Para las fiestas , visitó Buenos Aires un amigo de la infancia que se había ido a vivir a España . Era la primera vez que volvía al país después de 9 años, en los que habíamos mantenido el contacto por medios virtuales. Por esta vía me había enterado de su casamiento con una catalana muy bella , después de un par de años de noviazgo. En aquel momento, chateábamos cada tanto . Un par de veces me había sugerido, muy al pasar, que tenía una relación "abierta". Obviamente, yo quería saber detalles, pero él trataba de no darme muchos detalles (después me enteré que tenía miedo de que lo juzgara). Para mí, en aquel momento, era irreal. Había participado de algún que otro trío, tenía una sexualidad muy activa, pero me sorprendía la apertura mental de mi amigo. Le decía que lo envidiaba, que yo le había propuesto a mi mujer ser swingers pero ella no quería saber nada, etc. Los fui a buscar a Ezeiza y cuando vi a su mujer mi primera reacción fue decirle que las fotos no le hacían justicia. Ella me abrazó como si me conociera de años. En el viaje al hotel íbamos haciendo planes para su estadía en Buenos Aires. Habíamos acordado que pasaran el 31 de diciembre en lo de mi hermana. Así fue: el nuevo año nos encontró juntos y la noche transcurrió entre risas y alegría. Tipo 3 yo los llevé al hotel porque ellos tenían planes para el 1ro. Ni bien subimos al auto, Anabella me dijo que tenía una hermosa familia y que mi mujer era muy linda también. Yo a esa altura no podía dejar de mirar sus tetas sin corpiño que se mostraban generosamente a través del escote de su vestido. Un poco movido por la calentura, atiné a decirle: -Lástima que no quiere saber nada con los intercambios de pareja. Me hubiera encantado poder disfrutar esa experiencia con ustedes. -¡Jajaja! ¿Tu amigo te dijo que nosotros practicábamos intercambio? Creo que no lo contó del todo bien -dijo Anabella. -Mentira, yo le dije que teníamos una relación abierta, lo del intercambio lo asumió él -se defendió mi amigo. Yo no entendía nada de lo que decían hasta que Anabella lo dejó bien claro. -Es cierto, tenemos una relación abierta, pero solo de mi parte. Tu amigo no está con otras mujeres, porque lo pone ser cornudo. ¿o no, mi amor? Cuéntale a tu amigo como te gusta verme comer otras pollas. Cuando Anabella le dijo eso, mi amigo se puso rojo como un tomate. Yo tenía que seguir manejando pero escuché su tímida afirmación. Yo le dije que todo bien, que yo no lo iba a juzgar. Que su secreto estaba a salvo conmigo. Era obvio que mi amigo estaba incómodo y yo no quería que él se sintiera mal, pero Anabella atacó de nuevo. -No tengas vergüenza amor. Cuéntale cuantas veces fantaseamos con él. Cuéntale lo que me haz dicho más temprano, lo que querías proponerle. -¿Te la querés coger? -me dijo con la voz temblorosa y yo no podía creerlo. -Claro que me la quiero coger. ¿De verdad me estás preguntando? No jueguen conmigo, eh. En serio les digo. Si es una broma, no es graciosa. -No tío, no es ninguna broma. Hace años que tu amigo sueña con vernos follando. -¿Por qué no me contaste, boludo? Ahora no tengo mucho tiempo, tengo que volver a casa. -¿No vas a bajar ni siquiera unos minutos? -me preguntó Anabella con ese acento que me ponía la pija al palo. -Claro que bajo, pero en la semana vuelvo para cogerte en serio, no a las apuradas. Bajamos del auto y entramos al hotel a las corridas. Ya en el ascensor nos comimos la boca como dos desesperado mientras mi amigo me miraba acomodándose la pija en el pantalón. Le pregunté por forros, obviamente yo no tenía. "No te preocupes, hoy te como la polla y traes condones para la próxima", me dijo Anabella entre suspiros, mientras con la mano me presionaba la pija. Entramos y la desvestí en segundos. Después de devorar sus tetas y morder suavemente sus pezones duros, la tiré en la cama y empecé a chuparle la concha con desesperación. Estaba tan mojada que pude colarle tres dedos de una, sin ningún tipo de problemas. Me prendí de su clítoris mientras que los tres dedos en gancho desaparecían una y otra vez dentro suyo. Cada vez más rápido; cada vez con más violencia. Sus gemidos se hacían más intensos hasta que desató un pequeño grito que ella misma ahogó con una almohada. Empezó a brotar una catarata de su concha: estaba regalando un hermoso squirt. No pude evitar (ni quise) que me empapara la cara con sus jugos. Me paré al costado de la cama y (con dulzura) la agarré de los cabellos para hacerla arrodillar. Le pasé la pija por la boca, y ella me miró a los ojos, pero inmediatamente miró a mi costado. Ahí recordé que mi amigo estaba mirando la escena, sentado en una silla al lado de la cama. Estaba pajeándose, pero ya tenía un chorro de leche que le recorría el pecho. "No te preocupes, le encanta", me tranquilizó Anabella cuando yo, al verlo, dudé unos segundos. Ella se metía mi pija en la boca y yo empecé a decirle de todo. Cada tanto miraba a mi amigo que aceleraba su paja mientras tenía los ojos fijos en su mujer devorándome la pija. La calentura era tanta que no podía contener el torrente de leche que empujaba por salir. "Acabo", le avisé. Ella no dejó de chuparme. Rodeaba mi pija con sus labios mientras esperaba que yo termine de eyacular hasta la última gota. Anabella giró en busca de mi amigo, abrió ligeramente la boca para que él viera que estaba llena de mi leche y, recién ahí la tragó. Mi amigo seguía con su paja frenética mientras su mujer se acercaba a él para besarlo. Empezó a hablarle al oído (me hubiera encantado saber qué le decía pero, por códigos, nunca pregunté) hasta que mi amigo volvió a eyacularse en el pecho por segunda vez en 30 minutos. Me pegué una ducha rápida y miré mi celular que ya estaba lleno de mensajes. Me despedí, sabiendo que las siguientes dos semanas, la íbamos a pasar muy bien los tres
4 comentarios - Mi amigo y su mujer ......