Regreso con gloria, como la película, fue el mío hace unos sábados cuando tras estar meses en lo de mi yegua Sandrita por la cuarentena dándole semen a chorros, volví a mi departamento acá en Carapachay. Pero no sólo a descansar de tanta embestida y ordenar mis cosas y cuentas, sino a visitar a mi vecina Silvia, que tanto extrañaba y que le di con Sandri en inolvidable trío en lo de aquélla.
Claro que apenas salí de lo de San lo primero que pensé era en ver a la rubia madura y divina, y por supuesto comer sandwichitos con ella para luego intentar darle. Llegué un sábado al mediodía y antes de entrar a casa me la crucé, nos saludamos con besos y tras charlar un rato le dije de verla a la noche, así le contaba de estos meses. Y Silvia, gaucha si la conozco, dijo sí enseguida, lo mismo que cuando le propuse llevarle fiambre para cenar.
Tras la siesta y baño, me vestí de elegante camisa y pantalón, zapatos y muy perfumado fui a lo de la rubia con el kfiambre y demás. Y ella me recibió hermosa, de blusita, pollera con vuelo que me vuela y un aroma a perfume y pintura que me la quería comer y coger ahí. Me contuve, ella me elogió mi pinta ("tan lindo como siempre", decía acariciándome la pera) y nomás comimmos sandwiches con bastante mayonesa como siempre pido. Mientras me preparaba y se hacía ella, agradeciendo por el fiambre, le conté de todo lo que anduve con Sandrita, con cuidado de que no fuera muy fuerte para no joder la cena y sus bocados, a ver si se atragantaba con mis relatos. Después ella me convidó con flan, y café de por medio le pregunté de su vida, sus salidas, su cuarentena, sus bombachas. Obvio, le preguntoneé todo lo que pude para entrar en clima. Y como Silvia contó todo, hasta sexo con un par de vecinos, me animé y retruqué loco: "Bueno rubia, esta noche tenemos que festejarla a lo grande". Ella replicó: "Bueno, ya la estamos festejando con la cena…". No me quedé atrás: "No Silvia, dale, vos sabés qué quiero decir". "Ahhh, claro, siempre el mismo vos", retrucó. "Y bueno mujer, de algo hay que vivir", le contesté calentito. "¿Ah sí? Vos querés vivir, bueno, vení, te llevo", acotó.
Sí señoras y señores, Silvia me agarró calientonga y sin miramientos me mandó a su pieza, me hizo mimos y besos de una, me toqueteó todo, me sacó ropa, la toqueteé, ella me hizo manosearla, tetas, cola, vagina, loco le pedí que se saccara todo, la rubia genia se hizo rogar y me la hizo crecer bien, me la apretó suave, me sacó el calzón y me chupó bien chupada la pija, que se me fue para adelante con tutti. Jadeando le exigí en bolas, Silvia me volvió a pasar mis manos por su cuerpo en bombacha y corpiño, le saqué el corpiño y me pidió amasijarle las tetas, y tras eso, se quitó suave la bombacha.
Y a cogerla con locura. Por fin se la puse tras tanto tiempo a mi vecinita adorada. Silvia se acostó y abrió anchas sus piernas, me le tiré encima y se la metí con violencia, bien al fondo y ella, tras gritar de placer, pidió que le diera buena murra. Qué me va a pedir, si volé con los sandwichitos, su perfume, su cuerpo suave y perfecto, su aliento, todo. Adelante y atrás por su vagina, ella excitada gemía loca y clamaba que la llenara. Y en quince la llené de semen como nunca mientras ella acabó mucho flujo y nos chuponeamos y tragamos los líquidos. Y cuando quiso levantarse a lavarse y cambiarse, la sorprendí, la di vuelta y tras tirármele violento le enchufé salchichón por la ccola, con tal furia que volví a eyacular fuerte y espeso semen.
Silvia chocha me dio su concha, yo mi penacho, tomamos bastante lechita, besos, mimos y enloquecido, le pedí su bombacha y su lápiz de labios. Sin dudar ella me lo dio, me puse la bombacha, ella me pintó los labios de rojo y me dio un buen pico. Eso me reventó: la sujeté, la estrellé contra su placard, le bajé loco su bombacha y le volví a dar, primero por cola, luego por vagina y acabé en su orificio con ganas montón de semen a chorros. Ahí sí paramos, ella me regaló quedarme a dormir, me acosté apretadito sintiendo su camisón fino y su bombacha abajo, y a la mañana, me trajo la leche y las tostadas con queso y dulce a la camita. Una noche y mañana de bodas, como debía ser. Y, volví a casa, a Ccarapa y a Silvia. Y a su vagina.
Claro que apenas salí de lo de San lo primero que pensé era en ver a la rubia madura y divina, y por supuesto comer sandwichitos con ella para luego intentar darle. Llegué un sábado al mediodía y antes de entrar a casa me la crucé, nos saludamos con besos y tras charlar un rato le dije de verla a la noche, así le contaba de estos meses. Y Silvia, gaucha si la conozco, dijo sí enseguida, lo mismo que cuando le propuse llevarle fiambre para cenar.
Tras la siesta y baño, me vestí de elegante camisa y pantalón, zapatos y muy perfumado fui a lo de la rubia con el kfiambre y demás. Y ella me recibió hermosa, de blusita, pollera con vuelo que me vuela y un aroma a perfume y pintura que me la quería comer y coger ahí. Me contuve, ella me elogió mi pinta ("tan lindo como siempre", decía acariciándome la pera) y nomás comimmos sandwiches con bastante mayonesa como siempre pido. Mientras me preparaba y se hacía ella, agradeciendo por el fiambre, le conté de todo lo que anduve con Sandrita, con cuidado de que no fuera muy fuerte para no joder la cena y sus bocados, a ver si se atragantaba con mis relatos. Después ella me convidó con flan, y café de por medio le pregunté de su vida, sus salidas, su cuarentena, sus bombachas. Obvio, le preguntoneé todo lo que pude para entrar en clima. Y como Silvia contó todo, hasta sexo con un par de vecinos, me animé y retruqué loco: "Bueno rubia, esta noche tenemos que festejarla a lo grande". Ella replicó: "Bueno, ya la estamos festejando con la cena…". No me quedé atrás: "No Silvia, dale, vos sabés qué quiero decir". "Ahhh, claro, siempre el mismo vos", retrucó. "Y bueno mujer, de algo hay que vivir", le contesté calentito. "¿Ah sí? Vos querés vivir, bueno, vení, te llevo", acotó.
Sí señoras y señores, Silvia me agarró calientonga y sin miramientos me mandó a su pieza, me hizo mimos y besos de una, me toqueteó todo, me sacó ropa, la toqueteé, ella me hizo manosearla, tetas, cola, vagina, loco le pedí que se saccara todo, la rubia genia se hizo rogar y me la hizo crecer bien, me la apretó suave, me sacó el calzón y me chupó bien chupada la pija, que se me fue para adelante con tutti. Jadeando le exigí en bolas, Silvia me volvió a pasar mis manos por su cuerpo en bombacha y corpiño, le saqué el corpiño y me pidió amasijarle las tetas, y tras eso, se quitó suave la bombacha.
Y a cogerla con locura. Por fin se la puse tras tanto tiempo a mi vecinita adorada. Silvia se acostó y abrió anchas sus piernas, me le tiré encima y se la metí con violencia, bien al fondo y ella, tras gritar de placer, pidió que le diera buena murra. Qué me va a pedir, si volé con los sandwichitos, su perfume, su cuerpo suave y perfecto, su aliento, todo. Adelante y atrás por su vagina, ella excitada gemía loca y clamaba que la llenara. Y en quince la llené de semen como nunca mientras ella acabó mucho flujo y nos chuponeamos y tragamos los líquidos. Y cuando quiso levantarse a lavarse y cambiarse, la sorprendí, la di vuelta y tras tirármele violento le enchufé salchichón por la ccola, con tal furia que volví a eyacular fuerte y espeso semen.
Silvia chocha me dio su concha, yo mi penacho, tomamos bastante lechita, besos, mimos y enloquecido, le pedí su bombacha y su lápiz de labios. Sin dudar ella me lo dio, me puse la bombacha, ella me pintó los labios de rojo y me dio un buen pico. Eso me reventó: la sujeté, la estrellé contra su placard, le bajé loco su bombacha y le volví a dar, primero por cola, luego por vagina y acabé en su orificio con ganas montón de semen a chorros. Ahí sí paramos, ella me regaló quedarme a dormir, me acosté apretadito sintiendo su camisón fino y su bombacha abajo, y a la mañana, me trajo la leche y las tostadas con queso y dulce a la camita. Una noche y mañana de bodas, como debía ser. Y, volví a casa, a Ccarapa y a Silvia. Y a su vagina.
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