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Dos nuevas vecinas (5)

Los capítulos anteriores:
Parte 1
Parte 2
Parte 3
Parte 4

Menuda pillada. Carol pillándome en la cama con su compañera de piso, con la que no solo es que acabase de follar, sino que estábamos continuando. Yo estaba tranquilo. La rubia me había dejado claro que no tenía intenciones románticas conmigo, así que yo no había hecho nada malo. ¿Verdad? Bueno, la teoría es fácil pero la práctica luego nunca lo es tanto.

“¿Qué coño estáis haciendo?”

Y tuve que morderme la lengua para no hacerle algún chiste del tipo ¿Tengo que explicártelo? o Lo mismo que contigo, pero su mirada me demostraba que no era momento para bromas. Marta desmontó de mi y se echó hacia la pared. Parecía que le tenía miedo a su compañera. Me incorporé, estar sentado desnudo no era la mejor idea en ese momento.

“Tú… Hijo de puta”

“¡Oye!”, dije. Me enfadé. “¿Cómo que “hijo de puta”? ¿Por qué?”

“¡Te has follado a mi compañera de piso!”

“Marta. ¿Te he forzado?”, le pregunté.

“No. Y…”

“Y tú”, interrumpí a Marta. “¿No se supone que solo éramos amigos con derechos?”

“¡Lo éramos!”

“¿Y cuándo hemos hablado de exclusividad?”

“¡Se… ¡Se supone que si lo hacías con otra debías avisarme!”

“Por la cuarentena. Pero vives con Marta. Con que uno de los tres pille el covid, los otros estamos igual de expuestos, así que…”

“Muy bien. Pues os veis en tu casa. Por aquí no vuelvas”, soltó Carol.

Yo no podía decir nada. No era mi casa. Si ella no quería que yo regresara, no podía hacer nada. Salvo que Marta se pronunciara contra ella. Pero no lo hizo. Eso me fastidió un poco, pero se me pasó en seguida.

“Será mejor que nos vayamos”, dijo.

“¿Nos?”

“Si no te quiere aquí, me bajo contigo. Si te parece bien”

“Me parece estupendo”, respondí.

Carol nos miró con odio mientras nos poníamos la ropa para irnos. Y cuando cerré la puerta, creo que lanzó algún objeto de porcelana contra la madera. Daba igual. Entramos en mi piso, y apenas lo hicimos, Marta se derrumbó en mi hombro y se echó a llorar.

“Joder. Estaba cagada de miedo”, dijo. “Nunca la he visto tan enfadada”

“Ya pasó, ya pasó”

“Gracias por dejarme bajar contigo. Igual si me quedo arriba me hubiera asesinado”

“Tranquila. Puedes quedarte aquí.”

“Gracias”, susurró y se puso un poco mimosa. “¿Quieres que te pague el alquiler?”

“¿Estás de humor?”

“Me viene bien para dormir”

Fuimos a mi cama, y Marta empezó a quitarme la ropa.

“Antes ha sido más fácil. Ya has venido desenvuelto”, bromeó.

Estaba ansiosa por empezar, pues se arrodilló ante mi y me bajó los calzoncillos con los dientes. Me la empezó a chupar. Despacio. Así era follar con ella. Pero bueno, no me quejaría. Y menos porque ella se empezó a quitar el pantalón del pijama con cuidado sin dejar de atender mi polla.

“Veo que ya estás listo”, dijo cuando consideró que mi polla estaba lo bastante erecta. “¿Te importa si pasamos a la acción?”

“Claro que no”

Se dejó caer hacia atrás en mi colchón y le levanté las piernas. Se la metí en un suave movimiento, y empecé a follármela. La vi jugar con sus tetas eróticamente para mi. Me hacía ojitos. Y me costaba no hacérselo más rápido, pues estaba buenísima. Pero a ella le ponía el sexo lento, y no iba a estropear el momento. Aunque si se quedaba en mi casa pretendía proponerle probar otras formas para no hacerlo tan monótono.

“Marta… voy a correrme”, le dije. Me hubiera gustado aguantar más, pero necesitaba correrme y dormir, al día siguiente tenía que trabajar. Pero a ella no le importaba, parecía solo desear que me corriese dentro de ella, y lo hice. Su cuerpo se retorcía mientras mi lefa entraba en su coñito.

“Me encanta”

“¿El qué?”

“La sensación cuando te corres dentro. Es adictiva”

“¿Tú crees?”, pregunté mientras me echaba en la cama con ella.

“¿No lo has probado?”, preguntó mientras me acariciaba el culo.

“No. Pero no descarto que algún día ocurra. ¿Podemos dormir? Acabo de recordar que mañana tengo una reunión por Skype a primera hora”

“Por supuesto”

Nos escurrimos en las sábanas, y me tumbé de costado. Ella hizo lo mismo, pegando su cuerpecito al mío. La atraje y dejé una mano sobre su teta. Marta puso la mano sobre la mía, no quería que la apartase.

¿Te he contado que también me gustan las chicas?”, preguntó. Yo tenía los ojos cerrados, pero aún no me dormía.

¿De verdad??

Sí. Aunque nunca lo he hecho con una chica

¿Y te gusta alguna?

Carol me gusta.”, me confesó, “pero a ella solo le van los tíos.

Joder. Ahora me siento mal por ti.

Por eso os espiaba. No solo por ti, sino también por ella

Ya veo.

Si ella me dejase, la follaría con mi arnés, como se lo haces tú

Encontraremos la forma de que lo consigas

Mi propuesta no era más que un intento por tener un trío con las dos, aunque en ese momento no me parecía lo más sencillo de conseguir con el enfado de Carol. Pero admito que mi polla volvió a alardear de vida propia cuando se me puso dura, seguro que por pensar en Marta follándose a Carol.

Al día siguiente Marta no se despertó cuando yo. Me puse en pie y miré la hora. Tenía apenas diez minutos para desayunar y ponerme algo de ropa, ya que tenía la reunión con la web cam, así que dejé la cafetera puesta, y elegí del armario una camisa para ponerme. ¿Pantalón? No tenía tiempo. Además, no iba a enseñar nada de debajo de la cintura en al reunión, así que me serví una taza de café y encendí el ordenador.

“Buenos días”, dije a mis compañeros.

La reunión empezó, pero yo apenas prestaba atención. Aún estaba asimilando lo que había pasado la noche anterior. Nos habían pillado en la cama. Carol. Mi follamiga me había pillado con mi otra follamiga, que era su compañera de piso. Y la había echado del piso en plena noche. Yo no tenía problema en dejar que Marta se quedase conmigo, pero no me gustaban los malos rollos.

“¿Algo que decir?”, me preguntó alguien. Yo tenía mis notas sobre la mesa.

“Bueno, sobre el objetivo de solvencia, este año con el COVID lo podemos descartar”, dije. Y de pronto me callé. Noté algo en mis calzoncillos. Dos manos. No, no era posible. “Creo que deberíamos descartarlo por el momento…”, tiraron de la goma del calzoncillo, “y esperar a ver cómo se desarrolla el año que viene”, no había duda, me la estaban chupando.

Marta se había despertado y había decidido darme los buenos días con una mamada furtiva. Me preocupaba que mi expresión me delatase, o peor todavía, que mis compañeros la escuchasen por el micrófono, que era muy sensible y me habían escuchado incluso las veces que llamaban al timbre.

Disimulé lo mejor que pude hasta que finalizó la reunión. Mis compañeros se despidieron y en ese momento, me corrí en abundancia. Noté que Marta tosía y rápidamente, cogí la taza de café y la puse bajo la mesa, dejándola escupir dentro mi lefa.

“Estás como una puta cabra”, le dije.

“Lo siento. Es que no vi que tuvieras algo de desayuno en la cocina”, bromeó ella.

“Vaya. Café con leche”, dije al ver la taza. ¿De verdad me había corrido tanto? Impressive.

“¿Quieres que me lo beba?”

“¿Qué dices?”

“No se. En el porno hacen ese tipo de cosas”

“Esto no es el porno, es la vida real. Y con las tetas al aire vas a pillar frío”, le dije.

Tiré el contenido de la taza al retrete mientras Marta se ponía la ropa, aunque en algún momento debería subir a su casa a cambiarse. Luego fui a la cocina.

“¿Qué vas a hacer hoy?”, le pregunté. Yo tenía que seguir trabajando hasta la tarde.

“¿Quieres que haga la comida? No me atrevo a subir sola a ver a Carol”

“Vale. Me viene bien una mano, la verdad. Luego podemos subir a hablar con ella”

Marta se echó a reír. Era obvio que pensaba que eso era imposible, pero yo tenía cosas que hacer.

Fue comiendo que seguimos hablando.

“Yo sé que a ella le gustas”, dijo Marta. “O no se habría puesto así”

“¿Y por qué no me lo ha dicho?”

“Porque tampoco le ha ido bien con los tíos. Le es más cómodo sólo follar que implicarse”

“Pues si me dices eso, se ha implicado”

“Lo se. Lo que no esperaba era que tanto”. Se quedó inmóvil. “Creo que voy a renunciar”

“¿A qué?”

“A ti. Si os gustáis yo no debería estar en medio”

“Presupones que me gusta”

“¿Y no te gusta?”, me preguntó.

“No me gusta que me hagan elegir”, me dijo. “Y menos una persona que me ha dicho cosas como que no quiere enamorarse o que solo somos follamigos. Si quieres renunciar a lo que hacemos que sea porque no te apetezca hacerlo”

“¿Cómo no me va a apetecer? Solo quiero estar a las buenas con Carol”

“Que todo sea dicho. Me parece muy feo que te fueras sin defenderte”

“Ella lleva meses pagando el alquiler. De hecho, me da miedo que me quiera echar del piso”

“Aunque esté enfadada, no creo que lo haga”

“¿Y si lo hace?”

“Bueno, no voy a ser tan cabrón de dejarte en la calle”

“Oh, me ofreces alojamiento a cambio de mi cuerpo, qué feo eso”, bromeó Marta.

“No digas eso. No voy a obligarte a que follemos”

“No hace falta además”

Terminamos de comer y se acercó a mi.

“Oye, ¿es necesario que trabajes por la tarde?”

“Si me propones follar, y te aseguro que me encantaría, no puedo. Debo terminar un informe”, le dije. Aunque era difícil resistirme a ella poniéndose encima de mi. “Marta, de verdad, me meto en un lío y entonces sí que nos vamos los dos a la calle”

“Pero no tienes que tener la cam puesta, no?”

“Eso no”, reconocí.

Así que pasé el turno de la tarde disfrutando de las manos de Marta haciéndome un masaje de cuello. De hecho no me podía resistir mucho rato. Terminé el informe lo antes que pude, lo envié a la empresa diciendo que por hoy me desconectaba y podía atender a mi amiga.

“Vamos a la cama, voy a terminar el masaje”, dijo Marta.

En la habitación me quité toda la ropa y me tumbé bocabajo como ella me indicó. Luego se sentó a mi lado y noté que sus manos me empezaban a trabajar la espalda. Se le daba bien, sin duda. Fue bajando por mi espalda y tuve una extraña sensación cuando empezó a trabajarme el culo. Sentía sus manos apretando mis glúteos. Al principio era raro pero pronto me acostumbré.

“¿Qué tenemos por aquí?”, preguntó mientras metía una mano entre mis piernas y me acariciaba los testículos.

“Tú sabrás”, bromeé.

“Date la vuelta, vamos a seguir trabajando tu cuerpo”

Así que me giré y quedé bocarriba. Marta me torturó ignorando por un rato mi polla y me masajeó el resto del cuerpo. No estaba tan mal, me acarició los brazos de tal forma que podía sentir sus tetas rodeandolos. Y aproveché para tocárselas.

“Pervertido”, me dijo. “Voy a tener que castigarte”.

Empezó a tocarme el pene y los huevos, con mucho cuidado. Sus manos sabían tratárme y me daba mucho placer. Un dedo travieso me acarició el perineo mientras seguía con su masaje, que pronto pasó a ser una paja rápida. Buf, qué bien se sentía.

“Córrete cuando lo necesites”, dijo. Era gracioso, yo me estaba conteniendo. “Esto es para que te sientas bien”

Cerré los ojos y me corrí. Tal vez demasiado rápido, porque manché mi pecho con mi lefa. El resto escurrió por la mano de Marta que parecía dispuesta a exprimirme con aquel masaje. Y de pronto empezó a limpiarme con la lengua.

“¿Por qué haces eso?”, pregunté.

“Porque quiero” dijo. En ese momento me di cuenta de que no tenía las bragas puestas. Vi su coñito expuesto cuando me pasó una pierna por encima, sentádose encima de mi polla que continuaba dura. “Espero que te apetezca seguir. Llevo todo el día pensando en este momento”

“Claro que quiero”

Sin decir nada más levantó su cuerpo y apuntó mi polla hacia su coñito. Se dejó caer suavemente. ¿Os he dicho ya lo apretado que lo tenía? No importa, la sensación seguía siendo increíble. Me montaba despacio y suave, con las piernas apoyadas en la cama para ayudarse. Empecé a moverme debajo de ella, despacio.

“Malo”, gimió.

“¿Te gusta?”

Asintió varias veces y nos seguimos moviendo a la vez. Y me sorprendió que, de pronto, Marta empezaba a moverse más rápidamente. Ella sola, empezaba a encontrar el gusto en la acción más rápida. Cabalgaba sobre mí. Qué pena no haberle puesto un sombrero vaquero y una chaqueta abierta. Aún así estaba buenísima encima de mi con sus tetas rebotando.

“¿Te gusta mirármelas?”

“Me gusta comértelas”, dije y me incorporé y le empecé a chupar las tetas. Ella bajó un poco el ritmo para dejarme hacerlo, pero no importaba. Yo me sentía a punto de correrme y llené su coñito cuando lo hice. Ella también chorreó cuando terminó. Nos quedamos tumbados de costado, recuperándonos del polvo.

“¿Tenemos que subir?” preguntó Marta.

“Creo que sí. Por lo menos para aclarar lo que pasó anoche”

“¿Aclararlo? Nos pilló follando en mi cama después de que te la tirases a ella”

“Bueno, habrá que decirlo bonito”

Nos vestimos y subimos. Por suerte Marta se había acordado de bajarse la llave, así que entramos. Por suerte no nos recibió ningún cuchillo asesino, y pudimos entrar sin problemas. Fuimos al salón, donde Carol estaba… viendo una orgía gay en la tele mientras se masturbaba.

“¿Se casan al final?”, pregunté. Ella me lanzó una mirada de esas que podrían fulminar si fueran rayo láser.

“Creo que el rubio y el moreno se gustan”, dijo Marta. “Pensaba que no podíamos poner los canales porno, que dices que sube la factura”

“Están de promoción al 50%” dijo Carol. Su mano se había detenido pero seguía dentro de sus bragas. “¿Qué queréis?”

“Hablar. De lo que pasó anoche”

“No hay mucho que decir sobre eso. Quedó todo claro, así que si me perdonáis, yo tengo que terminar lo que he empezado”

Pero Marta apagó la tele.

“¿¡¿Qué haces?!?”, preguntó Carol.

“Tranquila, que el alquiler dura una semana”, dijo. “Por favor, vamos a hablar. No quiero que estés mal conmigo”

“Ni conmigo”, añadí.

“¿Que no esté mal con vosotros? Es decir, os reís de mi ocultando que os veis a escondidas, y pretendéis que no me enfade, ¿no? Sois gilipollas”

“Fue mi culpa”, dijo Marta. “Yo le dije que no te dijera nada, por si no te apetecía compartirle, ya sabes. Como él te gus-”

“¡No me gusta!”, exclamó. Joder, eso era ofensivo. “Es decir. Está bien follar contigo, pero no buscaba nada más contigo. Parece mentira que no lo sepas”

“Si eso es así, ¿por qué te lo tomas tan a la tremenda?”

“¡Porque no soporto la mentira!”

“De acuerdo”, dijo, y me senté porque ya se me cansaban las piernas. Creo que por culpa de la maratón sexual a la que me habían sometido mis dos vecinas. “Lo siento. Marta y yo nos llevamos viendo algunas noches para descargar las ganas de sexo”

“¿Desde cuando?”

“Hace cuatro días, cuando te vino la regla. Tú no estabas en condiciones para hacerlo”

“Y a mi me apetecía”, intervino Marta. “Lo siento. No quería quitarte a tu amigo, pero el cuerpo me lo pedía”

“¿La sex-shop que tienes en tu armario no te satisface?”, ironizó Carol. “Perdona. Perdóname, ha sido mezquino. Estoy muy enfadada por lo que ocurrió y digo tonterías”

“Perdonada”, dijo Marta, aunque había fruncido el ceño.

“Entonces, ¿qué es lo que quieres hacer?”, pregunté a Carol.

“No lo sé. ¿Qué quieres que te diga? Hemos hecho un horario de cuánto rato tienes que follar con cada una, ¿te parece?

“Bueno, me sentiría un poco como un objeto, pero no es mal apaño”, bromeé.

“Tengo que pensar, por favor. Y necesito hablarlo con Marta. En privado”

“De acuerdo. Os dejo a solas, entonces. Pero por favor, no lleguéis a las manos”

“No, tranquilo”

Y me volví a mi piso. Pasaron las horas y no tuve noticias de ellas. Yo me preparé la cena y esperé, pero no pasó nada. Me preocupé un poco. Dije que no llegasen a las manos, pero tal vez alguna había golpeado a la otra en la cabeza… No, joder, si hubiera pasado algo así habrían llamado a la ambulancia. O tal vez la discusión había llevado al calentón. Y Marta habría podido cumplir su sueño de follar con Carol.

Pero no. Al cabo de un rato, cuando me iba a meter en la cama, recibí una foto. Era Marta. No se le veía la cara, pero su cuerpo era muy reconocible para mi. Tenía una bata abierta, y se estaba introduciendo uno de sus dildos. Debajo, un mensaje. Perdona, cielo. Esta noche no puede ser. Pero me acordaré mucho de ti

Pensé en tocarme con aquella foto. Pero de pronto estuché algo. Un ruido. Una puerta. La de mi casa. Me levanté y fui para allá.

“¿Qué cojones…?”

“Buenas noches”, dijo Carol, había bajado en pijama. “¿No recuerdas que me prestaste una llave?”

“Pues no, la verdad. ¿Qué haces aquí?”

“¿Soy la única que no te puede asaltar por las noches? ¿O es que prefieres a Marta antes que a mi?”

“No digas esas cosas”

“Vale. Solo quiero saber si te sigue gustando follar conmigo.”

“Claro que si”

“Vamos a hacerlo entonces. ¿Tienes la cama preparada?”

Entramos en mi habitación y la empujé contra la cama. Le quité el pantalón del pijama y tiré con cuidado de sus bragas.

“¡No!”, dijo ella, y me empujó la cabeza para atrás. “¡Aún tengo a regla!”

“Carol, no me vas a asustar. Deja que pruebe”

“¡Me da vergüenza!”, gimió. “Por favor. Solo te quiero dentro”

Me bajé el pantalón del pijama y se la metí de un empujón. Sus piernas se cerraron a mi espalda, no me iba a dejar escapar hasta que me corriera, de modo que empecé a bombear dentro de ella. Rápido, como a ella le gustaba. Sentí que su boca buscaba la mía y nos besamos mientras disfrutábamos del momento. Subí una mano hasta sus tetas y las acaricié mientras se la metía.

“Echaba esto de menos”, decía.

“Solo ha pasado un día”

“Eso es mucho tiempo” suspiró recibiendo mi polla dentro de ella. “Me siento mejor así que discutiendo”

Yo notaba que iba a correrme en cualquier momento, y por suerte, Carol estaba chorreando también, por lo que no debía contenerme mucho. Vacié me lefa dentro de su coñito y aún así continuó apresándome con sus piernas.

Me gustas”, le susurré al oído.

Sentí que de pronto intentaba apartarse, pero ahora era mi turno. La sujeté con el brazo, impidiendo su huida.

“Déjame”, pidió.

“¿Por qué?”

“¡Que me dejes! Por favor”

La solté, claro. Solo me faltaba que intentara denunciarme o algo.

“No me puedes decir esas cosas. No cuando te has follado a mi compañera”

“¿Tiene algo de malo acaso?”

“¿Me dices eso cuando también te la follas? Eres un cerdo”

“Soy un poliamoroso, Carol. Me gustas, sí. Y también me gusta Marta. Y me gustaría que pudiéramos llegar a algún arreglo entre los tres”

“Puto loco”

“Dime. ¿Por qué no? Son todo ventajas. Los tres estamos en compañía y nos aseguramos de poder disfrutar de un buen polvo cada noche. O los que hagan falta”

“Tú eres idiota. ¡Tú a mi también me gustas! ¡Y por eso no puedo compartirte!”

CONTINUARÁ

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7 comentarios - Dos nuevas vecinas (5)

Rub1t0 +2
Pero...es real o no? Jajaja bien ahí
danniell69 +1
Woouu, como dicen no se si es real o no, pero la forma de redactar desde el primer capítulo me ha cautivado y no he dejado de leer todos, deberías escribir un libro si es que no lo has hecho, felicidades y saludos, gracias por compartir
PepeluRui +1
Muchas gracias! De momento no me quieren publicar, pero bueno, no me importa publicar aquí de gratis si os gusta leerme 😃
BombaTel +1
Excelente! Esperamos la parte 6 hermano!!
PepeluRui
Pronto!
balderas064 +1
Cuando la 6... gran lectura
PepeluRui
Ya la subí! http://www.poringa.net/posts/relatos/3903015/Dos-nuevas-vecinas-6-y-final.html
robby13 +1
No lo puedo encontrar por ninguna parte al capítulo 6. Y la verdad es que estoy ansioso por leerlo.
PepeluRui
Aquí lo tiene, buen hombre: http://www.poringa.net/posts/relatos/3903015/Dos-nuevas-vecinas-6-y-final.html