Esta es la historia de una noche y lo que le pasó a una pareja y a algunos de su círculo cercano.
Si te interesa el principio:
https://poringa.net/posts/relatos/3833329/Cuernos-Que-paso-esa-noche-El-marido.html
Ciudad de Buenos Aires, viernes 8 de noviembre 2019.
¿Quien se cogió al marido esa noche?
Marilina se mira al espejo. Está desnuda y se observa con atención. Se gusta, se ve atractiva. Se exhibe para ella misma, se agarra las tetas, que conservan la misma turgencia desde que tiene 18. Se acaricia la cola, dura, fruto del ejercicio diario. Es una mujer muy atractiva.
Sin embargo hay algo que la corroe por dentro: es viernes por la noche y ella no tiene planes para el fin de semana. Siente que a sus 29 años la presión por tener una pareja estable le pesa cada vez más. Y aún así hace más de cuatro meses que ningún hombre la invita a salir. No entiende por qué.
¿Será que los hombres huelen sus ganas de formalizar y huyen espantados? El único que no le falla es Héctor. Siempre puede recurrir a él...
Héctor es el encargado en el edificio donde vivía su mamá. Hace cómo diez años que una tarde en que había ido a visitar a su vieja, Héctor, la enganchó en el ascensor y la invitó a fumar un porro en la terraza. Ella, que hacía poco se había mudado sola y a esa edad se estaba conociendo, le dijo que sí, más que nada para demostrarse a ella misma de lo que era capaz.
En esa oportunidad Héctor la fue llevando con la charla, logró convencerla y terminaron garchando la noche entera. La verdad era que el hombre la cogía como nadie. Terminó siendo muy importante para ella: no solo un amante o un amigo, también un maestro.
Porque Héctor, al margen de su personalidad morbosa y un poco (a veces muy) sádica, era la persona con la que Marilina más había gozado en su vida.
Con él conoció el sabor del semen, a él le entregó el orto por primera vez y, hasta en más de una oportunidad, el encargado, se la había enfiestado con algún amigo. Digamos que, aquel viejo zorro, supo explotar a fondo su perfil de sumisa y logró hacerla disfrutar de serlo.
De hecho, esta misma noche, se está preparando para encontrarse con él. A falta de un amor duradero bien viene un buen garche eventual...
A veces se preguntaba si no sería Héctor el hombre de su vida. Hasta pensó en mudarse al edificio, cuando heredó el departamento, al fallecer su madre, para poder tenerlo siempre a mano. Pero en ese momento Andrea se le adelantó. O mejor dicho, se le volvió a adelantar.
Andrea es su mejor amiga. De toda la vida. Es su amiga incondicional. Y como con muchas amistades femeninas, esa relación está compuesta por ingredientes de diversos y hasta contradictorios sentimientos. Por un lado siente que la ama y daría su vida por ella. Por otro lado siente una bronca, un desprecio, una envidia muy fuerte hacia su amiga...
Es que, a veces, piensa que parte de su situación actual, tiene mucho que ver con ella: porque no era solo la cuestión de que Andrea le haya pedido que le alquilara el departamento para irse a vivir ahícon su pareja, Mariano ... El departamento era lo de menos. El problema, realmente, era Mariano.
Porque Marilina no sé considera una mina sencilla, fácil de conquistar. Y lo que le había pasado con Mariano no le había pasado nunca con ningun hombre antes. Apenas lo conoció sintió que hubo un flechazo a primera vista. Hasta le pareció que era mutuo. Pero... cometió el error de presentárselo a su amiga sin aclararle antes sus sentimientos. Y pasó lo peor que podía pasar... Andrea, su mejor amiga, se enamoró de Mariano, y Mariano le correspondió.
Y a pesar que ya habían pasado varios años desde esta situación, nunca la pudo perdonar del todo. Hasta se había jurado que de alguna manera, se iba vengar de su amiga.
Y todo cerró cuando Andrea le pidió el departamento... Rápido puso en marcha su plan. Habiéndose quedado a mano una llave para acceder al lugar cuando quisiera, les regaló unas botellitas de ron de un viaje que había hecho por el caribe.
Pero no había solo ron en las botellitas... No. Había un somnífero, lo suficientemente inocuo pero efectivo, para dejarlos durmiendo toda una noche...
Siempre fantaseó con lo que podría hacer esa noche, con ambos dormidos y a su disposición... Sobre todo con él. Aunque a veces también fantaseaba con ella...
Realmente, al principio, se veía a ella misma siendo la ejecutora de esa venganza, pero a veces pensaba que era demasiado, que Andrea no se lo merecía. Aunque cada vez que la veía coqueteando con otros a pesar de escucharla decir que con Mariano estaba todo bien, la vena se le hinchaba, y pensaba que su amiga necesitaba un escarmiento. Y había que hacerlo dónde le doliera un poco...
A la larga, decidió no ser ella la que se manchara las manos... escarbando un poco había conseguido a la persona ideal...
Pero... Pasó el tiempo y nunca tocaron esas botellitas. Fue un tiro perdido. A más de dos años no tenía esperanzas ya de poder vengarse. Aparte, de alguna manera, ya la cosa se había enfriado.
En ese momento le sonó el celular. Justo... ¡Era Andrea! Su amiga llamaba para proponerle un plan de salida para "ya mismo" y ella, que aún estaba desnuda, empezó a vestirse. Pero mientras hablaba con su amiga le entró un mensaje de Mariano, el marido de Andrea: era una foto de las dichosas botellitas y la insinuación de que se las estaba tomando.
Cuando encaró a su amiga al teléfono, comprendió que lo había dejado solo a Mariano y que él, encima, se estaba tomando el somnífero. Inmediatamente puso en marcha su plan.
¡Era esta noche o nunca!
Jamás en su vida había sentido tanto nervio. Sentía como si se hubiera ganado la lotería. Una excitación, una emoción, inexplicable. Suspendió la salida con su amiga y, tras cerciorarse que Mariano realmente se estaba tomando la bebida correcta, tomo el celular y buscó el numero que, desde hacía dos años, tenía archivado para esta oportunidad.
- Hola. - le contestó una voz de mujer.
- Hola, soy Marilina, la amiga de Andrea.
- Sí, ya se quién sos. ¿Que pasa? - le respondieron, en tono cortante, desde el otro lado. De fondo se escuchaba un murmullo de gente. A Marilina ese tono áspero y hostil le confirmó que hablaba con la persona correcta.
- Es que... ¿Te acordás de la propuesta que te hice hace dos años...?
- ¿Lo del marido de Andrea? - el tono de voz cambió drásticamente.
- Si, exacto. Te digo rápido porque no sé cuánto tiempo tenemos. Esta noche es la gran oportunidad. Si vos...
- Ay! Justo esta noche? - la interrumpieron. Y después de eso hubo un silencio.
- ¿Que pasa no podes? Sería una pena. Bueno, no puedo obligarte. Dejá, por ahí me hago cargo yo misma del asunto... - Marilina sabía que Clarita era tan histérica, que aún muriéndose de ganas de cogerse a Mariano, sobre todo siendo el marido de su archirival de la oficina, no se la iba a hacer fácil.
- Pará, pará. Yo no dije nada... Bueno, sí. Esta bien. Lo hago. Pero quiero que sepas que lo hago por vos. Yo no tengo ninguna necesidad de esto...
- Si. Si, Clarita. Por supuesto... Se entiende. Y yo te estoy súper agradecida. - En el fondo pensaba: si a esta vieja no le servía una pija en bandeja no se la coge nadie. Encima que le doy el regalo de su vida, la otra quiere rescatar su dignidad...- Sabes qué Clarita, pasate por casa que te doy las llaves y la dirección del departamento de Andrea.
- Dejá, deja. Acá la veo llegar a la zorrita esa... "La cornuda" desde esta noche. ¡Mira cómo se vistió la muy trola...! En fin, dejá. La dirección la tengo y la llave la consigo yo. Después te cuento ¿Sabés? - y cortó antes de que Marilina pudiera decir nada más.
Claro que a Marilina, esa emoción fuerte que sentía, se le fue bajando y al rato, lo único que le quedó fue un remordimiento ¿Que hice? se preguntaba... Y así, aún a medio vestir, lo llamo a Héctor y le suspendió la visita. - Pero ¿Por qué? - le preguntó el hombre. "No estoy de ánimo" le respondió ella. - Pero nena, yo ya me clave un Viagra... ¿Que hago ahora con esta calentura?... - Pero del otro lado Marilina ya había cortado y se había tirado en la cama a llorar.
A la inversa, la que estaba cada vez más alegre y excitada era Clarita. Ella pensaba: "finalmente todo vuelve... esta noche, la putita de Andrea va a recibir su merecido. ¡Que manera de desaprovechar a un hombre hecho y derecho como su marido! Hay minas que, no solo, no saben valorar lo que tienen, sino que andan por ahí buscando calentar pijas a cada oportunidad. Y ésta anda desatada esta noche. Mirá cómo le habla al jefe... ¡La hija de puta sería capaz de chuparle la poronga acá mismo, enfrente de todos, con tal de pedirle que me rajen a mí de la oficina!"
A cada momento la indignación de Clarita subía de grado. Primero cuando la escuchó mentir sobre su marido, diciendo que vino sola porque él estaba en otro lado esperándola... ella sabía que no era así, pero no podía decir nada. "Esta putita se va a encontrar con alguien más..." Se decía entre dientes.
Pero el colmo de su paciencia llegó cuando la vió haciéndole el juego al sobrino del jefe. "¿Con ese pendejo que se garchó media oficina se quiere meter? No le quiere desperdiciar una sola pija... Mirá cómo lo mira... Le juega a hacerse la enamorada... Bien merecido se tiene que me aproveche de su marido esta noche." Y con cautela buscó el bolsito de Andrea del perchero y le sacó la llave.
Después, ya regodeandose de su ventaja, le puso el bolso en las manos y la empujó para que se vaya. "Todavía la muy descocada me mira con rabia... Si supieras quién va a disfrutar de la pija de tu marido esta noche, querida..."
No pudo evitar sonreírle con sorna en su propia cara.
De todas maneras esperó a verla irse en el auto con el sobrino del jefe y su amigo. "¡Que descaro! Hacerse garchar por dos pendejos teniendo a tu hombre en casa..."
Paró un taxi y le dijo la dirección. Al llegar miró para todos lados para cerciorarse de que nadie la viera, pero justo en la puerta del edificio había una chica esperando. Se cruzó y esperó. "Seguro que ésta pendeja que está ahí, en la puerta, es una de esas putas baratas que se contratan por internet... Si está casi en bolas... Sí, no te digo yo. Ahí bajó un viejo verde a abrirle. Si se nota que tiene el bulto marcado el señor y la hace pasar enseguida... En fin, hay cada uno..."
Espero a que el ascensor se desocupara y entró. Quinto piso "C". Hace rato que se sabe de memoria la dirección.
Al llegar al palier, sacó las llaves, se acercó a la puerta y golpeó. Que nadie contestara le dió la pauta que podía entrar. Y así lo hizo. Con disimulo primero, pero al ver que nadie le decía nada empezó a moverse como en su casa.
Cuántas veces se había imaginado esta situación. Que excitada que estaba. Desesperada, podría describirse. Necesitada, dirían otros... Apenas cruzó la puerta de la habitación, y lo vió dormido, pero con el bulto de la pija parada, no pudo contenerse.
Sus manos fueron directo hacia ahí. Lo manoseo, lo apretó, lo amasó bien... Después se acercó y, todavía con el pantalón cerrado, lo olió, le pasó la lengua. Mordió un poquito... Sentía que él reaccionaba a pesar del somnífero y eso la calentó más. "Debo ser muy buena haciendo esto..." se decía.
Ahí nomás empezó a frotarse la entrepierna sobre su pecho y con desesperación liberó la pija y se la deboró. Nunca se había imaginado que una pija pudiera ser algo tan duro, tan caliente, tan rico...
Le gustaba rozarse sobre él, pero quería sentirlo más intensamente. Se sacó la ropa y se acomodó de nuevo encima, pero esta vez apoyó su concha bien sobre su boca. Y sin dejar de disfrutar de esa poronga, que esta noche era solo suya, se froto fuerte sobre esos labios dormidos.
Era un vaivén descontrolado. Movía la cintura como jamás lo había hecho. "Comeme.., comeme.. ¡Ay, que lindo se siente! Mucho mejor que la almohada... Si, sí. Chupá, chupá. Ay, ay..." Y le acabó en la cara, pasándole la concha desde la nariz hasta la barbilla, más excitada aún, con la idea de que marcaba un territorio con sus propios líquidos.
Ni bien se repuso, sabía que ya estaba preparada para sentirla adentro. Y se sorprendió, al sentirla entrar tan repentinamente... Le gustó, aunque en el fondo pensó: "Es muy parecido al pepino que uso, pero mucho más calentito..."
Saltó sobre esa pija hasta hacerse acabar varias veces... Después, ya exhausta, sólo una cosa le faltaba probar... el gustito de la leche... Y a eso se abocó.
"Dame tu lechita... Dámela, no seas malo... " le decía con voz fuerte e implorosa. "Si seguro se la das a esa trola que te mete los cuernos con todos ¿no me la vas a dar a mí?..." Y para cebarlo más, le decía: "ahora mismo se la deben estar cogiendo dos pendejos..." Y parece que eso funcionó, porque en ese instante la pija le explotó en la boca como un sifón caliente.
El sabor no le agradó mucho, era un poco amargo y salado pero lo tomó todo. Le correspondía, le pertenecía. "Mirá Andreita... Mirá quién le saca la leche a tu marido ahora... Seguro que con vos no se calienta tanto" y después de besarlo un rato en la boca, se vistió y salió. "Chau amor" le dijo sonriendo a Mariano que ahora roncaba con una sonrisa placentera en la boca... Al salir dejó la llave en el buzón y se fué pensando, "A ver con qué cara me mirás el lunes en la oficina. Zorrita..."
Gracias por leer hasta acá. Si algo te gustó del relato, (o no) dejame un comentario. Me ayuda a mejorar.
Un año después los personajes de esta historia volvieron a cruzarse, pero las cosas fueron bastante distintas...
https://poringa.net/posts/relatos/3873512/Otra-noche-de-cuernos-La-cunadita.html
El principio de esta historia:
https://poringa.net/posts/relatos/3833329/Cuernos-Que-paso-esa-noche-El-marido.html
Otras historias:
https://poringa.net/posts/relatos/3812289/Quiero-saber-los-secretos-de-mi-mujer.html
https://poringa.net/posts/relatos/3712827/Deseo-prohibido-Al-borde-del-delito.html
Si te interesa el principio:
https://poringa.net/posts/relatos/3833329/Cuernos-Que-paso-esa-noche-El-marido.html
Ciudad de Buenos Aires, viernes 8 de noviembre 2019.
¿Quien se cogió al marido esa noche?
Marilina se mira al espejo. Está desnuda y se observa con atención. Se gusta, se ve atractiva. Se exhibe para ella misma, se agarra las tetas, que conservan la misma turgencia desde que tiene 18. Se acaricia la cola, dura, fruto del ejercicio diario. Es una mujer muy atractiva.
Sin embargo hay algo que la corroe por dentro: es viernes por la noche y ella no tiene planes para el fin de semana. Siente que a sus 29 años la presión por tener una pareja estable le pesa cada vez más. Y aún así hace más de cuatro meses que ningún hombre la invita a salir. No entiende por qué.
¿Será que los hombres huelen sus ganas de formalizar y huyen espantados? El único que no le falla es Héctor. Siempre puede recurrir a él...
Héctor es el encargado en el edificio donde vivía su mamá. Hace cómo diez años que una tarde en que había ido a visitar a su vieja, Héctor, la enganchó en el ascensor y la invitó a fumar un porro en la terraza. Ella, que hacía poco se había mudado sola y a esa edad se estaba conociendo, le dijo que sí, más que nada para demostrarse a ella misma de lo que era capaz.
En esa oportunidad Héctor la fue llevando con la charla, logró convencerla y terminaron garchando la noche entera. La verdad era que el hombre la cogía como nadie. Terminó siendo muy importante para ella: no solo un amante o un amigo, también un maestro.
Porque Héctor, al margen de su personalidad morbosa y un poco (a veces muy) sádica, era la persona con la que Marilina más había gozado en su vida.
Con él conoció el sabor del semen, a él le entregó el orto por primera vez y, hasta en más de una oportunidad, el encargado, se la había enfiestado con algún amigo. Digamos que, aquel viejo zorro, supo explotar a fondo su perfil de sumisa y logró hacerla disfrutar de serlo.
De hecho, esta misma noche, se está preparando para encontrarse con él. A falta de un amor duradero bien viene un buen garche eventual...
A veces se preguntaba si no sería Héctor el hombre de su vida. Hasta pensó en mudarse al edificio, cuando heredó el departamento, al fallecer su madre, para poder tenerlo siempre a mano. Pero en ese momento Andrea se le adelantó. O mejor dicho, se le volvió a adelantar.
Andrea es su mejor amiga. De toda la vida. Es su amiga incondicional. Y como con muchas amistades femeninas, esa relación está compuesta por ingredientes de diversos y hasta contradictorios sentimientos. Por un lado siente que la ama y daría su vida por ella. Por otro lado siente una bronca, un desprecio, una envidia muy fuerte hacia su amiga...
Es que, a veces, piensa que parte de su situación actual, tiene mucho que ver con ella: porque no era solo la cuestión de que Andrea le haya pedido que le alquilara el departamento para irse a vivir ahícon su pareja, Mariano ... El departamento era lo de menos. El problema, realmente, era Mariano.
Porque Marilina no sé considera una mina sencilla, fácil de conquistar. Y lo que le había pasado con Mariano no le había pasado nunca con ningun hombre antes. Apenas lo conoció sintió que hubo un flechazo a primera vista. Hasta le pareció que era mutuo. Pero... cometió el error de presentárselo a su amiga sin aclararle antes sus sentimientos. Y pasó lo peor que podía pasar... Andrea, su mejor amiga, se enamoró de Mariano, y Mariano le correspondió.
Y a pesar que ya habían pasado varios años desde esta situación, nunca la pudo perdonar del todo. Hasta se había jurado que de alguna manera, se iba vengar de su amiga.
Y todo cerró cuando Andrea le pidió el departamento... Rápido puso en marcha su plan. Habiéndose quedado a mano una llave para acceder al lugar cuando quisiera, les regaló unas botellitas de ron de un viaje que había hecho por el caribe.
Pero no había solo ron en las botellitas... No. Había un somnífero, lo suficientemente inocuo pero efectivo, para dejarlos durmiendo toda una noche...
Siempre fantaseó con lo que podría hacer esa noche, con ambos dormidos y a su disposición... Sobre todo con él. Aunque a veces también fantaseaba con ella...
Realmente, al principio, se veía a ella misma siendo la ejecutora de esa venganza, pero a veces pensaba que era demasiado, que Andrea no se lo merecía. Aunque cada vez que la veía coqueteando con otros a pesar de escucharla decir que con Mariano estaba todo bien, la vena se le hinchaba, y pensaba que su amiga necesitaba un escarmiento. Y había que hacerlo dónde le doliera un poco...
A la larga, decidió no ser ella la que se manchara las manos... escarbando un poco había conseguido a la persona ideal...
Pero... Pasó el tiempo y nunca tocaron esas botellitas. Fue un tiro perdido. A más de dos años no tenía esperanzas ya de poder vengarse. Aparte, de alguna manera, ya la cosa se había enfriado.
En ese momento le sonó el celular. Justo... ¡Era Andrea! Su amiga llamaba para proponerle un plan de salida para "ya mismo" y ella, que aún estaba desnuda, empezó a vestirse. Pero mientras hablaba con su amiga le entró un mensaje de Mariano, el marido de Andrea: era una foto de las dichosas botellitas y la insinuación de que se las estaba tomando.
Cuando encaró a su amiga al teléfono, comprendió que lo había dejado solo a Mariano y que él, encima, se estaba tomando el somnífero. Inmediatamente puso en marcha su plan.
¡Era esta noche o nunca!
Jamás en su vida había sentido tanto nervio. Sentía como si se hubiera ganado la lotería. Una excitación, una emoción, inexplicable. Suspendió la salida con su amiga y, tras cerciorarse que Mariano realmente se estaba tomando la bebida correcta, tomo el celular y buscó el numero que, desde hacía dos años, tenía archivado para esta oportunidad.
- Hola. - le contestó una voz de mujer.
- Hola, soy Marilina, la amiga de Andrea.
- Sí, ya se quién sos. ¿Que pasa? - le respondieron, en tono cortante, desde el otro lado. De fondo se escuchaba un murmullo de gente. A Marilina ese tono áspero y hostil le confirmó que hablaba con la persona correcta.
- Es que... ¿Te acordás de la propuesta que te hice hace dos años...?
- ¿Lo del marido de Andrea? - el tono de voz cambió drásticamente.
- Si, exacto. Te digo rápido porque no sé cuánto tiempo tenemos. Esta noche es la gran oportunidad. Si vos...
- Ay! Justo esta noche? - la interrumpieron. Y después de eso hubo un silencio.
- ¿Que pasa no podes? Sería una pena. Bueno, no puedo obligarte. Dejá, por ahí me hago cargo yo misma del asunto... - Marilina sabía que Clarita era tan histérica, que aún muriéndose de ganas de cogerse a Mariano, sobre todo siendo el marido de su archirival de la oficina, no se la iba a hacer fácil.
- Pará, pará. Yo no dije nada... Bueno, sí. Esta bien. Lo hago. Pero quiero que sepas que lo hago por vos. Yo no tengo ninguna necesidad de esto...
- Si. Si, Clarita. Por supuesto... Se entiende. Y yo te estoy súper agradecida. - En el fondo pensaba: si a esta vieja no le servía una pija en bandeja no se la coge nadie. Encima que le doy el regalo de su vida, la otra quiere rescatar su dignidad...- Sabes qué Clarita, pasate por casa que te doy las llaves y la dirección del departamento de Andrea.
- Dejá, deja. Acá la veo llegar a la zorrita esa... "La cornuda" desde esta noche. ¡Mira cómo se vistió la muy trola...! En fin, dejá. La dirección la tengo y la llave la consigo yo. Después te cuento ¿Sabés? - y cortó antes de que Marilina pudiera decir nada más.
Claro que a Marilina, esa emoción fuerte que sentía, se le fue bajando y al rato, lo único que le quedó fue un remordimiento ¿Que hice? se preguntaba... Y así, aún a medio vestir, lo llamo a Héctor y le suspendió la visita. - Pero ¿Por qué? - le preguntó el hombre. "No estoy de ánimo" le respondió ella. - Pero nena, yo ya me clave un Viagra... ¿Que hago ahora con esta calentura?... - Pero del otro lado Marilina ya había cortado y se había tirado en la cama a llorar.
A la inversa, la que estaba cada vez más alegre y excitada era Clarita. Ella pensaba: "finalmente todo vuelve... esta noche, la putita de Andrea va a recibir su merecido. ¡Que manera de desaprovechar a un hombre hecho y derecho como su marido! Hay minas que, no solo, no saben valorar lo que tienen, sino que andan por ahí buscando calentar pijas a cada oportunidad. Y ésta anda desatada esta noche. Mirá cómo le habla al jefe... ¡La hija de puta sería capaz de chuparle la poronga acá mismo, enfrente de todos, con tal de pedirle que me rajen a mí de la oficina!"
A cada momento la indignación de Clarita subía de grado. Primero cuando la escuchó mentir sobre su marido, diciendo que vino sola porque él estaba en otro lado esperándola... ella sabía que no era así, pero no podía decir nada. "Esta putita se va a encontrar con alguien más..." Se decía entre dientes.
Pero el colmo de su paciencia llegó cuando la vió haciéndole el juego al sobrino del jefe. "¿Con ese pendejo que se garchó media oficina se quiere meter? No le quiere desperdiciar una sola pija... Mirá cómo lo mira... Le juega a hacerse la enamorada... Bien merecido se tiene que me aproveche de su marido esta noche." Y con cautela buscó el bolsito de Andrea del perchero y le sacó la llave.
Después, ya regodeandose de su ventaja, le puso el bolso en las manos y la empujó para que se vaya. "Todavía la muy descocada me mira con rabia... Si supieras quién va a disfrutar de la pija de tu marido esta noche, querida..."
No pudo evitar sonreírle con sorna en su propia cara.
De todas maneras esperó a verla irse en el auto con el sobrino del jefe y su amigo. "¡Que descaro! Hacerse garchar por dos pendejos teniendo a tu hombre en casa..."
Paró un taxi y le dijo la dirección. Al llegar miró para todos lados para cerciorarse de que nadie la viera, pero justo en la puerta del edificio había una chica esperando. Se cruzó y esperó. "Seguro que ésta pendeja que está ahí, en la puerta, es una de esas putas baratas que se contratan por internet... Si está casi en bolas... Sí, no te digo yo. Ahí bajó un viejo verde a abrirle. Si se nota que tiene el bulto marcado el señor y la hace pasar enseguida... En fin, hay cada uno..."
Espero a que el ascensor se desocupara y entró. Quinto piso "C". Hace rato que se sabe de memoria la dirección.
Al llegar al palier, sacó las llaves, se acercó a la puerta y golpeó. Que nadie contestara le dió la pauta que podía entrar. Y así lo hizo. Con disimulo primero, pero al ver que nadie le decía nada empezó a moverse como en su casa.
Cuántas veces se había imaginado esta situación. Que excitada que estaba. Desesperada, podría describirse. Necesitada, dirían otros... Apenas cruzó la puerta de la habitación, y lo vió dormido, pero con el bulto de la pija parada, no pudo contenerse.
Sus manos fueron directo hacia ahí. Lo manoseo, lo apretó, lo amasó bien... Después se acercó y, todavía con el pantalón cerrado, lo olió, le pasó la lengua. Mordió un poquito... Sentía que él reaccionaba a pesar del somnífero y eso la calentó más. "Debo ser muy buena haciendo esto..." se decía.
Ahí nomás empezó a frotarse la entrepierna sobre su pecho y con desesperación liberó la pija y se la deboró. Nunca se había imaginado que una pija pudiera ser algo tan duro, tan caliente, tan rico...
Le gustaba rozarse sobre él, pero quería sentirlo más intensamente. Se sacó la ropa y se acomodó de nuevo encima, pero esta vez apoyó su concha bien sobre su boca. Y sin dejar de disfrutar de esa poronga, que esta noche era solo suya, se froto fuerte sobre esos labios dormidos.
Era un vaivén descontrolado. Movía la cintura como jamás lo había hecho. "Comeme.., comeme.. ¡Ay, que lindo se siente! Mucho mejor que la almohada... Si, sí. Chupá, chupá. Ay, ay..." Y le acabó en la cara, pasándole la concha desde la nariz hasta la barbilla, más excitada aún, con la idea de que marcaba un territorio con sus propios líquidos.
Ni bien se repuso, sabía que ya estaba preparada para sentirla adentro. Y se sorprendió, al sentirla entrar tan repentinamente... Le gustó, aunque en el fondo pensó: "Es muy parecido al pepino que uso, pero mucho más calentito..."
Saltó sobre esa pija hasta hacerse acabar varias veces... Después, ya exhausta, sólo una cosa le faltaba probar... el gustito de la leche... Y a eso se abocó.
"Dame tu lechita... Dámela, no seas malo... " le decía con voz fuerte e implorosa. "Si seguro se la das a esa trola que te mete los cuernos con todos ¿no me la vas a dar a mí?..." Y para cebarlo más, le decía: "ahora mismo se la deben estar cogiendo dos pendejos..." Y parece que eso funcionó, porque en ese instante la pija le explotó en la boca como un sifón caliente.
El sabor no le agradó mucho, era un poco amargo y salado pero lo tomó todo. Le correspondía, le pertenecía. "Mirá Andreita... Mirá quién le saca la leche a tu marido ahora... Seguro que con vos no se calienta tanto" y después de besarlo un rato en la boca, se vistió y salió. "Chau amor" le dijo sonriendo a Mariano que ahora roncaba con una sonrisa placentera en la boca... Al salir dejó la llave en el buzón y se fué pensando, "A ver con qué cara me mirás el lunes en la oficina. Zorrita..."
Gracias por leer hasta acá. Si algo te gustó del relato, (o no) dejame un comentario. Me ayuda a mejorar.
Un año después los personajes de esta historia volvieron a cruzarse, pero las cosas fueron bastante distintas...
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El principio de esta historia:
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Otras historias:
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5 comentarios - Cuernos. Final. ¿Qué pasó esa noche?
no puede ser que la putita consciente se cogió dos pendejos juntos y el flaco lo hizo dormido
esa putita merece que el marido se coja a su hermanita y a la tal marilina