastada. Él se levantó y abrió la puerta de calle, unas personas entraron, habían visto lo de recién por la ventana y me querían probar, uno se subió a la cama; se sentó en mi vientre y colocó su pene en medio de mis pechos; los juntó y se masturbó con ellos. Su miembro llegaba hasta mi boca y él me ordenó sacar la lengua, de tal manera que cada vez que él empujaba su pija mi lengua lo tocaba. Otro se subió también en la cama y de igual manera que lo había hecho el primero, me levantó las nalgas, me abrió las piernas y me penetró salvajemente. El que se masturbaba con mis pechos se levantó un poco, solo lo justo para que su pene quedara frente a mi boca y me dijo:

 -Chupa puta

Y obedecí y también se la chupé. No se escuchaba nada, solo sus gemidos de placer queditos: 

-¡Ah, ah, sí putita sí!.

El que me obligaba a chuparle el pene soltó grandes cantidades de semen en mi boca diciéndome: 

-Tragate todo puta

Poco después, el que me violaba también lo sacó y se vino encima de mí, llenándome todo el cuerpo de semen. Yo lloraba y sentí que me quedaba sola otra vez con mi jefe que me decía:

-Muy bien putita, lo has hecho perfectamente, te voy a seguir entregando, no sólo serás mía sino de quien yo quiera 

Entraron nuevamente personas y una me clavó con fuerza y sin compasión su pija en mi concha provocándome un intenso dolor. Él se inclinó, aplastándome con su cuerpo, lo sacó todo y luego lo metió con fuerza, nuevamente hasta el fondo de un solo golpe y empezó a masacrarlo de ese manera, lo sacaba y lo metía con toda la fuerza posible, gozando con mi dolor y mis quejas ahogadas. Él entraba y salía, entraba y salía, entraba y salía sin compasión, no supe cuánto tiempo pasó, de nuevo se me hizo eterno hasta el momento en que soltó tremendos chorros de semen dentro de mí, haciéndome sentir como se llenaba mi intestino con su líquido. Él sacó su miembro y todavía embarró de semen mis nalgas y mis piernas y entonces de inmediato, sin dejarme descansar ni un segundo, otro de ellos ya estaba penetrándome salvajemente por la concha también. De igual forma metió y sacó su pene varias veces, masacrando mi pobre concha y gozando con el dolor que me provocaba. El único ruido que se escuchaba era el del tipo jadeando: 

-¡jm, jm, ah, ah, ah

Tuve que aguantarme hasta que acabó también llenando mis entrañas de su líquido seminal. De inmediato me violó otro, clavó su miembro en mi conchita adolorida sin ninguna consideración hacia mí que ya sentía como líquidos empezaban a escurrir entre mis piernas, sentía como semen o sangre, no sabía bien que era. Este también masacró mi pobre concha salvajemente, lo único que me dijo en todo el tiempo fue: 

-Que conchita que tienes putita

 Y siguió entrando y saliendo de mi sin consideración, después de mucho tiempo sentí su leche que me llenaba el intestino y él sacó su miembro de mí pasándolo por mis nalgas, espalda y piernas, limpiandose en mí. Adolorida como estaba, humillada y abusada. Mi jefe me dijo:

- Quieta, que aún no terminó con vos

Siguieron violándome por la concha los de recién y los que habían entrado anteriormente, siempre bajo la mirada de mi jefe. Luego de varios minutos, que me parecieron horas, boca arriba, subiendo mis piernas en sus hombros, agarrando sus pijas y con salvajismo me lo clavaban hasta el fondo de mi concha, entraban y salian de mi con furia, como su quisieran partirme. Todos vaciandose dentro mío. Uno dijo: 

-Putita nos gustó mucho cogerte y ahora se viene el final

 Sosteniéndome el cuello con un brazo encima me dijo al oído: 

-¡Ten puta, ten; esto es lo que te gusta, trágate toda nuestras pijas; eres una puta quieras o no

Tenía dos pijas entrando y saliendo salvajemente de mi pobre boca y a la vez de mi adolorida concha, yo sentía mucho dolor y lloraba, pero al mismo tiempo sentí que me ahogaba porque no podía respirar, creí que moriría en ese instante, por el salvaje ataque, se vinieron dentro empujando hasta el fondo sus gruesos miembros y llenándome de semen las entrañas otra vez y así hasta pasaron todos nuevamente, de a cuatro pijas a la vez. De inmediato me soltaron, moví la cara para respirar y me quedé humillada y adolorida sin poderme mover. Uno me dijo: 

-La pasamos muy bien puta y sabemos que tú también, seguramente le pediremos a tu jefe nuevamente tus servicios

Me quedé tirada, adolorida, inmóvil, llorando de dolor e impotencia, quise levantarme, pero el cansancio me venció y me quedé profundamente dormida a solas con mi jefe, mi dueño

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