Mi iniciador se llama Daniel .
Siempre recuerdo esa verga gruesa y pesada entre mis manos...
Pero lo que mas me gustaba, me exitaba y me atraía de ese hombre adulto era la sensibilidad que demostraba cada vez que mis dedos, labios o lengua , rozaban ese capullo de piel suave y sensible que cubrían la cabeza mas sensible aún qué coronaba su hombría... una fresa de carne rosa encendido que pedía a gritos ser lamida y besada, mamáda cómo por un cachorrito con hambre...
De una forma instintiva acerqué mi cara a su entrepierna y su verga quedó a la altura de mi boca entreabierta con la punta de mi lengua estirada como serpiente para degustar el aire y el aróma a verga de ese hombre...
Él también, de forma instintiva me alejó de su séxo desafiante con suavidad y firmeza, como advirtiendo que si continuaba con el éstimulo...no respondía.
Con la cabeza empujé la fuerza débil de sus manos hacia atrás hasta que mis labios reconocieron la suavidad protectora de esa carnecita sabrosa, húmeda, delicada.
Ese delicioso placer de descubrir " el clítoris" varonil...el punto G de los hombres... la porción de carne mas delicada, sensible y poderosa de un varón...
Un regalo de los dioses.
Siempre recuerdo esa verga gruesa y pesada entre mis manos...
Pero lo que mas me gustaba, me exitaba y me atraía de ese hombre adulto era la sensibilidad que demostraba cada vez que mis dedos, labios o lengua , rozaban ese capullo de piel suave y sensible que cubrían la cabeza mas sensible aún qué coronaba su hombría... una fresa de carne rosa encendido que pedía a gritos ser lamida y besada, mamáda cómo por un cachorrito con hambre...
De una forma instintiva acerqué mi cara a su entrepierna y su verga quedó a la altura de mi boca entreabierta con la punta de mi lengua estirada como serpiente para degustar el aire y el aróma a verga de ese hombre...
Él también, de forma instintiva me alejó de su séxo desafiante con suavidad y firmeza, como advirtiendo que si continuaba con el éstimulo...no respondía.
Con la cabeza empujé la fuerza débil de sus manos hacia atrás hasta que mis labios reconocieron la suavidad protectora de esa carnecita sabrosa, húmeda, delicada.
Ese delicioso placer de descubrir " el clítoris" varonil...el punto G de los hombres... la porción de carne mas delicada, sensible y poderosa de un varón...
Un regalo de los dioses.
6 comentarios - El Prepucio de Daniel