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No te vas a arrepentir!
LA PROFESORA DE INGLES
(Parte 3 de 3)
La profesora llegó tarde a su domicilio, estaba cansada y solo quería dormir, se dio una ducha, comió algo liviano y miró un poco de tv, nada en especial, sus pensamientos fueron al obsequio, lo había dejado a un costado, pensó y pensó, una y otra vez, al fin se decidió a probar como le quedaba, se desnudó, vio su vagina depilada, se puso el sostén negro, luego la tanga al tono, sintió deslizarse es casi hilo dental entre sus cachetes, se miró al espejo, por delante, por detrás, se vio tan puta, que no podía controlarlo, fue a la cama, se recostó, se sintió excitada por esa lencería, recordó a Rodrigo y todo lo que hacía con ella, él ya tenía como hobby fotografiarla, a pesar que ella no estuviera cómoda con sus curvas, él le decía que era perfecta como era y le provocaba cierta excitación a su ego sentirse su modelo personalizada, comenzó a tenerlo presente en su mente, sabía cómo terminaría, aun le parecía sentir el néctar masculino en su boca, tan rico! ese que había bebido horas antes…
Después de tres orgasmos, solo se quedó dormida…
Se despertó tarde, preparó el desayuno, tomó unas masitas dietéticas y se sentó a la mesa, bajo la bata aún tenía el sexi conjunto que su amor le había obsequiado.
Su cabeza pensaba y pensaba, toda esa locura, hacía un paralelo entre la puta secreta y la mujer que sería abuela en un tiempo, la respetada profesora que había pasado los cincuenta.
Todo era insano, la locura de Rodrigo la envolvía pero también el joven llegaba a asustarla, porque él no compartía con ella, él tomaba lo que quería, sus juegos eran excitantes pero peligrosos, decidió que no, no usaría ese conjunto para ir al colegio, así que tomó uno de sus clásicas vedetinas de sexagenarias y olvidó el tema.
El encuentro con Rodrigo sería un tanto alocado, sus amoríos seguían siendo un secreto para todos, solo cruzaban miradas que ellos solo entendían, notó como su macho la observaba ese día tratando de desnudarla con la vista, en especial cuando ella escribía sobre la pizarra dando la espalda al curso, Agustina adivinaba como él le miraba el trasero, tratando de dibujar bajo la ajustada pollera su pequeño regalo y eso llegaba a incomodarla en algún punto.
Con el correr de los minutos observó que la mirada de Rodrigo fue cambiando, de esa excitación pecaminosa pasó lentamente a una mezcla de indiferencia con enojo, nuevamente adivinó lo que pasaba, seguramente él había notado como se marcaba la vedetina, muy lejos de lo que él le había pedido.
Agustina terminó la clase, aun le quedaban unas horas con otros cursos y observó que Rodrigo dejaba el aula molesto, pero no le preocupó demasiado, ya se le pasaría el capricho.
Trató de relajarse, necesitaba descansar unos minutos e ir a orinar, así que se dirigió a uno de los tantos baños públicos del complejo educativo.
Terminó de hacerlo y empezó a acomodarse la ropa en lo reducido de ese lugar, apretada contra el inodoro, de pronto esa pequeña puerta de chapa se abrió con un golpe seco, se asustó, y más cuando Rodrigo se coló de repente y cerró la puerta del cubicle tras de sí, recriminó con firmeza pero casi en un susurro
-Que haces? Estás loco? esto es un baño público! Sabes qué pasaría si…
Rodrigo tapó su boca con una mano y le dijo al oído manteniendo el tono bajo, pausado y amenazante
-Sabes vieja puta, tenías que ponerte la tanga que yo te regalé… y no lo hiciste… y parece que no entendemos quien manda, no?
Las palabras del joven intimidaron a Agustina, nunca la había tratado así, en forma despectiva, sus ojos parecían inyectados en odio, metió la mano en uno de sus bolsillos y sacó una afilada tijera, la profesora sintió que la sangre se le congelaba en ese momento, él le subió la pollera, y pasó el frío metal del elemento cortante acariciando su muslo, lentamente fue subiendo hasta colarlo por la vedetina, para luego empezar a cortarla hasta desnudar su sexo.
Luego hizo que girara sobre sí misma, y apoyara las manos contra la pared del fondo, y le hizo abrir las piernas como si fuera a palparla de armas, Rodrigo sacó su pene y empezó a cogerla, profundo de repente, con furia.
Para Agustina fueron minutos eternos, no podía entender porque todo eso en el que la asustaba era justamente el motivo por el que tanto se excitaba, porque pensaba que no podía estar sin él, pero tampoco podía estar con él, cerraba los ojos sintiendo ese pene entrando con furia en su vagina, como la perturbaba todo eso, como la excitaba todo eso…
Se mordía con furia los labios, no podía darse el lujo de dejar escapar un gemido, seguramente en ese baño público hubiera más gente, y no podía siquiera imaginar que alguien sospechara. Se preguntaba a si misma que diablos hacía con ese veinteañero y con las mismas fuerzas que deseaba que todo acabara cuanto antes, deseaba que no terminara nunca…
Al fin sintió el líquido espeso y caliente de su hombre llenando su sexo, Rodrigo pareció aflojarse y rendirse sobre sus espaldas, y aun jadeando le murmuró al oído
-No volverás a desobedecerme… entendido?
Ella no alcanzó a responder, en segundos él la había dejado nuevamente sola, se había esfumado del baño de mujeres. Estaba perturbada, con miles de ideas que se cruzaban por su cabeza en ese instante, el chico parecía no tener límites, pero… acaso ella tenía límites?
Entonces lo maldijo, y le causó gracia la situación, el semen chorreaba de su vagina, y por más que ella se limpiara con papel higiénico parecía siempre haber más, Rodrigo la había dejado sin ropa interior, solo le quedaba su pollera, y el miedo a exponerse manchada ante sus alumnos la hacía empalidecer…
Si bien ese día ella terminó de dictar sus clases con total normalidad, en su imaginación no podía dejar de sentir que el semen mojaba la tela de su pollera y corría a lo largo de sus piernas, trataba de adivinar que veían sus alumnos, aunque sus alumnos estaban ajenos a todo, pero ella no podía dejar de sonrojar sus mejillas imaginando algo que para su suerte, no sucedería…
Los días pasaban y era cada vez más difícil mantener en secreto esa historia, Agustina no podía con toda esa adrenalina, y Rodrigo se ponía cada vez más peligroso, más incisivo, cada vez jugaba más al límite, un juego loco que ella disfrutaba, porque cada día era una nueva sorpresa y cada día era peor…
Las acostumbradas fotos de Rodrigo fueron subiendo de tono, de esa mujer normal que solía fotografiar en cada motel de ocasión, pasaron a retratos en lencería y hasta desnuda…
Y los lugares también fueron cambiando y Agustina se sentía cada vez más puta con todo eso, estaba viviendo una sexualidad que no había imaginado en su vida.
Un nuevo final de clases, esa tarde hacía calor, apenas eran quince minutos hasta la próxima hora, los jóvenes fueron despejando el salón, Rodrigo permanecía sentado, Agustina lo había notado pero lo ignoraba mientras acomodaba sus cosas, era solo un alumno más, al fin quedaron solos, él se levantó y fue hasta la puerta, la cerró, tomó una silla y la trabó por el picaporte, quedaron solos en el lugar, ella se exaltó
-Qué haces? Otra vez con tus juegos? Esto no puede seguir así, abrí esa puerta!
Rodrigo solo sonrió, como siempre hacía, pareciendo no escuchar sus palabras, solo dijo
-Desnudate
-Que?
-Lo que escuchaste, desnudáte vieja chupa pijas…
-No! no voy a hacer eso! Estás loco?
-No estoy pidiendo, estoy ordenando!
-No, no lo voy a hacer…
Rodrigo avanzó firme hacia donde ella estaba, comenzaron a forcejear, el para quitarle la ropa, ella para evitarlo, abusó de su fuerza, la hizo girar y torció el brazo femenino de la profesora sobre su espalda hasta hacerle doler, la llevó contra la pizarra apoyándola con fuerza, con su rostro comprimido, inmóvil, con su mano libre empezó a acariciarle su generoso trasero y a pasarle la lengua por el cuello, sentía la respiración del joven en sus cabellos, cerró los ojos, solo cerró los ojos…
No podía evitarlo, nuevamente enredada en cantos de sirenas, todo el lugar la excitaba, la situación la excitaba, la locura la excitaba, Rodrigo la excitaba…
Una a una sus prendas fueron cayendo al piso, solo miraba de reojo el ventilador de techo que giraba con un persistente ronroneo, los segundos pasaron, al final ella se encontró como Dios la trajo al mundo, se sentía inundada en flujos, miró a Rodrigo y preguntó
-Satisfecho?
-No, aun no…
Rodrigo sacó su celular y comenzó a fotografiarla, una vez más, ahora completamente desnuda, en su trabajo
-Eres hermosa! – dijo el
-No, no es cierto, soy una vieja gorda… - respondió ella mostrando su baja autoestima…
Él la tomó de los cabellos y la llevó al escritorio donde a diario daba clases, la hizo sentar sobre el mismo, luego la hizo recostar y abrió sus piernas, Agustina se acomodó apoyándose en sus codos, solo suspiraba, en estos momentos ella estaba perdida y carecía de cualquier fuerza de voluntad, sabía a la perfección lo que seguía, no sería la primera vez, pero si la primera en ese lugar…
Siguió con la vista a ese joven, hasta verlo casi desaparecer entre sus piernas, sintió su lengua jugando en su vagina, Dios! solo jadeos, recorriendo sus labios depilados, besando su clítoris, bajando hasta su ano, enterrando cada tanto los dedos en su húmedo hueco que parecía un volcán a punto de explotar, ella acarició con suavidad sus enormes pechos, y hasta su pubis con un tanto de locura, buscando un combo de placer que fuera perfecto, no tardó mucho en venirse, sus ojos parecieron perderse bajo sus párpados, explotó de tal manera que pareció convulsionar, incluso esta vez no pudo acallar sus propios gemidos…
Agustina miró de reojo las agujas del reloj en la pared, un calor de vergüenza subió por su rostro, como diablos había pasado tanto tiempo! Ya casi debía empezar una nueza clase, los alumnos llegarían en cualquier momento, sacó casi a empujones a Rodrigo, para buscar toda su ropa que estaba desparramada por el piso, pero él quería cogerla, no quería irse caliente de ese lugar, comenzó una leve discusión, él quería seguir inmerso en un capricho de juventud, ella quería detenerlo, quería poner un freno a tanta locura, él la tomó con fuerza del brazo, y apretó tanto hasta hacerle doler
-Soltame estúpido!
Bramó ella con enojo, esto ya no era un juego, esto ya no era excitante, Rodrigo la soltó, la apuntó con su dedo índice y le respondió
-Esto no va a quedar así… te lo prometo…
Rodrigo se esfumó, había llegado el momento más tenso de la relación, mientras los alumnos ingresaban al aula ignorando lo que había sucedido, Agustina se hundía en un mar de dudas, los platillos de la balanza se esforzaban por mantener el equilibrio entre ese placer alocado que su amante le proponía y esa furia masculina y prepotente que la asustaba.
Durante la clase se mostró perdida, inconexa y dubitativa, porque su cuerpo estaba presente, pero no sus pensamientos, su mente estaba en otra cosa…
Se distanciaron después de ese desencuentro, Rodrigo comenzó a ignorarla, peor aún que solo una fría relación de alumno y profesora, en las clases se mostraba hostil, y Agustina no entendía porque él la trataba así, propio del berrinche de un jovenzuelo inmaduro.
El la ignoraba, una y otra vez, no atendía sus llamadas, nada, nada de nada.
Rodrigo solía pasearse ante la profesora con chicas de su edad, jóvenes y perfectas, rubias, morenas, pelirrojas, solo buscaba que ella lo viera.
Pero las cosas estaban cambiando para la profesora, este impase la llevó a pensar muchas cosas, a replantearse su presente, a imaginar su futuro.
De alguna manera, ya se había dado el gusto de conocer la gran ciudad, y pudo pensar con tranquilidad, el sexo con Rodrigo era apasionante, loco, arriesgado, pero era solo sexo, nada de amor y además, él podría ser su hijo.
Y añoraba la tranquilidad de su pueblito natal, le hacía falta el amor de su hija, le hacía falta ser abuela, vivir los últimos años de su madre a su lado, ya no tenía mucho que hacer en ese lugar, presentó la renuncia…
Preparó su bagaje para emprender el retorno, tomó unos días más para acomodar y cerrar su vida en ese lugar, el tren partiría al anochecer…
Golpearon la puerta, al abrirla, tal cual había imaginado, encontraría a Rodrigo al otro lado, con la mirada un tanto perdida, como encerrado en una eterna confusión, más cercano al tímido muchacho que había conocido que al brutal hombre en que se había transformado, con un enorme ramo de flores en una de sus manos, como esa tarde del bar, que no se animaba a obsequiar, ella tomó la iniciativa haciéndolo pasar, selló sus labios contra los del joven, invadió su boca con su lengua, se colgó de su cuello, sobraron las palabras, era hora de sexo salvaje, sexo de despedida…
En el silencio del cuarto solo se escucharon gemidos, suspiros y el rechinar constante de la vieja madera de la cama que era mecida de un lado a otro como olas de mar. Fue un último encuentro, lleno de nostalgia, vacío de amor, sexo por sexo, el fin de una historia…
Agustina partió a última hora, sola como había llegado años atrás, lentamente el tren se ponía en movimiento, ella tenía pegada la cabeza a la ventanilla, encerrada en sus pensamientos, mirando la nada, el inspector la interrumpió
-Señora, buenas noches, me permite su tique?
-Si… disculpe… sírvase por favor…
-Está bien, necesita algo? – inquirió el caballero al notar el rostro de Agustina un tanto demacrado.
-No… no… gracias… estoy bien… no necesito nada… - respondió ella balbuceando…
Y era así, no necesitaba nada, porque todo lo había tenido…
FIN
Si te gustó esta historia y eres mayor de edad puedes escribirme con título ‘LA PROFESORA DE INGLES’ a dulces.placeres@live.com
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No te vas a arrepentir!
LA PROFESORA DE INGLES
(Parte 3 de 3)
La profesora llegó tarde a su domicilio, estaba cansada y solo quería dormir, se dio una ducha, comió algo liviano y miró un poco de tv, nada en especial, sus pensamientos fueron al obsequio, lo había dejado a un costado, pensó y pensó, una y otra vez, al fin se decidió a probar como le quedaba, se desnudó, vio su vagina depilada, se puso el sostén negro, luego la tanga al tono, sintió deslizarse es casi hilo dental entre sus cachetes, se miró al espejo, por delante, por detrás, se vio tan puta, que no podía controlarlo, fue a la cama, se recostó, se sintió excitada por esa lencería, recordó a Rodrigo y todo lo que hacía con ella, él ya tenía como hobby fotografiarla, a pesar que ella no estuviera cómoda con sus curvas, él le decía que era perfecta como era y le provocaba cierta excitación a su ego sentirse su modelo personalizada, comenzó a tenerlo presente en su mente, sabía cómo terminaría, aun le parecía sentir el néctar masculino en su boca, tan rico! ese que había bebido horas antes…
Después de tres orgasmos, solo se quedó dormida…
Se despertó tarde, preparó el desayuno, tomó unas masitas dietéticas y se sentó a la mesa, bajo la bata aún tenía el sexi conjunto que su amor le había obsequiado.
Su cabeza pensaba y pensaba, toda esa locura, hacía un paralelo entre la puta secreta y la mujer que sería abuela en un tiempo, la respetada profesora que había pasado los cincuenta.
Todo era insano, la locura de Rodrigo la envolvía pero también el joven llegaba a asustarla, porque él no compartía con ella, él tomaba lo que quería, sus juegos eran excitantes pero peligrosos, decidió que no, no usaría ese conjunto para ir al colegio, así que tomó uno de sus clásicas vedetinas de sexagenarias y olvidó el tema.
El encuentro con Rodrigo sería un tanto alocado, sus amoríos seguían siendo un secreto para todos, solo cruzaban miradas que ellos solo entendían, notó como su macho la observaba ese día tratando de desnudarla con la vista, en especial cuando ella escribía sobre la pizarra dando la espalda al curso, Agustina adivinaba como él le miraba el trasero, tratando de dibujar bajo la ajustada pollera su pequeño regalo y eso llegaba a incomodarla en algún punto.
Con el correr de los minutos observó que la mirada de Rodrigo fue cambiando, de esa excitación pecaminosa pasó lentamente a una mezcla de indiferencia con enojo, nuevamente adivinó lo que pasaba, seguramente él había notado como se marcaba la vedetina, muy lejos de lo que él le había pedido.
Agustina terminó la clase, aun le quedaban unas horas con otros cursos y observó que Rodrigo dejaba el aula molesto, pero no le preocupó demasiado, ya se le pasaría el capricho.
Trató de relajarse, necesitaba descansar unos minutos e ir a orinar, así que se dirigió a uno de los tantos baños públicos del complejo educativo.
Terminó de hacerlo y empezó a acomodarse la ropa en lo reducido de ese lugar, apretada contra el inodoro, de pronto esa pequeña puerta de chapa se abrió con un golpe seco, se asustó, y más cuando Rodrigo se coló de repente y cerró la puerta del cubicle tras de sí, recriminó con firmeza pero casi en un susurro
-Que haces? Estás loco? esto es un baño público! Sabes qué pasaría si…
Rodrigo tapó su boca con una mano y le dijo al oído manteniendo el tono bajo, pausado y amenazante
-Sabes vieja puta, tenías que ponerte la tanga que yo te regalé… y no lo hiciste… y parece que no entendemos quien manda, no?
Las palabras del joven intimidaron a Agustina, nunca la había tratado así, en forma despectiva, sus ojos parecían inyectados en odio, metió la mano en uno de sus bolsillos y sacó una afilada tijera, la profesora sintió que la sangre se le congelaba en ese momento, él le subió la pollera, y pasó el frío metal del elemento cortante acariciando su muslo, lentamente fue subiendo hasta colarlo por la vedetina, para luego empezar a cortarla hasta desnudar su sexo.
Luego hizo que girara sobre sí misma, y apoyara las manos contra la pared del fondo, y le hizo abrir las piernas como si fuera a palparla de armas, Rodrigo sacó su pene y empezó a cogerla, profundo de repente, con furia.
Para Agustina fueron minutos eternos, no podía entender porque todo eso en el que la asustaba era justamente el motivo por el que tanto se excitaba, porque pensaba que no podía estar sin él, pero tampoco podía estar con él, cerraba los ojos sintiendo ese pene entrando con furia en su vagina, como la perturbaba todo eso, como la excitaba todo eso…
Se mordía con furia los labios, no podía darse el lujo de dejar escapar un gemido, seguramente en ese baño público hubiera más gente, y no podía siquiera imaginar que alguien sospechara. Se preguntaba a si misma que diablos hacía con ese veinteañero y con las mismas fuerzas que deseaba que todo acabara cuanto antes, deseaba que no terminara nunca…
Al fin sintió el líquido espeso y caliente de su hombre llenando su sexo, Rodrigo pareció aflojarse y rendirse sobre sus espaldas, y aun jadeando le murmuró al oído
-No volverás a desobedecerme… entendido?
Ella no alcanzó a responder, en segundos él la había dejado nuevamente sola, se había esfumado del baño de mujeres. Estaba perturbada, con miles de ideas que se cruzaban por su cabeza en ese instante, el chico parecía no tener límites, pero… acaso ella tenía límites?
Entonces lo maldijo, y le causó gracia la situación, el semen chorreaba de su vagina, y por más que ella se limpiara con papel higiénico parecía siempre haber más, Rodrigo la había dejado sin ropa interior, solo le quedaba su pollera, y el miedo a exponerse manchada ante sus alumnos la hacía empalidecer…
Si bien ese día ella terminó de dictar sus clases con total normalidad, en su imaginación no podía dejar de sentir que el semen mojaba la tela de su pollera y corría a lo largo de sus piernas, trataba de adivinar que veían sus alumnos, aunque sus alumnos estaban ajenos a todo, pero ella no podía dejar de sonrojar sus mejillas imaginando algo que para su suerte, no sucedería…
Los días pasaban y era cada vez más difícil mantener en secreto esa historia, Agustina no podía con toda esa adrenalina, y Rodrigo se ponía cada vez más peligroso, más incisivo, cada vez jugaba más al límite, un juego loco que ella disfrutaba, porque cada día era una nueva sorpresa y cada día era peor…
Las acostumbradas fotos de Rodrigo fueron subiendo de tono, de esa mujer normal que solía fotografiar en cada motel de ocasión, pasaron a retratos en lencería y hasta desnuda…
Y los lugares también fueron cambiando y Agustina se sentía cada vez más puta con todo eso, estaba viviendo una sexualidad que no había imaginado en su vida.
Un nuevo final de clases, esa tarde hacía calor, apenas eran quince minutos hasta la próxima hora, los jóvenes fueron despejando el salón, Rodrigo permanecía sentado, Agustina lo había notado pero lo ignoraba mientras acomodaba sus cosas, era solo un alumno más, al fin quedaron solos, él se levantó y fue hasta la puerta, la cerró, tomó una silla y la trabó por el picaporte, quedaron solos en el lugar, ella se exaltó
-Qué haces? Otra vez con tus juegos? Esto no puede seguir así, abrí esa puerta!
Rodrigo solo sonrió, como siempre hacía, pareciendo no escuchar sus palabras, solo dijo
-Desnudate
-Que?
-Lo que escuchaste, desnudáte vieja chupa pijas…
-No! no voy a hacer eso! Estás loco?
-No estoy pidiendo, estoy ordenando!
-No, no lo voy a hacer…
Rodrigo avanzó firme hacia donde ella estaba, comenzaron a forcejear, el para quitarle la ropa, ella para evitarlo, abusó de su fuerza, la hizo girar y torció el brazo femenino de la profesora sobre su espalda hasta hacerle doler, la llevó contra la pizarra apoyándola con fuerza, con su rostro comprimido, inmóvil, con su mano libre empezó a acariciarle su generoso trasero y a pasarle la lengua por el cuello, sentía la respiración del joven en sus cabellos, cerró los ojos, solo cerró los ojos…
No podía evitarlo, nuevamente enredada en cantos de sirenas, todo el lugar la excitaba, la situación la excitaba, la locura la excitaba, Rodrigo la excitaba…
Una a una sus prendas fueron cayendo al piso, solo miraba de reojo el ventilador de techo que giraba con un persistente ronroneo, los segundos pasaron, al final ella se encontró como Dios la trajo al mundo, se sentía inundada en flujos, miró a Rodrigo y preguntó
-Satisfecho?
-No, aun no…
Rodrigo sacó su celular y comenzó a fotografiarla, una vez más, ahora completamente desnuda, en su trabajo
-Eres hermosa! – dijo el
-No, no es cierto, soy una vieja gorda… - respondió ella mostrando su baja autoestima…
Él la tomó de los cabellos y la llevó al escritorio donde a diario daba clases, la hizo sentar sobre el mismo, luego la hizo recostar y abrió sus piernas, Agustina se acomodó apoyándose en sus codos, solo suspiraba, en estos momentos ella estaba perdida y carecía de cualquier fuerza de voluntad, sabía a la perfección lo que seguía, no sería la primera vez, pero si la primera en ese lugar…
Siguió con la vista a ese joven, hasta verlo casi desaparecer entre sus piernas, sintió su lengua jugando en su vagina, Dios! solo jadeos, recorriendo sus labios depilados, besando su clítoris, bajando hasta su ano, enterrando cada tanto los dedos en su húmedo hueco que parecía un volcán a punto de explotar, ella acarició con suavidad sus enormes pechos, y hasta su pubis con un tanto de locura, buscando un combo de placer que fuera perfecto, no tardó mucho en venirse, sus ojos parecieron perderse bajo sus párpados, explotó de tal manera que pareció convulsionar, incluso esta vez no pudo acallar sus propios gemidos…
Agustina miró de reojo las agujas del reloj en la pared, un calor de vergüenza subió por su rostro, como diablos había pasado tanto tiempo! Ya casi debía empezar una nueza clase, los alumnos llegarían en cualquier momento, sacó casi a empujones a Rodrigo, para buscar toda su ropa que estaba desparramada por el piso, pero él quería cogerla, no quería irse caliente de ese lugar, comenzó una leve discusión, él quería seguir inmerso en un capricho de juventud, ella quería detenerlo, quería poner un freno a tanta locura, él la tomó con fuerza del brazo, y apretó tanto hasta hacerle doler
-Soltame estúpido!
Bramó ella con enojo, esto ya no era un juego, esto ya no era excitante, Rodrigo la soltó, la apuntó con su dedo índice y le respondió
-Esto no va a quedar así… te lo prometo…
Rodrigo se esfumó, había llegado el momento más tenso de la relación, mientras los alumnos ingresaban al aula ignorando lo que había sucedido, Agustina se hundía en un mar de dudas, los platillos de la balanza se esforzaban por mantener el equilibrio entre ese placer alocado que su amante le proponía y esa furia masculina y prepotente que la asustaba.
Durante la clase se mostró perdida, inconexa y dubitativa, porque su cuerpo estaba presente, pero no sus pensamientos, su mente estaba en otra cosa…
Se distanciaron después de ese desencuentro, Rodrigo comenzó a ignorarla, peor aún que solo una fría relación de alumno y profesora, en las clases se mostraba hostil, y Agustina no entendía porque él la trataba así, propio del berrinche de un jovenzuelo inmaduro.
El la ignoraba, una y otra vez, no atendía sus llamadas, nada, nada de nada.
Rodrigo solía pasearse ante la profesora con chicas de su edad, jóvenes y perfectas, rubias, morenas, pelirrojas, solo buscaba que ella lo viera.
Pero las cosas estaban cambiando para la profesora, este impase la llevó a pensar muchas cosas, a replantearse su presente, a imaginar su futuro.
De alguna manera, ya se había dado el gusto de conocer la gran ciudad, y pudo pensar con tranquilidad, el sexo con Rodrigo era apasionante, loco, arriesgado, pero era solo sexo, nada de amor y además, él podría ser su hijo.
Y añoraba la tranquilidad de su pueblito natal, le hacía falta el amor de su hija, le hacía falta ser abuela, vivir los últimos años de su madre a su lado, ya no tenía mucho que hacer en ese lugar, presentó la renuncia…
Preparó su bagaje para emprender el retorno, tomó unos días más para acomodar y cerrar su vida en ese lugar, el tren partiría al anochecer…
Golpearon la puerta, al abrirla, tal cual había imaginado, encontraría a Rodrigo al otro lado, con la mirada un tanto perdida, como encerrado en una eterna confusión, más cercano al tímido muchacho que había conocido que al brutal hombre en que se había transformado, con un enorme ramo de flores en una de sus manos, como esa tarde del bar, que no se animaba a obsequiar, ella tomó la iniciativa haciéndolo pasar, selló sus labios contra los del joven, invadió su boca con su lengua, se colgó de su cuello, sobraron las palabras, era hora de sexo salvaje, sexo de despedida…
En el silencio del cuarto solo se escucharon gemidos, suspiros y el rechinar constante de la vieja madera de la cama que era mecida de un lado a otro como olas de mar. Fue un último encuentro, lleno de nostalgia, vacío de amor, sexo por sexo, el fin de una historia…
Agustina partió a última hora, sola como había llegado años atrás, lentamente el tren se ponía en movimiento, ella tenía pegada la cabeza a la ventanilla, encerrada en sus pensamientos, mirando la nada, el inspector la interrumpió
-Señora, buenas noches, me permite su tique?
-Si… disculpe… sírvase por favor…
-Está bien, necesita algo? – inquirió el caballero al notar el rostro de Agustina un tanto demacrado.
-No… no… gracias… estoy bien… no necesito nada… - respondió ella balbuceando…
Y era así, no necesitaba nada, porque todo lo había tenido…
FIN
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