Yvette es otra de mis mil y una conocidas, aquella que me volteé una noche que fui a visitarla a ella y su hija Debbie. Eso había sido en 2019. A comienzos de marzo 2020, antes de que se prohibieran las reuniones por la pija esta de coronavirus, resolví excitado ir a verla para cenar fiambre y hacerle alguna locura, ya que me calienta desde que la vi.
Un día la llamé y le dije de verla y comer. La tipa, recordemos de unos 60, madura que me vuela, aceptó encantada y me vestí y perfumé fuerte, llevé fiambre y nomás cenamos sandwichitos en su casa, encima solos porque la hija se había ido a bailar con el novio. Yvette estaba aparte espectacular, blusa y pollera fina, tacos, maquillada, un perfume y aroma a crema de las manos que me reventó. Aparte amable, charlatana, me hizo flan y café y charlamos bastante. Yo chocho con la cena y la señora, igual no me iba a ir sin alguna puercada para reventar la noche. No sólo eso.
Como Yvette me daba confianza hablando de cosas fuertes, hasta con malas palabras duras, le confesé que me gusta vestirme de mujer. Ella se extrañó pero lo tomó perfecto. Y le fui contando mis locuras, mis bombachas de colección, mis lápices labiales, cremita, etc. "Je, bueno, vamos a tener que regalarte un lápiz de labios para tu cumple amor", rió la señora. "Yvette, ?y si me prestás el tuyo?" "Uuuhh, bueno sí, ¿pero ahora?" "Sí, dale, que me quiero dar el gusto", le dije casi jadeando de la locura, mientras me crecía el pene fuerte y tenía ganas de manosearla. Genia, me había adivinado el pensamiento. Y nomás aceptó, fue a su cartera, sacó y trajo un precioso lápiz de labios rojo fuerte. "Mirá, tengo éste rojo, no sé si te gusta pero te va a quedar bien con tu cara blanquita", aconsejó. Lo único que quería era que me pintara. Nomás Yvette me agarró la cara, abrió el lápiz de labios y me lo pasó dos veces por la boca. Excitadísimo, le pedí que me pusiera un poquito en la cara y me puso, como rubor, y para rematar, le pedí su crema de las manos, fue, la trajo y me pasé cremita.
Y ahí el desbande, que la mujer no se esperaba. Con los labios pintados, las mejillas coloradas y el olor a crema, la sujeté a Yvette, le hice caricias y cuando se descuidó le di un besote en su bocca. La mujer no gustó primero, después le hice chistes con que jugáramos a ser pareja lésbica y gustó. Otro pico, ella a mí, yo a ella y nos dimos uno largo. Y a la mierda: la manoseé, la agarré, la arrastré enloquecido, la llevé a la pieza, le pedí sexo de una, la tipa gustó, me sacó todo, yo a ella, Yvette se sacó su fina bombacha y tras arrojarme arriba suyo, le metí tremendo salchichón que froté fuerte maquillado y todo. Loco con mi pintura, los gemidos de Yvette y su cuerpo perfecto, eyaculé monstruoso semen en su vagina, lo saqué, se la di en la boca, ella tragó y chupó contentísima, la di vuelta y le di cola hasta acabarle bien, y con la furia que me dio su perfume y demás le di de nuevo por su vagina hasta llenarla de semen espeso, mientras ella acababa lindo flujo vaginal. Lo que un lápiz de labios puede. Después no me digan puto, si por pintarme los labios me cojo a una buena y le doy mi semen a rabiar.
Un día la llamé y le dije de verla y comer. La tipa, recordemos de unos 60, madura que me vuela, aceptó encantada y me vestí y perfumé fuerte, llevé fiambre y nomás cenamos sandwichitos en su casa, encima solos porque la hija se había ido a bailar con el novio. Yvette estaba aparte espectacular, blusa y pollera fina, tacos, maquillada, un perfume y aroma a crema de las manos que me reventó. Aparte amable, charlatana, me hizo flan y café y charlamos bastante. Yo chocho con la cena y la señora, igual no me iba a ir sin alguna puercada para reventar la noche. No sólo eso.
Como Yvette me daba confianza hablando de cosas fuertes, hasta con malas palabras duras, le confesé que me gusta vestirme de mujer. Ella se extrañó pero lo tomó perfecto. Y le fui contando mis locuras, mis bombachas de colección, mis lápices labiales, cremita, etc. "Je, bueno, vamos a tener que regalarte un lápiz de labios para tu cumple amor", rió la señora. "Yvette, ?y si me prestás el tuyo?" "Uuuhh, bueno sí, ¿pero ahora?" "Sí, dale, que me quiero dar el gusto", le dije casi jadeando de la locura, mientras me crecía el pene fuerte y tenía ganas de manosearla. Genia, me había adivinado el pensamiento. Y nomás aceptó, fue a su cartera, sacó y trajo un precioso lápiz de labios rojo fuerte. "Mirá, tengo éste rojo, no sé si te gusta pero te va a quedar bien con tu cara blanquita", aconsejó. Lo único que quería era que me pintara. Nomás Yvette me agarró la cara, abrió el lápiz de labios y me lo pasó dos veces por la boca. Excitadísimo, le pedí que me pusiera un poquito en la cara y me puso, como rubor, y para rematar, le pedí su crema de las manos, fue, la trajo y me pasé cremita.
Y ahí el desbande, que la mujer no se esperaba. Con los labios pintados, las mejillas coloradas y el olor a crema, la sujeté a Yvette, le hice caricias y cuando se descuidó le di un besote en su bocca. La mujer no gustó primero, después le hice chistes con que jugáramos a ser pareja lésbica y gustó. Otro pico, ella a mí, yo a ella y nos dimos uno largo. Y a la mierda: la manoseé, la agarré, la arrastré enloquecido, la llevé a la pieza, le pedí sexo de una, la tipa gustó, me sacó todo, yo a ella, Yvette se sacó su fina bombacha y tras arrojarme arriba suyo, le metí tremendo salchichón que froté fuerte maquillado y todo. Loco con mi pintura, los gemidos de Yvette y su cuerpo perfecto, eyaculé monstruoso semen en su vagina, lo saqué, se la di en la boca, ella tragó y chupó contentísima, la di vuelta y le di cola hasta acabarle bien, y con la furia que me dio su perfume y demás le di de nuevo por su vagina hasta llenarla de semen espeso, mientras ella acababa lindo flujo vaginal. Lo que un lápiz de labios puede. Después no me digan puto, si por pintarme los labios me cojo a una buena y le doy mi semen a rabiar.
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