Faltaban veinte minutos para la hora del almuerzo y salí para comprar. A la misma hora de los últimos encuentros, nos veríamos en la puerta de la oficina. Regresando, desde la otra cuadra, la veo a Maca con un vestido tremendo. El día lo ameritaba, veintiocho grados y en la capital de Argentina, el asfalto lo eleva bastante. Al acercarme, recorrí lentamente todo su cuerpo. Sus tacos en punta, sus pantorrillas totalmente trabajadas, sus rodillas que extrañamente, eran perfectas, ¿Qué carajo me pasaba? No lo sé, pero mis ojos continuaban, y ahora imaginaban sus piernas, que ya estaban cubiertas por el vestido y las caderas, que se le marcaban bien y un escote, bastante sutil pero aún así dejaban ver un poco de esa curvatura que hacen las tetas.
- ¡Al fin, querido!- Se acercó a mí y me saludó con un beso y un medio abrazo.
Que rico perfume, que aroma a... a ella.
- ¡No sabes el quilombo que era comprar! Y eso que salí antes, pero bueno. Uno de los chicos me dijo que ese lugar siempre está repleto de gente, no le creí si hay por lo menos como…-
- …Veinte lugares a la redonda.- completó.
- …veinte lugares a la redonda…- susurré, con una leve sonrisa.
Subimos las escaleras, atravesamos el pasillo y para nuestra sorpresa, hoy había más gente de lo normal. Entre ellos, mi compañero que me recomendó este lugar de comida sana o light, que se yo.
- Esta hasta las bolas…- Le comenté, buscando un espacio con la vista.
- ¡mira! Ahí, hay un lugar. – me lo marcaba con el dedo y comenzamos a acercarnos, - uh, ya lo ocuparon.-
Pensamos en desistir y terminar en alguno de los otros espacios que tiene el edificio, pero el día ameritaba otra cosa.
- Metamos picnic…- comenté, sonriendo y sin dar posibilidad al rechazo, abordé la caminata hacia una de las puntas, donde había un árbol y daba sombra.
Nos sentamos y comencé a sacar las cosas.
- Me tuve que haber traído otra cosa para hacer un picnic…- acotó, tímida, agarrando su vestido para que no se le vea nada.
- ¡Uh! Tenés razón. – yo ya lo sabía pero inconscientemente, necesitaba ver más. – vení de este lado.- me levante para que ella quede frente a la pared y yo, frente a todas las mesas.
Nos volvimos a ubicar y me dispuse, nuevamente, a sacar las cosas.
- Pero igual, no dejo de correr el riesgo de que alguien me vea. – Empezó a reír, mirándome. Quedé atónito.
- Bueno… eso podría ser posible, si ese alguien estaría acá. – Le guiñé un ojo. Sin embargo, desde que se sentó no perdí oportunidad para saber, mejor dicho para ver.
- ¡Ja,ja! Es cierto que en realidad no nos vimos…-
Necesito contar esta parte, siendo lo más honesto posible. Mis pensamientos comenzaron a cambiar abruptamente. No dejé de lado todos los pensamientos anteriores, pero desde que Pauli estaba mas fogosa, mi excitación aumentaba. Sin embargo, por otra parte algo me hacía ruido, ¿Viste cuando sabés que algo está sucediendo, pero no tenés totalmente claro que es? Bueno, algo así. Sabía que tenía que disfrutarlo, pero a veces me costaba mantenerme en ese eje. Si, hablo de Macarena. Tenia una mezcla de culpa y adrenalina que me carcomía la cabeza. Ni hablar después de esas dos tiritas rojas.
- Che, ¿Esto no está mal, no? – consulté comiendo una de las dos ensaladas potentes que traje.
- No, para mí está buenisimo. Es más, te agradezco que hayas ido a un lugar específico…-
- Me refería a nuestros “encuentros"…-
- No, bueno…. No, no está mal. Me parece que es positivo que nos llevemos bien…. Aunque sea a escondidas.-
No dijimos nada más. Comimos y ya estaba todo bastante vacío. Mauro, mi compañero, se acercó a saludar y consultarnos si estaba bueno el lugar que le recomendamos. En fin, la intención de Mauro, era chamuyarla. Maca no le dio bola y el flaco quedó más en offside que Wanchope Avila.
- Bueno, me parece que ya es hora de que me vaya…- miró a su alrededor. – Encima nos quedamos solos, ¡ja,ja!-
- ¡Mal! Ya sabemos que a esta hora hay que venir…- Respondí, automáticamente.
- ¡Ah! No lo puedo creer…-
- ¡No! O sea, no lo mal interpretes, fue una forma de decir…-
- ¡No, no, no! ¿ Vos te crees que esta ensaladita es más que la milanesa que yo te traje?- Gesticulaba con su mano, señalando los restos, de forma irónica.
- Ah…- Me alivie. – No dije eso, de hecho, te sigo debiendo.- Sonreí.
- Tenes razón… Bueno, ya habrá oportunidad. –
Se levantó lentamente y el universo me regaló lo más hermoso del día. El vestido se elevó por el impulso, subió dejando ver sus muslos, con esa piel dorada y siguió elevándose hasta dejar entrever una tanga Blanca de encaje que se metía, tímidamente entre los labios de esa concha. Y para mejor, visualice una tirita del lado derecho, cuando sus manos lograron bajarlo.
- ¡Ay! ¡Te dije! – Se acomodaba el vestido.
Mi pija se paró al instante y debí cubrirlo con los paquetes vacío de las ensaladas. Me hice el idiota, o así estaba.
- ¿Qué?-
- Que se me vio todo…-
- Nah, despreocúpate. – me pare como pude, con la pija a mil. No tengo una pija enorme, pero algo se notaba.
- ¡Si! Se me vio todo, menos mal que no había nadie.- sonrió.
- ¡Estaba yo, che! No me ignores…-
- Pero me dijiste que no estabas acá.- guiñó un ojo. – Además, dijiste que no viste…-
- … o por ahí si…- Susurré, rogando que me escuche.
- Bueno… estem…- miraba para todos lados. - … que momento…- susurró.
Me invadió la vergüenza, ¿Por qué carajo dije eso? ¿Tan caliente estoy que no puedo controlarlo?
- Bueno, me voy.- Me saludó rápidamente en la mejilla y se fue.
No hubo tiempo para los pensamientos profundos. Me fui corriendo al baño, me encerré en un cubículo, bajé mi pantalón, cerré los ojos y comencé a pajearme desesperadamente, imaginandola a Macarena. Ese culo redondo y esos muslos, y seguramente esa concha chiquita, ¿Será Rosadita?, ¿Tendrá los labios morochos?Seguro es rosadita y me mordía los labios, pajéandome, desesperado. Sus tetas, ¿Cómo serán? ¡Que importa! Ya la imagino, bien puta, cogiendo como una puta, mucho más puta que Pauli. ¡Ese culo! Quiero ese culo, lo necesito y lo imagino hasta acabar y quedar abatido en el inodoro.
Volví a mi puesto de trabajo y seguí mi jornada. Me equivoqué, zarpadamente equivocado. El comentario desubicado me alejaría de ella y la paja me hizo descubrirme un poco más.
Esa noche, llegué a casa y Pauli no estaba. Me quedé dormido, inclusive sin comer. A las doce de la noche, escuché la puerta.
- Amor…- respondí con los ojos entre cerrados.
- Si, bebé… ¿Estas muy dormido?-
Asentí con la cabeza.
- Que pena…-
- ¿Por?-
Pauli tomó mi mano y la fue llevando hasta su entre pierna, toque su tanga , y era de encaje. Suspiré y cerré los ojos.
- Tengo ganitas de algo…-
- ¿De dónde venís tan caliente?-
- Vengo de los encuentros con las chicas y la catedrática…- empezó a gemir, mientras se corría la tanga y me ordenaba que le toque el clitoris.
- ¿Y porqué tan caliente?-
- ¿Querés saber que locura hice?-
Estaba nervioso, asentí.
- No te enojes, pero estacioné el auto acá a la vuelta donde está oscuro, ¿viste?-
- Si…- continuaba tocándola.
- Estaba por bajar y cuando agarré las llaves vi al viejo del edificio de enfrente, en el balcón …-
- ¿Y?- Ya no sabía que era cierto y qué no, pero mi pija me explotaba.
- Y me quedé un poco en el auto y me empecé a tocar, imaginando que me estaba viendo…- Se retorcía.
- ¿Y te estaba viendo?-
- No sé, pero levanté mi vestido y un poquito mis piernas, tocándome mucho la conchita. Jamás lo hice, pero acabé un montón…- Sonrió, pícara, mordiendo su labio inferior con fuerza.
- Te siento calentita…-
- Quiero jugar… necesito jugar…- Acotó, bajandome el bóxer y empezando a besarme la pija.
- ¿Qué querés?-
- Quiero que te llames con un nombre de viejo y que me la metas sin que nos veamos…-
- Ajam…-
- …y que me hables…-
- ¿Y cómo querés que me llame?-
Me chupaba la pija despacio y comenzaba a subirse.
- Quiero que te llames… Raúl… - Se metió la pija y gimió silenciosamente. – no… mejor… Fermín, don Fermín.-
- Bueno, y yo quiero que te llames Ma…- hice un silencio, cerrando los ojos, mientras se movía sobre mi pija.
- ¿María? –
- No…-
- ¿Macarena? –
No dije nada y la agarré de la cintura para cogerla
- ¡Date vuelta pendeja!- Le ordené, sacándola de arriba.
- Si, don Fermín.- respondió y me dio la espalda.
Comenzó a saltar sobre mi pija y gritar de placer.
- ¡Ay, señor!-
- ¡Siempre quise cogerte, putita!
- ¡Ahg señor! ¡siempre me ve cuando salgo de bañarme!-
- Si, putita, me pajeo pensando en vos-
- ¡Ay! ¡Acabo, acabo! – comenzó a apretarme con sus muslos. - ¡Ay! ¡Agh ¡Don Fermín, ¿Se toca mucho pensando en mí?!-
- Si, putita imagino tu culo…- cerré los ojos y llevé una mano a su agujero.
- ¿Si? ¿Se imagina como me lo hace?-
- Si…-
Maca se... Pauli, ¡Pauli! Arqueo la columna y agarró mi mano que tenía cerca de su culo y empezó a que haga presión con un dedo. Le entró fácil y rápidamente comencé a cogerselo.
- ¡¿Así?! ¡¿Así se lo imagina?!- Se movía para que mi dedo se deslice perfectamente adentro.
- ¡Si, puta!-
- ¡Acabo, acabo!-
- ¡Yo también!-
- ¡Cojame, señor, cojame!-
- ¡Si, señorita Macarena! –
Metí el dedo hasta el fondo de su culo y acabé con todas las ganas en la concha, mientras ella hacía presión hacia abajo, retorciéndose sobre mi. Salió y quede exhausto en la cama. Pauli hizo lo mismo, pero para mí sorpresa se acercó a mí pija y me la chupó un instante.
- Me encantó el jueguito…- sonrió y se la metió toda en la boca.
- A mi también…- tire mi cabeza hacia atrás.
- Pero tenemos que mejorar los nombres, je.- Se fue al baño, riéndose.
¿Fue una advertencia? ¿Macarena habrá dicho algo? No sé, la verdad que el día me había superado en calentura. No hice preguntas de ninguna índole, tampoco saber si todo eso previo fue real.
Transcurrieron tres semanas. De Macarena, ni noticias. Los primeros días me asusté, pero con Pauli estaba todo normal, así que le resté importancia.
Era Martes, teníamos que ir a ver un salón para el casamiento. El trabajo, un quilombo, cambio de temporada. Mi celular suena, malditas notificaciones de Facebook.
[*b][*i]*Macarena Avalos quiere enviarte un mensaje*[/i][/b]
Sonreí, porque esto todavía no termina.
- ¡Al fin, querido!- Se acercó a mí y me saludó con un beso y un medio abrazo.
Que rico perfume, que aroma a... a ella.
- ¡No sabes el quilombo que era comprar! Y eso que salí antes, pero bueno. Uno de los chicos me dijo que ese lugar siempre está repleto de gente, no le creí si hay por lo menos como…-
- …Veinte lugares a la redonda.- completó.
- …veinte lugares a la redonda…- susurré, con una leve sonrisa.
Subimos las escaleras, atravesamos el pasillo y para nuestra sorpresa, hoy había más gente de lo normal. Entre ellos, mi compañero que me recomendó este lugar de comida sana o light, que se yo.
- Esta hasta las bolas…- Le comenté, buscando un espacio con la vista.
- ¡mira! Ahí, hay un lugar. – me lo marcaba con el dedo y comenzamos a acercarnos, - uh, ya lo ocuparon.-
Pensamos en desistir y terminar en alguno de los otros espacios que tiene el edificio, pero el día ameritaba otra cosa.
- Metamos picnic…- comenté, sonriendo y sin dar posibilidad al rechazo, abordé la caminata hacia una de las puntas, donde había un árbol y daba sombra.
Nos sentamos y comencé a sacar las cosas.
- Me tuve que haber traído otra cosa para hacer un picnic…- acotó, tímida, agarrando su vestido para que no se le vea nada.
- ¡Uh! Tenés razón. – yo ya lo sabía pero inconscientemente, necesitaba ver más. – vení de este lado.- me levante para que ella quede frente a la pared y yo, frente a todas las mesas.
Nos volvimos a ubicar y me dispuse, nuevamente, a sacar las cosas.
- Pero igual, no dejo de correr el riesgo de que alguien me vea. – Empezó a reír, mirándome. Quedé atónito.
- Bueno… eso podría ser posible, si ese alguien estaría acá. – Le guiñé un ojo. Sin embargo, desde que se sentó no perdí oportunidad para saber, mejor dicho para ver.
- ¡Ja,ja! Es cierto que en realidad no nos vimos…-
Necesito contar esta parte, siendo lo más honesto posible. Mis pensamientos comenzaron a cambiar abruptamente. No dejé de lado todos los pensamientos anteriores, pero desde que Pauli estaba mas fogosa, mi excitación aumentaba. Sin embargo, por otra parte algo me hacía ruido, ¿Viste cuando sabés que algo está sucediendo, pero no tenés totalmente claro que es? Bueno, algo así. Sabía que tenía que disfrutarlo, pero a veces me costaba mantenerme en ese eje. Si, hablo de Macarena. Tenia una mezcla de culpa y adrenalina que me carcomía la cabeza. Ni hablar después de esas dos tiritas rojas.
- Che, ¿Esto no está mal, no? – consulté comiendo una de las dos ensaladas potentes que traje.
- No, para mí está buenisimo. Es más, te agradezco que hayas ido a un lugar específico…-
- Me refería a nuestros “encuentros"…-
- No, bueno…. No, no está mal. Me parece que es positivo que nos llevemos bien…. Aunque sea a escondidas.-
No dijimos nada más. Comimos y ya estaba todo bastante vacío. Mauro, mi compañero, se acercó a saludar y consultarnos si estaba bueno el lugar que le recomendamos. En fin, la intención de Mauro, era chamuyarla. Maca no le dio bola y el flaco quedó más en offside que Wanchope Avila.
- Bueno, me parece que ya es hora de que me vaya…- miró a su alrededor. – Encima nos quedamos solos, ¡ja,ja!-
- ¡Mal! Ya sabemos que a esta hora hay que venir…- Respondí, automáticamente.
- ¡Ah! No lo puedo creer…-
- ¡No! O sea, no lo mal interpretes, fue una forma de decir…-
- ¡No, no, no! ¿ Vos te crees que esta ensaladita es más que la milanesa que yo te traje?- Gesticulaba con su mano, señalando los restos, de forma irónica.
- Ah…- Me alivie. – No dije eso, de hecho, te sigo debiendo.- Sonreí.
- Tenes razón… Bueno, ya habrá oportunidad. –
Se levantó lentamente y el universo me regaló lo más hermoso del día. El vestido se elevó por el impulso, subió dejando ver sus muslos, con esa piel dorada y siguió elevándose hasta dejar entrever una tanga Blanca de encaje que se metía, tímidamente entre los labios de esa concha. Y para mejor, visualice una tirita del lado derecho, cuando sus manos lograron bajarlo.
- ¡Ay! ¡Te dije! – Se acomodaba el vestido.
Mi pija se paró al instante y debí cubrirlo con los paquetes vacío de las ensaladas. Me hice el idiota, o así estaba.
- ¿Qué?-
- Que se me vio todo…-
- Nah, despreocúpate. – me pare como pude, con la pija a mil. No tengo una pija enorme, pero algo se notaba.
- ¡Si! Se me vio todo, menos mal que no había nadie.- sonrió.
- ¡Estaba yo, che! No me ignores…-
- Pero me dijiste que no estabas acá.- guiñó un ojo. – Además, dijiste que no viste…-
- … o por ahí si…- Susurré, rogando que me escuche.
- Bueno… estem…- miraba para todos lados. - … que momento…- susurró.
Me invadió la vergüenza, ¿Por qué carajo dije eso? ¿Tan caliente estoy que no puedo controlarlo?
- Bueno, me voy.- Me saludó rápidamente en la mejilla y se fue.
No hubo tiempo para los pensamientos profundos. Me fui corriendo al baño, me encerré en un cubículo, bajé mi pantalón, cerré los ojos y comencé a pajearme desesperadamente, imaginandola a Macarena. Ese culo redondo y esos muslos, y seguramente esa concha chiquita, ¿Será Rosadita?, ¿Tendrá los labios morochos?Seguro es rosadita y me mordía los labios, pajéandome, desesperado. Sus tetas, ¿Cómo serán? ¡Que importa! Ya la imagino, bien puta, cogiendo como una puta, mucho más puta que Pauli. ¡Ese culo! Quiero ese culo, lo necesito y lo imagino hasta acabar y quedar abatido en el inodoro.
Volví a mi puesto de trabajo y seguí mi jornada. Me equivoqué, zarpadamente equivocado. El comentario desubicado me alejaría de ella y la paja me hizo descubrirme un poco más.
Esa noche, llegué a casa y Pauli no estaba. Me quedé dormido, inclusive sin comer. A las doce de la noche, escuché la puerta.
- Amor…- respondí con los ojos entre cerrados.
- Si, bebé… ¿Estas muy dormido?-
Asentí con la cabeza.
- Que pena…-
- ¿Por?-
Pauli tomó mi mano y la fue llevando hasta su entre pierna, toque su tanga , y era de encaje. Suspiré y cerré los ojos.
- Tengo ganitas de algo…-
- ¿De dónde venís tan caliente?-
- Vengo de los encuentros con las chicas y la catedrática…- empezó a gemir, mientras se corría la tanga y me ordenaba que le toque el clitoris.
- ¿Y porqué tan caliente?-
- ¿Querés saber que locura hice?-
Estaba nervioso, asentí.
- No te enojes, pero estacioné el auto acá a la vuelta donde está oscuro, ¿viste?-
- Si…- continuaba tocándola.
- Estaba por bajar y cuando agarré las llaves vi al viejo del edificio de enfrente, en el balcón …-
- ¿Y?- Ya no sabía que era cierto y qué no, pero mi pija me explotaba.
- Y me quedé un poco en el auto y me empecé a tocar, imaginando que me estaba viendo…- Se retorcía.
- ¿Y te estaba viendo?-
- No sé, pero levanté mi vestido y un poquito mis piernas, tocándome mucho la conchita. Jamás lo hice, pero acabé un montón…- Sonrió, pícara, mordiendo su labio inferior con fuerza.
- Te siento calentita…-
- Quiero jugar… necesito jugar…- Acotó, bajandome el bóxer y empezando a besarme la pija.
- ¿Qué querés?-
- Quiero que te llames con un nombre de viejo y que me la metas sin que nos veamos…-
- Ajam…-
- …y que me hables…-
- ¿Y cómo querés que me llame?-
Me chupaba la pija despacio y comenzaba a subirse.
- Quiero que te llames… Raúl… - Se metió la pija y gimió silenciosamente. – no… mejor… Fermín, don Fermín.-
- Bueno, y yo quiero que te llames Ma…- hice un silencio, cerrando los ojos, mientras se movía sobre mi pija.
- ¿María? –
- No…-
- ¿Macarena? –
No dije nada y la agarré de la cintura para cogerla
- ¡Date vuelta pendeja!- Le ordené, sacándola de arriba.
- Si, don Fermín.- respondió y me dio la espalda.
Comenzó a saltar sobre mi pija y gritar de placer.
- ¡Ay, señor!-
- ¡Siempre quise cogerte, putita!
- ¡Ahg señor! ¡siempre me ve cuando salgo de bañarme!-
- Si, putita, me pajeo pensando en vos-
- ¡Ay! ¡Acabo, acabo! – comenzó a apretarme con sus muslos. - ¡Ay! ¡Agh ¡Don Fermín, ¿Se toca mucho pensando en mí?!-
- Si, putita imagino tu culo…- cerré los ojos y llevé una mano a su agujero.
- ¿Si? ¿Se imagina como me lo hace?-
- Si…-
Maca se... Pauli, ¡Pauli! Arqueo la columna y agarró mi mano que tenía cerca de su culo y empezó a que haga presión con un dedo. Le entró fácil y rápidamente comencé a cogerselo.
- ¡¿Así?! ¡¿Así se lo imagina?!- Se movía para que mi dedo se deslice perfectamente adentro.
- ¡Si, puta!-
- ¡Acabo, acabo!-
- ¡Yo también!-
- ¡Cojame, señor, cojame!-
- ¡Si, señorita Macarena! –
Metí el dedo hasta el fondo de su culo y acabé con todas las ganas en la concha, mientras ella hacía presión hacia abajo, retorciéndose sobre mi. Salió y quede exhausto en la cama. Pauli hizo lo mismo, pero para mí sorpresa se acercó a mí pija y me la chupó un instante.
- Me encantó el jueguito…- sonrió y se la metió toda en la boca.
- A mi también…- tire mi cabeza hacia atrás.
- Pero tenemos que mejorar los nombres, je.- Se fue al baño, riéndose.
¿Fue una advertencia? ¿Macarena habrá dicho algo? No sé, la verdad que el día me había superado en calentura. No hice preguntas de ninguna índole, tampoco saber si todo eso previo fue real.
Transcurrieron tres semanas. De Macarena, ni noticias. Los primeros días me asusté, pero con Pauli estaba todo normal, así que le resté importancia.
Era Martes, teníamos que ir a ver un salón para el casamiento. El trabajo, un quilombo, cambio de temporada. Mi celular suena, malditas notificaciones de Facebook.
[*b][*i]*Macarena Avalos quiere enviarte un mensaje*[/i][/b]
Sonreí, porque esto todavía no termina.
4 comentarios - Su mejor amiga. No sé porqué, pero si el cómo. IV.