No dejes de pasar por mi mejor post
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No te vas a arrepentir!
LA PROFESORA DE INGLES
(Parte 2 de 3)
Pasaron algunos días, Rodrigo y Agustina se seducían mutuamente sin decir palabras, el la miraba de una forma que nadie la había mirado y ella empezaba a amoldarse a la idea, por qué no? que tenía por perder?
Las miradas, las palabras, las sonrisas, todo era un lento torbellino que empezaba a girar en torno a ellos, y lo inevitable iba a pasar…
Cuando sonó el timbre de su casa, Agustina estaba corrigiendo unos exámenes, el sonido insistente la sacó de su letargo, miró la hora, no esperaba a nadie.
Fue a revisar, al abrir el postigo la presencia de Rodrigo la sorprendió, que hacía ahí?
Abrió la puerta, el joven estaba junto a su bicicleta, una musculosa sudada y sus hermosos bíceps atrajeron su mirada, no pudo evitarlo. Él le comentó que había salido a hacer sus acostumbradas vueltas de ciclismo, y que como podía ver, una de sus cubiertas se había desinflado, y pensó entonces en ella para dejar la bici por algún tiempo hasta que pudiera repararla, sabiendo que estaba cerca de su casa.
Ella dudó si era conveniente dejarlo pasar, porque sabía que si lo dejaba pasar ya no tendría barreras por flanquear, ya no habría excusas para más ‘no’ y le llamaba poderosamente la atención que Rodrigo conociera su domicilio, nunca habían hablado al respecto, pero tampoco tenía demasiado interés en averiguarlo...
Suspiró resignada, se hizo a un lado permitiendo su ingreso.
Al cerrar esa puerta, había cerrado un mundo, no hubo palabras, Rodrigo dejó la bicicleta a un costado, luego se sacó la musculosa, el pecho juvenil, bronceado, musculoso y transpirado sencillamente se le hizo un plato difícil de rechazar, Agustina lo observó con hambre de loba, soltó su cabello que se arremolinaba en un rodete, agitó su cabeza y se dispuso a lanzarse al vacío, el joven la abordó y la rodeó entre sus brazos, se sintió temblar como una hoja, su esposo había sido su único hombre y ya ni recordaba que hacer, como hacerlo…
Besó el torso desnudo que la contenía, el sabor salado de la transpiración la excitó, sus pezones parecían explotar, sus bocas se encontraron, sus lenguas se cruzaron, las fuertes manos de Rodrigo recorrieron las curvas de esa mujer que podría haber sido su madre, su sexo estaba duro y no tuvo reparos en refregarlo impunemente por el bajo vientre de la mujer que tanto había deseado.
Entonces sacó con un tanto de apuro la camisa y el sostén de Agustina, al fin esos enormes pechos serían suyos, se quedó solo observándolos y exclamó mientras llevaba sus manos a ellos
-Guau! son mejores de lo que había imaginado!
Empezó a masajearlos con un tanto de rudeza, a apretarlos, entonces Agustina buscó de guiar sus manos, de pausar el ritmo, todo a su tiempo, lentamente…
El pareció desesperarse, la arrinconó y comenzó a devorarle los pechos, a morderle los pezones, proponiendo una locura salvaje, ella se mostró desconcertada, nunca lo había hecho así, sexo animal, sexo salvaje, el bajó su slip, su golosa y dura verga quedó expuesta, Agustina tuvo un irrefrenable impulso de acariciarla, era grande, al menos pudiendo compararla con la única que conocía, con la de su difunto esposo…
Ella trataba de detenerlo, pero era imposible, era una locomotora sin control, parecía estar violándola más que haciéndole el amor, se agachó, la sacó la pollera y casi le arranca el culote que traía puesto, ella seguía arrinconada, entregada, ya desnuda, sintió sus piernas levantadas en el aire por los poderosos brazos del joven, recostada sobre la pared lo rodeo con sus propios brazos por el cuello para no perder el equilibrio, sus casi ochenta kilos parecieron no ser problemas para la fuerza bruta de ese macho.
El arremetió con fuerza enterrando su sexo hasta el fondo de esa mujer, arrancándole un quejido de placer, ella ya no recordaba lo que se sentía, el embistió una y otra vez, esa enorme carne llenándola en forma salvaje, solo escuchaba como el parecía embravecido en un constante
Mmm…mmm…mmm…mmm
Como un macho en celo, él no se detendría, y toda esa locura contagiaba a Agustina, cada empuje, cada segundo, cada gota de transpiración, cada gemido, no pudo abstraerse y empezó a gemir como gata en celo, dejando al fin atrás tantos recuerdos y tantos prejuicios, clavó sus afiladas uñas en las espaldas de Rodrigo, apretó sus labios contra su cuello como una vampiresa, incluso clavó sus dientes, al fin el placer la desbordó cuando sintió ese pene llenando de semen su cueva, lo sintió inflamarse y explotar, una y otra vez…
Luego se separaron, él la dejó que se parara y reposara contra la pared, estaba agotado, sin fuerzas, lo había dado todo, se sentó para reponerse, respirando agitado, ella no salía de su asombro, sintió húmeda su entre piernas por el líquido que empezaba a bajar…
Lo que Agustina no imaginaba, que esto era solo el principio de las próximas seis horas de sexo casi ininterrumpido, hasta tener la vagina tan adolorida de casi ni poder moverse, tuvo que suplicarle que solo se marchara…
La vida de la profesora comenzó a cambiar a partir de ese día, empezó a ver los colores que no veía, no todo era gris.
Encaraba las clases de una manera diferente y disfrutaba de mantener ese pecaminoso secreto, empezó a vestirse un poco más seductora, a maquillar un poco su rostro y sobre todo, llevó sus cabellos a un negro uniforme, dejando atrás esas canas que tanto la avejentaban.
A ella solo la perturbaba el ‘qué dirán’, por si alguien se enterara de esa relación con ese chico, en poco tiempo Rodrigo la visitaba casi a diario por su casa, era coger como animales, entonces trató da cambiar sus hábitos.
Empezaron a encontrarse un poco a escondidas, en lugares prohibidos, en moteles a las afuera de la ciudad, donde ella pagaba las tarifas con gusto ya que el solo estudiaba y no tenía mucho más de los centavos que le mendigaba a sus padres. Era loco, solía pensar, ‘pago con gusto para que un pendejo me coja…’
Y ella se vio sorprendida por las actitudes de su nuevo amante…
Un día, luego de hacer el amor, ambos estaban desnudos sobre la cama, notó que Rodrigo le miraba la concha en forma inquietante, pensativa, sin decir nada lo vio partir hasta el baño, sintió ruidos extraños, al tiempo volvió con varias cosas y le dijo
-Tienes una concha pasada de moda… vamos a solucionar eso…
La hizo recostar, abrió sus piernas y colocó por debajo una toalla, deslizó con esmero agua tibia con una mezcla jabonosa por su sexo, tomó la afeitadora y con paciencia, la afeitó casi por completo, como seguramente hacía con la barba de su rostro.
La profesora sintió cosquillas, intriga y una dulce excitación, lo dejó hacer sin reparos y tuvo que asumir que le encantó la forma en que la dejó recordó sus días de niña, le prometió que mientras su relación durara ella siempre luciría así para él, si el con eso era feliz…
Dos meses después, todo parecía ir viento en popa, la relación clandestina entre el joven y su profesora pasaba totalmente desapercibida para el resto de los mortales, tal vez solo algunos cambios en Agustina, quienes la conocían la notaban siempre alegre, rejuvenecida, es más, muchas la sentían cantar cada tanto a capela, algo inusual en ella.
Esa tarde parecía ser como cualquier otra, estaba concentrada explicando a sus alumnos, Rodrigo como siempre, expectante en los primero asientos, de pronto, al levantar su abrigo que estaba sobre el escritorio para acomodarlo en el perchero, encontró oculta una pequeña caja forrada en papel plateado brillante que reflejaba la luz del salón, con un gran moño fucsia decorándolo, esto tomó por sorpresa a Agustina, como aquel día de los bombones, en forma inconsciente miró directamente a Rodrigo, quien se hacía el distraído mirando por la ventana que daba a un patio interno.
El silencio se notó en el ambiente, y de pronto todos los alumnos quedaron expectantes ante lo inesperado de la situación, Brenda, una de las chicas del curso dijo
-Guau! parece que la profesora tiene un admirador secreto! Que romántico!
Zaira, otra de las chicas agregó
-Ojalá yo tuviera quien me sorprenda de esa manera!
José, el payaso del grupo terceo
-Tenga cuidado! Podría ser una bomba!
Esa pavada descontracturó el ambiente, se sintieron carcajada y abucheos, esas ocurrencias eran típicas en él.
Se escuchó alguien al fondo reclamar para que lo abriese, y ese pedido fue secundado por otras voces, Agustina buscó nuevamente la mirada de Rodrigo quien la seguía ignorando.
Se sentó, sacó el moño con paciencia, abrió el envoltorio con cuidado y sacó la tapa con nerviosismo, observó dentro, entre tules blancos había un conjunto de ropa interior negro, un sostén enorme para contener esos pechos y una tanga diminuta que hubiera cabido sin problemas en su puño cerrado, sintió en ese momento como sus mejillas parecían incendiarse, un poco por vergüenza, un poco por bronca, le pareció sumamente excitante y desubicado a la vez, nuevamente buscó con su mirada a su amante, esta vez si el la miraba directamente, con una mirada perversa, entonces el mismo dijo en voz alta
-Profe, que le regalaron?
Ella balbuceó y tiró solo para escapar lo primero que se le vino a la mente
-Son bombones…
Unos murmullos y algunos silbidos se sintieron en el lugar, pero Rodrigo dobló la apuesta y dijo estirando el cuello como tratando de ver
-Podemos verlos? me convida uno?
Agustina cerró la caja de repente y un tanto molesta respondió a la clase
Basta alumnos, estamos perdiendo demasiado tiempo con esta pavada, todo el mundo a trabajar.
Dio por cerrado el tema y trató de seguir adelante como si nada hubiera ocurrido
Al terminar la jornada, como hacía a diario, se dirigió al sótano donde estaban los estacionamientos de todo el complejo educativo, demasiado concentrada en sus pensamientos, solo se veían autos y autos en derredor, llegó al suyo y cuando estaba tratando de meter la llave en la cerradura una mano la tomó por el hombro, casi se muere del susto, pegó un salto y la llaves fueron al piso, maldijo a Rodrigo, lo increpó
-Estás loco? vas a matarme de un susto!!!
El solo reía y cambió de tema rápidamente
-Te gustó el regalo?
-Ya hablaremos de eso… acaso te has vuelto loco? me comprometes! qué quieres? armar un escándalo?
Rodrigo apenas si prestaba atención a lo que le recriminaba su veterana profesora, no le importaba, nada le importaba, solo tomó una de sus femeninas manos conduciéndola al jean, bajo la cual se escondía su pija dura como una piedra, ella seguía recriminando, él puso sus manos sobre los hombros de Agustina y empujó hacia abajo, ella hizo fuerza en sentido contrario pero el abusó de su fuerza masculina y poco a poco doblegó a la profesora, Agustina estaba fuera de sí y reclamaba
-Pará! qué haces! Estás loco, Rodrigo! no! no!!!
Agustina se vio a si misma arrodillada entre dos coches, perdida, como puta, él sacó su miembro y se lo enteró en la boca, ella pronto cesó en los reclamos, como a un bebé que le dan el biberón, empezó a lamer con desesperación, como si fuera la última vez, ese pene hermoso la podía y ella no podía evitarlo, era golosa, trataba de engullirlo hasta sentir arcadas, respiraba agitada con el sexo del joven entrando y saliendo se su boca, el llevaba el ritmo a su antojo y parecía violarla, la tenía con firmeza por sus cabellos sin parecer importarle nada.
Agustina no podía creer lo que hacía, no podía asumir que la enloquecía toda la locura que él le proponía, no podía decir que no, nunca la habían tratado de esa manera, como si fuera una puta, y eso la excitaba demasiado…
Estaba encerrada en esos pensamientos cuando el semen caliente invadió su boca como un tsunami, frunció el ceño al sentir su sabor y movió con más velocidad su lengua bajo el glande, su amante descargaba como nunca y ella se preocupaba por no dejar escapar una gota, solo por ir saboreando e ir tragando, hasta la última gota…
Cuando terminó él la ayudó a incorporarse, ella trataba de relajarse y él le dijo algo que le encantó
-Que puta eres… como te gusta chuparme la pija…
Abrió la puerta del coche, asegurándose en un rápido repaso visual que solo estaban ellos dos, entonces, antes de despedirse, Rodrigo le pidió que al día siguiente usara el regalo que la había hecho.
CONTINUARA
Si te gustó esta historia y eres mayor de edad puedes escribirme con título ‘LA PROFESORA DE INGLES’ a dulces.placeres@live.com
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No te vas a arrepentir!
LA PROFESORA DE INGLES
(Parte 2 de 3)
Pasaron algunos días, Rodrigo y Agustina se seducían mutuamente sin decir palabras, el la miraba de una forma que nadie la había mirado y ella empezaba a amoldarse a la idea, por qué no? que tenía por perder?
Las miradas, las palabras, las sonrisas, todo era un lento torbellino que empezaba a girar en torno a ellos, y lo inevitable iba a pasar…
Cuando sonó el timbre de su casa, Agustina estaba corrigiendo unos exámenes, el sonido insistente la sacó de su letargo, miró la hora, no esperaba a nadie.
Fue a revisar, al abrir el postigo la presencia de Rodrigo la sorprendió, que hacía ahí?
Abrió la puerta, el joven estaba junto a su bicicleta, una musculosa sudada y sus hermosos bíceps atrajeron su mirada, no pudo evitarlo. Él le comentó que había salido a hacer sus acostumbradas vueltas de ciclismo, y que como podía ver, una de sus cubiertas se había desinflado, y pensó entonces en ella para dejar la bici por algún tiempo hasta que pudiera repararla, sabiendo que estaba cerca de su casa.
Ella dudó si era conveniente dejarlo pasar, porque sabía que si lo dejaba pasar ya no tendría barreras por flanquear, ya no habría excusas para más ‘no’ y le llamaba poderosamente la atención que Rodrigo conociera su domicilio, nunca habían hablado al respecto, pero tampoco tenía demasiado interés en averiguarlo...
Suspiró resignada, se hizo a un lado permitiendo su ingreso.
Al cerrar esa puerta, había cerrado un mundo, no hubo palabras, Rodrigo dejó la bicicleta a un costado, luego se sacó la musculosa, el pecho juvenil, bronceado, musculoso y transpirado sencillamente se le hizo un plato difícil de rechazar, Agustina lo observó con hambre de loba, soltó su cabello que se arremolinaba en un rodete, agitó su cabeza y se dispuso a lanzarse al vacío, el joven la abordó y la rodeó entre sus brazos, se sintió temblar como una hoja, su esposo había sido su único hombre y ya ni recordaba que hacer, como hacerlo…
Besó el torso desnudo que la contenía, el sabor salado de la transpiración la excitó, sus pezones parecían explotar, sus bocas se encontraron, sus lenguas se cruzaron, las fuertes manos de Rodrigo recorrieron las curvas de esa mujer que podría haber sido su madre, su sexo estaba duro y no tuvo reparos en refregarlo impunemente por el bajo vientre de la mujer que tanto había deseado.
Entonces sacó con un tanto de apuro la camisa y el sostén de Agustina, al fin esos enormes pechos serían suyos, se quedó solo observándolos y exclamó mientras llevaba sus manos a ellos
-Guau! son mejores de lo que había imaginado!
Empezó a masajearlos con un tanto de rudeza, a apretarlos, entonces Agustina buscó de guiar sus manos, de pausar el ritmo, todo a su tiempo, lentamente…
El pareció desesperarse, la arrinconó y comenzó a devorarle los pechos, a morderle los pezones, proponiendo una locura salvaje, ella se mostró desconcertada, nunca lo había hecho así, sexo animal, sexo salvaje, el bajó su slip, su golosa y dura verga quedó expuesta, Agustina tuvo un irrefrenable impulso de acariciarla, era grande, al menos pudiendo compararla con la única que conocía, con la de su difunto esposo…
Ella trataba de detenerlo, pero era imposible, era una locomotora sin control, parecía estar violándola más que haciéndole el amor, se agachó, la sacó la pollera y casi le arranca el culote que traía puesto, ella seguía arrinconada, entregada, ya desnuda, sintió sus piernas levantadas en el aire por los poderosos brazos del joven, recostada sobre la pared lo rodeo con sus propios brazos por el cuello para no perder el equilibrio, sus casi ochenta kilos parecieron no ser problemas para la fuerza bruta de ese macho.
El arremetió con fuerza enterrando su sexo hasta el fondo de esa mujer, arrancándole un quejido de placer, ella ya no recordaba lo que se sentía, el embistió una y otra vez, esa enorme carne llenándola en forma salvaje, solo escuchaba como el parecía embravecido en un constante
Mmm…mmm…mmm…mmm
Como un macho en celo, él no se detendría, y toda esa locura contagiaba a Agustina, cada empuje, cada segundo, cada gota de transpiración, cada gemido, no pudo abstraerse y empezó a gemir como gata en celo, dejando al fin atrás tantos recuerdos y tantos prejuicios, clavó sus afiladas uñas en las espaldas de Rodrigo, apretó sus labios contra su cuello como una vampiresa, incluso clavó sus dientes, al fin el placer la desbordó cuando sintió ese pene llenando de semen su cueva, lo sintió inflamarse y explotar, una y otra vez…
Luego se separaron, él la dejó que se parara y reposara contra la pared, estaba agotado, sin fuerzas, lo había dado todo, se sentó para reponerse, respirando agitado, ella no salía de su asombro, sintió húmeda su entre piernas por el líquido que empezaba a bajar…
Lo que Agustina no imaginaba, que esto era solo el principio de las próximas seis horas de sexo casi ininterrumpido, hasta tener la vagina tan adolorida de casi ni poder moverse, tuvo que suplicarle que solo se marchara…
La vida de la profesora comenzó a cambiar a partir de ese día, empezó a ver los colores que no veía, no todo era gris.
Encaraba las clases de una manera diferente y disfrutaba de mantener ese pecaminoso secreto, empezó a vestirse un poco más seductora, a maquillar un poco su rostro y sobre todo, llevó sus cabellos a un negro uniforme, dejando atrás esas canas que tanto la avejentaban.
A ella solo la perturbaba el ‘qué dirán’, por si alguien se enterara de esa relación con ese chico, en poco tiempo Rodrigo la visitaba casi a diario por su casa, era coger como animales, entonces trató da cambiar sus hábitos.
Empezaron a encontrarse un poco a escondidas, en lugares prohibidos, en moteles a las afuera de la ciudad, donde ella pagaba las tarifas con gusto ya que el solo estudiaba y no tenía mucho más de los centavos que le mendigaba a sus padres. Era loco, solía pensar, ‘pago con gusto para que un pendejo me coja…’
Y ella se vio sorprendida por las actitudes de su nuevo amante…
Un día, luego de hacer el amor, ambos estaban desnudos sobre la cama, notó que Rodrigo le miraba la concha en forma inquietante, pensativa, sin decir nada lo vio partir hasta el baño, sintió ruidos extraños, al tiempo volvió con varias cosas y le dijo
-Tienes una concha pasada de moda… vamos a solucionar eso…
La hizo recostar, abrió sus piernas y colocó por debajo una toalla, deslizó con esmero agua tibia con una mezcla jabonosa por su sexo, tomó la afeitadora y con paciencia, la afeitó casi por completo, como seguramente hacía con la barba de su rostro.
La profesora sintió cosquillas, intriga y una dulce excitación, lo dejó hacer sin reparos y tuvo que asumir que le encantó la forma en que la dejó recordó sus días de niña, le prometió que mientras su relación durara ella siempre luciría así para él, si el con eso era feliz…
Dos meses después, todo parecía ir viento en popa, la relación clandestina entre el joven y su profesora pasaba totalmente desapercibida para el resto de los mortales, tal vez solo algunos cambios en Agustina, quienes la conocían la notaban siempre alegre, rejuvenecida, es más, muchas la sentían cantar cada tanto a capela, algo inusual en ella.
Esa tarde parecía ser como cualquier otra, estaba concentrada explicando a sus alumnos, Rodrigo como siempre, expectante en los primero asientos, de pronto, al levantar su abrigo que estaba sobre el escritorio para acomodarlo en el perchero, encontró oculta una pequeña caja forrada en papel plateado brillante que reflejaba la luz del salón, con un gran moño fucsia decorándolo, esto tomó por sorpresa a Agustina, como aquel día de los bombones, en forma inconsciente miró directamente a Rodrigo, quien se hacía el distraído mirando por la ventana que daba a un patio interno.
El silencio se notó en el ambiente, y de pronto todos los alumnos quedaron expectantes ante lo inesperado de la situación, Brenda, una de las chicas del curso dijo
-Guau! parece que la profesora tiene un admirador secreto! Que romántico!
Zaira, otra de las chicas agregó
-Ojalá yo tuviera quien me sorprenda de esa manera!
José, el payaso del grupo terceo
-Tenga cuidado! Podría ser una bomba!
Esa pavada descontracturó el ambiente, se sintieron carcajada y abucheos, esas ocurrencias eran típicas en él.
Se escuchó alguien al fondo reclamar para que lo abriese, y ese pedido fue secundado por otras voces, Agustina buscó nuevamente la mirada de Rodrigo quien la seguía ignorando.
Se sentó, sacó el moño con paciencia, abrió el envoltorio con cuidado y sacó la tapa con nerviosismo, observó dentro, entre tules blancos había un conjunto de ropa interior negro, un sostén enorme para contener esos pechos y una tanga diminuta que hubiera cabido sin problemas en su puño cerrado, sintió en ese momento como sus mejillas parecían incendiarse, un poco por vergüenza, un poco por bronca, le pareció sumamente excitante y desubicado a la vez, nuevamente buscó con su mirada a su amante, esta vez si el la miraba directamente, con una mirada perversa, entonces el mismo dijo en voz alta
-Profe, que le regalaron?
Ella balbuceó y tiró solo para escapar lo primero que se le vino a la mente
-Son bombones…
Unos murmullos y algunos silbidos se sintieron en el lugar, pero Rodrigo dobló la apuesta y dijo estirando el cuello como tratando de ver
-Podemos verlos? me convida uno?
Agustina cerró la caja de repente y un tanto molesta respondió a la clase
Basta alumnos, estamos perdiendo demasiado tiempo con esta pavada, todo el mundo a trabajar.
Dio por cerrado el tema y trató de seguir adelante como si nada hubiera ocurrido
Al terminar la jornada, como hacía a diario, se dirigió al sótano donde estaban los estacionamientos de todo el complejo educativo, demasiado concentrada en sus pensamientos, solo se veían autos y autos en derredor, llegó al suyo y cuando estaba tratando de meter la llave en la cerradura una mano la tomó por el hombro, casi se muere del susto, pegó un salto y la llaves fueron al piso, maldijo a Rodrigo, lo increpó
-Estás loco? vas a matarme de un susto!!!
El solo reía y cambió de tema rápidamente
-Te gustó el regalo?
-Ya hablaremos de eso… acaso te has vuelto loco? me comprometes! qué quieres? armar un escándalo?
Rodrigo apenas si prestaba atención a lo que le recriminaba su veterana profesora, no le importaba, nada le importaba, solo tomó una de sus femeninas manos conduciéndola al jean, bajo la cual se escondía su pija dura como una piedra, ella seguía recriminando, él puso sus manos sobre los hombros de Agustina y empujó hacia abajo, ella hizo fuerza en sentido contrario pero el abusó de su fuerza masculina y poco a poco doblegó a la profesora, Agustina estaba fuera de sí y reclamaba
-Pará! qué haces! Estás loco, Rodrigo! no! no!!!
Agustina se vio a si misma arrodillada entre dos coches, perdida, como puta, él sacó su miembro y se lo enteró en la boca, ella pronto cesó en los reclamos, como a un bebé que le dan el biberón, empezó a lamer con desesperación, como si fuera la última vez, ese pene hermoso la podía y ella no podía evitarlo, era golosa, trataba de engullirlo hasta sentir arcadas, respiraba agitada con el sexo del joven entrando y saliendo se su boca, el llevaba el ritmo a su antojo y parecía violarla, la tenía con firmeza por sus cabellos sin parecer importarle nada.
Agustina no podía creer lo que hacía, no podía asumir que la enloquecía toda la locura que él le proponía, no podía decir que no, nunca la habían tratado de esa manera, como si fuera una puta, y eso la excitaba demasiado…
Estaba encerrada en esos pensamientos cuando el semen caliente invadió su boca como un tsunami, frunció el ceño al sentir su sabor y movió con más velocidad su lengua bajo el glande, su amante descargaba como nunca y ella se preocupaba por no dejar escapar una gota, solo por ir saboreando e ir tragando, hasta la última gota…
Cuando terminó él la ayudó a incorporarse, ella trataba de relajarse y él le dijo algo que le encantó
-Que puta eres… como te gusta chuparme la pija…
Abrió la puerta del coche, asegurándose en un rápido repaso visual que solo estaban ellos dos, entonces, antes de despedirse, Rodrigo le pidió que al día siguiente usara el regalo que la había hecho.
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