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Su mejor amiga. No sé porqué, pero si el cómo. VIII.

No podía controlar lo que me pasaba o posiblemente no quería. Le escribí a Macarena si comeríamos acá, en alguno de los espacios públicos y me respondió de forma tajante que sería mejor saltarnos esa parte y directamente juntarnos a hablar. El clima no ayudaba. La intensidad de la lluvia hizo que Maca me pase a buscar y vayamos directamente a donde ella dejaba el auto. No quiero entrar en detalles innecesarios. Realmente, no hubo palabras. No me miró y para ser honestos, en mí, existía un nerviosismo inusitado. 
- ¿Vos bien? - Traté de entablar una conversación.
- No, para el orto...- Respondió, enojada.

Su actitud era la misma que mantenía para conmigo, tiempo antes de nuestros encuentros, ¿Podía juzgarla? No, ¿La entendía? En partes sí. 
Yo interiormente, no sabía que me sucedía. Intenté mirarla, pero les juro que me inhiba. No sabía si me invadía la vergüenza o el miedo de haberme liberado, ¿Liberarme? ¿De qué? No sé, algo en mí dejó de presionarme y se descontrolaba y tal vez eso me daba temor. 
Lo cierto, es que llegamos a destino. La oscuridad del interior de aquel garage con subsuelo, propio de nuestra capital, hacía que todo sea más íntimo o quizás, siniestro. Maca apagó las luces del auto. Se quedó mirando hacia adelante, había una enorme pared repleta de humedad.
- Bueno...- Suspiró, tomando fuerte el volante.
- Bueno... - yo, por lo pronto, movía mis piernas con la misma velocidad que lo haría cualquier futbolista, antes de ingresar a un partido picante.
- Me parece que nos fuimos a la mierda...- Comenzó manteniendo fija su mirada en el paredón. -... creo que Pau no se merece esto y que posiblemente, yo tampoco.

《¿Ella tampoco?》Me hizo ruido en mi mente.
- Yo no voy a hablar. Honestamente, creo que si tenes huevos se lo deberías decir vos.-
-¡ Ja!- Me reí instintivamente, tampoco la miraba.
- ¿Qué es lo gracioso? -
- Me parece que no se trata de huevos u ovarios. Se trata de vos, de mí y por otro lado, lo que pase con ella y yo.-
- Claro... Aunque el conflicto está, justamente, en que ella es mi amiga y vos su futuro esposo...- Comenzó a golpearse contra el volante suavemente. - ¡Que pelotuda que fui! ¡Que débil!- Susurraba, rechinando los dientes.
Apoyé mi mano en su espalda y no dijimos nada. Inclusive, tampoco la miré. Así estuvimos unos minutos.
- Creo que deberías irte...- Me dijo, con la voz quebrada.
- ¿Así? ¿Todo tan rápido? ¿Tan efímero?- Cuestioné, mirándola sorprendido.
- ¿Efímero?- Se me quedó mirando con los ojos repletos de lágrimas y un rostro odioso. -¿Tan lindo tenes que hablar, hijo de puta?- 
- ¿Cómo?-
- ¿Tan difícil tenes que hacer todo, Juan? ¡¿Qué carajo esperabas que pase?!- Empezaba a levantar la voz, - ¡¿Pensabas que íbamos a tener una relación, mientras vos te casas?!- Movía sus manos, ridiculizandome- ¡¿Que íbamos a ser amantes todo el... - La interrumpí.
- ¡Si, flaca! ¡Si!- Respondí enojado.
Macarena se quedó paralizada. Me miraba perpleja.
- ¡Quisiera que seas mi amante hasta que sepa que carajo me pasa! ¡Quisiera hablar con vos todo el tiempo, que sea necesario para descubrir porqué Pauli dejó de ser lo más importante!-
- ¡Ja! ¿Querés que sea la segunda?- Se cruzó de brazos y se mordía el labio inferior, disgustada.
- No, Maca. Quisiera que seas mi complemento. - Me acerqué a ella. - Quisiera que seas la que me alegra los mediodías...- Tocaba la suave piel, de su brazo. -... Quisiera que seas la que me descontractura, cuando todo es una mierda.-
- Que coja con vos, básicamente. - Cuestionó al instante.
Tomé su rostro y la besé. No se resistió y mi impulso no podía controlarlo ¡No quería controlarlo! La besé y al instante, abrió su boca para abrirle paso a mi lengua y poder sentir el sabor de sus besos, la aceleración de su respiración. La agarré del pelo y la apretaba hacia mí. Con mi otra mano, la tomé de su muslo. La calza no me permitía sentirla más, pero me era suficiente para apretarla y que entienda como estaba.
- Para...- Se alejó.
- Si, Maca...- La miré firme. - Quiero que cojas conmigo porque me encantas.-

Me lancé a su cuello y ella sin decir nada, me agarró la cabeza y me dirigió hacia donde necesitaba mis besos. Desprendí su camisa y su respiración se aceleró.
- Acá no...-
- Acá si... el otro día me dejaste re caliente...- le susurraba entre los besos en su cuello, mientras comenzaba a tocar sus tetas.
  - No podes… no podes…- Se mordía los labios.
Su corazón estaba a mil, al igual que mi pija. Sus tetas, tan duras, tan firmes, tan… perfectas. Si, esos pezones duros, no tan grandes, erizados me estaban volviendo loco. Bajé rápidamente y comencé a chuparselas.
- Que hijo de puta… Ahg…- comenzaba a gemir levemente. – ahg… chupas tan bien…-
-  ¿Te gusta? – la miraba de reojo, con mis labios envolviendo su pezón.
- Me encanta…- Sonrió, mordiéndose el labio inferior y agarrando fuerte mi pelo.
Continúe un instante, no podía más. Bajé mi mano por su vientre. Lo tenía marcadito, suave, no exagerado, no tan fitness. Bajé aún más, tocando el comienzo de su tanga.
- Ah… Vas tan despacio… ah… que me matas suspiraba.
- Me calienta tanto lo que usas, me pones tan pajero. - Me confesé, por primera vez, como nunca.
- ¿Te gusta? ¿ Me miras mucho?-
- Muchísimo además…- Metí mi mano bajo su tanga, su fina tanga y comencé a tocar su clítoris.- … Me vuelven loco tus piernas, tu culo y esta conchita tan rica.-
Gozaba, delicada, mientras apretaba suavemente con mis dedos. Gemía y entre la oscuridad del garage, alguna luz se asomaba. No nos importaba. Tomé una mano suya y la llevé a mi pija.
- Necesito sentirte, por favor…- Susurré excitado, tocándola cada vez más rápido .
- No puedo, sos un hombre casado…- Me miró, riéndose, excitada y moviendo su pelvis.
Otra vez, otro juego, otras reglas, pero sin límites. Le metí dos dedos, lentamente, en su concha mojada. Abría la boca, gozando. Sus piernas temblaron un poco y su mano, me apretó la pija por arriba del pantalón.
- No soy casado.- Comencé a pajearla, metiendo y sacando mis dedos. 
- Sos el futuro marido de mi amiga…-

Me amasaba la pija y su voz, sus palabras, me calentaban.
- Y te quisiera coger tanto…-
- Ah… ahg, por favor, seguí tocándome… ahg, hace tanto que no acabo.- Tartamudeaba, entre tanto gemido.
- Necesito cogerte, necesito sentir tu concha…-
- Acá no, por favor… por favor… ahg, seguí, ahg, seguí pajeandome que acabo…-

No obedecí, saqué mi mano y comencé a besarla. Sus labios y los míos se mezclaban entre nuestra saliva y la excitación, se notaba en nuestros corazones.
- No aguanto más.- Afirmé agitado, descolocado, con una erección que me dolía.
Bajé del auto. Maca no entendía nada, estaba con los pelos desorientados y la mirada llena de placer.
- Juan, venía y termina esto…-
- Y sino, ¿Qué?- La miré, cerrando la puerta.
En un segundo, rodeé el auto y la saqué. 
- ¿Qué haces?- 
- Terminando esto…- La llevé contra el paredón.
- Nos pueden ver, acá no, por favor, me muero.

No respondí y comencé otra vez, por su cuello. Me agarró de nuevo y no dudé. Bajé su calza y la puse contra el capote.

- ¡Juan!- Gritó, susurrando. - ¡¿Qué haces?!-
- Necesito cogerte… necesito cogerte…-
- ¡Juan! Pará, pará.
Estaba sacado, la agarré del pelo con fuerza.
- ¡Juan! Ponete un forro.
Me detuve. Estaba sacado. 
- No… no tengo…- Me alejé.
Macarena me miró, fue al auto y me trajo uno.
- Toma, me lo debes…- me lo puso en la mano y se colocó en el capote. – Apurate que nos pueden ver.
No tardé mucho en colocarme detrás de ella. Rocé mi pija por su culo y se la apoyé en la concha. La agarré de la cadera y se la empecé a meter despacio. Tan apretada, tan suave, tan mojada estaba que no podía más de la excitación. 
- Ahg… ahg… seguí despacito, por favor, seguí.-
Obedecí, sintiendo como apretaba su concha.
- Que culo hermoso que tenés…-
- Pegame en el culo, dale –
Ni lo Dudé. Le pegué y mi mano se detuvo, agarrándole el cachete, duro, firme.

- ¡Ay! ¡Si! ¡agh! ¡Dame más fuerte , por favor!-

Otra vez, obedeciendo. Le empecé a dar con más ganas, mientras algunas luces de otros pisos nos alumbraban.
- ¡ahg, ahg,! Ya acabo, ya llego…- Susurraba, rechinando sus dientes y tirando hacia atrás su culo, agarrándome de mi pierna.
La tomé con una mano del pelo y con la otra, abrí su culo.
- ¡ay, sí! ¡ay, sí!
Arqueó su espalda, su concha empezó a contraerse. La tiré aún más del pelo y con un dedo, se lo metí en el culo. No pregunté, lo necesitaba.
- ¡Ah¡ ¡Despacio! ¡Ay!- 
Dos embestidas más y sus piernas temblaron, su cuerpo se tumbó en su totalidad en la chapa del auto. Acabó y yo seguía, jugando con su culo y dándole con fuerza.
- ¡Acabo, acabo!-
- Dámela, Juan, ¡Ah! Dásela a la mejor amiga de tu señora, ¡Damela!-
- ¡ah! Hija de puta- se la metí hasta el fondo, al igual que el dedo.
- ¡Ay!- apretó mi culo.- Despacio, hijo de puta. –
Me volqué sobre ella. Estábamos agitados. Nos quedamos ahí un insta te más. Al salir, ella tardó un poquito. Me la quedé mirando y mientras me subía el pantalón, me lancé a su culo. Le abrí los cachetes y metí mi lengua. La dureza de sus glúteos, me podían .
- ¡Juan! Ya está, dale…- Trataba de alejarme. - ¡Ay, Juan! Sos un degenerado, dale… ¡Ay! ¡Que bien usas la lengua, hijo de puta! La próxima, dale, la próxima…- 
Al escucharla, salí. Ya estaba al palo de nuevo. Le agarré la cabeza y se la llevé a mi pija.
- Chupamela, por favor…- 
Sonrió y se la metió en la boca. Dos o tres chupadas profundas y salió, dejándola limpia. 

- ¿Qué pasa? ¿Tú mujer no te atiende bien? – Se limpiaba la comisura de los labios.
- Je… No…- Mentí.
- ¿Arreglamos para la semana que viene?- me dijo, acomodando todo en el auto.
- ¿Tanto hay que esperar?-
Sonrió y salimos, cada uno para su lado. Esa noche, cené sólo. Paula no estaba. En realidad, casi nunca estaba, pero nada podía sacarme lo que viví esa tarde. Me dormí pensando en Maca y en ese culo que me estaba volviendo loco.
 

6 comentarios - Su mejor amiga. No sé porqué, pero si el cómo. VIII.

Elmaestro_roshi +2
valió la pena la espera, tremendo va esto
EFENEPE
¡Gracias por estar desde el principio! Intentaré subir cuanto antes.
AlanRz07
Pff... Eres bueno para el suspenso
cad25
para cuando la continuacion??
pepe3122
y?? Sigo esperando que siga