Un par de lunares pequeños, dispersos en la piel de sus largas piernas, concentran la mirada. Ella, sentada en una silla, con un vestido de poca tela y liviana, sonríe tímida.
Los pies descalzos. Las uñas pintadas de rojo furioso, el mismo tono que usa en sus manos y que colorea sus labios.
Sé que se preparó para la ocasión. Está linda. Muy linda.
Su perfume domina el ambiente.
Apoya ambas manos en el asiento de la silla, como sosteniéndose para no caerse. Los pies en punta, apenas rozan el suelo. Una sensación de vértigo le recorre el pecho. Está nerviosa.
Frente a ella dos hombres. La miran. La desean. Saben que la van a poseer en instantes.
Podrían ser amigos, compañeros de trabajo, vecinos, primos, sobrinos. No importa en realidad. Hoy, son vergas, son manos, son lenguas, ojos, piel, calor...
- Miralos- le digo- ¿Te gustaría verlosun poquito más, no?
Ella no me responde, le cuesta aceptar que está excitada. Sin decirme nada los observa. Puedo ver en su mirada el deseo que trata de disimular conmigo.
- Elegí uno.- le pido, ella me mira temerosa como interrogándome. - Nada más elegí uno...- le repito.
Y aunque ella no abre la boca, sus ojos se posan sobre uno de los dos.
Sin necesidad de que diga nada, el elegido, se baja lentamente el cierre del pantalón y saca afuera una poronga gruesa, a medio endurecer.
Ella la mira hipnotizada.
- Parece que no está del todo madura esa fruta... Mostrale las tetas, a ver qué pasa ...
Me mira como asustada...
En realidad esa es su manera de pedirme permiso. Se lo aclaro una vez más:
- Hoy quiero que disfrutes, concentrate en vos, en tu propia calentura. A mí, me excita verte excitada...
Sin más, se baja el sostén del vestido, lentamente, y deja caer sus pechos. Los cobija cada uno en una mano, sosteniéndolos. Los toma del costado y los envuelve haciendo un círculo hacia adentro que termina en un pellizco de los pezones, que bien erectos, en punta, los estira hasta sentir que ambos pechos cuelgan de ellos. Su mirada está concentrada en esa pija, que empieza a erguirse. Se la come con los ojos. Ya le veo la lengua moverse dentro de su boca semi abierta.
De atrás me acerco a ella y le acaricio los brazos con la yema de mis dedos. La piel se le pone de gallina. Ella gira a mirarme, pero se lo impido. Hoy puede elegir. No hace falta que esté pendiente de mí.
- Mirá cómo se le marca el bulto al otro... ¿No querés pedirle que te la muestre también...? - le digo al oído. Ella, aún no se anima a decir nada.
- ¿Querés que se lo pida yo...?- le pregunto para animarla. La veo asentir con la cabeza. Veo sus mejillas ponerse coloradas.
- ¿Sabes qué...? Me parece que si le mostrás vos primero un poquito de lo tuyo, él se va animar a mostrártela. Mostrale, dale, mostrale un poquito...
No se hace rogar más, es que le gusta tocarse. Separa las piernas y con una mano corre la tela de la bombacha al costado. La raya de su sexo, plenamente depilado, se separa unos milímetros al descorrerse la tela. Dejando ver, apenas, el rosado y brillante interior.
Cuando el otro se baja el jogging que lleva y la pija dura le rebota por el envión ella no puede evitar llevarse otra mano hacia su vagina y presionarse el clítoris. La boca entreabierta. La lengua golpeando sus dientes, las mejillas aún más enrojecidas...
- ¿Te gustan esas pijas? Mira esos huevos, están cargados de leche para vos... Me gustaría verte chupar esas pijas. ¿Querés?
No logro que me responda, solo veo acelerar el movimiento de su mano que se acaricia cada vez más fuerte.
- ¿Querés...?- insisto.
Pero es mucha presión para ella. Lo quiere, lo sé. Lo veo y lo huelo. Lo veo en su cuerpo. Puedo oler su sexo húmedo y deseoso. Pero sé que no se anima por mí... Tal vez lo siente como una traición. O tal vez le cuesta aceptar que dentro suyo hay una puta, caliente, hambrienta de pijas y de hombres que la hagan gozar fuerte.
Entonces le tapo los ojos. Le digo: "No te preocupes, solo yo te voy a disfrutar hoy... ¿Si?"
- Sí. - me responde por primera vez.
Con una seña, le digo a los otros que se acerquen un poco.
Desde atrás le cuento: "Ahora te voy a acariciar la cara con mi pija, para que sientas qué dura y caliente me la pones... "
Sin tener que explicar nada, enseguida, uno de los hombres, le pasa la poronga por el rostro. Ella sigue tocándose, ya gimiendo audiblemente. Se relame los labios mientras siente el tronco, venoso y suave, recorriéndole la frente, la nariz, el cuello, las mejillas...
- ¿Sentís que grande me la pusiste? Ya la tengo con la puntita mojada ¿Te gustaría chupármela un poco...?
- Ay, si. Si. Quiero chuparte la pija, amor...- se anima a decirme.
- Es toda tuya mi pija...- le digo despacito hablándole en la nuca.
Inmediatamente agarra la pija con las dos manos y se la lleva a la boca, de costado, como una perra hambrienta con un hueso, lame el tronco, pasando lentamente la lengua. Y después de probar la punta y saborear el juguito, se la mete entera en la boca. La veo morderla, apretarla con fuerza entre los labios y veo su lengua moverse por dentro, buscando hacer reaccionar a esa pija y haciendola palpitar.
El hombre no puede evitar desahogar un gemido.
- ¿Escuchas cómo me pones? ¿Que lindo me la estás chupando...? ¿Te gusta chupármela así? - la incito.
Ella me responde "Me encanta" con la boca llena de pija. Y una de sus manos vuelve a su entrepierna. Separa sus labios, exhibiendo un espeso flujo transparente que marca una serie de hilos pegajosos entre ellos. Está a punto.
- Que rica que debe estar, amor... ¿Te la puedo probar mientras vos me seguís chupando la pija?
- Sí, si. Quiero.- me dice, sin dudar.
Enseguida una boca le come la concha, la disfruta y la hace disfrutar...
Suavecito al oído, le pregunto: "¿te la estoy chupando bien...?
- Sí, si. Me encanta...
- Entonces... ¿Por qué no me comes un poco los huevos?, así vas palpitando la cantidad de leche que hay ahí para que la saborees.
Obediente, empieza a jugar con los testículos en su boca. Mientras se retuerce, disfrutando, esa boca y esos dedos que la miman entre las piernas con fervor. Pronto esa boca se hace a un lado y es una pija la que se posa en su entrada. Eso le genera un escalofrío.
La pija, por fuera, se frota en ella, resbalando entre sus labios y raspando, con la cabeza, el clítoris.
- ¿Sentís mi poronga tanteandote para entrar?- le pregunto con curiosidad.- Contame... ¿cual de mis pijas te gusta más, la que me estás chupando o la que te estoy por meter?
- ¡Las dos! ¡Quiero las dos...! - me dice, segura.
Y ante ese pedido, una pija la recorre entera por dentro y otra, viendo la oportunidad al oír ese grito, se le mete entera en la boca. Los dos la bombeaban. Ella movía los brazos como si estuviera tratando de mantenerse a flote. El cuerpo se le sacudía de placer.
Cuando, tras el intenso orgasmo, se desplomó en la silla, le dije: - ¡Que lindo que acabaste...! ¡Estás hermosa, mi amor! Ahora, me toca a mí.
Y de la mano la levanto, la desnudo y, aún con los ojos tapados, la llevé hasta la cama, donde la acomodé en cuatro y después de sentarme en la silla le fuí contando:
- Ahora te la voy a meter desde atrás.
Una pija la poseyó con fuerza, agarrandola fuerte de sus caderas y meneándose en su interior. Ella gozaba.
- mientras te cojo así, quiero que me chupes bien la verga. Quiero verte bien chancha, con mucha saliva. ¿Querés?
- Sí, dame. Dame tu pija, dámela...
Y mientras babeaba y se comía una pija, la otra seguía embistiéndola con ganas. Empujándola hacia adelante.
- Ahora quedate quieta que me voy a dar vuelta. - le dije desde la silla sentado.
Al instante, la pija bien babosa la estaba penetrando mientras ella lamía esa otra pija, que incluía el sabor de su anterior orgasmo.
- Chupame bien esta pija que fue con la que te hice acabar recién...- le pedí, pero no hacía falta, la devoraba con pasión, se la pasaba por la cara, la olía, apretaba y chupaba como una poseída.
- ¿Te gustaría cabalgarme, mientras te puerteo, un poco, el culo...?
Su respuesta fue física, se acomodó sobre la pija que estaba chupando y la absorbió con la concha hasta el fondo. Empezó a moverse, le gustaba. Se apretaba un punto abajo del ombligo. La otra pija buscaba su espacio apoyada entre los cachetes. Cuando la sintió se agachó para recibirla, pero ya estaba muy caliente... No paraba de menearse, apoyadas las manos en el pecho del dueño de esa pija con la que jugaba. El otro le abrió los cachetes y apoyó la cabeza en el agujero. Con una mano se ayudaba a hacer presión. Pero solo eso bastó para que ella enloqueciera. Media cabeza. "Me encanta","Cogeme","Quiero pija","Más", gritó entre otras cosas.
Al terminar, se recostó hacía adelante, aún reteniendo dentro suyo toda esa poronga gorda sobre la que estaba sentada, buscando besar la boca de su dueño.
Yo le pedí, desde mi lugar, que me siguiera besando así mientras le cogía el orto. Y aquella pija, que apenas había logrado conocer ese culito, se fue metiendo, de a poco, hasta entrar entera. Ella, desesperada, mordía los labios que la besaban.
Desde mi lugar de espectador, pude observar esa pija, larga y extraña, doblegarla a su antojo. Hasta hacerla gritar nuevamente...
Y después, como nunca antes, la ví limpiar esas pijas de todo rastro de semen que no hubiera quedado dentro de su cuerpo...
Al sacarle la venda, le pregunté si ahora sí se iba a animar a cogerse a estos dos señores que con tanto deseo habían venido a disfrutarla esta noche.
Y ella me contestó en una voz claramente audible: " Ahora sí..."
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Los pies descalzos. Las uñas pintadas de rojo furioso, el mismo tono que usa en sus manos y que colorea sus labios.
Sé que se preparó para la ocasión. Está linda. Muy linda.
Su perfume domina el ambiente.
Apoya ambas manos en el asiento de la silla, como sosteniéndose para no caerse. Los pies en punta, apenas rozan el suelo. Una sensación de vértigo le recorre el pecho. Está nerviosa.
Frente a ella dos hombres. La miran. La desean. Saben que la van a poseer en instantes.
Podrían ser amigos, compañeros de trabajo, vecinos, primos, sobrinos. No importa en realidad. Hoy, son vergas, son manos, son lenguas, ojos, piel, calor...
- Miralos- le digo- ¿Te gustaría verlosun poquito más, no?
Ella no me responde, le cuesta aceptar que está excitada. Sin decirme nada los observa. Puedo ver en su mirada el deseo que trata de disimular conmigo.
- Elegí uno.- le pido, ella me mira temerosa como interrogándome. - Nada más elegí uno...- le repito.
Y aunque ella no abre la boca, sus ojos se posan sobre uno de los dos.
Sin necesidad de que diga nada, el elegido, se baja lentamente el cierre del pantalón y saca afuera una poronga gruesa, a medio endurecer.
Ella la mira hipnotizada.
- Parece que no está del todo madura esa fruta... Mostrale las tetas, a ver qué pasa ...
Me mira como asustada...
En realidad esa es su manera de pedirme permiso. Se lo aclaro una vez más:
- Hoy quiero que disfrutes, concentrate en vos, en tu propia calentura. A mí, me excita verte excitada...
Sin más, se baja el sostén del vestido, lentamente, y deja caer sus pechos. Los cobija cada uno en una mano, sosteniéndolos. Los toma del costado y los envuelve haciendo un círculo hacia adentro que termina en un pellizco de los pezones, que bien erectos, en punta, los estira hasta sentir que ambos pechos cuelgan de ellos. Su mirada está concentrada en esa pija, que empieza a erguirse. Se la come con los ojos. Ya le veo la lengua moverse dentro de su boca semi abierta.
De atrás me acerco a ella y le acaricio los brazos con la yema de mis dedos. La piel se le pone de gallina. Ella gira a mirarme, pero se lo impido. Hoy puede elegir. No hace falta que esté pendiente de mí.
- Mirá cómo se le marca el bulto al otro... ¿No querés pedirle que te la muestre también...? - le digo al oído. Ella, aún no se anima a decir nada.
- ¿Querés que se lo pida yo...?- le pregunto para animarla. La veo asentir con la cabeza. Veo sus mejillas ponerse coloradas.
- ¿Sabes qué...? Me parece que si le mostrás vos primero un poquito de lo tuyo, él se va animar a mostrártela. Mostrale, dale, mostrale un poquito...
No se hace rogar más, es que le gusta tocarse. Separa las piernas y con una mano corre la tela de la bombacha al costado. La raya de su sexo, plenamente depilado, se separa unos milímetros al descorrerse la tela. Dejando ver, apenas, el rosado y brillante interior.
Cuando el otro se baja el jogging que lleva y la pija dura le rebota por el envión ella no puede evitar llevarse otra mano hacia su vagina y presionarse el clítoris. La boca entreabierta. La lengua golpeando sus dientes, las mejillas aún más enrojecidas...
- ¿Te gustan esas pijas? Mira esos huevos, están cargados de leche para vos... Me gustaría verte chupar esas pijas. ¿Querés?
No logro que me responda, solo veo acelerar el movimiento de su mano que se acaricia cada vez más fuerte.
- ¿Querés...?- insisto.
Pero es mucha presión para ella. Lo quiere, lo sé. Lo veo y lo huelo. Lo veo en su cuerpo. Puedo oler su sexo húmedo y deseoso. Pero sé que no se anima por mí... Tal vez lo siente como una traición. O tal vez le cuesta aceptar que dentro suyo hay una puta, caliente, hambrienta de pijas y de hombres que la hagan gozar fuerte.
Entonces le tapo los ojos. Le digo: "No te preocupes, solo yo te voy a disfrutar hoy... ¿Si?"
- Sí. - me responde por primera vez.
Con una seña, le digo a los otros que se acerquen un poco.
Desde atrás le cuento: "Ahora te voy a acariciar la cara con mi pija, para que sientas qué dura y caliente me la pones... "
Sin tener que explicar nada, enseguida, uno de los hombres, le pasa la poronga por el rostro. Ella sigue tocándose, ya gimiendo audiblemente. Se relame los labios mientras siente el tronco, venoso y suave, recorriéndole la frente, la nariz, el cuello, las mejillas...
- ¿Sentís que grande me la pusiste? Ya la tengo con la puntita mojada ¿Te gustaría chupármela un poco...?
- Ay, si. Si. Quiero chuparte la pija, amor...- se anima a decirme.
- Es toda tuya mi pija...- le digo despacito hablándole en la nuca.
Inmediatamente agarra la pija con las dos manos y se la lleva a la boca, de costado, como una perra hambrienta con un hueso, lame el tronco, pasando lentamente la lengua. Y después de probar la punta y saborear el juguito, se la mete entera en la boca. La veo morderla, apretarla con fuerza entre los labios y veo su lengua moverse por dentro, buscando hacer reaccionar a esa pija y haciendola palpitar.
El hombre no puede evitar desahogar un gemido.
- ¿Escuchas cómo me pones? ¿Que lindo me la estás chupando...? ¿Te gusta chupármela así? - la incito.
Ella me responde "Me encanta" con la boca llena de pija. Y una de sus manos vuelve a su entrepierna. Separa sus labios, exhibiendo un espeso flujo transparente que marca una serie de hilos pegajosos entre ellos. Está a punto.
- Que rica que debe estar, amor... ¿Te la puedo probar mientras vos me seguís chupando la pija?
- Sí, si. Quiero.- me dice, sin dudar.
Enseguida una boca le come la concha, la disfruta y la hace disfrutar...
Suavecito al oído, le pregunto: "¿te la estoy chupando bien...?
- Sí, si. Me encanta...
- Entonces... ¿Por qué no me comes un poco los huevos?, así vas palpitando la cantidad de leche que hay ahí para que la saborees.
Obediente, empieza a jugar con los testículos en su boca. Mientras se retuerce, disfrutando, esa boca y esos dedos que la miman entre las piernas con fervor. Pronto esa boca se hace a un lado y es una pija la que se posa en su entrada. Eso le genera un escalofrío.
La pija, por fuera, se frota en ella, resbalando entre sus labios y raspando, con la cabeza, el clítoris.
- ¿Sentís mi poronga tanteandote para entrar?- le pregunto con curiosidad.- Contame... ¿cual de mis pijas te gusta más, la que me estás chupando o la que te estoy por meter?
- ¡Las dos! ¡Quiero las dos...! - me dice, segura.
Y ante ese pedido, una pija la recorre entera por dentro y otra, viendo la oportunidad al oír ese grito, se le mete entera en la boca. Los dos la bombeaban. Ella movía los brazos como si estuviera tratando de mantenerse a flote. El cuerpo se le sacudía de placer.
Cuando, tras el intenso orgasmo, se desplomó en la silla, le dije: - ¡Que lindo que acabaste...! ¡Estás hermosa, mi amor! Ahora, me toca a mí.
Y de la mano la levanto, la desnudo y, aún con los ojos tapados, la llevé hasta la cama, donde la acomodé en cuatro y después de sentarme en la silla le fuí contando:
- Ahora te la voy a meter desde atrás.
Una pija la poseyó con fuerza, agarrandola fuerte de sus caderas y meneándose en su interior. Ella gozaba.
- mientras te cojo así, quiero que me chupes bien la verga. Quiero verte bien chancha, con mucha saliva. ¿Querés?
- Sí, dame. Dame tu pija, dámela...
Y mientras babeaba y se comía una pija, la otra seguía embistiéndola con ganas. Empujándola hacia adelante.
- Ahora quedate quieta que me voy a dar vuelta. - le dije desde la silla sentado.
Al instante, la pija bien babosa la estaba penetrando mientras ella lamía esa otra pija, que incluía el sabor de su anterior orgasmo.
- Chupame bien esta pija que fue con la que te hice acabar recién...- le pedí, pero no hacía falta, la devoraba con pasión, se la pasaba por la cara, la olía, apretaba y chupaba como una poseída.
- ¿Te gustaría cabalgarme, mientras te puerteo, un poco, el culo...?
Su respuesta fue física, se acomodó sobre la pija que estaba chupando y la absorbió con la concha hasta el fondo. Empezó a moverse, le gustaba. Se apretaba un punto abajo del ombligo. La otra pija buscaba su espacio apoyada entre los cachetes. Cuando la sintió se agachó para recibirla, pero ya estaba muy caliente... No paraba de menearse, apoyadas las manos en el pecho del dueño de esa pija con la que jugaba. El otro le abrió los cachetes y apoyó la cabeza en el agujero. Con una mano se ayudaba a hacer presión. Pero solo eso bastó para que ella enloqueciera. Media cabeza. "Me encanta","Cogeme","Quiero pija","Más", gritó entre otras cosas.
Al terminar, se recostó hacía adelante, aún reteniendo dentro suyo toda esa poronga gorda sobre la que estaba sentada, buscando besar la boca de su dueño.
Yo le pedí, desde mi lugar, que me siguiera besando así mientras le cogía el orto. Y aquella pija, que apenas había logrado conocer ese culito, se fue metiendo, de a poco, hasta entrar entera. Ella, desesperada, mordía los labios que la besaban.
Desde mi lugar de espectador, pude observar esa pija, larga y extraña, doblegarla a su antojo. Hasta hacerla gritar nuevamente...
Y después, como nunca antes, la ví limpiar esas pijas de todo rastro de semen que no hubiera quedado dentro de su cuerpo...
Al sacarle la venda, le pregunté si ahora sí se iba a animar a cogerse a estos dos señores que con tanto deseo habían venido a disfrutarla esta noche.
Y ella me contestó en una voz claramente audible: " Ahora sí..."
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