El comienzo del nuevo año acompañaba lo que parecía ser otro verano excepcional y la continuidad de una buena vida. 2020... Un número rebosante de oportunidades y visiones futuristas.
Enero se fue volando, entre las salidas con amigos y el tiempo con mi novia no existieron demasiadas oportunidades para bajar la cabeza de las nubes y relajarse en el apartamento... Aunque la realidad es que de existir tal oportunidad la existencia de mi compañera de piso haría difícil dicha relajación.
Mi compañera María, una morocha hermosa de piernas largas culminantes en un culito perfecto y tetas que si bien no comparaban tan favorablemente a su mitad baja eran respetables, venía creando problemas con mi novia Inés gracias a sus actitudes liberales y fama de putilla entre el círculo de conocidos, porque si bien no pasaba absolutamente nada entre nosotros y yo tenía ojos solo para mi chica, la combinación de estas características y la apariencia de mi compañera generaba evidente recelo en la relativamente más mundana Inés.
Es así que llegado un día de mediados de febrero, ya bajando un poco el entusiasmo del verano y poniendo la mirada en el semestre estudiantil (que ocuparía gran parte de mi tiempo fuera del trabajo en los meses venideros) me dispuse una vez más hacia la casa de Inés, sin saber que este encuentro sería diferente.
Afortunadamente la casa me quedaba cerca (en su momento fue uno de esos plus para la relación, teniendo la chance de moverme rápidamente en una noche de mensajeo caliente), por lo que en poco tiempo estaba cruzando su puerta y encontrándome con ella.
Inés- Mati... No te esperaba hoy.
(Matías es mi nombre, supongo que no lo mencioné)
Como hasta el momento había gran confianza entre nosotros no se me había ocurrido ni siquiera tocar la puerta, pero mi ocurrencia parecía ofenderla, así que sin acercarme hablé desde la entrada.
Yo- No amor, se me ocurrió pasar nomas... Como se nos termina el verano.
Inés- Ah, está bien pasa.
Ella estaba tirada en el sillón, mirando alguna boludes en Netflix a la cual no presté mucha atención. Me acerqué y me acomodé a su lado. El silencio inundaba el living y la tensión era clara, pero yo siendo medio nabo o no me di cuenta o no quise darme cuenta, simplemente presté atención a la atrayente luz de la tele y cada tanto ojeaba sus piernas, rezando que todo estuviera normal porque la forma en que las calzas se pegaban a ella me estaba entreteniendo un poquito demasiado y esperaba poder ser quien se las despegara.
Inés- Tenemos que hablar Matías.
Rompió el silencio al final, pero para mi suerte parecería que esas piernas se iban a quedar vestidas.
Yo- ¿hay algún problema? Te noto bastante cortante.
Inés- obvio que hay un problema Matías, ¿hace cuánto qué seguimos con lo mismo con María?
De eso se trataba
Yo- ¿qué pasa con María?
Inés- Vos sabes qué pasa, no la quiero ver más.
Yo- ¿Y qué querés que haga, que la eche? Se me caga de risa... Vos sabes que no pasa nada, absolutamente nada con ella así que calmate un poco.
Era evidente desde hace tiempo que esto iba a pasar, que se le iban a subir los celos así, pero nunca fui pensando que hoy tenía que tocar.
Inés- ¿Que me calme me decís? ¿Vos te pensás que no veo como la miras? Más evidente no podes ser.
Yo- Bueno pero eso es natural... Soy humano,pero de ahí a querer hacer algo es diferente.
Inés- No me importa como sea, vos de acá salís de dos formas. O me prometes que la mandas a la mierda o se te acabo la novia, vos elegís.
Yo- Yo a María no la puedo echar, literalmente está fuera de mi alcance no entendés? Te pido que seas un poco más racional nada más...
La frustración en la cara de la chica era evidente
Inés- Bueno seguí como quieras, pero a mi no me ves más.
Yo- Pero amor...
Inés- ¡Amor nada!
Tras ese grito me quedé petrificado, ya no sabía que decir o si era buena idea decir algo, así que me resigné a bajar la cabeza y pensar, aún sentado en el sillón de mi ahora ex novia.
Pasaron unos segundos de reflexión, sobre Inés, sobre María y sobre el despelote que resultó del encuentro entre ambas... Pero toda reflexión caía en comparación a la que ese día me importaba más: esto me estaba dejando sin ponerla.
Con esto en mente, aún siendo consciente de la situación que estaba viviendo y el estado en que se encontraba Inés, hablé:
Yo- emmm, Iné... Yo sé que no es el mejor momento para decir esto, pero medio que venía para que juguemos un rato.
La expresión de Inés cambio al instante hacia un sonrojo más amigable
Inés- ¿Y a mi qué?
Yo- Y bueno... Se me ocurrió que capaz podíamos terminar las cosas con una despedida...
Inés se levantó del sillón con autoridad, y con postura agresiva pero firme me observó desde arriba. Si bien dije que ella era un poquito más regular que una mina como María, era irresistible verla así; no sólo por las tan vistosas calzas que vestía, sino porque su escote revelaba el punto ganador de mi querida chica, un par de tetas de tamaño favorable tan amasables como se las imaginaba todo hombre que se topaba con ellas.
Inés- ¿vos venías a garchar y después de todo todavía me pedís?
No supe que decir, me sentía avergonzado por la ocurrencia y tonto por el rechazo, así que solo me paré y me apronté para irme. Ciertamente no era mi día de suerte.
Inés- Espera, sentate.
Tal vez no era tan mal día...
Inés- mirá, me conmoviste con esa cara de infeliz... ¿Te sirve si te hago un pete?
Casi que se me salen los ojos del cráneo, hace dos minutos la piba me quería matar y ahora me ofrecía chuparme la pija.
Yo- m-me va si mi amor! Gracias!
Inés-no hablés más, bajate los pantalones y disfruta que de mi no va a haber más.
Rápidamente hice lo que pidió, me recosté en el sillón y viendola atandose el pelo apronté la verga apuntandola hacia ella.
Inés- Ya veo que tenías ganas.
Se agachó y sin más preámbulos se tragó la pija como toda una putita, llegando a tocar mi pelvis con su nariz. Usualmente un pete de Inés era más sensual, solía comenzar con suaves lamidas y besos que se convertían en chupadas al glande, para luego pasar a movimientos más largos y placenteros.
Esta mamada, en cambio, fue brusca y babosa, de rápido movimiento de cabeza y poco uso de las manos. Era evidente que me quería hacer explotar, pero también quería que recuerde esa boca como el sueño que evidentemente podía ser.
Inés- ¿Te gusta como la chupa esta putita?
Yo- Me fascina... Seguí así que acabo.
Se sacó la pija de la boca por un segundo.
Inés- agarrame del pelo, guiame.
Y volvió a su hermosa labor. Yo obediente la tomé de los pelos y dicté un ritmo que me llevaría al orgasmo fácilmente.
La imagen de esos labios envolviendome y los charquitos de saliva que culminaban en mi cuerpo se me hacía irresistible, la pendeja me quería matar y realmente lo estaba logrando, ni siquiera intenté aguantar un poco más.
Yo- ¿te vas a tomar la lechita?
Inés- Hoy tenes suerte atrevido.
Con esas palabras resonando en mi mente comencé a depositar semén en la preciosa boquita de mi ex novia, la cual sin chistar se tomó hasta la última gota, dándole ante mi la fama de petera que otros atribuirían a María.
Tras recomponerse, mi linda compañera de juego habló:
Inés- Bueno ya tuviste lo que querías, chau.
No quise decir nada más, simplemente me despedí agradecido y dejé que lo demás fluyera. Así sin más caminé hacia el apartamento, donde me esperaba mi compañera María.
Si bien aún no lo sabía, este atrevido tendría más suerte.
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