Del otro lado del mostrador Hoy me toca a mí. Las monedas tienen dos caras y pueden tocarte una como la otra. Mi pareja se estaba arreglando frente al espejo. Yo ya me había bañado, afeitado, cambiado y perfumado hace rato. Mi excitación hacia que no pueda esperar más. En cambio, ella, que estaba a punto de tener su primera experiencia se tomaba todo el tiempo del mundo. Como si disfrutara verme girando en falso a su alrededor como un perro en celo. Salió del baño envuelta en su toalla y me pidió que me vaya. Quería elegir ella su ropa. “quiero que te sorprendas”. Euge es una mina tranquila. Inteligente, con mucha onda. De las mujeres que te haces amigo, que querés de novia pero que nunca te las imaginas en lo que iba a terminar la noche. Salió del cuarto y de golpe todo parecía en cámara lenta, como una película de Tom Cruise de los 80s, apareció ella. Zapatos negros, muy altos con medias negras. Una pollera apretada, muy corta, tiro alto, que marcaba sus caderas bien redondas y una camisa blanca, escotada, de donde sus tetas casi escapaban. Se me quedo mirando con cara de picara y me dijo: “mira todo lo que quieras, pero hoy no me tocas”. Corte a mi cabeza explotando en mil pedacitos. Llegamos al garage y me pidió las llaves del auto. Siempre manejo yo, pero se notaba que esa noche yo no iba a manejar nada. Ni el auto. La idea era encontrarnos en un bar. Ver qué onda y después si esta todo bien ir al privado. Pero en vez de encarar hacia Palermo como habíamos arreglado doblamos en estado de Israel, y así como si nada estábamos en el medio de caballito. Yo no me animaba a preguntar (o aceptaba que hoy no era yo el que hacia las preguntas). Estacionamos en un Garage y cuando salimos del auto ella se adelanta. Se oye el sonido de tacones lejanos retumbando en la cochera. Su culo se mueve de izquierda a derecha y rebota adentro de la pollera y casi sin que me de cuenta la veo saludando a Ezequiel con un beso en el cachete, abrazándose los dos incómodamente. Como quien tiene un secreto que no quiere, o no sabe si compartir. Ezequiel era un contacto de una app de citas con quien veníamos hablando desde hacía semanas. Grandote y fachero. No se hacia el banana y lo que era mas importante, a Euge le calentaba o al menos eso parecía. No me lo había dicho directamente, pero se notaba cuando chateábamos que ella se entusiasmaba mucho. Ezequiel me saluda con la mano y cuando estoy amagando preguntar que hacíamos ahí Euge me clava la mirada entre picara y mandona y me dice: “Desde ahora, vos, shhhh…”. Me volví loco. Ella era la primera vez que iba a hacer algo y parecía una experta. No se le notaba un gramo de nerviosismo. Entramos a un PH. Pasillo largo. Oscuro. Euge entró primero. Ezequiel cerro la puerta y se apuro a pasarme y acompañarla a ella de la cintura hasta la ultima puerta del pasillo. Cuando estamos llegando veo que la puerta se abre sola. De adentro salía una luz roja, oscilante. Se escuchaba Coltrane desde el pasillo. Entraron primero ellos. Ya casi encastrados uno con otro y cuando entro yo veo parado, sosteniendo la puerta a otro hombre, para mi desconocido, que se presenta como Miguel, amigo de Eze. WTF? La miré a Euge, le quise preguntar que onda. Pero ella se acercó rápido a mí. Me chapó bien fuerte y me llevo de los hombros a una silla incomoda que estaba en el rincón. “vos querías esto” fue lo ultimo que me dijo antes de girar y ponerse a bailar en el medio de un living sin muebles y con un futón desarmado contra la pared. Eze y Miguel rápidamente extraviaron su remera y su pantalón y uno por delante y otro por detrás abrazaban a Euge que bailaba como si se hubiese colado un éxtasis. Yo desde el rincón miraba atentamente a mi pareja compartiendo su mirada entre los ojos de estos dos desconocidos y los míos. Los abrazos de Ezequiel fueron bajando hasta sus piernas y empezando a levantar su pollera para encontrarse con que sus medias iban seguidas de un portaligas muy delicado y a medida que continuaba subiendo se encontró con un culo desnudo, sin tanga. Con una concha recién pelada, exultante, empapada. Miguel por detrás agarraba de los pelos a Euge y le comía la boca bien profundo, mientras ella llevaba sus manos a las dos pijas de sus amantes actuales. La pollera ya no existía en la ecuación. Y su camisa abierta de par en par dejaba sus dos tetas sin corpiño a merced de la boca de Ezequiel. Euge, quien por los últimos 3 años había cogido solo conmigo, de golpe estaba parada en un living, con tacos altos, medias, portaligas, en tetas y en concha agarrándole la pija a dos chabones que la chapaban y le chupaban las tetas. Todo eso, mientras yo miraba azorado desde un rincón a mi pareja hecha una puta total. Casi como en un movimiento natural, como inevitable, Euge se arrodillo delante de sus acompañantes. Levantando su culo, apuntándolo a propósito hacia mí. Agarro el culo de cada uno de ellos con una de sus manos y se llevo ambas pijas a la vez hacia su boca. Era como un movimiento desesperado de quien no puede esperar. No había una alternancia, no hubo un primero y un segundo. Los dos a la vez estaban siendo mamados por mi pareja que con destreza se metía ambas pijas a la vez en su boca y los miraba a ambos desde abajo con lo que, yo imaginaba, era una cara de puta alucinante. De golpe lo veo a Ezequiel que se retira y la deja a ella chupándosela a Miguel. Agarra unos forros que estaban apoyados en el futón. Se pone detrás de Euge, tapándome completamente la vista y así escucho ese gemido particular de ella, el que hace cuando esta esperando desesperada que la coja y de golpe entra toda mi pija. Pero esta vez era la pija de otro y el grito sonaba ahogado. Ahogado por la pija de alguien que había conocido hacia 15 minutos. Aun tapado por el cuerpo de Ezequiel empiezo a escuchar el sonido de cachetazo que hacen las bolas de el contra el culo de mi novia. Cadencia tranquila al inicio. Para ir acelerando hasta meterle un ritmo frenético. Pa pa pa pa pa pa… parecía que la iba a desfondar. Y cuando pienso en intervenir, en decir “che, mas despacio” escucho a Euge que se saca la pija de la boca y grita el orgasmo más grande que le escuche en todos nuestros años de pareja. Parecía que se quedaba sin aire, que desahogaba hasta su último suspiro. Eze sale de atrás y la deja jadeando en 4 en el piso. Desde donde estoy yo sentado se ve como le chorrea la concha. No solo esta empapada, sino que esta entregada. La calentura hace que intente levantarme para participar y Miguel, quien no tengo ni idea quien es, me tira un “¿adónde vas? Esta puta hoy es nuestra.” La levanta. La acuesta en el futón, le levanta las piernas y después de jugar dos segundos le entierra una pija enorme, descomunal, la pija mas grande que yo vi (y que según me dijo Euge después la más grande que ella vio). Euge grito distinto. Algo así como un placer doloroso. Este no la cogía tan fuerte, se nota que sabia que su pija podía hacer mal, así que de a poco fue metiendo y sacando la pija de adentro de Euge. Auge lo miraba, me miraba, miraba a cualquier lado. Estaba desorbitada. En los 10 minutos que la estuvo cogiendo así acabo no menos de 3 veces. Cada orgasmo le iba sacando energía… el ultimo fue como un suspiro. Un pedido de basta del que todos nos dimos cuenta. Así Miguel y Ezequiel la dejaron acostada en el futón. Se pararon a su lado. Con sus pijas en sus manos. Euge los miraba y se relamía. Primero Miguel, y después Ezequiel descargaron litros de leche en su cara, sus tetas, sus piernas. Que ella se encargo de probar con sus dedos y mirarme a mi con cara de satisfacción. La noche duro no menos de 6 horas. Durante las cuales solo me pare a mear en el medio. La vuelta a casa maneje yo. Ella no dijo una palabra. Solo apoyó su cabeza en la ventana y se durmió. La lleve a upa hasta la cama y la mire dormir toda pegajosa, enlechada, colorada, cogida y feliz
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