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Departamento de soltero. Capítulo 8

Departamento de soltero. Capítulo 8

Esta es la historia de Lautaro, un chico que se muda solo a un departamento en el que va a vivir muchísimas experiencias nuevas, disfrutando del sexo con amigas, desconocidas y sus vecinas, sin saber que algunas mujeres ocultan secretos muy oscuros. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…

CAPITULO 1

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Capítulo 8: Buenos amigos
   - Es imposible que los gritos que emite esa pendeja sean naturales. ¡Imposible!- Me dijo Victoria riéndose.
   Tan solo unos días más tarde de aquella noche en la que había puesto a Daniela a gemir como loca, volví a verme con ella y volví a darle un espectáculo auditivo a mi vecina. Victoria estaba indignada en la manera en la que la colorada gritaba, pero parecía encantarle hablar de aquello. Personalmente, me volvía loco saber que ella podía escucharnos hacerlo cada vez que teníamos sexo, me generaba un morbo extra que me encantaba. A pesar de que no sabía la verdadera razón de porque lo hacía, Daniela también se había dado cuenta de que me fascinaba escucharla gemir y gritar de placer, por lo que cada vez lo hacía más y más fuerte.
   - Nadie gime tanto cuando está cogiendo, boludo.- Insistió mi vecina luego de que yo le dijera que Daniela simplemente era así.- Ni yo lo hago.- Acostó.
   - Es que nunca estuviste conmigo.- Le retruqué y le lancé una mirada provocadora que me devolvió con una sonrisa.
   - Ya quisieras…- Respondió ella rápidamente y cambió la dirección de sus ojos.
   Seguimos conversando y aproveché a preguntarle si ella tenía algún amante o alguien con quien pasarse las ganas. “¿Alguien que grite como una cabra cuando coge conmigo? No… No tengo a nadie” me respondió ella burlándose nuevamente de mi alumna. Acto seguido me contó que hacía mucho tiempo que no estaba con nadie y que el hecho de no conocer mucha gente y de no tener mucho tiempo, hacían que no pensara directamente en eso. A pesar de ello, me confesó que de vez en cuando se calentaba un poco, pero se le pasaba cuando se ponía a estudiar cosas de la facultad. Me llamaba la atención el hecho de que Victoria viviera hacía 5 años en la ciudad y no tuviera un grupo de amigos con quien salir o distraerse, pero tampoco le iba a echar en cara el hecho de que me pareciera una antisocial.
   Quien iba por un camino totalmente distinto era Franco, que luego de empezar a trabajar en el estudio de su padre y de empezar a relacionarse con la secretaria, Julia, había logrado invitarla a tomar algo y que ella aceptara su invitación. Cuando nos juntamos con Lucas y Javier un sábado a la noche, nos contó que habían estado y que Julia era un as de póker. “La mina es fogosa, está buenísima y me re calienta” nos dijo resumiendo como había sido su primera vez juntos. A pesar de eso, habían decidido no contarle nada a su padre ya que no querían generar inconvenientes adentro de la oficina. “Por ahora estuvimos esa sola vez, pero yo tengo unas ganas tremendas de volver a coger con ella” nos contó luego de dejarnos en claro que ni él ni ella tenían lugar disponible para hacerlo, cosa que complicaba los encuentros.
   Lucas aprovechó para contarnos que estaba saliendo con una chica llamada Anastasia, la cual había conocido gracias a un amigo del grupo musical del cual estaba formando parte. “Una morochita divina, re buena onda. Nos quedamos fumando una noche y después cogimos re lindo” nos dijo y luego nos mostró una foto de la chica unos tres años menor que él. El único que parecía no estar en una racha ganadora era Javier, que no estaba con ninguna mujer desde hacía ya varios meses. “Hay una minita de la facu que me tira onda, pero no me copa mucho” nos dijo y yo me di cuenta que en realidad no había nadie y que se estaba inventando todo.
   Con Daniela las cosas iban muy bien, muy calientes para ser más exactos. Durante la primera semana de septiembre nos vimos cuatro veces, dos a lo largo de la semana y luego el viernes y sábado a la noche, dando hermosos espectáculos de sonido para mi vecina. La colorada se había convertido en mi amante fija, que venía a mi casa para matarnos en la cama y se iba después de un rato de lujuria y pasión. Los dos nos sentíamos muy cómodos con la situación y disfrutábamos de esa relación sin títulos y sin ataduras. Me daba tiempo para hacer mis cosas, para poder disfrutar de mis momentos de soledad y para sacarme la calentura cuando aparecía.
   - ¿Qué querés que te regale para tu cumple?- Me dijo después de que un miércoles a la tarde viniera a mi casa tras escribirme un mensaje.
   Obviamente Daniela quería lucirse para mi cumpleaños, de la misma manera en la que yo lo había hecho con el suyo. Le dije que simplemente quería que viniera a mi casa y que la pasáramos bien los dos juntos, pero ella sonrió diciendo que me iba a preparar alguna sorpresa. La chica tímida que había sido la tarde aquella que tuvimos nuestra primera vez había desaparecido y se había convertido en una loba adicta al sexo que le encantaba provocarme. A mí me fascinaba esa actitud y me volaba la cabeza, por lo que acordamos que ese sábado yo la iba a pasar a buscar por su casa luego de festejar con mis amigos.
   Durante el día recibí varios mensajes. Victoria, me vecina, me mandó un mensaje y me deseó una buena sesión de sexo con alguna chica un poco más silenciosa, a lo que yo le respondí preguntándole si ella era calladita a la hora del sexo. Ana Laura y Macarena también me mandaron mensajes durante la mañana. La primera fue mucho más alegre y amigable, denotando que había dejado de lado el rencor por lo que había pasado entre nosotros. La segunda fue mucho más cortante, haciéndome saber que todavía seguía ofendida por lo que hacía sucedido. Lorena también me escribió para felicitarme por cumplir un año más, por lo que aproveché ese mensaje para hablar de su vida y saber que ella y Bruno seguían saliendo y que de hecho las dos iban a ir a mi festejo del fin de semana.
   A la noche nos juntamos con mis amigos en mi departamento y tras varias cervezas y alguna que otra bebida alcohólica, terminamos yendo al boliche. Los mensajes con Daniela iban y venían a lo largo de las horas, calentándonos con palabras y alguna que otra foto provocadora de parte suya. El alcohol siguió corriendo mientras bailaba y en un momento estaba tan en pedo que estuve a punto de encararme a Ana Laura en frente de todos. Por suerte, Facundo se dio cuenta y me alejó de la ronda para decirme que estaba a punto de cometer un error. Sin embargo, el alcohol me llevó a proponerle un trío a Lorena con ella y Bruno y a decirle a Javier que teníamos que salir a buscar una chica para que él pudiera sacarse las ganas.
   Casi a las 5 de la mañana, salimos del boliche y le mandé un mensaje a mi alumna para hacerle saber que estaba yendo a buscarla. Javier, que no había tomado una gota de alcohol porque había salido con el auto, me propuso llevarme a mi casa y me subí al asiento del acompañante para prender la radio a todo volumen. Luego de dejar a Natalia en su casa y de alcanzar a Juan Pablo a lo del chico con el que se estaba viendo, le dije que teníamos que pasar a buscar a Daniela por la casa. Javier me miró con una sonrisa cómplice y cambió de rumbo para llevarme a la puerta de la casa de la colorada.
   Ella se subió dudando, pues habíamos acordado que lo nuestro iba a quedar en secreto para que nadie de la facultad se enterara. “Tranquila, que Javi es una tumba” le dije yo luego de que el auto se pusiera en movimiento. Aproveché para darme vuelta y comprobar que Daniela tenía puesto un shortcito muy lindo que le resaltaba la cola y una remerita preciosa que dejaba ver mucho su piel. Se había pintado los labios de un rojo oscuro que combinaba con su pelo y no dejó de acariciarme durante todo el trayecto. La música seguía sonando a todo volumen y yo cantaba totalmente desacatado. Daniela seguía tocándome desde el asiento trasero y mis ganas de cogérmela fueron tan grandes que en medio de un semáforo en rojo me pasé al asiento de atrás y empezamos a besarnos de manera caliente.
   - ¡Lautaro! ¡Está tu amigo!- Me dijo ella luego de que yo bajara mi boca por su cuello e intentara llegar a sus tetas.
   - ¡Uhh tenés razón!- Le dije yo haciéndome el tonto.- Aparte hace una banda que no la pone y está re caliente.- Agregué riéndome y volviendo a besar el cuello de Daniela.
   - ¡Que hijo de puta!- Me respondió Javier riéndose y siguió manejando hasta mi casa.- Aunque tiene razón. Si se ponen muy románticos me voy a calentar.
   - ¡Y sumate!- Le dije yo en forma de chiste.
   Pero entonces Daniela acotó a mi comentario, invitando a Javier a que participara de los besos, algo que me hizo levantarme y que la mirara sorprendido. “¿Estas segura?” le pregunté yo provocándola un poco más pensando que ella iba a negarse de golpe. “Lo que vos quieras. Es tu cumpleaños” me respondió la colorada y de golpe en mi cabeza apareció un morbo muy grande. Javier estacionó el auto unos minutos más tarde en la puerta del edificio donde yo vivía y Daniela y yo nos bajamos casi enseguida. Tuve que insistirle un buen rato, pero mi amigo se terminó bajando del auto sin saber que era lo que podía suceder. Hacía unos meses él me había visto tener sexo con una chica que había conocido en un boliche, por lo que yo no tenía problema de que se sumara a esa nueva aventura.
   Llegamos al departamento y mi amigo fue directo al baño, mientras que con Daniela nos sentamos en el sillón y volvimos a besarnos de forma caliente. Cuando Javier salió, me dijo que él se iba a su casa, pero la colorada se adelantó y lo llamó con la mano, pidiéndole que se sentara del otro lado de donde ella estaba. Él dudó unos segundos, pero luego de mirarme a mí y de ver que le hacía una señal afirmativa con la cabeza, pasó a sentarse en el mismo sillón en el que nosotros estábamos. Daniela volvió a besarme apasionadamente, metiendo su lengua adentro de mi boca y calentándome con sus manos. Segundos más tarde, se dio vuelta, miró a mi amigo a los ojos y lo besó.
   Esa imagen y pensar en lo que estaba a punto de suceder, me calentó muchísimo. Estaba seguro de que la noche se iba a poner mucho más caliente de lo que yo me imaginaba que podía llegar a pasar en un principio. Daniela volvió a girar su cabeza para besarme a mí nuevamente y aproveché ese momento para pasar mi mano por encima de mí cuerpo. De golpe me crucé con la mano de Javier, la cual recorría la cintura de la colorada y le levantaba su remera. Entonces decidí ir hacia abajo y meter mis dedos entre sus piernas para acariciarle las piernas por encima del short. Ella giró una vez más la cabeza y se encontró de nuevo con la boca de mi amigo, quien se la comió frente a mis ojos y subió su mano hasta llegar a sus tetitas.
   - ¿Te la vas a bancar con los dos, pendeja?- Le pregunté a Daniela que volví a buscar mi boca.
   - Habrá que averiguarlo.- Respondió ella y nuevamente sus labios dibujaron una sonrisa morbosa.
   Rápidamente me arrodillé en frente de ella y me coloqué entre sus piernas para besarlas apasionadamente. Mientras Daniela seguía juntando sus labios con los de Javier, yo fui tocándola y besándola de la cintura para abajo con el objetivo de calentarla al máximo. Mi amigo no se detuvo hasta sacarle la remera y dejar al descubierto un corpiño precioso que nunca había visto en ella. “Este era parte de tu regalito” me dijo Daniela sonriendo y señaló con la mirada hacia abajo. Entonces le saqué el short y descubrí que tenía puesta una tanguita hermosa que hacía juego con el corpiño. “¡Sos terrible, colorada!” le dije sonriendo y pasé mi mano por encima de su tanga.
   Daniela siguió recibiendo los besos de Javier, los cuales ahora estaban por su pecho, y abrió aún más las piernas para dejar que yo la siguiera besando encima de los muslos. Poco a poco me fui acercando hasta su entrepierna y pasé mi lengua por encima de su tanguita, mojándola por completo. Volví a pasar mi lengua por la zona y pude escuchar el suspiro bien profundo que Daniela emitió. Con uno de mis dedos le corrí la tanguita hacia un costado y pasé una tercera vez mi lengua, sintiendo el sabor salado de su cuerpo y notando como su cintura temblaba. Poco a poco empecé a lamérsela y a saborear el cuerpo de mi alumna, el cual me encantaba sentir en mi boca.
   Mientras yo le chupaba la conchita y le hacía sentir mucho placer con mi lengua, Javier pasaba la suya por las tetitas de la colorada, poniéndole los pezones bien duros. Ella se retorcía de placer y se deleitaba con el hecho de que dos hombres estuvieran allí para darle placer solo a ella. Sus gemidos aparecieron luego de que mi lengua llegara a su clítoris y empezara a moverla encima de este. Mi amigo se fascinó con los gritos de placer que Daniela empezó a emitir y aprovechó el momento para desvestirse y quedarse en ropa interior. Yo seguía deleitándome con la conchita de la colorada, la cual se mojaba más y más entre mi saliva y su flujo.
   - Primero el cumpleañero.- Dijo ella cuando Javier se bajó el bóxer y dejó al descubierto su pija completamente dura.
   Yo me levanté con una sonrisa en el rostro y me dije a mi amigo que la chica tenía razón. Me saqué la camisa mientras ella me bajaba el pantalón y me acomodaba en frente suyo para poder recibir un hermoso regalo de su parte. Daniela se ocupó de desvestirme y con una de sus manos me agarró la pija para empezar a pajearme. Javier se sentí al lado de ella y le fue besando la espalda y acariciando las tetas mientras que la colorada seguía poniéndome dura la verga con sus manos. Una vez que la tuvo completamente al palo, le pasó la lengua de la misma manera que yo lo había hecho encima de su concha. Una y otra vez la fue lamiendo hasta dejarla completamente mojada y después de que yo le pidiera que me la chupara, se la metió en la boca y empezó a lamérmela.
   Me encantaba la manera en la que Daniela me chupaba la pija, abrazándola con sus labios y pasándole la lengua constantemente por encima. Me pajeaba con una de sus manos y con la otra recorría mi cuerpo, acariciándome la piel con la yema de sus dedos. La escena desde mi punto de vista era aún más caliente, pues mientras ella me comía la pija como loca, mi amigo la besaba y la manoseaba desesperado, tratando de saciar un poco su ansiedad. “¡Que trolita hermosa que sos!” le dije al mismo tiempo que ella dibujaba pequeños circulitos con su lengua en la punta de mi pija. Entonces le ordené a mi amigo que se levantara del sillón y que se parara al lado mío, pues tenía ganas de ver como Daniela le chupaba la pija a él.
   - ¡Dale pendeja puta! ¡Comésela toda!- Le dije luego de que ella se metiera la pija de mi amigo en la boca.
   Lo hacía con las mismas ganas que me la chupaba a mí. Daniela se esmeraba por demostrarle a Javier que era une petera hermosa, que era capaz de ponerte al palo con esa boquita divina pintada de rojo. Le pasaba la lengua, se la escupía, se la metía en la boca y se la lamía como loca, mientras que con la otra mano seguía sujetando firmemente mi pija. Entonces empezó a jugar con las dos a la vez, chupándome a mí y a Javier de forma intercalada, complaciéndonos con su hermosa boca. Daniela nos demostró que sabía manejar muy bien la situación, sin descuidar a ninguno de los dos y haciéndonos sentir un placer inmenso con esos labios.
   Tras unos minutos de esa mamada hermosa, le dije que se pusiera en cuatro a lo largo del sillón, pues tenía ganas de cogérmela con ganas. Ella obedeció luego de quitarse el corpiño y la tanguita y se puso en cuatro moviendo la cola impacientemente. Rápidamente me coloqué detrás de ella y sujetándola de la cintura, me la empecé a coger a toda velocidad, haciéndose sentir lo dura que me había dejado la verga. “¡Que linda trolita que sos!” le dije al ver como comenzaba a gemir y a gozar con toda mi pija adentro suyo. Javier se había arrodillado al lado de ella y había metido su cabeza debajo del cuerpo de Daniela para seguir chupándole las tetas y manoseándola por completo.
   Poco a poco, la colorada empezó a gritar como a mí me gustaba oírla. No me importaba que fueran casi las seis de la mañana, yo quería escucharla gemir de placer y quería que mi vecina se enterara de ello. “¡Dale puta divina! ¡Gritá! ¡Gritá como a vos te gusta!” le dije y le pegué un chirlo en la cola que hizo que todo su cuerpo temblara. Entonces Daniela empezó a gemir como loca, lanzando gritos que pegaban contra las paredes del comedor y resonaban en todo el departamento. Javier se levantó y se colocó delante de ella y le puso la pija frente a la cara, obligándola a que se la chupara y cesara con esos gritos.
   Me encontraba frente a frente con mi amigo, separado tan solo por el cuerpo de la que estaba siendo nuestra amante. Lo miré a los ojos y Javier me sonrió para luego bajar la vista y observar como la colorada le chupaba nuevamente la pija. Pero entre lamidas y chupones, Daniela lanzaba cortos gemidos que se volvían a ahogar cuando mi amigo movía su cuerpo hacia adelante y hacia atrás ahogándola de placer. “¡Que putita divina que sos!” insistí yo dándole bien duro y penetrándola bien a fondo con golpes cortos y fuertes. Ella se estremecía con cada uno de mis movimientos y ahogaba sus gritos con la verga Javier en la boca.
   Tras unos minutos de coger en esa posición, decidimos cambiar y le tocó a mi amigo colocarse detrás de ella para cogérsela con ganas. Daniela volvió a los gemidos en el momento exacto en el que Javier la penetró violentamente y se la empezó a coger a toda velocidad. Se notaba que le gustaba, que le encantaba la forma en la que la estábamos complaciendo, pues sus gritos de placer no pararon en ningún momento. A diferencia de lo que había hecho mi amigo, yo no la obligué a que me chupara la pija constantemente, pues me encantaba escucharla gritar como loca y oír sus gemidos resonar por toda la casa.
   Volví a cogérmela yo, al fin y al cabo era el chico del cumpleaños. En esa oportunidad, Daniela se acostó boca arriba sobre el sillón y yo abrí sus piernas en el aire y la penetré para empezar a moverme a toda velocidad, haciendo que mi pija entrara y saliera de su conchita completamente mojada. Ella empezó a tocarse el clítoris con una de sus manos, mientras que con la otra pajeaba a Javier, quien se había arrodillado encima de su cabeza. “¡Chupamela!” le ordenó mi amigo que era mucho más callado que yo a la hora del sexo, y ella obedeció metiéndose la pija en la boca y saboreándola como pudo. La escena me calentó de tal manera que aceleré mi ritmo llevándolo al máximo, provocando nuevamente gritos de placer por parte de mi alumna.
   Poco a poco Javier fue colocándose bien encima de la cabeza de Daniela, hasta que sus huevos estuvieron a la altura de su boca y le pidió que se los lamiera. Ella sacó su lengua y comenzó a jugar con los huevos de mi amigo, pasándosela por uno y por el otro una y otra vez. Él se tomó la pija y se empezó a pajear a toda velocidad apuntando hacia las tetitas de Daniela, las cuales tenían los pezones bien duros. “¡Dale pendeja! ¡Sacale toda la leche a Javi!” le dije yo que seguía cogiéndomela con todas mis ganas. Ella siguió moviendo su lengua en todas direcciones y Javier se pajeó hasta no poder aguantarse la calentura y acabó varios chorros de semen que fueron a parar al pecho y las tetas de la colorada.
   Mientras él se sentaba en una de las sillas totalmente complacido, yo me la seguí cogiendo bien rápido observando como el semen de Javier caía lentamente por su cuerpo. Daniela volvía a gritar de forma alevosa, gimiendo como nunca antes lo había hecho y mirándome a los ojos con una expresión de putita hermosa. “¡Que pendeja puta que sos! ¡Cómo te gusta calentarme!” le dije yo y ella aceleró sus gemidos sin quietarme los ojos de encima. “¡Soy muy puta! ¡Muy adicta a la pija!” me dijo con una voz que me partió al medio y yo alcancé a sacar mi verga de adentro de su cuerpo para acabarle la cintura, la pancita y las piernas. Mi leche salió disparada por encima del cuerpo de Daniela y cayó encima suyo hasta dejarla totalmente cubierta de semen.
   Luego de eso, la alumna se fue a bañar y yo me quedé conversando con Javier, sin poder creer lo que acabábamos de vivir. Acordamos en que, al igual que lo que había sucedido con Carolina, esa noche iba a quedar en secreto para nosotros dos y que no le íbamos a contar a nadie de ello. Daniela salió del baño completamente limpia y me propuso a mí ir a la pieza para pasar un rato los dos solos, algo que yo acepté con una sonrisa en la cara. Mientras cerraba la puerta para darnos algo de privacidad, pensaba en lo duro que me la iba a coger para poder despertar a Victoria si es que todavía no lo había hecho.


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3 comentarios - Departamento de soltero. Capítulo 8

juuli88 +1
que envidia esa mina que se le paasa la calentura estudiando!!! jajaja quien pudiera!
HistoriasDe +1
Jajajaja pasará realmente?
juuli88 +1
hice una encuesta en mi grupo de amigas. SI 0% | NO 100%
juanp4288 +1
Muy excitante, una de mis series favoritas!
HistoriasDe
Muchas gracias!!