Esto sucedió en CABA la noche del viernes 20 de noviembre de este año (2020).Â
 Un año atrás, se dieron estas situaciones: https://poringa.net/posts/relatos/3845680/Cuernos-de-una-noche-de-primavera.html
 Ahora las cosas se dieron de ésta manera: (Este es el primero de tres relatos independientes entre sÃ, que cuentan cómo están las cosas en la actualidad de aquellos personajes)
  Cuando Mariano salió ese viernes de la oficina, a la que habÃa vuelto esa misma semana, luego de haber trabajado desde su casa los últimos meses: sintió una alegrÃa que hacÃa rato no sentÃa. Respiró hondo, con aire de libertad, tras el trabajo concluido.
  Era un atardecer pleno, colorido, dinámico. Miraba la gente pasar, las primeras luces encenderse y todo le parecÃa hermoso.
 Antes de buscar el auto, caminó un poco sin rumbo, por el puro placer de andar. Y ahà fue que la vió. ¿Esa era Luciana? HacÃa más de un año que la habÃa visto por última vez. Llevaba un short diminuto, bien calzado, justo al lÃmite del nacimiento de los cachetes de la cola y un top o musculosa que, por el volumen de esos pechos, no llegaba a cubrir el ombligo. "¡Que buena que sigue estando la pendeja!" Fue lo primero que le pasó por la mente y se dirigió velozmente a saludar a su excuñada que lo recibió con una sonrisa que traspasó el barbijo...
  El 2020 es, sin dudas, un año que va a quedar registrado en la historia. Mucho tiempo va a pasar hasta que se deje de hablar de el.Â
 Lo figuro en mi mente como una piñata al final de un cumpleaños: explotó la pandemia y quedamos, todos, en el aire. Algunos cayeron bien, otros, inclusive, mejor parados que antes y algunos no tuvieron tanta suerte.
  Para la mayorÃa, fué un sacudón, aún en transcurso, en el cual tuvimos que apelar al instinto de conservación, para seguir adelante.Â
 Asà y todo, hubo gente que pudo llevar su vida, intentando transitar la extensa cuarentena, de la manera más parecida a la normalidad posible.Â
 A Mariano, por ejemplo, lo agarró recién empezando una convivencia con Marilina.
  Â
 La historia de Mariano es llamativa, porque, exactamente un año atrás, él estaba casado con Verónica. Verónica (su ex) y Marilina (la actual) eran mejores amigas desde la secundaria...
 Sucedió que, en aquel momento, una fantasÃa recurrente que tenÃa Mariano, era imaginar a su entonces mujer metiéndole los cuernos. Y un dÃa, se enteró casi sin querer, que la fantasÃa se habÃa hecho realidad. Y lo que en la imaginación lo excitaba hasta lÃmites extraordinarios, en la realidad, cuando supo que lo engañaba con un compañero del trabajo que tenÃa casi 20 años menos que él, fue un golpe muy duro de aceptar.
 En fin, se separó de Verónica, pero un rencor fuerte se le instaló en el pecho. Pasó unos dÃas viviendo en un hotelito, hasta que, por casualidad, una tarde se cruzó con Marilina. Ella lo apoyó, le contó que a raÃz de aquel engaño, las amigas habÃan discutido: "¿Cómo podes hacerle algo asà a Mariano?". Y que desde entonces habÃan perdido el vÃnculo.Â
 Mariano la miró esa tarde a Marilina y le pareció que estaba muy linda. Antes, años atrás, se le habÃa cruzado la idea de que entre ellos pasaba algo. Sin embargo, al estar en pareja con su mejor amiga, nunca, ninguno de los dos habÃa dado un paso al respecto. Ahora la cosa era distinta...
 Poco más de un mes después de esa tarde, Mariano se mudó al departamento de Marilina. Eran los primeros dÃas del 2020 y arrancaba, para él, un año particularmente feliz, positivo, con muchas expectativas...
 Enero y febrero fueron meses idÃlicos. Pasaron, juntos, las vacaciones en el mar. A Marilina, las bikinis, hay que reconocerlo, le quedan muy bien... Y esos cuerpos, que transcurrian los dÃas desnudos o semi desnudos, bronceados por el sol, felices de poder descubrirse y entregarse, con mucha calentura, después de tantos años de interés disimulado, disfrutaban a pleno la nueva felicidad que los unÃa.
 Pero el verano se acabó y llegó la cuarentena...
 Y, lo que parecÃa la pasión de sus vidas, se diluyó aceleradamente, en la cotidianeidad, que ese encierro obligatorio, exacerbó hasta el más difÃcil de los estados para una pareja: el aburrimiento.
 Al menos para él, porque ella le encontró enseguida una solución: "¡tengamos un bebé!".
 Promediaba el año y Mariano no habÃa encontrado una respuesta para esa petición. ¿QuerÃa tener un hijo? ¿Se imaginaba como padre? La sola idea de la existencia de una criatura real, salida de sus propios genes, que sonrie, que llora, que caga... lo superaba.
 Era cierto que la edad (cumplÃa los 40 en unos meses) era un condicionante.Â
 Pero la relación entre ellos, aunque de buena convivencia, le habÃa dejado, en lo sexual, gusto a poco, últimamente. Marilina habÃa resultado bastante monótona y demasiado convencional a la hora de expresar, fÃsicamente, su deseo en la cama.Â
 Tal vez fué el encierro, la falta de contacto con el mundo exterior, la escases de oportunidades a la que la cuarentena lo obligó. ¿Quien sabe? Quizá no. La cuestión es que llegado septiembre Mariano aceptó la propuesta de Marilina.
 Para octubre ella habÃa dejado las pastillas pero no pasó nada. Hizo los cálculos y la siguiente ovulación estarÃa en el momento perfecto para la fecundación alrededor del viernes 20 de noviembre.
 Â
  Asà llegamos a ese viernes, dónde Mariano y Marilina habÃan pactado tener una noche ardua, en materia sexual, con el fin de lograr el embarazo. Ese viernes donde, Marilina, con todas las expectativas encendidas, lo esperaba a Mariano de vuelta de la oficina, con una ropa interior de encaje nueva, que resaltaba sus, de por sà muy hermosos pechos y tonificada sus largas piernas.Â
 Pero Mariano no estaba pensando en ella. Charlaba fluidamente con Luciana, la hermana menor de su ex, Verónica. Olvidando por completo el pacto con Marilina, pero recordando divertidos momentos pasados con su cuñadita, o mejor dicho excuñadita, se sentaba en ese momento, con ella, en un bar, dispuestos a tomar unas cervezas y ponerse al dÃa.
 "Disculpame linda. Mucho quilombo en la oficina que hay que poner al dÃa, no sé hasta que hora me quedo, pero hay que terminarlo hoy si o sÃ" le texteó a Marilina.
 Ella le clavó el visto pero nunca le contestó...Â
  Y la verdad era que a Mariano muchas cosas de su excuñadita le pasaban por la cabeza. Por un lado, recordaba esas picantes provocaciones que tiempo atrás solÃan hacerse Luciana y él, siempre en un marco de juego pero, un poco al lÃmite de lo permitido. Provocaciones que más de una vez lo habÃan dejado muy caliente.Â
 SabÃa, también, por comentarios de su ex, que la pendeja era bastante liberal y zarpada. Y eso siempre le rondaba la cabeza, porque además de imaginarla atrevida, la guacha estaba muy buena.
 Además, serÃa la venganza perfecta contra su ex: garcharla a su hermana.
 Todo esto por no contar las ganas acumuladas que tenÃa de un buen garche. De poder hacer otra pose que no sea el misionero o de sentir la adrenalina que genera descargar la leche sobre un cuerpo nuevo... una boca nueva. Todas cosas a las que la cuarentena le habÃa hecho perder la esperanza de recuperar, más aún ahora con los planes de Marilina...
 Lo que no sabÃa Mariano, era que la cuñadita estaba, tambien, caliente con él. Desde que lo habÃa descubierto, casi sin intención, en un video sexual, con Verónica, la que por entonces era su mujer. Luciana se habÃa excitado tanto de verlo desnudo y en acción que se habÃa propuesto probar esa chota sabrosa y cogedora que tanto habÃa hecho gozar a su hermana, según sus propias palabras, 'como ninguna otra'. Inclusive, antes de que ellos se separaran, ya tenÃa la idea fija. Casi lo logró una noche, pero no se dió... Hubiera sido un quilombo familiar en ese entonces. Pero ahora, que estaban separados...todo se presentaba como un regalo del universo, para ella.
 Mucha risa. Mucho recuerdo. Que "¿Cómo te va ahora?", Que "estás más linda que antes...", Que "¡Que boluda mi hermana!", Que "¿Cómo te trató la cuarentena?", y asÃ.Â
 Pregunta va, pregunta viene. Indirecta para acá, indirecta para allá. Una cervecita tras otra... La intimidad entre ellos se fue recuperando. Y si bien los dos estaban dispuestos a que pasara algo aquella noche, ninguno querÃa dar el paso siguiente, tal vez por temor a equivocarse.
 - ¿Como te va con Marilina? ¿Te trata bien? - le preguntó Luciana en un momento.
 - Pse... Si. SÃ, no me puedo quejar. Es muy buena mina... Lo que sà un poqui...- empezó a decir Mariano, pero Luciana lo interrumpió:Â
 - Bueno...muy buena mina no sé. Tené en cuenta que le robó el marido a su mejor amiga...¿O no? - Luciana, intentó bromear en tono sarcástico, pero Mariano no lo tomó asÃ.
- No... Si... Que se yo. La que me metió los cuernos fue tu hermana, nadie la obligó... Aparte Marilina me contó que, entre otras cosas, fueron esos cambios en su actitud lo que terminó con la amistad entre ellas. Nosotros empezamos a salir cuando ya la amistad no existÃa...- empezó a sonar a la defensiva Mariano.
- Ah...Yo tenÃa entendido que habÃa sido al revés, que ellas se pelearon cuando ustedes empezaron a salir... Pero, pará. Discúlpame. ¡Me importa un carajo a mà como fueron las cosas! Te reconozco plenamente que la que estuvo mal fué ella.  Se equivocó mucho, mi hermana, en perderse a un hombre como vos...
 Luciana tuvo miedo de haber encarado mal con esas preguntas y decidió mandarse un poquito al frente:
 - ¿Sabes que ella me contaba todo de vos...? Parece que la dejabas bastante satisfecha...
 Pero Mariano, un poco malhumorado, le dijo: - SÃ. Tan satisfecha que se terminó garchando al primer pendejo que se le cruzó, ahà mismo en su laburo...
 Luciana se querÃa matar, estaba encarando mal, tomara el camino que tomara: - Es una boluda, la verdad. Yo este año casi ni le hablé. Se merece que te vayas con su mejor amiga, es más se merecerÃa todavÃa algo peor...
 Mariano, confundido y un poco molesto por estar hablando del tema, entendiendo que nada podÃa pasar entre ellos, le dijo con un poco de sarna, total, pensó, ya no tenÃa nada que perder:Â
- De vos también me habló bastante tu hermana...
- ¿Ah, si? ¿Que te dijo?
- Y... Me dijo que vos sos bastante putita...
 A Luciana los ojos le brillaron, justo cuando pensaba que por la boluda de su hermana se iba a perder la oportunidad de estar con Mariano...
- ¿Yo? Putita no... -le dijo, mirándolo fijo, seria y entrecerrando, un poco los ojo
 - Muy putita soy... Pero muy putita con quién quiero.Â
- ¡Que lástima, entonces, que estuve con tu hermana antes! Me habrÃa encantado que hubieras querido ser putita conmigo.- dijo Mariano, jugando a todo o nada.
- ¿Y quién te dijo que no quiero...? Putita, soy, con quién quiero y cuando quiero...Â
- Acá a la vuelta hay un telo...- Mariano ni terminó de decir la frase, que Luciana ya le habÃa hecho señas a la camarera para que les cobrara.
 A paso ligero, siguiendo esa cola que se apoyaba, al andar, sobre un cachete o el otro, en un movimiento que anticipaba los meneos que iba a disfrutar en breves instantes, Mariano, sin pensarlo dos veces, se dirigió hacia el telo.Â
 Apenas entraron a la habitación, Luciana se le tiró encima, apoyando su entrepierna sobre el bulto, ya marcado de Mariano, y lo besó con calentura. Después, sin sacarse todavÃa la ropa, giró con el cuerpo siempre pegado al de él y empezó a moverle la cola sobre la, cada vez más dura, poronga de Mariano, que sufrÃa por querer liberarla.
 Dando un paso adelante, Luciana, se desabrochó el ajustado short y, lentamente, se lo fue sacando... La provocación era potente. El culo de Luciana, hermoso. Redondito pero relleno. Para colmo enmarcado en una tanga tan metida adentro, que se veÃa tan solo un hilo bordeando su cintura.
 La pendeja, plenamente conciente del poder de su atributo, comenzó a menearlo en un movimiento de arriba a abajo, como cabalgando una pija imaginaria. Mariano no pudo soportar la tentación de liberar la pija y acercarsela. Caminó hasta apoyársela en la espalda...
 Ella, sintiendo el trozo caliente, engrosado al máximo y un poco húmedo, levantó la cola, parándose en punta de pies y agachando el cuerpo hacia adelante y siguió agitando el culo, ahora con la pija apoyada en medio de los cachetes.
 Nunca le habÃan hecho algo asà a Mariano. Luciana, lo escuchaba gemir y decir cosas como: "!ay, dios...!", "¡Qué culo, por favor...!", "¡Cómo lo moves...!", y disfrutando de su poder, en ese momento, se levantó, lo sentó en la cama de un empujón, se levantó el top y le llevó una teta a la boca, para que se la chupara. Mariano la recibió con calentura, la besó, lamió y hasta mordió.Â
 Ella aprovechó el momento para tomar con sus manos esa verga, con la que se venÃa excitando desde hacÃa tanto, la que más de una vez le sirvió de inspiración para alguna masturbación antes de dormir... Tenerla en sus manos era conquistar un sueño. A la vista, era tal como la recordaba de aquel video. Ahora solo le faltaba probarla... Y eso era algo que harÃa sin demorar.Â
 Se arrodilló frente a Mariano, le sacó el pantalón y el boxer. Y mientras con una mano le sostenÃa y sopesaba los huevos, con la otra, se acercó la pija a la cara.
  Suavemente liberó la cabeza, colorada y brillante y apoyó la lengua sobre ella. Ejerciendo bastante presión, arrastró la lengua hasta la punta. La calentura le hizo soltar una gotita a Mariano y Luciana pudo sentir el sabor en su boca.Â
 Lo miró a los ojos. No podÃa creer lo entregado que tenÃa a su excuñado. La cara de calentura... la desesperación en su rostro... Empezó a pasarle la lengua con más velocidad, en lamidas que recorrÃan, cada vez, más superficie de esa pija hermosa que la estaba volviendo loca. Le encantaba. Le gustaba el sabor, el olor, lo dura que estaba por ella. Le encantaba, también, lo prohibido, lo incorrecto de la situación.Â
 Se la puso, entera, en la boca. La sentÃa al fondo del paladar, casi en la garganta. Asà metida, con la lengua la golpeaba desde adentro. Mariano gemÃa desesperado. Le pareció escucharlo decir: "pará, pará que no me aguanto..." pero lo estaba disfrutando tanto... Con los labios apretados a presión sobre el miembro, movÃa la cabeza hacia afuera hasta que la cabecita de la pija le hacÃa tope, entonces en un rápido movimiento, volvÃa a engullirla.
  AsÃ, hasta que escuchó el grito de él y sintió el golpe, sobre el paladar, del primer chorro de espeso y caliente semen. A ese lo siguió otro que pudo recibirlo de lleno en la lengua. Y tres o cuatro más que alternaron entre sus labios, su cuello y el interior de su boca.Â
 La sonrisa la dominaba. Estaba feliz. Saboreó toda la descarga y le encantó. TodavÃa, apretando fuerte con las manos, logró una última gota, grande y la lamió directamente de la pija.Â
 Él le decÃa: "Hija de puta... Pendeja hija de puta.." y ella le respondió: "Cuña... me encantó... ¡Mira que ahora la voy a querer sentir. Eh!"Â
 Esa respuesta le hizo endurecer la pija nuevamente. ¿Hace cuánto que no le pasaba eso? Por lo general necesitaba unos 15 minutos, por lo menos, para reponerse. Pero ahora esta putita lograba mantenerle la erección aunque hubiera acabado una buena cantidad.Â
 La miró a los ojos. No lo podÃa creer... La pendeja estaba hermosa, más aún le gustó, con los restos de leche que tenÃa en la cara...Â
 Se apoyó sobre los codos en la cama, le señaló con la mirada la pija, ya plenamente dura, y la esperó.Â
 Ella se sacó lo que le quedaba de ropa en un movimiento. Se acomodó sobre él y se metió la pija, que por lo húmeda que tenÃa la concha, resbaló hasta el fondo. En seguida comenzó a menearse, como hacÃa unos instantes atrás, pero ahora con la pija bien metida adentro.Â
 Mariano la miraba extasiado... un poco le recordaba a su ex... tenÃan un parecido... La manera en que empezó a gemir Luciana, le pareció muy similar a la de Verónica. Eso, en vez de enfriarlo lo calentaba más. PonÃa en primer plano su venganza. Contra esa hija de puta que lo habÃa engañado. "Mirá forra, mirá cómo me garcho a tu hermanita..." pensaba. Y con fuerza la agarró por debajo de la cintura y le enterraba la pija a Luciana casi con violencia. Â
  A ella le encantó esa reacción. Orgullosa de lo que podÃa lograr con un hombre cuando se lo proponÃa. En pocas embestidas empezó a sentir un fuerte orgasmo al que, enseguida, siguió otro, aún más fuerte y, cómo Mariano no paraba el ritmo, pronto llegó a un tercero...
  ¡Tres seguidos! Mariano no cabÃa en sà de todo lo que gritaba la pendeja. La cara se le habÃa transfigurado tanto, que ahora sà se parecÃa mucho a Verónica. No pudo controlarse y largó nuevamente, con la pija bien introducida en su excuñadita, unos 5 o 6 chorros de abundante leche...
 Unos minutos después de esa locura y tras cerciorarse de que Luciana usaba pastillas anticonceptivas. Los dos, besándose y agarrándose en la cama, estuvieron dispuestos a seguir disfrutando la noche.
  Está vez, Mariano querÃa hacer ese culo. Un poco para asegurarse también de no correr riesgos. Ella no se opuso, es más, ante la petición, respondió poniéndose en cuatro sobre la cama y separando bien los cachetes, dejando el ano a simple vista y es más, tratando con sus propios dedos ensalivados de abrirse para él.Â
 Con la pija hecha un tronco nuevamente, Mariano la poseyó despacio... Disfrutando el lograr introducirse en ese culo precioso, a la vez que, con cada mano, apretaba con fuerza o cacheteaba esas nalgas.Â
 "¿Te gusta?", le preguntó Luciana. Y sin esperar respuesta empezó a perrear con la pija adentro.Â
 El movimiento brusco enloqueció a Mariano. La pendeja meneaba el orto con mucha gracia y experiencia. Él sentÃa que se le partÃa la poronga.
 Ella no solo disfrutaba de ponerlo loco...Â
 Mariano sintió cómo Luciana se metió los dedos en su propia concha. Sintió el roce, el juego, de estos en el interior, como si rozaran su propia pija, plenamente introducida en el culo de ella.
  Ese culito apretado, ese movimiento delirante, la cosquilla de esos dedos... fue demasiado. La leche salió sin control... por lo menos 4 o 5 chorros depositó en el interior del orto de esa putita que al sentirlos y al oÃrlo gritar, acabó con un fuerte orgasmo nuevamente...
 Un rato más tarde, Mariano la acercó a Luciana a su departamento. Estacionado en la puerta, besándose como si no hubieran cogido aún, y arreglando para un nuevo encuentro, Mariano sintió que la pija le respondÃa... entonces le pidió a Luciana si no se la chupaba una vez más 'de despedida'... Ella, sin hacérselo repetir, le bajó la bragueta y se arrodilló en el piso del auto...
 Gracias por leer. Si la historia te generó algo, valorarÃa que me lo comentaras. Publico relatos cada semana, si querés seguirme.
¿Querés saber lo que le pasó a Marilina esa misma noche, mientras Mariano le metÃa los cuernos con su ex cuñada? Acá las otras dos historias:
http://www.poringa.net/posts/relatos/3888116/Otra-noche-de-cuernos-El-encargado.html
http://www.poringa.net/posts/relatos/3875595/Otra-noche-de-cuernos-Marilina-busca-plasmar-su-amor.html
Otros relatos:
https://poringa.net/posts/relatos/3864079/La-Noche-de-Mamis-solas.html
https://poringa.net/posts/relatos/3862346/Mi-mujer-con-otro-De-la-fantasia-a-la-realidad-y-despues.html
https://poringa.net/posts/relatos/3730621/Noche-secreta-en-la-casa-de-mi-tia.html
 Un año atrás, se dieron estas situaciones: https://poringa.net/posts/relatos/3845680/Cuernos-de-una-noche-de-primavera.html
 Ahora las cosas se dieron de ésta manera: (Este es el primero de tres relatos independientes entre sÃ, que cuentan cómo están las cosas en la actualidad de aquellos personajes)
  Cuando Mariano salió ese viernes de la oficina, a la que habÃa vuelto esa misma semana, luego de haber trabajado desde su casa los últimos meses: sintió una alegrÃa que hacÃa rato no sentÃa. Respiró hondo, con aire de libertad, tras el trabajo concluido.
  Era un atardecer pleno, colorido, dinámico. Miraba la gente pasar, las primeras luces encenderse y todo le parecÃa hermoso.
 Antes de buscar el auto, caminó un poco sin rumbo, por el puro placer de andar. Y ahà fue que la vió. ¿Esa era Luciana? HacÃa más de un año que la habÃa visto por última vez. Llevaba un short diminuto, bien calzado, justo al lÃmite del nacimiento de los cachetes de la cola y un top o musculosa que, por el volumen de esos pechos, no llegaba a cubrir el ombligo. "¡Que buena que sigue estando la pendeja!" Fue lo primero que le pasó por la mente y se dirigió velozmente a saludar a su excuñada que lo recibió con una sonrisa que traspasó el barbijo...
  El 2020 es, sin dudas, un año que va a quedar registrado en la historia. Mucho tiempo va a pasar hasta que se deje de hablar de el.Â
 Lo figuro en mi mente como una piñata al final de un cumpleaños: explotó la pandemia y quedamos, todos, en el aire. Algunos cayeron bien, otros, inclusive, mejor parados que antes y algunos no tuvieron tanta suerte.
  Para la mayorÃa, fué un sacudón, aún en transcurso, en el cual tuvimos que apelar al instinto de conservación, para seguir adelante.Â
 Asà y todo, hubo gente que pudo llevar su vida, intentando transitar la extensa cuarentena, de la manera más parecida a la normalidad posible.Â
 A Mariano, por ejemplo, lo agarró recién empezando una convivencia con Marilina.
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 La historia de Mariano es llamativa, porque, exactamente un año atrás, él estaba casado con Verónica. Verónica (su ex) y Marilina (la actual) eran mejores amigas desde la secundaria...
 Sucedió que, en aquel momento, una fantasÃa recurrente que tenÃa Mariano, era imaginar a su entonces mujer metiéndole los cuernos. Y un dÃa, se enteró casi sin querer, que la fantasÃa se habÃa hecho realidad. Y lo que en la imaginación lo excitaba hasta lÃmites extraordinarios, en la realidad, cuando supo que lo engañaba con un compañero del trabajo que tenÃa casi 20 años menos que él, fue un golpe muy duro de aceptar.
 En fin, se separó de Verónica, pero un rencor fuerte se le instaló en el pecho. Pasó unos dÃas viviendo en un hotelito, hasta que, por casualidad, una tarde se cruzó con Marilina. Ella lo apoyó, le contó que a raÃz de aquel engaño, las amigas habÃan discutido: "¿Cómo podes hacerle algo asà a Mariano?". Y que desde entonces habÃan perdido el vÃnculo.Â
 Mariano la miró esa tarde a Marilina y le pareció que estaba muy linda. Antes, años atrás, se le habÃa cruzado la idea de que entre ellos pasaba algo. Sin embargo, al estar en pareja con su mejor amiga, nunca, ninguno de los dos habÃa dado un paso al respecto. Ahora la cosa era distinta...
 Poco más de un mes después de esa tarde, Mariano se mudó al departamento de Marilina. Eran los primeros dÃas del 2020 y arrancaba, para él, un año particularmente feliz, positivo, con muchas expectativas...
 Enero y febrero fueron meses idÃlicos. Pasaron, juntos, las vacaciones en el mar. A Marilina, las bikinis, hay que reconocerlo, le quedan muy bien... Y esos cuerpos, que transcurrian los dÃas desnudos o semi desnudos, bronceados por el sol, felices de poder descubrirse y entregarse, con mucha calentura, después de tantos años de interés disimulado, disfrutaban a pleno la nueva felicidad que los unÃa.
 Pero el verano se acabó y llegó la cuarentena...
 Y, lo que parecÃa la pasión de sus vidas, se diluyó aceleradamente, en la cotidianeidad, que ese encierro obligatorio, exacerbó hasta el más difÃcil de los estados para una pareja: el aburrimiento.
 Al menos para él, porque ella le encontró enseguida una solución: "¡tengamos un bebé!".
 Promediaba el año y Mariano no habÃa encontrado una respuesta para esa petición. ¿QuerÃa tener un hijo? ¿Se imaginaba como padre? La sola idea de la existencia de una criatura real, salida de sus propios genes, que sonrie, que llora, que caga... lo superaba.
 Era cierto que la edad (cumplÃa los 40 en unos meses) era un condicionante.Â
 Pero la relación entre ellos, aunque de buena convivencia, le habÃa dejado, en lo sexual, gusto a poco, últimamente. Marilina habÃa resultado bastante monótona y demasiado convencional a la hora de expresar, fÃsicamente, su deseo en la cama.Â
 Tal vez fué el encierro, la falta de contacto con el mundo exterior, la escases de oportunidades a la que la cuarentena lo obligó. ¿Quien sabe? Quizá no. La cuestión es que llegado septiembre Mariano aceptó la propuesta de Marilina.
 Para octubre ella habÃa dejado las pastillas pero no pasó nada. Hizo los cálculos y la siguiente ovulación estarÃa en el momento perfecto para la fecundación alrededor del viernes 20 de noviembre.
 Â
  Asà llegamos a ese viernes, dónde Mariano y Marilina habÃan pactado tener una noche ardua, en materia sexual, con el fin de lograr el embarazo. Ese viernes donde, Marilina, con todas las expectativas encendidas, lo esperaba a Mariano de vuelta de la oficina, con una ropa interior de encaje nueva, que resaltaba sus, de por sà muy hermosos pechos y tonificada sus largas piernas.Â
 Pero Mariano no estaba pensando en ella. Charlaba fluidamente con Luciana, la hermana menor de su ex, Verónica. Olvidando por completo el pacto con Marilina, pero recordando divertidos momentos pasados con su cuñadita, o mejor dicho excuñadita, se sentaba en ese momento, con ella, en un bar, dispuestos a tomar unas cervezas y ponerse al dÃa.
 "Disculpame linda. Mucho quilombo en la oficina que hay que poner al dÃa, no sé hasta que hora me quedo, pero hay que terminarlo hoy si o sÃ" le texteó a Marilina.
 Ella le clavó el visto pero nunca le contestó...Â
  Y la verdad era que a Mariano muchas cosas de su excuñadita le pasaban por la cabeza. Por un lado, recordaba esas picantes provocaciones que tiempo atrás solÃan hacerse Luciana y él, siempre en un marco de juego pero, un poco al lÃmite de lo permitido. Provocaciones que más de una vez lo habÃan dejado muy caliente.Â
 SabÃa, también, por comentarios de su ex, que la pendeja era bastante liberal y zarpada. Y eso siempre le rondaba la cabeza, porque además de imaginarla atrevida, la guacha estaba muy buena.
 Además, serÃa la venganza perfecta contra su ex: garcharla a su hermana.
 Todo esto por no contar las ganas acumuladas que tenÃa de un buen garche. De poder hacer otra pose que no sea el misionero o de sentir la adrenalina que genera descargar la leche sobre un cuerpo nuevo... una boca nueva. Todas cosas a las que la cuarentena le habÃa hecho perder la esperanza de recuperar, más aún ahora con los planes de Marilina...
 Lo que no sabÃa Mariano, era que la cuñadita estaba, tambien, caliente con él. Desde que lo habÃa descubierto, casi sin intención, en un video sexual, con Verónica, la que por entonces era su mujer. Luciana se habÃa excitado tanto de verlo desnudo y en acción que se habÃa propuesto probar esa chota sabrosa y cogedora que tanto habÃa hecho gozar a su hermana, según sus propias palabras, 'como ninguna otra'. Inclusive, antes de que ellos se separaran, ya tenÃa la idea fija. Casi lo logró una noche, pero no se dió... Hubiera sido un quilombo familiar en ese entonces. Pero ahora, que estaban separados...todo se presentaba como un regalo del universo, para ella.
 Mucha risa. Mucho recuerdo. Que "¿Cómo te va ahora?", Que "estás más linda que antes...", Que "¡Que boluda mi hermana!", Que "¿Cómo te trató la cuarentena?", y asÃ.Â
 Pregunta va, pregunta viene. Indirecta para acá, indirecta para allá. Una cervecita tras otra... La intimidad entre ellos se fue recuperando. Y si bien los dos estaban dispuestos a que pasara algo aquella noche, ninguno querÃa dar el paso siguiente, tal vez por temor a equivocarse.
 - ¿Como te va con Marilina? ¿Te trata bien? - le preguntó Luciana en un momento.
 - Pse... Si. SÃ, no me puedo quejar. Es muy buena mina... Lo que sà un poqui...- empezó a decir Mariano, pero Luciana lo interrumpió:Â
 - Bueno...muy buena mina no sé. Tené en cuenta que le robó el marido a su mejor amiga...¿O no? - Luciana, intentó bromear en tono sarcástico, pero Mariano no lo tomó asÃ.
- No... Si... Que se yo. La que me metió los cuernos fue tu hermana, nadie la obligó... Aparte Marilina me contó que, entre otras cosas, fueron esos cambios en su actitud lo que terminó con la amistad entre ellas. Nosotros empezamos a salir cuando ya la amistad no existÃa...- empezó a sonar a la defensiva Mariano.
- Ah...Yo tenÃa entendido que habÃa sido al revés, que ellas se pelearon cuando ustedes empezaron a salir... Pero, pará. Discúlpame. ¡Me importa un carajo a mà como fueron las cosas! Te reconozco plenamente que la que estuvo mal fué ella.  Se equivocó mucho, mi hermana, en perderse a un hombre como vos...
 Luciana tuvo miedo de haber encarado mal con esas preguntas y decidió mandarse un poquito al frente:
 - ¿Sabes que ella me contaba todo de vos...? Parece que la dejabas bastante satisfecha...
 Pero Mariano, un poco malhumorado, le dijo: - SÃ. Tan satisfecha que se terminó garchando al primer pendejo que se le cruzó, ahà mismo en su laburo...
 Luciana se querÃa matar, estaba encarando mal, tomara el camino que tomara: - Es una boluda, la verdad. Yo este año casi ni le hablé. Se merece que te vayas con su mejor amiga, es más se merecerÃa todavÃa algo peor...
 Mariano, confundido y un poco molesto por estar hablando del tema, entendiendo que nada podÃa pasar entre ellos, le dijo con un poco de sarna, total, pensó, ya no tenÃa nada que perder:Â
- De vos también me habló bastante tu hermana...
- ¿Ah, si? ¿Que te dijo?
- Y... Me dijo que vos sos bastante putita...
 A Luciana los ojos le brillaron, justo cuando pensaba que por la boluda de su hermana se iba a perder la oportunidad de estar con Mariano...
- ¿Yo? Putita no... -le dijo, mirándolo fijo, seria y entrecerrando, un poco los ojo
 - Muy putita soy... Pero muy putita con quién quiero.Â
- ¡Que lástima, entonces, que estuve con tu hermana antes! Me habrÃa encantado que hubieras querido ser putita conmigo.- dijo Mariano, jugando a todo o nada.
- ¿Y quién te dijo que no quiero...? Putita, soy, con quién quiero y cuando quiero...Â
- Acá a la vuelta hay un telo...- Mariano ni terminó de decir la frase, que Luciana ya le habÃa hecho señas a la camarera para que les cobrara.
 A paso ligero, siguiendo esa cola que se apoyaba, al andar, sobre un cachete o el otro, en un movimiento que anticipaba los meneos que iba a disfrutar en breves instantes, Mariano, sin pensarlo dos veces, se dirigió hacia el telo.Â
 Apenas entraron a la habitación, Luciana se le tiró encima, apoyando su entrepierna sobre el bulto, ya marcado de Mariano, y lo besó con calentura. Después, sin sacarse todavÃa la ropa, giró con el cuerpo siempre pegado al de él y empezó a moverle la cola sobre la, cada vez más dura, poronga de Mariano, que sufrÃa por querer liberarla.
 Dando un paso adelante, Luciana, se desabrochó el ajustado short y, lentamente, se lo fue sacando... La provocación era potente. El culo de Luciana, hermoso. Redondito pero relleno. Para colmo enmarcado en una tanga tan metida adentro, que se veÃa tan solo un hilo bordeando su cintura.
 La pendeja, plenamente conciente del poder de su atributo, comenzó a menearlo en un movimiento de arriba a abajo, como cabalgando una pija imaginaria. Mariano no pudo soportar la tentación de liberar la pija y acercarsela. Caminó hasta apoyársela en la espalda...
 Ella, sintiendo el trozo caliente, engrosado al máximo y un poco húmedo, levantó la cola, parándose en punta de pies y agachando el cuerpo hacia adelante y siguió agitando el culo, ahora con la pija apoyada en medio de los cachetes.
 Nunca le habÃan hecho algo asà a Mariano. Luciana, lo escuchaba gemir y decir cosas como: "!ay, dios...!", "¡Qué culo, por favor...!", "¡Cómo lo moves...!", y disfrutando de su poder, en ese momento, se levantó, lo sentó en la cama de un empujón, se levantó el top y le llevó una teta a la boca, para que se la chupara. Mariano la recibió con calentura, la besó, lamió y hasta mordió.Â
 Ella aprovechó el momento para tomar con sus manos esa verga, con la que se venÃa excitando desde hacÃa tanto, la que más de una vez le sirvió de inspiración para alguna masturbación antes de dormir... Tenerla en sus manos era conquistar un sueño. A la vista, era tal como la recordaba de aquel video. Ahora solo le faltaba probarla... Y eso era algo que harÃa sin demorar.Â
 Se arrodilló frente a Mariano, le sacó el pantalón y el boxer. Y mientras con una mano le sostenÃa y sopesaba los huevos, con la otra, se acercó la pija a la cara.
  Suavemente liberó la cabeza, colorada y brillante y apoyó la lengua sobre ella. Ejerciendo bastante presión, arrastró la lengua hasta la punta. La calentura le hizo soltar una gotita a Mariano y Luciana pudo sentir el sabor en su boca.Â
 Lo miró a los ojos. No podÃa creer lo entregado que tenÃa a su excuñado. La cara de calentura... la desesperación en su rostro... Empezó a pasarle la lengua con más velocidad, en lamidas que recorrÃan, cada vez, más superficie de esa pija hermosa que la estaba volviendo loca. Le encantaba. Le gustaba el sabor, el olor, lo dura que estaba por ella. Le encantaba, también, lo prohibido, lo incorrecto de la situación.Â
 Se la puso, entera, en la boca. La sentÃa al fondo del paladar, casi en la garganta. Asà metida, con la lengua la golpeaba desde adentro. Mariano gemÃa desesperado. Le pareció escucharlo decir: "pará, pará que no me aguanto..." pero lo estaba disfrutando tanto... Con los labios apretados a presión sobre el miembro, movÃa la cabeza hacia afuera hasta que la cabecita de la pija le hacÃa tope, entonces en un rápido movimiento, volvÃa a engullirla.
  AsÃ, hasta que escuchó el grito de él y sintió el golpe, sobre el paladar, del primer chorro de espeso y caliente semen. A ese lo siguió otro que pudo recibirlo de lleno en la lengua. Y tres o cuatro más que alternaron entre sus labios, su cuello y el interior de su boca.Â
 La sonrisa la dominaba. Estaba feliz. Saboreó toda la descarga y le encantó. TodavÃa, apretando fuerte con las manos, logró una última gota, grande y la lamió directamente de la pija.Â
 Él le decÃa: "Hija de puta... Pendeja hija de puta.." y ella le respondió: "Cuña... me encantó... ¡Mira que ahora la voy a querer sentir. Eh!"Â
 Esa respuesta le hizo endurecer la pija nuevamente. ¿Hace cuánto que no le pasaba eso? Por lo general necesitaba unos 15 minutos, por lo menos, para reponerse. Pero ahora esta putita lograba mantenerle la erección aunque hubiera acabado una buena cantidad.Â
 La miró a los ojos. No lo podÃa creer... La pendeja estaba hermosa, más aún le gustó, con los restos de leche que tenÃa en la cara...Â
 Se apoyó sobre los codos en la cama, le señaló con la mirada la pija, ya plenamente dura, y la esperó.Â
 Ella se sacó lo que le quedaba de ropa en un movimiento. Se acomodó sobre él y se metió la pija, que por lo húmeda que tenÃa la concha, resbaló hasta el fondo. En seguida comenzó a menearse, como hacÃa unos instantes atrás, pero ahora con la pija bien metida adentro.Â
 Mariano la miraba extasiado... un poco le recordaba a su ex... tenÃan un parecido... La manera en que empezó a gemir Luciana, le pareció muy similar a la de Verónica. Eso, en vez de enfriarlo lo calentaba más. PonÃa en primer plano su venganza. Contra esa hija de puta que lo habÃa engañado. "Mirá forra, mirá cómo me garcho a tu hermanita..." pensaba. Y con fuerza la agarró por debajo de la cintura y le enterraba la pija a Luciana casi con violencia. Â
  A ella le encantó esa reacción. Orgullosa de lo que podÃa lograr con un hombre cuando se lo proponÃa. En pocas embestidas empezó a sentir un fuerte orgasmo al que, enseguida, siguió otro, aún más fuerte y, cómo Mariano no paraba el ritmo, pronto llegó a un tercero...
  ¡Tres seguidos! Mariano no cabÃa en sà de todo lo que gritaba la pendeja. La cara se le habÃa transfigurado tanto, que ahora sà se parecÃa mucho a Verónica. No pudo controlarse y largó nuevamente, con la pija bien introducida en su excuñadita, unos 5 o 6 chorros de abundante leche...
 Unos minutos después de esa locura y tras cerciorarse de que Luciana usaba pastillas anticonceptivas. Los dos, besándose y agarrándose en la cama, estuvieron dispuestos a seguir disfrutando la noche.
  Está vez, Mariano querÃa hacer ese culo. Un poco para asegurarse también de no correr riesgos. Ella no se opuso, es más, ante la petición, respondió poniéndose en cuatro sobre la cama y separando bien los cachetes, dejando el ano a simple vista y es más, tratando con sus propios dedos ensalivados de abrirse para él.Â
 Con la pija hecha un tronco nuevamente, Mariano la poseyó despacio... Disfrutando el lograr introducirse en ese culo precioso, a la vez que, con cada mano, apretaba con fuerza o cacheteaba esas nalgas.Â
 "¿Te gusta?", le preguntó Luciana. Y sin esperar respuesta empezó a perrear con la pija adentro.Â
 El movimiento brusco enloqueció a Mariano. La pendeja meneaba el orto con mucha gracia y experiencia. Él sentÃa que se le partÃa la poronga.
 Ella no solo disfrutaba de ponerlo loco...Â
 Mariano sintió cómo Luciana se metió los dedos en su propia concha. Sintió el roce, el juego, de estos en el interior, como si rozaran su propia pija, plenamente introducida en el culo de ella.
  Ese culito apretado, ese movimiento delirante, la cosquilla de esos dedos... fue demasiado. La leche salió sin control... por lo menos 4 o 5 chorros depositó en el interior del orto de esa putita que al sentirlos y al oÃrlo gritar, acabó con un fuerte orgasmo nuevamente...
 Un rato más tarde, Mariano la acercó a Luciana a su departamento. Estacionado en la puerta, besándose como si no hubieran cogido aún, y arreglando para un nuevo encuentro, Mariano sintió que la pija le respondÃa... entonces le pidió a Luciana si no se la chupaba una vez más 'de despedida'... Ella, sin hacérselo repetir, le bajó la bragueta y se arrodilló en el piso del auto...
 Gracias por leer. Si la historia te generó algo, valorarÃa que me lo comentaras. Publico relatos cada semana, si querés seguirme.
¿Querés saber lo que le pasó a Marilina esa misma noche, mientras Mariano le metÃa los cuernos con su ex cuñada? Acá las otras dos historias:
http://www.poringa.net/posts/relatos/3888116/Otra-noche-de-cuernos-El-encargado.html
http://www.poringa.net/posts/relatos/3875595/Otra-noche-de-cuernos-Marilina-busca-plasmar-su-amor.html
Otros relatos:
https://poringa.net/posts/relatos/3864079/La-Noche-de-Mamis-solas.html
https://poringa.net/posts/relatos/3862346/Mi-mujer-con-otro-De-la-fantasia-a-la-realidad-y-despues.html
https://poringa.net/posts/relatos/3730621/Noche-secreta-en-la-casa-de-mi-tia.html
5 comentarios - Otra noche de cuernos. La cuñadita.