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Lucia Reynier: Un adolescente crossdresser

Crossdresser es como se llama a los tíos a los que nos gusta vestirnos con ropa de mujer. No es que queramos ser tías, como los transexuales, aunque a mi personalmente creo que me encantaría y, si no fuese porque dudo que mis padres lo consintiesen, creo que a estas altura ya me lo habría planteado.
Y tampoco es que no me gusten las chica. Al contrario, me encantan. He estado enamorado de alguna de mis compañeras de clase y, si no le he dicho nada, ha sido por pura timidez. Me muero de vergüenza solo de pensarlo. Reconozco que cuando las miro, tengo sentimientos ambiguos. Por una parte me gusta y me atraen, por otra, me encantaría ser ellas.

En mi colegio llevamos uniforme. Nosotros jersey y calcetines rojos, polo blanco y pantalón gris, ellas lo mismo, cambiando el pantalón por una falda escocesa, con cuadros azules y rojos, cruzados por lineas finas, blanca y amarillas. Es una de esas faldas que se enganchan por la cintura y tienen dos hebillas sobre una frontal plano, y tablas que rodean por los laterales y por detrás, haciendo una silueta del culo, la verdad, preciosa. Hasta la chica más fea del colegio parece que tiene un trasero perfecto gracias a como le queda la falda.

Una de las cosas que más me apetecía hasta hace poco es poder ponerme una. Me volvía loco la idea de sentir su tacto y, cuando pienso en ello, no consigo evitar excitarme mucho. Así que suelo pensarlo en casa, cuando puedo masturbarme tranquilamente. En el colegio, viendo pasar constantemente a compañeras, se hace difícil no hacerlo, pero como estoy con mis amigos, me resulta raro. Es como si me diese miedo que pudiesen leerme el pensamiento y supiesen mi secreto, así que, de alguna forma, me cambia el chip y mi cabeza no le da vueltas. Simplemente estoy, como un chico más, que está a sus cosas. Jugar al futbol, hacer bromas o estudiar. Es al llegar a casa cuando suelo recordar si alguna compañera ha tenido un desliz, y se le ha visto algo, y en ese momento me suelo hacer pajas pensando en ello, donde paso de excitarme por ver su ropa íntima, a hacerlo pensando que soy ella en esa situación. Como digo, algo un tanto ambiguo. Supongo que soy raro.

Esta mañana, cuando he llegado al autobús del colegio, me he sentado en mi sitio donde suelo estar solo hasta que empieza a llegar gente. Como soy de los primeros que sube, está prácticamente vacío. La única persona que llega antes que yo es Wendy, una chica un año menor, que se sienta justo detrás mio, y con la que muchas veces voy hablando hasta que llegamos al colegio, o volvemos de él por las tardes.

No es que tengamos mucho en común. La verdad es que solemos hablar de cosas poco interesantes, pero a mi me encanta mirarla. Todas las chicas de lcolegio llevan la falda bastante corta. Las que no la tienen cosida por sus madres por el dobladillo, se la recogen ellas mismas dándole vueltas en la cintura. Supongo que es coquetería, pero de un tiempo a esta parte, todas, incluso las pequeñas de cursos inferiores ,tienen esa costumbre. Y Wendy, no solo no es la excepción, si no que, por el contrario, es de las que más cortas la llevan. La verdad es que resulta un espectáculo para la vista, porque apenas le tapa medio palmo más de lo imprescindible y, aún así, consigue ser discreta y que casi nunca se le vean las bragas. En los dos años que lleva viniendo a mi autobús, creo que apenas un par de veces he podido vérselas, con mucho disimulo. Yo me suelo sentar en el reposa brazos de mi asiento, para poder asomarme a su sitio y, ella, suele tener las piernas apoyadas en el respaldo delantero, para lo que se mete parte de la falda entre las piernas,tapando por el centro, pero descubriendo mucho los laterales, lo que no parece importarle.

Siempre me ha parecido una chica muy guapa. Si le añado el morbo de lo poco que le molesta enseñar las piernas, y al mismo tiempo, lo difícil que es verle las braguitas, cuando por algún descuido esto ocurre, suele suponerme unos calentones tremendos. Menos mal que solo me ve de pecho para arriba, porque, alguna vez, he tenido erecciones tan fuertes, que hacían que un bulto enorme apareciese en mis pantalones, que tenía que tapar con la bolsa del chandal o con algún abrigo.

El caso es que hoy, cuando he llegado, me la he encontrado dormida y, aunque la he llamado un par de veces, y la he tocado el hombro, No se ha despertado. Se ve que le ha constado levantarse hoy, y se ha quedado dormida al sentarse en el autobús.

Por una parte me daba palo, porque pretendía hablar con ella para pasar el rato. Por otra, eso me daba la ocasión de mirarla sin disimulo, y sin tener que cuidar de que no me sorprendiese observándola intentando alcanzar con la mirada donde no debía, aunque me da la impresión de que eso lo tiene más que asumido.
Daba gusto verla. No tenía las piernas en el respaldo, se había inclinado y recostado un poco, poniendo las piernas encima del asiendo de al lado. La verdades que tiene las tiene realmente bonitas. Se nota que se depila, porque no tiene ni un pelo, y en la posición en la que estaba, la falda reposaba como un mantel sobre sus muslos.

No he podido evitar imaginarme como debía ser esa sensación, y rápidamente me ha dado un sofoco y se me ha puesto la polla como un palo de dura y, para colmo, cuando ya creía que no podía estar más excitado, un pequeño frenazo ha provocado que sus piernas se separasen un poco, y que la falda se abriese, dejando ver aún más pierna.
Se me ha acelerado el corazón muchísimo al verlo. Apenas unos pocos centímetros, yo diría que como mucho uno o dos, separaban la abertura de la falda, de las bragas. Dios, creía que me iba a correr solo de mirarlo. En ese momento ha respirado con un carraspeo. Como el que se suele hacer cuando estas muy dormido y yo, no he podido evitar la tentación. He alargado la mano y la he llevado a la abertura. Cuanto le he tocado la pierna, he mirado su cara. Nada. Ni una señal. Y entonces lo he hecho. Sé que está mal, pero no he podido evitar la tentación, y he subido los dedos por la parte interior de su pantorrilla, hasta tocar las bragas, mientras con el mismo movimiento le terminaba de separar la falda, y las veía. Eran preciosas; blancas, de algodón y con costuras a los lados, así como algún encaje. He notado el vello púbico que hacía un pelín debulto y, tras unos breves instantes, he retirado la mano, muerto de excitación, pero también de vergüenza y miedo por si me pillaba.

Durante un rato he estado en mi sitio, dudando de si volver a levantarme para mirala, si volver a meterla mano, o si mejor me tranquilizaba, he intentaba recuperar la normalidad, dando gracias porque no me hubiese descubierto. Luego han llegado más chicos al autobús y, definitivamente, se ha terminado la oportunidad, por lo que he podido llegar al colegio sin más tentaciones. Casi lo he agradecido.
Pasar el día en clase, intentando abstraerme de lo que había pasado, ha sido bastante complicado. Un par de veces me ha tentado la idea de saltarme alguna clase, ir al baño y hacerme una paja, ni que fuese para quedarme tranquilo, pero no me he arriesgado. He pasado el día lo más relajado posible, hintentando pensar en otras cosas y dejándolo para cuando estuviese en casa. Mis padres suelen llegar siempre tarde, así que suelo tener tiempo para masturbarme cuando llego.

Por la tarde, cuando volvíamos, me ha tocado hablar con Wendy, y no he podido evitar sentirme un poco culpable por lo que había hecho. Nos llevamos muy bien. Yo creo que incluso le gusto un poco. Es posible que si se lo propusiese, le apeteciese que nos enrollásemos. No sé si me dejaría meterla mano, porque como digo es muy discreta, pero unos morreos igual si. A lo mejor más, pero ya digo que no tengo ni idea. Es muy guapa, no me extrañaría que tuviese opciones mejores que yo.

El caso es que me daba un poco de cosa haberlo hecho sin su consentimiento y, todo el viaje de vuelta, me lo he pasado con ella hablando de cosas sin importancia. Quería estar seguro de que no se había enterado de nada y, viendo lo simpática que estaba, no me cabe duda de que era así.
En esta ocasión además no lo he hecho para poder mirarle las piernas, como otras veces, porque llevaba el chándal de deportes. Cuando se dá educación física a esa hora es lo normal. El caso es que cuando ha llegado a mi parada, me he despedido de ella, y se ha puesto a ojear el móvil. Yo he ido a coger mi bolsa, donde guardo el chándal y los libros, y que es idéntica a la suya porque es la oficial del colegio, y todos llevamos la misma, cuando he caído en la cuenta de que la suya estaba al lado de la mía en la repisa que hay encima de los asientos. Y, viendo que ella llevaba el chándal, era obvio que en la bolsa tenía que llevar el uniforme.

En ese momento me ha dado un subidón. Toda la ropa que llevaba antes de cambiarse para educación física, estaría en esa bolsa, que podía coger y llevarme fingiendo un error. Dejaría la mía en su lugar, y ella pensaría que me he equivocado. Mañana nos las devolveríamos y todo quedaría como una anécdota, pero yo podría disponer hasta mañana de su contenido. La falda, sus braguitas y su sujetador. El polo, los calcetines…

No he podido evitarla tentación. La he cogido y he salido del autobús, temblando como una hoja de la emoción, sabiendo que si pasaba algo tenía una excusa fácil. Después he llegado a casa y he revisado bien el botín. Como me imaginaba, estaba todo. Las mismas braguitas que he tocado esta mañana, la misma faldita corta y preciosa que he levantado.
Lo primero que he hecho ha sido poner toda encima de la cama para poder verlas bien. Luego me he desnudado y, muy despacio, me he ido poniendo cada pieza. Primero las braguitas. Casi eyaculo, por el tacto con la tela blanca.
Antes de hoy, muy pocas veces había podido ponerme ropa de chica. Aunque me da un morbo tremendo, solo cuando era pequeño e iba a casa de mis primos, podía ponerme alguna falda de mi prima, haciendo como que jugaba con mi primo a disfrazarnos. Poco más. La ropa de mi madre no la toco nunca, no sería capaz de mirarla a la cara si lo hiciese.

Así que, hoy, cuando me he puesto las bragas, ha sido la primera vez en mi vida que me he puesto ropa interior femenina. Y al hacerlo, me temblaba tanto el cuerpo por la excitación, que casi me caigo al suelo. El sujetador me ha costado un poco, pero al final ha quedado perfecto. En ese momento he pensado que pasaría si mis padres llegasen. Por una parte era una idea incómoda, por otra, la sensación de peligro era un aliciente más. El sujetador hubiese sido difícil quitármelo a tiempo.
Afortunadamente no ha pasado nada. He seguido poniéndome piezas como el polo blanco, que aunque es igual al mio, tenía el morbo de ser de ella.

Luego me he puesto la falda. Ese ha sido el momento más increíble. Cuando he rodeado mi cintura con ella, y la he abrochado, he sentido al fin lo que es ser una chica con uniforme y ha sido increíble. Notar como los bordes golpeaban en mis muslos, comprobar lo corta que es, aunque tape lo necesario, imaginar pasar un día entero con ella, en la calle, con gente mirándome. Era como estar en el cielo. Después me he puesto el jersey y, en ese momento, he recordado lo que ha ocurrido esta mañana. Si ya tenía una erección grande, cuando me ha venido esa imagen a la mente ya ha sido el éxtasis. Notaba tal sensibilidad en la polla, que solo con el tacto de las braguitas, y la falda acompañando, estaba al borde del orgasmo.

Sabía que en cuanto me empezase a pajear, sería cuestión de unos pocos segundos que me corriese. Así que me he tumbado, he abierto un poco las piernas como las tenía Wendy esta mañana, y he acariciado con mis dedos la misma zona que le acaricie a ella, imaginándome que era una chica, y que me dejaba meter mano por algún chico que me gustase. En ese momento he sacado la polla entre la abertura de la falda, y he empezado a masturbarme de forma compulsiva, poniendo la mano libre en frente para evitar que el chorro de semen que iba a salir manchase la ropa que tenía que devolver mañana.
Han debido ser unos pocos segundos. Lo que he tardado en imaginarme a mi, siendo una chica, mientras mi compañero de autobús me mete mano pensando que estoy dormida, y me he corrido, con el orgasmo más increible que recuerdo haber tenido nunca. Ha sido tan brutal y tan intenso, que cuando he terminado seguía excitado y con el pene erecto y duro como una piedra.

Que no se me baje la erección después de correrme, solo me pasa cuando estoy de verdad muy excitado. Los primeros segundos después de eyacular no podía seguir sacudiéndomela porque la zona se queda un pelín sensible y es molesto, pero el pene no se aflojaba de nunguna forma. Estaba incluso más duro que al principio. He aprovechado para ir al baño a limpiárme las manos y la polla. Después me la he guardado de nuevo en las bragas y he puesto la falda bien. He caminado por la casa, mirando siempre que ningún vecino me viese por las ventanas, aunque creo que en realidad, lo que me gustaba y me ha empezado a excitar de nuevo, era precisamente el peligro a ser descubierto.

Después me he puesto frente a un espejo enorme que hay en una de las habitaciones, y me ha gustado tanto verme, que me he sacado una foto. He apagado la luz para que, con el flash, no se me vea bien la cara y, con el subidón que me ha dado, he vuelto a pajearme. Es todo tan increíble que de nuevo no me ha costado nada correrme y he eyaculado, un montón, aunque algo menos que antes.

Normalmente con esto ya tendría hasta mañana, pero no ha sido así. He repetido dos veces más, apurando hasta que se ha acercado la hora en la que suelen llegar mis padres y lo he dejado.
Luego he cenado con ellos y me he retirado a mi habitación, donde estoy ahora terminando de escribir este texto, con la falda y las bragas puestas de nuevo, apunto de volver a pajearme por última vez antes de irme a dormir.
Mañana, cuando le devuelva su uniforme a Wendy me va a dar una pena enorme. Me encantaría poder quedármelo y esconderlo entre mi ropa para ponérmelo siempre que pudiese.
Sería la hostia.
En fin, supongo que es lo que hay. Os dejo. Recordar todo lo ocurrido ha hecho que vuelva a empalmarme y, saber que lo voy a colgar en la red, con la foto que me he sacado, y que alguien lo va a ver, hace que me muera de ganas de volver a pajearme. Y van cinco ya en una sola tarde.


Creo que voy a dormir de maravilla hoy.

1 comentarios - Lucia Reynier: Un adolescente crossdresser

Code314
Ojalá estar contigo y probarnos ropa y hacer más cosas